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LIBRO DE AMÓS

Uno de los libros de la Biblia llamados “profetas menores”, contentivo de los


oráculos del profeta •Amós, natural de Tecoa, en Judá.
Circunstancias. En los tiempos de •Jeroboam II los asirios ocuparon el
N de Siria, lo cual permitió a este rey atacar a los sirios y conquistar
•Damasco y •Hamat. Esta expansión había sido predicha por el profeta
Jonás (2 R. 14:25–28). Como los asirios se habían retirado hacia el N de su
territorio para ocuparse de otros problemas, Israel se sintió en seguridad.
Comenzó así una época de gran prosperidad comercial para el Reino del
Norte. Pero la riqueza se quedaba acumulada en manos de los
comerciantes israelitas que, además, oprimían al pueblo. Israel insistía en
sus cultos idolátricos, especialmente en el santuario de •Bet-el. Es en
medio de estas circunstancias históricas que el profeta recibe el
llamamiento de Dios y lleva su mensaje.
Desarrollo. La forma en que está editado el libro permite su división en
por lo menos siete partes principales:
a) Tras la introducción, se presentan los juicios contra ocho
naciones: Damasco, •Gaza, •Tiro, •Edom, •Amón, •Moab, Judá e Israel.
Estos se exponen con una fórmula introductoria que dice: “Por tres
pecados de ... y por el cuarto”, dándose a continuación las razones para
cada uno. La intención no es simplemente aritmética, sino que es una
forma de expresar que el pecado de esos pueblos había más que llegado a
su culminación. Se alude en el caso de las naciones no israelitas a
conflictos en que ellas habían participado y en los cuales su
comportamiento había sido cruel e inhumano. Pero a Judá se le acusa de
haber menospreciado la ley de Jehová. Se resalta la injusticia social como
pecado grande de Israel, así como su deslealtad religiosa (Am. 1:1–15;
2:1–16).
b) Luego se pasa a una ampliación de lo justificado y merecido que
era el juicio sobre Israel, que habiendo sido escogido (“A vosotros
solamente he conocido de todas las familias de la tierra” [Am. 3:2]) no sabe
“hacer lo recto ... atesorando rapiña y despojo en sus palacios” [Am. 3:10]).
Por tanto, Dios castigará “los altares de Bet-el; y serán cortados los
cuernos del altar” (Am. 3:14). Esto no es algo que vendría sin aviso, pues el
Señor había hecho juicios admonitorios en la forma de períodos de hambre,
sequías y lluvias inoportunas que dañaban sus cosechas, vientos
impetuosos y plagas de langostas. Incluso con derrotas a manos enemigas.
Pero Israel no se había arrepentido. Dios les repite varias veces: “Con
todo, no os volvisteis a mí”. Por lo tanto, es deber del profeta proclamarle
ahora: “Prepárate para venir al encuentro de tu Dios” (Am. 4:6–13).
c) Sin embargo, todavía había camino abierto para la reconciliación
con Dios, pero no sobre la base de una práctica de ritos anquilosados y sin
sentido. “Buscadme y viviréis” dice Jehová “y no busquéis a Bet-el, ni
entréis en Gilgal, ni paséis a Beerseba.... buscad al que hace las Pléyades
y el Orión.... Buscad lo bueno, y no lo malo...” (Am. 5:1–14). Dios aborrecía
“vuestras solemnidades, y ... vuestras asambleas”. No le complacían sus
sacrificios, ni sus cánticos y salmodias. Pero “corra el juicio como las
