Está en la página 1de 23

DEL CEREBRO HOSTIL

AL CEREBRO INTELIGENTE

MARI LUZ SÁNCHEZ GARCÍA-ARISTA


Dra. Psicología, Pedagoga y Experta en Mediación de conflictos
Equipo del Máster en Mediación -Universidad Complutense-
Grupo de investigación ADR XXI -Universidad Complutense-
Formadora de Mediadores, Familias, Profesorado, Policía, Empresas, Organizaciones
Asesora familiar, educativa y de gestión de conflictos
Mediación de conflictos en diversos ámbitos
Entrenadora personal y de equipos
luzarista@hotmail.com
Del cerebro hostil al cerebro inteligente

EMOCIONES, CONFLICTO Y CONVIVENCIA

Realmente, las emociones forman parte de lo que somos, rigen en buena medida
nuestras actitudes y conducta e influyen significativamente en nuestras
relaciones y en la forma de respuesta que damos a los conflictos que de ellas
derivan, condicionando nuestro bienestar y convivencia.

Cuando interaccionamos con otras personas, coconstruimos relaciones que son


auténticas piezas de artesanía: ¡únicas! Están condicionadas por nuestras
“mochilas educativas” en las que hemos ido metiendo los aprendizajes desde
nuestra infancia -nuestros estilos relacionales, comunicativos, valores,
actitudes…-, y los derivados de nuestras vivencias y experiencias. Nuestras
maneras de percibir, interpretar, sentir, expresar… son diversas; por eso, de
forma natural, surgen conflictos: ¡cuestión de “mochilas”! Realmente, lo
importante es cómo los afrontamos, pues de ello dependerá nuestro bienestar,
la calidad y duración de nuestras relaciones y el clima de convivencia que
contribuimos a construir. La convivencia no es algo abstracto, la construimos; es
la suma de interacciones que se dan en un contexto social y cultural, en un
momento determinado. Somos responsables, en parte, del clima de convivencia
positivo o tóxico del contexto en que nos relacionamos, que a su vez
condicionará las interacciones que se den en el mismo.

¿Existe relación entre las emociones y los conflictos? Las emociones tienen un
papel relevante en nuestras relaciones y conflictos. En realidad, las emociones
definen el conflicto. Las activamos con el conflicto y éste, a su vez, las activa en
una dinámica de retroalimentación continua.

Generalmente, se identifica el conflicto con las emociones que emergen de él y


alimentan su connotación negativa. Ésta es la fase de crisis de un conflicto que,
por no ser abordado a tiempo, ha escalado. Las emociones escalan con él,
produciéndose una “inundación emocional”. Cuando esto ocurre, no es el
momento ideal para “resolver” el conflicto, sino para “limpiar” las emociones

2
Mluz S. García-Arista
Del cerebro hostil al cerebro inteligente

negativas que lo contaminan y alimentan los “posicionamientos”, las posiciones


rígidas e intransigentes..

Emociones y conflicto interrelacionan. Una gestión positiva de los conflictos


estará condicionada por una buena gestión de las emociones. Esto tiene gran
interés desde el punto de vista personal y también desde el profesional cuando
se habla de mediación. El mediador/a, como gestor/a del proceso de mediación,
ha de conocer estos temas para regular adecuadamente las propias emociones
y reconocer las de las partes, a fin de ayudarles en la “limpieza emocional”, que
permita la desescalada del conflicto y una comunicación eficaz que lo transforme
y conduzca hacia un camino constructivo. Sin este proceso, difícilmente se
llegará al acuerdo de “ganar-ganar”, que se persigue en mediación y, con
frecuencia, el conflicto se “cierra en falso”, volviendo a reabrirse de manera
recurrente.

Dada su relevancia, conozcamos mejor las emociones para una mejor gestión.

QUÉ SON LAS EMOCIONES

Etimológicamente, el término emoción viene del latín emotio, que significa


"movimiento o impulso", "aquello que te mueve hacia". Son reacciones
psicofisiológicas que representan modos de adaptación del individuo a ciertos
estímulos cuando percibe un objeto, persona, lugar, suceso o recuerdo que
considera significativo, importante para él.

