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Dialectología hispánica

The Routledge Handbook


of Spanish Dialectology

Editado por
Francisco Moreno-Fernández
y Rocío Caravedo

DIRECTORES DE LA COLECCIÓN

MANEL LACORTE Y JAVIER MUÑOZ-BASOLS


ASESOR PARA LA COLECCIÓN DE ESPAÑOL
JAVIER MUÑOZ-BASOLS
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El español en Argentina
(Spanish in Argentina)
Claudia Borzi

1. Introducción
Este capítulo trata el uso de las formas en el discurso, entendido como intersección entre len-
gua, cultura y sociedad. Se reconsidera brevemente la formación del español en Argentina: su
ingreso al actual territorio, las lenguas indígenas, la constitución de un Estado Nación, los ideales
idiomáticos y las sucesivas oleadas inmigratorias. Se describen fenómenos fonético-fonológicos,
gramaticales, léxicos y pragmáticos en sus ámbitos de vigencia actual y contemplando siete
regiones lingüísticas. Se tratan percepciones de los hablantes.
Palabras clave: regiones lingüísticas argentinas; rasgos de habla; percepción

This chapter describes the use of forms within discourse, understood as an intersection among
language, culture and society. The configuration of Spanish in Argentina is briefly reconsid-
ered: its entry into the current country, the indigenous languages, the constitution of a Nation
State, the idiomatic ideals, and the successive waves of immigration. Phonetic-phonological,
grammatical, lexical, and pragmatic phenomena are described in their current areas of use, tak-
ing into consideration seven linguistic regions. Speaker perceptions are also addressed in this
contribution.
Keywords: linguistic regions of Argentina; speech traits; perception

2. Formación del español y regiones lingüísticas


El español ingresó en el actual territorio argentino por tres rutas, por el Río de la Plata llegó un
puñado de españoles, hablantes de una koiné de dialectos peninsulares (1536). Los querandíes
los desplazaron hacia territorio guaraní. En 1580 volvieron y refundaron Buenos Aires que sería
entrada directa de españoles peninsulares, esclavos de África y, luego, de inmigrantes de otros
países europeos.
Desde el Virreinato del Perú, buscando el Atlántico para comercialización, arribaron pocos
españoles, criollos (españoles americanos), mestizos, esclavos afroamericanos, aimaras, quechuas,
y misioneros para evangelizar y enseñar español a los aborígenes. Abrieron un corredor entre

DOI: 10.4324/9780429294259-19 189


Claudia Borzi

zonas dominadas por aborígenes que serían sometidos, y sus tierras ocupadas recién en el siglo
XIX (entre el Gran Chaco —tobas, wichís, mocovíes— y al sur del río Salado —querandíes,
ranqueles, mapuches, tehuelches, onas). Los jesuitas, enviados al noreste, adoptaron los modelos
guaraníes y desarrollaron exitosamente una organización social comunitaria.
Desde Chile (1561), ingresaron españoles a la zona de Cuyo, buscando mano de obra para
servidumbre, aborígenes (huarpes, mapuches) primero y luego, de esclavos trasladados desde
Buenos Aires. En 1670 entraron jesuitas, cuyas misiones no prosperaron por la resistencia indí-
gena. Esta ruta se mantuvo hasta el siglo XX, en 1914 el 40 % de la población de Neuquén
provenía de Chile. Frente a la diversidad lingüística, se establecieron lenguas francas (quechua y
guaraní), vigentes hasta ahora, aunque en 1770 la Corona ordenara abolirlas.
Desde 1776, Buenos Aires fue centro político y económico de un modelo agroexportador
que necesitaba tierra con control territorial, mucha mano de obra, un estado culturalmente
homogéneo, definir la Patria, la nación y la lengua. Con estos ideales, la generación proyectista de
1837 (E. Echeverría, J.B. Alberdi, D.F. Sarmiento) consideró la literatura como instrumento para
configurar una identidad continuadora de las “naciones civilizadas”, identificadas con Europa
y no con lo vernáculo. Fomentaron la inmigración europea y asociaron rasgos lingüísticos con
pertenencia social, marginando del sistema cultural y político a gauchos e indios (Moyano 2008).
Dos campañas militares (1878 a 1886), al sur del río Salado y al Gran Chaco, dejaron miles de
indios muertos, desplazados o en servidumbre, dispersadas sus lenguas, y sus territorios, ocupa-
dos por colonos. Cuando decayó la entrega de tierras, los inmigrantes (especialmente italianos,
españoles y franceses) permanecieron en el puerto (Martocci y Ledesma 2018). Surgieron allí el
cocoliche, jerga de italianos aprendientes de español y el lunfardo, jerga delictiva y arrabalera,
fusión lingüística inmigratoria, difundida por el tango y el teatro popular (Di Tullio 2010).
Pronto, la diversidad lingüística y cultural atentó contra el ideal identitario. Entonces, el
gobierno impuso el español como lengua nacional, fundó escuelas, formó maestros y desarrolló
la producción editorial, perfilando la literatura nacional como modelo de pautas idiomáticas,
donde batallaron el español culto y conservador con el popular, cercano a la oralidad. Buscaron
alejarse de lunfardismos y extranjerismos; pero, especialmente, el italiano (40 % de los bonaeren-
ses eran italianos en 1914), quedó en la prosodia, el léxico y la gesticulación.
(Para) el año (1910), Ricardo Rojas y Leopoldo Lugones legalizan literariamente la gauchesca
como símbolo popular, y su lenguaje, baluarte de argentinidad; aunque, una voz culta corrige
al gaucho y muchos defienden la autoridad lingüística de España; mientras tanto avanza el siglo
y la oralidad disputa espacios (Borello 1974). El habla bonaerense se disemina, ayudada por un
nuevo periodismo popular, el control político y económico del puerto, y la modernización de
transportes y comunicaciones. Desde 1914, el país muestra períodos alternados de crecimiento
económico con desigual distribución de ganancias y de aumento poblacional.
Así, la cercanía histórico-geográfica y la económico-cultural delinearon siete regiones lin-
güísticas y dos macrorregiones (Vidal de Battini 1964; Moreno Fernández 1993; Fontanella de
Weinberg 2000a; Quiroga Salcedo, González de Ortiz y Merlo 2018) (Mapa 16.1).
En la Macrorregión/Zona Litoral: Buenos Aires y La Pampa, forman la Región bonaerense
que impone su norma. Muestra alta producción agropecuaria, monopolio de la exportación,
fuerte crecimiento poblacional (natural y por inmigración de países limítrofes, y europeos en
entreguerras y posguerra) y ascenso del nivel de vida. El centro y sur de Santa Fe y Entre Ríos,
productores y exportadores agropecuarios, conforman la Región litoraleña de fuerte aumento
poblacional y alto nivel de vida. Finalmente, poblada desde Buenos Aires, conectada con Chile,
produciendo lana y petróleo con bajo aumento demográfico se constituye la Región patagónica
(centro y sur de Neuquén, Río Negro, Chubut, Santa Cruz, Tierra del Fuego, islas Malvinas y
del Atlántico sur).

