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U NA M I R ADA AC T UAL

SOBR E L A AGR AVAC IÓN DEL R I ESGO

Dra. Andrea Signorino Barbat

En Homenaje al Dr. Arturo Díaz Bravo.


Profundamente agradecida por la invitación cursada por la Pontificia
Universidad Javeriana de Bogotá y el Comité Ibero-Latinoamericano de
AIDA-CILA para participar como articulista en este Liber Amicorum,
expreso mi profundo reconocimiento al Profesor Dr. Arturo Díaz Bravo
con quien tuve el gusto de compartir tantos eventos académicos y
a quien recuerdo con profundo aprecio personal y elevado respeto
profesional. Vaya para él mi emotivo recuerdo, al igual que para su
familia, mis sentidas condolencias.

Sumario: 1. Introducción. 2. Concepto de agravación del


riesgo. Características que lo distancian de figuras afines.
3. Consecuencias de la agravación del riesgo-Legislación
comparada. 4. Concluyendo. Bibliografía.

1. I NT RODUCCIÓN

En derecho de seguros es común la confusión entre agravación


del riesgo, o más ajustadamente agravación del estado del riesgo,
y figuras afines como el aumento del riesgo, las exclusiones de
cobertura o los riesgos no cubiertos.
No obstante, siempre ha sido un instituto de relevante
importancia en el derecho de seguros, no sólo por los proficuos
estudios que connotados especialistas han dedicado al mismo,
sino asimismo por la relevancia de índole práctica, de carácter
técnico-comercial, que la agravación del riesgo reviste: repercute
directamente en el premio del seguro.
Es decir, si el asegurador asume un riesgo en determinadas
condiciones y luego éste se “agrava”, ya sea por hechos del
asegurado o por hechos de un tercero, el riesgo cambia, se modifica,
124 LIBER AMICORUM ARTURO DÍAZ BRAVO

deja de ser el que el asegurador asumió en un principio y pasa a


ser un riesgo que resulta más gravoso para éste.
El asegurador asumió un determinado riesgo y determinó un
premio acorde al mismo y en virtud de la agravación, ese premio
deja de ser el adecuado para asumirlo.
En tal sentido, si el premio no es técnicamente adecuado, si
ocurre el siniestro, el asegurador sufrirá una pérdida que escapará
a sus reservas técnicas y esto a su vez afectará a la mutualidad de
asegurados, no sólo por la posible insolvencia de la aseguradora, –si
este tipo de agravamiento no contrapesado con premios adecuados
se repite en la masa de asegurados–, sino por la posible suba de las
premios a toda la cartera para compensar esos riesgos agravados
que no encuentran compensación en premios.
Lo que queremos demostrar pues, es que el tema de la
agravación del estado del riesgo dista de ser un tema meramente
teórico para ser un asunto de grave importancia para el equilibrio
económico de las empresas aseguradoras y para el sano desarrollo
del mercado asegurador.
Ahora bien, en esto no tiene que ver la relación de causalidad
entre la agravación del riesgo y el siniestro; la agravación de riesgo
se configura independientemente del siniestro. En todo caso podrá
ser causa coadyuvante del mismo, más eso no debe desnaturalizar
al instituto de la agravación del riesgo, menos en legislaciones que
no vinculan expresamente ambas figuras.
Por lo tanto, el tema que nos ocupa no pierde en la actualidad
vigencia aunque sí creemos que enfrenta nuevos desafíos a su
concepción tradicional.
Para explicar esta afirmación, pensemos en el desarrollo de la
tecnología en la actualidad.
¿Podemos afirmar con 100% de certeza que el desarrollo por
ejemplo, de la nanotecnología1 que hoy se aplica normalmente

Nanotecnología es la ciencia, ingeniería y tecnología relacionadas


1

con la comprensión y el control de la materia en escala de longitudes


aproximadamente entre 1 y 100 nanómetros, y asimismo la investigación
y desarrollo de materiales, dispositivos y sistemas con nuevas
ASPECTOS GENERALES DEL CONTRATO DE SEGURO 125

en el sector electrónica - en chips de smartphones, tablets–, en


el sector automotriz –tecnología en automóviles, neumáticos,
parabrisas, equipamiento–, en el sector cosméticos – cremas de
belleza, protectores solares–, en el sector farmacéutico –desarrollos
contra el cáncer–, en la construcción - materiales de aislamiento,
recubrimientos- etc., es un riesgo normal o es una agravación
del riesgo que amerita rever las pólizas de responsabilidad civil
productos, de errores y omisiones, de D & O- directores y gerentes-,
de accidentes personales, de accidentes de trabajo, de seguros
medioambientales, para ver si realmente se trata de un riesgo
agravado que amerita redefinir las premios o directamente es un
riesgo nuevo que amerita ser excluido hasta su total evaluación?
El objetivo del presente pues, apunta a llamar la atención
sobre la vigencia y actualidad del instituto de la agravación del
riesgo y de cómo el derecho de seguros, y las legislaciones, deben
permanentemente estar atentos a la correcta conceptualización de
estas circunstancias, sean voluntarias o externas al asegurado, que
pueden agravar el riesgo asumido.

3. C O N C E P T O D E A G R AVA C I ÓN D E L R I E S G O .
C A R AC T E R ÍS T I C A S Q U E L O D I S TA N C I A N D E
FIGU R AS A FI NES.

