Está en la página 1de 19

UNIDAD VIII: “TITULOS VALORES”

Origen y evolución. Antecedentes legislativos en nuestro país. Definición y caracteres.


Transmisión y circulación. Titularidad y legitimación. Clasificaciones. Comprobantes y
títulos de legitimación. Ejecución. Desmaterialización (nuevos títulos y derecho sin
título). Nominatividad (Ley 24.587).

I. Origen y evolución de los “Títulos Valores”


Tal como el resto de las instituciones del Derecho mercantil, los títulos de crédito son el
producto de la actividad comercial y —junto con las sociedades y el sistema de
contabilidad—, resulta ser una de las creaciones más importantes del Derecho
Comercial.
Con el nacimiento de las ferias en la Edad Media (aquellas reuniones periódicas de
mercaderes de distintas localidades destinadas al intercambio) surgieron dificultades
cambiarias en las transacciones, debido a la diversidad de monedas de cada ciudad.
Además, el peso y volumen de la moneda acuñada aumentaba el riesgo y costo de su
transporte lo que se traducía en mayores complicaciones.
Este contexto dio origen a la figura del cambista como respuesta a la problemática
referida… El “cambista” se trataba de un sujeto que recibía en una localidad, una
determinada cantidad de monedas de ese lugar y asumía el compromiso de abonar en
otra ciudad, su monto equivalente en dinero de curso legal de la otra comarca. El
cambista entregaba al tradens una carta dirigida a su agente —que residía en el lugar del
pago— para que, en su representación, cumpliera la prestación pactada.
Así emergió la letra de cambio como medio de pago a distancia, a fin de evitar el
traslado de dinero.
En sus inicios, en el texto de la carta se mencionaba a la persona que recibiría el pago y
no era transferible, salvo en el caso de que se realizara una cesión de créditos. En una
segunda etapa, se incorporó la cláusula “a la orden”, ideada para facilitar la negociación
del documento, lo que permitió el pago a un tercero designado por el tradens.
En lo sucesivo, aparecieron otros instrumentos como el pagaré y el cheque.
II. Antecedentes legislativos en nuestro país
El 30 de enero de 1794, Carlos III dictó la Real Cédula de creación del Consulado de
Comercio de Buenos Aires que confirió al Tribunal del Consulado la administración de
la Justicia Comercial, estableciendo —además– el orden de prelación de las normas
aplicables en el Virreinato: a) pragmáticas, reales cédulas, órdenes y reglamentos
posteriores, b) Ordenanzas de Bilbao de 1737, c) Recopilación de Indias de 1681 y d)
Ordenanzas Reales de Castilla de 1492.
De modo que, hacia fines del siglo XVIII, las Ordenanzas de Bilbao tenían prioridad de
aplicación en materia comercial y contenían –en cuanto hace a la materia aquí en
estudio– el capítulo XIII: "De las letras de cambio, sus aceptaciones, endosos, protestos
y términos, y de las cartas órdenes del comercio".
Nuestro Código de Comercio de 1862, no tenía una sistematización general de los títulos
valores, sino que los legisló en particular, siguiendo la normativa cambiaria alemana de
1848.  En el año 1963 se introdujeron diversas actualizaciones al código —y, en lo que
nos interesa —, se dictó el Decreto Ley 5965/63 que modificó el régimen jurídico de la
letra de cambio y el pagaré, derogando los arts. 589 al 741. Se adoptó el proyecto
“Yadarola”, inspirado en la ley Uniforme de Ginebra.
El actual Código Civil y Comercial de la Nación, recepta el instituto de los “Títulos
Valores”, estableciendo un sistema uniforme que contempla reglas comunes a todos los
documentos. Su regulación se encuentra ubicada en el Libro Tercero: Derechos
Personales, Título V: Otras fuentes de obligaciones, Capítulo 6: Títulos Valores. La
Sección 1ª incorpora una parte general (arts. 1815 a 1829). No derogan ni modifican las
leyes especiales en materia de letra de cambio y pagaré (Decreto Ley .5965/63) ni de
cheques (ley 24.452); como lo señala el Dr. Héctor Alegría: …”por ello el art. 1834
establece que: las normas de esta sección: a) se aplican en subsidio...” i, con la ventaja de
evitar superposiciones legislativas y servir de base integradora para los sistemas que
rigen cada una de las especies.
La jurisprudencia se ha expedido al respecto: “aun cuando la ley 26994 derogó el
Código de Comercio, ello no importó la derogación de las normas complementarias a él,
salvo las expresamente mencionadas por esa misma ley, tal como surge de una
interpretación conjunta de sus arts. 3, 4 y 5, de donde se sigue que la vigencia del Dec.-
Ley 5965/63 subsiste como ley complementaria o especial”(CNCom. Sala C.,
13/7/2017, “Suárez, Señaris c/ Núñez, Miryam Graciela s/ Ejecutivo”).ii