Una emoción es un mecanismo que se pone en marcha cuando el organismo


detecta algún peligro, amenaza o desequilibrio, con el fin de poner a disposición
los recursos a su alcance para controlar la situación (Fernández Abascal y
Palmero, 1999).

Goleman, el gran divulgador de la Inteligencia Emocional dice:

3
Mluz S. García-Arista
Del cerebro hostil al cerebro inteligente

Esta definición de Daniel Goleman nos acerca a la complejidad de las emociones


y nos muestra la importancia de los mecanismos cognitivos, fisiológicos y
comportamentales que se despliegan asociados a su génesis.

Evolutivamente, tienen un fin protector, de defensa, ya que nos permiten


reaccionar de forma automática ante acontecimientos inesperados. Nos
preparan para actuar, para dar una respuesta rápida que tendrá matices
especiales en cada emoción. Son muy útiles para guiar nuestro comportamiento,
según su fin evolutivo, para defendernos y también, en el caso de las emociones
positivas, impulsarnos a conseguir metas agradables (Keith Kendrick).

Mari Luz S. García-Arista, 2018

Las emociones nos ayudan a evaluar y decidir sobre la realidad que percibimos
e interpretamos. Son por tanto importantes en nuestra vida por lo que implican
como generadoras de bienestar/malestar y como elementos significativos en
nuestras interacciones con los otros.

4
Mluz S. García-Arista
Del cerebro hostil al cerebro inteligente

COMPONENTES DE LAS EMOCIONES

La emoción implica una alteración fisiológica, acompañada de una


interpretación. Tiene componentes cognitivos, fisiológicos y comportamentales:

✓ Cognitivos:
Sentimos según “evaluamos” la realidad y evaluamos de acuerdo con nuestros
“esquemas cognitivos” -sinapsis grabadas durante la infancia que se
automatizan, repitiéndose hasta convertirse en patrones de comportamiento, en
actitudes, en estilos personales de respuesta-.

La percepción -ese “cristal” con el que “miramos” la realidad- tiene una


importancia relevante en la génesis de las emociones.

¿Qué ves?

Este precioso cuadro de Dalí nos ayuda a entender la percepción, ese “cristal
con el que miramos la realidad”, tan subjetivo y entrenado educativa y
vivencialmente desde la infancia. ¿Qué ves? ¿Un rostro? ¿Y si hacemos zoom?
La nariz y barbilla… ¿son una persona sentada…y…? ¿Una abuela y su nieta?
… Y los ojos… ¿son casas?… ¿una aldea?... ¿cipreses?...

A partir de la percepción, interpretamos, proyectando con frecuencia nuestra


memoria emocional. Ambas funciones –percepción e interpretación- tienen un
relevante componente educativo, al que se le va añadiendo el experiencial.

Percibimos e interpretamos. Nuestro cerebro evalúa la realidad percibida. Los


“esquemas cognitivos”, esos ·patrones aprendidos, intervienen en esta
evaluación. Nuestra percepción/interpretación, entrenada en ver “la botella

5
Mluz S. García-Arista
Del cerebro hostil al cerebro inteligente

medio vacía o medio llena”, activa nuestra amígdala, generándose las


emociones, que condicionan nuestras respuestas, nuestros comportamientos.

Si las actuaciones del otro se perciben como una amenaza, se activa la ira

Amenaza percibida ------ miedo ------- ira

Las personas codificamos las emociones, para que se nos entienda, según un
código común que varía según la cultura. Igualmente, decodificamos las de los
otros para comprenderlos. Fácilmente, podemos deducir la importancia de este
mecanismo de codificación-decodificación en la construcción de interacciones
con los otros. Es un mecanismo que comparte códigos universales con otros
culturales aprendidos. Se puede educar y entrenar.

✓ Fisiológicos:

Con las emociones, nuestro organismo reacciona con manifestaciones que no


sólo reflejan lo que sentimos, sino que además pueden influir en cómo lo
sentimos. Según un estudio realizado en 2013 por científicos de la Brighton and
Sussex Medical School del Reino Unido, parece que el estado fisiológico de
nuestro corazón influye en cómo nuestras mentes reaccionan y procesan
emociones ajenas. En concreto, él estudió que si se ve una cara con expresión
de miedo durante la sístole, percibimos esa emoción de forma más intensa que
si se ve la misma cara de miedo durante la diástole.

