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LA SEMÁNTICA

La semántica es una fascinante disciplina de la lingüística. Estudia todo lo relacionado con los
significados de las palabras. Por ejemplo, ¿te has preguntado cuál es la palabra con mayor cantidad de
significados del español? Pues es “mano” con 36 acepciones en el Diccionario de la Real Academia
(DRAE) más otra treintena de frases locutivas en que aparece este vocablo. Empezando por su significado
base (parte del cuerpo humano unida a la extremidad del antebrazo) hasta diversos sentidos tales como
“dame una mano”, “se le pasó la mano”, “tuvieron un mano a mano”, entre otros. ¿Originalmente tuvo
un solo significado? Es lo más probable, y con el paso del tiempo comenzaron a surgir los demás a partir
de los diversos usos que la palabra fue teniendo en diferentes contextos. Con ello se evidencia que los
significados no son estáticos, sino todo lo contrario: forman parte de la maravillosa evolución que las
lenguas van teniendo a través de la historia.
Cuando un peruano escucha la palabra “palta” es probable que lo primero que pase por su cabeza
sea ese fruto verde de pulpa suave y sabrosa que usamos para nuestro desayuno o nuestras ensaladas.
Pero en el habla popular peruana dicho sustantivo también es empleado como sinónimo de “vergüenza”.
Así, entendemos expresiones como “ser palta”, “dar palta” o “tener palta”. Ahora bien, si consultamos
nuevamente el DRAE nos enteramos de que es una voz quechua (algo quizá no muy sorprendente para
nosotros), pero que su primera acepción no es la del fruto mencionado (de este es en realidad la quinta).
Su primer significado es un adjetivo: nativo de un pueblo indígena que habitaba entre las fronteras de
Ecuador y del Perú. El poco famoso pueblo de los paltas. Los significados que vienen a continuación
giran en mayor o menor medida en torno a este primer significado.
Es conocida la historia de los colonos ingleses que llegaron a Australia y preguntaron a un nativo
por el nombre de aquel animal enorme, de saltos largos y bolsa en el estómago. El nativo dijo en su
idioma –obviamente desconocido por los ingleses– una palabra que fue escuchada como una suerte de
“kangaroo” y que dio origen al nombre occidental con que es conocido dicho marsupial (en español es
“canguro”). Sin embargo, cuenta la historia que lo que en realidad el nativo quiso decir a los confiados
ingleses es “no te entiendo”. Entonces, etimológicamente la palabra canguro significa “no te entiendo”.
Dicha anécdota puede sonar divertida, pero aunque no lo crean muchas palabras adquieren así su
significado. Vamos a realizar un brevísimo recorrido sobre los principales conceptos de esta fabulosa
disciplina que nos puede mostrar más de una sorpresa.

1. Significado y sentido

Puede sonar tautológico, pero ¿qué significa la palabra “significado”? Nuevamente recurriendo al DRAE,
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nos dice que es el “sentido de una frase o de una palabra”. ¿Sentido? Entonces las palabras significado y
sentido son iguales. Algunos lingüistas han estado de acuerdo con dicha afirmación; otros, sin embargo,
han buscado sutiles diferencias entre ambos vocablos. Nosotros vamos a seguir ese rumbo. Para empezar,
vamos a entender el significado como el “valor semántico” de una palabra. ¿Valor semántico? Puede
volver a sonar tautológico, pero entenderemos el valor semántico como lo que una palabra significa en
un contexto determinado. Así, en un contexto astronómico el sol es la estrella principal de nuestro sistema
planetario; en un contexto monetario es la moneda peruana; y en un contexto figurado sentimental es el
“eje” de la vida de una persona (“eres mi sol”). Entonces, el significado de una palabra y de una frase va
a depender del contexto en que sea usada.
Por lo general, vamos a hablar de un “significado base” cuando nos refiramos a la primera acepción
de una palabra. ¿Cuándo sabremos cuál es? Pues, de forma práctica, diremos que es la primera entrada
que figure en el diccionario. Por ejemplo, si buscamos la palabra “llave”, la primera entrada nos dice lo
siguiente: “instrumento, comúnmente metálico, que, introducido en una cerradura, permite activar el
mecanismo que la abre y la cierra”. Nos encontramos ante el significado base de dicha palabra. Luego
vendrán los demás significados (“llave inglesa”, “llave del agua”, “llave del oso”, entre otros), los cuales
denominaremos “significados contextuales”. Así, una palabra puede tener varios significados (más
adelante hablaremos de la polisemia), aunque siempre hay uno primero (base) del cual van a derivar otros
(contextuales). Algo así como los hijos que derivan de una madre. El Diccionario es la clave.
¿Y el sentido? Vamos a entenderlo como el “uso semántico” de la siguiente manera: ya sabemos
que la palabra “llave” tiene varios significados, pero cuando usamos esa palabra en el habla no usamos
todos sus significados de forma simultánea. Depende del contexto en que sea usada. Así, si decimos
“préstame esa llave para asegurar el tornillo”, está claro que estamos hablando de la llave inglesa y no
de la que abre y cierra puertas. ¿Qué estamos haciendo? Pues dándole un “sentido” a la palabra llave.
Entonces, el sentido es el uso que le damos a una palabra en un contexto determinado.
Ahora bien, por lo general se habla de sentido “literal” y de sentido “figurado”. El primero (también
llamado denotado u objetivo) se vincula con el significado base, mientras que el segundo (también
conocido como connotado o subjetivo) se relaciona con los significados contextuales. Veamos algunos
ejemplos:

Palabras Sentido denotado Sentido connotado


Alma En las diversas religiones se Juan es el alma de la fiesta.
cree en la existencia de un Dejó el alma en la cancha.
alma.

