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Relación entre naturaleza y cultura

Lévi Strauss es un antropólogo francés que escribió a mediados del siglo XX. Él pertenece a
lo que se conoce como corriente estructuralista. Lo interesante de su planteo es que
reflexiona en torno a la relación o distinción entre la naturaleza y la cultura. Las preguntas
que se hace son: ¿se pueden distinguir los fenómenos naturales de los sociales?, ¿la
naturaleza condiciona a la cultura?

Este antropólogo parte de la idea de que el hombre es un ser biológico y cultural. Esto
lleva a la siguiente pregunta: ¿es posible distinguir qué acciones o reacciones son
naturales y cuáles son sociales? Lévi Strauss considera que es difícil distinguir qué
compete al ámbito de la naturaleza y qué al de la cultura. Ni siquiera las sociedades que
fueron consideradas en estado de naturaleza, como el hombre de Neardenthal, puede
pensarse sin cultura: este hombre tenía lenguaje, ritos funerarios, construía herramientas,
etc., es decir, tenía cultura.

Si bien hay reacciones que parecen del ámbito de lo natural, como un tic nervioso, cuando
uno se propone hacer un análisis exhaustivo de todas las acciones humanas, hay estímulos
psicobiológicos y psicosociales que provocan reacciones del mismo tipo. Hay reacciones y
acciones, que si las analizamos, no es posible saber si tienen causa biológica o social. Da
así el ejemplo de un niño que le teme a la oscuridad. Para él, la causa del miedo puede ser
de naturaleza animal o radicar en un origen social, como ser los cuentos que le puede
haber contado su cuidadora.

Lévi Strauss va a decir, entonces, que no hay que pensar a la cultura como yuxtapuesta a
la naturaleza ni como sustitutiva de la naturaleza: naturaleza y cultura se integran de un
modo complejo.

Para ahondar en esta temática Lévi Strauss se hace las siguientes preguntas: ¿dónde
termina la naturaleza?, ¿dónde empieza la cultura? A continuación se plantea las
siguientes hipótesis:

1. Por un lado, se pregunta si es posible abordar esa pregunta aislando y observando los
comportamientos de un recién nacido. En este caso podría verse cómo actúa un ser
humano sin contacto con otros humanos. El problema es que el mismo proceso de
aislamiento del niño es una decisión “social”, de otras personas, lo que va a hacer que
la información que se recolecte en ese experimento sea fragmentada y limitada.

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Asimismo, a medida que pasen las semanas, el niño va a tomar, de algún modo,
contacto con otros humanos, lo que va a incidir en que ya no esté aislado sino que
comience a estar condicionado socialmente. Tras estos argumentos, la hipótesis de
que podría conocerse el lado “natural” de las personas aislando a niños recién nacidos
resulta no válida.

2. En segundo lugar, Lévi Strauss trae el caso de los “niños salvajes”. Estos niños que no
estuvieron en contacto con otros humanos podrían darnos pistas, para él, para
conocer el lado “natural” que tenemos las personas. El problema que aparece es que
no es posible distinguir si los comportamientos que presentan estos niños son fruto de
la falta de contacto con la cultura y, por ende, consecuencia de sus condicionamientos
naturales o de anormalidades congénitas. Este argumento, por lo tanto, deshecha la
hipótesis de que estudiando a estos niños podamos conocer los límites entre la
naturaleza y la cultura. Lévi Strauss aclara que los humanos, en comparación con los
animales, no tienen comportamientos naturales a los cuales volver por regresión: el
hombre, una vez socializado, no puede volver atrás. Entonces, estos niños salvajes,
producto del azar o de la experimentación, pueden ser “monstruosidades culturales
pero nunca testigos fieles de un estado anterior”.

3. En tercer lugar, se propone buscar los límites entre la naturaleza y la cultura


observando si es posible rastrear elementos culturales en especies animales. Así es
como analiza comportamientos de insectos, de monos, entre otros. En primer lugar,
en estos animales, por más organizados que se presenten, no encuentra ni un esbozo
de lo que podría denominarse un modelo cultural: lenguaje, herramientas,
instituciones sociales, sistemas de valores estéticos, morales, religiosos, etc. Los
monos, que tienen morfológicamente las capacidades necesarias para hablar, pueden
tan solo nombrar algunas sílabas sin por ello adquirir la capacidad de habla, de asociar
sentidos a las palabras. Entonces, estas y otras especies animales, aunque tengan
potencialidades biológicas y comportamientos específicos para con sus pares, no dan
signos de tener capacidades sociales: no tienen sistemas de símbolos y reglas sociales.
De observaciones reiteradas y minuciosas no ha sido posible establecer parámetros
que puedan prever el comportamiento de un mismo animal en el futuro o de distintos
animales frente a las mismas circunstancias. Con estos argumentos, Lévi Strauss
plantea que no es posible encontrar pistas del mundo social en el mundo animal. Por
ende, lo social no se ancla en lo natural.