III. Definición y terminología


De las definiciones que la doctrina dio a estos títulos, la más clara y precisa, que se
convirtió en tradicional, es la del italiano Cesare Vivante, quién enunció el siguiente
concepto: "Título de crédito es el documento necesario para ejercer el derecho literal y
autónomo que en él se menciona" iii. El título de crédito es, por tanto, un documento
creado por el emisor que contienen incorporado un derecho de crédito.
El art. 1815 CCCN establece que: “Los títulos valores incorporan una obligación
incondicional e irrevocable de una prestación y otorgan a cada titular un derecho
autónomo…”. De este modo, el librador o creador del título incorpora al documento una
declaración de voluntad, incondicionada e irrevocable, de carácter constitutivo, mediante
la cual se coloca en una posición de obligado cambiario frente a cualquier persona que
sea portadora legítima de tal documento. Asimismo, la norma aludida deja establecido,
en su segundo párrafo, que las referencias a bienes y cosas muebles registrables no se
aplicarán a los títulos.

IV. Libertad de creación.


El código unificado trajo, como novedad relevante en la materia, la libertad para la
creación y emisión de “títulos valores atípicos”, con los límites previstos en la propia ley
(art. 1820 CCCN). Así, se reconoce la potestad de las personas jurídicas o humanas de
crear títulos de crédito, además de los legalmente estipulados (como la letra de cambio,
cheques, acciones, etc.). El emisor tiene la posibilidad de denominarlo, fijar su forma de
circulación, garantías, plazos y demás posibles regulaciones, las cuales “deben
expresarse con claridad y no prestarse a confusión”.
Ahora bien, únicamente podrán emitirse títulos valores abstractos atípicos cuando se
destinen a la oferta pública, lo cual encuentra justificativo en la existencia de un riguroso
y controlado procedimiento de oferta pública de títulos valores y cuando los emisores
son entidades financieras, de seguros o fiduciarios financieros registrados en la
Comisión Nacional de Valores.
V. Caracteres.
1. Esenciales
A pesar de las particularidades que presentan cada uno de los diferentes tipos de títulos,
existe consenso sobre sus características esenciales, presentes en todos ellos.
a) Necesidad: La necesidad es la consecuencia directa de la incorporación del
derecho en el título, o sea, de la materialización del derecho en el documento. Por lo
tanto, es necesario poseer el documento para hacer valer el derecho incorporado a él.
Así, el documento es necesario para la adquisición, transmisión o ejercicio del derecho.
En la actualidad, —parte de la doctrina— considera que el concepto de necesidad
cambiaria queda reducido a los títulos valores cartulares previstos en el CCCN y que la
incorporación de los títulos valores no cartulares (v.gr.,acciones de sociedades
anónimas, debentures, obligaciones negociables, etcétera) deriva del fenómeno de
“desmaterialización” de los títulos. En estos últimos, “el sustrato instrumental cedía
como elemento componente de la estructura de estos particulares instrumentos
cambiarios y el ejercicio de los derechos derivados de éstos es llevado a cabo mediante
certificados”
b) Literalidad: El derecho de crédito se rige por las constancias que figuran
escritas en el documento. Lo que allí se ha consignado representa el límite de los
derechos del acreedor y también el límite de las obligaciones del deudor. No debe
indagarse acerca de las convenciones o acuerdo entre las partes ajenas al título, sino que
el contenido y modalidades de la obligación cambiaria están determinados
exclusivamente por el tenor del documento. El acreedor que se vale de la acción
cambiaria no puede invocar ninguna circunstancia que no resulte del título, ni el deudor
puede oponer límites o modificaciones al contenido de la obligación cartular que no
resulten del título mismo.
c) Autonomía: La autonomía es un recurso técnico para lograr una circulación
segura. Importa la independencia de la posición de los distintos portadores del título con
relación a los portadores anteriores. Mientras que en el derecho común prevalece el
principio de que "nadie puede transmitir un derecho mejor ni más extenso del que tiene",
en materia de títulos no rige tal premisa.
A fin de facilitar la circulación de los títulos se les confiere la particularidad de que el
derecho que cada acreedor recibe es diferente, distinto e independiente del de su
antecesor. Esto significa que cada adquisición del título — y, por ende, del derecho
incorporado — aparece desvinculada de las relaciones existentes entre el deudor y los
poseedores anteriores. El derecho que el título de crédito transmite en su circulación a
cada nuevo adquirente es un derecho autónomo, nuevo, originario, es decir,
desvinculado de la situación jurídica que tenía el transmitente, pues no lo recibe como
una cesión de su predecesor. Como dice Yadarola, “el derecho del portador no proviene
del negocio sino de su relación jurídica con el documento. En consecuencia, lo adquiere
libre de cualquier defensa o excepción que el deudor demandado para el pago podría
haber opuesto a un poseedor precedente”iv
El principio de la autonomía está plasmado en el art. 1816 CCCN y reza: “El portador de
buena fe de un título valor que lo adquiere conforme con su ley de circulación, tiene un
derecho autónomo, y le son inoponibles las defensas personales que pueden existir
contra anteriores portadores…”. Todo ello, claro salvo mala fe, que el citado artículo
1816 define como la adquisición del título a sabiendas del perjuicio que se ocasiona al
deudor demandado.

