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La brujería en México en pleno siglo XXI, aún continúa existiendo.

En los pueblos Indígenas más aislados,


la tradición antigua contiene pocos rasgos de las influencias extranjeras, aunque algunos de los elementos
españoles, han sido re elaborados, formando parte de ella; entre los mestizos rurales las ideas mágicas de
una y de otra cultura, se presentan de manera más evidente, e inclusive en las áreas urbanas se pueden
observar muchas manifestaciones del pensamiento y actividades mágicas que son una mezcla de ambas
tradiciones.

En México, muchas de las prácticas de brujería y hechicería provienen del mundo indígena mesoamericano.


El cristianismo colonial no sólo convivió con las creencias de procedencia indígena, sino que, yendo mucho
más allá, se fusionó. En muchos aspectos quedó re interpretado y traducido localmente como un
cristianismo de corte agrícola, nutrido y vivido desde el horizonte cultural indígena.

Muchos elementos que hoy se engloban en la categorización de brujería, hechicería y magia, en México,


provienen de la influencia cultural africana que, a partir del arribo de esclavos negros, especialmente en
Veracruz, Campeche, Chiapas y Tabasco, dio origen a la influencia cultural en México de ciertas
concepciones mágico-religiosas provenientes de África, tales como que todos tenemos un alma o principio
vital, el vudú, entre otras. Dando lugar a nuevas manifestaciones culturales y religiosas, tales como
la santería.

La fe de las personas en aspectos sobrenaturales hace que busquen una respuesta a sus preguntas más
internas a través de la lectura de cartas, de café, de tarot, de la mano, del cigarro, y obtener una solución
favorable a sus problemas de amor, dinero, celos, mala suerte, desempleo, etc.

Existen quienes toman muy enserio estas prácticas, así como charlatanes que cobran fuertes cantidades
por ayudar a la gente sus males físicos y espirituales y que es más psicología que brujería la que engancha
a la gente porque se necesita ser muy observador.

Por un lado, está la creencia, pero por otro lado hay historias, relatos, leyendas y anécdotas de personas
que han vivido en carne propia, los efectos y experiencias con estas personas, aunque, en muchos casos,
también es relacionado con lo paranormal, con lo inexplicable y hasta se acredita, que estas, son el medio
de contacto, con entes aberrantes y demonios con obscuras intenciones.

La palabra purépecha Sïkuákua, sirve para designar la hechicería. De acuerdo al antropólogo


michoacano Pablo Vázquez Gallardo, la hechicería que practican los pueblos indígenas, se
concreta en: "el poder que tienen ciertas personas para enfermar o matar a un individuo,
adivinar el pasado, el presente y el futuro de cualquier persona, curar o producir enfermedades
e inmunizar a la gente contra hechizos". Los Sïkuákuchas, son aquellas personas que arreglan
y deshacen matrimonios, así como reúnen de nueva cuenta a las personas que siendo casadas
han estado algún tiempo separadas, transmiten la buena suerte, saben secar cualquier planta,
se transforman en tecolotes o lechuzas, cuervos y otros animales, se vuelven invisibles y
pueden volar si lo desean, dominan a los espíritus buenos y malos y se dan cuenta cuando la
gente trama algo contra ellas. El hechicero debe estar dispuesto a no ir a la gloria una vez
fallecido, sino al país de los muertos, a causa de seguir las normas de la hechicería y hacer
contacto con seres sobrenaturales, obscuros y malvados.

¿Qué podemos rescatar de esto? Simple, nuestro entorno aun hay personas que practican esto
y que, si no lo hacen, buscan a estas personas para que les realicen trabajos, para dañar a
quienes en un pasado les hicieron algo, por muy mínimo que sea, buscan dañar a su prójimo.
Y aquí quiero mencionar que, estas practicas son aberrantes e inmundas. Ya que se necesita
estar enfermo, para dañar a otras personas. Séase como lo describo o no, la hechicería o la
brujería, es algo persistente en nuestra época, y que, de seguro, seguirá por muchos años
más…

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