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El contrato de seguro es aquél en virtud del cual una empresa de seguros, a cambio de
una prima, asume las consecuencias de riesgos ajenos, que no se produzcan por
acontecimientos que dependan enteramente de la voluntad del beneficiario,
comprometiéndose a indemnizar, dentro de los límites pactados el daño producido al
tomador, al asegurado o al beneficiario, o a pagar un capital, una renta u otras
prestaciones convenidas, todo subordinado a la ocurrencia de un evento denominado
siniestro, cubierto por una póliza, tal como se encuentra establecido en el artículo 5.
Asimismo se pueden observar las disposiciones del contrato de seguro, y estas se
aplicarán a los convenios mediante los cuales una persona se obliga a prestar un servido
o a pagar una cantidad de dinero en caso de que ocurra un acontecimiento futuro e
incierto y que no dependa exclusivamente de la voluntad del beneficiario a cambio de
una contraprestación, siempre que no exista una ley especial que los regule.
Por otro lado se conoce como póliza, a un contrato donde se justifica o se comprueba lo
establecido en el contrato para que se adquiera, estas pólizas a su vez tiene una
clasificación: 1) Con relación al ámbito de aplicación: Son aquellas en las que el
objeto se determina con precisión, sin que pueda ser reemplazado y también Son
aquellas que cubren una pluralidad de objetos, sustituibles, mientras dure el contrato. 2)
En relación con el sujeto a favor del cual se extienden: pudiendo ser estas
Nominativas (personas determinada); A la orden: se conocen como aquellas de persona
determinable y muchos tratadistas sostienen que estos documentos no se convierten en
títulos crediticios; Al portador: son aquellas respecto a la persona indeterminada e
Individuales y Colectivas, (según el número singular o plural de los asegurados);
Automáticas: están sin fecha de la asunción del riesgo y de revalorización (reajustables
para prevenir la inflación); 3) En cuanto a la manera de redactarlas: Con cláusulas
impresas, contienen el condicionado general utilizado para toda clase de riesgos. Deben
ser aprobadas por la autoridad, Con cláusulas manuscrita: contienen el condicionado
particular conforme a la naturaleza específica de cada riesgo. En caso de que surjan
discrepancias entre ambas formas.
Por consiguiente es necesario cumplir con una serie de elementos, el primero de ellos se
tiene como el interés asegurable que no es más que un requisito de las aseguradoras por
el cual los asegurados guardan una relación lícita (económica) con el objeto asegurado.
Seguidamente nos conseguiremos con el interés económico que una persona posea
sobre un bien que se encuentra expuesto a cualquier tipo de riesgo, es lo que resulta
asegurable, pues así su preservación significará un beneficio y su pérdida o deterioro
implicará un daño patrimonial. Y es que el interés asegurable protegerá el valor de lo
asegurado hasta una suma máxima de pérdida, siempre por debajo del valor total del
bien. Sin interés asegurable, el contrato de seguro se anularía, para el profesor Montoya
el interés es: “la relación por cuya virtud alguien sufre un daño patrimonial por
efecto del evento previsto, que no recae en lo que es objeto del seguro, sino en el
interés que en él tenga el asegurado”. Se entiende entonces que dicho interés en un
requisito que debe concurrir en quien desee la cobertura de algún riesgo, reflejado en su
deseo verdadero de que el siniestro no se produzca, ya que a consecuencia de él se
originaría un perjuicio para su patrimonio. El principio del interés asegurable se
entenderá fácilmente si se tiene en cuenta lo que se está asegurando, esto quiere decir, el
objeto del contrato no es la cosa amenazada por un peligro incierto, sino el interés del
asegurado en que el daño no se produzca. Este interés no es solo un simple requisito que
imponen los aseguradores, sino una necesidad para velar por la naturaleza de la
institución aseguradora, en efecto si tomamos en cuenta estas premisas, tendríamos que
la existencia de contratos sin interés asegurable, produciría necesariamente un aumento
en la siniestralidad y esto motivaría una elevación de las primas y el verdadero
asegurado tendría que pagar un precio superior al que realmente correspondería a su
riesgo, perjudicándose así no sólo él, sino también la economía del país, que tendría que
soportar una carga económica superior a la debida. Por lo tanto se visualiza que lo
anteriormente explicado son elementos indispensable para el contrato del seguro el
riesgo saludable, la prima (natural, pura, comercial), y la obligación de indemnizar,
asimismo deberán ir acompañados de la existencias de los sujetos intervinientes los
cuales son el asegurador, tomador y beneficiario. Estos contratos tendrán ciertas
características que se proceden a desglosar según su naturaleza:
entidad del riesgo. Si medió dolo o culpa grave del tomador del seguro quedará el
asegurador liberado del pago de la prestación.
