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ACTIVIDAD B- ENSAYO-ELENA MALONDA VIZCARRO

A través de las diferentes lecturas, cualquier persona que acceda a ellas puede reflexionar
desde una nueva óptica, desde una mirada basada en el respeto, la libertad, el desarrollo
holístico y natural y el concepto de construcción del ser humano, acompañado de un
crecimiento armónico. Bien es cierto que, esta perspectiva, en muchos aspectos, dista de las
ideas arraigadas durante generaciones en la sociedad en relación a la concepción, la lactancia,
el rol de adultos y niños, los cuidados maternos y el desarrollo del ser humano, en líneas
generales. En mi caso, primero como persona y, después, como personal de la educación,
siempre me he identificado con corrientes pedagógicas y filosóficas más abiertas y
respetuosas, por lo que, en la mayoría de ocasiones, he cuestionado las prácticas que se
consideraban “normales”, dado que el hecho de que ciertas ideas se encuentren comúnmente
aceptadas, no significa que sean las más idóneas o adecuadas.

En este sentido, existe una cita de la doctora Montessori que, en mi opinión, recoge y refleja
muy fielmente la realidad sobre cómo esos fundamentos y prácticas, así como las experiencias
que ofrezca el ambiente y los roles que asuman las personas que integran el mismo, pueden
marcar de por vida el desarrollo del recién nacido en una u otra dirección. Así pues, «q uien se
proponga a ayudar al desarrollo psíquico humano debe partir del hecho de que la mente
absorbente del niño se orienta hacia el ambiente y, especialmente al principio de la vida, debe
tomar especial precauciones a fin de que el ambiente ofrezca interés y atractivos a esta mente
que debe nutrirse del mismo para su propia construcción (Montessori, 2019, p.93)».

Conviene, pues, resaltar el término “ambiente” porque es un aspecto clave en lo que


significará el futuro crecimiento, aprendizaje, integración y desarrollo del niño.; entendiendo el
desarrollo humano como un proceso de cambio continuo que ocurre a través de la interacción
del individuo con su ambiente. Esto pone, una vez más, de manifiesto lo que muchos estudios
han ido corroborando a lo largo del tiempo y es que, los factores socio ambientales son los que
tienen mayor afectación en el desarrollo de la primera infancia. Así por ejemplo, en un estudio
realizado por UNICEF en el año 2017, ya se pudo concluir que la comunidad científica había
encontrado pruebas crecientes de que los lactantes y los niños, a través de experiencias
lúdicas positivas, estaban en constante aprendizaje, conexión y relación con su entorno. De
esta forma, como bien enunciaba Montessori (2019), cuando los niños pueden tener el
ambiente adecuado desde el nacimiento, desarrollan naturalmente las grandes
potencialidades internas que reciben de la vida y se convierten en seres humanos
maravillosos.

En este sentido, las ideas preconcebidas que existen en torno al proceso de desarrollo de un
ser humano y en torno a cómo debe responder el ambiente dentro de este proceso, tienen
gran peso, por lo que no tiene la misma influencia una crianza de tipo más tradicional,
fundamentada en discursos que se han asumido generación tras generación, perpetuados por
comentarios como: “no cojas al bebé en brazos que se acostumbra”, “déjalo llorar, que así se
le ensanchan los pulmones”, “no dejes que duerma en tu cama, que luego no va a querer
salir”, “tiene que comer cada tres horas”, “te está usando de chupete ¿no ves que te está
manipulando?”, etc. Estos argumentos, obviamente, revelan una comprensión sobre el ser
humano y sobre cómo deben orientarse sus cuidados, muy diferente de la que, por ejemplo,
demuestra Montessori en sus múltiples libros o Quattrochi Montanaro en su libro “Un ser
humano”. Son muchos los fragmentos que podríamos extraer de entre sus páginas, pero
considero que la siguiente cita es enormemente esclarecedora «Nadie pone en duda que la
familia es el  determinante primario para el desarrollo positivo del niño, y que son los primeros
tres años de vida los más importantes para plasmar su personalidad.  María Montessori habló
de una nueva educación como una ayuda a la vida. Sin embargo, en sus palabras, «para
encender al niño y educarlo, primero tenemos que conocer la vida en su totalidad» (Quattrochi
Montanaro, 2018). Con estas palabras, queda claro cómo el modo en que vemos y
entendemos al niño y sus necesidades determinará por completo nuestra actitud hacia él.

Por esta razón, aquellas corrientes pedagógicas basadas en el respeto al niño, que integran por
supuesto, un modelo de crianza respetuosa, son mucho más integradoras porque parten de la
idea de que los niños son seres completos desde que nacen, con los mismos derechos que los
adultos. Desde este prisma, la relación del niño y el adulto se transforma y se basa en el
respeto y la confianza que se crea día a día, enseñando con el ejemplo, un ejemplo centrado
en la disciplina positiva.