Por otro lado, un segundo experimento demostró la importancia de la amígdala


cerebral -que responde a estímulos sentidos por otras partes del organismo- en
el procesamiento de información emocional procedente de otros individuos.

Ante un susto o situación estresante, nuestro cerebro da una respuesta de “lucha


o huida”, reflejada en:
- Descarga de adrenalina en sangre (sensación de susto o “subidón”)

6
Mluz S. García-Arista
Del cerebro hostil al cerebro inteligente

- El corazón aumenta sus latidos


- El metabolismo detiene el almacenamiento de energía y la moviliza para
hacer frente al “estresante”.
- La mirada se agudiza
- Los músculos se tensan ...

✓ Comportamentales :

Según Daniel Goleman, cuando se activa la amígdala se produce un “secuestro


emocional”. En milisegundos, nuestra mente racional queda anulada. Nuestros
comportamientos, respuestas y toma de decisiones, quedan bajo la influencia
del impulso de nuestras emociones, condicionados por el carácter positivo o
negativo de las mismas.

La identificación del secuestro emocional, podemos realizarla a través de tres


indicadores:
• Sientes una reacción emocional muy fuerte
• Todo es muy rápido y sientes que “se te escapa de las manos”
• Intuyes que tu respuesta es desproporcionada y, al tiempo, no la puedes
evitar.

El neurocientífico Lieberman sostiene que existe una relación inversa entre la


amígdala (génesis de las emociones) y la corteza prefrontal (gestora de lo
cognitivo). A más activación de la primera, menos gestión cognitiva desde la
segunda, de tal manera que podemos perder entre 10 y 15 puntos de nuestro CI
(cociente intelectual) de forma temporal, durante una activación emocional
intensa.

7
Mluz S. García-Arista
Del cerebro hostil al cerebro inteligente

La inundación emocional ocurre cuando las emociones, principalmente


negativas si se trata de conflictos, han tomado tal relevancia que ya no se puede
funcionar y pensar con normalidad (Redorta, 2006). Generalmente, se dispara
ante una “amenaza percibida” (ataque injusto, incomprensión, maltrato...) contra
nuestra identidad y/o comportamientos de crítica o desprecio (Beck, 2003). No
siempre la causa es externa. En algunas ocasiones, es nuestro propio diálogo
interior el que provoca y alimenta una inundación emocional (Sánchez García-
Arista, 2013).

Las consecuencias de esta inundación, además de las fisiológicas, son:


desorganización del pensamiento, confusión, desorientación, incapacidad para
evaluar la información, tomar decisiones inteligentes o considerar la perspectiva
del otro -todos los elementos necesarios para una buena gestión del conflicto-.

Mari Luz S. García-Arista, 2018

No somos conscientes de nuestras emociones negativas, la parte más oculta de


nuestra mente. Entornos con “agravios” sin solucionar en el momento que
ocurren son idóneos para que afloren las reacciones emocionales más
automáticas.

8
Mluz S. García-Arista
Del cerebro hostil al cerebro inteligente

PRINCIPALES EMOCIONES

Aunque se han realizado diferentes clasificaciones de las emociones,


frecuentemente, se habla de emociones positivas y negativas (atendiendo al
bienestar o malestar que producen)
- Positivas: alegría, ilusión ...
- Negativas: ira, odio, rencor ...

Hay autores que hablan de emociones primarias:


• Miedo: anticipación de amenazas o peligros (reales o imaginarios),
que nos produce ansiedad, incertidumbre, inseguridad, pudiendo
llegar a bloquear o distorsionar nuestra toma de decisiones.
• Sorpresa: asombro, desconcierto, sobresalto, que suele ser transitoria
y permitirnos una aproximación cognitiva.
• Aversión: disgusto, asco, rechazo de lo que tenemos delante.
• Ira: rabia, enfado, enojo, que aflora cuando las cosas no salen como
queremos o cuando nos sentimos amenazados por algo o alguien.
• Alegría: sensación de bienestar y seguridad que sentimos cuando
conseguimos algún deseo, vemos cumplida alguna ilusión o nos
sentimos especialmente reconocidos.
• Tristeza: pena, soledad, pesimismo, ante la pérdida de algo importante
o cuando algo o alguien decepciona nuestras expectativas.