El tomador del seguro o el asegurado deberán, durante el curso del contrato, comunicar
al asegurador, tan pronto como le sea posible, todas las circunstancias que agraven el
riesgo y sean de tal naturaleza que si hubieran sido conocidas por éste en el momento de
la perfección del contrato no lo habría celebrado o lo habría concluido en condiciones
más gravosas. El asegurador puede, en un plazo de dos meses a contar del día en que la
agravación le ha sido declarada, proponer una modificación del contrato. En tal caso, el
tomador dispone de quince días a contar desde la recepción de esta proposición para
aceptarla o rechazarla. En caso de rechazo, o de silencio por parte del tomador, el
asegurador puede, transcurrido dicho plazo, reincidir el contrato previa advertencia al
tomador, dándole para que conteste un nuevo plazo de quince días, transcurridos los
cuales y dentro de los ocho siguientes comunicará al tomador la rescisión definitiva. El
asegurador igualmente podrá rescindir el contrato comunicándolo por escrito al
asegurado dentro de un mes, a partir del día en que tuvo conocimiento de la agravación
del riesgo. En el caso de que el tomador del seguro o el asegurado no haya efectuado su
declaración y sobreviniere un siniestro, el asegurador queda liberado de su prestación si
el tomador o el asegurado ha actuado con mala fe. En otro caso, la prestación del
asegurador se reducirá proporcionalmente a la diferencia entre la prima convenida y la
que se hubiera aplicado de haberse conocido la verdadera entidad del riesgo.
El tomador del seguro o el asegurado podrán, durante el curso del contrato, poner en
conocimiento del asegurador todas las circunstancias que disminuyan el riesgo y sean de
tal naturaleza que si hubieran sido conocidas por éste en el momento de la perfección
del contrato, lo habrían concluido en condiciones más favorables. En tal caso, al
finalizar el período en curso cubierto por la prima, deberá reducirse el importe de la
prima futura en la proporción correspondiente, teniendo derecho el tomador en caso
contrario a la resolución del contrato y a la devolución de la diferencia entre la prima
satisfecha y la que le hubiera correspondido pagar, desde el momento de la puesta en
conocimiento de la disminución del riesgo
Se tiene como un contrato entre un asegurado y una compañía de seguros, que establece
los derechos y obligaciones de ambos, en relación al seguro contratado. La póliza, como
documento contractual, cumple una función probatoria de la existencia y contenido del
contrato, asimismo tiene una función normativa, por cuanto al recoger las condiciones
generales y particulares complementa a la ley en la fijación de las normas que regirán la
ejecución del contrato y además, en las pólizas a la orden o al portador es el documento
de legitimación de su titular y deben cumplir con cierto contenido:
1. Nombre y domicilio del asegurador.
2. Nombres y domicilios del solicitante, asegurado y beneficiario.
3. Calidad en que actúa el solicitante del seguro.
4. Identificación de la persona o cosa con respecto a la cual se contrata el seguro.
5. Vigencia del contrato, con identificación de las fechas y horas de iniciación y
vencimiento, o el modelo de determinar unas y otras.
6. El monto asegurado o el modo de precisarlo.
7. La prima o el modo de calcularlas.
8. La naturaleza de los riesgos tomados a cargo del asegurador.
9. La fecha en que se celebra el contrato y la firma de los contratantes.
10. Las demás cláusulas que deben figurar en la póliza de acuerdo con las
disposiciones legales.
Sin embargo es de suma importancia su Interpretación, es que para entender una póliza
de seguros debemos tomar en consideración cuándo y cómo se va renovar del contrato
de seguro, cómo cancelar o no renovar el seguro, cómo se va a hacer efectiva la
suscripción del contrato del seguro, cuánto cuesta del seguro (puede variar en función
de la forma de pago), qué hay que para la aceptación y emisión de las pólizas y por
último las obligaciones después de firmar un contrato de seguro.
Pero también existe la figura de los Anexos o endoso, y estos serán todos esos
documentos que se adjunta al contrato de seguro (Póliza), para consignar alguna
modificación o realizar alguna aclaración en su contenido, pero sin afectar las demás
condiciones del contrato. El anexo debe ser firmado por los contratantes.
Y finalmente para concluir nos conseguimos con la Transmisión y Cesión, que nos
indica que, tenemos en el decreto ley del contrato de seguro en el Artículo 19, que La
póliza puede ser nominativa, a la orden o al portador. La cesión de la póliza no produce
efecto contra la empresa de seguros sin su autorización. La cesión de la póliza a la orden
puede hacerse por simple endoso. La empresa de seguros podrá oponer al cesionario o
endosatario las excepciones que tenga contra el tomador, el asegurado o el beneficiario.