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El libre albedrío

1. Introducción

2. Libertad

3. La voluntad de Dios es absoluta.

4. La libertad del hombre es relativa en cuanto a Dios y los hombres.

5. El Libre Albedrío le Pertenece solamente a Dios.


6. Conclusión

Introducción

Estos temas fueron expuestos muchos siglos antes por el filósofo Pelagio
quien vivió entre los siglos IV y V d. C y por el teólogo cristiano Agustín de
Hipona, y otros antes que Lutero y Calvino, como Juan Wiclyffe. En primer
lugar esto es Filosofía, Pelagio (c. 355 - c. 420 d. C.), un asceta y filósofo de
las Islas Británicas, enseñaba que Dios no podía ordenar a los creyentes que
hicieran lo imposible, y por lo tanto debía ser posible cumplir todos los
mandamientos divinos sin la ayuda de Dios.. Muchos pelagianos creen que el
ser humano puede tomar sus propias decisiones, de escoger lo bueno o lo malo
por su propia voluntad, cuando la Escritura en el Antiguo y Nuevo Testamento
Dios afirma todo lo contrario y que desde el exterior del hombre la meta del
culto a Dios es superficial.

2. La libertad
Según Pablo, Abrahán encarna el camino hacia la libertad o salvación desde
siempre querido por Dios, basado en la fe y no en las obras de la ley. Los
conceptos fundamentales de las enseñanzas paulinas sobre la gracia (fe,
justicia, promesa, bendición, descendencia, herencia, libertad) han surgido de
su interpretación de la historia de Abrahán desde una perspectiva cristológica
(Gálatas 3-4; Romanos 4). Sólo quienes recorren este camino son hijos de
Abrahán, es decir, el verdadero Israel, con independencia de que sean, o no,
descendientes físicos del patriarca (Romanos 9,6-9). Abrahán: la alianza
«antigua», marcada por la línea Agar-Ismael, se caracteriza por la esclavitud,
la servidumbre y la vinculación a lo terreno; la diatheke «nueva» está marcada
por la línea Sara- Isaac y se da a conocer corno libertad, vida en el espíritu y
fundamentación celeste de la vida. Precisamente la libertad de toda atadura
interior y exterior que debe ser a priori para el ser humano.
"Dijo entonces Jesús a los judíos que habían 31 creído en él: Si vosotros
permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; y
conoceréis la verdad, y la 32 verdad os hará libres. Le respondieron: Linaje
de Abraham 33 somos Dijo entonces Jesús a los judíos que habían 31 creído
en él: Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis
discípulos; y conoceréis la verdad, y la 32 verdad, y jamás hemos sido
esclavos de nadie. ¿Cómo dices tú: Seréis libres? Jesús les respondió: De
cierto, de cierto os digo, 34 que todo aquel que hace pecado, esclavo es del
pecado. Y el 35 esclavo no queda en la casa para siempre; el hijo sí queda
para siempre. Así que, si el Hijo os libertare, seréis verdaderamente 36
libres". Juan 8: 31-36 RV 1960

La libertad que Cristo da u ofrece es la verdadera porque emancipa y


des-esclaviza al ser humano
En la Biblia que el Concepto de libertad tiene aspectos positivos y negativos.
Por un lado, significa la liberación de algo que esclaviza e impide que el
hombre goce plenamente de su Creador. El aspecto positivo puntualiza la
capacidad del hombre libre para encontrar el gozo de vivir en comunión con
Dios y recibir las bendiciones divinas. En el Antiguo Testamento, el éxodo es
el ejemplo primordial de la libertad. Dios liberto a los israelitas de la
esclavitud de Egipto para que pudieran servirle como nación y recibir sus
bendiciones (Éxodo 19.3–7).
La libertad de Israel no fue consecuencia del esfuerzo humano, sino de la
obediencia a Dios (Deuteronomio 28.1–14). Por su desobediencia, Israel
perdió su libertad en más de una ocasión (Deuteronomio 28.15–68 cf.
Jueces 2.14ss; 3.7ss; 2 Reyes 17.6–23; Amos 5).

La esclavitud fue el medio fundamental de producción en la época de Pablo.


Pero a la par de esto es importante entender que: esclavos podían tener altas
posiciones y dinero, particularmente los que trabajaban; a) algunos como
administradores de la riqueza del propietario; (b) el concepto de la libertad
en aquella época era muy diferente al nuestro hoy; (c) la mayoría, si no
todos lo libertos, quedaban vinculados de algún modo a la casa del
antiguo propietario.
Por tanto hoy se debe tratar aquí como gran tema de que la predicación
cristiana alimente o defienda la creencia en Satanás y los demonios
considerados como seres personales. Pero tampoco puede dejarse llevar por la
mentalidad moderna, que califica de ridícula y supersticiosa la creencia en el
demonio, creencia de los hombres desde épocas pasadas. Ya la angustia vital
de los modernos y la tendencia a buscar seguridades debería impedirles
considerar su actitud de burla como un signo de certidumbre y de libertad.
Que también el hombre moderno puede caer o estar bajo el dominio de
poderes que se oponen a la voluntad de Dios es una afirmación que apenas
debería ya discutirse. La ruina del hombre será tanto mayor cuanto más se
identifique su propia voluntad con el objetivo de estas fuerzas, que están
orientadas contra él mismo. Aquí se le plantea ciertamente a la predicación la
tarea de dar una explicación sobre la naturaleza de estas fuerzas en el plano
antropológico, es decir, de despojarlas de su máscara y de su aureola, de
desenmascararlas. El camino hacia la libertad comienza una vez que el poder
usurpador ha sido reconocido en cuanto tal. Pero esto lo puede hacer también
el psicoanálisis o la psicoterapia. La predicación puede y debe ir más lejos:
siguiendo el mandato de aquel que es el Señor de todas las fuerzas y
potencias, de todas las situaciones y circunstancias, ha de hacer patente que
Jesucristo libera al hombre del hechizo de estos poderes superiores. Y ella
habrá de dar testimonio de que el hombre, cuando es sostenido por el vínculo
de la fe y permanece bajo el poder preservador del Espíritu Santo, que asegura
nuestra pertenencia a Dios, puede vivir en la libertad verdadera Pero esto
sólo es posible cuando el hombre, en una actitud de obediencia, se abandona
totalmente a la gracia de Dios. Librándose verdaderamente del mal; espíritu; -
del poder o fuerza de Satán, o diablo.

