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Enrique Jordá *
La lengua mojeña ignaciana se habla en la provincia de Mojos del departamento del Beni, a unos 70 kilóme-
tros a la redonda de la ciudad de San Ignacio de Mojos. Las comunidades donde se habla extensamente son
San Ignacio con gran porcentaje de población ignaciana, unas 20 comunidades rurales y en muchas estancias
ganaderas. Los hablantes actuales son unos 5.000.
Sociológicamente, San Ignacio es hoy la más representativa de las antiguas Misiones de Mojos, por con-
servar, como ningún otro, su semblante de pueblo indígena mojeño, su orgullo de serlo, su organización y
espiritualidad, su belleza festiva, su templo misional restaurado, su cabildo muy representativo, su archivo
musical grande, su coro musical y sus conjuntos de bailadores tradicionales así como su Escuela de Música,
todo ello en el mismo lugar de sus abuelos y con presencia mayoritaria. Hasta tal punto que el 5° Encuentro
Internacional sobre Preservación del Patrimonio Histórico y Urbano del Oriente boliviano Territorio de Mojos y Chi-
quitos (San Ignacio 1997) y, con aval de especialistas historiadores, arquitectos, antropólogos y, lo declaró
como “capital espiritual de los pueblos misionales jesuíticos del cono sur de América” (Ruíz H. 1998: 186).
Retrocesos fuertes de la extensión del habla de 1987 a 2007. Causas: papás hablan en castellano para que lo
aprendan bien sus hijos, y abuelos hablan castellano para entenderse con sus nietos. Por otro lado, la escue-
la en castellano, por no conseguir ítemes para un estudio bilingüe y bicultural, con lo cual el avance de las
posibilidades culturales y lingüísticas depende de cada profesor concreto. De ello viene un desinterés en el
idioma de los abuelos. Asimismo, los medios de comunicación social en el idioma local son limitados frente
a la avalancha de los recibidos en castellano; mucha migración de familias a ciudades.
* Teólogo especializado en cosmovisiones, historia, lenguas, diálogo interreligioso, luchas por identidad y territorios de indígenas
de Bolivia. Ha compartido muchos años entre enseñanza universitaria y presencia en Pueblos Originarios andinos, mojeños y
guaraníes. Su estadía de 1984 a 2004 entre pueblos mojeños ha marcado y enriquecido profundamente su vida. Su estudio sobre
la lengua mojeño-ignaciana (familia arahuaca) sumamente calificativa y creativa es un homenaje hacia ella.
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El cacique del pueblo, junto a las otras autoridades indígenas, inaugura los festejos de julio
(Foto Manuel Seoane 2011).
Progresos notables en la estima del propio idioma: nueva toma de conciencia de ser un pueblo indígena
específico con una lengua hermosa, muy rica y creativa (que avanza rápidamente y se va separando de los
idiomas hermanos); organización de centrales y subcentrales regionales mojeñas, que retoman el idioma
para sus reuniones y conversaciones; luchas por la defensa de tierras ante la entrada de ganaderos, empresas
madereras y piratas de la madera, Marchas por el Territorio y la Dignidad desde 1990, en defensa del patri-
monio de los abuelos, y concesiones oficiales subsiguientes – aunque lentas y laboriosas – de TCO (Tierras
Comunitarias de Origen) de parte del Estado boliviano (Ávila 2006: passim). El ignaciano, hoy por hoy, es
una de las 36 lenguas declaradas oficiales en el país. Existen, además, avances en la formación académica de
jóvenes indígenas a nivel bachillerato, profesores normalistas, técnicos especializados y profesionales univer-
sitarios, lo cual les abre conocimiento y aprecio; orgullo étnico y sentirse ciudadanos de primera clase con la
En el achivo musical se trabaja en la restauracion de las obras (Foto Manuel Seoane 2011).
Mojeño Ignaciano 23
subida del MAS al poder a finales del 2005. Por otro lado, una influencia renovada reaparece por el uso de la
lengua en la liturgia de sus comunidades cristianas, en emisoras de radio locales, en publicaciones bilingües
de textos culturales, históricos, pedagógicos, legales, sin descartar, por supuesto, el apoyo de las dos grandes
gramáticas ya citadas, en vistas a estudiar y conocer técnicamente el propio idioma.
La opinión más escuchada en la zona es que, hace unos miles de años, salieron del sur asiático, ¿de Indonesia,
pasando por Mongiolia? (ambos rasgos se mantienen como característicos en tipo de cara), entrando por el
Estrecho de Bering, bajando hacia Centroamérica y Caribe, de donde unos grupos arahuacos se esparcieron
por Colombia, Ecuador, Perú hasta Tiwanaku en Bolivia, y el otro, por las Guyanas, Venezuela, cruzando el
Brasil y llegando a Mojos.
Los estudios de carbono 14 evidencian la presencia arahuaca en Mojos desde hace unos 2000–1500 años.
Con fama de arquitectos, crearon una gran ‘cultura del agua’, organizada a base de interconexiones a través
de innumerables e ingeniosos terraplenes, lagunas, lomas, canales artificiales; fertilizaban las tierras de culti-
vo con el tarope (nenúfar) y conseguían un riego lateral por medio de acequias cada tres o cuatro metros de
terraplén; cultivaban la yuca (mandioca) y amaranto, entre otros alimentos; el pescado lo conseguían de las
lagunas, y los animales en los terraplenes …). Trabajos tan serios hicieron llegar otros pueblos y lenguas a la
zona, como mano de obra; eso explicaría tantas familias lingüísticas diferentes en tan poco espacio geográfico
(ver Lee 1979, 1996; Denevan 1980; Erickson 1980; Pinto Parada 1987; Romero & Pastó 2003).
El gran parecido de figuras y de rituales con los de Centroamérica (Guatemala especialmente) hace
pensar en una convivencia común, de la que fueron expandiéndose hace tres o cuatro milenios, hacia el sur
(Pacífico, Andes y Llanos, del Continente). Es la tesis del gran historiador de las civilizaciones americanas,
Raphael Girard, que habla del “nudo gordiano en la prehistoria americana” en tierras mayas. (Girard 1976,
vol. I, 561–580): “Sólo la combinación de los factores históricos, antropológicos, culturales, geográficos y
ecológicos, con abundancia de plantas silvestres comestibles, determinó el nacimiento de la civilización en
el Nuevo Mundo. Estos factores, en conjunto, sólo se encontraron reunidos en el área maya del Pacífico”
(1976, vol. I, 571).
Como mencioné antes, la lengua mojeña ignaciana no existiría como es ahora, sin la organización de
pueblos misionales mojeños del tiempo de la colonia. La lengua de los morocosíes, primer pueblo que contac-
taron los jesuitas a su llegada al actual Beni, se privilegió como lengua común de las misiones de los llanos
centrales de Mojos. San Ignacio se creó con unas 17 etnias diferentes, pero, según las crónicas, seis de ellas
hablaban “lengua moja corrupta”. Sobre la lengua común tomada como base, las variantes de las seis formas
mojeñas del lugar, y los otros idiomas de sus habitantes, fue naciendo una lengua hija, de la misma estructura
que sus tres hermanas antes citadas, pero que fue distanciándose de ellas paulatinamente.
