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2. Caracteres complementarios
a) Circulación: Los títulos de crédito, se crean para circular y, para ello, la ley los
ha dotado de mecanismos sencillos y eficaces.
El endoso, se trata de una firma colocada en el dorso del título por quien es el titular, y
su posterior entrega del documento al adquirente. Esto es suficiente para transmitir los
derechos emergentes del título, sin necesidad de ninguna otra formalidad.
La creación del instrumento “a la orden” implica la autorización de su transmisión por
vía de endoso resultando innecesario la notificación posterior al deudor cedido o al
librador — tal como ocurre en el caso de la cesión de créditos del derecho común—.
Incluso, pueden confeccionarse títulos directamente al “portador” y su transmisión se
hace con la simple entrega del cartular, sin necesidad de firmar alguna.
b) Formalidad: se dice que son documentos formales en cuanto a su existencia y
su consideración como tales. Al estar incorporado el derecho al documento, se prescinde
de cuestiones sustanciales o subyacentes a los fines de objetivar el derecho contenido en
el documento conforme las formas establecidas. Esta escisión del derecho respecto de la
relación subyacente impone la necesidad de sujetar el título a determinadas formas para
garantizar la certeza en la adquisición del derecho. Estos requisitos de forma, no han
sido enumerados en el Código Civil y Comercial de la Nación, ya que dependen de cada
tipo de título y se encuentran regulados en las normas reguladoras de esos títulos (v.
Favier Dubois, E., Manual de Derecho Comercial, La ley, 2016).
c) Abstracción: En principio, los títulos están desvinculados del negocio jurídico
que les dio origen, lo que importa la posibilidad de ejercer los derechos incorporados en
el documento sin importar la causa que le dio origen, con el fin de evitar planteos
sustentados en la relación subyacente.
No obstante, esta característica propia de muchos títulos valores, no puede desconocerse
la existencia de títulos causales en los cuales la causa de creación tiene relevancia
jurídica y es oponible a todos los portadores durante la vida del título. Un ejemplo son
las acciones de sociedades, los debentures.
X. Derecho cambiario
1. Dentro del género de los títulos de crédito o títulos valores existe una especie
denominada títulos cambiarios, que son aquellos que contienen la obligación de dar una
suma de dinero -ej. la letra de cambio, el pagaré, el cheque, la factura de crédito, entre
otros–.
El derecho cambiario es el conjunto de normas jurídicas que regulan la creación,
funcionamiento y acciones emergentes de los títulos cambiarios. De modo que, creado
un título, éste mismo –por sí e independientemente de su causa– confiere a su titular el
ejercicio de recursos o acciones cambiarias.
2. Rigor cambiario.
Los caracteres típicos de los títulos de créditos que hacen a la celeridad de la circulación
y a la certeza del crédito involucrado — es decir autonomía, literalidad, abstracción y
autonomía — imponen la exigencia de formalidades estrictas que aseguren el tráfico
mercantil, garantizando a terceros la posibilidad de prescindir de información acerca de
aspectos sustantivos de cada acto cambiario involucrado, incluso desde su creación,
ateniéndose, únicamente, a dichas formalidades extrínsecas. Sin embargo, se trata de un
formalismo sencillo, ágil y no costoso.
Así, el rigor cambiario trae como consecuencia ineludible la nulidad del título que
carezca de los requisitos esenciales previstos por la norma en cada caso
3. En principio y más allá de las particularidades de los distintos títulos cambiarios, lo
cierto es que se aplican las formas de transmisión referidas en puntos anteriores y el
endoso es la forma más usual de transmisión. Cada uno de los endosantes garantizará el
pago
4. Solidaridad cambiaria
El “obligado principal”, es el sujeto incorporado en el documento, aquel a quien se le
presentará el título y deberá pagarlo. También intervienen otros sujetos que garantizan el
pago -salvo caso de pacto en contrario–.
El régimen cambiario se caracteriza, en principio, por la responsabilidad solidaria de
todos los obligados cartulares frente al portador del título. De modo que, el legitimado
podrá requerir el pago a todos los intervinientes en el título, en virtud de la solidaridad
cambiaria.
Cada uno de los firmantes debe atender la totalidad de la obligación cambiaria — no una
parte proporcional de la deuda —, incluso, si alguno de los firmantes cae en insolvencia,
los demás obligados no pueden invocar esa circunstancia con la finalidad de atender
solamente la parte proporcional que le pudiera corresponder. A su vez, aquel firmante
que hubiera pagado tiene la posibilidad de reclamarle todo lo abonado a los firmantes
anteriores, hasta llegar al deudor principal, quien al pagar extingue totalmente el vínculo
cambiario.