La realidad del pecado como la verdadera fuerza que está detrás de todo el
desasosiego e infelicidad del ser humano. Por cierto, la vergüenza ante la
desnudez sirve muy bien para expresar la vergüenza, la inseguridad, y la
condición de secreto que son resultado del pecado, muy por aparte del
problema de la sexualidad que también va allí incluido.
Una explicación etiológica más general nos justifica en construir sobre este
relato una doctrina del pecado original en el sentido de condición universal de
pecado.
Desde que el hombre cayó, el pecado es motivado por un impulso humano que
está presente en todos nosotros, de manera que en millares de variaciones
todos seremos tentados de modo semejante y pecaremos de modo semejante.
El intelecto sin control del Espíritu Santo estuvo en conflicto con la ley en el
pasado y con la Gracia hoy día, y así la libertad de voluntad y de pensamientos
prepara el terreno para el pecado. Al hacer de Satanás o la serpiente la
representante del intelecto sin control, el autor enfatiza el carácter demoníaco
de ese modo de pensar que se deriva de la duda y que se involucra en un
esfuerzo fanático. Esto se cierne sobre nosotros como una fuerza interna y
externa, que fortalecen deseos que ya existen, y así sobrepuja la obediencia
acrítica. La incapacidad que experimentamos de resistir en ese punto nos
obliga a reconocer la validez general del fenómeno. Deseosos, y hasta cierto
punto capaces, de ser más sabios que Dios y de penetrar más allá de sus
pensamientos, abrimos una esfera de desconfianza en la cual renunciamos a
nuestra actitud apropiada como criaturas, miramos al Creador con cinismo, y
actuamos como si nosotros mismos fuéramos Dios, responsables sólo ante
nosotros mismos. Puesto que la razón y la facultad de juicio nos son innatas de
continuo solamente el mal, y así la motivación para pecar está presente tan
necesariamente como la vida misma.
DTNT LOTHAR. Coenen Derecho pág. 19

3.La voluntad de Dios es absoluta

¿Cuál es la voluntad de Dios? A menudo el Segundo Isaías vuelve sobre el


tema de la "voluntad" (en hebreo, hefes) de Dios. En efecto, se comprende que
el profeta estuviera preocupado por hacer comprender, en la situación concreta
en que predicaba, que Dios no sólo no había renunciado a hacer valer sus
proyectos, sino que era también capaz de realizarlos.
Ante todo, el Señor quiso a Ciro como instrumento de su liberación:
"Mi amigo cumplirá mis deseos contra Babilonia y la raza de los caldeos"
(48,14). Es el Señor el que da órdenes a Ciro: "(Yo soy) el que dice a Ciro:
¡Mi pastor eres, todos mis deseos cumplirás!; el que dice a Jerusalén: Serás
reedificada; y al templo: Serás reconstruido" (44,28).
La voluntad de Dios es edificar una sociedad nueva que le sirva y le adore,
basada en la obediencia a la ley (tórah): "El Señor quiere, por amor a su
justicia, engrandecer y magnificar la ley (tórah)" (42,21). La nueva sociedad
que Dios quiere crear está representada simbólicamente en la figura del siervo
del Señor. El siervo cargó con los pecados de muchos (53,5-6.12), pagó con
sus sufrimientos y angustias el pago que debió pagar la humanidad: solamente
de Dios se puede esperar la verdadera liberación. Y la miseria no es solamente
la social y política, sino sobre todo el egoísmo, la rivalidad, la violencia y la
ambición de poseer hegemonía y poder. Y Dios solo es capaz de cambiar el
corazón del hombre. Y su voluntad es que se le crea y se le obedezca. Él tiene
absoluta libertad y voluntad.
4. La libertad del hombre es relativa en cuanto a Dios y los hombres.

Existen las “premisas ingenuas” del libre arbitrio, libre albedrio o libre
voluntad: la disponibilidad de alternativos cursos de acción entre los cuales un
sujeto pueda escoger y la autodeterminación, esto es, la capacidad del sujeto
de decidir por sí mismo entre el conjunto de posibilidades alternativas de
cursos de acción.
Estas “premisas ingenuas” se han definido así porque son fruto de la intuición
del sentido común y no de una especulación filosófica específica.
El problema que confrontamos aquí es el siguiente: ¿Cómo puede una persona
ser moralmente libre y responsable si sus actos han sido preordinados desde la
eternidad? Al hablar de libertad y responsabilidad moral nos referimos a la
capacidad que tiene cada individuo para actuar con autodeterminación
racional; y por preordinación nos referimos al hecho de que desde la eternidad
Dios ha establecido con absoluta certeza los sucesos que han de acontecer en
la vida de cada persona y en la naturaleza. Todos, por supuesto, estamos de
acuerdo en que los actos de una persona deben ser sin compulsión externa y
conforme a sus propios deseos e inclinaciones, o no podríamos considerar a la
persona responsable de los mismos. Si los actos de un ser moralmente libre
fuesen contingentes e inciertos entonces es obvio que la preordinación y la
libertad moral son inconsistentes.
Todo filósofo que está convencido de la existencia de un Poder mediante el
cual todas las cosas existen y son controladas, se ve forzado a inquirir como la
voluntad finita puede hallar expresión bajo el reino de lo infinito. La solución
a esta difícil pregunta sobre la soberanía de Dios y la libertad moral del
hombre no consiste en negar la una y la otra sino más bien en una
reconciliación que reconozca la realidad de ambas, pero que se dé la
preeminencia a la soberanía divina conforme a la infinita exaltación del
Creador sobre la criatura pecadora. El mismo Dios que ha decretado todos los
eventos ha decretado la libertad humana, cuya libertad es relativa si es que
este pertenece a Dios, en medio de estos eventos, y esta libertad está tan
ciertamente establecida como todo lo demás. El hombre no es un autómata o
una máquina. En el plan divino, que es infinito en variedad y complejidad y
que se extiende de eternidad a eternidad e incluye a millones de seres
relativamente libres, es decir, relatividad con respecto a Dios y que actúan e
interactúan y reaccionan unos con otros, es fundamental: lo que hasta hace
muy poco era tratado como una auténtica realidad metafísica, el libre
arbitrio, hoy es visto más como una ilusión biológica (sobre todo por los
resultados procedentes del ámbito de las neurociencias y de la inteligencia
artificial), es decir la ilusión que tendríamos los hombres como seres
racionales de ser libres. Dios ha decretado que los seres humanos retendrán
su libertad moral bajo Su soberanía. Libertad que depende de Dios. Sin
embargo, Dios no nos ha dado una explicación formal de estas cosas, y
nuestro entendimiento humano limitado no es capaz de resolver
completamente el problema. Dado que los escritores bíblicos no vacilaban en
afirmar el control absoluto de Dios sobre los pensamientos y las intenciones
del corazón, al incluir los actos de seres relativamente libres dentro del
designio divino. DNT tomo II Liberación, edic Paulinas.