La lengua mojeña ignaciana pertenece al tronco común Mojo, lengua moja antigua, de la extensa familia
lingüística arahuaca, aprendida por los jesuitas en el primer pueblo misional fundado en 1782 y tomada
por ellos, en los siglos XVII–XVIII, como base de comunicación oficial de cuatro Pueblos multiétnicos con
fuerte base mojeña (Loreto, Trinidad, San Ignacio y San Javier). De ellos – fruto de la convivencia de pue-
blos mojos con otras etnias dentro de cada Pueblo Misional – han derivado las cuatro lenguas hijas mojeñas
actuales: loretano, trinitario, ignaciano, javeriano.
La familia lingüística arahuaca es la familia con más lenguas en Sudamérica. Esta posee un sistema gra-
matical inconfundible; se ha ido casando con los pueblos por donde convivió y se ha ido diversificando de tal
modo que posee pocas raíces léxicas comunes. Extendida aún hoy por América Central (Belice, Guatemala,
Honduras, Nicaragua), y por Sudamérica (Bolivia, Brasil, Colombia, Guyana, Guyana francesa, Perú, Su-
riname, Venezuela y, en ciertos aspectos, Argentina y Paraguay), recibe diversos nombres, según latitudes:
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arauca, aruá, maipure, y para las lenguas más al sur las llamó también von den Steinen ‘nu-arawak’ (del Rey
Fajardo 2002: vi), en referencia al pronombre personal nu-/nuti de primera persona singular.
El ‘intuidor’ de esta gran familia lingüística es el jesuita italiano P. Felipe Salvador Gilij (1748–1767),
misionero del Orinoco y expulsado de allí con sus compañeros jesuitas por decreto del rey Carlos III de
España. Él conoció la lengua moja por una gramática (hasta hoy perdida) del jesuita P. Juan Manuel Iraizos
(Cochabamba 1730 – Roma 1796), misionero de Mojos y también expulsado de esa Misión por Carlos III,
al que conoció en el exilio, y hace grandes alabanzas de su belleza y riqueza (Gilij 1781: 183–297; ver Jordá
2003: 172). Otro admirador de la lengua moja es el famoso catalogador de lenguas americanas, Lorenzo
Hervás y Panduro, que en el siglo XVIII la recoge y comenta (1800–1805).
La lengua moja cuenta desde el s. XVII con gramáticas preparadas por jesuitas (principalmente Julián de
Aller, Pedro Marbán, Juan Manuel Iraizos). La gramática de Marbán (1701) es la única que llegó hasta hoy,
mientras que las demás las conocemos sólo por referencias. La apreciación de esta lengua varió mucho desde
aquellos tiempos hasta la actualidad.
Para Marbán (s. XVII–XVIII), jesuita español fundador de la Misión de Mojos, no es lengua sabia, por
distanciarse tanto del latín; en el ofrecimiento de su Arte de la lengua moxa (1701) a Melchor Portocarrero
Lasse, capitán general de la Nueva España, le habla de su esfuerzo lingüístico en “la intratable dificultad del
bárbaro idioma” y del “confuso laberinto de voces tan bárbaras”.
En cambio, Felipe Salvador Gilij (s. XVIII), jesuita italiano misionero en el Orinoco, que conoció la
lengua moja a través de la conversación y gramática del P. Iraizos, jesuita cochabambino de la Misión de
Mojos, toma muy en cuenta esta lengua moja y hace elogio de su belleza y grandeza. El lector interesado
puede acudir a su Ensayo de historia americana (1782), para hacerse cargo de lo que afirmo. Aquí sólo sugiero
sus aportes al respecto. Apéndice II: ‘De las más famosas lenguas americanas’: pp.183–320: Parte I. ‘Extracto de
las varias lenguas americanas’: pp. 183–224, en su capítulo IV ‘De la lengua de los mojos’, le dedica con alabanzas
las páginas 199–203; Parte II. ‘Reflexiones sobre las lenguas americanas’: pp. 225–320, en su capítulo VI ‘De la
belleza de las lenguas americanas’: pp. 240–320, cita la lengua moja: p. 241. En el capítulo VII ‘De los defectos de
las lenguas americanas’: pp. 244–250, cita para ellas la falta de números altos, cosa que justifica diciendo que
no eran sociedades con una vida tan complicada como para largas cuentas. Finalmente, en el capítulo XVI:
‘Catálogo de algunas lenguas americanas para hacer una comparación entre ellas y con las de nuestro hemisferio’, entra,
en su Catálogo IV: pp. 293–297, la lengua moja, que relaciona el autor con la maipure (del Orinoco), y da una
lista de palabras mojeñas firmada por Iraizos (Gilij 1965; ver Jordá 2003: 172).
El abate D. Lorenzo Hervás y Panduro, en su Catálogo de las lenguas de las naciones conocidas … (1800–
1805), recoge en el vol. I, tratado I, cap. IV. ‘Lenguas de las naciones del Perú’, cita, entre las 30 principales y
en sexto lugar, la moja, después de las lenguas quechua, chanca, aimara, yunca (mochica) y puquina. Y tras
la moja, cita otras cuatro lenguas mojas: mure, moque, baure y paicona. Todavía en su lista del antiguo Perú
añade otras 12 lenguas del actual departamento del Beni en Bolivia. A la lengua moja le dedica 10 páginas:
idioma, ubicación, historia, pueblos misioneros … (Hervás 1800: 246–256; Jordá 2003: 173).
Aunque no deje de tener cierta validez el comentario de Marbán, a la luz de estos dos párrafos del gran
lingüista Jesús Olza Zubiri, gran estudioso y admirador, por otra parte, de la lengua moja, del cual hablaré
ampliamente en seguida y sobre el que fundamento especialmente los apuntes gramaticales de la segunda
parte:
El ignaciano parece al principio difícil por demasiado fácil: no hay casi preposiciones, no hay relativos,
no hay conjunciones subordinantes; verbos estativos y adjetivos son iguales; se verbifica con facilidad; es
difícil distinguir el verbo del adjetivo, faltan nexos hipotácticos, es difícil entender el régimen; la misma falta
de ‘forma’ hace que parezca demasiado informe, que uno no encuentre la estructura o secuencia que debe
seguir. Cuesta entender la verdadera forma interior del lenguaje ignaciano.
Mojeño Ignaciano 25
El idioma ignaciano le parece, al principio, a uno que viene de fuera, un idioma falto de vertebración, sin
pautas claras. La falta de textos escritos hace difícil la obtención de estadísticas. Toda lengua es económica o
parsimoniosa en el empleo de los recursos de que dispone; con un número limitado de fonemas, de sílabas, de
palabras, de morfemas, y de reglas, tiene que expresarlo todo. No es extraño que, a veces, haya ambigüedades
que el contexto lingüístico, el entorno y la situación comunicativa concreta van disipando (Olza et al. 2004:
587–595: la síntesis de ideas es mía; la repito luego).