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El español en Argentina

Figura 16.1 Regiones lingüísticas de Argentina. Fuente: Studiopaoulos

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En la Macrorregión/Zona Mediterránea: la Región de transición (San Luis este y Cór-


doba), presenta situación geográfica privilegiada (encuentro de regiones y paso hacia los puertos)
con aumento de población, producción pampeanizada y de exportación. La Región noroeste
(NOA), Jujuy, Salta, Tucumán, Catamarca y Santiago del Estero, tierra quechua, muestra poco
aumento poblacional, el poder político-económico dependiente de las mismas familias tradi-
cionales, producción no diversificada (caña de azúcar, petróleo) o extractiva y muy irregular
impacto en el nivel de vida. La Rioja, centro-oeste de San Luis, San Juan, Mendoza y norte de
Neuquén, con economías poco diversificadas (vino, alcohol, petróleo), índices poblacionales y
socioeconómicos semejantes al siglo XIX, forman Nuevo Cuyo (NC).
Con índices parecidos al siglo XIX, economías no diversificadas (yerba, té y tabaco) o extrac-
tivas y sin acoplamiento a las exportaciones, el centro-este de Formosa y Chaco, norte de Santa
Fe, norte de Entre Ríos, Corrientes y Misiones conforman la Zona/Región noreste (NEA).