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En consecuencia, Lévi Strauss plantea que ningún análisis real permite captar el punto en
que se produce el pasaje de la naturaleza a la cultura, ni el mecanismo de su articulación.
En base a esto, plantea su teoría: donde se presenta una regla se sabe que se está en el
ámbito de la cultura, cada vez que se hable de algo que es universal, se está en el ámbito
de la naturaleza. Esto lo explica extensamente en la página 41 cuando dice:

“Simétricamente, es fácil reconocer en lo universal el criterio de la naturaleza, puesto


que lo constante en todos los hombres escapa necesariamente al dominio de las
costumbres. De las técnicas y de las instituciones por las que sus grupos se distinguen y
oponen. A falta de un análisis real, el doble criterio de la norma y de la universalidad
proporciona el principio de un análisis ideal que puede permitir –al menos en ciertos
casos y dentro de ciertos límites– aislar los elementos naturales de los elementos
culturales que intervienen en las síntesis de orden más complejo. Sostenemos, pues,
que todo lo que es universal en el hombre corresponde al orden de la naturaleza y se
caracteriza por la espontaneidad, mientras que todo lo que está sujeto a una norma
pertenece a la cultura y presenta los atributos de lo relativo y lo particular”.

Entonces, por ejemplo, tener un ataque al hígado porque una comida nos cayó mal puede
ser del orden de la naturaleza, cómo reaccionamos frente a eso, qué tácticas de curación,
qué explicaciones le damos va a variar de cultura a cultura. Lo universal es lo natural, lo
particular es lo social. Lo primero está en el plano de la estructura, lo segundo del
acontecimiento, lo histórico. La cultura “rellena”, “da forma”, a la estructura.

Lévi Strauss dedica grandes esfuerzos a explicar un hecho en el cual la norma y lo universal
se tocan: la prohibición del incesto. A partir de esto es que Lévi Strauss va a fundamentar
esta teoría. Él va a decir que en todas las sociedades se reglamenta con quiénes es posible
y con quiénes no contraer matrimonio. Esta regla es universal: todos establecen algún tipo
de criterio, todos establecen algún tipo de castigo para quienes infrinjan esa norma. Ahora
bien, el contenido de ese criterio va a variar según las sociedades: en algunas, la
prohibición alcanza a la madre y hermanas, en otra a primos cruzados, etc. Cuando uno no
cumple con ese mandato aparece la sanción, la penalidad, que también variará de
sociedad a sociedad. En función de esto Lévi Strauss, en la página 43, dice “La prohibición
del incesto posee, a la vez, la universalidad de las tendencias y de los instintos y el carácter
coercitivo de las leyes y de las instituciones”. Entonces, esta norma que organiza las reglas
de parentesco en una sociedad tiene un carácter universal, establecer prohibiciones al
incesto, y uno particular, el contenido de estas prohibiciones variará de sociedad a
sociedad.

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De lo antedicho surge la siguiente pregunta: ¿Por qué Lévi Strauss pertenece a la corriente
estructuralista? Para él hay cuestiones universales, como la prohibición del incesto, que se
manifiestan en lo que él llama una estructura. Esa estructura va a tomar distinta forma en
función del contenido que le va a poner la cultura. La estructura para él hace referencia a
mecanismos intelectuales, es ahistórica y universal y opera en el plano del inconsciente.
La estructura es “llenada” por la cultura, que le va a dar distinta forma según la sociedad.
Así es como establece la comparación entre, por ejemplo, la magia, presente en
sociedades sin Estado, y la ciencia, propia del occidente moderno, al decirnos que los dos
son modos de conocimiento, desiguales en cuanto a los resultados teóricos y prácticos,
pero no por la clase de operaciones mentales que ambos suponen. Esta postura que
plantea Lévi Strauss, que permite comparar a distintas sociedades, discute con la teoría
evolucionista, la cual plantea diferencias en el intelecto entre las sociedades primitivas y
civilizadas: para él todas las sociedades humanas tienen la misma estructura, no hay
ninguna por encima de la otra, ello no impide que cada una llene esta estructura de
distinto modo. Entonces, la ciencia no es superior a la magia, ni las reglas de monogamia
de las sociedades occidentales modernas superiores a otras reglas de parentesco.

En función de todo lo planteado se puede decir que Lévi Strauss plantea los siguientes
puntos:

 Muchas de las cosas que parecen radicar en el plano de lo natural, tienen un origen
o explicación social.

 Las reglas sociales, por ejemplo de parentesco, cambian de sociedad a sociedad o


de cultura a cultura. Ninguna es superior, más evolucionada, que otra.

 Lo natural no condiciona lo social, sino que lo social da forma a lo natural.


Entonces, mismos comportamientos o características que parecen ser naturales,
pueden ser interpretados de distinto modo en función de la perspectiva cultural
desde que se lo mire.

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