En realidad, las emociones no se dan de manera aislada, sino que suelen


combinarse agrupándose. Por ejemplo:
Celos: ira + tristeza + miedo

Ekman (1969-1999), simplifica la clasificación en emociones básicas:

• Miedo
• alegría
• ira
• asco
• sorpresa
• tristeza

9
Mluz S. García-Arista
Del cerebro hostil al cerebro inteligente

En la actualidad, es frecuente la aceptación de emociones positivas o negativas


según aporten una activación de bienestar o malestar con tales sentimientos a
nuestro estado de ánimo.

PRINCIPALES EMOCIONES RELACIONADAS CON LOS CONFLICTOS:


EL MIEDO Y LA IRA

*** EL MIEDO:

Como dice Elsa Punset “El miedo es una especie de alarma antigua que
llevamos programada en nuestro cerebro”. Realmente, es una emoción primitiva
y poderosa, que nos condiciona notablemente porque actúa sobre la parte
emocional del cerebro.

Evolutivamente, tiene una función protectora; nos avisa de los peligros. Pero esa
función, en la actualidad, puede llegar a ser limitante. Ahora, no podemos vivir
presos del miedo. Para conseguirlo, debemos identificarlo primero para luego
gestionarlo. Para ello, hemos de conocerlo.

El miedo implica una respuesta:


• Física: aumento de adrenalina en sangre, sudor, palpitaciones, tensión
muscular...
• Emocional: particular de cada persona.

Aprendemos a sentir miedo en la infancia por asociaciones o imitaciones.


Después, de adultos, aparecen miedos nuevos.

Cuando hay un posible peligro, la información llega al cerebro por dos caminos:
- Uno, largo, consciente, racional, que analiza la información
- Otro, que es como un atajo, inconsciente y automático, que va directo a
la parte más emocional del cerebro, donde se dispone la huida o el ataque
sin que nosotros demos la orden para ello.

10
Mluz S. García-Arista
Del cerebro hostil al cerebro inteligente

Aprendiendo a identificar nuestros miedos, seremos más capaces de reconocer


los de los demás y viceversa. El entrenamiento en parar e intentar cambiar a una
imagen positiva, para llegar a ponerle palabras a lo que se siente, a lo que ocurre,
nos puede ayudar.

Identificar los miedos en las personas que acuden al espacio de mediación nos
permite ayudarles a que los nombren para poder gestionarlos y evitar que les
bloqueen decisiones que mejoren su situación.

*** LA IRA:

Para poder afrontar los conflictos constructivamente, hemos de poder gestionar


la ira -no evitarla, ni reprimirla- a fin de que su fuerza no sea arrolladora y su
expresión sea ajustada. Pero, para una buena gestión de la ira, como de
cualquier emoción, nos ayuda conocerla.

Cuando nos enfadamos, nuestro cerebro entra en lo que Aarón Beck llama
“modo hostil”: defensa- ataque. Ante algún estímulo externo que nuestro cerebro
percibe como amenaza, se activa la ira; todo nuestro organismo se prepara para
la defensa- ataque: ganar es el objetivo único. Para ello, se despliegan, desde
ese modo hostil, los cambios necesarios:

➢ Físicos: tensión muscular, más adrenalina en sangre, agudeza en la


mirada, aumento del ritmo cardíaco...

➢ Cognitivos: pensamiento primario:


- Orientación egocéntrica.
- Es absoluto
- Se activa cuando se perciben intereses vitales en juego
- Desplaza habilidades adaptables (negociación, resolución de
problemas, compromiso)
- Se incrementa con: predisposición negativa (persona o grupo), con
prejuicios o estereotipos.