3. Aspectos del español en Argentina


En lo fonético/fonológico, en consonantes, es general el seseo, existencia de un único fonema
/s/ en lugar del contraste /θ/-/s/, articulado dorso dento-alveolar. La realización más frecuente
de /s/ delante de [p, t, tʃ] es fricativa/aproximante sorda laríngea [h] (dispuestos [dih'pŭehtos];
las chabonas [lahtʃa'ßõnãs] (García Jurado y Arenas 2005). Delante de [ß, δ, ɣ, m, n, l, r, j, w] se
pronuncia fricativa/aproximante laríngea sonora [ɦ] los gatos [loɦ'ɣatos]; las manos [laɦ'mãnõs];
duraznos [du'raɦnõs]; los robles [loɦ'roßles]; nos recuerda [nõɦrę'kŭɛгδa]; las hiedras [laɦ'jeδгas]; los
huemules [loɦwe'mules]. Se realiza [ç] en sílaba con [i]: lista ['liçta], y [ç] o [x] en [sk] o [r]: mosca
['moxka], pesca ['peçka]; Israel [ɪçrɚ'el]. Con fricativas sordas [s, f, x] se asimila o desaparece: los
jabones [loxxa'ßones] o [loxa'ßones], se aspira o asimila en: las lluvias [laɦ'Ʒußjas], [laʃ'ʃußjas]. En
Buenos Aires, en posición prevocálica final de palabra (los otros) hay silabificación (lo.so.tros) y
en registros formales conservan la [s] sibilante. En general, /s/ final de palabra se realiza plena
en sociolecto alto, y se pierde en sociolectos bajos y estilo descuidado. En la región litoraleña,
región central1 y el NEA todos los sociolectos registran elisión. En el NOA, la /s/ final de sílaba
y palabra, cae, pero en Santiago, norte de Jujuy y Salta es singularmente tensa y silbante (Rojas
2000).
También está generalizado el yeísmo rehilado, la articulación de la fricativa postalveolar o
prepalatal2 /Ʒ/ (lleno, calle, yema, arroyo), que se realiza sonora [Ʒ], norma bonaerense extendida
al litoral, Patagonia y a las capitales del NOA, centro y NC. Hubo en las regiones bonaerense
y litoraleña un paulatino ensordecimiento y actualmente conviven [Ʒ] y [ʃ] como marcas de
clase social3 (Rohena-Madrazo 2013), así pronuncian igual yo y show, especialmente los jóvenes,
que perdieron la oposición fonémica, y pillar (‘sorprender’) y pishar (‘orinar’) pueden realizarse
[pi’Ʒaг]≡[pi’ʃaг]. No avanzó el ensordecimiento ni en NC, ni en Trelew (Patagonia) (Fontanella
de Weinberg 2000b).
No hay rehilamiento en la variedad no estándar, ni en Trelew (Virkel 2004), ni en la región
centro. Fuera de las capitales, en NC (Quiroga Salcedo, González de Ortiz y Merlo 2018) y en
NOA registran arro[jo] y ['ju]via. En Santiago pronuncian ['Ʒuβja] (lluvia) con yeísmo rehilado,
pero dicen ['jo] (yo) y en el norte de Jujuy conservan [ʎ]. Hay registrada en las regiones bonae-
rense y litoraleña una variante africada sonora [dƷ] (García Jurado y Arenas 2005). El NEA se
diferencia por conservar el fonema [ʎ] lateral palatal de lluvia (Formosa, Misiones y Corrientes,
aunque no Resistencia —Abadía de Quant 2000). El NEA registra también yeísmo bonae-
rense. Como en Paraguay, /Ʒ/ suele darse africada especialmente en Corrientes; por otro lado,
en el norte, hay poco ensordecimiento. Allí Colantoni (2008) encuentra, pérdida de la palatal
lateral, con existencia de una deslizada acústicamente semejante a [ʎ], pero que sigue siendo