2. Caracteres complementarios
a) Circulación: Los títulos de crédito, se crean para circular y, para ello, la ley los
ha dotado de mecanismos sencillos y eficaces.
El endoso, se trata de una firma colocada en el dorso del título por quien es el titular, y
su posterior entrega del documento al adquirente. Esto es suficiente para transmitir los
derechos emergentes del título, sin necesidad de ninguna otra formalidad.
La creación del instrumento “a la orden” implica la autorización de su transmisión por
vía de endoso resultando innecesario la notificación posterior al deudor cedido o al
librador — tal como ocurre en el caso de la cesión de créditos del derecho común—.
Incluso, pueden confeccionarse títulos directamente al “portador” y su transmisión se
hace con la simple entrega del cartular, sin necesidad de firmar alguna.
b) Formalidad: se dice que son documentos formales en cuanto a su existencia y
su consideración como tales. Al estar incorporado el derecho al documento, se prescinde
de cuestiones sustanciales o subyacentes a los fines de objetivar el derecho contenido en
el documento conforme las formas establecidas. Esta escisión del derecho respecto de la
relación subyacente impone la necesidad de sujetar el título a determinadas formas para
garantizar la certeza en la adquisición del derecho. Estos requisitos de forma, no han
sido enumerados en el Código Civil y Comercial de la Nación, ya que dependen de cada
tipo de título y se encuentran regulados en las normas reguladoras de esos títulos (v.
Favier Dubois, E., Manual de Derecho Comercial, La ley, 2016).
c) Abstracción: En principio, los títulos están desvinculados del negocio jurídico
que les dio origen, lo que importa la posibilidad de ejercer los derechos incorporados en
el documento sin importar la causa que le dio origen, con el fin de evitar planteos
sustentados en la relación subyacente.
No obstante, esta característica propia de muchos títulos valores, no puede desconocerse
la existencia de títulos causales en los cuales la causa de creación tiene relevancia
jurídica y es oponible a todos los portadores durante la vida del título. Un ejemplo son
las acciones de sociedades, los debentures.

VI. Titularidad y legitimación


La “propiedad” del título de crédito está constituida por la adquisición del derecho real
de propiedad sobre el documento y es condición indispensable y necesaria para la
adquisición del derecho allí incorporado.
La legitimación, por su parte, está dada por la posesión del título del modo establecido
por la ley de circulación e importa la posibilidad de ejercicio del derecho documental.
De manera que la legitimación funciona con independencia de la titularidad del derecho.
En resumen, la titularidad presupone la propiedad del documento mientras que la
legitimación presupone, a su vez, la posesión del documento, acompañada en cada caso
de la buena fe. Observadas que sean las normas de circulación, el portador legitimo
estará habilitado para ejercer los derechos emergentes del documento (cobro,
transmisión) sin necesidad de probar que es el titular efectivo del derecho.
Se entiende que la titularidad del derecho y la legitimación se acumulan en la misma
persona cuando el portador además de ser propietario del título lo posea legítimamente.
Llamamos legitimación activa a la aptitud que tiene el poseedor del título de exigir el
derecho contenido en el mismo; y legitimación pasiva, es la capacidad que tiene el
deudor de quedar liberado de su obligación, si paga al poseedor legitimado, actuando de
buena fe y si eximirse en caso de actuación con dolo o culpa grave.