El principio del derecho francés recogido por casi todas las


legislaciones internacionales conocido como pacta sunt servanda,
o principio de intangibilidad o fidelidad negocial, en virtud de
la cual, al decir del autor francés Jean Domat, las convenciones
legalmente celebradas tiene fuerza de ley entre aquellos que las
han celebrado, no puede ser llevado al extremo de la injusticia o
el desequilibrio jurídico para una de las partes.
Si las condiciones originalmente pactadas sufren una alteración
o modificación, deben ser tomadas en cuenta. El contrato en la
modernidad se concibe como un proceso, como un ordenamiento

propiedades y funciones debidas a sus dimensiones o componentes


nanométricos. El nanómetro es una unidad de medida que equivale a
una milmillonésima parte del metro. O sea es igual a dividir tres veces
por mil 1 metro: la milésima de metro es el milímetro, la milésima de
milímetro es la micra y la milésima de micra es el nanómetro.
126 LIBER AMICORUM ARTURO DÍAZ BRAVO

privado mixto, rígido en cuanto a su estructura, lo cual garantiza


la confianza entre las partes sobre lo pactado, pero a la vez flexible
ante la reacción de las partes frente a las alteraciones sobrevinientes2.
Esta postura reconoce distintos sustentos teóricos, ya sea en
la teoría de la imprevisión o del riesgo imprevisible, en la regla
rebus sic stantibus, en la excesiva onerosidad superviniente, en la
teoría de las obligaciones impracticables o en las teorías de la base
del negocio jurídico, o en general en una suma de estas teorías
recogidas por el derecho positivo, teorías cuyo desarrollo excede
los alcances del presente.
Lo expuesto resulta aplicable al contrato de seguros donde
el asegurador evalúa el estado del riesgo que el asegurado desea
cubrir, y lo asume en las condiciones valoradas, pactando un
premio a pagar por el asegurado como contraprestación por dicha
asunción del riesgo, por la cobertura del riesgo.
El contrato de seguros como contrato de ejecución continuada
o de duración, que no se agota en un solo acto, puede, durante su
vigencia, sufrir alteraciones, y si esas alteraciones afectan el riesgo
asumido, que es, para algunos autores, el objeto del contrato, deben
ser tomadas en cuenta.
Pero no toda alteración del contrato de seguros supone una
agravación del estado del riesgo.
Las alteraciones en el contrato de seguros, para constituir una
agravación del riesgo, deben reunir ciertas características.
Veamos estas características.
• Deben ser circunstancias nuevas que surjan durante la vigencia
del contrato.
Si las circunstancias ya existían al momento de la celebración
del contrato, el asegurador debió tenerlas en cuenta al evaluar y
asumir el riesgo y no puede luego alegar que se trata de agravaciones
del riesgo. Distinto es afirmar que dichas alteraciones deben ser

Benitez Caorsi, Juan. “La revisión del contrato”, Colombia:


2

Editorial Temis, 2010.


ASPECTOS GENERALES DEL CONTRATO DE SEGURO 127

de tal entidad que el asegurador, si las hubiera conocido al


momento de la celebración del contrato, hubiera celebrado el
mismo en otras condiciones o directamente no habría asumido
el riesgo. Esto refiere a la “entidad” de las alteraciones, no al
momento en que estas ocurren.
Por ejemplo, si el asegurador asegura una casa contra hurto
y no exige alarma al celebrar el contrato, ocurrido el siniestro
no puede alegar que el mal funcionamiento de la alarma, que
igualmente existía en la casa, agravó el riesgo de hurto pues
esto no fue tomado en cuenta al contratar el seguro.
• Deben ser modificaciones trascendentes o sustanciales, que supongan
una alteración del riesgo que determine su agravación.
Debe existir la alteración de circunstancias cuya existencia
o subsistencia sean necesarias para que tenga sentido el
mantenimiento de la fuerza vinculante del contrato, al menos
en las mismas condiciones. En derecho de seguros, esto significa
que, como ya expresáramos, deben ser alteraciones de tal entidad
que el asegurador si las hubiera conocido al momento de la
celebración del contrato, hubiera celebrado el mismo en otras
condiciones o directamente no habría asumido el riesgo.
Por ejemplo, si yo tengo un seguro de incendio en mi
vivienda y cuando contrato el seguro la misma se ubica al
lado de una casa –habitación, y luego esa casa- habitación se
transforma en una estación de servicio que expende gasolina, mi
riesgo se agrava por un hecho de tercero. O si tengo un vehículo
de carga con seguro de riesgo total, que cubre daño propio y
responsabilidad civil contra terceros y realizo fletes pero luego
cambio el destino y lo utilizo como reparto de garrafas de gas,
agravo el riesgo. Ambas alteraciones del riesgo son trascendentes
y hubieran modificado las condiciones contractuales originales.
• Deben ser alteraciones que permanezcan en el tiempo. No
obstante, igualmente las alteraciones puntuales del estado del
riesgo serán riesgos anormales que provocarán la exclusión
de cobertura.
En este punto cabe aclarar que esta característica obedece a
la distinción doctrinaria, con origen en el derecho italiano, entre
128 LIBER AMICORUM ARTURO DÍAZ BRAVO

“riesgo anormal” y “riesgo agravado”3. Si estamos ante la hipótesis


de un riesgo que puntualmente se agrava, por un acto volitivo del
asegurado, y que eventualmente puede volver a la normalidad,
estamos ante un riesgo anormal que en general provoca la exclusión
de la cobertura. En cambio la agravación del riesgo perdura en el
tiempo y puede llevar a la exclusión de cobertura, la rescisión del
contrato o la adecuación del premio.
Personalmente entendemos que en ambos casos estamos
ante una agravación del riesgo, que la distinción solo reviste
importancia por las consecuencias disímiles en uno u otro caso: el
riesgo anormal provoca la exclusión de la cobertura en cambio la
agravación del riesgo puede tener diversos efectos, como diremos
en el presente.
Por ejemplo, si me lanzo en paracaídas una vez aislada, como
única experiencia, si me ocurre el siniestro (muerte o accidente
personal) no estaré probablemente cubierto por la póliza de vida
que en general excluye los siniestros ocurridos durante la práctica
de deportes riesgosos. Esto será un riesgo que se torna anormal
pero no una agravación del riesgo que suponga el recalculo de mi
premio. Distinto es si decido practicar paracaidismo como deporte
o profesión habitual. En este caso debo declararlo a la aseguradora
pues agravo el riesgo en forma permanente.
Lo mismo el caso de conductor en estado de ebriedad,
puntualmente su actitud torna el riesgo anormal y por lo tanto,
en un riesgo excluible de la garantía aseguraticia. Más igualmente
se trata de una agravación del riesgo, solamente que puntual
(salvo que se trate de un conductor con problema de ebriedad
permanente) y con la consecuencia de la exclusión de la cobertura,
si ocurre el siniestro.
• Deben suponer un desequilibrio entre las prestaciones asumidas
por las partes.
Es decir, el asegurador a consecuencia de la agravación pasa
a estar cubriendo un riesgo mayor que el evaluado y asumido