El hombre al pecar fue expulsado del Jardín. Tenía comunicación con


Dios, servían a Dios de corazón, tampoco se avergonzaban por estar
desnudos
Estimados hermanos: Les insto en el Señor a que podamos discutir y releer los
pasajes bíblicos en Génesis, Adán y Eva no tenían Libre Albedrío. Tenían su
voluntad como la de un bebé, para usarla en este sentido, para comer, para
bañarse, dirigirse, nombrar animales, labrar la tierra, etc. No conocían ni el
Bien, ni el Mal, ni la Ciencia. Es decir; su voluntad era pura, sin malicia. Dios
le dio una ley. “Y mandó Jehová Dios al hombre, diciendo: De todo árbol
del huerto podrás comer; más del árbol de la ciencia del bien y del mal no
comerás; porque el día que de él comieres, ciertamente morirás”. Con la
ley su aparente libertad queda coartada, le pone límites a sus acciones al
decretarles su ley. Así como el mar tiene sus límites, también el hombre tiene
límites para sus actos. –Y desde el principio Dios puso límites y esos límites
fueron sus leyes; a Adán, a Noé, a Abraham, y Moisés. El hombre desobedece
porque es engañado por Satanás según su astucia hizo caer al hombre. Desde
entonces el hombre conoce la ciencia el bien y el mal. El hombre fue arrojado,
reduciendo esa comunicación. Fue destituido de la gloria de Dios, de la
Presencia de Dios. No tenía libertad de escoger lo bueno o lo malo; porque en
su estado original ni siquiera sabía de esos conceptos, sino hasta que pecó
conoció el bien y el mal. Su voluntad quedó sometida a la voluntad y deseos
de Satanás. Su voluntad se volvió esclava del Pecado o Satanás.

“Por tanto, como el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el


pecado la muerte, así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto
todos pecaron. Pues antes de la ley, había pecado en el mundo; pero
donde no hay ley, no se inculpa de pecado. No obstante, reinó la muerte
desde Adán hasta Moisés, aun en los que no pecaron a la manera de la
transgresión de Adán, el cual es figura del que había de venir”. (Romanos
5:12-14)
“Pero 6 ahora estamos libres de la ley, por haber muerto para aquella en
que estábamos sujetos, de modo que sirvamos bajo el régimen nuevo del
Espíritu y no bajo el régimen viejo de la letra. La palabra griega Doulos
significa siervo o Esclavo. ¿Qué diremos, pues? ¿La ley es, pecado? En
ninguna manera. 7 Pero yo no conocí el pecado sino por la ley; porque
tampoco conociera la codicia, si la ley no dijera: No codiciarás. Más el
pecado, tomando ocasión por el mandamiento, produjo en mí toda codicia;
porque sin la ley el pecado está muerto. Y yo 9 sin la ley vivía en un tiempo;
pero venido el mandamiento, el pecado revivió y yo morí. Y hallé que el
mismo mandamiento 10 que era para vida, a mí me resultó para muerte;
porque el 11 pecado, tomando ocasión por el mandamiento, me engañó, y 12
por él me mató. De manera que la ley a la verdad es santa, y 13 el
mandamiento santo, justo y bueno. ¿Luego lo que es bueno, vino a ser
muerte para mí? En ninguna manera; sino que el pecado, para mostrarse
pecado, produjo en mí la muerte por medio de lo que es bueno, a fin de
que por el mandamiento 14 el pecado llegase a ser sobremanera
pecaminoso. Porque sabemos que la ley es espiritual; más yo soy carnal,
vendido al 15 pecado. Porque lo que hago, no lo entiendo; pues no hago lo
16 que quiero, sino lo que aborrezco, eso hago. Y si lo que no 17 quiero, esto
hago, apruebo que la ley es buena. De manera que ya no soy yo quien
hace aquello, sino el pecado que mora 18 en mí. Y yo sé que en mí, esto es,
en mi carne, no mora el bien; porque el querer el bien está en mí, pero no
el hacerlo. 19 Porque no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero,
20 eso hago. Y si hago lo que no quiero, ya no lo hago yo, sino el 21 pecado
que mora en mí. Así que, queriendo yo hacer el bien, 22 hallo esta ley: que
el mal está en mí. Porque según el hombre 23 interior, me deleito en la ley
de Dios; pero veo otra ley en mis miembros, que se rebela contra la ley de
mi mente, y que me lleva cautivo a la ley del pecado que está en mis
miembros.
24 ¡Miserable de mí! ¿quién me librará de este cuerpo de muerte? 25
Gracias doy a Dios, por Jesucristo Señor nuestro. Así que, yo mismo con
la mente sirvo a la ley de Dios, mas con la carne a la ley del pecado.”
(Romanos 7: 6-24).
Qué tenemos nosotros que ver con el pecado de Adán, o que tiene que ver la
creación con el pecado de Adán. Sin embargo el pecado pasó a todos los
hombres y degeneró la creación. La mente, la voluntad del hombre, quedó
sometida a la voluntad de Satanás. Prueba de ello es el homicidio que cometió
Caín en contra de su hermano Abel. Este fue influenciado por Satanás. Pablo
explica esto en Romanos 3, “No como Caín, que era del maligno y mató a
su hermano. ¿Y por qué causa le mató? Porque sus obras eran malas, y
las de su hermano justas”. Caín estaba realizando las obras de Satanás era
esclavo del maligno.

“Como está escrito: No hay justo, ni aun uno; No hay12 quien entienda. No
hay quien busque a Dios. Todos se desviaron, a una se hicieron inútiles;
No hay quien haga lo bueno, no13 hay ni siquiera uno.” Esto implica que el
hombre busca solo lo malo. El hombre no tiene libertad es esclavo del
pecado, aquí el pecado es personificado y por ende detrás del pecado hay
una persona, y muy dañina por cierto; Satanás.