aguas, y la justicia como impetuoso arroyo” (Am. 5:15–27).
d) Los que impiden que esto acontezca son los líderes del pueblo,
“los notables y principales entre las naciones.... [que] duermen en camas
de marfil ... gorjean al son de la flauta ... beben vino en tazones ... y no se
afligen por el quebrantamiento de José” (Am. 6:1–6). Por eso serían de los
primeros en ir cautivos. Dios abomina “la grandeza” de ellos y aborrece
“sus palacios” (Am. 6:7–8). Esos, que habían “convertido el juicio en
veneno, y el fruto de justicia en ajenjo” (Am. 6:12), pensando que lo que
habían logrado se debía a su propia fuerza, serían oprimidos “desde la
entrada de Hamat hasta el arroyo del Arabá”, esto es, por todo su territorio,
de N a S.
e) El profeta describe cinco visiones. En las primeras dos se muestra
al Señor que prepara un juicio y luego no lo ejecuta tras la intercesión del
hombre de Dios. Una era una plaga de langosta y la otra un juicio con
fuego. En ambos casos el profeta intercede (“Señor Jehová, perdona
ahora; ¿quién levantará a Jacob? porque es pequeño”). Y Dios dijo: “No
será esto” (Am. 7:1–5). Pero luego, en la tercera visión, en la que aparece
una plomada de albañil, Dios se muestra como que mide al pueblo con ella
y, encontrándolo falto, dice: “No lo toleraré más” (Am. 7:8). Se intercala una
narración en la cual el sacerdote •Amasías, del santuario idólatra de Bet-el,
acusa a A. de conspirar contra el rey y trata de ahuyentarle hacia Judá
(“Come allá tu pan, y profetiza allá” [Am. 7:12]). El hombre de Dios se niega
y reafirma su vocación profética anunciando juicio contra Amasías (Am.
7:10–17). Luego se describe la visión de un canastillo de “fruta de verano”
(kayits), mediante la cual, usando un juego de palabras, se confirma el
mensaje de la plomada, pues había “venido el fin” (ha-kets) “sobre mi
pueblo Israel” (Am. 8:1–3).
f) El oráculo ruge contra los que maltratan a los pobres (“Explotáis a
los menesterosos, y arruináis a los pobres de la tierra” [Am. 8:4]). Se
describen muy gráficamente las injusticias sociales que se cometían: la
corrupción administrativa, los negocios fraudulentos, los engaños en el
comercio, pues había los que decían: “¿Cuándo ... achicaremos la medida,
y subiremos el precio, y falsearemos con engaño la balanza, para comprar
los pobres por dinero, y los necesitados por un par de zapatos...?” (Am.
8:5–7). Esto produce indignación, y el juicio será tal que vendrá un día en
que buscarán la “palabra de Jehová, y no la hallarán” (Am. 8:8–14).
g) Pero se incluye una visión final de la gloria de Dios. “El Señor ...
estaba sobre el altar”. Nadie puede esconderse de él ni ponerse fuera del
alcance de su mano. Se confirma que habrá juicio. La casa de Israel sería
“zarandeada entre todas las naciones”. Pero luego Dios levantaría “el
tabernáculo de David”, haría una restauración de Israel, que pasaría a
poseer “todas las naciones”. En esa época la abundancia será tal “que el
que ara alcanzará al segador, y el pisador de las uvas al que lleve la
simiente; y los montes destilarán mosto, y todos los collados se
derretirán...” Terminaría el cautiverio de Israel y viviría en paz (“Pues los
plantaré sobre su tierra, y nunca más serán arrancados de su tierra que yo
les di, ha dicho Jehová” [Am 9:1–15]).

