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AL CEREBRO INTELIGENTE
Realmente, las emociones forman parte de lo que somos, rigen en buena medida
nuestras actitudes y conducta e influyen significativamente en nuestras
relaciones y en la forma de respuesta que damos a los conflictos que de ellas
derivan, condicionando nuestro bienestar y convivencia.
¿Existe relación entre las emociones y los conflictos? Las emociones tienen un
papel relevante en nuestras relaciones y conflictos. En realidad, las emociones
definen el conflicto. Las activamos con el conflicto y éste, a su vez, las activa en
una dinámica de retroalimentación continua.
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Dada su relevancia, conozcamos mejor las emociones para una mejor gestión.
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Las emociones nos ayudan a evaluar y decidir sobre la realidad que percibimos
e interpretamos. Son por tanto importantes en nuestra vida por lo que implican
como generadoras de bienestar/malestar y como elementos significativos en
nuestras interacciones con los otros.
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✓ Cognitivos:
Sentimos según “evaluamos” la realidad y evaluamos de acuerdo con nuestros
“esquemas cognitivos” -sinapsis grabadas durante la infancia que se
automatizan, repitiéndose hasta convertirse en patrones de comportamiento, en
actitudes, en estilos personales de respuesta-.
¿Qué ves?
Este precioso cuadro de Dalí nos ayuda a entender la percepción, ese “cristal
con el que miramos la realidad”, tan subjetivo y entrenado educativa y
vivencialmente desde la infancia. ¿Qué ves? ¿Un rostro? ¿Y si hacemos zoom?
La nariz y barbilla… ¿son una persona sentada…y…? ¿Una abuela y su nieta?
… Y los ojos… ¿son casas?… ¿una aldea?... ¿cipreses?...
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Si las actuaciones del otro se perciben como una amenaza, se activa la ira
Las personas codificamos las emociones, para que se nos entienda, según un
código común que varía según la cultura. Igualmente, decodificamos las de los
otros para comprenderlos. Fácilmente, podemos deducir la importancia de este
mecanismo de codificación-decodificación en la construcción de interacciones
con los otros. Es un mecanismo que comparte códigos universales con otros
culturales aprendidos. Se puede educar y entrenar.
✓ Fisiológicos:
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✓ Comportamentales :
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PRINCIPALES EMOCIONES
• Miedo
• alegría
• ira
• asco
• sorpresa
• tristeza
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*** EL MIEDO:
Como dice Elsa Punset “El miedo es una especie de alarma antigua que
llevamos programada en nuestro cerebro”. Realmente, es una emoción primitiva
y poderosa, que nos condiciona notablemente porque actúa sobre la parte
emocional del cerebro.
Evolutivamente, tiene una función protectora; nos avisa de los peligros. Pero esa
función, en la actualidad, puede llegar a ser limitante. Ahora, no podemos vivir
presos del miedo. Para conseguirlo, debemos identificarlo primero para luego
gestionarlo. Para ello, hemos de conocerlo.
Cuando hay un posible peligro, la información llega al cerebro por dos caminos:
- Uno, largo, consciente, racional, que analiza la información
- Otro, que es como un atajo, inconsciente y automático, que va directo a
la parte más emocional del cerebro, donde se dispone la huida o el ataque
sin que nosotros demos la orden para ello.
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Identificar los miedos en las personas que acuden al espacio de mediación nos
permite ayudarles a que los nombren para poder gestionarlos y evitar que les
bloqueen decisiones que mejoren su situación.