Por tanto cabe señalar y redundar que el Primero en hacer énfasis en el Libre
albedrío es el filósofo griego Pelagio y Agustín de Hipona como refutador y
con el paso de los siglos apareció Jacobo Arminio en los años 1623, en una de
sus tantas refutaciones a Juan Calvino. Es decir; fue él quien popularizó el
Libre Albedrío. VALE LA PENA REDUNDAR Arriba cuando hago mención
de que Satanás engañó al hombre o ser humano (genérico), no quiero decir
que el hombre no tuvo responsabilidad frente al pecado.-Todos los hombres
son responsables. Dios enseña a los hombres lo que es bueno, para salvación,
queda en los hombres aprender y desaprender. Aprender el bien bíblico, y
desaprender de la maldad que condena. Además en teología: “Los hombres si
quieren pueden tratar de confinar el vasto océano dentro de un balde que ellos
mismos han formado, de la misma manera que pretenden confinar el vasto
rango de la revelación divina dentro de los débiles cercos de los sistemas de
teología humanos. No es posible hacer esto, ni se debiera intentar hacerlo. Es
muchísimo mejor hacer a un lado los sistemas teológicos y las escuelas de
teología, y venir, cual un niño, a la eterna fuente de la Santa Escritura, para
beber de ella las vivas enseñanzas del Espíritu de Dios.
Nada es más nocivo para la verdad de Dios, más desecante para el hombre ni
más subversivo para el crecimiento y el progreso espiritual que la mera
teología, ya alta o calvinista, ya baja o arminiana. Es imposible que el hombre
progrese más allá de los límites del sistema con el que está relacionado. Por
otra parte, un discípulo de la baja escuela —o arminiana— no quiere oír
acerca de la eterna seguridad de los que creen. Su salvación —alegan—
depende en parte de Cristo y en parte de ellos mismos. Conforme a este
sistema, el cántico de los redimidos debería sufrir una modificación: En lugar
de cantar simplemente: «Digno es el Cordero», deberíamos agregar: «Y
dignos somos también nosotros.» Podemos ser salvos hoy, y perdernos
mañana. Todo esto deshonra a Dios, y priva al cristiano de toda paz verdadera.
Muchos son los arminianos que quizá mal interpretaron a Arminio o Armenio.
Al escribir así no es nuestra intención ofender al lector. Nada estaría más lejos
de nuestros pensamientos. No estamos tratando con personas, sino con
escuelas de doctrinas y sistemas de teología, de los que suplicamos con la
mayor vehemencia a nuestros amados lectores que se aparten de una vez para
siempre. Ningún sistema teológico contiene la verdad entera, completa, de
Dios. Todos, es verdad, contienen ciertos elementos de verdad; pero la verdad
siempre resulta anulada por el error; y aun cuando pudiésemos hallar un
sistema que, en lo que va de él, no contenga más que la verdad, con todo, si no
comprendiera toda la verdad, su efecto sobre el hombre es pernicioso, porque
conduce a una persona a vanagloriarse de tener toda la verdad de Dios,
cuando, en realidad, sólo se ha aferrado a un sistema humano que contiene un
solo lado de la verdad. Tanto los arminianos como los calvinistas tienen
verdades, pero solo en partes, Discúlpenme, pero pienso que ambos grupos no
tienen las verdades absolutas e infalibles, ya que todo sistema de teología tiene
errores. Recalco y redundo en esto. Acaso la Fe, la Esperanza, el Amor, la
Salvación, la Santidad, la Justificación, la Perfección, la Redención
proviene de algún ser humano? ¿No es de Dios? Lo poco o mucho que nos
esforcemos por nuestros propios medios es nada, delante de Dios. El misterio
es, que es un don de Dios, y no por nada que nosotros hagamos aparte de
Dios. No quiero decir con esto que no debemos luchar, no, no,- hay que
luchar-, “y la lucha no es contra sangre ni carne, sino contra potestades, contra
principados, contra Satanás mismo”. Además, es raro encontrar un solo
discípulo de cualquier escuela de doctrina que pueda enfrentar a la Escritura
en su conjunto. Siempre se citarán un determinado número de textos
preferidos que se repetirán continuamente; pero no se apropiará de una vasta
porción de la Escritura. Tómense, por ejemplo, pasajes tales como los
siguientes: “Pero Dios… ahora manda a todos los hombres en todo lugar,
que se arrepientan” (Hechos 17:30). “El cual quiere que todos los
hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad” (1.ª Timoteo
2:4). “El Señor… es paciente para con nosotros, no queriendo que
ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento” (2.ª Pedro
3:9). Y, en la última página del inspirado Volumen, leemos: “Y el que
quiera, tome del agua de la vida gratuitamente” (Apocalipsis 21:17).
¿Hemos de tomar estos pasajes tal como están, o hemos de introducir palabras
que modifiquen su sentido de manera de adaptarlos a nuestro particular
sistema teológico? El hecho es que estos pasajes ponen de manifiesto la
grandeza del corazón de Dios, las acciones de su naturaleza de gracia y el
vasto aspecto de su amor. No es conforme al amante corazón de Dios que
ninguna de sus criaturas perezca. No hay tal cosa en la Escritura como ciertos
decretos de Dios que relegan a un determinado número de hombres a la eterna
condenación. Tal cosa es falsa, como sostienen algunos híper-calvinistas.
Algunos pueden ser judicialmente entregados a la ceguera por su deliberado
rechazo de la luz (véase Romanos 9:17; Hebreos 6:4-6; 10:26-27; 2.ª
Tesalonicenses 2:11-12; 1.ª Pedro 2:8). Pero todos los que perecen, sólo se
echarán la culpa a sí mismos; mientras que los que alcanzan el cielo, darán
gracias a Dios. Si hemos de ser enseñados por la Escritura, debemos creer que
todo hombre es responsable conforme a su luz. El gentil es responsable de oír
la voz de la Creación. El judío es responsable sobre la base de la ley. La