Durante, Aldo. “L’anormalità del rischio della r.c. nel caso di


3

guidatore d’autoveicolo in isiato d’ubriachezza”, en Revista Assicurazioni,


año XXX, Roma, 1963,
ASPECTOS GENERALES DEL CONTRATO DE SEGURO 129

originalmente al celebrar el contrato y el premio que el asegurado


paga pasa a estar en desacuerdo con el riesgo cubierto.
Por ejemplo, si yo contrato un seguro de automotor que cubre
el hurto del vehículo, y circulo por una zona peligrosa donde
son habituales los hurtos, no estaré agravando el riesgo más
que por lo que puede dictar el sentido común. Se supone que el
asegurador cuando celebra el contrato evalúa y asume, dentro de
sus estadísticas, la probabilidad que los vehículos circulen por
zonas riesgosas.
• Deben ser modificaciones imprevisibles.
He aquí una característica que nos lleva a distinguir las
modificaciones previsibles e imprevisibles que puede sufrir el
estado del riesgo.
Previsibles son por ejemplo, la vejez en el seguro de vida o el
deterioro de los bienes en los seguros generales.
Imprevisibles pueden ser la disminución del riesgo, la
agravación del riesgo o el cambio del riesgo.
Contra éstas últimas es que debe protegerse al asegurado
y por su intermedio a la comunidad de riesgos pues cualquier
variación no previsible destruye los fundamentos sobre los cuales
se estableció el contrato.
En vistas a esto se derivan, en general, dos cargas para el
asegurado: por un lado, la carga de no alterar el riesgo por un
acto suyo; por otro lado, la carga de informar al asegurador toda
alteración del estado del riesgo por agravaciones provocadas por
él mismo o por terceros.
• Las alteraciones no deben ser meros aumentos o progresiones
del riesgo.
Por ejemplo, si el asegurador asume un riesgo en base a una
declaración de salud dada al momento de celebrarse el contrato,
no podrá argumentar durante la vigencia del mismo que el riesgo
“se agravó” por cambios en el estado de salud del asegurado.
Esto no es una agravación del riesgo en el sentido jurídico del
concepto en derecho de seguros, sino que es un aumento del
riesgo que sucede estando vigente el seguro y que no afecta el
130 LIBER AMICORUM ARTURO DÍAZ BRAVO

riesgo asumido. Este debió ser evaluado teniendo en cuenta esta


posible alteración que podemos incluso calificar de previsible en el
marco natural del envejecimiento del ser humano. En las hipótesis
normales los premios de los seguros de vida se fijan en base a
estudios estadísticos que tienen en cuenta estas probabilidades
de enfermedad.
• Tampoco debe tratarse de meros aumentos en la suma asegurada
o en el interés asegurable o en el valor del bien asegurado.
Es claro que la suma asegurada puede variar incluso a
voluntad del asegurado y que el interés asegurable o el valor
del bien asegurado también pueden aumentar sin significar una
agravación del riesgo. En definitiva, el asegurador responderá
hasta el valor del daño y con el límite de la suma asegurada con lo
cual no podrá oponer la agravación del riesgo por las antedichas
alteraciones.
Excepcionalmente en los seguros de hurto o incendio, el
aumento del valor del bien puede considerarse una agravación
que, en general, no conllevará a la rescisión del contrato sino al
aumento de la prima o a la aplicación de una extraprima.
• Las alteraciones del riesgo que determinan la agravación del
mismo no son equivalentes a riesgos no cubiertos.
Los riesgos no cubiertos son delimitaciones del riesgo que
se pactan al celebrar el contrato, son las circunstancias, especial
y expresamente, determinadas en el contrato de seguros como
causales de exclusión de cobertura y calificadas como riesgos no
cubiertos, como circunstancias en cuyo contexto la ocurrencia del
riesgo no se considera cubierto. Son hipótesis pactadas al inicio
de la relación contractual que determina un “no seguro”, una
declaración explícita sobre que, ante determinados supuestos, no
habrá cobertura. En cambio la agravación del riesgo ocurre durante
la vigencia del contrato, se altera el riesgo asumido, su estado.
Diversos y prestigiosos autores identifican a las exclusiones
de cobertura con los riesgos no cubiertos. 4 En nuestro concepto,

Por ejemplo el Dr Carlos Ignacio Jaramillo en su obra “Derecho


4

de Seguros” Tomo III, pp. 431 y ss.


