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“Caminante, no hay camino, se hace

camino al andar”
Antonio Machado.

INTEGRACIÓN Y
AUTOAPOYO
INTEGRACIÓN Y AUTOAPOYO

INTRODUCCIÓN
El título de nuestro trabajo encomendado era “INTEGRIDAD Y AUTOAYUDA”,
así que lo primero que hicimos fue buscar la definición de ambos términos. Encontramos
en Internet multitud de definiciones, artículos y obras relacionadas con estos términos.
Según la RAE,
- Autoayuda es el método o sistema de ayuda que uno puede prestarse a
sí mismo para mejorar algún aspecto de su conducta o de su personalidad.
Sin embargo, este término no aparecía en los textos gestálticos, lo más
aproximado a la autoayuda era el término autoapoyo, cuya definición según la RAE es:
- Autoapoyo: La palabra autoapoyo no está en el Diccionario.
Ahora bien, la palabra autoapoyo nos fue imposible encontrarla fuera de artículos
u obras que no estuvieran relacionadas con la psicología de la Gestalt, por lo que
deducimos que es un término exclusivamente gestáltico y que equivale a lo que en otras
vertientes de la psicología llaman autoayuda.
Asimismo, nos ocurrió con el término integridad, encontrando mayor referencia
del concepto de integración en la bibliografía de la Gestalt.

Según la RAE,
- Integridad: cualidad de íntegro (que no carece de ninguna de sus partes).
- Integración: acción y efecto de integrar o integrarse (completar un todo
con las partes que faltaban o hacer que alguien o algo pase a formar parte
de un todo).
Por tanto, nos hemos permitido la licencia de cambiar el título de nuestro trabajo,
pasándose a llamar “INTEGRACIÓN Y AUTOAPOYO”.

1. AUTOAPOYO
¿QUÉ ES EL AUTOAPOYO?
El autoapoyo es la herramienta que tenemos para resolver nuestras propias
dificultades, nos permite resolver nuestros problemas actuales y cualquiera que pudiera
surgir mañana o en el futuro.
El autoapoyo se refiere al hecho de que el entorno no está ahí para sostener una
vida individual, igual que ninguna vida individual está ahí para sostener el entorno.
Cuando cada uno es consciente de sus necesidades y se ocupa de ellas, el entorno se
convierte en el espacio en el que las necesidades y las capacidades para satisfacerlas
pueden encontrarse de manera equilibrada y autorregulada.

1 Marién Garrido García


Raquel Martos Melero
Cuando mis necesidades salen al mundo, pueden entrar en conflicto con las de
los demás. Es una obviedad que cada ser vivo tiene la responsabilidad de preservarse
y hay que actuar en armonía con esta realidad, es decir, tengo que sopesar mi necesidad
con las necesidades de los demás y, si entran en conflicto, elegir libremente a cuál
quiero dar prioridad.
No debemos tener un concepto equivocado de lo que es el autoapoyo, somos
seres sociales. Maslow coloca la necesidad de pertenencia en tercer lugar, justo
después de las necesidades fisiológicas como comer o beber, y de las necesidades de
seguridad y protección. Nadie puede autoapoyarse tanto que no necesite a las demás
personas. De la misma manera que un excesivo apoyo en las otras personas nos lleva
a la dependencia, un excesivo apoyo en uno mismo nos lleva al aislamiento, y no se
crece en aislamiento.
El autoapoyo tiene que ver con creer en las propias capacidades para solucionar
las dificultades que nos plantea la vida, con dejarnos sentir lo que sentimos, pensar lo
que pensamos, permitirnos nuestro propio ritmo personal. Todo esto no excluye, para
nada, tomar en consideración las opiniones de los demás, ni la ayuda que nos pueda
llegar desde fuera.
Tender hacia el autoapoyo es estar orientados hacia la madurez, la
manifestación de nuestro potencial y una sensación de fluir dentro del tejido
interconectado de la vida.
Cuando no podemos satisfacer nuestras necesidades nosotros mismos,
autoapoyo quiere decir buscar lo que necesitamos y también aceptar que podemos no
encontrarlo.