cristiandad es responsable sobre la base de una revelación completa que se
halla contenida en toda la Palabra de Dios. Si Dios manda a todos los hombres
en todo lugar, que se arrepientan, ¿quiere decir lo que afirma, o se refiere
solamente a todos los escogidos? ¿Qué derecho tenemos de agregar, alterar,
recortar o acomodar la Palabra de Dios? ¡Ninguno! Tomemos la Escritura tal
como está, y rechacemos todo lo que no pueda resistir la prueba. Bien
podemos poner en duda la solidez de un sistema que no es capaz de soportar
toda la fuerza de la Palabra de Dios en su conjunto. Si los pasajes de la
Escritura parecen contradecirse, sólo lo es a causa de nuestra ignorancia.
Reconozcamos humildemente esto, y esperemos en Dios para una mayor luz.
Éste —bien podemos estar seguros de ello— es el firme terreno moral que
debemos ocupar. En vez de tratar de reconciliar aparentes discrepancias,
inclinémonos a los pies del Maestro y justifiquémosle en todos sus dichos. Así
cosecharemos abundantes frutos de bendición, y creceremos en el
conocimiento de Dios y de su Palabra en conjunto. (Mackintosh).
Nada ni nadie ha hecho más daño al cuerpo de Cristo, que las dos corrientes
teológicas que imperan en la mente de nosotros los cristianos protestantes.
Desde Juan Calvino como reformador, y desde Jacobo Arminio como
refutador hasta nuestros días; la Iglesia tiene más denominaciones, y sectas
por otro lado, que en cualquier otro período de la Iglesia. El arminianismo
afirma, correctamente, que el hombre es responsable de creer para ser salvo,
pero, de esa responsabilidad, deduce, erróneamente, que el hombre tiene una
capacidad propia dentro de sí para decidir ir a Cristo: el llamado «libre
albedrío». Puesto que este sistema hace depender la salvación del llamado
«libre albedrío o libre voluntad», entiende la soberanía de Dios como un
paso inicial de la salvación, pero no como una elección soberana de Dios,
independiente de la voluntad del hombre. Sostiene que Dios elige según su
presciencia, o sea, elige a los que Él sabe de antemano que habrán de creer en
Cristo. Una de las consecuencias funestas de este sistema es que, al hacer
depender la salvación de la elección humana, ella se puede perder por ese
mismo «libre albedrío o libre voluntad». Podemos ser salvos hoy y mañana
perder nuestra salvación, como que esta dependiera de nosotros. La escuela
contraria —el calvinismo— se apoya en otra serie selecta de textos que
muestran que la redención completa del hombre depende exclusivamente de la
soberanía de Dios, quien elige desde la eternidad a aquellos que habrán de ser
salvos, independientemente de su voluntad o conducta, lo cual, hasta ahí, es
cierto. Con más o menos variantes en lo que respecta al grupo de personas que
no fueron elegidas por Dios desde la eternidad para salvación (los que quedan
en un estado de condenación) La cuestión de la responsabilidad del hombre
parece dejar perplejas a muchas almas o seres humanos. Éstas consideran que
es difícil —por no decir imposible— conciliar este principio con el hecho de
que el hombre carece por completo de poder. «Si el hombre —arguyen— es
absolutamente impotente, ¿cómo puede ser responsable? Si él por sí mismo no
puede arrepentirse ni creer al Evangelio, ¿cómo puede ser responsable? Y si
él, finalmente, no es responsable de creer al Evangelio, ¿sobre qué base,
entonces, podrá ser juzgado por rechazarlo?»
Así es como la mente humana razona y arguye; y la teología,
lamentablemente, no ayuda a resolver la dificultad, sino que, por el contrario,
aumenta la confusión y la oscuridad. Pues, por un lado, una escuela de
teología —la «alta» o calvinista— enseña —y correctamente— la completa
impotencia o incapacidad del hombre; que si se lo deja librado a sus propios
medios, él jamás querrá ni podrá venir a Dios; que esto sólo es posible gracias
al poder del Espíritu Santo; que si no fuese por la libre y soberana gracia,
nunca un solo ser humano podría ser salvo; que, si de nosotros dependiera,
sólo obraríamos mal y nunca haríamos bien. De todo esto, el calvinista deduce
que el hombre no es responsable. Su enseñanza es correcta, pero su deducción
es errónea. La otra escuela de teología —la «baja» o arminiana— enseña —y
correctamente— que el hombre es responsable; que será castigado con eterna
destrucción por haber rechazado el Evangelio; que Dios manda a todos los
hombres en todo lugar que se arrepientan; que ruega a los pecadores, a todos
los hombres, al mundo, que se reconcilien con Él; que Dios quiere que todos
los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad. De todo esto,
el sistema deduce que el hombre tiene el poder o la facultad de arrepentirse y
creer. Su enseñanza es correcta; su deducción, errónea.
De esto se sigue que ni los razonamientos humanos ni las enseñanzas de la
mera teología —alta o baja— podrán jamás resolver la cuestión de la
responsabilidad del hombre y de su falta de poder. La palabra de Dios
solamente puede hacerlo; y lo hace de la manera más simple y concluyente.
Ella enseña, demuestra e ilustra, desde el comienzo del Génesis hasta el final
del Apocalipsis, la completa impotencia del hombre para obrar el bien y su
incesante inclinación al mal.
La Escritura, en Génesis 6, declara que “todo designio de los
pensamientos del corazón de ellos es de continuo solamente el mal”. En
Jeremías 17 declara que “engañoso es el corazón más que todas las cosas,
y perverso”. En Romanos 3 nos enseña que “no hay justo, ni aun uno; no
hay quien entienda. No hay quien busque a Dios. Todos se desviaron, a
una se hicieron inútiles; no hay quien haga lo bueno, no hay ni siquiera
uno”. Como está escrito en los salmos 14,3.