Ya en el siglo XX, cito solamente a Rogers Becerra Casanovas, en su obra De ayer y de hoy. Diccionario del
idioma moxo a través del tiempo (Becerra 1980), sumamente interesante para ver cómo han ido evolucionando
los idiomas hijos mojeños, a partir de la lengua moja madre estabilizada y divulgada por los jesuitas en el Mo-
jos colonial. El autor pone la misma palabra en columnas paralelas, haciendo ver coincidencias y divergen-
cias. Tiene sí un fallo: no conocía él mismo estos idiomas y se fió de lo que le contestaba la gente; y no basta
con preguntar, por ejemplo, cómo se dice cabeza (= chuti, común en todos estos idiomas), porque la gente le
responderá nuchuti ‘mi cabeza’ o pichuti ‘tu cabeza’ …, por lo que parecerán palabras diferentes. Pero la obra
es de gran orientación, teniendo en cuenta este punto. A nivel de idioma hermano mojeño trinitario, hay dos
obras excelentes de Wayne Gill, Trinitario Grammar, y Vocabulario trinitario-castellano y castellano-trinitario;
importantes a la hora de comparar ambos idiomas actualmente.
Finalmente, a nivel mojeño ignaciano, están las dos grandes gramáticas sobre las que se basa el estudio
gramatical que presento:
El Diccionario ignaciano y castellano con apuntes gramaticales, de Willis Ott y Rebeca Burke de Ott (1983: 3),
del que extraigo mucho de su breve y lograda síntesis gramatical. Dicen sus autores que “la lengua ignaciana
es un idioma hermoso, muy útil para expresar los deseos y aspiraciones de los que la hablan”.
Y la obra monumental que abre perspectivas sin fin a la profundidad de este idioma, Gramática moja-
ignaciana (morfosintaxis), de Jesús Olza Zubiri, Conchita Nuni de Chapi y Juan Tube (2004). Es imposible
hacer aquí un semblante de esta obra de 1.040 páginas de un gran lingüista especialista en idiomas arawak o
arahuacas y en otros de la zona del Orinoco y autor de otras gramáticas de esos idiomas, y de sus dos cola-
boradores ignacianos de gran perspicacia lingüística y gran cariño a su idioma. Sólo digo aquí que – en mis
años de convivencia a su lado – fui viendo a Jesús Olza cada vez más admirado y cautivado por la creatividad,
belleza, armonía, riqueza e inmensa capacidad clasificatoria que posee este idioma, y por la sabiduría de sín-
tesis mental que supone en los que lo hablan.
2.1. Fonología
Hay cuatro vocales principales en ignaciano. La [e] tiene un alófono [ɛ], caso muy singular en esta lengua:
se da sólo en el singular del vocablo meme [mɛmmɛ] ‘mamá, señora’. No se grafica, pero abre la primera e y
redobla la m que le sigue.
1 NB. En esta exposición sigo de forma muy resumida y elemental las dos excelentes gramáticas modernas de la lengua ignaciana:
la de Ott & Burke de Ott (1983) y la de Olza et al. (2004). Trabajé indistintamente con ambas gramáticas. Los cuadros de sín-
tesis de afijos son de Ott & Burke de Ott. La mayoría de perfiles y ejemplos son del Olza et al. Olza tiene en mucho el trabajo
de la primera, y profundiza y aclara a fondo muchos rincones del idioma, aunque sabe que hay mucho aún por avanzar, pese
al monumento que lega el pueblo ignaciano. Ambas obras trabajan a nivel de morfosintaxis, por el modo de ser de la lengua, y
en ese nivel me muevo igualmente. Imposible reducir a síntesis tan breve obras tan excelentes. Pero sirva el presente escrito, al
menos, para abrir el apetito de los lectores.
2 Nota de los editores: Hemos añadido glosas gramaticales a este esbozo gramatical y asumimos toda la responsabilidad por
cualquier error o malinterpretación de los datos [MC&PM].
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Cuadro 1
Vocales
Cuadro 2
Consonantes3
Una palabra puede llegar a tener hasta unas catorce sílabas, contando con prefijos y sufijos. Se da el diptongo.
Hay palabras que tienen un ‘corte’, como una pausa entre sílabas; dicho ‘corte’ se expresa con el signo < ’ >.
Cada palabra tiene su raíz propia. Hay palabras prefijables (se indican con un guión al comienzo) y no
prefijables. Las prefijables llevan siempre prefijo inicial, normalmente pronombre personal apocopado. Se
dan clasificadores en forma de prefijos (clf-) y/o sufijos (-clf).
2.1.3. El acento
Normalmente el acento cae en la segunda sílaba de la palabra, contando de izquierda a derecha. En casos
excepcionales el acento cae en la primera sílaba de la parabra (en palabras con más de tres sílabas).
La ortografía aceptada por el pueblo mojeño hoy, y la que se emplea en los escritos y publicaciones locales es:
Vocales:
i, e, a, u
Consonantes:
ch, j, k, l, m, n, ñ, p, r, s, sh, t, ts, v, w, y, ’ (apóstrofo)
La <d>y la <f> se emplean muy contadas veces, y siempre como préstamos de vocablos castellanos mo-
jeñizados. La <x>se usa sólo libremente para escribir indistintamente Moxos-Mojos y moxeño-mojeño.
En los últimos años, el mismo pueblo mojeño-ignaciano, en diálogo con un equipo de lingüistas y den-
tro de una renovación de la escritura en muchas lenguas originarias de Bolivia, tomó la decisión de revisar la
selección de sus letras y el significado de ellas. Una de las decisiones tomadas es la sustitución de <h>por < ’
> (apóstrofo), cuando hay corte dentro de un vocablo (ejemplo: pahi pasa a pa’i); lo cual facilita la lectura, al
quedar más clara la palabra a leer, sobre todo cuando se da el caso en palabras largas (por prefijos o sufijos)
que llegan a tener 14 sílabas.
Anteriormente se usó en Mojos:
• en la escritura de los Pueblos misionales:
vocales: a, e, i, o, u
consonantes: b (con sonido de w), c, ch, h (corte entre sílabas, como apóstrofo), j, l, m, n, ñ , p, q, r, s,
t , v, x, y, z (con sonido de ts)
En las gramáticas coloniales mojeñas, se empleó la <c>con sus secuelas castellanas: con sonido k ante las
vocales fuertes (a–o-u), y con sonido s ante las vocales débiles (i–u); la <b> para todo sonido w; y la <z> para
el sonido ts. Con variantes se mantuvo esta escritura siglos para la lengua mojeña antigua y para sus cuatro
lenguas modernas que llevan el nombre de los pueblos misionales donde crecieron y evolucionaron hasta la
actualidad (loretano, trinitario, ignaciano y javeriano).
• en la escritura de los siglos XIX y XX
vocales: a, e, i, u.
consonantes: c, ch, h, j, m, n, ñ, p, qu, r, s, sh, t, ts, u, v, x, y. La h como apóstrofo para cortar en medio
de una palabra.
Las dos excelentes gramáticas modernas de la lengua moja ignaciana – Ott & Burke de Ott (1983) y Olza
et al. (2004) – usan esa misma grafía.
En gramáticas y diccionarios, las palabras prefijables se indican con un guión (-) antes de ellas; ello su-
pone ya que exigen un prefijo nominal para su empleo. El corte dentro de una palabra, cuando se da, viene
expresado por el signo apóstrofo < ’ >. El acento, según arriba indicado. Se suelen usar los signos de interro-
gación y de admiración al comienzo y final, como en castellano (¿? ¡!).
El mojo sigue hoy la propuesta de Olza et al. para lenguas arahuacas, respecto a acento gráfico, presupo-
niendo que el acento tónico recae normalmente en la segunda sílaba:
“Las palabras monosílabas no se acentúan. Tampoco las bisílabas, y son tónicas en la primera sílaba, leyendo de
izquierda a derecha. Las palabras de tres o más sílabas suelen ser tónicas en la segunda sílaba, siempre contando de
izquierda a derecha, y no llevan tilde o acento gráfico. Si una palabra de tres o más sílabas tiene la primera sílaba
tónica, lleva tilde en esa primera sílaba” (Olza et al. 2004: 9).