FALTA DE AUTOAPOYO
Ante la falta de autoapoyo surge la necesidad de apoyo externo y se desarrolla
una orientación estrecha que tiene que provenir del ambiente y no del individuo. En
definitiva, la persona con falta de autoapoyo suele utilizar el entorno para resolver sus
propios conflictos.
Frecuentemente, cuando carecemos de autoapoyo suficiente, usamos la
manipulación. Manipulamos el entorno para que satisfaga nuestra necesidad y esto es
rebelarnos contra la realidad de que las necesidades de los demás son tan importantes
como las nuestras. Manipulamos cuando:
- Disfrazamos la necesidad de generosidad (“ven para que no estés solo”
en lugar de “ven porque no quiero estar solo”).
- Encubrimos la situación, evitando información que pueda obstaculizar lo
que queremos conseguir.
- Presentamos nuestras necesidades como normas (“esto es lo normal, así
se hacen las cosas”).
- Hacemos chantaje emocional, si la otra persona no hace lo que
queremos, proyectamos en ella una imagen negativa.
- Seducimos, proyectamos en la otra persona una imagen positiva para
que haga lo que queremos.

2 Marién Garrido García


Raquel Martos Melero
Ser víctima de estas manipulaciones es también resultado de una falta de
autoapoyo. Cuando no nos hacemos cargo de nuestras necesidades, nos conviene que
alguien se ocupe de ellas y no pedimos la información que necesitamos para actuar
libremente y con responsabilidad hacia nosotros mismos. Por otro lado, la autoestima y
el respeto por uno mismo son necesidades que fácilmente pueden delegarse en el
entorno, pero en realidad le corresponde a cada uno cultivarlas dentro de sí. Cuando
nuestra autoimagen depende de los demás, tendemos a cumplir las normas a ciegas
para sentirnos aceptados y a responder al chantaje emocional y a la seducción.

Cuando falta el autoapoyo, se generan relaciones transaccionales en las que se


da esperando recibir, y esto fácilmente puede desembocar en sentimientos de deuda y
reclamaciones. También es posible que los implicados estén satisfechos con este tipo
de relación. Sin embargo, este tipo de relaciones se interpone entre la persona y su
realización y madurez.

La persona que carece de autoapoyo suele sentirse insatisfecha. La mayoría de


nuestras insatisfacciones surgen desde el momento en que decidimos no hacer frente
a algo que nos incomoda por el hecho de no generar un conflicto. Sacamos el conflicto
del ambiente externo y lo metemos en el interno, es decir, tragamos sin masticar. Y esto
lo hacemos en definitiva para gustar y ser aceptados.

¿QUÉ CONTRIBUYE A LA FALTA DE AUTOAPOYO?


- Los mecanismos neuróticos: introyección, proyección, confluencia y
retroflexión.
Estos mecanismos los utilizamos como maniobra defensiva para protegernos de
la amenaza de ser aplastados. Las neurosis interrumpen el proceso de crecimiento y
autorreconocimiento, procesos mediante los cuales logramos el autoapoyo y la
madurez.
- La interrupción de la confusión.
La confusión es desagradable para la persona y en ocasiones las personas
intentan manejar sus confusiones con especulaciones, interpretaciones, explicaciones
y racionalizaciones, y esto son interrupciones que contribuyen a la falta de autoapoyo.

AUTOAPOYO EN SERES HUMANOS Y EN ANIMALES


Para cualquier animal y ser humano sensato, la esencia de criar es la
transformación del apoyo externo en autoapoyo.
El animal recién nacido no puede alimentarse, ni transportarse, ni defenderse.
Para todo esto necesita a su madre. Pero, a la larga, desarrollará los medios para ello:
por el aumento de sus instintos innatos y por el aprendizaje desde el ambiente.
En el ser humano, la transición del apoyo externo (la madre) al autoapoyo es
más complicada. Debido a que nos vemos obligados a aprender tanto a través de la
“educación” como también usando nuestros instintos heredados, se pierde gran parte
de la intuición animal respecto de lo que sería el procedimiento adecuado u óptimo para
llegar al autoapoyo.

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La “educación” es más que nada una función de apoyo para el contacto social,
como los modales y códigos de conducta (ética), los medios de orientación (la lectura),
los patrones de belleza (estética) y la posición social (actitudes). Estos procedimientos
son interrupciones en el proceso de crecimiento del ser humano. Según Claudio
Naranjo: “La educación debería enseñarnos a mirar hacia dentro. Nos han criado para
la ceguera”.