*** LA IRA:
Cuando nos enfadamos, nuestro cerebro entra en lo que Aarón Beck llama
“modo hostil”: defensa- ataque. Ante algún estímulo externo que nuestro cerebro
percibe como amenaza, se activa la ira; todo nuestro organismo se prepara para
la defensa- ataque: ganar es el objetivo único. Para ello, se despliegan, desde
ese modo hostil, los cambios necesarios:
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MODO HOSTIL:
INCIDENTE
PÉRDIDA / AMENAZA
VIOLACIÓN REGLA
CULPABLE
HOSTILIDAD
IRA
FÓRMULA DE LA IRA
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Como podemos fácilmente deducir, son muy importantes los “patrones” que hemos ido
acumulando desde nuestra infancia en la “mochila educativa”. Los hemos aprendido por
imitación, principalmente de las personas que representan las figuras de apego o los
vínculos afectivos más importantes. Las células espejo de nuestro cerebro se encargan de
ello. Aprendemos, imitando esos modelos, los estilos relacionales, comunicativos, los
estilos de afrontamiento… la gestión de las tensiones con los otros, de la ira… Esos
modelos se convierten en patrones a través de los cuales nuestro cerebro evalúa (elemento
cognitivo de la emoción) como buena, mala, beneficiosa o amenazante la situación… ¡y
reacciona!
Cada persona tiene un estilo aprendido de afrontar y resolver conflictos que se convierte
en sello personal, en rasgo de identidad y por tanto, previsible. Pero, es un rasgo de
identidad modificable, por la plasticidad neuronal del cerebro, con el adecuado
entrenamiento para conseguirlo
Según Beck, el desarrollo de la ira podemos representarlo con una curva de campana. Es
en los momentos iniciales cuando estamos a tiempo de gestionarla, de controlar su
escalada. Una vez iniciada la ésta, se hace más difícil su gestión, siendo recomendable
dar un tiempo para la desescalada, para recuperar la calma. La duración de este tiempo es
muy personal, aunque con entrenamiento se puede reducir.
Las creencias, ideas previas, los estereotipos y prejuicios también entran en juego. Se
hace necesario revisarlas para analizar qué hay en la raíz de la escalada, qué provoca el
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despliegue de esa curva de campana de la ira. Desde este análisis y toma de conciencia,
podemos establecer mejor la estrategia para superar su despliegue automático y entrenar
en autocontrol.
Seguro que todos conocemos personas competentes en distintas disciplinas y oficios que,
cuando algo no lo evalúan como aceptable, reaccionan con cólera… “pierden los papeles”
-como dice el dicho popular- sorprendiéndonos con su reacción descontrolada,
desproporcionada, no inteligente.
Hasta los 80, se pensaba que la estructura del cerebro adulto permanecía
estable. Desde que el escáner permitió pruebas de imagen sobre la actividad
cerebral, varios estudios han demostrado que la plasticidad de un cerebro sano,
permanece.
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modificar lo que no nos guste, aquello que consideremos que nos aporta
malestar, infelicidad, que conlleva un mal resultado.
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Las interacciones que tienen lugar estos sistemas son terreno abonado para
tensiones y conflictos, potenciados y retroalimentados emocionalmente y dejarán
una huella significativa en la memoria emocional, de la que no somos
conscientes pero que condiciona nuestros afectos y fobias. Con frecuencia, se
filtra en nuestras opiniones y narrativas, aflorando más claramente en
situaciones de crisis que alteran el sistema y formando parte del “argumentario”
para los posicionamientos.
Veamos cómo:
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La respuesta que damos a las tensiones, a los conflictos que afloran en las
interacciones con los otros, van envueltas en comunicación. En realidad,
emociones, conflicto y comunicación están intrínsecamente unidos y constituyen
las “tres patas” de la convivencia.
¿Cómo conseguir pasar de una comunicación sesgada por el modo hostil a una
COMUNICACIÓN ASERTIVA, en la que se expresen abiertamente los
INTERESES? La mejor herramienta de comunicación es la ESCUCHA ACTIVA
EMPÁTICA, en la que expresamos nuestros intereses de forma positiva para
que nos entienda y escuchamos al otro para entenderlo. Entrenar en conseguir
automatizar este tipo de comunicación asertiva da una gran seguridad personal.
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El mejor enfoque:
¿Cómo?:
¡Todo un reto!
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