En resumen: sólo lleva acento gráfico una palabra si tiene tres o más sílabas y su acento tónico recae en
la primera sílaba.
Hay en el ignaciano verbo, nombre sustantivo, adjetivo, un elemento demostrativo que funciona como artí-
culo, varias clases de pronombres, adverbios, conectivas, interjecciones, clasificadores, etc.
Género y número tienen su modo peculiar de formarse. Respecto a género, no existe concordancia,
porque no hay variación de forma, pero sí hay clasificadores afijados.
Los términos de una frase cobran su sentido pleno recibiendo prefijos y sufijos. Una palabra puede ver-
balizarse o sustantivizarse.
Los adjetivos se dividen en dos grupos grandes: 1) particulares determinados: los demostrativos de lugar
y otros; muchos adjetivos pueden funcionar como explicativos y restrictivos; y 2) generales.
28 LENGUAS DE BOLIVIA
Los verbos son difíciles de identificar, porque cualquier palabra se puede verbificar. Hay una forma básica
del verbo, que suele llamarse presente-pasado, y una variedad de formas prospectivas (de modalidades de
futuro); pero no hay la contraposición entre tiempos de la narración (básicamente entre pretérito imperfecto
y pretérito perfecto), ni tiempos del comentario (antepresente, presente y futuro): no hay prácticamente re-
trospectivos, tal vez con la excepción de -ni, que indica algo que fue y ya no es ni podrá ser. Por cosmovisión,
se vive en un tiempo primordial u originario que siempre fluye y se renueva, en el ‘todavía y siempre de la
cotidianidad’: todo englobado en la ‘presencia’ que no hay que confundir con ‘presente’ en cuanto contra-
puesto al ‘pasado’ (delante) y al ‘futuro’ (detrás). Hay verbos intransitivos, transitivos, y verbos con varios
complementos.
2.4. Morfosintaxis
El ignaciano tiene dos rasgos tipológicos que resaltan: su caracter estativo-activo y su sistema para marcar
posesión.
La clasificación de los idiomas se basa en el tipo de verbos y de la relación del verbo con los elementos
de la oración (sujeto, complemento directo, indirecto y circunstancial). Además, desempeña la relación del
nombre poseído con su posesor un papel. Desde la década de 1980 se clasifican las lenguas en tres grupos:
• nominativas-acusativas, como latín y castellano
• ergativas, como vasco, algunas lenguas caribes y chibchas
• activo-estativas
La lengua moja ignaciana es – según Olza et al. (2004: 993–999) – estativo-activa. Los sufijos personales
indican el último elemento estativo de la proposición. Y da estas razones para confirmar su postura:
a) Distingue tres clases de verbos: transitivos (activos), intransitivos activos, intransitivos descriptivos o
estativos (no activos). Los intransitivos descriptivos o estativos comprenden varios tipos de verbos:
Los verbos estativos nunca llevan las sílabas temáticas -ka (o su alomorfo -s), ni -’a, ni -cha (exclusiva de
verbos transitivos que son siempre activos). Los verbos estativos se dividen en dos grandes grupos:
Mojeño Ignaciano 29
Todo verbo que en su forma simple o compuesta lleva alguna de las sílabas temáticas -ka, -’a, -cha es
activo.
b) Los sufijos pronominales de primera y segunda persona tanto del singular como del plural (-nu,
-vi, -’avi, -’e) indican siempre elementos no activos. Esta lengua carece de sufijos personales de tercera
persona, como acontece en otras lenguas activo-estativas. El verbo mojo tiene con frecuencia un prefijo
personal (que indica el momento activo) y el sufijo personal (que indica el momento estativo):
(5) pí-jara-ka-nu
2sg-dar-tem-1sg
‘dame’
c) También es estativo el sufijo -ru/-re (participio nominalizador), incompatible con cualquiera de las sí-
labas temáticas activas arriba indicadas. En cambio el sufijo -pana (que indica movimiento) es siempre
activo. Lo mismo el sufijo -ra’i (comparativo, ‘tan’):
(6) nu-ni-pana 4
1sg-comer-moc
‘voy a comer’
d) Otro rasgo que los autores consideran característico de las lenguas activo-estativas es que carecen de un
cuerpo de adjetivos diferenciados. Y en ignaciano no hay prácticamente contraste alguno entre adjetivos
prefijables y verbos estativos.
e) En las lenguas activo-estativas hay con frecuencia dos clases de sustantivos: los que indican animado
(persona, animal, planta) y los que indican inanimado. No se da en ignaciano esa distinción, sino entre
lo humano (ma-, ñi-, su- en singular, na- en plural), y lo no humano (-ta en singular y plural).
f ) Como en las demás lenguas activo-estativas, en ignaciano existen nombres siempre poseídos (inaliena-
bles) que indican una visión orgánica del cuerpo y de la familia, y nombres no poseídos o no siempre
poseídos (alienables). Se dan, junto a prefijos personales, prefijos privativos, posesivos, de abundancia
(Olza et al. 2004: 992–999).
Casi nunca una lengua presenta un tipo puro. Resulta muy interesante constatar sus rasgos de lengua
nominativo-acusativa y de lengua ergativa. Olza da una serie ellos, y remitimos a su obra para mayor concre-
ción (Olza et al. 2004: 997–999). Su conclusión general llega a lo ya afirmado arriba: los rasgos dominantes
de la lengua moja son de lengua activo-estativa.
El segundo rasgo tipológico importante del ignaciano es la posesión. La peculiaridad de la lengua moja
antigua y actual en sus variantes (y que comparte con unos pocos idiomas americanos) es lo que y Olza llama
“nombre del poseedor”, y que en mojeño va, al mismo tiempo, delante y detrás de la cosa poseída:
4 Con sustantivos, pronombres personales, adverbios, y adjetivos hay un sufijo homófono -pana que significa ‘adicional, más’
(véase Ott & Burke de Ott 1983: 49 y los ejemplos en (106) y T5 en la sección 3.3).
30 LENGUAS DE BOLIVIA
En una tipología simple de las lenguas, podemos llamar ‘A’ a las lenguas con posesor sin afijos delante
del poseído; ‘B’ a las lenguas que tienen el posesor sin afijos después del nombre poseído; y ‘C’ a los pocos
lenguajes americanos que son mixtos y tienen la posesión quebrada; entre éstos está la lengua moja: tiene un
marcador personal delante del posesor, y un sustantivo (pronombre personal íntegro = no prefijable) o un
nombre propio o común después de la cosa poseída.
La lengua moja se ve que ha sido una lengua de tipo ‘A’ (con posesor sin afijos delante del poseído, y sí
detrás de él); pero junto a ese tipo básico ‘A’, hay elementos de tipo ‘B’ que cobran más y más fuerza en la evo-
lución del idioma; por otro lado, han aparecido preposiciones y conjunciones (algo propio del tipo ‘B’, pocas
por ahora; las preposiciones tienen con frecuencia el valor de posposiciones al llevar un marcador personal
al llevar un marcador personal (algo propio de las lenguas tipo ‘A’) (Olza et al. 2004: 972–982).