11
Mluz S. García-Arista
Del cerebro hostil al cerebro inteligente

MODO HOSTIL:

INCIDENTE

PÉRDIDA / AMENAZA

VIOLACIÓN REGLA

Recuerdo de VIOLACIONES ANTERIORES

CULPABLE

HOSTILIDAD
IRA

FÓRMULA DE LA IRA

DERECHOS -------- OFENSAS -------- VENGANZAS

AMENAZA ----- TEMOR ----- IRA

PÉRDIDA DE PODER (relación) CONTRAATAQUE

12
Mluz S. García-Arista
Del cerebro hostil al cerebro inteligente

Como podemos fácilmente deducir, son muy importantes los “patrones” que hemos ido
acumulando desde nuestra infancia en la “mochila educativa”. Los hemos aprendido por
imitación, principalmente de las personas que representan las figuras de apego o los
vínculos afectivos más importantes. Las células espejo de nuestro cerebro se encargan de
ello. Aprendemos, imitando esos modelos, los estilos relacionales, comunicativos, los
estilos de afrontamiento… la gestión de las tensiones con los otros, de la ira… Esos
modelos se convierten en patrones a través de los cuales nuestro cerebro evalúa (elemento
cognitivo de la emoción) como buena, mala, beneficiosa o amenazante la situación… ¡y
reacciona!

Cada persona tiene un estilo aprendido de afrontar y resolver conflictos que se convierte
en sello personal, en rasgo de identidad y por tanto, previsible. Pero, es un rasgo de
identidad modificable, por la plasticidad neuronal del cerebro, con el adecuado
entrenamiento para conseguirlo

Según Beck, el desarrollo de la ira podemos representarlo con una curva de campana. Es
en los momentos iniciales cuando estamos a tiempo de gestionarla, de controlar su
escalada. Una vez iniciada la ésta, se hace más difícil su gestión, siendo recomendable
dar un tiempo para la desescalada, para recuperar la calma. La duración de este tiempo es
muy personal, aunque con entrenamiento se puede reducir.

Las creencias, ideas previas, los estereotipos y prejuicios también entran en juego. Se
hace necesario revisarlas para analizar qué hay en la raíz de la escalada, qué provoca el

13
Mluz S. García-Arista
Del cerebro hostil al cerebro inteligente

despliegue de esa curva de campana de la ira. Desde este análisis y toma de conciencia,
podemos establecer mejor la estrategia para superar su despliegue automático y entrenar
en autocontrol.

Seguro que todos conocemos personas competentes en distintas disciplinas y oficios que,
cuando algo no lo evalúan como aceptable, reaccionan con cólera… “pierden los papeles”
-como dice el dicho popular- sorprendiéndonos con su reacción descontrolada,
desproporcionada, no inteligente.

La ira es una emoción muy potente y está intrínsecamente asociada a la génesis y


evolución de los conflictos. Hay una película -“La guerra de los Rose”- que plasma de
forma magistral el despliegue de la ira y la evolución destructiva del conflicto, derivado
de su inadecuada gestión o carencia de ella en fases iniciales. Son cerebros en modo hostil
que priorizan poder al otro, aunque esto conlleve destruirse a sí mismos y hasta destruir
el aparente objeto de la disputa (en la película: la casa por la que pelean).

PLASTICIDAD CEREBRAL Y GESTIÓN EMOCIONAL

Hasta los 80, se pensaba que la estructura del cerebro adulto permanecía
estable. Desde que el escáner permitió pruebas de imagen sobre la actividad
cerebral, varios estudios han demostrado que la plasticidad de un cerebro sano,
permanece.

Si nuestro cerebro puede cambiar, la gestión positiva de las emociones, el


pensamiento positivo, el comportamiento flexible, etc., se pueden entrenar. Este
entrenamiento produce cambios neurológicos. Si repetimos nuestra manera de
reaccionar, nuestras respuestas, nuestras acciones... el cerebro memoriza y las
automatiza. Se convierten en actitudes, hábitos... y hasta rasgos de
personalidad. Dodge, N., en su libro “El cerebro se cambia a sí mismo”, nos
ilumina este tema.
Sentir, percibir, planear, ejecutar acciones motoras, imaginar... acaban teniendo
“nuestro sello personal”. Pero, podemos revisarlo y, con el trabajo adecuado,

14
Mluz S. García-Arista
Del cerebro hostil al cerebro inteligente

modificar lo que no nos guste, aquello que consideremos que nos aporta
malestar, infelicidad, que conlleva un mal resultado.

