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CASO:
Una vez en la clínica limeña, el ginecólogo obstetra Juan Padilla atendió a la paciente, de
64 años de edad, y le detectó un pólipo endocervical prolapsado de aproximadamente
cinco centímetros de diámetro: era necesario extirpar el útero de inmediato.
La paciente había perdido demasiada sangre, solo una transfusión y una terapia intensiva
podrían ayudarla a sobrevivir. Lamentablemente, pese a ser una clínica de actividad
quirúrgica, la clínica no contaba con farmacia propia ni con banco de sangre, pues el
director general consideraba injustificable la inversión en esos costosos servicios.
Aducía que con la destreza de cirujanos bien entrenados no era necesaria "ni una gota de
sangre" y que, además, el proceso de recolección, fragmentación, tipificación y
almacenaje de sangre requería equipos y ambientes especiales, así como la intervención
de expertos.
Sin perder tiempo, el anestesiólogo propuso solicitar ayuda al Hospital Público Virgen de
Fátima, que estaba ubicado muy cerca de la clínica, a pocas cuadras, y disponía de una
unidad de terapia intensiva suficientemente equipada para manejar la gravedad del caso.
El pedido fue atendido sin dilación; a los pocos minutos, llegó una ambulancia
acondicionada con contenedores especiales, varias unidades de sangre y plasma fresco
para recoger a la paciente.
En la Clínica Santa Socorro tampoco había una unidad especializada de este tipo; los
pacientes eran cuidados por una enfermera en sus habitaciones.
Pese a la calidad de los servicios médicos del hospital, los daños producidos por la
pérdida de sangre y la demora en la terapia intensiva marcaron la suerte de la señora
Martínez, quien falleció dos días después de haber ingresado al hospital.
Por su importancia,
1. ¿Qué factores deben tomarse en cuenta para seleccionar proveedores del banco
de sangre?
2. ¿Consideras que la Clínica debería su propio banco de sangre o debería adquirir
la sangre de terceras Clínicas especializadas?