Hipótesis históricas. Es difícil reconstruir la historia de esta lengua. Pero Olza intenta algunas hipótesis
que, si ayudan a saber qué pasó, pueden ayudar a entender mejor el estado actual del idioma.
i) Se puede pensar que, en una etapa anterior, la lengua madre tuvo rasgos de lengua incorporante: a una
raíz siguen cadenas de sufijos en cantidad variable, sufijos que forman secuencias que varían de un idioma
arawak a otro. ii) Podemos suponer que, en un estadio anterior, habría concordancia y algún tipo de régimen,
pero no palabras que sirvieran de enlace o nexo: suponemos que no existieron ni preposiciones ni conjuncio-
nes. iii) Podemos imaginar que los sustantivos, adjetivos y verbos mojos eran palabras formadas por raíces,
seguidas de sufijos que se relacionaban directamente con sus complementos sin necesidad de nexos ni de
anunciativos.
Parece haber sido el mojo una lengua pospositiva de palabras que establecían directamente relaciones con
otras palabras sin estar unidas con ellas por medio de enlaces prepositivos o conjuntivos. Había tenido sólo
predicados.
De unos demostrativos, que no sabemos qué oficio cumplían, se derivaron los pronombres personales de
tercera persona: eta, ema, eñi, esu, ena (que funcionan como pronombres personales sustantivos o autónomos
y hacen de sujetos, complementos nominales y verbales); los artículos: eta/ta; ema/ma; eñi/ñi; esu/su, ena/na
(que funcionan como adjetivos y enunciativos) y los numerales: eta-, ema-, eñi-, esu-, ena- (que funcionan
como adjetivos portadores de componentes clasificatorios).
De su origen incorporante pospositivo sin nexos o enlaces se derivan los problemas que ofrece esta
lengua a los estudiosos: no nos acomodamos a la peculiar sintaxis de la subordinación; nos cuesta entender
la ausencia de nexos hipotácticos; nos cuesta aceptar que no haya pronombres relativos ni conjunciones su-
bordinantes o completivas, etc.
La lengua moja tendría sustantivos, y modificadores de los sustantivos (verbos y adjetivos). No partículas
de enlace. Éstas serían sus clases de palabras: los términos absolutos: siempre particulares y determinados:
pronombres personales, sustantivos absolutos (= no prefijables): nombres propios (vocativos o en función de
nombrar a alguien) y nombres generales no poseídos. Interjecciones, imperativos, insultos, exclamaciones,
etc. (que merecerían un estudio aparte).
La construcción sintáctica básica une un término general con un término singular. Siempre hay dos
miembros: uno dependiente y otro terminal: posesor particular terminal (ej.: nu-) + nombre poseído general
dependiente = frase posesiva. Los nombres poseídos son términos generales que llevaron marcadores perso-
nales contractos o los prefijos ka- (posesivo), ma- (privativo), si- (cuantitativo).
Muchos nombres normalmente poseídos se habrían vuelto absolutos y recibirían – al hacerse tales –
algún sufijo antecesor de los sufijos actuales absolutivos -ti (peti ‘casa’; isaniti ‘chaco’) o el -re. Al revés, los
nombres absolutos recibirían, para volverse relativos – algún sufijo antecesor de los actuales sufijos -ne o -ra.
2.4.2. El artículo
El artículo realmente es un elemento determinante que precede al nombre sustantivo y que tiene variación
de género y número. Tiene otras variaciones según el nombre al que acompaña y según quien lo emplee. Hay
una distinción entre el habla masculina y el habla femenina para el artículo masculino singular.
Mojeño Ignaciano 31
Cuadro 3
El artículo o determinante
Singular Plural
m:hm ema
ena …-(a)na
m:hf eñi
(-na cuando el nombre acaba en -a)
f esu
nh eta eta …-(a)na
Los artículos con frecuencia se apocopan y pierden la primera e-: esu/su, eñi/ñi, eta/ta.
Ejemplos del artículo con sustantivos humanos son (8a–d):
d. ena meme-ana
det:pl señora-pl
‘las señoras’
2.4.3. El sustantivo
El sustantivo se divide en dos clases: 1) de posesión inalienable (como por ejemplo partes del cuerpo). Requie-
ren un prefijo pronominal que indique la persona del posesor; ejemplo:
(10) nu-pena
1sg-casa
‘mi casa’
Muchos de estos sustantivos tienen otra forma no afijable, p.ej. peti ‘casa’.
2)
de posesión alienable. No aceptan prefijos:
(12) achanesamure
achane sámure
persona corazón
‘compasivo’
iii) una o dos raíces nominales, o un adjetivo, o el radical de un verbo transitivo o una raíz estativa + el
sufijo individualizador -kene:
(13) a. ichape-kene b.
tikisa-kene
grande-indv negro-indv
‘el grande’ ‘el negro’
(14) a. né-munaka-sare b.
ní-jarare-ru
1sg-amigo-nml 1sg-vender-nml
‘mi amigo’ ‘lo que tengo para vender’
v) el radical de un verbo transitivo o intransitivo, y el sufijo nominalizador -ra’i, o el radical de un verbo
transitivo y el sufijo nominalizador -kare:
(15) a. tépiya’i-ra’i b.
ti-ni-ka-kare
mentir-nml 3-comer-tem-nml
‘mentiroso’ ‘apto para comer, comestible’
vi) un verbo pasivo o estativo (o un sustantivo) y el sufijo -wa; se agrega a un sustantivo o verbo estativo,
para formar un sustantivo abstracto:
(16) ti-úrina-wa
3-ser.bonito-nml
‘belleza’
(17) ma-japanu-ra’a
priv-tener.lástima-nml.neg
‘sin lástima’
viii) el pronombre indefinido apana o ciertos pronombres personales o adjetivos, y el relativizador -ira:
(18) éma-ira-’i
3.m.hm-rel-prog
‘él siendo’
ix) una raíz nominal y el sufijo -reru ‘uno que maneja o cuida’ o -mare ‘uno aficionado a’
Afijos tales como -reru aparecen sólo con sustantivos. Otro ejemplo e este tipo es -tataji, -nawaji ‘de
porra’, que marca ‘despreciatvo’:
(21) ma-kiña-re
priv-atención-nml
‘uno que no presta atención’
xi) un verbo estativo, un adjetivo o una raíz nominal, y una raíz ligada:
(22) tamuku-mira
perro-cara
‘cara de perro’
(23) nu-jira-rapi
1sg-cantar-nml
‘mi canción’
(24) achene-kuru’a
camino-habitante
‘el que vive junto al camino, o que vive trajinando’
xiv) con nombre prefijable que recibe una segunda raíz nominal:
(26) a. awasare-ana b.