Pasos para una buena GESTIÓN EMOCIONAL:

Mari Luz S. García-Arista, 2017

Si las emociones están directamente relacionadas con nuestro bienestar/


malestar, con la calidad y duración de nuestras relaciones con los demás e
incluso con nuestro sistema inmunológico, es decir, con nuestra salud, nos
jugamos mucho en aprender a gestionarlas de forma inteligente.

Durante nuestra infancia, aprendemos el amor, el miedo, la curiosidad, la


confianza en los otros, la ira... Comprenderlo, nos ayuda a transformarlo, a
modificarlo y a gestionar de forma más positiva, más sana, nuestras emociones
actuales

15
Mluz S. García-Arista
Del cerebro hostil al cerebro inteligente

AUTORREGULACIÓN: Capacidad de identificar el inicio del modo hostil


(Beck, A., 2003) de mi cerebro para, evitando el secuestro emocional
Goleman, D., 1995), continuar en el modo integrado (Siégel,D., 2011; 2015),
inteligente de mi cerebro.

¿Cómo puedo entrenar mi capacidad de autorregulación?: identificando la


reacción fisiológica donde se refleja la actividad emocional. Pensemos…
¿Dónde comienzo a sentir mi enfado, mi ira? ¿En la boca del estómago? ¿Calor?
¿Palpitaciones aceleradas? ¿Sudoración? ¿Presión en el pecho? ...
- Este es el primer paso: IDENTIFICAR (“Me estoy enfadando”). Esta alerta
me permite un pequeño tiempo para seguir con el control de mi respuesta.
- Acto seguido: ANALIZAR (“No me gusta el tono en que me está
hablando…”). Dirijo mi pensamiento (razonamiento), antes de que la
famosa amígdala lo “secuestre” y distorsione desde el “modo hostil”. O
dirijo yo… ¡o dirige mi amígdala!
- El tercer paso: mi RESPUESTA. Si he conseguido seguir con el control,
será inteligente, ajustada, puesto que mi cerebro está en “modo
integrado”, pleno, inteligente; es decir, en mi cerebro razón y emoción
están conectadas, trabajando en equipo. De lo contrario, como la
amígdala despliega una respuesta rápida –no en vano, evolutivamente,
tiene la función de protección- ella seguirá con el control y generará una
respuesta desde el “modo hostil”: “defensa-ataque”. Objetivo: poder al
otro, ganar (incluso desplegando un “todo vale”).

La autorregulación y los estilos de afrontamiento de conflictos están muy


condicionados por la educación, estilos de crianza y modelaje en el entorno
familiar, condicionando a su vez la capacidad para establecer relaciones de
calidad y duraderas, que construyan contextos positivos de convivencia.

La capacidad de autorregulación es importante potenciarla desde la infancia. Las


“normas-límites” en el sistema familiar están relacionadas. Si un niño o niña

16
Mluz S. García-Arista
Del cerebro hostil al cerebro inteligente

crece sin normas claras, sencillas y razonadas, buscará continuamente retar al


adulto que implique autoridad. En la adolescencia, se complica aún más. Y si se
une a la falta de un vínculo de apego y vínculos afectivos, como demuestra Mª
José Díaz-Aguado (2000, 2001, 2004) en sus estudios sobre la adolescencia,
aumenta el riesgo de problemas por adicciones y violencia.

Todas las personas deberían conocer, en la teoría y en la práctica, la gestión


positiva de las propias emociones -Inteligencia emocional- para poder, desde un
equilibrio emocional, desde su propia autorregulación, dar respuestas
adecuadas a las tensiones y conflictos que aparecen en las interacciones
humanas. Con ello, las “mochilas educativas” serían “mochilas protectoras”.

Así pues, se hace necesario el conocimiento de las emociones, su génesis y


evolución, no sólo con una fundamentación rigurosa, sino también a nivel
práctico, traducido en habilidades de reconocimiento y gestión de las propias
emociones y las de los otros; es decir, un buen conocimiento teórico y práctico
de la INTELIGENCIA EMOCIONAL. Y siempre se está a tiempo de adquirir y
mejorar estos aprendizajes y habilidades. La plasticidad cerebral permite hacer
cambios en nuestro cerebro hasta el final de su vida mientras permanezca sano.
Nos jugamos mucho en ello, como ya hemos dicho: nuestro propio bienestar y
salud y la convivencia con las personas que nos relacionamos.

