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Filosofía: En relación con la argumentación

(Mariano Leguizamón)

En Lógica el rasgo característico de todo argumento es el siguiente: Quien formula un argumento


intenta mostrar que una cierta afirmación –llamada conclusión– no puede ser falsa, en razón de
que otras ciertas afirmaciones –llamadas premisas– son verdaderas. Podemos representar lo
dicho a partir del siguiente esquema para un argumento:

1-Premisa 1…
2-Premisa 2…
Premisas.
(La línea en lógica representa un conector argumentativo o referencial
como por ejemplo las expresiones “por lo tanto” o “porque”…)

3-Conclusión… Conclusión.

Esto quiere decir que quien argumenta afirma dos cosas: En primer lugar que las premisas de su
argumento son verdaderas y en segundo lugar que si las premisas son verdaderas también deberá
ser verdadera la conclusión. Para poder analizar un argumento debemos comenzar por identificar
su conclusión y una vez que sabemos qué es lo que el argumentante desea probar se procede a
hacer una lista de las afirmaciones ofrecidas como justificación.

Para entender mejor la estructura de un argumento vamos a poner como ejemplo una situación
concreta en la historia de la ciencia que atañe a la discusión de la naturaleza de los cuerpos
celestes. En 1632 la confrontación de la concepción física de Aristotélica con la nueva física de
Galileo sobre los cuerpos celestes dio a lugar a todo tipo de argumentos que pretendían salvar la
idea de que los cuerpos celestes llamados por Aristóteles “supralunares” permanecían en un
estado inmutable a diferencia de los cuerpos “sublunares” que se sometían a las mutaciones del
cambio. Para fundamentar esta concepción Aristotélica uno de los argumentos era el siguiente:

“La experiencia sensible muestra que en la Tierra existe generación, corrupción y alteración
continuas. Nada semejante ha sido atestiguado en el cielo, ni por nuestros sentidos, ni por las
tradiciones ni por los recuerdos de nuestros ancestros. Por lo tanto el cielo es inalterable, mientras
que la Tierra es corruptible, es decir, esencialmente diferente de los cuerpos celestes”

1
El argumento queda compuesto de la siguiente manera según nuestro esquema:

1-En la tierra observamos generación, corrupción y alteración continua


2-Nada de esto ha sido observado en el cielo (ni por nosotros, ni por nuestros antepasados)
(Por lo tanto)
3- Los cielos son inalterables y la Tierra es corruptible.

Lo que expone el argumento para creer que en el cielo no hay cambio alguno es la ausencia de
observaciones y testimonios a favor del punto de vista contrario, debemos tener en cuenta que en
esta época no existía ningún tipo de exploración espacial y donde el telescopio recién comenzaba
a ser empleado para beneficio de la investigación astronómica.

Premisas implícitas

En la reconstrucción de un argumento muchas veces suelen ocultarse de forma implícita una


cantidad de premisas que son supuestas como entendidas o que intencionalmente son ocultas por
el autor pero que en el proceso tienen que ser evidenciadas por el interlocutor para encontrar el
sentido completo del argumento. Es así el caso –por ejemplo– de los ya mencionados aforismos de
Heráclito en donde el argumento se encuentra casi en su totalidad encriptado.

“Diversas aguas fluyen para los que se bañan en los mismos ríos. Y también las almas se evaporan
de las aguas”

Podríamos reconstruirlo de la siguiente manera. Primero sobre todo se reconoce su conclusión y


después se reconstruye sus premisas:

1-La Naturaleza se somete a un constante devenir


2-El hombre se somete a un constante devenir

3- Todo es devenir / La realidad es devenir

Este argumento presupone entre otras cosas que la Naturaleza y el hombre constituyen el todo de
la realidad y podríamos llegar a pensar que es verdadero pero no válido, pero como los
argumentos siempre tienen el fin de persuadir, de convencer una determinada postura y no de ser
razonamientos válidos el fin queda sujeto a la circunstancia. Naturalmente para que sea un
argumento sólido tiene que estar compuesto tanto por premisas verdaderas como una estructura
válida. La validez de un razonamiento se determina en la relación necesaria o innecesaria que
tienen las premisas respecto de la conclusión. Pero a nosotros por ahora sólo nos interesa
comprender los componentes de un argumento para poder identificar y desarrollar su sentido.

