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El inconsciente  

“No digas no puedo ni en broma que el inconsciente no tiene el sentido de humor, lo tomara en serio y
te lo recordara cada vez que lo intentes”.

Facundo Cabral
Filosofo argentino, 1937-2011

El inconsciente ocupa la mayor parte de nuestra mente y allí es donde se guarda las
experiencias, desde que nacemos. A diferencia del subconsciente, donde se puede
acceder con algo de esfuerzo, el inconsciente es el “fondo del pozo”, donde es muy
difícil acceder e incluso imposible. La información registrada es la base de cómo
nuestro cerebro responde a ciertas situaciones. Sin embargo, su capacidad de juzgar es
limitada y, por lo tanto, depende de un componente clave del pensamiento consciente.
La mente emocional controla nuestros hábitos y comportamientos y su trabajo es
mantenernos a salvo.
El inconsciente también regula la respiración, la presión arterial y el ritmo cardíaco,
entre muchos otros procesos inconscientes. O sea que, es millones de veces más
poderosa que la mente consciente. Piensa en el consciente como el conductor del
autobús y en el inconsciente como el autobús.
Sigmund Freud (1856-1939), el padre del psicoanálisis, neurólogo y científico
austriaco, investigaba para entender los comportamientos que aparentemente no
tienen sentido como: los trastornos obsesivo-compulsivos, las fobias, el miedo
irracional, etc., infiere que hay causas inconscientes no observables que producen los
comportamientos y síntomas que no son lógicos. En este sentido, la suposición de que
algún proceso inconsciente gobierna gran parte de nuestro comportamiento, creencias,
actitudes y formas de relacionarnos con los demás, puede ser el mayor descubrimiento
jamás realizado sobre la naturaleza del funcionamiento mental. Sin embargo, el
psicoanálisis, al no tratar de causas observables, nunca ha sido considerado como una
ciencia como tal, de la misma forma en que lo son la física o la química, debido a la
incapacidad de observar acciones inconscientes. Porque para que cualquier teoría se
califique como "ciencia", su explicación debe basarse en razones objetivas,
observables, medibles y tangibles. Cualquier cosa que sea intangible, inmedible y difícil
de observar y registrar no puede considerarse ciencia. Por ello, ha recibido muchas
críticas de la comunidad científica y de otras ramas de la psicología. 
 Actualmente se está descubriendo todas las aportaciones que hizo Freud, a la neurociencia y
que son coherentes con el modelo freudiano de función mental. Voy a señalar la confluencia
entre psicoanálisis y neurociencia, es tan amplia que hace unos años salió la revista
“NeuroPsychoanalysis”, en cuyo comité editor, incluía neurocientíficos como: Erick Kandel,
Vilayanur S. Ramachandran, Antonio Damásio (neurocientífico portugués, 1944), Joseph Le-
Doux (neurocientífico estadounidense, 1949), Jaak Panksepp (neurocientífico, tambien
estadounidense, 1943-2017), Karl Pribram (neuroquirúrgico austriaco, 1919-2015), Rodolfo
Linás (neurofisiólogo colombiano-estadounidense, 1934). Incluso el psicólogo canadiense,
Steven Pinker (1954), que es probablemente el psicólogo más prestigioso del mundo y
discípulo del científico cognitivo estadounidense, Noam Chomsky (1928), propuso un modelo
de funcionamiento mental muy similar en muchos aspectos al de Freud

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