No somos conscientes de nuestras emociones negativas, la parte más oculta de


nuestra mente. Entornos con “agravios” sin solucionar en el momento que
ocurren son idóneos para que afloren las reacciones emocionales más
automáticas. En el sistema familiar, con frecuencia nos encontramos esos
“agravios”, encapsulados por el tiempo y la “cultura familiar” (ocultación,
evitación, temas tabú, narrativas dominantes…), que estallan en situaciones de
crisis (herencias, cuidado de progenitores mayores, adolescencia de hijos,
ruptura de pareja…).Pero, también ocurre así en otros entornos con
interacciones estrechas y continuadas, como el laboral, escolar, comunitario o
de ocio.

17
Mluz S. García-Arista
Del cerebro hostil al cerebro inteligente

Las interacciones que tienen lugar estos sistemas son terreno abonado para
tensiones y conflictos, potenciados y retroalimentados emocionalmente y dejarán
una huella significativa en la memoria emocional, de la que no somos
conscientes pero que condiciona nuestros afectos y fobias. Con frecuencia, se
filtra en nuestras opiniones y narrativas, aflorando más claramente en
situaciones de crisis que alteran el sistema y formando parte del “argumentario”
para los posicionamientos.

El entrenamiento en gestionar positivamente nuestras emociones nos permitirá


ir dando respuestas más inteligentes y ajustadas a cada situación, mejorando
nuestro estilo de afrontar conflictos.

CICLO DEL CONFLICTO

El conflicto sigue una dinámica interna de ciclo que tiende a perpetuarse.

La clave para una GESTIÓN INTELIGENTE, eficaz de los conflictos:


RESPONSABILIZARNOS DE NUESTRA RESPUESTA. No depende la evolución del
conflicto sólo de mi respuesta, también de la otra parte; pero, la responsabilidad de la
gestión la tengo sobre la mía.

Veamos cómo:

18
Mluz S. García-Arista
Del cerebro hostil al cerebro inteligente

Sánchez García-Arista, 2016

- El conflicto sigue un ciclo que comienza en mi “mochila


educativa” (cuanto mejor la conozca, más fácil me resultará
identificar qué quiero modificar y qué no).
- La responsabilidad de la respuesta es mía
- El resultado de mi respuesta irá a mi mochila: Tengo la
oportunidad de aprender a dar respuestas inteligentes,
modificando en positivo mi “mochila” (que condiciona mis
respuestas automáticas).
- Clave: Ante la percepción de tensión, preguntarme
“¿Qué puedo hacer?”

Ya que conocemos la plasticidad del cerebro humano, podemos con el entrenamiento


adecuado, modificar los estilos primarios de manera que resulten “ESTRATEGIAS
INTELIGENTES”, adaptadas a cada situación y generadoras de resultados exitosos.

19
Mluz S. García-Arista
Del cerebro hostil al cerebro inteligente

Sánchez García-Arista, 2017

El estilo que debe entrenarse como referente es el de “COMPROMISO”. Implica tener


en cuenta a la otra parte, sus puntos de vista, sus intereses y necesidades; es decir, una
actitud empática. Se complementa con una actitud asertiva; es decir de reconocimiento
y expresión de los propios intereses, con un formato comunicativo positivo, colaborador,
llevando el diálogo hacia territorio de encuentro, para generar acuerdos y adquirir
compromisos sobre los mismos.

El “compromiso” es el estilo que se promueve desde la mediación, un estilo interaccional


“ganar-ganar”, que surge a partir del binomio “empatía-asertividad”. Este binomio es
el generador de relaciones humanas exitosas y resulta preventivo de escaladas cuando
surgen tensiones en las interacciones humanas. Por eso, me gusta definirlo como
“binomio resultón” (en contextos coloquiales). Realmente, constituye el “norte” de las
interacciones sanas, generadoras de climas de convivencia positivos.

20
Mluz S. García-Arista
Del cerebro hostil al cerebro inteligente

GESTIÓN INTELIGENTE DE CONFLICTOS:

✓ Me responsabilizo de la gestión de la tensión.