VII. Clasificaciones de los títulos valores


a) Abstractos y causales:
La causa es la relación jurídica fundamental, originaria, subyacente. Según la referencia
o no al negocio que sirve de base, se clasifican como causales o abstractos.
Tal como se anticipó al exponer los caracteres de los títulos valores, son abstractos
aquellos documentos cuyo texto no refiere a la causa de su creación (ej. cheques, letras
de cambio, pagarés).
La abstracción es un concepto jurídico, por el cual se prescinde de la causa del título
para lograr mayor celeridad y seguridad en la circulación. Consiste en la desvinculación
del documento respecto de la relación causal. Cuando el título es abstracto, no se pueden
oponer a su portador las defensas emergentes de la causa del documento.
La abstracción es distinta de la autonomía. La primera desvincula el documento de la
relación causal (ej. el obligado al pago de un pagaré no le puede oponer al tercero
portador una excepción de incumplimiento contractual fundado en que el tomador de la
letra no le entregó la mercadería a la que estaba obligado en virtud del contrato de
compraventa que diera origen al título valor). La segunda, por su parte, importa la
existencia de un derecho originario, desvinculado de la posición jurídica de sus
anteriores portadores (ej. el obligado al pago de un pagaré no puede oponer al tercero
portador de buena fe la excepción de compensación que le podría haber opuesto al que le
transmitió la letra)
En contraposición, los títulos causales son aquellos donde las constancias escritas que
llevan incorporadas los títulos permiten determinar su causa, esto es, el contrato base
que les dio origen (ej. títulos públicos, acciones de las sociedades comerciales,
obligaciones negociables, los certificados de depósito a plazo fijo, los warrants, los
certificados de prenda, el certificado de saldo deudor en cuente corriente). En estos
documentos, la relación causal tiene relevancia jurídica pues es oponible a todos los
portadores, dado que subsiste vinculada al documento durante toda su vida. Para que el
documento produzca las consecuencias jurídicas previstas su causa no debe estar
afectada por ningún vicio que la perjudique.
Ahora bien, desde el punto de vista procesal, sí son considerados abstractos en el sentido
de que el portador no debe probar la existencia de la causa por la que adquirió el título;
y, además, subsiste la autonomía ya que el poseedor subsiguiente se sustrae de las
excepciones personales oponibles por el deudor a los anteriores poseedores, aunque no
se sustrae a las excepciones derivadas de la causa.
b) Títulos singulares y en serie:
El libramiento de títulos singulares tiene origen en una relación determinada y se realiza
entre dos sujetos determinados. Cada título tiene su individualidad con respecto a la
persona del tomador y beneficiario, el importe y el vencimiento. Pueden mencionarse al
cheque, el pagaré, etc.
Los títulos en serie se emiten en múltiples unidades, equivalentes entre sí y con el
mismo contenido. Se emiten en relación con una operación única y, en general, son
causales. Podemos mencionar como ejemplo las acciones de sociedades, los títulos
públicos, las obligaciones negociables, etc.
c) Títulos públicos y privados:
Según quien los emite serán públicos o privados. Los títulos públicos son los emitidos
por el Estado Nacional, provincial, municipal y entidades autárquicas –denominadas
títulos de deuda pública, letras del tesoro o bonos del tesoro, bonos externos, etc.– ; y los
títulos privados por personas humanas y jurídicas privadas.
d) Cartulares y no cartulares:
Según su soporte, se distinguen en: títulos cartulares —que son aquellos que
encuentran su principal cualidad en la materialidad —y están regulados del art 1830 al
1849 CCCN. Y por el otro lado, los no cartulares, que tienen como característica
fundamental la desmaterialización, de modo que la obligación no se incorpora a un
documento, sino que queda anotada en un registro especial. Se prescinde del instrumento
y soporte material e igualmente habrá autonomía en el derecho reconocido por la
declaración de voluntad. Se emite a partir del instrumento de creación (un contrato, por
ejemplo) y se registran en el registro que lleve el emisor, o un tercero en su nombre.
Están legislados en los art.1850 y ss CCCN.
e) Nominativos, a la orden y al portador:
Según su forma de circulación o transmisión válida. Las formas de transmisión
usualmente reguladas son nominativos, al portador, a la orden conforme se desarrollará a
continuación.

VIII. Forma de circulación de los títulos valores


1. La cesión de créditos o derechos prevista en el derecho común exige, como requisito
de validez, que se efectúe mediante escritura pública y con la notificación al deudor
cedido. El cedente sólo garantiza la existencia y legitimidad del crédito, pero no
responde por la solvencia del deudor o de sus fiadores. A su vez, cada cesión implica la
acumulación de excepciones con respecto al acreedor, ya que el deudor cedido puede
oponer al cesionario todas aquellas defensas que podía hacer valer contra el cedente.
El régimen previsto para títulos de crédito difiere completamente en este sentido. Como
el crédito está materializado o incorporado en el documento, se transforma en un bien
objetivo y autónomo y circula como una cosa. Y en tanto el librador que suscribió un
título de crédito, sabe que los acreedores son intercambiables por lo que no existe razón
alguna para no pagar a quien está en posesión del documento, aunque ignore la causa de
la transmisión.
En los títulos de créditos “la posesión vale título”. Se adquiere la propiedad del título
cuando: a) un tercero adquiere de buena fe y sin culpa grave la posesión del título; b) la
adquisición se produce de acuerdo con las reglas que disciplinan la circulación del título.
Así, para extinguir la obligación, la restitución y anulación del documento resultan
necesarias.