Detalles de Amos

Apostasía y Maldad de Israel


Su destrucción inevitable
Su restauración
Gloria futura del Reino Davídico

Esta profecía parece haber sido hecha en una sola visita a Bet-el
(7:10-14), huso 30 años antes de la caída de Israel.
Amós era profeta de Judá, el reino del Sur, con un mensaje para Israel
el reino del norte, en el reino de Uzías rey de Judá (787-749 a.C) y de
Jeroboam II de Israel (790-749 a.C). Josefo dice que el “terremoto” (1:1)
sucedió cuando Uzías fue herido de lepra (2 Crónicas 26:16-21). Esto dio
origen a la co-regencia de Jotam, cerca del 749 a.C., según lo cual la
profecía de Amós se habrá dado cerca del 715 a.C.   
El reinado de Jeroboam había sido de grandes éxitos. El reino se
había extendido (2 Reyes 14:23-29). Israel estaba en el apogeo de la
prosperidad, pero era descarada en su idolatría, y apestada de podredumbre
en lo moral; una tierra de blasfemias, robos, injusticias, opresión, adulterio y
asesinatos.
Haría unos 200 años desde que las diez tribus se habían separado del
reino de David (933 a.C.) y había establecido el reino independiente norteño
con su culto oficial del becerro de oro (2 Reyes 12:25-33). Durante parte de
este tiempo se había adoptado además el culto a Baal, y todavía imperaban
muchas de las prácticas abominables de la idolatría cananita. Mientras tanto,
Dios había enviado a Elías, a Eliseo, y luego a Jonás; pero sin resultado
alguno. Israel, endurecida en su idolatría y su maldad, se precipitaba
velozmente a su ruina final, cuando Dios envió a Amós y a Oseas en un
esfuerzo final para detener a la nación en su carrera loca hacia la muerte.
Los Contemporáneos de Amós
Es probable que en su niñez Amós haya conocido a Jonás, y puede
haberlo oído contar de su visita a Nínive. Posiblemente, también haya
conocido a Eliseo y haya oído a éste hablar de sus relaciones con Elías.
Jonás y Elías pasaban del escenario cuando Amós debutaba en el. Joel
puede también haber sido su contemporáneo o su antecesor cercano.
Quizás la plaga de langostas a que Amós alude sea la de Joel (4:9). Oseas
fue colaborador de Amós, y puede haber estado en Bet-el al tiempo de la
visita de Amós. Sin duda se conocían bien, y pueden haber cambiado
impresiones a menudo acerca de los mensajes que Dios les había dado.
Oseas era el menor, y continúo su obra después de su muerte de Amós.
Luego cuando Amós ya terminaba su ministerio, Isaías y Miqueas
comenzaban los suyos. Ambos pueden haber oído a Amós en su juventud.
¡Que constelación de luces proféticas la que Dios levantó para tratar de
evitar, y para interpretar, la caída de Israel!     

VISTA PANORÁMICA

El mensaje de la justicia de Dios era necesario para una nación que parecía
estar diplomáticamente estable y económicamente saludable; sin embargo, estaba a
punto de caer. Para una sociedad que practica mucha religión exterior con muy
poco resultado, la renovación sólo puede llegarle cuando las instrucciones de Dios
se ponen en práctica. Amós hizo un llamado a que se aplicara la justicia de Dios
bajo éstas condiciones, en su día.

Amós era nativo de Tecoa, localizado a dieciocho km al sur de Jerusalén en la


orilla del desierto de Judea. El estaba muy enterado de las condiciones del mundo.
Al evaluar los pecados de las naciones que rodeaban a Judá e Israel, identificó
exactamente la culpabilidad de cada una de ellas. Amós rehusó ser clasificado con
los “profetas” profesionales porque se habían vuelto infieles a su tarea. El era un
boyero y cultivador de sicómoros (7:14), pero Dios lo sacó de esas actividades para
que proclamara su verdad (7:15) en Betel, localizado a dieciséis km al norte de
Jerusalén sobre la ruta principal a lo largo de un terreno montañoso. Como un
centro de idolatría e inmoralidad, Betel necesitaba una proclamación genuina del
mensaje de Dios (3:14; 5:5–6).

Amós comienza predicando contra los pecados que ha cometido su audiencia y


contra las naciones enemigas de Israel (1:3–10). Luego continúa contra las
naciones más cercanas a Israel (1:11–2:3), después con Judá (2:4–5) y finalmente
contra Israel mismo (2:6–8). Antes de confrontarlos con sus pecados específicos, él
establece un grado de confianza con sus oyentes.