ASPECTOS GENERALES DEL CONTRATO DE SEGURO 131

las exclusiones son el género y los riesgos no cubiertos una especie


dentro del género, no son, pues, equivalentes.
Las exclusiones de cobertura pueden ocurrir por otras
circunstancias distintas a los riesgos no cubiertos, por ejemplo, por
comprobarse el no pago del premio, por constatarse la existencia
de reticencias o falsas declaraciones.
Dentro de las exclusiones de cobertura pueden situarse incluso
los casos de agravación del riesgo que determinan justamente
dicha exclusión, lo cual veremos seguidamente al analizar las
consecuencias de las agravaciones del riesgo.
• Los autores dividen sus opiniones en cuanto al requisito de que
se debe tratar de alteraciones conocidas por el asegurado.
Parte de la doctrina afirma que la agravación se da solo si el
asegurado conoce las alteraciones por obra propia o de tercero
y otra parte de la doctrina, que compartimos, considera que
igualmente existe la agravación (por hecho del tercero) aunque el
asegurado no la conozca.
Es evidente que el asegurado no puede denunciar circunstancias
que no conoce, es decir hechos de terceros que no conoce, aunque
resulten agravar el riesgo. No podrá pues, castigarse al asegurado por
el no cumplimiento de la carga de informar las alteraciones del riesgo.
Ahora bien, en sí, la agravación existe y por lo tanto, aunque
el asegurado no conozca las alteraciones, si llegan a conocimiento
del asegurador, por inspección del riesgo o incluso al momento
del siniestro, el asegurador podrá considerar la existencia de
la agravación y aplicar el correctivo o sanción correspondiente
(aplicación de una extraprima, rescisión del contrato o incluso
rechazo del siniestro de acuerdo a cada legislación).
• Finalmente, ¿es exigible la relación de causalidad entre la
agravación del riesgo y el siniestro?
Por ejemplo, en el caso de un conductor asegurado que conduce
ebrio y sufre un siniestro de tránsito ¿debemos demostrar que la
embriaguez causó el siniestro de tránsito?
Más allá que esta es, en general, una situación de riesgo
anormal, al que ya hemos aludido, excluida de las coberturas de
132 LIBER AMICORUM ARTURO DÍAZ BRAVO

seguros de daño, e incluso un riesgo no cubierto expresamente


establecido de antemano en la póliza como exclusión, sabemos de
la existencia de jurisprudencia dividida al respecto.
Es que tanto la doctrina, jurisprudencia y legislación comparada
se dividen en este punto, a favor y en contra de su exigencia.
A favor, por la necesaria relación de causalidad exigible en general
en los seguros de daño, especialmente en responsabilidad civil como
principio general. Esta es la posición minoritaria hoy en doctrina5.
En contra, por considerar que cuando la agravación del
riesgo existe, provoca por sí misma el desequilibrio contractual.
Objetivamente el riesgo se agrava y afecta los fundamentos del
contrato, altera el riesgo asumido por el asegurador y por lo tanto
genera la eventual pérdida de la cobertura, lo cual es anterior
incluso a la eventual pérdida de la indemnización o prestación a
cargo del asegurador. Al decir del profesor colombiano Efrén Ossa
en relación a la agravación del riesgo: “Lo que importa a los efectos
legales es su influencia sobre el riesgo y no su intervención como
causa o concausa del siniestro”6.
Por esto, la mayoría de la doctrina comparada se inclina
por negar cualquier vinculación o relación de causalidad con el
siniestro, por asignarle relevancia, únicamente, a la influencia
de la agravación sobre el estado del riesgo. De ahí que se afirme
que la agravación se consolida con total independencia de hechos
ulteriores (siniestro), de una parte y, de la otra, que la carga
informativa que le incumbe a tomadores y asegurados debe ser
estrictamente acatada, so pena de la imposición de las sanciones
que su inejecución apareja. Esta carga no desaparece aun cuando
el siniestro se desligue causalmente del hecho agravante.
A nivel legislativo, esto es lo que se afirma en la generalidad de
las leyes de seguros con las excepciones que veremos más adelante
en el presente (Suiza, Alemania, Austria, México, Perú).
En cuanto a la jurisprudencia, como dijimos, se encuentra dividida.

Cfrm Dr. Juan Carlos Morandi en Argentina, Dr. Vitorrio


5

Salandra en Italia.
6
Ossa G., J. Efrén. Teoría general del seguro, vol. II, pág. 372.
ASPECTOS GENERALES DEL CONTRATO DE SEGURO 133

Por ejemplo, en Brasil diversas decisiones del Superior Tribunal


de Justicia afirman que la embriaguez, por si sola, no es causa de
exclusión de cobertura, porque es necesaria la prueba de que la
agravación derivada de la embriaguez es la que provocó el siniestro7.
En Uruguay la jurisprudencia se inclina por la independencia
del nexo causal de la agravación con el siniestro.
En Argentina, notamos un cambio en la jurisprudencia. Una
sentencia de diciembre de 2012 en un caso de conductor ebrio,
en el cual el vehículo sufrió rotura del eje delantero y provocó la
colisión, establece que se debe probar la culpa grave del conductor,
incluso si existe exclusión de cobertura8.
En nuestra opinión, además de concordar con la independencia
de la agravación del riesgo con respecto a la causa del siniestro,
entendemos que solo en países donde las legislaciones expresamente
relacionan la agravación con el siniestro puede sostenerse esta
relación, lo cual es insostenible en legislaciones que no la consagran
a texto expreso.
Es más, aun pensando en la causalidad, entendemos que en
derecho de seguros la teoría de la causalidad adecuada es la teoría
que sin duda, predomina en el derecho privado en general y, en
particular, en el derecho de seguros contemporáneo, pero debe
circunscribirse, adecuarse, al campo del contrato de seguro.
Es decir, la teoría de la causalidad adecuada, teoría de la
condición adecuada, tiene como misión primordial establecer,
dentro del haz de pluralidad de condiciones o causas, la condición
idónea para su producción material, es decir, aquella condición sin
la cual el daño no hubiera tenido lugar: su causa propiamente dicha
(relación de dependencia antecedente y subsiguiente). Para lograr
tal cometido en las distintas disciplinas del derecho en general, es
menester acudir, a las reglas de la regularidad y de la normalidad
del resultado en cuestión, a fin de evaluar cuál de las condiciones
actuantes pudo producir, con arreglo a lo que ordinariamente