2. La emisión de los títulos valores será “al portador”, “a la orden”, “nominativos.


2. a) “Al portador”: Conforme establece el art. 1837 CCCN, no se indica en el
documento el beneficiario y su transmisión se perfecciona con la simple entrega del
título, sin necesidad de acto documental alguno. Permiten el ejercicio del derecho a
cualquier portador del documento pues el suscriptor se obliga a una prestación a favor de
quien resulte portador. No se requiere otro justificativo que la presentación del título. Se
caracterizan por la ausencia del nombre de la persona a la cual se emite el título
(beneficiario) y la presencia de la cláusula "al portador". 
2. b) “A la orden”: el documento se extiende a nombre del beneficiario (ej. cheque,
letra de cambio, pagaré) y tiene la facultad de transferirse sin intervención alguna del
deudor o emisor, salvo que se incorpore la cláusula “no endosable” por lo que se
transmite por medio de una cesión de derechos (art. 1839 CCCN). Entonces, su titular se
individualiza mediante la posesión del documento, unida a una serie ininterrumpida de
endosos válidos que lleguen hasta el portador (art. 1842 CCCN).
La institución del endoso, que en nuestra legislación actual está tipificado en el art 1838
CCCN y ss, elimina los recaudos exigidos por el código de fondo para la transmisión de
los derechos, quitando toda intervención del deudor a fin de transmitir la propiedad del
título al endosatario, quien quedará legitimado para ejercer los derechos del título,
siempre que se hubiera cumplido con una serie ininterrumpida en endosos válidos
(art.1842 CCCN).
De esta manera, cada acto de transferencia se cumple mediante el mero consentimiento
del tradens y del accipiens, con efecto de obligar al deudor hacia este último en forma
directa. Este fenómeno se repite con cada transferencia de tal manera que la relación
entre cada nuevo acreedor (poseedor del título) y el deudor es siempre directa, como si
ellos dos hubiesen contratado.
El endoso, cuando se trata de títulos cambiarios, une a la garantía del librador la del
propio endosante y de los anteriores — solidaridad cambiaria —.
Debe constar en el título o en hoja de prolongación debidamente adherida e identificada
y ser firmado por el endosante.

Existen diversos tipos de endosos:


i) El endoso nominativo o pleno (art. 1839 CCCN), consiste en consignar el
nombre del endosatario y la firma del endosante, no exigiéndose fórmulas
sacramentales; y su efecto es transmitir la propiedad del título iure et de iure. El endoso
designado “al portador” tiene los efectos del endoso en blanco.
ii) endoso en blanco (art. 1843 CCCN): consiste en la sola firma del endosante y
contiene una legitimación anónima a favor de cualquier portador; se transmite la
propiedad del título, pero la presunción es iuris tantum. Si el título contiene un último
endoso en blanco puede seguir circulando como título al portador, es decir, por tradición
manual.
iii) El endoso en procuración (art. 1844 CCCN) se redacta con la indicación del
endosatario, la expresión "en procuración" o "por mandato" y la firma del endosante.
Este endoso permite al endosatario ejercitar todos los derechos del endosante resultantes
del título como su representante. Así, el título endosado no sale del patrimonio del
endosante. El endoso en procuración no transfiere la propiedad del título, solo legitima
al portador para ejercitar en nombre propio el derecho de crédito en interés ajeno. –
iv) endoso en garantía (art. 1845CCCN), se redacta con la indicación del
nombre del endosatario y la indicación "en garantía" o "en prenda", y la firma del
endosatario.
2. c) Los títulos “nominativos” son emitidos a nombre de una persona
determinada y su transmisión es oponible al emisor y a terceros siempre que se inscriba
en los registros del emisor (ej. warrants, certificados de prenda, las acciones nominativas
no endosables de las sociedades). El endosatario que justifica su derecho por una serie
ininterrumpida de endosos está legitimado para solicitar la inscripción de su título. Si el
emisor del título se niega a inscribir la transmisión, el endosatario puede reclamar la
registración judicialmente. (art. 1847 CCCN).
Los “nominativos no endosables” sólo pueden ser transferidos mediante cesión de
créditos.
A partir del modo de circulación que tienen un título podemos conocer, con certeza,
quién está legitimado para su cobro. Los requisitos que, resumidamente, deben
cumplirse para conocer quién está legitimado, además de ser de buena fe, son:
i) en el caso de títulos al portador: por el solo hecho de poseer el documento.
ii) títulos a la orden: poseer el documento + “una cadena formalmente
ininterrumpida y de endosos”,
iii) títulos nominativos: poseer el documento + “una cadena formalmente
ininterrumpida de endosos” + el poseedor debe figurar en el registro del emisor.
El art. 1817 CCCN dispone que el deudor que pague al portador del título valor
conforme con su ley de circulación queda liberado, excepto que, al momento del pago,
se disponga de pruebas que demuestren la mala fe del que requiere el pago. — esto es, el
que paga mal, paga dos veces—. Agrega la norma que, si el deudor no recibe el título
valor, se aplica lo dispuesto por el artículo 1819”