Amós examina la vida religiosa de Betel con cuidadoso escrutinio. La gente está
satisfecha; sus observancias y ceremonias son exitosas desde una perspectiva
exterior (4:4–5). Pero aun sus cultos y prácticas religiosas son totalmente
aborrecibles a Dios (5:21–23). Dios nunca se complace con la adoración insincera,
no importa cómo se realice ésta.

Se supone que los eventos del libro de Amós ocurrieron cuando Uzías
gobernaba en Judá y Jeroboam II era rey en Israel. En este tiempo Israel se
encontraba en la cima del éxito; pero dentro de una generación fueron llevados al
cautiverio. Aunque este fue un tiempo de prosperidad material y de poderío militar,
los ricos oprimían a los pobres y el pueblo estaba desmoralizado. Un
contemporáneo de Amós fue Oseas en Israel; los ministerios de Isaías y Miqueas en
Judá, fueron simultáneos con el suyo.

El libro de Amós está escrito en un lenguaje claro, fuerte y dramático. El fue el


profeta de la justicia de Dios. Sus palabras, Pero corra el juicio como las aguas y la
justicia como una corriente inagotable (5:24), aún resuenan con autoridad y verdad.
Cuán desesperadamente se necesita que esas palabras sean proclamadas en cada
generación.

Hernández, E. A., & Lockman Foundation (La Habra, C. (2003). Biblia de estudio :
LBLA. (Am). La Habra, CA: Editorial Fundación, Casa Editoral para La Fundacion
Biblica Lockman.

Estructura del Libro de Amós

Introducción ( 1.1–2 )
Se informa quién fue Amós, cuándo predicó y cuál fue el origen de su
autoridad.

Juicio contra ocho naciones ( 1.3–2.16 )

Amós inicia su mensaje señalando los pecados de las naciones vecinas de


Israel  (reino del norte) en un esquema envolvente que a uno le causa el
efecto de sentirse  inmerso en un mar de injusticia, crueldad y opresión. Esta
sección se inicia con el oráculo contra Damasco ( 1.3–5 ); y continúa uno a
uno con Gaza ( 1.6–8 ); Tiro ( 1.9 , 10 ); Edom ( 1.11 , 12 ); Amón ( 1.13–
15 ), Moab ( 2.1–3 ) y Judá ( 2.4 , 5 ), hasta llegar a Israel ( 2.6–16 ), quien,
por haber sido receptora de los favores de Dios, merece mayor castigo.

Cinco mensajes ( 3.1–6.14 )

Los tres primeros versículos se presentan con la frase: «Escuchad esta


palabra». En el  primero ( 3.1–15 ), Amós declara a todo Israel que su
mensaje proviene de haber escuchado la palabra de Jehová, y proclama la
destrucción de Samaria ( 3.9–15 ). En el segundo ( 4.1–13 ), advierte a los
ricos que serán castigados por oprimir a los pobres.
Aunque este castigo ya había comenzado en pequeña escala, ellos no se
habían vuelto a Jehová.

El tercero ( 5.1–17 ) es un llamamiento a buscar al Señor antes que Él pase


en medio de ellos. En el cuarto ( 5.18–27 ), Amos pronuncia un « ¡ay! » sobre
los religiosos cuyas ceremonias llegaron a ser abominación al Señor. En el
quinto ( 6.1–14 ) pronuncia otro « ¡ay! » Esta vez sobre los ricos que en su
afluencia olvidan la aflicción de los oprimidos.

Cinco visiones ( 7.1–9.10 )

En las dos primeras visiones, la plaga de langostas ( 7.1–3 ) y el fuego


consumidor ( 7.4–6 ), Amós ve dos calamidades que sirven de juicio, pero
que se detienen debido a su intercesión. En la tercera ( 7.7–9 ), ve una
plomada de albañil que indica que la condición de Israel es irreparable. Lo
ilustra con una sección intercalada: el incidente entre Amós y Amasías
( 7.10–17 ). En la cuarta visión ( 8.1–3 ) ve un canastillo de fruta de verano,
señal de que ya ha madurado el pecado de Israel y se aproxima el juicio.
Otra sección intercalada contra los defraudadores y explotadores ilustra esta
madurez, que es también causa del castigo de Dios ( 8.4–14 ). En la quinta
visión ( 9.1–10 ) Amós ve al Señor sobre un altar diciéndole que destruya el
santuario, señal de que el juicio es inminente e ineludible.

