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Resumen de cada subcapítulo de “Ama tu cuerpo” de Nancy Pearcey

Humanos desechables: Postula que en tanto en cuanto se conciba al ser humano bajo la
perspectiva que valide la teoría de la persona, el ser humano pierde su valor intrínseco,
devaluando el cuerpo físico, lo material. Bajo esa perspectiva, los nonatos no son seres
humanos ya que solo pertenecen a la primera planta (datos), es decir, solo es un ser
humano, mas no es una persona y, por lo tanto, no tiene una categoría moral
prescindiendo así de derechos. En ese sentido, la vida queda solo es un mero mecanismo
biológico sin sentido ni valor intrínseco. A su vez, el cuerpo biológico, al carecer de
derechos, puede ser utilizado como cualquier otra cosa material, utilizada para sacar
cualquier beneficio pragmático que se pueda obtener. Es feto es tratado como pedazo de
materia que puede ser usada para investigar, experimentar y, además, si ya no les sirve,
ser desechada con el resto de residuos sanitarios.
Según la teoría de la persona, el ser parte de la raza humana no implica que seas una
persona con una categoría moral. El bebé que está dentro del útero tiene que ganarse la
condición de persona adquiriendo cierto nivel de funcionamiento cognitivo.
Debemos, como cristianos listos, defender que la teoría de la persona no es científica en
lo absoluto, aunque muchos bioéticos digan que sí lo son, esta carece, en suma, de todo
rigor científico. Solo piense de esta forma: para que un organismo humano, sin
derechos, se convierta en una persona con derechos de un segundo a otro, exige una
transformación drástica. Sin embargo, dicha transformación no ha sido evidenciada
empíricamente. El desarrollo del embrión es un proceso continuo, gradual e
ininterrumpido de las potencialidades que están incorporados por la esencia misma de
ser humano.