IX. Deterioro, sustracción, pérdida y destrucción de títulos valores o de sus


registros
Dado el carácter de necesarios de los títulos de crédito, es preciso que exista una debida
regulación de mecanismos a aplicar en el caso de deterioro, sustracción, pérdida y
destrucción de títulos valores.
La sección 4ª del Capítulo de Títulos Valores el CCCN estipula normas generales para
estos supuestos en cuanto a títulos representativos que carezcan de una regulación
especial, o sea, que es de aplicación supletoria.
El Juez competente será el de la jurisdicción correspondiente al domicilio del creador de
los títulos en serie y el del lugar del pago en los títulos valores individuales. Los gastos
deberán afrontarlos el solicitante.
La cancelación del título no obstará los derechos de quien no haya formulado oposición
en ese procedimiento. Una vez firme la sentencia de cancelación el magistrado podrá
requerir, por un plazo máximo de dos años, que el solicitante preste caución suficiente
para atender los eventuales daños que pudiera provocarle al adquirente del título
cancelado (art. 1852 CCCN).
Asimismo, el Código prevé que, en caso de deterioro del título, siempre y cuando aquél
sea identificable con certeza, el tenedor podrá obtener del emisor un duplicado previa
entrega del dañado y con asunción de los gastos por aquel primero (art. 1853 CCCN).
Los terceros que hubieran suscripto el título se hallarán obligados a reproducir su firma,
con atestación notarial sobre el orden de correlación y, en caso de oposición del
signatario, el juez deberá resolver por el procedimiento contradictorio más abreviado
(art. 1854 CCCN)..
Por último, la regulación establece distintos procedimientos para el trámite de la
denuncia del hecho (sustracción, pérdida o destrucción) según se trate de títulos valores
en serie (arts. 1855/1870 CCCN), títulos valores individuales (arts. 1871/1875 CCCN) o
de los libros de registro de títulos valores nominativos o títulos valores no cartulares
(arts. 1876/1881 CCCN).
A grandes rasgos, puede decirse que en todos los casos el procedimiento inicia con una
denuncia que permita identificar los papeles afectados (ante el emisor o el juez, según el
caso), luego se efectúa una publicación para hacer conocer esa circunstancia y por
último se brinda un plazo para recibir oposiciones antes de que se disponga la
duplicación del título –no así en caso de que se trate de los libros de registro-.

X. Derecho cambiario
1. Dentro del género de los títulos de crédito o títulos valores existe una especie
denominada títulos cambiarios, que son aquellos que contienen la obligación de dar una
suma de dinero -ej. la letra de cambio, el pagaré, el cheque, la factura de crédito, entre
otros–.
El derecho cambiario es el conjunto de normas jurídicas que regulan la creación,
funcionamiento y acciones emergentes de los títulos cambiarios. De modo que, creado
un título, éste mismo –por sí e independientemente de su causa– confiere a su titular el
ejercicio de recursos o acciones cambiarias.
2. Rigor cambiario.
Los caracteres típicos de los títulos de créditos que hacen a la celeridad de la circulación
y a la certeza del crédito involucrado — es decir autonomía, literalidad, abstracción y
autonomía — imponen la exigencia de formalidades estrictas que aseguren el tráfico
mercantil, garantizando a terceros la posibilidad de prescindir de información acerca de
aspectos sustantivos de cada acto cambiario involucrado, incluso desde su creación,
ateniéndose, únicamente, a dichas formalidades extrínsecas. Sin embargo, se trata de un
formalismo sencillo, ágil y no costoso.
Así, el rigor cambiario trae como consecuencia ineludible la nulidad del título que
carezca de los requisitos esenciales previstos por la norma en cada caso
3. En principio y más allá de las particularidades de los distintos títulos cambiarios, lo
cierto es que se aplican las formas de transmisión referidas en puntos anteriores y el
endoso es la forma más usual de transmisión. Cada uno de los endosantes garantizará el
pago