Conclusión ( 9.11–15 )

Amós concluye prometiendo la futura restauración de Israel donde el reino de


David se restablecerá, las ciudades se reedificaran y habrá abundancia.

Tema y mensaje de Amós


En el versículo 5:24 se indica claramente el tema dominante, que
llama a la justicia social como indispensable para la verdadera piedad. Amós
fue enérgico vocero de la justicia e integridad de Dios mientras que Oseas
enfatizó en el amor, gracia, misericordia y perdón de Dios. Él declaró que
Dios juzgaría a su pueblo infiel, desobediente y quebrantador del pacto. A
pesar de que había escogido de manera especial a Israel y lo había colmado
de bondades durante el éxodo y la conquista, y en los días de David y
Salomón, su pueblo continuamente dejaba de honrarlo y obedecerlo. Los
altares en Betel y otros lugares de culto eran objeto con frecuencia de ritos
paganos e Israel tenía un punto de vista mundano acerca de ritos que el
mismo Señor había ordenado. Pensaba que la realización de estos era todo
lo que Dios exigía, y si los cumplían, podían hacer todo cuanto quisieran; una
noción totalmente pagana. Sin el compromiso con la ley de Dios, carecían de
fundamentos para normas de conducta. Amós condena a todos aquellos que
se enriquecen a expensas de los demás. Los que habían adquirido casas
espléndidas (3:15), muebles costosos y mesas bien adornadas por medios
engañosos, con la consiguiente corrupción de la justicia y la opresión de los
pobres, iban a perder todas sus posesiones.   

El inminente juicio de Dios sobre Israel no sería un mero golpe de


castigo a manera de advertencia (como con frecuencia había sido antes, 4:6-
11), sino una destrucción total. Lo inconcebible estaba a punto de pasar:
porque no se había consagrado fielmente a su señorío, Dios iba a
desarraigar a su pueblo por manos de una nación pagana. Con todo, si se
arrepentía., “tal vez así el Señor, el Dios Todopoderoso, tenga compasión del
remanente” (5:15; véase 5:4-6. 14). En realidad, el Señor tenía un glorioso
futuro para su pueblo, que sobrepasaba el inminente juicio. La casa de David
reinaría de nuevo sobre Israel, incluso su reino se extendería sobre muchas
naciones, el Israel una vez más estaría seguro en la tierra prometida, y
gozarían de su vino y de sus frutos (9:11-15). El Dios de Israel, el Señor de la
historia, no abandonaría a su pueblo escogido ni su programa escogido de
redención.

El Dios que habla por medio de Amós no es Dios solamente de Israel.


También usa a unos contra otros para llevar a cabo sus propósitos (6:14). Se
trata del Gran Rey que rige todo el universo (4:13; 5:8; 9:5-6) Porque es
soberano, el Dios de Israel sostiene la historia y el destino de los pueblos y
del mundo en sus manos. Israel debe saber no solo que él es Dios de su
futuro, sino que es también el Señor de todo cuanto existe, y que tiene
propósitos e intereses que sobrepasan sus fronteras. Israel podía tener una
posición singular, pero no exclusiva. Necesitaba recordar no solo el pacto de
Dios con él, sino sus propias obligaciones para con Dios.     
Estudiando Amós

Instrucciones generales
A fin de comprender el contexto histórico de Amós, haga lo siguiente:
1. Lea Amós 1:1 y anote bajo “Autor” en Capítulos de Amós, todo lo que
aprenda acerca de este profeta.
2. Estudie el diagrama “tiempo de Amós”, donde se aprecia la relación
de Amós con los reyes de Israel y Judá. Tenga presente que Amós
profetizó en el reino del norte.
3. Lea 2 Crónicas 26:1-23 y 2 Reyes 14:23 al 15:7. Cuando encuentre el
nombre Azarías, recuerde que así también se llama el rey Uzías, quien
reinó en el sur. En el curso de la lectura de Amós encontrará tres frases
clave que dividen el libro en tres secciones. Por lo tanto, las instrucciones
quedarán también divididas es esa forma.     