sáche-ana
pueblo-pl sol;día-pl
‘pueblos’ ‘días’
(27) tata-nave-ana
señor-afec-pl
‘señores’
34 LENGUAS DE BOLIVIA
2.4.4. El pronombre
Cuadro 4
Pronombres o demostrativos personales
Singular Plural
Libres Prefijados Libres Prefijados
1 nuti nu- viti vi-
2 piti pi- eti e-
3.m.hm ema ma- ena na-
3.m.hf eñi ñi- ena na-
3.f esu su- ena na-
3.nh eta ta- eta ta- … ana
3 (no especificada ni en ti- ti- … ana
género ni en número)
Posesión. En nombres prefijables, al nombre de la cosa poseída se le pone un prefijo que designa al po-
sesor (28a). La posesión escindida se expresa colocando un prefijo personal a lo poseído y un pronombre
personal inmediatamente detrás de lo poseído (28b):
En el ejemplo de (28b), la palabra que sigue al poseído pena ‘casa’ e indica al posesor puede ser un pro-
nombre personal entero (no prefijable) un nombre sustantivo, como en (29). Esta palabra que reduplica al
posesor concuerda totalmente con él:
En nombres no prefijables encontramos simple posposición del pronombre o bien un clasificador prefi-
jado con un prefijo personal:
Mojeño Ignaciano 35
En el cudro 5, se listan las tres clases de demostrativos que se distinguen en la lengua por la distancia con
respecto al hablante:
Cuadro 5
Demostrativos
c) posesivo: nuye’e ‘mío’, etc. Se usan también con sustantivos de posesión alienable y en frases prono-
minales locativas:
d) de lugar: te ‘hacia una cosa impersonal’; se ‘hacia ella’, etc. Cuando ocurre con un verbo sufijado con
-pa ‘punt’, la partícula te también puede tener el sentido de ‘cuando’ y con un verbo sufijado con -’ini
‘fru’ tiene el sentido de ‘si’:
Cuadro 6
Otros pronombres
2.4.5. El verbo
Cuesta, a veces, captar si una palabra es verbo o es adjetivo. Los verbos se dividen en tres clases: intransitivos,
transitivos, estativos/copulativos (véase la sección 2.4.1). Se clasifican también por su radical simple o compuesto.
Un prefijo pronominal que indica el sujeto es obligatorio en todos ellos. Además, se le pueden añadir uno
o más afijos modificadores (voz, orden, emotivo, número, modo, aspecto calificativo, cariño, reflexivo, etc.),
como se podrá ver en las secciones que siguen.
El verbo intransitivo simple se compone de raíz intransitiva y un sufijo temático según la clase de raíz:
En (37a) y (37b) se trata de raíces verbales prefijables; a continuación unos ejemplos de verbos intransiti-
vos con raíces no prefijables:
Mojeño Ignaciano 37
El verbo intransitivo compuesto se compone de una raíz transitiva, una intransitiva y un sufijo temático.
Antes del sufijo temático se puede dar reduplicación o triplicación de la última sílaba y el sufijo -ra (-re) (ite-
rativo), uno o más sufijos adverbiales; se pueden agregar al verbo varios afijos.
Verbo transitivo: p.ej. nu-wane-ka-vi ‘yo mando a ti’/‘yo te mando’, lleva un prefijo personal (nu-), la raíz de un
verbo transitivo (wane), la sílaba temática (-ka), un sufijo personal complementario (-vi). Los verbos transiti-
vos son todos prefijables y pueden llevar muchos sufijos.
El verbo transitivo simple se compone de una raíz transitiva y un sufijo temático determinado según la
clase de raíz:
(40) n-íma-’a
1sg-ver-tem
‘yo veo’
c. ve-pari-ka d. d. nu-ve-pari-ka
defac-costurar-tem 1sg-defac-costurar-tem
‘descosturar’ ‘yo lo descosturo’
b) un prefijo causativo ve-; é-; ími- ‘hacer’ y una raíz transitiva o intransitiva, seguida por un sufijo te-
mático:
(42) pi-ve-jia-ka
2sg-caus-abrir-tem
‘(tú) ábrela (puerta)’
c) la raíz ka ‘ser’, y una raíz nominal o un pronombre posesivo, resultando el sentido de ‘tener’, ‘estar
con’:
38 LENGUAS DE BOLIVIA
(43) nu-ka-ye’e
1sg-cop-pos
‘yo tengo’
d) una sola raíz transitiva o cualquiera de las expresadas en los párrafos a), b) y c) de este apartado, a base
de reduplicar la última sílaba de su raíz, una raíz ligada (rara vez dos), uno o más sufijos adverbiales:
(45) n-íma-rara-ka
1sg-ver-plur-tem
‘yo estoy fijándome en …’
Hay dos clases de verbos estativos simples. Todos suponen, como los anteriores, prefijo pronominal (sujeto)
más:
a) una raíz que indica estado o calificación (y equivale a los adverbios y adjetivos calificativos en muchos
idiomas). A la raíz, se agrega el prefijo pronominal ti-. Se le pueden agregar, además, varios sufijos:
b) una raíz que indica existencia (y equivale a los verbos de existencia en muchos idiomas); ejemplo:
(47) na-ka’e
3pl-cop
‘ellos están’
(48) a. ti-ka-pika-’u
3-caus-respetar-resp
‘es respetado’
(49) ti-si-wacha
3-cntv-pago
‘es mucho el pago (está caro)’
c) la raíz ka y una raíz intransitiva o estativa seguida de sufijo temático, resultando el sentido de ‘hacer’:
(50) nu-ka-ima-ka
1sg-caus-dormir-tem
‘yo hago dormir a otro’
Mojeño Ignaciano 39
(51) t-éku’a-samure
3-hambrear-corazón
‘tiene mucha hambre’
l verbo copulativo se distingue de todos los demás en que emplea un sufijo pronominal en vez de un prefijo,
para indicar el sujeto, y la raíz nunca es verbal.
a) un sustantivo, simple o compuesto:
(53) ajaira-nu
persona-1sg
‘soy varón’
(54) achichu-’avi-ri-pa
mañana-1pl-cmpl-punt
‘mañana estaremos’
c) un adjetivo:
(55) ichavika-nu
viejo-1sg
‘soy viejo’
La negación absoluta se forma a través de wa’i (precede al verbo), la negación relativa a través de wai-/wui- u
otro alomorfo:
Hay una serie de sufijos que acompañan a wa’i/wai. Otra forma de negación es tá-jina ‘no hay’, ‘no está’,
formada de una raíz hipotética ji y la terminación -ina:
(60) nú-jina
nu-ji-ina
1sg-ji-irr
‘no estoy’
Reflexivo y recíproco. Reflexivos se forman con el sufijo reflexivo -wa añadido a verbos transitivos:
El sufijo reflexivo -wa puede concurrir con -kaka-; rara vez con el verbo intransitivo. Aparece con verbos
transitivos, pero con unos sufijos que indican el elemento estativo (no activo) en que se escinde (desdobla) el
sujeto:
El sufijo recíproco -kaka (unos a otros, entre sí) sólo se agrega a pronombres personales plurales o a ver-
bos transitivos. La forma con pronombres es -jikaka (64b); si actúan más de dos personas, la forma agregada
a verbos es -jirikaka.
El benefactivo se forma con -ina e indica que la acción se hace en beneficio (a favor) del complemento. En
(65a), el sufijo -nu ‘a mí, me’ es un dativo simpatético.