7
Por ejemplo: STJ. REsp 780.757, Rel. Min. João Otávio de
Noronha, 4ª. Turma, j. 01/12/2009.
8
Cámara Nacional de Apelaciones en lo Civil, Sala “E” 04/12/2012
134 LIBER AMICORUM ARTURO DÍAZ BRAVO

acontece o suele acontecer en esas determinadas circunstancias,


ese específico resultado (previsibilidad)9.
No obstante, en el ámbito del derecho de seguros nos adherimos
a la postura del profesor Antígono Donati10 quien afirma que debe
realizarse un juicio concreto alusivo a lo realmente acontecido. De
ahí que defina la causa como “el antecedente que, además de haber
resultado necesario en el caso concreto, en abstracto parece idóneo
para producir por sí solo el evento”. Resulta esencial el concepto de
abstracción que maneja el Profesor Donati: la causa en derecho de
seguros es una causa que debe ser idónea para producir el evento,
aún en forma abstracta, es decir con separación o exclusión del
sujeto, del caso concreto. Y máxime en el instituto de la agravación
del riesgo donde aún el hecho del tercero puede configura una
agravación del riesgo del asegurado.
Por lo tanto, en la figura en estudio, si la circunstancia agravante
reúne en abstracto, separadamente del caso concreto, las condiciones
para ser tal agravación, -es decir, como ya analizamos: es una
circunstancia nueva, superviniente, trascendente, que altera el riesgo de
forma tal que el asegurador no hubiera celebrado el contrato al menos en
iguales condiciones, si altera la base contractual, ya sea puntualmente
o perdurando en el tiempo, ya sea por obra del asegurado o por hecho
del tercero-, debe ser considerada una causa idónea para la ocurrencia
del siniestro en el contexto del derecho de seguros.

3. C O N S E C U E N C I A S D E L A A G R AVA C I ÓN D E L
R IESGO -LEGISLACIÓN COM PA R ADA.

En relación al riesgo, existen dos cargas esenciales del


asegurado: por un lado, la obligación de no alterar el riesgo por un
acto suyo; por otro lado, la carga de informar al asegurador toda
alteración del estado del riesgo por hechos propios o de terceros.
Es decir que existe una carga negativa, abstenerse de alterar el
riesgo y otra positiva de informar sobre las alteraciones del riesgo
que pueden ser agravaciones o disminuciones del riesgo.

Dr. Jaramillo, Carlos Ignacio en op. cit., p. 204.


9

Dr. Donati, Antígono. Trattato del diritto delle asicurazioni private,


10

vol. II, p. 173.


ASPECTOS GENERALES DEL CONTRATO DE SEGURO 135

En el caso de las agravaciones estas pueden pues ser subjetivas,


o sea por actos del asegurado, u objetivas por hechos de terceros.
Las legislaciones en general definen a la agravación del riesgo
como toda circunstancia que, si hubiese existido al tiempo de la
celebración del contrato, la hubiera impedido o modificado las
condiciones contractuales y establecen que dichas circunstancias
deben ser comunicadas al asegurador inmediatamente de conocer
la agravación salvo que las mismas se debieran al propio tomador o
asegurado o de quienes lo representen, en cuyo caso la notificación
deberá efectuarse antes que se produzcan. También suelen distinguir
las agravaciones no existiendo siniestro y existiendo siniestro.
El Código de Comercio del Uruguay que data del año 1865 contiene
un Título XI sobre Seguros pero no menciona al instituto de la
agravación del riesgo, algo propio de su sabia vetustez. Lo único que
establece es, en el artículo 681 para el seguro de incendio, que cuando
a un edificio se le cambia el destino con una mayor exposición a un
posible incendio, en caso de ocurrir el mismo, el asegurador queda
exonerado de abonar la indemnización prevista en la póliza.
En el Anteproyecto de Ley de seguros que se está estudiando
en Uruguay con firmes posibilidades de convertirse pronto en
derecho positivo, se regula ampliamente la agravación del riesgo, a
la cual refiere como “agravación” del riesgo, no como agravamiento
como se denomina en otras legislaciones.
El Anteproyecto determina que no existiendo siniestro, si la
agravación del riesgo se debe a hecho del asegurado, la cobertura
queda suspendida desde el momento en que la agravación se
produce.
Si la agravación se debe al hecho de tercero, la cobertura queda
suspendida desde el momento en que es conocida por el asegurado
o habiendo tomado conocimiento el asegurador, desde el momento
en que notifica al asegurado tal circunstancia.
Luego se establece un plazo de 15 días desde que al asegurador
le fuera declarada la agravación del riesgo, y entendemos que
también desde que se le notifica al asegurado, para que las partes
acuerden modificar el contrato de seguro o para que el asegurador
manifieste su voluntad de rescindirlo en cuyo caso el asegurador
136 LIBER AMICORUM ARTURO DÍAZ BRAVO

tendrá derecho a percibir el premio sólo por el período transcurrido


hasta la rescisión.
Si nada de esto sucede, vencido el plazo, el contrato se mantendrá
en las condiciones pactadas inicialmente.
Este artículo no aplica a los seguros sobre personas que se rigen
por su propia disposición que establece que solo se debe denunciar la
agravación del riesgo que obedezca a motivos previstos en la póliza.
Los cambios de profesión o de actividad autorizan la rescisión
cuando agravan el riesgo de modo tal que, de existir a la época de
la celebración, el asegurador no hubiera concluido el contrato de
acuerdo con los usos y costumbres comerciales.
Si hubiese existido ese cambio al tiempo de la celebración del
contrato y el asegurador hubiera concluido el contrato por un premio
mayor, la suma asegurada se reducirá en proporción al premio pagado.
En las demás hipótesis de agravación del riesgo previstas en la
póliza, el asegurador podrá optar entre rescindir el contrato u ofrecer
al asegurado el pago de una extraprima acorde al riesgo agravado.
Si existe siniestro, el Anteproyecto nacional prevé que si el
tomador o el asegurado omitieron denunciar la agravación del
riesgo cubierto por el contrato, el asegurador queda liberado de su
prestación, siempre que el siniestro haya sido provocado por hecho
o circunstancias agravantes del riesgo que no fueron denunciadas.
O sea que no cualquier agravación del riesgo habilita al
asegurador a no indemnizar el siniestro sino que la no indemnización,
o no cumplimiento de la prestación, pues este artículo también aplica
a los seguros de vida, solo ocurre si el siniestro fue “provocado” por
la agravación y esta no había sido denunciada.
A primera vista, parecería que el legislador equivoca en este
punto el concepto de agravación del riesgo, pues, como hemos
dicho, en el campo del derecho de seguros, la causalidad debe ser
tomada con un alcance diferente al habitual, máxime en materia
de agravación del riesgo. Ahora bien, el legislador no utiliza la
palabra “causado” sino la palabra “provocado”. Y esto puede llevar
a distanciarnos del concepto de causalidad adecuada a que ya
hemos referido.
ASPECTOS GENERALES DEL CONTRATO DE SEGURO 137