“El niño observa las cosas apasionadamente, y es atraído por ellas; pero le
atraen más todavía los actos de los adultos, quiere conocerlos y reproducirlos.
El adulto podría realizar una especie de misión: la de ser inspirador de las
acciones infantiles, un libro abierto en el que el niño pudiera descubrir las
directrices de sus propios movimientos y aprender todo lo necesario para obrar
bien. Pero para llegar a este ideal es preciso que el adulto tenga siempre
calma, obrando lentamente para que su actuación se presente siempre clara en
todos sus detalles, al niño que la observa. Pero si el adulto se abandona a sus
ritmos rápidos y poderosos puede insinuarse en el alma del niño, y sustituirse al
mismo por la sugestión”. (Montessori M. 2003, pág.152)

El adulto se convierte así en un guía que acompaña durante el proceso de desarrollo del niño,
desde la etapa prenatal, hasta el nacimiento, siguiendo con la infancia, la niñez, la
adolescencia y la madurez. De acuerdo con ello, la educación no se entiende como una lucha
de poder, como una imposición de nuestras costumbres, como la adaptación del niño a
nuestros deseos, etc; sino que educar consiste en acompañar al niño en su camino hacia una
vida plena, con sentido y responsabilidad. Se trata, pues, de crear un entorno donde el niño
sea libre de explorar, con límites respetuosos y adaptados a su desarrollo y necesidades,
permitiéndole experimentar.

Desde esta perspectiva más libre y respetuosa con la vida, con el niño y con su esencia, se
rompe la idea estereotipada de que el rol de los padres o familiares en el cuidado de los
niños/as debe ser vertical y desigual, concibiendo al niño como un ser pasivo. De este modo, se
avanza hasta la idea de que los cuidados maternos se hacen con el niño y no al niño, dándole a
este la oportunidad de participar en su propio cuidado y de adquirir, cada vez, mayor
autonomía en ese proceso.

También es posible romper con el pensamiento de que la etapa prenatal es una etapa sin
significado, dado que muchos estudios ya constataron, en su momento, que el desarrollo
físico ocurre simultáneamente con una inmensa cantidad de desarrollo mental. «Antes se
pensaba que el embarazo era un período seguro en donde no se daban sucesos importantes.
Ahora sabemos que el vientre materno es el primer ambiente del ser humano, de este recibirá
todos los elementos que necesitará para desarrollarse tanto física como mentalmente»
(Manual IMI, p.5).

«El bebé llega al mundo perfectamente preparado para iniciar un proceso constante,
cada vez más complejo e intenso, de transformar las experiencias en vivencias teñidas
de emoción» (Céspedes, A. 2021, p.1)

Igualmente, el concepto sobre la lactancia materna también ha ido evolucionando, de hecho,


recientemente leí un artículo en el periódico donde Pilar Martínez, farmacéutica, IBCLC
(Asociación Española de Consultoras Certificadas en Lactancia Materna) y cofundadora de la
plataforma de educación en lactancia materna, manifestaba que «actualmente la “cultura del
destete” sigue muy arraigada y a las madres se les recomienda destetar por cualquier cosa: por
volver al trabajo, por estar enferma ella, por estar enfermo el bebé, porque el bebé no
duerme, por estar delgado, por estar gordo, por tener pruebas médicas, por hacer deporte,
por teñirse el pelo, por tomar medicamentos... Y todo esto se recomienda sin tener en cuenta
las consecuencias tanto físicas como emocionales para las madres y sus hijos» (Oliver D, 2019,
en línea).

En conclusión, la mentalidad de la sociedad en relación a los cuidados maternos, la crianza, la


atención temprana y un largo etcétera, ha ido evolucionando con el paso de los años. En mi
opinión, un modelo de vida y de crianza respetuosa implica al adulto aumentar el nivel de
consciencia en su día a días, respetando al niño, respetando quién es y lo que necesita según
su fase de desarrollo. Implica también conocer cuáles son las mejores opciones para cada niño
o niña (lactancia, colecho, porteo….) y buscar un equilibrio que permita cubrir sus necesidades
y las de la familia en cuestión, buscando siempre el bienestar común. Como persona y futura
Guía Montessori, me atrevo a afirmar que, en cualquier caso, el equilibrio, la armonía, la libre
elección, la autonomía y el amor incondicional son aspectos clave para un desarrollo y
crecimiento íntegro.

BIBLIOGRAFÍA

Céspedes A. Educar las emociones. Capítulo 2.

Montessori M. (2005). La mente absorbente. Países Bajos: Montessori-Pierson-Plublishing


Company.

Montessori, M. (2019). La educación de las potencialidades humanas. Países Bajos:


Montessori-Pierson Plublishing-Company.

Quattocchi Montanaro, S. (1999). Un ser humano. Santiago de Chile. Ed. Cuatro vientos.

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