4. Solidaridad cambiaria
El “obligado principal”, es el sujeto incorporado en el documento, aquel a quien se le
presentará el título y deberá pagarlo. También intervienen otros sujetos que garantizan el
pago -salvo caso de pacto en contrario–.
El régimen cambiario se caracteriza, en principio, por la responsabilidad solidaria de
todos los obligados cartulares frente al portador del título. De modo que, el legitimado
podrá requerir el pago a todos los intervinientes en el título, en virtud de la solidaridad
cambiaria.
Cada uno de los firmantes debe atender la totalidad de la obligación cambiaria — no una
parte proporcional de la deuda —, incluso, si alguno de los firmantes cae en insolvencia,
los demás obligados no pueden invocar esa circunstancia con la finalidad de atender
solamente la parte proporcional que le pudiera corresponder. A su vez, aquel firmante
que hubiera pagado tiene la posibilidad de reclamarle todo lo abonado a los firmantes
anteriores, hasta llegar al deudor principal, quien al pagar extingue totalmente el vínculo
cambiario.
No puede soslayarse que, estos principios de la solidaridad cambiaria hasta aquí
explicados no rigen en los casos de los coobligados cambiarios de igual grado, como son
los colibradores, coavalistas, coendosantes, coaceptantes. Si bien el legitimado activo
puede requerir de cualquiera de ellos el pago de la totalidad de la letra, dado que éstos
han asumido la misma obligación, única e indivisible, el coobligado que paga la
totalidad tiene derecho a requerir de su coobligado la parte proporcional
correspondiente. En tal caso, a los efectos de ese reembolso, rige la solidaridad del
derecho común, pues la acción es de naturaleza extracambiaria.
La interrupción de la prescripción de la acción cambiaria, atendiendo a las características
especiales de la solidaridad en esta materia, rige solamente respecto de quien tuvo
relación con el acto interruptivo.
5. Aval
El aval es la típica garantía cambiaria que el avalista otorga en favor de uno o algunos de
los obligados cambiarios — ya sea el librador o pagador o endosantes —.El avalista
responderá en los mismos términos que su avalado.

6. Protesto
La regla general es que los títulos cambiarios exigen que, al momento de su
vencimiento, sean presentados al obligado principal para su cobro, salvo pacto en contra.
Si el título se presenta, a su vencimiento, pero no se paga se debe formalizar el
“protesto”.
El protesto es un acto auténtico, formal, solemne, unitario e insustituible, impuesto por
la ley al tenedor, como carga sustancial, con la doble finalidad de comprobar situaciones
cambiarias insatisfechas y fijar la actividad desarrollada por el portador para cumplir la
regulación progresiva establecida por la ley cambiaria. De no ser cumplido “perjudica” a
la LDC e impide el ejercicio de acciones regresiva
Este principio general solo cede cuando la ley o la voluntad del librador o algún
endosante, mediante la cláusula “sin protesto” — o su equivalente —, releva al tenedor
de tener que levantar protesto.
El protesto se formalizará por medio de un acto -notarial- en el que se consigna,
justamente, que, presentado el título al cobro al obligado principal éste no fue cancelado.

7. Acciones cambiarias y extracambiarias:


a) Acciones cambiarias: son los medios judiciales tendientes a obtener el cobro de un
crédito instrumentado en un título de crédito. Como estas acciones se fundan exclusiva y
excluyentemente en títulos de crédito respecto de los cuales la causa de su libramiento o
circulación es irrelevante –por su carácter de abstractos–, mediante las acciones
cambiarias no se discute la causa de la obligación.vi
Estas acciones que emergen del título y se ejercen por la vía del juicio ejecutivo.
Perdidas estas acciones cambiarias -por ej. por prescripción– subsiste la acción derivada
de la relación causal o subyacente y aquellas por enriquecimiento sin causa.
Es preciso identificar a los sujetos que intervienen en el libramiento y circulación de
estos títulos de crédito y explicar los efectos propios de esa circulación para comprender
sus tipos y funcionamiento.
i) Las acciones cambiarias directas que se ejercen, una vez vencido el documento
y en caso de falta de pago, contra los obligados principales y sus avalistas incorporado
en el título.
ii) De su lado, las acciones cambiarias de regreso son ejercidas contra los
restantes intervinientes de la relación cambiaria, es decir, los endosantes y su avalistas,
denominados “obligados de regreso” ya que, si pagan, pueden comenzar a reclamar
“regresivamente” al resto. Los obligados de regreso son solidarios, por lo que se puede
reclamar a todos en conjunto Esta acción de regreso que puede promoverse después de
que se produzca el vencimiento del título –“acción de regreso en término”– o, incluso
antes –“acción de regreso anticipada”. promovida con antelación al vencimiento cuando
por ejemplo el portador legítimo sabe que contra quien va a dirigir la acción no le va a
poder pagar por estar concursado o fallido.vii
iii) Finalmente, la acción de reembolso, puede ser ejercida por aquel portador
legítimo del documento que hubiere pagado, contra cualquier obligado cambiario
anterior.

b). Acciones extracambiarias.


