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Muchas veces las fallas técnicas suelen ser mal interpretadas, es normal que eso suceda ya

que cuando no se conoce la raíz del problema solo se juzgan las flores y estos retoños
muchas veces son feos.

Una noche cuya fecha no recuerdo con claridad, se me ocurrió la pésima idea de darle
rienda suelta a mi imaginación e inventar la historia paranormal de un fenómeno que ocurría
en el piso 9 del lugar donde vivo. Cada vez que tomaba el ascensor este se detenía sin
razón alguna en el piso 9 y tomaba más segundos de lo habitual para arrancar y entonces
empecé a pensar que tal vez el ascensor esperaba a que su huésped invisible se montase.
Le di tanta importancia a esto, que incluso llegué a sentir que el peso del ascensor
aumentaba cada vez que hacía la habitual parada.

Una noche como siempre se detuvo, y me quedé atentamente mirando al espejo,


esperando que la cosa esa se subiera y pudiese verlo a través del mismo, evidentemente
nada se subió pero el susto que me dió la mueca tan fea que yo misma estaba haciendo sí
fue digno de una foto. Al llegar a la casa me perdí en la rutina de la cena, el baño y todas
esas cosas que uno hace al finalizar el día. Pero al llegar la noche fue el miedo quien se
apoderó de mí, y al día siguiente no solo me sentía intranquila, sino también asustada. Me
fui a trabajar y dejé de pensar en eso durante la jornada pero al volver a casa me encontré
con la sorpresa de un montón de gente en la portería, todos con cara de pocos amigos.
Como no me gusta meterme donde no me han llamado seguí mi camino hacia el ascensor,
pero el portero me detuvo e intentó calmar con una sonrisa tímida la sorpresa tan evidente
de mi cara.

-¿ A usted le han dicho algo del piso 9? fue la pregunta que me hizo, así como si nada
- No. (¿qué más le podía responder?)
- Ahhh bueno, es que hay como un mal entendido pero son cuentos de abuelas, la gente
inventa muchas cosas niña…

En ese momento interrumpió lo que me decía para mirar con cara de susto a un señor muy
enojado que iba saliendo del ascensor.

-¡Dejen de ocultarle las vainas a los demás, a mí ya no me metan ese cuento!


El portero trató de calmarlo con no sé qué palabras pero el señor solo seguía gritando cosas
que yo no entendía, que eso era el colmo, que llevaran un cura, que dijeran la verdad, que
eso no era de este mundo, etc.

Al final no supe qué pasó porque me dio miedo que se armara una pelea fea. Fue la
abuelita que subió en el ascensor conmigo la que me dijo que el señor quería poner una
demanda porque la administración no había informado de la muerte de una señora en el
ascensor. Según los vecinos más creyentes, la señora fantasma estaba constantemente
tomando el ascensor en el piso 9 que fue el lugar donde le dio lo que parece fue un derrame
cerebral. El punto es que, según la abuelita, ahí estaba el fantasma de la señora. Varios
vecinos se quejaban de las fallas técnicas pero eso era solo la inconsolable señora muerta
que no había notado que ya no pertenecía aquí.

¡Pinche vieja esa, ahora no podré dormir! -fue lo único que pensé cuando me bajé en mi
piso- Pero la verdad es que al llegar a casa me encontraba cagada del susto y me dió
miedo quedarme sola en el apartamento ese día; cuando me iba a acostar tenía miedo de
dormir con la puerta abierta, entonces la cerré para no tener que mirar al vacío en caso de
despertarme en medio de la noche. Ya hoy no estoy segura de que lo que vi fuera real pero
siento que le vi la cara, y era una cara triste y fea, muy fea y despeinada, de esas caras tan
feas que uno las borra de su mente por el puro trauma que provocan.

Y finalmente me desperté.

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