AUTOAPOYO EN LA INFANCIA
Durante la infancia solemos atender de forma genuina nuestras necesidades y
las satisfacemos nosotros mismos o somos capaces de pedir ayuda. Un niño pequeño,
cuando no alcanza el juguete que él quiere, grita sin ninguna timidez, lo señala o
encuentra la forma de que alguien sepa que quiere ese juguete.
Cuando somos niños sabemos atender a nuestras necesidades, ahora de
adultos sólo hay que recordarlo y poner un ingrediente más: la responsabilidad de
satisfacernos con las consecuencias que se den.
En el proceso normal de crecimiento, un niño aprende por ensayo y error,
poniendo a prueba su vida y su mundo, tan libre e ininterrumpidamente como le sea
posible.
Ante la necesidad del niño de experimentar el mundo, de descubrir sus
posibilidades…, hay que evitar que se dañe gravemente a sí mismo o a otros, por lo que
los padres o responsables del niño tienen que interferir en su propio proceso. El niño
tendrá que aprender a enfrentar las interrupciones. El problema aparece cuando los
padres interfieren mimándolo e interrumpiendo sus intentos de comenzar su propia
orientación en el mundo, o siendo sobreprotectores, destruyendo con ello su confianza
en su capacidad de sostenerse a sí mismo dentro de sus propios límites, negándole así
la oportunidad de utilizar los propios apoyos internos que ha desarrollado el niño.
Para que un niño consiga un desarrollo emocional positivo se necesita establecer
un equilibrio entre el afecto y la frustración. Frustración en cuanto a hacer que el niño
logre por sí mismo satisfacer su necesidad. Un niño necesita de la frustración para poder
crecer sanamente y ello implica el establecimiento de límites, de negar cosas. Implica
frustrar la manipulación mediante la cual obliga a otros a que le den lo que necesita,
cambiándola así por la obligación de desarrollar su propio potencial para lograr lo que
necesita.

AUTOAPOYO Y TERAPIA GESTALT


Según Fritz Perls, la intención de la terapia Gestalt es ayudar a las personas a
reencontrar sus recursos innatos y su autoapoyo, de manera que no tengan que estar
apoyándose excesivamente en personas o cosas externas. Un terapeuta Gestalt
ofrecerá acompañamiento para que la persona pueda descubrir la consciencia y
recursos que constituyen el autoapoyo, sin hacerse cargo del paciente ni fomentar la
dependencia, sino permitiendo que sean las necesidades de la persona las que guíen
el proceso.

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Esta visión parte de la premisa de que todos disponemos de los recursos
necesarios para gestionar lo fácil y lo difícil que nos trae la vida. Se parte de la confianza
en el individuo y en sus capacidades innatas, y se trata de reconectar a la persona con
su salud, no de aportarle algo ajeno que lo sane. Desde la Gestalt se cree en la propia
capacidad del individuo de darse o quitarse salud y felicidad en la vida.
El autoapoyo, por tanto, es un proceso de búsqueda interna, de la mano de
alguien que ya conoce el camino, y del cual salimos conociendo nuestros “ángeles y
demonios” en condiciones de hacernos responsables y de utilizar nuestros pies para
echar el ancla y poder mirar al cielo sin marearnos.
Podemos resumir todo lo anterior diciendo que la terapia Gestalt tiene el objetivo
de aumentar el autoapoyo, sobre la base de aumentar la conciencia del individuo en la
responsabilidad que tiene en su propio bienestar.
El terapeuta ayuda al paciente a darse cuenta, percatarse y tomar conciencia de
su confusión, a tolerarla y quedarse con ella.
Acudir en busca de ayuda terapéutica cuando uno no puede resolver por sí
mismo sus propias dificultades ya implica estar responsabilizándose de las propias
necesidades. En cada sesión de terapia el autoapoyo aumenta un poco más. El proceso
terapéutico en Gestalt se completa cuando el paciente ya no necesita el
acompañamiento del terapeuta y puede confiar en la autorregulación consciente de sus
ciclos de necesidades, consigue su propio autoapoyo.

¿CÓMO FOMENTAR EL AUTOAPOYO DESDE LA GESTALT?