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El español en Argentina

perceptivamente diferente de la africada palatal [d͡ Ʒ]. En Patagonia, en habla rural pronuncian
['ʎuβja] y ['jo] por influencia mapuche (Acuña 2003).
La vibrante múltiple se articula alveolar en la región bonaerense, litoraleña sur de Santa Fe, pata-
gónica4 y Córdoba; y fricativa asibilada, más o menos ensordecida en el centro de Santa Fe, NEA,
NOA, región centro y NC5 en todos los niveles socioeconómicos. En el NEA, a veces, se pro-
nuncia fricativa rehilada. La mayoría de sus hablantes distingue /r/ de /Ʒ/ y /ʎ/, aunque las
realizaciones fricativas son muy parecidas. Lindando con Paraguay dicen ['Ʒa]pido (rápido) (García
Jurado y Arenas 2005). San Juan y Corrientes muestran un inicio de cambio: se detectan pala-
tales asibiladas, y róticas asibiladas pronunciadas no asibiladas (Colantoni 2006). Se destaca en el
NEA (y Santa Fe —Donni de Mirande 1992) la caída de /ɾ/ final de palabra, especialmente en
infinitivos.
En general, encontramos caída de /d/ final de palabra (salú) y despalatalización de la palatal
nasal [ɲ̃]>[nj] y palatalización de la nasal con semivocal [nj]>[ɲ̃]: pesta[ɲ̃]a-pesta[nj]a/Alema[nj]a-
Alema[ɲ̃]a. Son rasgos generales la articulación alveolar de /n/ final de palabra y la rara neutra-
lización o modificación de las laterales y vibrantes finales de sílaba. En zonas rurales o grupos
bajos alternan [ß]>[ɣ] y [f]>[x] ante -ue/-ui/-u (a[ß]uelo/a[ɣ]uelo; a[f]uera/a[x]ue]ra); se debilita y
cae /d/ intervocálica (en -ado especialmente). En el NEA, en todos los sociolectos se articula la
labiodental [v] (Abadía de Quant 1996).
Entre las vocales, es general la reducción de hiatos a diptongo lín[ja]; t[wa]lla. Con dislocación
de acento se dan sauco (saúco) y la conjunción sinó (sino). Hay desplazamiento acentual al pro-
nombre enclítico con imperativo (digalé); gerundio (vistiendosé); infinitivo y dos enclíticos (esca-
parselé). Son vulgares ponganlón y pongalón. En el NOA cierran -e>-i (nochi); -o>-u durmimus. Y
en el NEA, por influencia guaraní, articulan precisa y distintamente las vocales; en contacto, no
hay sinalefa, ni diptongación, ni relajamiento sino separación silábica con refuerzo de intensidad
de la tónica, pe-ón; pu-é-do. Colantoni y Limanni (2010) observan menor frecuencia de hiatos.
La prosodia diferencia regiones. El español porteño, en oraciones declarativas tiene un
acento tonal (ascenso y pico acentual dentro de la tónica) prenuclear visto en el napolitano
y no en la Península. En contextos enfáticos y contrastivos hay un acento tritonal propio del
dialecto de Pisa, y en interrogativas totales, un tono de frontera bitonal muy diferente del
esquema peninsular (Gabriel et al. 2013). También su ritmo coincide más con el italiano que
con el castellano: alto porcentaje de material vocálico en la señal de habla y en la variabilidad de
intervalos vocálicos (Gabriel y Kireva 2014). En Córdoba encontramos alargamiento vocálico
en la pretónica (cordoobés), con diferencias tonales, especialmente en los contornos nucleares,
con un movimiento tonal dentro de la tónica (esto en Córdoba y Tucumán, no en Buenos
Aires). Tucumán presenta diferencia relativa de duración entre sílabas átonas (más breves) y
tónicas, y un acento rítmico en la primera sílaba, en palabras graves de tres o más sílabas (áma-
rillo), la tonada del esdrújulo. Mendoza tiene una vocal tónica en posición nuclear con un tono
más elevado y un alargamiento que parece desdoblamiento; San Juan, alarga la vocal tónica
en posición nuclear y San Luis combina elementos cordobeses (inicia el movimiento tonal en
la pretónica), y sanjuaninos (alarga la tónica). El NEA muestra poco alargamiento de la tónica
en posición nuclear y escaso descenso. Difieren los contornos finales: Buenos Aires, descenso
tonal prolongado y marcado; Corrientes, acento ascendente; y San Juan, acentos nucleares con
ligero descenso y final en tono medio.
Entre los fenómenos morfosintácticos, encontramos género femenino en la calor; vacilación,
el/la alambre; cambio, el herrumbre y neologismos el copetín (‘aperitivo’). En la región bonaerense,
ciertos sustantivos femeninos con -a tónica concuerdan en masculino, hambre heredado; en NC
dicen el arena/harina/apendicitis; el lapicero, ante la rioplatense lapicera y prefieren tigra a tigresa y en
el centro y NOA el vallisto (ante el vallista). En el NOA y NC los antropónimos reciben artículo

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Claudia Borzi

por familiaridad o afecto. Se desplaza el acento de intensidad en plural, mitin>mitines≡mítines y


