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AMÓS, Denuncia y Soluciôn
AMÓS, Denuncia y Soluciôn
(Yavé es fuerte)
Época: 783 a Comerciantes - Conversión - Amós no creía
738. que se Del pueblo, en cambios en el
Dinastîas de: enriquecen que se sistema
Azarías y a costa de los monárquico.
Jeroboán II. pobres (8,4-6);
concretice en - La sociedad de
Israel vive un - Tribunales que tribunales su tiempo estaba
período de deciden contra el Justos (5,15); muy corrompida,
“milagro eco- justo e indigente - No Sus
nómico”. (5,10-12) y esclavizar; al contemporáneos
por soborno - Ser humano, no querían
Características: (5,12); convertirse.
Sureño de Judá Y pasar a amar
- Esclavización - Amós espera la
(Tecoa), que de prisioneros de
el bien y odiar venida del “día
ejerció el pro- guerra y de el mal. de Yavé”, día de
fetismo en el deudores (1,6.9; Tinieblas y no de
Norte Samaria 2,6; 8,6); luz (5,18), como
(Israel), simple, - Tributos (2,8) e muchos
campesino, impuestos esperaban.
crítico, franco, y (5,1); - Sólo Dios
creativo. - Garantías y podría cambiar
préstamos (2,8); la suerte de su
- Lujo y riqueza pueblo en un
de la clase alta tiempo de paz
(3,10.15; 4,1; (9,11-15).
5,11; 6,4-7); -El “resto fiel de
- Religión (5,21- José” podrá ser
27); salvo (5,15).
- Señoras nobles
(4,1);
- Rey (3,9-11,
6,1);
- Propietarios
(3,9-11; 6,4-6).
A mitad del siglo VIII, después de largos años de sometimiento y humillación,
el Reino Norte entra en una etapa de prosperidad. Sin embargo, este
bienestar oculta una descomposición social. La suerte de los ciudadanos
modestos era tremendamente dura y el Estado hacía poco o nada por
aliviarla. Se daban tremendas injusticia y un contraste brutal entre ricos y
pobres. El pequeño agricultor sello de Jezabel se hallaba a menudo a
merced de los prestamistas y de graves calamidades (sequía, plagas, fallos
de la cosecha), que lo exponían a la hipoteca, al embargo y a tener que vivir
como esclavo.
Este sistema, duro en sí mismo, empeoraba por la ambición de los ricos y
comerciantes, que aprovechaban las fianzas dadas a los pobres para
aumentar sus riquezas y dominios; falseaban los pesos y medidas, recurrían
a trampas legales y sobornaban a los jueces. Y como éstos no se distinguían
por su amor a la justicia, la situación de los pobres resultó cada vez más
dura.
El tema del castigo se repite a lo largo del libro como un leit-motiv insistente.
A veces se trata de afirmaciones generales: «Os aplastaré contra el suelo,
como un carro cargado de gavillas» (2,13); «habrá llanto en todos los
huertos cuando pase por medio de ti» (5,17). Pero en otras ocasiones se
habla claramente de un ataque enemigo y podemos reconstruir la secuencia
de devastación, ruina, muerte y deportación (cf. 6,14; 3,11; 5,9; 6,11; 6,8b-
9; 5,27; 4,2-3).
Pero Amós no puede limitarse a anunciar el castigo. Debe indicar sus causas.
Para ello denuncia una serie de pecados concretos, entre los que sobresalen
cuatro: el lujo, la injusticia, el falso culto a Dios y la falsa seguridad religiosa.