Capítulos 1, 2
1. Lea Amós 1 y 2, y marque todos los casos en que aparezca la frase
Así ha dicho Jehová: Por tres pecados de ______, y por el cuarto. Note
en cada caso de quién son los pecados que Dios va a castigar.  
2. Lea lo que sigue a cada una de las declaraciones que usted ha
marcado. Busque alguna otra frase repetida, y márquela o coloréela de
algún modo especial.
3. Observe luego por qué Dios no va a revocar el castigo, y en qué
consistirá éste. Marque cada verbo en futuro y en primera persona del
singular (por ejemplo, prenderé, quitaré, mataré), así podrá distinguir el
castigo.
4. En 2:4, 6 Dios se dirige a Judá, reino del sur, y a Israel, reino del
norte. Para entender por qué Dios les habla por separado, vea Amós 1:1
y tome nota de a quién fue enviado Amós como profeta. Es muy
importante recodar esto al estudiar la parte restante del libro.
5. Anote los temas de los primeros capítulos en Capítulos de Amós.   

Capítulos 3 – 6
1. La segunda frase clave que se repite es: oíd esta palabra. Lea los
capítulos 3 al 6, marcando de manera distintiva cada caso en que
aparezca esta frase. Marque también cada caso en que se menciona a
Israel (y toda alusión a éste en todo el libro). Elabore luego una lista de
todo lo que aprenda a raíz de marcar Israel.
2. Lea una vez más los capítulos 3 al 6, capitulo por capitulo. Al leer
estos mensajes del Señor, haga las seis preguntas ya conocidas en
cuanto al texto. Por ejemplo: ¿Quién habla? ¿A quién se dirige? ¿Qué
dice? ¿Qué va a suceder?  ¿Cuándo y dónde tendrá lugar? ¿Por qué va
a suceder? ¿Cómo va a suceder?  (Recuerde que no siempre hay una
respuesta para cada pregunta.)
3. Marque de manera distintiva las frases o palabras clave que se
repiten. Por ejemplo, si hace las seis preguntas y marca los verbos en
futuro y en primera persona del singular que se refieren a Dios, podrá ver
lo que Dios va a hacer. Resalte todos los casos de pero (mas, con todo)
en el capítulos 4 y de buscar en el capítulo 5. Marque todos los casos de
el día de Jehová. Elabore luego en el margen una lista de todo lo que
aprenda acerca de ese día.
4. Anote en el margen las ideas más importantes que haya recibido
acerca de Dios, Israel, los errores del pueblo, y lo que les disgustaba.
5. A medida que estudie los capítulos, resuma sus respectivos temas y
anótelos en Capítulos de Amós.    

Capítulos 7-9
1. La frase clave que distingue a la última sección de Amós, y que
aparece repetidas veces, es: Así me ha mostrado Jehová el Señor. Lea
estos tres capítulos y marque de manera distintiva cada caso en que
aparezca esta frase.
2. Al leer esta última sección de Amós, observe lo que se le muestra a
Amós, y cómo reacciona éste. Observe también cómo responde el pueblo
a la profecía de Amós, y cómo encara Amós la situación.
3. En el capítulo 8 hallará un último oíd esto Preste mucha atención a lo
que Dios va a hacer. Compare 8:8 con 1:1.
4. Aunque la frase así me ha mostrado Jehová el Señor no aparece en
9:1, ¿se da cuenta de que la frase vi al Señor… y dijo tal vez sea la quinta
visión de Amós, pues tiene paralelos con las señales en los capítulos 7 y
8? Si así le parece, márquela de la misma manera como marcó las
demás.
5. Marque todos los verbos en primera persona en singular de futuro
cuyo sujeto sea Dios.
6. Anote en los márgenes de cada capítulo todo lo que aprenda acerca
de Dios y de Israel.
7. Anote los temas de los capítulos como lo ha hecho con anterioridad.
8. Por último, tome nota de las últimas palabras de Amós. ¿Cuál es la
promesa de Dios? Tome en cuenta toda alusión a la tierra. ¿Se ha
cumplido ya esta promesa con relación a la tierra de Israel?