Las acciones extracambiarias no se basan exclusivamente en la cambial, sino que se
fundamentan en las relaciones de derecho común que los sujetos integrantes del nexo
cambiario pueden tener establecidas con motivo del libramiento, transmisión o pago de
título, mediante las cuales el portador del título se procura el cobro de determinadas
sumas que han quedado insatisfechas.
Son acciones extracambiarias: i) la acción causal, y ii) la acción de enriquecimiento sin
causa.
8. Prescripción:
La especialidad del derecho cambiario importa la aplicación prioritaria de su normativa
que desplaza a las normas generales del Código Civil y Comercial, a la que solo se podrá
recurrir subsidiariamente y en la medida de su compatibilidad.
El art. 2564 CCCN establece el plazo de prescripción de un año para los “reclamos
procedentes de cualquier documento endosable o al portador, cuyo plazo comienza a
correr desde el día del vencimiento de la obligación”.
Ahora bien, a modo de ejemplo, la norma especial prevista por el Decreto. Ley 5965/63
para letra de cambio y pagaré, prevé un plazo de prescripción contra el aceptante de la
letra de tres años contados desde la fecha del vencimiento. Se presenta, entonces, un
conflicto normativo entre el Código y la ley especial.
Es indudable que, en virtud del principio de especialidad cambiaria, primero debe
recurrirse a la norma especial –en el ejemplo, el Decreto Ley 5965/63– que es nuestra
ley cambiaria y, luego subsidiariamente, al Código, en la medida de su compatibilidad.

9. Ejecución
1. La facilidad de transferencia hace que sea inherente a estos títulos la posibilidad de
una rápida ejecución. El cobro de las sumas o valores que estos documentos representan
transita por la vía procesal del juicio ejecutivo, por ser la forma las simplificada y rápida
de ejecutar el derecho cambiario.
Sin embargo, no puede desconocerse que la posibilidad de ejercer las acciones
cambiarias por la vía del juicio ejecutivo puede ser encausada por la vía del juicio
ordinario sin perder el carácter cambiario de la acción (art 521 CPCCN).
2. Frente al reclamo judicial iniciado por el poseedor de un título, el demandado o
accionado tiene la facultad de oponerse al progreso de tal acción, invocando la
existencia de una circunstancia impeditiva o extintiva de la situación jurídica invocada
por el actor como fundamento de su reclamo.
El art. 1821 CCCN establece las defensas -excepciones– que puede oponer el deudor al
portador de los títulos:
a) las personales que tiene respecto de él, excepto el caso de transmisiones en
procuración, o fiduciarias con análoga finalidad;
b) las que derivan del tenor literal del título o, en su caso, del tenor del
documento inscripto de conformidad con el artículo 1850;
c) las que se fundan en la falsedad de su firma o en un defecto de capacidad o de
representación al momento en que se constituye su obligación, excepto que la autovía de
la firma o de la declaración obligatoria sea consentida o asumida como propia o que la
actuación del representante sea ratificada;
d) las que se derivan de la falta de legitimación del portador;
e) la de alteración del texto del título o, en su caso, del texto inscripto según el
artículo 1850;
f) las de prescripción o caducidad;
g) las que se fundan en la cancelación del título valor o en la suspensión de su
pago ordenada conforme a lo previsto en este Capítulo;
h) las de carácter procesal que establecen las leyes respectivas.
Se pueden agregar aquellas reguladas en el art. 544 de CPCC:
1) Incompetencia.
2) Falta de personería en el ejecutante, en el ejecutado o en sus representantes,
por carecer de capacidad civil para estar en juicio o de representación suficiente.
3) Litispendencia en otro juzgado o tribunal competente.
4) Falsedad o inhabilidad de título con que se pide la ejecución. La primera podrá
fundarse únicamente en la adulteración del documento; la segunda se limitará a las
formas extrínsecas del título, sin que pueda discutirse la legitimidad de la causa. El
reconocimiento expreso de la firma no impide la admisibilidad de la excepción de
falsedad fundada en la adulteración del documento. Estas excepciones son inadmisibles
si no se ha negado la existencia de la deuda.
5) Prescripción.
6) Pago documentado, total o parcial.
7) Compensación de crédito líquido que resulte de documento que traiga
aparejada ejecución.
8) Quita, espera, remisión, novación, transacción, conciliación o compromiso
documentado.
9) Cosa juzgada.
Bibliografía
i
CNCom., Sala C., 13/7/2017, “Suárez, Señaris c/ Núñez, Miryam Graciela s/ Ejecutivo”.
ii
BARBIERI C, “Títulos valores electrónicos y principio de necesidad cambiaria: ante un cambio de
paradigma”, www.saij.gob.ar, Id SAIJ: DACF190080 (fecha de consulta 02.05.2019)
iii
DUBOIS F.E “Manual de Derecho Comercial” Ed. La ley. Buenos Aires, 2016.
iv
PISANTI. O “Elementos de Derecho Comercial“ Ed. Astrea. Buenos Aires, 2006.
v
GOMEZ LEO, “Manual de Derecho Cambiario”. Ed. Depalma, Buenos Aires, 200.
vi
ARECHA, JM. “Principales acciones con las que cuenta el portador legítimo de un título de crédito”
Revista Jurídia TEJ, Buenos Aires, 29.01.2020.
vii
ESCUTI I. “Títulos de crédito”. Ed. Astrea, Buenos Aires, 2016.

También podría gustarte