Todas las reglas y técnicas de la psicología gestáltica fomentan el autoapoyo.
Las reglas son muy pocas y hacen que las relaciones sean más directas,
honestas y transparentes entre los miembros de un grupo. Estas son:
- El principio del aquí y ahora. Se trata de fomentar la conciencia del
presente.
- Yo y tú. La verdadera comunicación se da cuando el emisor y el receptor se
dirigen el uno al otro, mirándose directamente y expresándose abiertamente
lo que sienten.
- Uso del lenguaje personal en lugar del lenguaje impersonal. El lenguaje
impersonal nos despersonaliza y nos quita responsabilidad por nuestros
actos, acciones y sentimientos. Ejemplos:
Tengo un temblor-------------Estoy temblando
Uso del “se” --------Uso del “yo” (se piensa que------------yo pienso que)
- El continuo de conciencia. Se refiere a la toma de conciencia de lo que
nos está sucediendo y cómo nos está sucediendo.
- No murmurar. El murmurar se da cuando, estando presente la persona de
la que se están diciendo cosas, no nos dirigimos a ella, sino que evitamos el
contacto directo hablando o dirigiéndonos a otras personas que están
también allí. Esta regla incita a la comunicación y al intercambio directo,
abierto y honesto.

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- Hacer o formular preguntas. Hay preguntas genuinas, con un auténtico
deseo de aprender y conocer y hay muchas preguntas falsas que solo tienen
como objetivo manipular y competir con los otros. Se trata de darnos cuenta
de la trampa que hay detrás de la pregunta.
- Sí… pero… Se trata de cambiar esta fórmula por el “sí…y…”. Por ejemplo,
en lugar de decir: “Quiero ir a tu cumpleaños, pero tengo un viaje”, la
formulación adecuada sería: “Quiero ir a tu cumpleaños y tengo un viaje,
elijo ir de viaje”. Esta formulación me da el poder para hacer mis elecciones
y responsabilizarme de ellas.
Las técnicas que se utilizan en la terapia gestáltica, a veces, toman forma de
juegos y facilitan que nos centremos más en nosotros mismos y en nuestra relación con
el entorno. Ayudan a tomar mayor conciencia de nuestra forma de contactar con el
mundo, y permiten que los intercambios con el ambiente sean más gratificantes en
función de nuestras necesidades. Todas ellas estimulan el autoapoyo. Las más
destacadas son:

• Técnica de la interrogación, formulando las siguientes preguntas por parte


del terapeuta:
- ¿Qué estás haciendo?
- ¿Qué sientes?
- ¿Qué quieres?
- ¿Qué estás evitando?
- ¿Qué esperas?
Estas preguntas estimulan el autoapoyo ya que:
- Ayudan a que el paciente, poco a poco, tenga una mayor área de darse
cuenta de más cosas.
- Ayudan al paciente a descubrirse a sí mismo.
- Lanzan al paciente sobre sus propios recursos.
- Lo llevan a reconocer su propia responsabilidad.
- Le piden que reúna sus fuerzas y medios de autoapoyo.
- Le dan un sentido de sí mismo, porque están dirigidas a sí mismo.

• Para pacientes inhibidos y con excesiva tendencia a la represión, la terapia


Gestalt propicia un mecanismo durante el proceso terapéutico que es “El
Egotismo”.
Con este mecanismo hay un incremento defensivo del yo, en detrimento del
otro o de los otros. Está muy próximo al narcisismo, porque el egotista
antepone sus necesidades a las del entorno, y a veces puede pecar de cierta
psicopatía.
El egotismo es necesario durante un tiempo, pero este mecanismo tiene que
disolverse a lo largo del proceso terapéutico, en caso contrario habremos
hecho un narcisista de un inhibido.
Este es uno de los peligros de la terapia Gestalt al apoyar el autoapoyo, pero
es necesario durante un tiempo con pacientes inhibidos y con excesiva
tendencia a la represión.