¿Por qué leer Amós?

Cuando escuchamos: “Es un hombre de Dios”, pensamos en un


famoso evangelista, un reverendo, un ministro o en unos de esos que
ministran en la universidad. En fin, pensamos en los obreros cristianos
profesionales que predican y enseñan la Palabra de Dios por vocación.

Amós fue un hombre de Dios; una persona cuya vida estuvo dedicada
a servir al Señor, y cuyo estilo de vida reflejó esta devoción. Amós era laico.
Pastoreaba un rebaño y cuidaba las higueras silvestres en la campaña  de
Judá. No era hijo de profeta ni de sacerdote. Como un humilde pastor, pudo
haber permanecido en Tecoa, realizando su trabajo, ganando el sustento de
su familia y adorando a Dios. Sin embargo, Dios le dio a Amós una visión del
futuro (1:2) y le dijo que llevara su mensaje a Israel, el reino del norte (7:15).
Amós obedeció y demostró ser un verdadero hombre de Dios.

A través de los siglos, el mensaje de Amós ha tenido un impacto en el


pueblo de Dios. Las naciones de la actualidad necesitan escucharlo también.
A pesar de que los hermanos de Judá estaban divididos, los israelitas del
norte seguían siendo el pueblo de Dios. Sin embargo, vivían detrás de un
infundado marco religioso, adorando ídolos y oprimiendo a los pobres. Amós,
un pastor del reino del sur, valiente, fuerte y honrado, confrontó al pueblo con
el pecado y le advirtió del juicio inminente.

El libro de Amós comienza describiendo a este humilde pastor que


observa sus ovejas. Dios le da una visión de lo que está a punto de suceder
a Israel. Dios condena a todas las naciones que han pecado en su contra y
herido a su pueblo. Comenzando con Siria y siguiendo rápidamente hacia
Filistea, Tiro, Edom, Amón y Moab. Todas son condenadas y casi podemos
escuchar a los israelitas gritando: “¡Amén!” Incluso Judá, la tierra natal de
Amós, se incluye en la severisima denuncia de Dios (2:4,5). ¡Cuándo habrá
gozado la audiencia de Amós estas palabras! De repente, sin embargo,
Amós se vuelve contra el pueblo de ISrael y pronuncia el castigo de Dios que
le sobrevendrá. Los siguientes cuatro capítulos enumeran y describen el
pecado del pueblo. No cabe duda de por qué Amasías, el sacerdote, trata de
detener la predicación (7:10-13). Amós, valientemente, continúa relatando las
visiones del castigo futuro que Dios le había dado (capítulos 8; 9). Después
de los capítulos que hablan del castigo, el libro concluye con un mensaje de
esperanza. A la larga, Dios restauraría a su pueblo y lo engrandecería de
nuevo (9:8-15).

Cuando usted lea el libro de Amós, póngase en el lugar de aquellos israelitas


y escuche el mensaje de Dios. ¿Está satisfecho consigo mismo? ¿Han
ocupado las preocupaciones el lugar de Dios en su vida? ¿Olvida a los que
tienen necesidad y oprime a los pobres? Imagínese al igual que Amós,
haciendo fielmente lo que Dios le ha encomendado. También usted puede
ser un hombre o una mujer de DIos. Escuche el claro llamado y haga lo que
Dios le ordena.      

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