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Niño Si tiene ocho años, entonces Carlos se porta como un niño
es un niño. cuando ve fútbol.
Cara Se tapó la cara con una Esa persona es un doble cara.
máscara.
Pecho Se golpeó el pecho Mis amigos ponen el pecho
practicando básquet. ante los problemas.
Tigre El tigre es más grande que el Rubén se convierte en un tigre
jaguar. cuando habla de política.

Dichos usos connotados también deben estar en el Diccionario para obtener el grado de
“convencionales” (aceptados por acuerdo social).

2. Monosemia, polisemia y homonimia

Ya hemos dicho que hay palabras con varios significados o polisémicas. ¿Existen palabras con un solo
significado? Por supuesto. Se llaman monosémicas y, si bien son de menor cantidad que las primeras, no
por ello dejan de ser importantes.
Generalmente, ubicamos palabras monosémicas en el lenguaje científico o técnico, es decir, son
básicamente tecnicismos o términos que se usan en una ciencia específica y en un único sentido.
Ejemplos:
- La “informática” es el conjunto de conocimientos y técnicas que hacen posible el tratamiento
automático de la información por medio de computadoras.
- La “cibernética” es la ciencia que estudia las analogías entre los sistemas de control y
comunicación de los seres vivos y los de las máquinas.
- El “ectoplasma” es la emanación visible del cuerpo del médium.

Ahora bien, ¿una palabra siempre va a ser monosémica? Ya hemos dicho que los significados
forman parte de la evolución de una lengua. Por ese motivo, así como hay significados que se pierden en
el camino de la historia, también hay otros que van surgiendo. Por ejemplo, originalmente la palabra
“clon” se usaba en un único sentido en el contexto científico de la genética. Sin embargo, hoy es común
escuchar en el habla coloquial peruana la palabra “clon” como sinónimo de semejanza física. Así, un
grupo de amigos le dice a uno de ellos “ahí va tu clon” para referirse a alguien de aspecto parecido al
susodicho. Entonces, es común que una palabra monosémica pueda convertirse con el paso del tiempo
en polisémica (lo contrario es más difícil).
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Ya hemos dicho que la polisemia en un fenómeno en que una palabra presenta varios significados.
Ahora quisiéramos ir un poco más allá. Tomemos como ejemplo la palabra “pico”:

Queda claro que es una palabra polisémica. De los varios significados que tiene, ¿cuál es el
denominado base? Según el DRAE, la primera entrada es la referida al pico del ave, y de este significado
se desprenden los demás (contextuales), así como dijimos que de la madre se desprenden sus hijos.
¿Dichos hijos se parecen a su madre? Es obvio que sí. Ahora bien, ¿podemos afirmar que los significados
de “pico” tienen algo en común? Si analizamos con detenimiento las imágenes, observamos que en todos
los casos destaca una forma puntiaguda. Así, podemos afirmar que sus significados comparten rasgos o
semas. Entonces, en la polisemia los significados de una palabra comparten semas en común.
Los rasgos en común en la polisemia no siempre son de forma. Por ejemplo, cuando le decimos
coloquialmente a alguien que es “mosca”, no nos referimos que sea pequeño, alado y que le guste la
basura. Nos referimos a alguien que es rápido, veloz y astuto “como una mosca”. En la velocidad se
encuentra el rasgo en común.
Un caso muy diferente es el de llama: fuego, llamar y auquénido. A priori, se puede pensar que es
un caso de polisemia como los anteriores. Sin embargo, al revisar el Diccionario observamos que no hay
una sola palabra con varios significados enumerados, sino diferentes entradas de “llama” porque en
realidad son distintas palabras: la latina “clamare”, la latina “flamma” y la quechua “llama”. El azar
permitió que con el paso del tiempo estas distintas voces presenten el mismo sonido y la misma escritura
en el español. Aquí estamos ante un caso de la llamada “homonimia”, en la cual distintas palabras
presentan un idéntico sonido. ¿Es necesario tener un diccionario a mano o conocer su origen
“etimológico” para saber si estamos ante un caso de homonimia? Hay un método más práctico: analizar
los significados y observar si presentan algún rasgo en común. De haberlo, estamos ante polisemia. De
no haberlo, estamos ante homonimia. Por eso, “lima” de fruta, de ciudad (Lima) y de herramienta son un
caso de homonimia pues sus significados no presentan ningún sema en común. En cambio, “ojo” de la
vista, de la puerta y estar en “el ojo de la tormenta” son un caso de polisemia, pues hay semejanzas de

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forma y de visualización.
Hay que estar atentos y concentrados: “cola” de animal (perro, caballo) y “cola” de fila presentan
relación de polisemia, pues presentan semejanza de forma (alargada). En cambio, uno de esos dos
significados en relación con la “cola” del pegamento presentan homonimia, pues no se evidencia ninguna
semejanza o rasgo.