Además, la Escritura no sólo enseña la doctrina de la absoluta e irremediable


ruina del hombre, de su incorregible mal, de su total impotencia para hacer el
bien y de su invariable inclinación al mal, sino que también nos provee de un
cúmulo de pruebas, absolutamente incontestables, en la forma de hechos e
ilustraciones tomados de la historia actual del hombre, que demuestran la
doctrina.
Nos muestra al hombre en el jardín, creyendo al diablo, desobedeciendo a
Dios y siendo expulsado. Lo muestra, tras haber sido expulsado, siguiendo su
camino de maldad, aparecen en escena Caín y Abel; el justo Abel hace el bien
es odiado, y envidiado y asesinado, se reproduce el hombre y aumenta consigo
la maldad, hasta que Dios, finalmente: tuvo que enviar el diluvio. Luego, en la
tierra restaurada, el hombre se embriaga y se degrada. Es probado sin la ley, y
resulta ser un rebelde sin ley. Entonces es probado bajo la ley, y se convierte
en un transgresor premeditado. Entonces son enviados los profetas, y el
hombre los apedrea; Juan el Bautista es enviado, y el hombre lo decapita; el
Hijo de Dios es enviado, y el hombre lo crucifica; el Espíritu Santo es
enviado, y el hombre lo resiste. No es acaso porque el hombre es hombre de
pecado, no es porque es hijo de perdición. Los arminianos dicen hoy soy salvo
y mañana me pierdo. No se le llama a esto Apostasía, nunca ha sido salvado
quien piensa así? A como dice Juan “salieron de nosotros, pero no eran de
nosotros”. En los arminianos hay conceptos trasladados de la Ley, y los
mezclan con la Gracia. En la ley el hombre se esforzaba por obras, pero al
mismo tiempo se jactaba. En la Gracia le corresponde a Dios, es un don
divino; en donde la gloria y honra, y exaltación le pertenecen a Dios.
Así buscando cuando dijo “y no queréis venir a mí para que tengáis
vida”.pues, en cada volumen —por decirlo así— de la historia del género
humano, en cada sección, en cada página, en cada párrafo, en cada línea,
leemos acerca de su completa ruina, de su total alejamiento de Dios. Se nos
enseña, de la manera más clara posible, que, si del hombre dependiera, jamás
podría ni querría —aunque, seguramente, debería— volverse a Dios, y hacer
obras dignas de arrepentimiento. Y, en perfecta concordancia con esto,
aprendemos de la parábola de la gran cena que el Señor refirió en Lucas 14,
que ni tan siquiera uno de los convidados quiso hallarse a la mesa. Todos los
que se sentaron a la mesa, fueron “forzados a entrar”. Ni uno solo jamás
habría asistido si hubiese sido librado a su propia decisión. La gracia, la libre
gracia de Dios, debió forzarlos a entrar; y así lo hace. ¡Bendito sea por
siempre el Dios de toda gracia!
Pero, por otra parte, lado a lado con esto, y enseñado con igual fuerza y
claridad, está la solemne e importante verdad de la responsabilidad del
hombre. En la Creación, Dios se dirige al hombre como a un ser responsable,
pues el tal indudablemente lo es. Y además, su responsabilidad, en cada caso,
es medida por sus beneficios. Por eso, al abrir la epístola a los Romanos,
vemos que el gentil es considerado en una condición sin ley, pero siendo
responsable de prestar oído al testimonio de la Creación, lo que no ha hecho.
El judío es considerado como estando bajo la ley, siendo responsable de
guardarla, lo que no ha hecho. Luego, en el capítulo 11 de la epístola a los
romanos, la cristiandad es considerada como responsable de permanecer en la
bondad de Dios, lo cual no hizo. Y en 2.ª Tesalonicenses 1 leemos que
aquellos que no obedecen al evangelio de nuestro Señor Jesucristo, serán
castigados con eterna destrucción. Por último, en el capítulo 2 de la epístola a
los Hebreos, el apóstol urge en la conciencia esta solemne pregunta: “¿Cómo
escaparemos nosotros, si descuidamos una salvación tan grande?” Salvación
que se preserva solamente bajo la guía del Espíritu Santo.
Salvación, Santificación, Perfección, Justificación que dependen de Dios,
Salvación “La salvación pertenece a nuestro Dios que está sentado en el
trono, y al Cordero.
Santificación, “Y el mismo Dios de paz os santifique por completo; y todo
vuestro ser, espíritu, alma y cuerpo, sea guardado irreprensible para la
venida de nuestro Señor Jesucristo. Fiel es el que os llama, el cual
también lo hará”.
Perfección “Y él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a
otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros, a fin de perfeccionar a
los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de
Cristo,…”
Justificación y Redención “Mas por él estáis vosotros en Cristo Jesús, el
cual nos ha sido hecho por Dios sabiduría, justificación, santificación y
redención; para que, como está escrito: El que se gloría, gloríese en el
Señor.” Todos estos verbos son aoristos lo cual significa que son
continuos y es Dios quien ejecuta la acción. Por favor hermanos no nos
confundamos con la verdad en partes. A calvinistas y arminianos no son
infalibles.

5. La falsedad del libre albedrio o libre voluntad


Muchos cristianos (y no cristianos) han llegado a la conclusión de que las
personas tienen la capacidad de recibir o rechazar el evangelio basado en el
“libre albedrío”. Pero aunque esto parezca una solución razonable y aceptable
y hasta tenga apariencia de ser bíblica, lo cierto es que un estudio cuidadoso
de la Escritura no nos enseña que tal interpretación sea cierta. Existen al
menos dos razones por las cuales las personas (Cristianas) defienden y creen
en el libre albedrío o libre voluntad de los seres humanos en cuanto a su
relación con la fe y el evangelio. Primordialmente es una herramienta que
se utiliza “para defender a Dios” de dar apariencia de ser “injusto” y en
segundo lugar porque no se comprende claramente lo que la Biblia
enseña. Primero trataremos con lo que dice la Biblia y luego al final
trataremos con la tal apariencia de injusticia en Dios.

Los que creen en tal libre albedrío o libre voluntad, basan su interpretación en
que Dios hace un llamado al hombre a arrepentirse y acercarse a Dios y
buscarle de todo corazón. Tanto en el Antiguo Testamento como en el Nuevo
encontramos que Dios ordena al pueblo que “escoja la vida para que
viva” (Deuteronomio 30:19), les dice “escoged hoy vosotros a quien
servir” (Josué 24), el repetido llamado de Dios a su pueblo “vuélvete a mí”
(Isaías 44:22; Jeremías 3:1, 4:1) les dice “arrepentíos y convertíos” (Hechos
3:19), y el mandamiento mayor presentado en el Nuevo Testamento es aquel
que ordena al hombre que “crea al mensaje del evangelio”(Juan 3:14-15).