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• La técnica del ir y venir.
Consiste en pedirle al paciente que vaya poniendo su foco de atención
alternadamente en dos realidades distintas. Perls manifiesta que el uso de
esta técnica ayuda a destruir configuraciones de confluencia. También
permite recobrar abstracciones ausentes, llenar espacios en blanco que
permitan completar asuntos inconclusos. Así mismo, logra convertir áreas
bloqueadas (represiones) en expresiones con las que obtener autoapoyo.
Las técnicas que propenden a la autoexpresión producen un autoapoyo
incrementado.
• El vacío fértil.
Se trata de entrar en una especie de trance acompañado de una total
capacidad de darse cuenta (hay gente que lo vivencia antes de conciliar el
sueño). La persona que es capaz de experimentar el vacío fértil, es decir,
puede darse cuenta de todo lo que llama su atención, alucinaciones, frases
cortadas, sensaciones vagas y/o extrañas, probablemente tendrá un
descubrimiento introspectivo que no estuvo ahí antes. La parte más difícil de
este experimento es abstenerse de intelectualizar y verbalizar sobre el
proceso en transcurso, ya que esto sería una interrupción. El objetivo de
consultar el vacío fértil es básicamente deshacer la confusión y transformarla
en claridad.
El vacío fértil aumenta el autoapoyo, mostrándole a quien lo experimenta
que tiene muchos más recursos a la mano de los que él imagina.

Otras técnicas conocidas y utilizadas en la terapia gestáltica son:


- Técnica de la silla vacía
- Hacer la ronda
- Asuntos pendientes
- Me hago responsable
- El juego de las proyecciones
- Juego de roles
- Exageración
- Ensayo teatral

¿QUÉ CONSEGUIMOS CON EL AUTOAPOYO?


Cuando conseguimos el autoapoyo, es decir, cuando somos capaces de descubrir
nuestras propias respuestas y activarlas en nuestras relaciones, logramos:
- Sentirnos más fuertes.
- Ser más capaces de enfrentar nuestra existencia.
- Depender un poco menos de los juicios y respuestas de los demás.
- Depender de nuestros propios recursos y no de los que nos pueda brindar
el mundo exterior.
- Dejamos de portarnos de acuerdo con lo convencional y actuamos de
acuerdo a nuestras necesidades, con coherencia y responsabilidad.

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2. INTEGRACIÓN
Fritz Perls indicó que la integración es el proceso mediante el cual, la persona
reintegra o incorpora a su propia personalidad, aquellas partes que se encuentren
alienadas.
Independientemente del mecanismo de su manifestación, la marca de fábrica de
la neurosis es la desintegración de la personalidad y la falta de coordinación en el
pensamiento y la acción.
El neurótico es un autointerruptor y el proceso terapéutico -establecimiento de
uno mismo mediante la integración de las partes disociadas de la personalidad- ha de
llevar al paciente al punto en que ya no se siga interrumpiendo a sí mismo.
La integración es un proceso que nos lleva a la maduración, pero solemos
impedirlo activamente levantando barreras emocionales y desensibilizándonos. El
disgusto, la ansiedad, la vergüenza y el temor son las grandes barreras que
interponemos a nuestro desarrollo y a la integración de nuestras partes alienadas.
Cabe resaltar aquí la necesidad ineludible de salir de nuestros estrechos límites
infantiles, de arriesgarnos a buscar y abrir nuevos horizontes, así como de mantenernos
abiertos a las experiencias que nos proporciona la existencia.
Tal y como propone la Gestalt, el darnos cuenta -aquí y ahora- de lo que nos
pasa nos permite ejercitar nuestra capacidad para responder, es decir,
responsabilizarnos de nuestras acciones al imprimirles conciencia, dejando de ir a
ciegas, sin saber lo que nos pasa, ni cómo nos pasa, ni para qué.
Ponerse en contacto con uno mismo y darse cuenta de lo que realmente siento
y deseo, es el primer paso para la integración. Para ello, es conveniente hacerse las
siguientes preguntas: ¿Qué estoy sintiendo? ¿Dónde lo estoy sintiendo? ¿Cómo lo
estoy sintiendo?
La capacidad de darse cuenta en cada momento nos mantiene en contacto con
nuestra existencia y nos permite ir integrando partes de nosotros mismos. Es mucho
más útil tomar conciencia de lo que nos sucede y lo que ocurre a nuestro alrededor en
cada momento, que tratar de cambiar, detener o incluso evitar algo que hay en mí y que
no me gusta. Esto conduce a esa alienación al rechazar partes que no nos gustan.
Cuando uno se pone en contacto con su auténtica vivencia descubre que el
cambio se produce por sí solo, sin esfuerzo ni planificación, sin producir cambios falsos
que van en contra de su esencia. El frustrarse con exigencias de ser distinto de lo que
cada uno es, sólo nos lleva a sensaciones de tensión, inadecuación o vergüenza.
La terapia gestáltica no trata, pues, de dar soluciones a los problemas de la vida
sino que más bien procura proporcionarnos herramientas para explorar nuestra vida y
personalidad; así como para ampliar nuestra capacidad de darnos cuenta con el fin de
clarificar problemas y las confusiones que surgen, ayudándonos a descubrir nuestras
propias respuestas a nuestras dudas y conductas, es decir, lo que cada uno quiere hacer
y lo que cada uno es. Cada cambio forzado nos da algo que no somos, nos aliena y
desintegra. Pero detener el cambio genera angustia y paralización.