fluctúan singular/plural la(s) bombacha(s) (‘braga, pantalón gaucho’).
Con afijos, hay prefijación redundante desagotar (‘agotar’); intensificación rererecansado, de
predicados me re estoy cagando de frío (Howe 2013); sufijación intensiva mirenlón, y expresiva
resignificada bizcochuelo (‘tipo de torta’); preeminencia de diminutivos en -it; sin caída de la
vocal átona -o en la mano >la man+it+o; con cambio de significado bolita (‘canica’); creación de
verbos debitar (‘descontar de una cuenta’); enduir/enduidar/ duidar (‘cubrir imperfecciones antes
de pintar’); cambio de significado (des )empacar (‘(des)hacer el equipaje’); con pronominalización
embanderarse (‘adherir a un partido o idea’); creación de sustantivos diar(i)ero/ra (‘vendedor de dia-
rios’); adverbialización de adjetivos: canta lindo. En Patagonia, derivan adverbios llueve bastantito;
en el NOA abundan los diminutivos: hondito. En Córdoba prefieren aumentativos en -azo y en -ón,
acumulándolos, frío>friazo>friazón>friazononón.
Se refuncionalizan adverbios, pronombres, preposiciones y partículas: recién funciona como
‘apenas’ y ‘solamente’ (tiene recién un día); nomás significa ‘apenas’, ‘solamente’, ‘énfasis’) (nomás
llegue; cuatro nomás; ¡diga nomás!). Las clases medias y altas prefieren voy de/a lo de mis tías (ante ‘ir
a casa de’). No se repite la preposición en coordinaciones Va a Córdoba y [a] Salta; ni se acumulan
[voy] a por agua. El NEA pronominaliza grande (se asustó grande) y reinterpreta anteriormente/antes;
a lo menos/al menos; las más/la mayoría. Acumula posesivo+demostrativo/artículo indefinido:
esa/una su hermana; usa posesivo en posesión inalienable y para reforzar la designación, no saques
tu abrigo. El NOA muestra doble posesivo su casa de mi mamá.
Varía la pronominalización de objetos, lo general es la diferenciación etimológica lo/le. Pero, en
el NEA eliden el objeto directo (trae juguetes, pero no [ ] deja aquí); usan le, con designado humano/
no humano, de cualquier género y número, para paciente o dativo, en todo grupo social: le[pa-
ciente] vi y le[dativo] dije; y hay ausencia de duplicación del indirecto, [ ] pregunté a ellos. Además,
así reemplaza al objeto directo: así promete. El NOA registra leísmo (Santiago especialmente) y
neutraliza el clítico de 3ª (le lleva ante los lleva; lo entierran ante las entierran) (Martínez 2000).
Es general el pronombre simultáneo correferencial y concordante con el objeto directo pos-
verbal, definido, accesible, humano/animado y preposicional, buscando destacarlo (la invité a
la directora). Se duplica el objeto en cláusulas relativas con antecedente indefinido y distante del
verbo negado: una decisión que no la entiendo (Borzi y Morano 2009). Y se elige la(s) neutro/
indefinido/desindividualizado como en: terminala¡/sudarla/bancárselas (Albano y Ghio 2013).
Hay discordancia sujeto-verbo en número en pasivas con se: se pierde la escala y el color; en
persona y número, para realzar la escisión: Somos nosotros que venimos ante Somos nosotros los que
vienen (Borzi 2006a) y entre pronombre y objeto: le pregunté a ellos; se los di el paquete a ellos. Se
conjugan verbos unipersonales: hubieron problemas.
Se reinterpretan las formas verbales. Se prefieren el futuro perifrástico voy a salir; el presente
subjuntivo en lugar del imperfecto pidió que le traiga/trajera y si podrían ante si pudieran en las pró-
tasis condicionales previsibles (Lavandera 1979). Para expresar perfección, se elige el pretérito
perfecto simple (PPS) antes que el compuesto (PPC), adquiriendo el PPC: valor continuativo
(me he sentido cansado), indefinido y experiencial (me he enamorado, me enamoro de lugares) (Rodrí-
guez Louro 2013). En el NOA (Granda 2001) el PPC desplazó al PPS en registro oral, no en
periodístico (Morelli de Ontiveros 2004), donde, sin distancia temporal, marca deixis espacial del
hablante con perfectividad y evidencialidad; afecta al marcador ¿viste?: ¿has visto? El pluscuam-
perfecto marca sorpresa en todos los estratos sociales, el poroto había sío; y dejar + gerundio, per-
fección dejé preparando/preparadas las papas. La región litoraleña prefiere cantara a cantase (Donni
de Mirande 1992).
En el NEA, usan estar existencial; evitan ser ante predicativo: demasiado vago [ ] él; particulari-
zan contextos preposicionales (colgar/poner/dejar + por/en la soga) y usos no pronominales poné tu

