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la vida entre mis células

Oculta y por debajo o más allá de la realidad inmediata de los entes. Nuevamente se escindió el
ser y el ente, y el ser permaneció oculto en su realidad propia.
Tal escisión entre el ser y el ente es llevada a término en la Edad Moderna, en que el ser es
directamente suprimido en su realidad propia y sustituido por el objeto, que no es sino una
proyección o creación de la propia inteligencia subjetiva; mientras los entes quedan intocados
en una trascendencia —que no se sabe ni siquiera que es o existe, en el sentido clásico de esta
palabra—, inalcanzada o in-develada por el hombre.
Frénte a esas concepciones metafísicas, que deforman, alejan o suprimen el ser, Heidegger
sostiene que éste no se manifiesta sino en el ente, precisamente porque no es sino su develación
o 'presencia; y que tal de-velación, presencia o patencia, en que el ser cabalmente consiste, no
se alcanza sino en ese ser único y privilegiado que es el Dasein; el cual, a su vez, no es tal o
ser-aquí sino por ser, precisamente, el sitio o el en-donde hace su epifanía el ser, en un
encuentro inmediato, anterior a toda elaboración conceptual o constructiva del objeto.
El ser no es sino en el ente, al que des-oculta ocultándose paradojalmente en él; y solo en el
Dasein el ser es capaz de descubrirse, en cuyo des-cubrimiento el Dasein logra su propio y
peculiar ser, de acogedor del ser o casa o pastor del mismo. Tal la íntima e indisoluble
vinculación heideggeriana del ente y ser, por una parte, y del ser del ente y Dasein, por otra.

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