3. La metáfora

“El tiempo es dinero”. Usamos de manera tan constante y cotidiana esta frase que muchas personas
incluso ya han dejado de percibir su carácter connotado: el tiempo y el dinero en realidad son cosas
diferentes. Pero ¿por qué los comparamos? Una explicación sería que en la cultura en que nos
encontramos, donde todo debe ser medible y cuantificable, el tiempo debe ser aprovechado en su máxima
forma. Y por eso se le compara con el elemento paradigmático de valor en nuestra sociedad: el dinero.
Por eso, el tiempo lo podemos ahorrar, invertir, perder… como si fuera dinero. “El tiempo es dinero” es
una metáfora fundamental de nuestra visión del mundo.
Una metáfora es una comparación implícita y figurada entre dos elementos. Ahora bien, la tradición
retórica solía asociarla con la literatura y en especial con la poesía. Así, durante siglos se le entendió
como un recurso que buscaba básicamente embellecer el lenguaje (“las perlas de tu boca” o “tu cabello
de oro” como ejemplos paradigmáticos). Sin embargo, los actuales estudios en lingüística cognitiva han
demostrado que las metáforas se encuentran en la base de nuestro lenguaje cotidiano. Usamos metáfora
todos los días y a cada momento. Desde que nos levantamos hasta que nos acostamos (de hecho, “hoy
amanecí bien” y “me voy a acostar” son metáforas). Las metáforas no son una desviación del lenguaje
base, sino que son el lenguaje mismo.
Y algo más: las metáforas no solo sirven para crear imágenes bellas, sino que se usan ante todo
para construir conceptos o ideas: no son solo recursos estéticos, sino son ante todo estrategias cognitivas.
A través de las metáforas creamos nuestra ideología, es decir, nuestra forma de ver el mundo y las cosas.
Otro ejemplo: el amor es una guerra. Usamos cotidianamente metáforas que asocian el amor con
el acto bélico: te voy a conquistar, lucharé por tu amor, doblegaré tus sentimientos, etc. ¿El motivo? En
nuestra opinión, tiene que ver con un concepto muy arraigado en nuestra cultura (para no retroceder hasta
el Medioevo caballeresco): la competencia. Así como nos enfrentamos a los demás –directa o
indirectamente– por un diploma, un premio o un trabajo, también lo hacemos por una persona que nos
atrae afectivamente. Vivimos en una sociedad en que tenemos la libertad de elegir a nuestra pareja, pero
para ello debemos “luchar” contra posibles “contrincantes” y salir finalmente “victoriosos” o
“derrotados”. Es así como se justifica el concepto “el amor es una guerra”. En una sociedad donde los
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padres siguen eligiendo las parejas de sus hijos, tal metáfora no tendría mayor relevancia.
Otro caso: “arriba es positivo” y “abajo es negativo”, en lo afectivo, lo moral, la salud, etc. Esa es
la jerarquía “física” que hemos diseñado en nuestra sociedad y que se evidencia en las siguientes
metáforas:

Arriba es positivo: Me “levantó el ánimo; Tiene pensamientos “elevados”; Está en la “cima” de su


carrera.
Abajo es negativo: Su ánimo está “por los suelos”; Solo tiene “bajos” pensamientos; Su futuro va
“en picada”.

Y podríamos seguir. Las metáforas, fenómenos por excelencia de la semántica, evidencian que la
oposición entre denotación y connotación en el lenguaje es más compleja y más sutil que la
convencionalmente admitida.

Bibliografía

- Cuenca, J. y J. Hilferty. (2007). Introducción a la lingüística cognitiva. Barcelona: Arial.


- Giraud, P. (1988). La semántica. México D.F: Fondo de Cultura Económica.
- Lakoff, G. y M. Johnson. (2017). Metáforas de la vida cotidiana. Madrid: Cátedra.
- Mairal, R. (2012). Teoría lingüística: métodos, herramientas y paradigmas. Madrid: Editorial
Universitaria Ramón Areces.
- RAE. (2001). Diccionario de la lengua española. Madrid: Espasa.
- Ramírez, L. (1996). Estructura y funcionamiento del lenguaje. Lima: M & B.

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EL ANÁLISIS SINTÁCTICO FUNCIONAL

1. EL ANÁLISIS SINTÁCTICO
2. UNIDADES GRAMATICALES
2.1. Morfema
2.2. Palabra
2.3. Frase
2.4. Cláusula
2.5. Oración
3. LA UNIDAD DEL DISCURSO: EL ENUNCIADO
3.1. Tipos de enunciados
4. CONCEPTO DE RECURSIVIDAD
4.1. Unidades simples y complejas
5. CLASES DE FRASES
5.1. Según su estructura funcional: frases endocéntricas y exocéntricas
5.2. Según el fenómeno de la recursividad: frases simples y complejas
5.3. Frase nominal y frase sustantiva: una distinción pertinente
6. MODIFICADORES ESCALONADOS Y EN RAMIFICACIÓN
6.1. Modificadores escalonados
6.2. Modificadores en ramificación
6.3. La aposición como construcción peculiar de frase endocéntrica
6.4. La construcción coordinativa

1. EL ANÁLISIS SINTÁCTICO

El análisis gramatical en general consiste en realizar una segmentación, descomposición o


desarticulación de una secuencia de elementos, en otros menos complejos que la constituyen, tantas veces
como sea necesario hasta llegar a los signos mínimos. Más concretamente, el análisis sintáctico realiza este
proceso hasta llegar a las palabras y el morfológico descompone las palabras en sus elementos integrantes:
los morfemas. Este proceso no puede realizarse de forma caprichosa o aleatoria, sino de acuerdo con unos
criterios. Para el funcionalismo el criterio o factor decisivo en la configuración de una secuencia es la función
sintáctica desempeñada por los elementos que la componen. Este principio acarrea dos consecuencias
inmediatas que deben tenerse en cuenta en el análisis:
a) La falta de implicación mutua constante entre tipo o subtipo de unidad y función. Ni un tipo de unidad
está siempre obligado a desempeñar una misma función, ni la función exige su realización por un tipo de
unidad específico. Es decir, un adjetivo puede funcionar como MODIFICADOR de un nombre o como NÚCLEO
de una frase adjetiva, y al revés, la función de NÚCLEO de una frase sustantiva puede ser ocupada por un
nombre o por un adjetivo nominalizado (El niño. El bueno).
b) La ausencia del binarismo total en la segmentación. Aunque sí presente al nivel de la frase, no ocurre
así en el caso de la cláusula que puede estar formada por SUJETO, PREDICADO y COMPLEMENTOS todos al
mismo nivel. Estos últimos no tienen que ir introducidos dentro del PREDICADO como argumenta la gramática
tradicional.