(66) échaji-’u-cha
hablar-resp-tem
‘hablar a favor de’
La voz pasiva principalmente se forma sobre la base de verbos transitivos añadiendo el sufijo -kasi o -ka
con el sufijo -’i a la raíz del verbo. La persona indicada por el sufijo pronominal recibe la acción del verbo:
(67) ma-meta-kasi-’i
3.m.hm-avisar-psv-’i
‘él fue avisado’
a)
Voz activa: son todos los temáticos, si no se les agrega un sufijo de voz. Con ellos se puede formar un
verbo intransitivo compuesto de un prefijo pronominal, la raíz y el sufijo temático. El verbo transitivo
requiere un sufijo pronominal más, fuera de tercera persona. Para modificar el sentido, se pueden agre-
gar otros afijos antes o después del sufijo temático. Son -ka/-cha/-’a:
Hay una enorme variedad de sufijos en la lengua. Una primera clase son los derivacionales. Incluye:
Un ejemplo es:
(71) ti-meta-pana
3-avisar-moc
‘fue a avisarle’
Una tercera clase son los emotivos, tales como -chicha ‘diminutivo o cariño’, que también aparece
con raíces nominales:
(72) apaesa-chicha
poco-dim
‘un poquitito’
(73) a. nu-chicha b.
nu-chicha-chicha
1sg-dim 1sg-hijo-dim
‘mi hijo’ ‘mi hijito’
Otros ejemplos son -sami ‘compasivo cariñoso, empático’ y -riana ‘amonestación’ o ‘recomendación’:
Mojeño Ignaciano 43
(80) ichasi-nu-puka
viejo-1sg-pot
‘tal vez ya seré anciano’
(81) ti-muya-pa
3-podrir-punt
‘se pudrió ya’
También se encuentra:
Entre los sufijos de modo figura -íma’i ‘parece que’ (sim) y ‘no, y punto’; en oraciones negativas, puede agre-
garse al verbo o a la palabra negativa.
(84) ti-ni-pana-ima’i
3-comer-moc-sim
‘parece que van a ir a comer’
El prohibitivo (imperativo negativo) se forma i) con el prefijo -ku o bien ii) con machu:
2.4.6. El adjetivo
No es fácil distinguir un verbo de un adjetivo: muchas veces no hay ninguna diferencia morfológica percep-
tible entre un adjetivo y un verbo estativo; ejemplo:
Adjetivo y sustantivo llevan, en este caso, el clasificador -ki de objeto alargado y no flexible. El orden es
más bien libre entre adjetivo y sustantivo: tiuki yukuki, o yukuki tiuki. Hay algunos adjetivos no prefijables
que llevan incrustados los exponentes clasificadores y raíces incorporadas:
(89) ara… ru arameru ‘nuevo’, referido con -me-, clasificador para telas
arakeru ‘nuevo’, referido con -ki- (-ke-), clasificador de algo alargado y duro.
(93) náperawaki
nu-apéra-parawaki
1sg-hueso-brazo
‘mi hueso del brazo’
(94) murakasamure
muraka-sámure
duro-corazón
‘duro de corazón, duro corazón’
2.4.7. Numerales
(95) eta- ‘uno’ éta-na ‘una persona’ éta-ki ‘un (palo, dedo, semilla…)’
api- ‘dos’
mapa- ‘tres’
Cardinal. Se forma con una raíz básica que recibe o un exponente clasificador o una raíz ligada; suelen
preceder al sustantivo que los acompaña. Los numerales se pueden sustantivizar e incluso verbificar. El clasi-
ficador -na junto con el pluralizador -ana -na es el más general; pero, según los sustantivos que acompañan,
llevan los otros exponentes clasificadores (-ki para duro y largo, -me para tela, -pi para suave …).
Los más importantes modificadores indefinidos no prefijables son:
46 LENGUAS DE BOLIVIA
(97) ichape-chuti
aum-cabeza
‘cabeza grande, cabezón’
No hay géneros, pero hay clasificadores. Los adjetivos pueden tener varias terminaciones según los clasifi-
cadores. El exponente que indica la presencia del clasificador va siempre inmediatamente después de la raíz
del verbo o adjetivo: raíz verbal + exponente clasificador + sustantivo. Los sustantivos se dividen en varios
grupos, según la forma que toma el adjetivo (o el verbo) que va con ello. El sufijo clasificatorio lo lleva el
adjetivo o el verbo, pero viene exigido por el sustantivo. Unos ejemplos con el numeral api- ‘dos’:
Las variaciones de la raíz api- ‘dos’ dependen del sustantivo al que acompaña: de la forma con que se
clasifica el sustantivo; ejemplo: si como tela, -me, si como largo y duro, -ki; etc. Se puede, pues, definir el cla-
sificador gramatical como “la propiedad que tiene un nombre sustantivo de pedir que los adjetivos o verbos
lleven determinado sufijo o infijo, el exponente clasificatorio, según sea la clase de objeto designada por el
nombre sustantivo” (Olza et al. 2004: 198).
2.4.9. El adverbio
Adverbios de modo se forman con los sufijos: -ra’i ‘tan’; -pana ‘más’ (comp); y con el superlativo kápachi
‘el más X, mucho’.
El negativo es wa’i o wai- ‘no’, con sus variantes wuí- o wi-.
2.4.10. La interjección
Hay una clase de sufijos oracionales, que modifican el contenido proposicional de la oración:
2.4.13. Subordinación
La proposición condicional suele constar de dos proposiciones: una proposición condicionante te ‘si …’
y una proposición condicionada jara-ri’i ‘allí está’. La misma conectiva que aparece en las temporales aparece
aquí; p.ej.:
50 LENGUAS DE BOLIVIA
La concesiva se forma con formas que todas significan ‘aunque’: jácaini, námeta, tayana-pane,
tayana-rine:
Hay verbos subordinados prefijables sin conjunción subordinante, ni cambio de forma. La preposición
con el verbo subordinado sigue al verbo principal sin ninguna conjunción subordinante, sin ningún cambio
de forma:
Verbos subordinados no prefijables suelen llevar el sufijo irrealis -ina, sobre todo cuando siguen o de-
penden de un verbo con negación:
Relativizadores: los sufijos que forman el verbo de la oración relativa ocurren sólo con los prefijos pro-
nominales específicos (nunca con ti-); cuando se emplea -ira ‘lo que’, -i’a ‘donde’, -irare ‘donde siempre’, la
frase nominal se compone sólo del determinante eta y la forma verbal relativizada o el sustantivo abstracto;
cuando se emplea -ine ‘cuando’, ‘con que’ o -iya ‘donde antiguamente’, el pronombre locativo puede usarse
entre el artículo y el verbo relativizado.
Al término de este muy incompleto recorrido sobre la lengua ignaciana, queda mucho en el tintero. Pero me
parece importante intentar ofrecer – con temor y temblor y en algunas líneas – un extracto de la teoría que
ofrece Olza en su capítulo 30, sobre la proposición y su sintaxis en esta lengua, recorriendo diversas corrientes
lingüísticas de la historia (Olza et al. 2004: 587–595). Pienso que puede reunir y atar muchos cabos medio
sueltos lanzados en mi exposición.
La lengua es un sistema de sistemas. Toda gramática selecciona algunos aspectos del lenguaje y los estu-
dia. La raíz del verbo parece ser el punto central, el eje, el foco de donde se difunde la vida. No hay verbos transitivos,
sino construcciones transitivas. Los términos se ven en la construcción: hay que ver las partes del todo. Un
término puede ser absoluto, o puede estar integrado en una unidad sintáctica con otro término. Si hay una
unidad sintáctica de más de un miembro, uno de los términos es el núcleo y el otro dependiente. El verbo es
dependiente y establece una relación sintáctica con el sustantivo que es el núcleo. Algo parecido sucede en la
posesión: el nombre poseído es dependiente, y el posesor es el núcleo; por eso, en las lenguas amazónicas ca-
ribes, aruacas y otras, la sintaxis de la posesión se parece a la relación del verbo con el sujeto (y otros actantes).