“Provocar”, de acuerdo al Diccionario de la Real Academia


Española significa “Hacer que una cosa produzca otra como
reacción o respuesta a ella” pero también “facilitar, ayudar, inducir”.
En cambio “causar” significa, “dicho de una causa, producir su
efecto” y “ser causa, razón y motivo de que suceda algo”.
Es claro, pues, que provocar puede aludir a una causa
indirecta o coadyuvante, a un elemento que no tiene por qué ser
la causa directa. Esta interpretación parece la más adecuada al
instituto de la agravación del riesgo en derecho de seguros: el
riesgo se agrava independientemente de la ocurrencia o no del
siniestro y si el legislador se inclina por exigir cierta relación entre
la agravación y el siniestro no debe ser necesariamente la causa
directa, puede ocurrir que el siniestro se haya visto “provocado”,
es decir, favorecido, ayudado o facilitado por la agravación no
denunciada. Existen, comúnmente, excepciones a las disposiciones
sobre agravación del riesgo, determinándose que no serán de
aplicación en los supuestos en que se provoque para precaver un
siniestro o atenuar sus consecuencias o por un deber de humanidad
generalmente aceptado; sin perjuicio de la carga del tomador o
asegurado de comunicar tal circunstancia al asegurador.
Por último el Anteproyecto prevé el caso de pluralidad de
intereses o personas afectadas por la agravación y establece que, cuando
el contrato comprende pluralidad de intereses o de personas y
la agravación sólo afecta a parte de ellos, el asegurador puede
rescindir todo el contrato si no lo hubiese celebrado en las mismas
condiciones respecto de los intereses o personas no afectados.
Si el asegurador ejercita su derecho de rescindir el contrato
respecto de una parte de los intereses, el tomador puede rescindirlo
en lo restante, calculándose el premio en ambos casos por el
período transcurrido hasta ese momento.
El Código Civil Brasileño, regula la agravación del riesgo en los
artículos 76811 y 76912 estableciendo que el asegurador pierde el

11
Código Civil brasileño. Ley 10.406 de 10/01/2002. “Art. 768. O
segurado perderá o direito à garantia se agravar intencionalmente o
risco objeto do contrato”.
12
Código Civil brasileño. Ley 10.406 de 10/01/2002. “Art. 769”. O
segurado é obrigado a comunicar ao segurador, logo que saiba, todo
138 LIBER AMICORUM ARTURO DÍAZ BRAVO

derecho a la garantía si agrava intencionalmente el riesgo objeto


del contrato de seguros.
Nótese que el código brasileño habla de pérdida de la garantía,
no de la indemnización (“indenização”). Esto parece señalar que lo
que pierde el asegurado es el derecho a la cobertura, aun cuando no
existiera siniestro. Esta afirmación no resulta menor si pensamos en
los temas de causalidad: si la agravación del riesgo causa la pérdida
del derecho a la cobertura, no viene al caso a la hora del siniestro
analizar si existe relación de causalidad entre la agravación y el
siniestro porque la agravación no afecta a la indemnización sino
que opera como una exclusión previa de cobertura, anterior al
siniestro mismo. A esto se suma que la legislación expresamente
no vincula la agravación con el siniestro, como si veremos realizan
otras legislaciones de derecho comparado. Asimismo, establece
que está obligado a comunicar al asegurador, luego de conocerlo,
todo incidente capaz de agravar considerablemente el riesgo
cubierto, so pena de perder el derecho a la garantía, si se prueba
que no comunicó la agravación por mala fe. El asegurador dentro
de los quince días siguientes de recibir el aviso de agravación
del riesgo sin culpa del asegurado, podrá comunicarle su
decisión de resolver el contrato. La resolución solo será eficaz a
los treinta días posteriores a la notificación, debiendo restituir
la diferencia de premio al asegurado. La legislación brasileña
destaca la característica de trascendencia de las circunstancias
para ser considerada agravación de riesgo y también se afilia al
conocimiento necesario de la alteración por parte del asegurado. No
regula separadamente la agravación para los seguros de personas,
o sea que se aplica el mismo artículo. Nótese que el artículo parece
distinguir la agravación del riesgo ocurrido el siniestro y no
ocurrido el siniestro. Asimismo, distingue al asegurado de buena
fe, del que actúa con mala fe o culpa. Si actúa de buena fe, lo cual

incidente suscetível de agravar consideravelmente o risco coberto,


sobpena de perder o direito à garantia, se provar que silenciou de má-fé.
§ 1o O segurador, desde que o faça nos quinze dias seguintes ao
recebimento do aviso da agravação do risco sem culpa do segurado,
poderá dar-lhe ciência, por escrito, de sua decisão de resolver o contrato.
§ 2o A resolução só será eficaz trinta dias após a notificação,
devendo ser restituída pelo segurador a diferença do prêmio.
ASPECTOS GENERALES DEL CONTRATO DE SEGURO 139