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El método de representación más práctico para plasmar en el análisis la mayor información posible es
el de los diagramas arbóreos. En él quedan reflejados: los tipos y subtipos de unidad en letra minúscula desde
el más alto hasta las palabras; la función que desempeña cada una en letra mayúscula y el respeto por el
orden secuencial de los elementos, es decir, no pueden cambiarse palabras de sitio. Además, para una
realización correcta del árbol hay que prestar atención a dos ejes:
- El horizontal en el que se van alternando una línea de unidades en minúsculas y otra de funciones en
mayúsculas.
- El vertical cuidando siempre de ir descendiendo de forma recta para no acabar mezclando partes de
la secuencia que deben analizarse por separado.

2. UNIDADES GRAMATICALES

2.1. Morfema

Es el elemento mínimo gramatical, el signo elemental, que no puede ser descompuesto en otros
signos. Es, por definición, el límite de la gramática y del primer modo de articulación. No es tenido en cuenta
en el análisis sintáctico que se detiene en la palabra, y su estudio corresponde a la morfología.

2.2. Palabra

A pesar de ser la unidad básica de la gramática, siempre se ha resistido a una definición definitiva.
Tradicionalmente llamamos palabra a aquella unidad constituida por uno o varios morfemas (hoy / con /
gatitos) que puede ser aislada (separabilidad debida a su caracterización como unidad fonética) por
conmutación (permutabilidad). Esta unidad desempeña una función en el interior de la unidad sintáctica
inmediatamente superior: la frase. Las funciones sintácticas que puede desempeñar una palabra en la frase
son varias porque también son varios los subtipos de unidades que hallamos dentro de la unidad palabra.
Llamamos subtipos de palabras a las tradicionalmente denominadas “clases de palabras”.
Amado Alonso, Pedro Henríquez Ureña y Samuel Gili Gaya, representantes de la gramática tradicional,
consideran en el español seis clases de palabras: sustantivo, adjetivo, verbo, adverbio, preposición y
conjunción. Determinante y pronombre no son considerados, porque, supuestamente, no desempeñan
ninguna misión específica en la unidad superior: el pronombre funciona, dice la gramática tradicional, como
el sustantivo o el adjetivo, y el determinante, como un adjetivo. La interjección no es una palabra con función
específica en una unidad superior. Antes bien, es incluso equiparable a una unidad superior.

2.3. Frase y sintagma

Son términos empleados habitualmente para designar la misma unidad. Este segundo preferido por la
gramática tradicional. Sin embargo, el funcionalismo los distingue.
Sintagma es toda agrupación de unidades gramaticales, excepto de morfemas, cuyo significado global
es siempre superior a la mera suma de los significados que aporta individualmente los elementos que lo
constituyen. Es un término, pues, que puede ser aplicado a cualquier unidad gramatical superior al morfema:
sintagmas formados por palabras, frases, cláusulas y oraciones.
En la frase no existe un elemento funcional que esté indefectiblemente asociado a su existencia por lo
que hay que definirla como aquella construcción sintáctica formada por una o más palabras que desempeña
una función en la unidad inmediatamente superior.

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2.4. Cláusula.

Según Guillermo Rojo “la cláusula se caracteriza por presentar una estructura de elementos funcionales
agrupados en torno a un predicado”. El predicado está “constituido en los casos más claros por un verbo en
forma personal”. “Independientemente de la composición interna de sus miembros, habrá cláusula siempre
que encontremos un esquema de esta clase”. Es decir, la cláusula en su versión más básica es el equivalente
de la oración simple de la gramática tradicional y únicamente es necesaria para su existencia la presencia de
un PREDICADO. En torno a él y a su mismo nivel se agrupan el resto de funciones, no como la oración simple
que requiere un SUJETO y un PREDICADO dentro del cual aparecen sus complementos.
La cláusula puede aparecer sola, dentro de una frase, de otra cláusula o de una oración. A grandes
rasgos, la equivalencia de esta unidad con las de la gramática tradicional es:

Oración simple Cláusula simple.

Oraciones compuestas subordinadas adjetivas


sustantivas
adverbiales propias Cláusula compleja
+ finales y causales

2.5. Oración.

Tomando en cuenta el planteamiento del representante de la gramática tradicional Samuel Gili Gaya,
se puede considerar la oración desde, entre otros, dos puntos de vista:
a) Psicológico. Un discurso se divide intencionalmente en partes bien diferenciadas. La mente
fragmenta el discurso en unidades psíquicas intencionales reconocibles por:
- La entonación: la oración, unidad psíquica, es revelada por la curva melódica.
- Los componentes de la oración guardan entre sí relaciones lógicas y estéticas, que tienen expresión
verbal: orden de los elementos, concordancia y relaciones de las palabras variables, empleo de preposiciones,
conjunciones y voces enfáticas, y acentos de intensidad.
b) Gramatical. El núcleo de la unidad sintáctica es un verbo en forma personal. Todos los elementos que
se relacionan con un verbo son constituyentes inmediatos de la oración. El verbo en forma personal lleva
consigo, en español, una relación entre dos conceptos explícitos: SUJETO y PREDICADO.