✓ Me doy un margen para que la tensión no active mi amígdala,
distorsionando mi percepción y pensamiento, y que sea yo y no ella
quien dirija el proceso de gestión del conflicto.
✓ Evito el posicionamiento y el sesgo de la narrativa que lo
justificaría.
✓ Siento la seguridad de quien tiene las riendas de su
comportamiento.
✓ Transformo el conflicto en oportunidad de conocerme mejor,
conocer mejor al otro y fortalecer la relación.

Sánchez García-Arista, 2016

“Haciendo lo mismo, mismo resultado”. La respuesta que damos a las tensiones


con los demás, con frecuencia tiene un resultado similar que podemos definir
como de encuentro o desencuentro, de bienestar o malestar creciente. Sin
embargo, la reacción más frecuente es mirar al otro como culpable, desplegando

21
Mluz S. García-Arista
Del cerebro hostil al cerebro inteligente

un proceso perceptivo del otro como “enemigo”. Nuestra amígdala en acción se


encarga de dotar a nuestra percepción de una especie de “lupa” especializada
en buscar detalles de ofensas que alientan un diálogo interior distorsionado, que
toma como objetivo alimentar nuestro fuego emocional, a la par que apuntala de
forma firme nuestro “posicionamiento”. El dicho popular “echar leña al fuego”
recoge de forma plástica este mecanismo. Tras él, se despliega la “ESCALADA”
del conflicto. Si la otra parte sigue un proceso similar, la comunicación tomará un
formato agresivo, caminando a la ruptura o la incomunicación.

La respuesta que damos a las tensiones, a los conflictos que afloran en las
interacciones con los otros, van envueltas en comunicación. En realidad,
emociones, conflicto y comunicación están intrínsecamente unidos y constituyen
las “tres patas” de la convivencia.

La comunicación eficaz –la que tiene como objetivo ENTENDERNOS, es la ideal.


Pero, para mantenerla, sólo es posible desde una buena autorregulación
emocional. La activación emocional y la comunicación están conectadas. Sin
transformar la primera, no cambiará la segunda.

¿Cómo conseguir pasar de una comunicación sesgada por el modo hostil a una
COMUNICACIÓN ASERTIVA, en la que se expresen abiertamente los
INTERESES? La mejor herramienta de comunicación es la ESCUCHA ACTIVA
EMPÁTICA, en la que expresamos nuestros intereses de forma positiva para
que nos entienda y escuchamos al otro para entenderlo. Entrenar en conseguir
automatizar este tipo de comunicación asertiva da una gran seguridad personal.

Siguiendo a Siégel, D. (2015), cuando ponemos palabras a lo que sentimos, en


el cerebro se integra lo cognitivo y emocional, unidos, trabajando en equipo. De
esta manera mantenemos o transitamos hacia un modo integrado, pleno,
inteligente.

El resultado es la sintonía o asintonía que envuelve la comunicación. La sintonía


crea contextos coloreados de autenticidad, produce credibilidad, genera
confianza y seguridad. Cuando esto ocurre, los interlocutores tienden a

22
Mluz S. García-Arista
Del cerebro hostil al cerebro inteligente

reflejarse y complementarse, en sus posturas, gestos y contacto visual,


durante la comunicación. Nuestra propia armonía puede contagiar a las partes
para que vayan alcanzando la propia. Las células espejo de nuestro cerebro
facilitan el proceso.

EMOCIONES, CONFLICTO Y COMUNICACIÓN


COMPARTEN EL TERRITORIO DE LAS INTERACCIONES HUMANAS QUE,
SUMADAS, CONSTRUYEN EL CLIMA DE CONVIVENCIA

El mejor enfoque:

Trabajar lo personal, para sentir mayor bienestar, mejorar nuestras relaciones y


convivencia y progresar en lo profesional.

¿Cómo?:

Entrenando en automatizar el modo inteligente de nuestro cerebro.


¡DE LA HOSTILIDAD A LA INTELIGENCIA!

¡Todo un reto!

Mari Luz Sánchez García-Arista


luzarista@hotmail.com

23
Mluz S. García-Arista

También podría gustarte