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En nuestra humilde opinión, basta con detenerse a leer un estudio llamado la paradoja de
la igualdad para entender cómo tanto el hombre y la mujer desempeñan un determinado
trabajo por una elección personal y no por influjo de una superestructura que conspira
contra nosotros mediante “techos de cristal”. La desigualdad es consecuencia de la
libertad y por ello la valoramos. Volviendo al tema de la educación… El rezago educativo
por el anquilosamiento de las instituciones educativas tiene mucho que ver con la
evolución de la mentalidad social. Es decir, qué tan abierto esté un país a nuevas ideas se
debe a una razón multifactorial, o sea, no depende de uno, sino de muchos factores, estas
pueden ser culturales, socio-económicas o políticas. Por tal motivo, estamos convencidos
de que la pedagogía de Fröbel no arraigó con suficiente fuerza como para implantarse por
las siguientes causas que detallaremos a continuación. Una de las principales críticas que
se le achacó a dicha escuela es que era una escuela para señoritos, que, de tan caras, eran
inviables. La mayoría prefería recurrir antes al sector privado que al sector público. Se
antepuso lo práctico a lo sofisticado. Un ejemplo son las escuelas de amigas: espacios
femeninos de instrucción que promovían las buenas costumbres y habilidades como
aprender a contar, a sumar y a leer. Fue debido a una ausencia de sistematicidad que
dichas escuelas prosperaron frente a las escuelas inspiradas en el modelo fröebeliano. En
síntesis, los jardines de infancia nacen como respuesta a una emergencia social que, a
diferencia del resto de Europa, tuvo menor calado en España y esto terminó acentuando
lo educativo frente a lo instructivo, importando teorías y métodos y, definitivamente,
adoptando los modelos más novedosos. Por último, aunque no menos importante, nos
gustaría establecer un paralelismo con el presente. Si hacemos memoria, el momento
histórico en que sucede todo esto, España se encontraba en un punto de inestabilidad
política. El siglo XIX en España fue un período terriblemente convulso políticamente:
Guerra de Independencia (1808-1814), Reinado de Fernando VII (1814-1833), Sexenio
absolutista (1814-1820), Trienio liberal (1820-1823), Década ominosa (1823-1833),
Regencias (1833-1843), Regencia de Espartero (1840-1843), Década moderada (1844-
1854), Bienio progresista (1854-1856), Bienio moderado (1856-1858), Gobiernos de la
unión liberal (1858-1863) ... Y así hasta final de siglo. Desde 1970 ha habido 9 leyes de
educación distintas en España: LGE (1970), LOECE (1980), LODE (1985) LOGSE
(1990), LOPEG (1995), LOCE (2002), LOE (2006), LOMCE (2013) y LOMLOE (2020).
En resumen, una proliferación de leyes abrumadora. La educación, desafortunadamente,
es una prolongación de la política y como tal, está supeditada a los cambios de la misma.
Cuando un partido gana las elecciones, el principal flanco es la educación; hacen y
deshacen las leyes educativas de acuerdo con la narrativa del partido en posesión y esta
perversión termina resultando en la imposibilidad de gestionar correctamente el itinerario
escolar de los alumnos, pues cuando se cree haber sentado unas bases, estas se disuelven
como aire. Cuando España trató de modernizar su sistema educativo mediante la adopción
de nuevos modelos, la inestabilidad política supuso un obstáculo que, si bien no fue
determinante, supuso una pesada losa en su realización. Podemos afirmar que los jardines
de infancia sirvieron para abrir la mentalidad del español de la época y contemplarlo como
una visión alternativa de la educación. Actualmente en España existen muchas escuelas
de distintos métodos como Montessori o Waldorf, entre otras. Acaba siendo cuestión de
tiempo y de evolución que las ideas permeen entre las distintas capas de una sociedad
para poder adoptarlas con naturalidad.