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Introducción
Aunque esta primera obra de Husserl sea todavía prefenomenológica, nos sirve
para introducir negativamente una característica central de su pensamiento, que se
manifestará por primera vez en su siguiente obra, las Investigaciones lógicas, y que no
dejará de aparecer hasta el final de sus días, a saber: su crítica al psicologismo y, en
general, al naturalismo. En este sentido, hay que tener en cuenta el contexto del
nacimiento de su obra. A finales del siglo XIX se había generalizado en el saber una
actitud positivista y cientificista. Según esta, la realidad quedaría reducida a un conjunto
de hechos describibles empíricamente. Y también lo humano, en todas sus
manifestaciones, ya sea en el conocimiento, en la moral, la estética, la religión, etc., se
explicaría en base a las características factuales del ser humano. De esta actitud,
denominada por Husserl psicologismo, se sigue implícitamente que tales
manifestaciones son contingentes, pues si los seres humanos estuvieran constituidos de
otra manera, también, por ejemplo, la verdad del conocimiento sería distinta. El
positivismo lleva por tanto al relativismo, así como a reducir la filosofía a las ciencias
positivas.
3. Fenomenología de la esencia
Frente al psicologismo, para Husserl hay que distinguir entre el acto psíquico del
sujeto que piensa y el contenido de dicho acto. Puede que el primero sea psicológico y
podamos preguntarnos, por tanto, cómo llega el sujeto a realizar tales actos; por
ejemplo, cómo se da el contar. Pero eso no significa que aquello sobre lo que versan sus
actos, por ejemplo, los números, sean de naturaleza psicológica y, por tanto, empírica.
Así, por ejemplo, en una operación matemática como «dos por dos es igual a cuatro», su
verdad no se ha de buscar en los hechos de la mente, sino del objeto al que esta se
refiere.
3.1. La intencionalidad
4. Fenomenología trascendental
El término epoché proviene de los antiguos escépticos que llamaban así a la duda
que practicaban. Tanto en aquellos filósofos como en Descartes, la duda significaba la
suspensión total del juicio. En Husserl, sin embargo, se refiere únicamente a la puesta
entre paréntesis de la actitud natural, la cual afirma la realidad del mundo natural tal y
como la experimentamos en nuestra vida cotidiana y en la que se basan todos los
conocimientos de las ciencias. Con esto, Husserl no pretende negar el mundo como si
fuera un sofista, ni dudar realmente de su existencia como un escéptico, sino que se
prohíbe valerse de este para dar un fundamento a su filosofía.
5. El mundo de la vida
En sus últimas obras, Husserl trata de devolver una importancia al mundo más allá
de su constitución en la conciencia. Como vimos, es la noción de intencionalidad la que
permite al fenomenólogo entender el sentido del mundo. Pero esta misma noción
implica también la idea de un mundo como algo otro, algo hacia lo cual la conciencia
siempre se halla en tensión. Todo conocimiento concreto de la conciencia siempre se
halla integrado en un mundo. Por tanto, el mundo no es meramente la totalidad de los
conocimientos posibles o de los entes intramundanos, sino un horizonte, como ya
apuntamos. Este horizonte es anterior a todo acto de conocimiento, es de hecho su
presupuesto, y como tal es indefinido.
Husserl se refiere a este horizonte como el mundo de la vida. Es el supuesto de
todo conocimiento y de todo juicio. De hecho, ahora Husserl entiende que la verdad de
un juicio no depende meramente de la correlación entre lo que el juicio dice y las cosas,
sino que mienta de forma inmediata una forma de presencia o de autodonación del
mundo. Es decir, antes del juicio sobre un ente, este ente se nos ha tenido que dar. El
juicio lo que hace es remitirnos a esa forma de presencia, y por eso su verdad se
fundamenta en una evidencia antepredicativa, anterior al propio juicio.
6. Conclusión