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El español en Argentina

ropa. Corrientes duplica la negación nada no se hizo (sin condicionamiento socioeducativo y más
en mujeres) (Cuervo y Mazzaro 2013).
En sintaxis posicional, Buenos Aires, realza escindiendo parte de un constituyente: el único
recuerdo que tengo del abuelo (‘el único recuerdo del abuelo que tengo’); no viste con la cara que
miró (‘no viste la cara con la que miró’) (Borzi 2006b, 2008) y el NEA: González, ministro que
fue (‘que fue ministro’). En Patagonia (Virkel 2004), anteponen el sujeto al infinitivo: para yo
comprar, mientras en el NOA, el objeto al verbo, dos hijitos tengo, y el reflexivo en exhortación:
nos sentemos.
Se registra dequeísmo (elegir de que y no que) disminuyendo el compromiso del hablante, con
impersonales, terceras. personas y pretérito: Se dijo/Dijo de que vinieron; y queísmo, omitir de/a/
en/con: se dio cuenta que, por ultracorrección (Orellano 2011). Para realzar, en cláusulas relativas
con antecedente conocido y determinado, cae la preposición (que “galicado” en cláusulas escin-
didas): (fue) esa noche<que[en la que] navegamos>; también se elige una relativa ¿No tiene algo que
me dé?, por no tiene algo para dar (Borzi 2019a).
Como marcadores discursivos conversacionales destacan: Che, señala uno o más individuos
(humano o animal, identificado o no), y puede incluir al hablante ¿Che, vamos?; prevalece en
contexto simétrico de confianza o entre desconocidos; también en asimetrías según edad o jerar-
quía (el che pibe); permite inferir argentinidad (Che Guevara). Dale, sin distinción sociocultural
en contexto simétrico de confianza y familiaridad (aunque también lo usan los niños dirigién-
dose a su maestra con trato de usted (¡Dele seño![rita maestra]), alienta a continuar o repetir la
acción o da aceptación o acuerdo (Borzi 2016, 2019b y 2015). Es característico el argumentativo
de concreción tipo (algo tipo un cuchillo o navaja), y la innovación en adverbios en -mente mar-
cadores (claramente) (Kovacci 1999). No se usa pues (Moreno Fernández 2012a), exceptuando
Corrientes Sí, pues. Distinguen al NOA el evidencial reportativo de información ajena dizque y
las preguntas confirmativas ¿que no?/¿ah? (Andrade Ciudad y Chang 2019).
En interacciones privadas de ofrecimiento Boretti (2001) registra imperativos (llevate una),
interrogaciones y diminutivos (¿una mollejita?); en encuentros, se prefiere hablar del clima y del
cansancio (Rigatuso 2008) y en aserciones, los impersonalizadores colectivos uno/vos/yo/nosotros
(‘todos’) provocan un típico efecto coparticipativo (Bravo 2002).
En el tratamiento (Carricaburo 1997), es general el pronombre vos para la 2ª persona sin-
gular con formas verbales correlativas. Prevalece el eje solidario sobre el de poder y manifiesta
familiaridad y acercamiento; otros hispanoamericanos lo perciben poco cortés. Marca diferencia
de autoridad o edad en trato no recíproco. En subjuntivo presente prevalecen formas verbales
graves (Lamentan que vos cantes/temas/partas) y en imperativo negativo, agudas (¡No cantés/temás/
partás!) consideradas vulgares, enfáticas o más familiares. En pretérito perfecto simple, vos cantas-
te/cantastes, se percibe culta la ausencia de -s. Los tiempos no incluidos en la tabla 16.1, siguen
la forma tuteante.

Tabla 16.1 Voseo argentino

Tiempos verbales 1era Conjugación 2da Conjugación 3era Conjugación


Presente Indicativo Vos cantás Vos temés Vos partís
Imperativo cantá temé partí
Presente Subjuntivo e Vos cantes/cantés Vos temas/temás Vos partas/partás
Imperativo negativo
Pretérito Perfecto Vos cantaste/cantastes Vos temiste/temistes Vos partiste/partistes
Simple Indicativo

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Claudia Borzi

Destacan el NOA y la región centro que, en sociolecto bajo, registran vos cantáis/tenéis/tenís,6
y Santiago, con presente e imperativo tuteantes (vos cantas/temes/partes; ¡canta!/¡teme!/¡parte!).7
En el NEA alternativamente usan imperativo tuteante, en sociolectos alto y medio. Hay un tú
ficcional y de lejanía entre niños, imitando series televisivas. Rigatuso (2011) registra rechazo
ante una serie doblada con voseo; formas tuteantes en conversaciones de compra/venta (dime), e
intensificaciones (¡olvídalo!). NGLE (2009, §16.17ñ) menciona tuteo en Tierra del Fuego.
La forma singular de respeto es usted, con verbo en tercera persona por desfocalización cor-
tés: usted canta/teme/parte/¡(no) cante! Hay también un usted solidario y formal entre iguales que
distancia, o en saludos entre parientes con trato de vos (¿Qué dice mi amor?) (Rigatuso 2011). Hay
un plural general para respeto y confianza: ustedes (Cuadro 16.2). En el NOA hay discordancia
sujeto-verbo en persona Usted me querés; y en el NEA, registro ocasional de contigo/con vos; a ti/
vos y alternancia usted/vos en el mismo discurso: Mire, si venís (Abadía de Quant 1996).
En las voces, se identifican argentinismos (DiHA) como birome (‘bolígrafo’); bife (‘bistec’);
colectivo (‘autobús’); construcciones: el boca de urna (‘datos obtenidos donde se vota’) o estar/
dejar/quedar en banda (‘abandonado a su suerte’). También usos diferentes de los americanos:
retorno (‘Am. coima, ‘soborno’); adaptaciones patrimoniales: pecarí (‘jabalí’); marinerismos: flete
(‘pago de transporte’); indigenismos americanos (canoa) y africanismos (candombe, ‘baile’). Hay
topónimos hispánicos en todo el país, como Arroyomalo, en Malvinas (Leguizamón Pondal
1956). De las lenguas vernáculas, préstamos, especialmente del guaraní en el NEA, katé (‘ele-
gante’); del quechua chacra (‘granja’) en el NOA; del mapuche laucha (‘ratón’) en NC y región
centro, y en Patagonia mahuida (‘sierra’); del tehuelche, el topónimo Güer Aike (‘campamento
grande’).
La vid marca identidades, en la fermentación hay bazuqueo/basuqueo en Córdoba y en San Juan
y Mendoza, aunque no coinciden en el amasijo de uva: la pisada (NC), la pisa (centro). A su vez,
se aúnan Córdoba y NC en escobajo ‘estructura vegetal del racimo’ común con España; agregando
Córdoba raspón (Toniolo y Zurita 2016; Quiroga Salcedo, González de Ortiz y Merlo 2018).
Se identifican subregiones: todo NC usa la creciente; San Luis, La Rioja y San Juan, también la
crece, pero San Luis agrega: el crece; la caída de escarcha es escarchillar en NC, pero La Rioja, San
Luis y San Juan dicen además garrotillar.
Por su parte, la denominación del avestruz diferencia NC de otras regiones: choique, cheuque y
choi (del mapuche) en Mendoza y churi en San Juan, siendo suri en el NOA y ñandú en el NEA,
región litoraleña, bonaerense y patagónica (Cubo de Severino 2000). Y en el NOA, se diferencia
Santiago nombrando anguila/anguilla a la lombriz (Moure 1996).
De otras lenguas europeas predomina el inglés que evoca juventud, éxito social y laboral:
anglicismos directos (fashion) e indirectos (kayak —del esquimal) (López Morales 1993); patentes
(software) y no patentes firma (‘empresa’) (Sanou 2018); superfluos, free (‘gratis’), o necesarios
(rock) (Barcia 2005). Sigue vigente el italiano en lo cotidiano: figaza (‘pan pequeño’<fügasa dia-
lectal), escabio (‘bebida alcohólica’ <scabi dialectal); birra (‘cerveza’); ¡chau! para despedirse (<ciao
‘de encuentro’), pelandrún (‘vago’ <pelandrone) (DiHA). Del francés mencionemos préstamos
adaptados de la moda, bordó (‘rojo oscuro’); adoptados, como coiffeur y calcos estructurales lejos de
(<loin de, ‘al contrario de’) (Curell 2013); del portugués europeo y brasileño charuto (‘cigarro’)
y chumbo (‘revólver’); y del galés, Trelew. Sin olvidar en la conversación los lunfardismos como
biaba (‘derrota contundente’) o balurdo (‘complicación’).