El verbo es el gran posibilitador de la sintaxis: hay un verbo y varios lugares vacíos. Esta capacidad sin-
tética del verbo hace de él el centro de la sintaxis proposicional. El verbo, sin embargo, cumple una función
Mojeño Ignaciano 51
Pero a esa raíz le podemos poner una raíz ligada o incorporada, para formar una raíz compuesta:
La raíz -kapiti ha recibido el prefijo -ti, que remite a ema amaperu; pero también ha recibido la raíz -kia’e
(el nombre prefijable -a’e ‘diente de’ cuando forma una raíz compuesta suele ir como -kia’e).
Esta raíz incorporada cumple la función de concretar, particularizar, acotar la raíz más general o básica.
A veces es un complemento el que se incorpora al verbo. Una raíz que puede hacer de complemento puede ir
ligada a una raíz verbal. Las raíces que con más frecuencia se incorporan aluden a partes del cuerpo humano,
y las partes del cuerpo humano, del cuerpo de los animales, y de las plantas ocupan un lugar muy importante
especialmente en los pueblos amazónicos.
Un verbo con raíz compuesta es un predicado general pero menos general que con una raíz simple; un
verbo con un exponente clasificatorio es menos general que sin exponente. Tanto las raíces incorporadas
como los exponentes clasificatorios siempre remiten a un sustantivo sujeto (en los verbos intransitivos) o a
un complemento directo (en los verbos transitivos) que son los verdaderos términos de la proposición, y son
los verdaderos términos dominantes, mientras que el verbo es siempre general y dependiente; lo cual le da
una gran maleabilidad y una gran capacidad de establecer las más variadas relaciones sintácticas. Todo en la
proposición acaba por concretarse, situarse, o particularizarse. Toda proposición es una unidad empleada en
un momento dado y referida en una situación única a algo concreto. Pero en la lengua moja lo más general
son las raíces verbales, y lo más particular los pronombres demostrativos personales. Las raíces ligadas y los
exponentes clasificatorios particularizan la raíz primera o simple, y la refieren al término; pero la raíz com-
puesta o con exponente sigue siendo general (el sufijo -ra no necesariamente la particulariza: indica más cua-
lidad, iteración, repetición, gradación o gradualidad de lo general, aunque en última instancia será referido
a algo particular; la duplicación de la raíz afecta en primer lugar a la propia raíz: a lo general, a gradualidad
dentro de lo universal, a la propia raíz aunque – como todo en la proposición – tiene relación finalmente con
lo particular).
Los sufijos benefactivos y respectivos tienen una función sintáctica: son medios que adopta la raíz del
verbo para poder establecer relaciones con los términos, con los sustantivos complementos. El verbo tiene
52 LENGUAS DE BOLIVIA
un carácter dependiente, y los sustantivos un carácter dominante. Con la ayuda de estos sufijos, el verbo
establece más relaciones sintácticas, es más verbo, es más dependiente de los términos que lo concretan.
Hemos visto que las raíces que se incorporan con preferencia a las raíces verbales simples provienen de
nombres que van normalmente prefijados, sobre todo de partes del cuerpo. Hemos dicho que una lengua es
un sistema de sistemas.
Finalmente, resumo – como complemento – su apartado sobre Algunas dificultades del mojo. El orden de
los diversos morfemas que forman las palabras en mojo está bien estudiado. Conocemos muy bien las se-
cuencias de prefijos, raíces, clasificadores y sufijos de toda clase. Sin embargo, el orden de las palabras en el
discurso mojo no cuenta con descripciones completas.
El ignaciano parece al principio difícil por demasiado fácil: no hay casi preposiciones, no hay relativos,
no hay conjunciones subordinantes; verbos estativos y adjetivos son iguales; se verbifica con facilidad; es di-
fícil distinguir el verbo del adjetivo, faltan nexos hipotácticos, esa difícil entender el régimen; la misma falta
de ‘forma’ hace que parezca demasiado informe, que uno no encuentre la estructura o secuencia que debe
seguir. Cuesta entender la verdadera forma interior del lenguaje ignaciano.
3. Textos
NB: trabajado desde frases recogidas por: Jesús Olza Zubiri (o.c.): 408: Los cóndores; 279: El cedazo; 719:
Húmedo el terreno; 210: Yo mismo cuido en la casa; 519: La gente que no conoce consejo bueno; 439: El
tigre y el borochi; 350: Varones malos como demonios.
T1 Te viwacharekaya ta apake’e,
te vi-wachare-ka-ya ta apake’e
prep 1pl-comprar-tem-fut det:nh terreno
‘Cuando vamos a comprar un terreno,’
T3 te mátarajipa’ipuka tawaparupa’ipuka,
te matara-ji-pa-’i-puka tawaparu-pa-’i-puka
prep gredo-clf-punt-cua-pot arenoso-punt-cua-pot
‘si es gredoso, si es arenoso,’
54 LENGUAS DE BOLIVIA
T4 tikisamatejipuka, yákakamatarajipa’ipuka;
tikisa-mateji-puka yakaka-matara-ji-pa-’i-puka
negro-tierra-pot amarillo-gredo-clf-punt-cua-pot
‘si es tierra negra o si es gredoso amarillo;’
T7 nakatupi’aru,
na-ka-tupiaru
3pl-caus-parar
‘cuando ya la paran,’
T5 pénisinanuwaka.
p-éni-s-ina-nu-waka
2sg-dar.de.comer-tem-ben-1sg-distr
‘tú dámeles de comer a todos y cada uno.’
3.5. Ena achaneana waina’imati eta cunsejurupiana tiúrina ‘La gente que no conoce consejo b
ueno’
T3 nájina nátsiri’akeneanaina;
ná-ji-ina ná-tsiri-’a-kene-na-ina
3pl-ji-irr 3pl-avergonzarse-tem-indv-pl-ben
‘a nadie tienen vergüenza;’
T4 nájina napikaucha’ini
ná-ji-ina na-pikau-cha-’ini
3pl-ji-irr 3pl-respetar-tem-fru
‘no respetan a nadie’
T6 nájina takuchapakeneanaina
ná-jina ta-kúchapa-kene-ana-ina
3pl-ji-irr 3.nh-esperar-indv-pl-ben
‘no esperan a nadie de los que ven.’
T7 nákaini táima’akeneana,
náka-ini táima’a-kene-ana
dem:prox:pl-fru forma-indv-pl
‘Éstos ya nunca tendrán posiblidades,’
T8 taicha waimansuina’ini.
taicha wai-mansu-ina-’ini
porque neg-amansar-ben-fru
‘porque no se les educó a su tiempo.’
56 LENGUAS DE BOLIVIA
3.6. Eta ichini étapa akarama ‘El tigre y el borochi (perro rojo silvestre)’
T1 Ena akaneicha’a,
ena akane-i-cha’a
det:pl antes-cmpl-cnt
‘En aquellos tiempos,’
T3 wáiparine’i tikasamureanaima’i
wái-pa-ri-ne-’i ti-kasamure-ana-ima’i
neg-punt-cmpl-intns-prog 3-ser.compasivo-pl-sim
‘eran sin compasión’
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