Aunque todas estas demandas de Dios son claras en la Escritura, también es


muy claro que el “hombre natural” nunca obedece fielmente a este llamado
de Dios. Esa es en resumidas cuentas la historia del pueblo de Israel. Un
pueblo que NUNCA respondió positivamente y enteramente de todo corazón
al llamado de Dios. De hecho el tema principal del Antiguo Testamento en el
pueblo de Israel es demostrarnos el trato de Dios con un pueblo que no
respondía fielmente a su llamado. Un pueblo que según Dios mismo lo
describe fue “incircunciso de corazón”, un pueblo que desde los tiempos
antiguos y aun en los días de Jesús era lo mismo -- llegó a buscar a Dios “de
labios” pero su corazón “estaba lejos de Dios”(Isaías 29:13; Mateo 15:8;
Marcos 7:6) y en Juan 5:40 Cristo declara que el hombre con toda su religión
y apariencia de piedad, “no quiere” venir a la vida que aparenta estar

Es ciertamente un ‘colosal fracaso en el estudio teológico’ querer “probar”


que el hombre tiene libre albedrío o libre voluntad para escoger a Dios
basados en los llamados que Dios hacía al pueblo de Israel para que le
respondiera cuando la razón por la que esos llamados están ahí es
precisamente para demostrar todo lo opuesto, que la voluntad del hombre “no
es libre”. La Biblia nos muestra muy claramente que esos llamados no fueron
exitosos sino que fallaron y finalmente terminaron con la nación de Israel
siendo castigada y condenada por Dios mismo debido a sus constantes
pecados, infidelidades y alejamientos. La doctrina del “libre albedrío”
propone que el hombre tiene un albedrío (voluntad) que es “libre” y tal cosa es
ciertamente una absoluta contradicción a la declaración de la Escritura y lo
que Dios nos quiere enseñar por medio de la historia del pueblo de Israel. El
fracaso en entender esta realidad ha llevado a la ‘errónea conclusión’ de que el
hombre posee tal libertad en su voluntad. Sin embargo, lo contrario es
cierto. La voluntad del hombre está corrompida. No busca a Dios ni le
sirve como Él lo demanda. Eso es lo que nos demuestra la Biblia. Cuando
lleguemos a entender esta ‘clave’ tan importante, entonces tendremos una
mejor comprensión de la realidad tan horrible y desesperante que embarga al
hombre. Predestinación: Loraine Boetner Manuel E Gómez Cap. 16 págs.
123-125

La libertad de los ángeles estaba coartada por la obediencia y sometimiento a


Dios. -Esto lo menciono brevemente más abajo . No tenían libertad absoluta.
La libertad de las criaturas era y es relativa en cuanto a Dios, está en
dependencia con Dios; con esto quiero decir que las acciones volitivas de
ángeles, tanto como la del hombre, estaban sujetas a la voluntad de Dios. La
aparente libertad del hombre para hacer lo que él quiere y lo que le venga en
gana no existe. Me hago esta pregunta ¿Soy libre o no soy libre? Y mi
respuesta es no. A menos que Cristo me libere y quedo preso, esclavizado,
sometido a Él de forma implícita. No tengo salida y si me salgo a quién voy,
como dijo Pedro ¿Señor a quién iremos?
-Sí no dependo de Dios, yo sería Dios.
-Sí yo no dependiera del cosmos, yo sería Dios.
- Sí yo no dependiera del sexo, yo sería Dios.
- Sí yo no dependiera de la historia, yo sería Dios.
Mi libertad depende de Dios, y no de mí mismo; no puedo liberarme de mi
pecado, de otra manera para qué iba a morir Cristo.
Puedo labrar y sembrar en la tierra, pero no puedo ordenarle que me dé sus
frutos.
Yo no elegí nacer, como tampoco escogí ser varón, ni mi nombre lo escogí;
por lo tanto dependo del sexo.
Al nacer o existir estoy inmerso en la historia, dependo de ella; sino yo sería
Dios.
Pareciera que los hombres actúan con libertad absoluta, pero no es así.
-El que obedece a Dios no es libre, sino esclavo de Dios.
-El que obedece a Satanás no es libre, sino esclavo de Satanás.
Cuando hago mención de que la voluntad de Adán era como la de un bebé es
en cuanto a pureza de corazón no existía en ellos todavía ni una pizca de
malicia o contaminación delictiva.

6.El Libre Albedrío le pertenece solamente a Dios.


Es decir, LA LIBERTAD DE LA VOLUNTAD.
Los ángeles no escogieron servir a Dios, ya le servían después de haber sido
creados. No sabemos en qué momento dejaron de servirle allá en la eternidad,
tampoco yo no estuve allí, ni ningún otro ser humano. Pero Satanás provocó
una rebelión, una revolución en el cielo y arrastró hacia la delincuencia, hacia
el pecado a los ángeles. La voluntad de los ángeles estaba limitada a la
obediencia a Dios. La Escritura nos da poca luz acerca de cómo fueron
arrastrados y engañados por Satanás los ángeles. Tampoco podemos penetrar
en la mente de Dios ¿del por qué permitió el mal?, y ¿por qué dejo actuar a
Satanás y que cometiera tales abominaciones? Eso solo cabe en sus designios.
También uso la palabra genérico haciendo referencia al hombre, al ser
humano, equivale a decir hombre o mujer. No hago referencia de que fue la
mujer quien fue engañada, repito digo el hombre (genérico para referirme a
ambos). Mientras Adán y Eva obedecían a Dios sus voluntades estaban
sometidas a la voluntad de Dios; no eran libres como muchos pretenden hacer
creer, ellos no escogieron servir a Dios porque ya le servían antes de pecar. La
serpiente los engañó, no sabemos cómo a profundidad, ya que, hay poca luz en
el relato de la caída. Desde que el hombre pecó (adamat=ser humano) en el
original ni siquiera menciono ish o ishá. Sino hombre genérico, vale la pena
redundar en ello.
Desde ese entonces toda la raza humana quedó deformada, no hay en la
naturaleza humana el ESCOGER LO BUENO O LO MALO, ya que, el
hombre ha quedado a merced de Satanás, y todos somos pecadores y por tanto
somos esclavos de Satanás, él ha entenebrecido el corazón del hombre, ha
cegado el entendimiento desde el principio. No sabemos cuánto tiempo pasó o
cuánto tiempo transcurrió para que Satanás engañara al hombre, pero lo hizo.
Romanos 1:21
Pues habiendo conocido a Dios, no le glorificaron como a Dios, ni le dieron
gracias, sino que se envanecieron en sus razonamientos, y su necio corazón
fue ENTENEBRECIDO.
Tome en cuenta el verbo (fue) entenebrecido