4. Creencias y Actitudes
Acuña y Moure (2003 ) encuentran hacia la propia variedad rioplatense actitud positiva,
correlacionada con la identidad; y negativa, por subordinación a una norma peninsular

196
Tabla 16.2 Paradigma pronominal de la segunda persona en Argentina

Nominativos Acusativos Dativos En función término de preposición Posesivos Cuasi-reflejos

Vos (gritás) (yo) te (peino a vos) (yo) te (hablo a vos) para vos tu(s) (jardín/es; casa/as)
con vos
Forma de Confianza (el/la/los/las)
tuyo-a(s)

(vos) te (peinás a vos (vos) te (hablás a vos (lo) tuyo (vos) te


mismo/a) mismo/a) (vas)
Usted (grita) (yo) lo/la (peino a usted) (yo) le (hablo a usted) (yo compré esto) para usted su(s) (jardín/es; casa/as)
(yo hablé) con usted
Forma de Respeto (yo) se (lo doy a usted)
(usted compró esto) para usted (el/la/los/las/lo) suyo-a(s)
(mismo/a) para sí (mismo/a)
(lo) suyo
(usted habla) con usted
(mismo/a)

(usted) se (habla a usted o a (usted habla) consigo (mismo/a) (usted) se


(usted) se (peina a usted o a sí mismo/a) (va)
sí mismo/a)
Ustedes (gritan) (yo) los/las (peino a ustedes) (yo) les (hablo a ustedes) (yo compré esto) para ustedes su(s) (jardín/es; casa/as)
(yo) se (lo doy a ustedes) (yo hablé) con ustedes
Forma de Confianza
y de Respeto (ustedes compraron esto) para (el/la/los/las)
ustedes (mismos/as) o parasí suyo-a(s)
(mismos/as)

El español en Argentina
(lo) suyo
(ustedes) hablan con ustedes
(mismos/as)

(ustedes hablan) consigo


(mismos/as) (ustedes)
(ustedes) se (peinan a (ustedes) se (hablan a se (van)
197

ustedes o a sí mismos/as) ustedes o a sí mismos/as)