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La terapia gestáltica, como ya hemos dicho anteriormente, se centra en el
presente como forma de cambio de la personalidad (estructura psicológica, gestalt en
continua formación y desarrollo). Al hablar de cambio no nos referimos a transformar la
personalidad en otra diferente (no nos reconoceríamos) sino en hacerla menos neurótica
y más comprensible a nuestra mirada.
La personalidad se enriquece y estructura cuando, en el intercambio con otros
seres humanos, se hace más creativa y abierta a la espontaneidad, se da cuenta y
conoce la realidad externa y sus condicionamientos internos. También cuando la
persona siente, piensa y actúa de forma congruente.
La terapia gestáltica va permitiendo una mayor integración de nuestro mundo
interno, de diferentes partes, de diferentes polaridades que amplían nuestro repertorio
de recursos personales. El paciente empieza a encontrar sus propias respuestas y pasa
del apoyo exterior a su propio autoapoyo. Deja de portarse de acuerdo con lo
convencional y actúa de acuerdo a sus necesidades, con coherencia y responsabilidad;
potenciando así una relación más saludable consigo mismo y los demás.
A veces, situaciones inconclusas y asuntos pendientes en nuestro pasado
ocasionan malestares, problemas o síntomas en la actualidad. Aprendemos entonces a
defendernos, a vivir separados de nuestro momento presente para aliviar el dolor de las
emociones desagradables o inquietantes, pero al hacerlo también propiciamos el vivir
separados de las experiencias plenas y nutritivas.
La terapia ayuda aquí a reconectar logrando un reacomodarse, liberando las
emociones sujetas a dichas situaciones, elaborándolas, dándoles nombre, ubicándolas
en el mundo interno de forma que ya no produzcan malestar, dejándonos disponibles
también para vivir otro tipo de experiencias más significativas y saludables.
El tratamiento en la terapia gestáltica termina cuando el paciente ha alcanzado
unos objetivos básicos, como son:

● Un cambio de perspectiva en la forma de enfrentar la vida. Ha


transformado viejos patrones y creencias en otros que le proporcionan
mayor satisfacción y libertad para expresarse.
● La adquisición de una técnica adecuada de autoexpresión y
asimilación. Ser como me expreso y expresarme como soy.
● La habilidad de extender su capacidad de darse cuenta a un nivel más
allá de lo verbal: corporal, espiritual, creativo, intuitivo, etc.
● La destreza para no poner obstáculos al conocimiento, al aprendizaje y a
la experiencia, base de la transformación y del cambio.
Estos cuatro objetivos le llevan a un estado de integración que facilita el propio
desarrollo con un autoapoyo que nace de la capacidad de elegir o de rechazar, y no
del temor a ser rechazado o a ser elegido. Aprende que el contacto significa la
aceptación de las diferencias y desarrolla una mejor capacidad para integrar las
relaciones interpersonales de una forma no servil ni sacrificada sino seleccionando los
contactos de forma que contribuyan a una existencia rica y productiva, en función de
sus capacidades y necesidades auténticas.