entendemos significa comunicar la agravación, tendría derecho


a la prestación si ocurrió el siniestro, y si no ocurrió el siniestro
y el asegurador decide rescindir el contrato, tendría derecho a
la restitución del premio por el período no corrido del seguro.
Si actúa de mala fe, lo cual el artículo parece identificar con el
concepto de culpa, o sea de negligencia en el actuar, en este caso
por no comunicar la agravación - y debemos agregar habiéndola
conocido pues esto lo exige la legislación, como hemos dicho- si
ocurre el siniestro, el asegurador puede no pagar la prestación a su
cargo. Ahora bien, ¿qué ocurre si no existe siniestro y el asegurador
conoce la agravación obviamente no por boca del asegurado pues
este está de mala fe? La legislación no da respuesta expresa a esta
interrogante pero entendemos que si en caso de buena fe otorga
la potestad al asegurador de rescindir el contrato, en caso de mala
fe con más razón debe concederla. Pero del lado del asegurado,
entendemos, debería perder el derecho al premio por el período
no corrido del seguro, lo cual al no decirlo la normativa, quedaría,
a criterio del juez, o bien, aplicando la analogía con el caso de
actuación de buena fe, debería recibir el premio. Esta última no
parece ser la solución más justa pues alentaría la actuación culposa.
En Colombia, el artículo 1060 del Código de Comercio de 1971, bajo
el acápite “Mantenimiento del estado del riesgo y notificación de
cambios” señala que:
El asegurado o el tomador, según el caso, están obligados a
mantener el estado del riesgo. En tal virtud, uno u otro deberán
notificar por escrito al asegurador los hechos o circunstancias no
previsibles que sobrevengan con posterioridad a la celebración del
contrato y que, conforme al criterio consignado en el inciso lº del
artículo 1058 (es decir, hechos o circunstancias que, conocidos por el
asegurador, lo hubieren retraído de celebrar el contrato, o inducido
a estipular condiciones más onerosas) signifiquen agravación del
riesgo o variación de su identidad local.
La notificación se hará con antelación no menor de diez
días a la fecha de la modificación del riesgo, si ésta depende del
arbitrio del asegurado o del tomador. Si le es extraña, dentro de los
diez días siguientes a aquel en que tengan conocimiento de ella,
conocimiento que se presume transcurridos treinta días desde el
momento de la modificación.
140 LIBER AMICORUM ARTURO DÍAZ BRAVO

Notificada la modificación del riesgo en los términos


consignados en el inciso anterior, el asegurador podrá revocar el
contrato o exigir el reajuste a que haya lugar en el valor de la prima.
La falta de notificación oportuna produce la terminación del
contrato. Pero sólo la mala fe del asegurado o del tomador dará
derecho al asegurador a retener la prima no devengada.
Esta sanción no será aplicable a los seguros de vida, excepto
en cuanto a los amparos accesorios, a menos de convención en
contrario; ni cuando el asegurador haya conocido oportunamente
la modificación y consentido en ella.
Cabe resaltar la presunción que la norma colombiana establece
en cuanto al conocimiento del asegurado del hecho agravante: si
no conoce el hecho, se presume tal conocimiento luego de treinta
días de ocurrida la modificación del riesgo.
Este punto demuestra, en nuestra opinión, la independencia de
la agravación del riesgo, y enfatiza la independencia causal entre
la agravación y el siniestro. Si la agravación puede ocurrir aún sin
conocimiento real del asegurado de la circunstancia agravante, con
más razón pues, ante hechos voluntarios que agravan el riesgo,
debe caber la rescisión del contrato o la no indemnización ante la
ocurrencia del siniestro, aun cuando la circunstancia agravante
sea una causa coadyuvante y no directa.
En Argentina, la Ley de seguros de 1967 independiza la
agravación el riesgo, del siniestro.
Expresa la ley argentina en sus artículos 37 a 45, entre otras
estipulaciones, que toda agravación del riesgo asumido que, si
hubiese existido al tiempo de la celebración, a juicio de peritos
hubiera impedido el contrato o modificado sus condiciones, es
causa especial de rescisión del mismo.
El tomador debe denunciar al asegurador las agravaciones
causadas por un hecho suyo, antes de que se produzcan; y las
debidas a un hecho ajeno, inmediatamente después de conocerlas.
Cuando la agravación se deba a un hecho del tomador, la
cobertura queda suspendida. El asegurador, en el término de siete
días, deberá notificar su decisión de rescindir.
ASPECTOS GENERALES DEL CONTRATO DE SEGURO 141

Cuando la agravación resulte de un hecho ajeno al tomador o si


éste debió permitirlo o provocarlo por razones ajenas a su voluntad,
el asegurador deberá notificarle su decisión de rescindir dentro del
término de un mes y con un preaviso de siete días.
En caso de siniestro si el tomador omite denunciar la agravación, el
asegurador no está obligado a su prestación si el siniestro se produce
durante la subsistencia de la agravación del riesgo, excepto que:
El tomador incurra en la omisión o demora sin culpa o
negligencia;
El asegurador conozca la agravación al tiempo en que debía
hacérsele la denuncia.
La rescisión del contrato da derecho al asegurador:
a) Si la agravación del riesgo le fue comunicada oportunamente,
a percibir la prima proporcional al tiempo transcurrido;
b) Si no le fue comunicada oportunamente, a percibir la prima
por el período de seguro en curso.
El derecho a rescindir se extingue si no se ejerce en los plazos
previstos, o si la agravación ha desaparecido.
En España, la Ley de seguros 50/1980 establece en su Artículo
11 que “El tomador del seguro o el asegurado deberán, durante el
curso del contrato, comunicar al asegurador, tan pronto como le
sea posible, todas las circunstancias que agraven el riesgo y sean
de tal naturaleza que si hubieran sido conocidas por éste en el
momento de la perfección del contrato no lo habría celebrado o lo
habría concluido en condiciones más gravosas”.
Y en su Artículo 12 establece que:
“El asegurador puede en un plazo de dos meses a contar
del día en que la agravación le ha sido declarada, proponer una
modificación del contrato. En tal caso, el tomador dispone de quince
días a contar desde la recepción de esta proposición para aceptarla o
rechazarla. En caso de rechazo, o de silencio por parte del tomador,
el asegurador puede, transcurrido dicho plazo, rescindir el contrato
previa advertencia al tomador, dándole para que conteste un nuevo
plazo de quince días, transcurridos los cuales y dentro de los ocho
siguientes comunicará al tomador la rescisión definitiva.
142 LIBER AMICORUM ARTURO DÍAZ BRAVO