Para la gramática funcional este concepto queda reducido a una parte de las compuestas tradicionales:

Oraciones compuestas subordinadas adverbiales impropias


(menos finales y causales) Oración bipolar
Oraciones compuestas coordinadas adversativas

3. LA UNIDAD DEL DISCURSO: EL ENUNCIADO.

Es indispensable distinguir el enunciado, unidad del discurso, de las unidades gramaticales ya definidas.
Para definir la naturaleza de cualquier unidad gramatical (palabra, frase, cláusula u oración), el criterio
empleado se deducía del comportamiento sintáctico de tales elementos. Por el contrario, lo que define al
enunciado es su valor comunicativo, al margen de la naturaleza morfosintáctica con la que se emite el
contenido expresado. Según Leonardo Gómez Torrego: “El enunciado […] es una unidad de

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comunicación, o sea, una unidad pragmática. En tanto que unidad de comunicación, debe tener sentido
completo dentro de la situación comunicativa en que se produce.”
El enunciado puede estar constituido por una palabra o secuencias de palabras, y presenta las
siguientes características:
- Está delimitado por pausas mayores (por ejemplo, la del punto o el silencio).
- Tiene capacidad comunicativa por sí mismo y comunica bien dentro de un texto (el discurso), bien en
una situación.
- Está envuelto por una curva de entonación determinada,
- Es sintácticamente autosuficiente.
- El es la unidad mínima de comunicación, mientras que el texto es la unidad máxima.

Si tú me dices ven, lo dejo todo. // El hombre es un animal racional. // Una ración de calamares. // ¡Fuego!

Todas estas unidades gramaticales son enunciados, puesto que poseen independencia sintáctica y
autonomía semántica. Atendiendo a su estructura interna (recuérdese que la estructura interna es el criterio
que define a las unidades de la gramática), el primer ejemplo es una oración bipolar, el segundo una cláusula,
el tercero una frase nominal y el último una palabra. Ahora bien, si estos enunciados son incluidos en una
estructura superior como las siguientes, el contexto cambia:

Creo que si tú me dices ven, lo dejo todo. // Un filósofo dijo que el hombre es un animal racional. // Pedimos
una ración de calamares. // No tenía fuego.

Atendiendo a la estructura interna, las unidades subrayadas siguen siendo oración bipolar, cláusula,
frase y palabra. El hecho de que no posean independencia sintáctica ni autonomía semántica nos lleva a
negarles la consideración de enunciados.

Por tanto, según estos ejemplos, las unidades gramaticales, definidas atendiendo a su estructura
interna, pueden ser enunciado o no enunciado. En suma, es enunciado cualquier sintagma (sea cual sea su
estructura: oración, cláusula, frase o palabra), con valor predicativo, independencia sintáctica y autonomía
semántica.

3.1. Tipos de enunciados.

a) Enunciados no oracionales: son los constituidos por una palabra o conjunto de palabras sin
estructura oracional: ¡Silencio!, ¡Fuego!, Buenos días, ¡Adiós! Las interjecciones y las locuciones interjectivas
constituyen enunciados por sí mismas.
b) Enunciados oracionales: estos enunciados (la mayoría) presentan estructura oracional y pueden
constar de una oración o agrupar a más de una oración: Guarden silencio. Si viene Juan, me lo dices.
Algunos pueden no tener el verbo expreso y, sin embargo, ser enunciados oracionales. Son casos de
elipsis, como el de las respuestas a preguntas: - ¿Dónde has estado? - En casa.

4. CONCEPTO DE RECURSIVIDAD

Partiendo de la concepción jerarquizada de las unidades gramaticales ya vista, lo que se podría esperar
en un análisis sintáctico es que las oraciones se descompongan en cláusulas, las cláusulas en frases y las frases
en palabras. No obstante, eso no siempre es así: la complejidad de una secuencia puede ser
considerablemente superior. La explicación reside en el fenómeno de la recursividad.

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El diccionario define “recursivo”: en gramática dícese del elemento lingüístico susceptible de ser
incluido como constituyente de un elemento de la misma naturaleza un número indefinido de veces. Es decir,
es recursivo el elemento que puede generarse a sí mismo directa o indirectamente las veces que sea necesario.

- Recursividad directa.

Un reloj de arena. // Ana contestó que Mercedes estaba ocupada. // Si está enfermo debe tomar la medicina
aunque no sea agradable.

En el primer caso una frase tiene en su interior otra frase (de arena); en el segundo una cláusula tiene
en su interior otra cláusula (que Mercedes estaba ocupada); y lo mismo ocurre en el tercero con dos oraciones,
(debe tomar la medicina aunque no sea agradable) es una concesiva como segundo término de una
condicional (Si está enfermo).

- Recursividad indirecta.

Le expusimos la idea de que aquella reunión no resultaba procedente. // Si asistes a la reunión, te dirán que
ellos están dispuestos a dimitir si las cosas continúan igual.

En este segundo tipo de recursividad una unidad domina de forma no inmediata a otra de su mismo
tipo. El primer ejemplo es una cláusula en cuyo interior existe una frase nominal que desempeña la función de
COMPLEMENTO DIRECTO, y dentro de esta frase existe otra cláusula (que aquella reunión no resultaba
procedente) dominada indirectamente por la primera. Algo parecido sucede en el segundo donde existe una
oración condicional cuyo segundo miembro la cláusula (te dirán que ellos están dispuestos a dimitir si las cosas
continúan igual) contiene otra oración condicional como uno de sus constituyentes.

La recursividad, sea del tipo que sea, es lo más común en la construcción sintáctica y debe ser
cuidadosamente representada en el análisis. Su ausencia en funciones que tienen un solo elemento provoca
que análisis del tipo:

SUJETO SUJETO

Fr. sust.
NÚCLEO puedan simplificarse en

sust. sust.
Miguel Miguel

Esta simplificación de elementos consabidos ayudará a que en grandes análisis se ahorren espacio y
complicaciones.