(ustedes) se (peinan unos/ (ustedes) se (hablan unos/


as a otros/as) as a otros/as)
Claudia Borzi

(tercera generación con menor educación). Se asocia el buen hablar al acceso a estudios.
Gutiérrez Böhmer y Borzi (2018 ) confirman que, los bonaerenses, para la propia varie-
dad, dan la mayor valoración en lo cognitivo; y valoración media-alta en lo afectivo;
por otro lado, valoran positivamente la claridad, y la palatal rehilada. En lo normativo,
la mitad de los encuestados (menor edad y más educación) no reconoce jerarquía entre
variedades.
Mendocinos y sanjuaninos (NC) identifican su hablar y no encuentran una región que hable
mejor (Cubo de Severino 2000). Los cordobeses (región centro), identifican y defienden su
variedad (Malanca de Rodríguez Rojas y Prevedello 1986). Para oyentes de Córdoba, Buenos
Aires y Tucumán, el hablante cordobés, opuesto al bonaerense (“aburrido, culto”), es positivo
en solidaridad (“gracioso”), pero no en competencia. Identifican mejor la variedad bonaerense
y perciben “lindos” sus acentos y los cordobeses; no identifican la variedad tucumana y, ven a
sus hablantes, pueblerinos (Lang-Rigal 2015). Para Salta, sin diferencia social ni etaria, los rasgos
andinos son rurales y provocan actitud negativa y proscripción de uso. Los patricios defienden la
variedad local (Fernández Lávaque 2003). Hablantes rurales de Corrientes se reconocen bilin-
gües guaraní-español, la primera, lengua heredada que da identidad correntina, y la segunda, da
identidad argentina (Gandulfo 2013).

5. Conclusiones
La distribución de rasgos y regiones presentada emerge de cercanías geográficas, acuerdos y desa-
cuerdos histórico-culturales, y de procesos de estandarización. Se evidencian el protagonismo
del quechua (NOA) y del guaraní (NEA) y, en menor medida, del mapuche en NC y Patagonia.
Fontanella de Weinberg, diferencia las regiones litoraleña y bonaerense, por la pérdida de /s/
final de sílaba muy asentada en la litoraleña, regiones que se aúnan en el ensordecimiento de /Ʒ/,
a diferencia del NOA, NC, centro y Patagonia (estas dos últimas sin rehilamiento en la variedad
no estándar). Por su parte, la patagónica, aspira /s/ entre vocales y la pierde en final de palabra
(como en la litoraleña). La región centro tiene yeísmo sin rehilamiento en la variedad no están-
dar; la tonada y las innovaciones léxicas la identifican.
Diferencian las macrorregiones entre sí: el voseo con paradigma único en la Litoral, pero
importante alternancia en la Mediterránea; el yeísmo preferentemente rehilado en la Litoral,
con variantes no rehiladas en la Mediterránea y la /r/ asibilada en la Mediterránea. El NEA
vosea como en la Litoral, asibila /r/ como en la Mediterránea y a diferencia de ambas conserva
la lateral palatal /ʎ/.

6. Direcciones futuras
Más allá de la falta de estudios suficientes sobre la Patagonia, la región centro y Santiago del
Estero, sugerimos un cambio de óptica: partir de los planteos de la Sociolingüística Cognitiva
(Moreno Fernández 2012b y Caravedo 2014) que invierte el orden de perfilamiento del análisis
lingüístico, porque es otro el orden de adquisición de la lengua. Empezar por la percepción, la
subjetiva y la coincidente con el grupo social, interrelacionada con la producción, para llegar,
luego, a la descripción de los fenómenos. Creencias, actitudes, prestigio, categorización del
mundo, maduración lingüística, interacción comunicativa, son el punto de partida y no un factor
más. De la percepción así entendida y del uso emergen el significado, la invariancia, la varia-
ción, la variedad, la conciencia lingüística, el cambio, y se impone una metodología cualitativa y
cuantitativa. Si nuestra sugerencia cunde, la próxima vez, organizaremos los fenómenos de este
capítulo exactamente al revés.

198
El español en Argentina

Recordemos finalmente que, para las investigaciones, ya existen cuerpos de datos codificados,
adscritos a proyectos de investigación internacionales que permiten comparar variedades: Norma
Culta (Barrenechea 1987), PRESEEA, AMERESCO y PRECAVES.

Notas
1 Donni de Mirande (1992) registra retroceso de elisión por desprestigio social, también Supisiche (1994)
para región centro, no así Lang-Rigal (2015).
2 Asibilada en región bonaerense y patagónica.
3 Encuentra que se completó el cambio en jóvenes de clase media, conservando niveles de sonoridad
mayores a los de [s] en mayores de clase alta y media y jóvenes de clase alta.
4 Norte y oeste de Neuquén, Río Gallegos y Trelew asibilan /r/ y /tr/.
5 San Juan ciudad presenta variante asibilada sorda, la más frecuente y prestigiosa (Sanou 1987), no así
Mendoza ciudad (Cubo de Severino 2000), y NC, una vibrante alveolo-palatal fricativa prolongada con
tendencia al ensordecimiento (Quiroga Salcedo, González de Ortiz y Merlo 2018).
6 El norte de Neuquén también monoptonga. Monoptongan el presente de subjuntivo Santiago, Catama-
rca y Salta (Rojas 2000).
7 Salta registra en respeto tenéi.

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Agradezco los detallados y útiles comentarios de los editores y revisores. Los errores me pertenecen.
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