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La última zona de aplicación que trata es la estética. Entre la religiosa, y ésta hay
un lazo que no debe romperse, tanto que "el sentido de la experiencia estética,
una vez que se quiere captar en su especificidad, remite a un ámbito que no se
puede delimitar". excepto en referencia a la experiencia religiosa y al mito. El arte
es un lugar privilegiado de la verdad: pero tal posición sólo puede conducir a
resultados genéricos y filosóficamente inofensivos. Es decir, debe quedar claro,
que en el nihilismo: el arte y la religión son, ambos momentos que cuentan la
historia del debilitamiento de las estructuras fuertes del ser. ¿Qué será de la
estética cuando tome conciencia de su destino nihilista? Ante las transformaciones
de la producción artística, no se limitará a invocar un perdido sentido de la belleza,
sino que prestará más atención a los aspectos ontológicos y significados del arte
de masas, que para una consideración estética tradicionalista parece una mera
degeneración de la belleza. El factor discriminador en el juicio estético, el criterio
de belleza, lo decidirá la mayor o menor fidelidad al hilo conductor del nihilismo.
Concluye Vattimo con dos apéndices en los cuales especifica, en primer lugar, la
concepción de verdad, desde la metáfora de la biblioteca de Babel, como una
vocación del ser a la reducción, que sirve de criterio a las interpretaciones, y en
segundo lugar, el carácter especifico de la racionalidad hermenéutica la cual se
legitima únicamente ofreciendo una historia, de ese proceso del que deriva, en
términos nihilistas, esto es, interpretativos, narrativos, no descriptivos, que será
válida hasta que otra interpretación logre desmentirla.