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4.1. Unidades simples y complejas

La existencia la recursividad da lugar a la distinción entre unidades simples y complejas. A pesar de que
en las primeras aproximaciones al tema (Cláusulas y oraciones y Aspectos básicos de sintaxis funcional)
Guillermo Rojo estableció una división tripartita en: simples, complejas y compuestas, desde su último libro
(Fundamentos del análisis sintáctico funcional) los tipos se reducen a dos.
- Unidad simple es aquella cuyos constituyentes inmediatos son de un nivel jerárquico inferior al todo,
en otras palabras, aquella que no contiene en su interior otras unidades de su mismo tipo: oración en cuyo
interior sólo hay cláusulas (Si les escribes pronto, te reservarán la plaza), cláusula en cuyo interior sólo hay
frases (Ana contestó con su brusquedad habitual), frases en cuyo interior sólo hay palabras (Relojes
automáticos), esto es, una unidad simple es aquella que no presenta recursividad.
- Unidad compleja es aquella en la que uno o más de sus constituyentes está integrado por una unidad
del mismo nivel jerárquico que el todo. Es una unidad formada por recursividad. Una oración que contiene
oraciones (Si estás enfermo, debes tomar la medicina aunque no sea agradable), una cláusula que contiene
cláusulas (Su marido nos pidió que os dijéramos que se retrasaría unos minutos), una frase que contiene frases
(Abrigos con cuellos muy elegantes). Naturalmente, una unidad compleja puede tener como uno de sus
constituyentes otra secuencia también compleja y ésta, a su vez, estar formada por otra igualmente compleja,
de modo que no existe límite teórico al grado de complejidad ni a la longitud de una cadena.
También conviene dejar claro que “simple” es un término técnico que no debe ser entendido como
“sencillo”, “poco complicado” o expresiones semejantes. Es fácil ver que una oración bipolar puede alcanzar
un altísimo grado de complicación estructural si las cláusulas o frases que la constituyen son complejas. Valga
este ejemplo: Si les dices que no deseas que te digan que no quieren hacerlo pronto, te contestarán que sería
mejor que utilizaras un canal distinto para tu solicitud.
El término “compuesto” rechazado por Rojo será reutilizado en la llamada construcción coordinativa
que veremos más adelante.

5. CLASES DE FRASES

La frase es un tipo de unidad gramatical en el que no se halla ninguna función primaria obligatoria como
en la cláusula. Existen, por contra, dos tipos de frase distintos caracterizados por responder a dos modelos
diferenciados de construcción gramatical: el endocentrismo y el exocentrismo. Estos modelos no afectan sólo
a la unidad frase, pero en ella es donde son más determinantes porque contribuyen a establecer una tipología.

5.1. Según su estructura funcional: frases endocéntricas y exocéntricas

El endocentrismo afecta a frases en las que alguno de sus constituyentes inmediatos puede desempeñar
la misma función que realiza la frase completa, es decir, la subordinación de un elemento variable
MODIFICADOR a otro constante NÚCLEO.
Se pueden distinguir tres subclases según el elemento que funcione como NÚCLEO: frase sustantiva
(Amistades peligrosas) cuando el NÚCLEO es el sustantivo; frase adjetiva (Mortales de necesidad) cuando el
NÚCLEO es el adjetivo; frase adverbial (Demasiado cerca) cuando el NÚCLEO es el adverbio. En todos los casos
se advierte que existe una pieza constante, un NÚCLEO, y otra variable, un MODIFICADOR (no más), función
ésta que puede ser desempeñada por un elemento o cadenas de elementos.
La frase verbal, contemplada por la gramática tradicional como sintagma, tiene como NÚCLEO una
forma verbal (Comeremos), por lo tanto es un PREDICADO, que en el funcionalismo debe considerarse cláusula

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Frase sustantiva Frase adverbial

NÚCLEO MODIFICADOR MODIFICADOR NÚCLEO

Sustantivo Adjetivo Adverbio Adverbio

Amistades peligrosas Demasiado cerca

Las construcciones exocéntricas son aquellas que presentan a dos elementos en relación conectiva de
interdependencia, relación, pues, entre dos constantes. No se puede hablar aquí de NÚCLEO y
MODIFICADORES, sino de dos funciones que se exigen mutuamente, de tal forma que ninguna de ellas
aisladamente es capaz de equivaler a la unidad en su conjunto.
La frase preposicional está formada por los dos elementos funcionales inexcusables: DIRECTOR y
TÉRMINO. La función de DIRECTOR está reservada al subtipo de unidad palabra preposición. Como TÉRMINO
pueden funcionar elementos pertenecientes a muy distintos tipos de unidad: frase sustantiva ([Problemas] de
difícil solución), frase adjetiva ([Presume] de muy valiente), frase adverbial (Desde muy lejos), cláusula
([Trataron] de que se quedaran), etc. La preposición se antoja fundamental en una frase preposicional, pero
esto no quiere decir que sea su NÚCLEO porque con su única presencia no hay frase preposicional, necesita
un TÉRMINO que la acompañe.

Frase preposicional

DIRECTOR TÉRMINO

Frase nominal

DETERMINANTE NOMINAL

Preposición Posesivo Sustantivo

En mi casa

La frase nominal consta también de dos elementos funcionales: un DETERMINANTE y un NOMINAL, que
mantienen entre sí la conexión de interdependencia característica de las construcciones exocéntricas.
Constituyen la clase paradigmática que puede desempeñar la función de DETERMINANTE artículos, posesivos,
demostrativos, indefinidos, numerales etc. A su vez, constituyen la clase paradigmática que puede funcionar
como NOMINAL, las frases sustantiva (Un lago azul), adjetiva (La más grande), preposicional (Los de madera),
la cláusula (Las que llegaron cansadas), etc.

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Frase nominal

DETERMINANTE NOMINAL

Frase sustantiva

NÚCLEO MODIFICADOR
Indefinido Sustantivo Adjetivo

Otra situación embarazosa

5.2. Según el fenómeno de la recursividad: frases simples y complejas

Frase simple es aquella que posee en su interior constituyentes inmediatos del nivel jerárquico
inferior: palabra.