No puede soslayarse que, estos principios de la solidaridad cambiaria hasta aquí
explicados no rigen en los casos de los coobligados cambiarios de igual grado, como son
los colibradores, coavalistas, coendosantes, coaceptantes. Si bien el legitimado activo
puede requerir de cualquiera de ellos el pago de la totalidad de la letra, dado que éstos
han asumido la misma obligación, única e indivisible, el coobligado que paga la
totalidad tiene derecho a requerir de su coobligado la parte proporcional
correspondiente. En tal caso, a los efectos de ese reembolso, rige la solidaridad del
derecho común, pues la acción es de naturaleza extracambiaria.
La interrupción de la prescripción de la acción cambiaria, atendiendo a las características
especiales de la solidaridad en esta materia, rige solamente respecto de quien tuvo
relación con el acto interruptivo.
5. Aval
El aval es la típica garantía cambiaria que el avalista otorga en favor de uno o algunos de
los obligados cambiarios — ya sea el librador o pagador o endosantes —.El avalista
responderá en los mismos términos que su avalado.
6. Protesto
La regla general es que los títulos cambiarios exigen que, al momento de su
vencimiento, sean presentados al obligado principal para su cobro, salvo pacto en contra.
Si el título se presenta, a su vencimiento, pero no se paga se debe formalizar el
“protesto”.
El protesto es un acto auténtico, formal, solemne, unitario e insustituible, impuesto por
la ley al tenedor, como carga sustancial, con la doble finalidad de comprobar situaciones
cambiarias insatisfechas y fijar la actividad desarrollada por el portador para cumplir la
regulación progresiva establecida por la ley cambiaria. De no ser cumplido “perjudica” a
la LDC e impide el ejercicio de acciones regresiva
Este principio general solo cede cuando la ley o la voluntad del librador o algún
endosante, mediante la cláusula “sin protesto” — o su equivalente —, releva al tenedor
de tener que levantar protesto.
El protesto se formalizará por medio de un acto -notarial- en el que se consigna,
justamente, que, presentado el título al cobro al obligado principal éste no fue cancelado.
9. Ejecución
1. La facilidad de transferencia hace que sea inherente a estos títulos la posibilidad de
una rápida ejecución. El cobro de las sumas o valores que estos documentos representan
transita por la vía procesal del juicio ejecutivo, por ser la forma las simplificada y rápida
de ejecutar el derecho cambiario.
Sin embargo, no puede desconocerse que la posibilidad de ejercer las acciones
cambiarias por la vía del juicio ejecutivo puede ser encausada por la vía del juicio
ordinario sin perder el carácter cambiario de la acción (art 521 CPCCN).
2. Frente al reclamo judicial iniciado por el poseedor de un título, el demandado o
accionado tiene la facultad de oponerse al progreso de tal acción, invocando la
existencia de una circunstancia impeditiva o extintiva de la situación jurídica invocada
por el actor como fundamento de su reclamo.
El art. 1821 CCCN establece las defensas -excepciones– que puede oponer el deudor al
portador de los títulos:
a) las personales que tiene respecto de él, excepto el caso de transmisiones en
procuración, o fiduciarias con análoga finalidad;
b) las que derivan del tenor literal del título o, en su caso, del tenor del
documento inscripto de conformidad con el artículo 1850;
c) las que se fundan en la falsedad de su firma o en un defecto de capacidad o de
representación al momento en que se constituye su obligación, excepto que la autovía de
la firma o de la declaración obligatoria sea consentida o asumida como propia o que la
actuación del representante sea ratificada;
d) las que se derivan de la falta de legitimación del portador;
e) la de alteración del texto del título o, en su caso, del texto inscripto según el
artículo 1850;
f) las de prescripción o caducidad;
g) las que se fundan en la cancelación del título valor o en la suspensión de su
pago ordenada conforme a lo previsto en este Capítulo;
h) las de carácter procesal que establecen las leyes respectivas.
Se pueden agregar aquellas reguladas en el art. 544 de CPCC:
1) Incompetencia.
2) Falta de personería en el ejecutante, en el ejecutado o en sus representantes,
por carecer de capacidad civil para estar en juicio o de representación suficiente.
3) Litispendencia en otro juzgado o tribunal competente.
4) Falsedad o inhabilidad de título con que se pide la ejecución. La primera podrá
fundarse únicamente en la adulteración del documento; la segunda se limitará a las
formas extrínsecas del título, sin que pueda discutirse la legitimidad de la causa. El
reconocimiento expreso de la firma no impide la admisibilidad de la excepción de
falsedad fundada en la adulteración del documento. Estas excepciones son inadmisibles
si no se ha negado la existencia de la deuda.
5) Prescripción.
6) Pago documentado, total o parcial.
7) Compensación de crédito líquido que resulte de documento que traiga
aparejada ejecución.
8) Quita, espera, remisión, novación, transacción, conciliación o compromiso
documentado.
9) Cosa juzgada.
Bibliografía
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