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POLARIDADES
Al hilo de la integración y del trabajo anterior de los compañeros, vamos a
adentrarnos en las polaridades.
Los individuos podemos considerarnos como una secuencia de polaridades, que
van apareciendo en función de la situación en que nos encontremos. Cada polaridad
muestra un continuo con dos cualidades extremas en las que podemos identificarnos.
Suele pasar que no estamos igual de cómodos en todos los puntos del continuo,
incluso llegando a ser desagradable alguno de ellos. Estas sensaciones negativas
pueden darse porque los rasgos polares que no nos gustan, con los que no queremos
identificarnos o que formen parte de nosotros, los reprimimos o los negamos.
De esta forma creamos nuestro autoconcepto o autoimagen ideal, la cual
intentamos contrastar en nuestra relación con el ambiente. Precisamente por esto,
cuando alguien cercano nos devuelve algo de nosotros que no nos gusta, nos molesta.
Según Perls, el paciente que llega a terapia ha trabajado mucho para armarse
de dicho autoconcepto, que no suele brindarle ningún apoyo; sino, por el contrario,
siempre está reclamando, desaprobándose a sí mismo, aplastando cualquier indicio de
expresión genuina. Esto conlleva un desgaste y la necesidad constante de apoyo
ambiental, aprobación y aceptación. El paciente ha proyectado su propio poder de
discriminación y también ha perdido su capacidad genuina de aceptar a los demás; de
modo que ningún halago es asimilado, con lo que permanece hambriento e insatisfecho,
a pesar del afecto que reciba.
Así, al faltar el apoyo proporcionado por la autoestima, el resultado es una
constante necesidad de apoyo externo, de ser estimado y apreciado por los demás; un
apoyo externo en busca de formar el autoconcepto, que nunca puede llegar a contribuir
a un crecimiento. El hombre sólo trasciende por la vía de su verdadera y auténtica
naturaleza -la integridad- y no por la ambición y las metas artificiales que, en el mejor
de los casos, conducen al orgullo y la vanidad glorificada.
Únicamente en la espontaneidad y capacidad de deliberar integrada, toma una
decisión sana. El darse cuenta del campo total y la responsabilidad por el campo total,
por uno mismo y el otro, le dan sentido y configuración a la vida del hombre.
El trabajo con polaridades nos sirve para que podamos descubrirnos a nosotros
mismos, nuestra identidad real, en la que incluimos las partes negadas u obviadas. Sin
ellas, el autoconcepto es una imagen parcial de nosotros mismos.
Al darnos cuenta de cómo nos movemos en el continuo de cada polaridad,
ampliaremos la conciencia de nosotros mismos hasta llegar a la integración. Por tanto,
el trabajo va encaminado a buscar aquellas polaridades que impiden la capacidad de
darnos cuenta y ser conscientes de nuestros propios procesos y para ello, tenemos que
identificar cómo nos sentimos al situarnos en los diferentes puntos de cada polaridad.
El primer trabajo con las polaridades es definir cada opuesto, para que haya una
diferenciación clara entre cualidades, necesidades y deseos de cada polo. El siguiente
paso, una vez identificado, es resolver las creencias y emociones negativas acerca del
polo negado. Por último, la integración de ambos opuestos como propios.
Este trabajo es una parte muy importante para el desarrollo personal de cada
individuo, ya que promueve un autoconocimiento profundo y muy enriquecedor.

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Cabe destacar la polaridad contacto-retirada. Para Perls, el “contactarse con”
y “retirarse del” ambiente, esta aceptación y rechazo del ambiente, son las funciones
más importantes de la personalidad integral.
Hay varias maneras de trabajar las polaridades, siendo la más significativa para
la integración, la técnica de la silla vacía.