Efesios 4:18
teniendo el entendimiento ENTENEBRECIDO, ajenos de la vida de Dios
por la ignorancia que en ellos hay, por la dureza de su corazón;
La ignorancia que en ellos hay es de naturaleza pecaminosa, ” El hombre
natural no puede discernir lo espiritual”
Satanás ha entenebrecido el corazón del hombre, cuándo? Cuando Adán
pecó.
Mateo 6:10
Venga tu reino. Hágase tu VOLUNTAD, como en el cielo, así también en
la tierra.
Cada hombre puede hacer la voluntad de Dios solamente con el Espíritu
Santo en su vida, sometiendo su voluntad a la de Dios.
Es decir solamente con Cristo actuando en cada ser humano: ” porque
separados de mí nada podéis hacer”
Mateo 7:21
No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos,
sino el que hace la VOLUNTAD de mi Padre que está en los cielos.
Mateo 12:50
Porque todo aquel que hace la VOLUNTAD de mi Padre que los cielos,
ése es mi hermano, y hermana, y madre.
La verdadera LIBERTAD es la que da Cristo. Nos libera, pero pasamos a ser
esclavos de Él. No hay Libre albedrío o libre voluntad. Ya no actúo con mi
propia voluntad sino bajo la voluntad de Dios, sí es que el Espíritu de Dios
mora en mí.
El que hace pecado es hijo del diablo
Entonces Saulo, que también es Pablo, lleno del Espíritu Santo, fijando en él
los ojos, dijo: ¡Oh, lleno de todo engaño y de toda maldad, (hijo del diablo),
enemigo de toda justicia! ¿No cesarás de trastornar los caminos rectos del
Señor? Ahora, pues, he aquí la mano del Señor está contra ti, y serás ciego, y
no verás el sol por algún tiempo.

Juan 8:44
Vosotros sois de vuestro PADRE EL DIABLO, y los deseos de vuestro padre
queréis hacer. Él ha sido homicida desde el principio, y no ha permanecido en
la verdad, porque no hay verdad en él. Cuando habla mentira, de suyo habla;
porque es mentiroso, y padre de mentira.
El hombre en el Antiguo Pacto se esforzaba por ser bueno esto era en la Ley,
más ahora en la Gracia es diferente,- Es Dios quien me Salva, quien me
Justifica, quien me mantiene Santo, quien me Redime, quien me Glorifica,
nada de lo que yo haga vale mucho para Dios o delante de Dios. Soy
instrumento en las manos de Él. Pablo fue instrumento en las manos de Cristo,
entendemos esto? somos como un lápiz en manos de los escritores, como
vasos en las manos de los que tiene sed, así es el que está entregado a Dios.
Dios actúa en el hombre y no el hombre por su propia voluntad, es más la
voluntad de Dios que la del hombre.
Si el hombre actúa por sus propios medios en la Evangelización se tornará
más humana que divina. Dejemos que Dios nos guíe a través de Su Santo
Espíritu y entenderemos que no tenemos Libre Albedrío.

Veamos este grupo de palabras griegas:


δουλαγωγω esclavizar, imponer trabajos 1Co 9:27
1392. δουλειας esclavitud Ro 8:15,21; Gál 4:24; 5:1; Hb 2:15
1393. δουλευειν servir, ser esclavo Mt 6:24(x2) Lc 15:29; 16:13(x2) Jn 8:33;
Hch 7:7; 20:19; Ro 6:6; 7:6,25; 9:12; 12:11; 14:18; 16:18; Gál 4:8,9,25; 5:13;
Ef 6:7; Flp 2:22; Col 3:24; 1Ts 1:9; 1Ti 6:2; Tit 3:3
1394. δουλη esclava, sierva Lc 1:38,48; Hch 2:18
1395. δοῦλος 1. (sust.) esclavo, siervo, criado, servidor, funcionario
a) sentido social Mt 8:9; 10:24,25; 13:27,28; 18:23,26,27,28,32; 20:27;
21:34,35,36; 22:3,4,6,8,10; 24:45,46,48,50; 25:14,19,21,23,26,30; 26:51; Mc
10:44; 12:2,4; 13:34; 14:47; Lc 7:2,3,8,10; 12:37,43,45,46, 47;
14:17,21(x2),22,23; 15:22; 17:7,9,10; 19:13,15,17,22; 20:10,11; 22:50; Jn
4:51; 8:35; 13:16; 15:15(x2),20; 18:10(x2),18,26; 1Co 7:21, 22a,23; 12:13;
Gál 3:28; 4:1; Ef 6:5,8; Flp 2:7; Col 3:11,22; 4:1; 1Ti 6:1; Tit 2:9; Flm
1:16(x2) Ap 6:15; 13:16; 19:18
b) sentido religioso, moral Lc 2:29; Jn 8:34; Hch 2:18; 4:29; 16:17; Ro 1:1;
6:16(x2),17,20; 1Co 7:22b; 2Co 4:5; Gál 1:10; 4:7; Ef 6:6; Flp 1:1; Col 4:12;
2Ti 2:24; Tit 1:1; St 1:1; 1Pe 2:16; 2Pe 1:1; 2:19; Jud 1:1; Ap 1:1(x2); 2:20;
7:3; 10:7; 11:18; 15:3; 19:2,5; 22:3,6
1396. δοῦλος 2. (adj.) esclavo, que está al servicio Ro 6:19(x2)
1397.δουλωσουσιν,δουλοω esclavizar, hacer esclavo Hch 7:6; Ro 6:18,22;
1Co 7:15; 9:19; Gál 4:3; Tit 2:3; 2Pe 2:19. Concordancia bíblica griega
Strong.

CONCLUSION

Todos estos pasajes están en sentido de ser esclavo.


El estado del «hombre natural» es ser esclavo de Satanás. Y el estado del
«hombre espiritual» es ser esclavo de Cristo. El hombre natural está vendido a
Satanás y al pecado, por Adán. El hombre espiritual está comprado por Cristo
por medio de su sangre.

Bibliografía,

Predestinación: Loraine Boetner -Traducido por Manuel E Gómez Cap. 16


págs. 123-125

Estudios sobre el libro de Éxodo. (Mackintosh)

Biblia Reina Valera 1960.

DTNT LOTHAR. Derecho Coenen pág. 19

DNT Liberación, edic Paulinas, tomo II

Sobre el Libre albedrío: Comentario por Gerardo Guido

http://contralaapostasia.com/2012/08/08/libre-albedrio/por Dionisio MBi


Concordancia bíblica griega Strong. Siervo o Esclavo, doulos

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