Dr. Muerte humana: Aquí se cuenta la historia de Terri Schiavo, una mujer joven que
sufrió un parto cardiaco y que fue declarada en estado vegetativo persistente. Su marido
quería suspenderle el alimento debido a su condición, pero su familia biológica, que se
ocupó de ella, cuestionó el diagnóstico. Terri respondía a los esfuerzos por comunicarse
con ella. Después de todo, a Terri se le suspendieron el alimento y el agua, murió 14
días después por inanición.
Terri no se estaba muriendo, no era una enferma terminal. El asunto principal era la
teoría de la persona. Wesley Smith pregunta a un bioético de la Universidad de Florida
si Terri Schiavo era una persona. Él responde que no lo era, ya que la conciencia era
importante como criterio esencial para definir a una persona. Esto quiere decir que Terri
Schiavo no era una persona, por lo tanto, como no es persona, es solo un cuerpo
desechable, un recurso natural que se puede aprovechar para investigar o cosechar
órganos u otros fines puramente utilitarios. Luego se cuento la historia de Ronald
Cranford, un médico que se hacia llamar “doctor muerte humana”, él argumentó ante el
tribunal que Robert Wendland no era persona y que, por lo tanto, se debía cortar su
sustento alimenticio.
¿Qué nos quiere decir esto? Pues, lo que quiere decir es que para la teoría
cuerpo/persona, el hecho de pertenecer a la raza humana, no te hace sujeto de derecho,
no es moralmente relevante. Los individuos deben ganarse la condición de persona
cumpliendo ciertos criterios adicionales como la capacidad de tomar decisiones, planear
para el futuro, la capacidad de autoconciencia, etc. Es así como pueden ser considerados
personas. Los que no cumplen con tales criterios son relegados a ser no personas, y una
no persona es solo un cuerpo, sin valor, sin derechos.
Uno puede tratar de ser compasivos con una persona que está sufriendo, pero el acto
implica una cosmovisión de dos plantas que es deshumanizadora, según la cual los seres
humanos no tienen derechos, solo las personas. La única forma de confrontar la cultura
de la muerte es aceptar que los seres humanos también son personas.
Ligar y romper: Ahora, lo que Pearcey presenta es que la concepción secular intenta
disociar el cuerpo del yo auténtico. Es decir, los medios en general, instan a los jóvenes
a disociar sus sentimientos de lo que hacen con sus cuerpos respecto a su sexualidad.
Como ejemplo, de los cuantos ejemplos que dan, se me hizo interesante uno de la
revista The Nation que preguntaba: ¿Por qué debo acompañar al sexo una garantía
adjunta de amor sempiterno?
En efecto, el sexo en la sociedad moderna es visto como un ejercicio físico en el cual
dos personas se dan placer la una a la otra. No se menciona el matrimonio, la familia, el
amor ni el compromiso, ni siquiera se insinúa que el sexo puede tener un fin más
profundo que la mera gratificación sexual.
El hedonismo sexual vacía al sexo de su dimensión moral y personal. Asimismo, la
gente no puede disociar sus emociones de lo que hace con su cuerpo. Sabemos que la
Biblia nos habla de que la sexualidad está integrada en la persona total. Por eso es que
Nancy Pearcey dice que “la unión física más completa y más intima tiene por objeto
expresar la más completa y más intima unión personal del matrimonio”. Eso expresa el
pacto del vinculo matrimonial en una sola carne.
Conflicto del mismo sexo: La homosexualidad tiene la misma concepción escindida
del ser humano, por lo tanto, devalúa el cuerpo.
Aunque haya muchas personas que afirmen que el deseo hacia el mismo sexo tiene una
base genética, no se ha encontrado evidencia clara de causa genética. Lo que en realidad
prueban las investigaciones es que los deseos sexuales tienen correlación física. Cuando
los científicos recurren a imágenes de resonancia magnética, descubren que el cerebro
de algunos hombres se ilumina ante imágenes de mujeres, mientras que en otros se
iluminan antes imágenes de hombres. Sin embargo, los cerebros de las personas también
se iluminan ante el temor, el amor e incluso las experiencias religiosas. Saber esto no
puede ayudar a ser más compasivos con las personas, pero esto no nos dice lo que está
bien o mal; lo que es moral o inmoral. Cualesquiera que sea las causas de las
inclinaciones homo-eróticas, cuando nos entregamos a ellas aceptamos la escisión de
dos niveles. Por lo tanto, debemos tener en cuento que hay un propósito diseñado para
nuestros cuerpos, y cualquier desviación fuera del propósito es devaluar nuestro cuerpo,
porque no aceptamos la complementariedad existente entre la naturaleza estructural
orgánica del hombre como el de una mujer. Así pues, participar de la conducta
homosexual equivale a protestar implícitamente: ¿por qué mi cuerpo debe informar mi
identidad psicológica? ¿por qué el orden estructural de mi cuerpo tiene algo que decir
acerca de mi comportamiento sexual? ¿Por qué mis elecciones morales deber ser
dirigidas por su telos? De estas cuestiones se deduce que lo que cuenta no es mi cuerpo
sexuado (planta inferior), sino únicamente mi mente (planta superior). Se presume que
el cuerpo no da atisbos de su identidad, no ofrece, bajo ningún sentido, alguna
orientación acerca de cual debe ser mi orientación sexual; que es irrelevante e
insignificante.
Concebir de tal forma al cuerpo, nos lleva a devaluar al cuerpo. Toda práctica conlleva
una cosmovisión que muchos de nosotros no hallemos atractiva si fuéramos conscientes
de ella. Es por eso que debemos ser conscientes. La conducta homosexual tiene una
lógica propia, fuera de lo que sintamos. Es así pues como la persona que adopta una
conducta homosexual es una persona que disocia sus sentimientos sexuales de su
identidad biológica como hombre y mujer, aceptando, a su vez, la escisión que degrada
al ser humano. Esto, asimismo, genera una fragmentación auto-enajenante sobre la
personalidad humana.

Yo no soy mi cuerpo: Empieza diciendo que el desajuste entre el cuerpo físico y el


género psicológico se denomina disforia de género. Según esto, la persona real radica en
el yo, devaluando el cuerpo en su máxima expresión, porque otorga un valor absoluto a
la mente. Es ahí, en el espíritu, la mente, la voluntad o los sentimientos donde se
encuentra mi verdadero yo. Nancy Pearcey dice que el dualismo radical acepta una
concepción modernista, materialista, del cuerpo en la planta inferior, y una concepción
posmodernista del yo en la planta superior. No se considera al cuerpo de manera
holística, sino algo separado del yo. El cuerpo carece de telos y de propósito. El cuerpo
solo es una colección de sistemas físicos que no proporciona la menor idea de quienes
somos o como debemos vivir. Los rasgos físicos, dice Pearcey, no nos ofrecen
indicación alguna acerca de la manera de como uno debe desplegar su sexualidad. El
sentido de la sexualidad, por lo tanto, se impone al cuerpo como mero constructo social.
La identidad sexual queda reducida a una concepción posmoderna que se desvincula del
cuerpo. Como yo no soy mi cuerpo, tengo que imponerme a mi cuerpo; mi cuerpo es
una dificultad a vencer, porque sino estoy atrapado en el cuerpo equivocado. El
cuerpo/persona es una unidad psicosexual integrada. La materia importa.

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