2
La reconstrucción de los procedimientos argumentativos

Como vimos un argumento ofrecemos una serie de razones (premisas) para convencer que cierta
afirmación (conclusión) es verdadera. Entonces siempre que querramos evaluar cualquier
argumento vamos a tener que reducirlo a una forma simple y clara para identificar sus premisas y
su conclusión:

p¹…
p²…
p³…
Conclusión-

Muchos de los textos que vamos a analizar se van a presentar de forma oculta o de difícil acceso a
la lectura lineal por ende es fundamental poder reducirlos a una forma clara y simple. Ocurre a
menudo que encontramos un argumento desarrollado en varios párrafos y puede ser expresado
de manera condensada en unas pocas frases gracias al reconocimiento de sus premisas y su
conclusión. Quien argumenta puede hacer mención a temas o afirmaciones que no tienen que ver
directamente con la idea/tesis (conclusión) que desean probar. Es común también que en la
exposición de un argumento, un autor apele a recursos que son típicos del discurso poético, como
la metáfora y la analogía. Muchos autores escriben de manera deliberada con un lenguaje oscuro y
poco preciso (como es el caso del filósofo Heráclito que ya vimos). En tales casos el lector o
interlocutor deberá parafrasear sus argumentos en un lenguaje más claro antes de evaluarlos. El
resultado de poner en claro un argumento despojando todos los elementos extras ofreciendo una
versión sintética y comprimida del mismo, es lo que los lógicos denominan la “forma estándar” del
argumento. La versión de un argumento en forma estándar debe ser económica y simple, y al
mismo tiempo no debe carecer de ninguna información (provista por el argumento original) que
sea relevante para la justificación de la conclusión.

Aplicaremos ahora el método de colocar un texto argumentativo en forma estándar para


evidenciar el proceso. El fragmento seleccionado es de una de las obras que veremos en la
siguiente unidad y corresponde al filósofo moderno René Descartes (“Meditaciones Metafísicas”):

“Pero me eh persuadido que nada había en el mundo, ningún cielo, ninguna tierra, ni espíritus, ni
cuerpos ¿No me había persuadido, además, que yo tampoco era? Ciertamente no: yo era, sin duda,
si de algo me he persuadido, o si he pensado en algo. Pero hay un no sé qué muy poderoso, muy
astuto y engañador, que emplea toda su industria en engañarme siempre. No hay duda pues que
yo soy, si me engaña. Y que me engañe cuanto quiera, jamás podrá hacer que yo no sea nada,
mientras piense ser algo. De modo que, después de haber pensado bien y examinado todo
cuidadosamente, debe concluirse y tenerse por establecido que esta proposición: yo soy, yo existo,
es necesariamente verdadera, todas las veces que la pronuncio o que la concibo en mi espíritu”1

1
R. Descartes, Meditaciones Metafísicas. Traducción de Pablo Pavesi, Buenos Aires, Prometeo Libros, 2009,
p. 48.

3
Comencemos por tratar de identificar la conclusión, la cual está enunciada al final del texto: “yo
soy, yo existo”. Lo que Descartes se propone determinar a lo largo del texto, del cual la cita
anterior representa sólo un pasaje, es si existe algo de lo cual podamos estar absolutamente
seguros. Algo que sea lógicamente imposible de poner en duda. Y Descartes lo encuentra
precisamente en la afirmación de su propia existencia: si hay algo acerca de lo cual no puede
dudar es de que él existe. Pero, ¿En qué premisas se basa esta conclusión? La respuesta que se
desprende del fragmento citado es clara y concisa: se basa en la premisa de que Descartes piensa.
En efecto, si puede pensar es porque existe, ¿Cómo podrá siquiera pensar algo quien no existiese?
La forma estándar del argumento de Descartes es entonces la siguiente:

(p¹) Pienso

Por lo tanto, existo.


(Conclusión)

ACTIVIDAD
A continuación se dará un texto argumentativo para que el alumno/a lo reduzca a “formato
estándar” identificando primero la conclusión y después sus premisas según lo aprendido.

Texto argumentativo sobre la guerra de la Triple Alianza contra Paraguay (1864):

“Dado que la guerra contra los vecinos es un mal y la guerra contra Paraguay fue una guerra
contra los vecinos, ES EVIDENTE que la guerra contra Paraguay fue un mal”

(Forma estándar)
P¹…
P²…

-Conclusión

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