El asegurador igualmente podrá rescindir el contrato


comunicándolo por escrito al asegurador dentro de un mes, a partir
del día en que tuvo conocimiento de la agravación del riesgo. En el
caso de que el tomador del seguro o el asegurado no haya efectuado
su declaración y sobreviniere un siniestro, el asegurador queda
liberado de su prestación si el tomador o el asegurado han actuado
con mala fe. En otro caso, la prestación del asegurador se reducirá
proporcionalmente a la diferencia entre la prima convenida y la que se
hubiera aplicado de haberse conocido la verdadera entidad del riesgo”.
Respecto a la relación entre la agravación del riesgo y el siniestro, o
sea la relación de causalidad de la primera para con el segundo,
como dijimos a nivel legislativo, son escasas las legislaciones que
establecen su necesaria relación. Las excepciones son por ejemplo
Suiza en el que el artículo 32 de la ley de 1908 determina que la
agravación no produce sus conocidos efectos cuando no ejerce
ninguna influencia sobre el siniestro y sobre el alcance de las
prestaciones que le incumben al asegurador.
Similar consagración establece el artículo 62 literal c) de la
reciente Ley Peruana de finales de 2012.
O en Austria, el artículo 34, numeral 2 de la ley de 1917, que
estipula que no tendrá lugar la liberación del asegurador por
ausencia de oportuna notificación del “aumento del riesgo”, cuando
éste “no ha influido en la realización del siniestro”.
En Alemania el artículo 21 de su Ley de 1908 determina que
la prestación del asegurador subsiste cuando la circunstancia,
respecto de la cual la obligación de denuncia ha sido violada, no
ha ejercido ninguna influencia en la verificación del siniestro.
En México el artículo 58 de la ley mexicana de 1935 determina
que la agravación del riesgo no producirá efecto si no ejerció
influencia sobre el siniestro o sobre la extensión de las prestaciones
de la empresa aseguradora

5. CONCLU YEN DO

A modo de conclusión solamente decir que, sin lugar a dudas,


el instituto de la agravación del riesgo en materia de seguros
sigue hoy plenamente vigente, no solo por ser una figura con
ASPECTOS GENERALES DEL CONTRATO DE SEGURO 143

raíces teóricas muy profundas en derecho de seguros sino por su


indudable repercusión e importancia práctica para la actividad
aseguradora. Como hemos dicho al comienzo de nuestro artículo,
el asegurador asume un determinado riesgo y determina un
premio acorde a dicho riesgo, el cual en virtud de su agravación,
determina que ese premio deje de ser el adecuado. Y si el premio
no es técnicamente adecuado, si ocurre el siniestro, el asegurador
sufre una pérdida que escapa a sus reservas técnicas, lo cual a su
vez afecta a la mutualidad de asegurados no solo por la posible
insolvencia de la aseguradora, sino por la posible suba de las
premios a toda la cartera para compensar esos riesgos agravados
que no encuentran compensación en premios.
Asimismo, esperamos haber demostrado la independencia
conceptual de la agravación del riesgo con el siniestro, la innecesaria
relación de causalidad entre la agravación del riesgo y el siniestro.
Como hemos afirmado, la agravación del riesgo se configura
independientemente del siniestro. En todo caso podrá ser causa
coadyuvante del mismo, más eso no debe desnaturalizar al instituto
de la agravación del riesgo, menos aún en legislaciones que no
vinculan expresamente ambas figuras.
A esto debemos sumarle, el desafío que suponen para el instituto
de la agravación la aparición de nuevos riesgos, como ser los ínsitos
en las nuevas tecnologías, que obligan a nuevos enfoques del derecho
de seguros a fin de determinar si resultan ser riesgos agravados
que ameritan mayores premios o directamente no resultan riesgos
asegurables, al menos hasta profundizar en su estudio.
Para hacer frente a estos desafíos y para dar trascendencia real
al instituto de la agravación es que entendemos que las legislaciones
deben esforzarse por definir claramente cuándo estamos ante una
agravación del riesgo y cuándo no, delimitar su concepto alejándolo
de figuras afines, y prever claramente las consecuencias para el
asegurado y para el asegurador de las agravaciones ocurridas
existiendo y no existiendo siniestro.
Todo ello a fin de salvaguardar la delicada relación jurídica
de ubérrima buena fe que se entabla en virtud de un contrato de
seguros, contrato que dista de ser un contrato sencillo, incluso para
quienes, con entusiasmo, dedicamos a su estudio nuestro desvelos.
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BI BLIOGR A FÍA

Aguirre, Felipe y Roitman, Horacio. “La agravación del riesgo


en el contrato de seguro”, Argentina: Editorial Abeledo Perrot, año
2012. Benitez Caorsi, Juan. “La revisión del contrato”, Colombia:
Editorial Temis, 2010. Donati, Antígono. “Trattato del diritto delle
assicurazioni private”, vol. II, Milán: Giuffrè Editore, 1954. Durante,
Aldo. “L’anormalità del rischio della r.c. nel caso di guidatore d’autoveicolo
in isiato d’ubriachezza”, en Revista Assicurazioni, año XXX, Roma, 1963.
Jaramillo Jaramillo, Carlos Ignacio. Derecho de Seguros, tomo III,
Colombia: Editorial Temis, 2012. Ossa G., J. Efrén. Teoría general del
seguro, El Contrato, vol. II, Colombia: Editorial Temis, 1984. Código
Civil Brasileño, Ley 10.406 de 10/01/2002, www.susep.com.br
Código de los Seguros de Francia, Mise à Jour Legifrance 27/11/01,
con el concurso del Prof. Paulo Amblat, de la Universidad de París
I, www.legifrance.com Código de Comercio de 1865 de Uruguay, www.
parlamento.gub.uy Ley de Seguros Argentina 17.418, de 30 de agosto de
1967, www.ssn,gov.ar Ley 50/1980, de 8 de octubre de Contrato de
Seguro de España, y modificativas, www.agers.com Ley de contrato
de seguros de 6 de noviembre de 2012 de Perú, www.sbs.gob.pe

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