Frase sustantiva [simple] Frase adjetiva [simple]

NÚCLEO MODIFICADOR NÚCLEO

Sustantivo Adverbio Adjetivo

carroza Fácilmente irritable

Frase compleja es aquella que está integrada por algún constituyente de igual nivel.

Frase adjetiva [compleja]

NÚCLEO MODIFICADOR

Frase preposicional [simple]

DIRECTOR TÉRMINO

Adjetivo Preposición Sustantivo

Mortales de necesidad

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Frase sustantiva [compleja]

NÚCLEO MODIFICADOR

Frase adjetiva [compleja]

MODIFICADOR NÚCLEO

Frase adverbial [simple]

MODIFICADOR NÚCLEO

Sustantivo Adverbio Adverbio Adjetivo

Película muy bien dirigida

5.3. Frase nominal y frase sustantiva: una distinción pertinente

a) Estructura. La distinción habida entre ambas frases obedece a la existencia de dos modelos de
relación sintáctica. La frase sustantiva consta de un mínimo de un elemento y un máximo de dos. El único
elemento imprescindible desempeña la función de NÚCLEO de frase sustantiva. Opcionalmente, este NÚCLEO
puede estar acompañado de otro (sea palabra, frase, cláusula u oración): el MODIFICADOR. Constituyen la
frase nominal un mínimo y un máximo de dos elementos indispensables. Estos dos elementos desempeñan
las siguientes relaciones funcionales: DETERMINANTE y NOMINAL.
b) Movilidad. El orden secuencial de los elementos de la frase sustantiva es flexible: Amistades
peligrosas (NÚCLEO + MODIFICADOR); Peligrosas amistades (MODIFICADOR + NÚCLEO). El orden de la
nominal es inalterable: el DETERMINANTE antecede al miembro que desempeña la función de NOMINAL.
c) Funciones. Vistas las diferencias entre ambas, conviene advertir que, tanto una como otra, coinciden,
en principio, en la capacidad para desempeñar en la cláusula ciertas funciones sintácticas primarias (SUJETO,
COMPLEMENTO DIRECTO, ATRIBUTO…), aunque, y he ahí la diferencia funcional que exige la distinción frase
sustantiva / frase nominal, no todas las frases sustantivas pueden desempeñar la función SUJETO.

Cláusula

SUJETO PREDICADO COMPLEMENTO DIRECTO


Frase sustantiva Frase sustantiva

NÚCLEO NÚCLEO MODIFICADOR

Sustantivo Verbo Sustantivo Adjetivo

Raquel comía nueces sabrosas

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Esta cláusula ejemplifica la capacidad de la frase sustantiva para desempeñar tanto la función primaria
SUJETO como la de COMPLEMENTO DIRECTO. Ahora bien, no todos los sustantivos están en relación
paradigmática con el vocablo presente (el nombre propio Raquel). Así en español no es posible decir *Ardilla
comía nueces sabrosas; tampoco *Nueces sabrosas eran comidas por ardilla.

Cláusula

SUJETO PREDICADO COMPLEMENTO DIRECTO

Frase nominal Frase sustantiva

DETERMINANTE NOMINAL NÚCLEO MODIFICADOR


Artículo Sustantivo Verbo Sustantivo Adjetivo

La ardilla comía nueces sabrosas

En ninguna de las dos voces de esta cláusula se admite en el SUJETO una frase sustantiva. Es más, el
COMPLEMENTO DIRECTO (nueces sabrosas) de la activa se ve obligado a hacerse frase nominal cuando adopta
la función de SUJETO en la cláusula pasiva (Las nueces sabrosas eran comidas por la ardilla).

6. MODIFICADORES ESCALONADOS Y EN RAMIFICACIÓN

Siendo variable el orden de los elementos de una frase sustantiva, ocurre que una determinada puede
incluir más de un MODIFICADOR. En estos casos es indispensable determinar cuál es el NÚCLEO al que
modifican.
El método probatorio para la detección de un NÚCLEO es la supresión: todo aquel elemento
indispensable es NÚCLEO, por lo tanto, no puede ser suprimido. En cualquier caso, no es adecuado considerar
que un NÚCLEO posee más de un MODIFICADOR al mismo nivel de modificaición. Partiendo de los criterios
funcionalistas expuestos, no es pertinente postular la existencia de un MODIFICADOR 1, un MODIFICADOR 2,
un MODIFICADOR n. Habrá que determinar siempre qué organización jerárquica se oculta tras la linealidad
sintagmática, pues la contigüidad al sustantivo no implica su modificación.
Los dos modelos habituales pueden ser caracterizados con estas ingenuas, aunque quizá ilustrativas
etiquetas: modificadores que se extienden linealmente hacia la derecha del NÚCLEO a modo de escalones; y
modificadores que, semejantes a ramificaciones de troncos distintos, se proyectan paralelamente.

Es la diferencia habida entre dos frases aparentemente similares:

- El jardín de los senderos bifurcados.


- El miedo del portero al penal.

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6.1. Modificadores escalonados

Frase nominal

DETERMINANTE NOMINAL

Frase sustantiva

NÚCLEO MODIFICADOR

Frase preposicional

DIRECTOR TÉRMINO

Frase nominal

DETERMINANTE NOMINAL

Frase sustantiva

NÚCLEO MODIFICADOR

Artículo Sustantivo Preposición Artículo Sustantivo Adjetivo

El jardín de los senderos bifurcados

El análisis exhibe el orden jerárquico de los elementos. Así se advierte que el sintagma de los senderos
bifurcados modifica al NÚCLEO jardín; asimismo el adjetivo bifurcados modifica a senderos. En resumen, no
cabe manifestar que el sustantivo jardín desempeña la función de NÚCLEO recibiendo dos MODIFICADORES;
sí es cierto que la frase nominal analizada contiene dos elementos que desempeñan tal función, ahora bien,
en peldaños distintos. Dado que los MODIFICADORES descienden hacia la derecha, pueden ser descritos como
modificadores escalonados.

