Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
El zombie Malacara se peinó un poco con los dedos los sucios mechones de pelo que todavía le
quedaban en la cabeza, se estiró ligeramente la piel y se pellizcó las mejillas para darles un poco de color.
-Uy, por Dios, Qué mala cara tienes. Estás un poco… ¡pocho! -le dijo una fantasma muy pija que pasaba por allí.
-Parece que has pasado toda la muerte de fiesta -bromeó el viejo vampiro.
Al zombie malacara se le habían quitado las ganas de pasear. Regresó a su tumba, se recostó en el ataúd y
encendió la radio para escuchar un poco de música. En ese momento la programación se encontraba interrumpida
por la pausa publicitaria y el zombie Malacara llegó a tiempo de escuchar un anuncio que podría interesarle.
-Sí, me he levantado con unas pocas ojeras… -respondió el zombie Malacara con un poquito de vergüenza.
-¡No se preocupe, con Moriloli, la muerte sienta de muerte! -respondió la esteticista con tono cantarín y, acto
seguido, le invitó a pasar
-Tome asiento. A ver, a veeer… Hmmmm… veamos por aquí… mal
arreglo… gire usted la
cabeza…
– ¡Efectivamente! Por suerte, tengo toda una gama de pieles postizas que
se puede usted probar. -respondió Moriloli, hurgando en un cajón. -¿Qué tal esta? Es de vampiro.
-Demasiado peluda.
-¿De Frankenstein?
-Claro, claro, pensaba pagarle. ¡No me la va usted a regalar! -interrumpió el zombie, muy apurado.
-¡Ah! Vale. No sé… ¡Muy aparatoso para vestirme por las mañanas!
-¡Ya lo tengo! Esta. La máscara de hombre invisible -concluyó Moriloli con gran algarabía.
-¡Fantástico! Y ahora… habrá que hacer algo con esos cuatro pelos que a
usted le quedan… ¿Le doy cita?
-¡Sí, por favor!
-Pueeees… ¡El jueves a las 2! Así no tendrá que venir usted tan temprano -hizo su nueva oferta Moriloli, la mar de
risueña.
-¡Perfecto!
-Igualmente.