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6.2. Modificadores en ramificación

Frase nominal

DETERMINANTE NOMINAL

Frase sustantiva

NÚCLEO MODIFICADOR

Frase sustantiva Frase preposicional

NÚCLEO MODIFICADOR DIRECTOR TÉRMINO

Frase preposicional Frase nominal

DIRECTOR TÉRMINO DETERMINANTE NOMINAL

Frase nominal

DETERMINANTE NOMINAL

Artículo Sustantivo Preposición Artículo Sustantivo Preposición Artículo Sustantivo

El miedo del portero al penal

En el análisis es claramente perceptible la diferencia estructural. La frase preposicional al penal, aunque


contigua al sustantivo portero, modifica al sintagma miedo del portero. La posición adyacente de un elemento
no determina la modificación. Como prueba, al aplicar el método probatorio de la supresión, puede observarse
que si se elimina el segmento intermedio, del portero (modificador de miedo), se obtiene una secuencia
congruente: El miedo al penal.

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6.3. La aposición como construcción peculiar de frase endocéntrica

Como puede observarse en el análisis inferior, la aposición es una variedad de frase endocéntrica con
dos miembros, uno constante, otro variable (el MODIFICADOR en la aposición). La coma no desempeña
ninguna función, sólo es un signo gráfico que marca una pausa en la enunciación. No obstante, ha de tenerse
en cuenta que son varios los valores que pueden ocultarse tras ella:
-puede funcionar como NEXO (&) estando en relación paradigmática con cualquier conjunción que sirva
para vincular MIEMBROS de una construcción coordinada (El bueno, el feo y el malo. Esperé cinco minutos,
tomé un café y regresé a casa).
- puede indicar la existencia de un MODIFICADOR CLAUSAL (Yo, evidentemente, no soy yo).
- o, y éste es el caso, puede indicar el eje que marca la reversibilidad de la aposición (Torrente, el brazo
tonto de la ley / El brazo tonto de la ley, Torrente).

Frase sustantiva

NÚCLEO MODIFICADOR

Frase nominal Frase nominal

DETER. NOMINAL DETERMINANTE NOMINAL

Frase sustantiva

NÚCLEO MODIFICADOR

Frase sustantiva Construcción coordinada

MODIFICADOR NÚCLEO MIEMBRO 1 NEXO MIEMBRO 2

Frase sustantiva Frase preposicional

MODIFICADOR NÚCLEO DIRECTOR TÉRMINO

Artículo Sustantivo Indefinido Adjetivo Adjetivo Sustantivo Adjetivo Conj. Prepos. Sustantivo

La metamorfosis, una pequeña gran novela filosófica y de suspenso

6.4. La construcción coordinativa

Ya vista en la parte final del ejemplo anterior, es la unidad caracterizada por relacionar bajo una
coordinación (copulativa, explicativa, disyuntiva o distributiva, según los tipos de las coordinadas de la
gramática tradicional) a todo tipo de unidades gramaticales. Es decir, que puede haber construcciones
coordinativas de palabras, de frases, de cláusulas, mezcladas unas con otras, etc.

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Tomás Jiménez Juliá la llama así, aunque puede aparecer también como “estructura coordinada” y la
califica de estructura autónoma, no variante de otras unidades: “[..] la construcción coordinativa, frente a
otras estructuras más restrictivas, se caracteriza por no poner límites, en principio, al tipo de unidades que
pueden realizar sus valores funcionales. Por ello, dicha construcción no puede ser considerada como una
variante (compuesta) de ninguna otra (frase, cláusula u oración), sino como una estructura autónoma,
producto de las posibilidades de la lengua en relación con al recursividad”.
Sus componentes se denominan MIEMBROS y deben ir numerados y unidos por el NEXO (conjunción
coordinante).

Frase sustantiva

NÚCLEO MODIFICADOR

Construcción coordinada Frase preposicional

MIEMBRO 1 NEXO MIEMBRO 2 DIRECTOR TÉRMINO

Frase sustantiva Frase nominal Frase nominal

NÚCLEO MODIFICADOR DETER. NOMINAL

Frase sust. Frase prep.


Frase sustantiva

NÚCLEO MODIFICADOR

Frase preposicional

DIRECTOR TÉRMINO

Frase sustantiva

NÚCLEO MODIFICADOR

Conj. Prep. Indef. Sust. Prep. Frase sust. Frase prep.

Cierre total de comercios y siete detenidos en otra jornada de violencia social en la Parada.

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Bibliografía

Alcina J. y Blecua, J.M., Gramática española, Barcelona, Ariel, 1975.


Alarcos Llorach, Emilio, Estudios de gramática funcional del español, Madrid, Gredos, 1980.
Gómez Torrego, Leonardo, Gramática didáctica del español, Madrid, S.M., 1997.
Jiménez Juliá, Tomás, “La construcción coordinativa en español”, Verba, 14, 1987, pp.271-345.
RAE, Esbozo de una nueva gramática de la lengua española, Madrid, Espasa-Calpe, 1973.
Rojo, Guillermo, Cláusulas y oraciones, Universidad de Santiago de Compostela, 1978.
Rojo, Guillermo, Aspectos básicos de sintaxis funcional, Málaga, Ágora, 1983.
Rojo, Guillermo y Jiménez Juliá, Tomás, Fundamentos del análisis sintáctico funcional, Universidad de
Santiago de Compostela, 1989.

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