TÉCNICAS INTEGRATIVAS
Las técnicas en Gestalt giran en torno a lo que Perls llama reglas y juegos.
Claudio Naranjo, en La vieja y novísima Gestalt, distingue tres tipos: técnicas
expresivas, supresivas y de integración.
En términos generales, toda técnica expresiva es una técnica de integración;
porque expresar significa traer al percatarse lo que estaba disociado de éste, o traer al
dominio de la acción algo que la persona llevaba en su mente -pensamiento, imagen o
sentimiento disociado- y, por lo tanto, ineficaz.
Sin embargo, en terapia gestáltica hay formas más específicas en que
promovemos una integración de la personalidad. A veces, el terapeuta indicará un
recurso adecuado para una situación específica, como al sugerir un rol que representar;
el cual, constituirá una síntesis de elementos ahora en conflicto en la psiquis del
paciente. No obstante, con mayor frecuencia va a estimular la integración de voces
conflictivas a través de las siguientes técnicas:
● Encuentro intrapersonal: consiste en poner en contacto a los sub-sí
mismos de una persona, indicándole que represente sus partes en forma
alternada y haga hablar a estos “personajes” entre sí (o que se relacionen
de alguna manera).
Esto es tan parte de la terapia gestáltica que Fritz Perls decía, con
mucho humor, que todo lo que necesitaba era su destreza, la
colaboración del paciente, algunos pañuelos desechables, la “silla
caliente” y una silla vacía. La razón es que, en estos diálogos internos,
el paciente es estimulado a cambiarse de una silla a otra para reforzar la
realidad de su identificación con estos sub sí-mismos alternantes hasta
integrar ambas partes del conflicto.
Así, se puede desarrollar una conversación de creciente
profundidad y significado entre, por ejemplo, una buena mamá y una
niñita que necesita atención, la parte femenina y masculina, razón vs
corazón, etc. Sin embargo, lo que determina la eficacia o éxito del
procedimiento, yace en factores que pueden requerir la sutileza del
terapeuta para evaluar. Como, por ejemplo:
1. Un encuentro no debe ser prematuro: la persona ha de
percatarse lo suficientemente de las partes que va a poner
a dialogar.
2. El encuentro no debe degenerar en una discusión
intelectual o en un juego de acusaciones mutuas y
defensa; el contacto entre los sub-sí mismos se debe
tratar de lograr a nivel de los sentimientos.

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Muchos de los encuentros, y tal vez los más importantes, son
formas particulares de una diseminada división de la personalidad: el “yo
debería” vs “el yo quiero”. Las partes aparecen una y otra vez con el rasgo
distintivo que inspiró a Perls a llamarlas Mandón y Mandado/Perro de
arriba y Perro de abajo, donde el Mandado suele obtener lo mejor del
conflicto.
El Mandón y el Mandado son en realidad dos payasos que
representan sus raros e innecesarios juegos en el escenario del Sí mismo
tolerante y mudo. La integración, o cura, sólo se puede lograr cuando
cesa la necesidad de control mutuo entre el Mandón y el Mandado. Sólo
entonces se escucharán los dos maestros. Una vez que llegan a sus
sentidos (en este caso, que se escuchen el uno al otro), se abre la puerta
de la integración y la unificación. La oportunidad de hacer una persona
entera a partir de la división, se hace cierta.
A veces, la integración no es plena, pero surge el sentimiento de
que los dos personajes ya no están en roles antitéticos. Ambos cambian
al punto de compartir algunos rasgos, de modo que ya no importa mucho
a quién se le llame por cuál nombre o quién está en qué posición.
● Asimilación de proyecciones: a veces, las proyecciones indican una
cierta preferencia por disimular nuestro compromiso personal, minimizar
nuestra asertividad o enmascarar la responsabilidad por nuestras
acciones. Sin embargo, en otras ocasiones, la proyección puede ser
equivalente a un completo desheredar de parte nuestra en la experiencia.
La forma de proyección que aquí nos interesa es el tipo de
proyección que el psicoanálisis considera como una “defensa”: el
proceso de atribuirle a una persona o cosa en el ambiente, cualidades o
sentimientos propios nuestros que no estamos dispuestos a reconocer
como tales. Frecuentemente, esto equivale a “ver la paja en el ojo ajeno
en lugar de ver la viga en el propio”.
En la medida que esto ocurre, no vemos la realidad en torno a
nosotros tal como es, sino que distorsionamos nuestra percepción de la
realidad con el atributo de todo aquello que rechazamos en nosotros
mismos. Y es particularmente cierto en lo que se refiere a la percepción
de las personas (tal vez sea más así en la medida de nuestro compromiso
personal con otra persona). En terapia gestáltica, también tratamos las
imágenes de sueños como proyecciones de nosotros mismos (no en el
ambiente real sino en el ambiente imaginario de sueño).
Las proyecciones constituyen una ilusión, pero también una
realidad. Son ilusorias en el sentido de que frecuentemente no le
pertenecen a la persona o cosa a la cual se la atribuimos (a pesar de que
la proyección y la realidad pueden coincidir). Son una realidad en el
sentido de que son imágenes de nuestra vida interior y avenidas hacia
nosotros mismos.
La técnica más importante para asimilar proyecciones es la
identificación con la proyección por medio de la actuación de su parte.
En algunas ocasiones, esta identificación sirve como medio para que la
persona vivencie el contenido de su proyección, pero no es suficiente. Lo
que produce que contacte con su propia experiencia es reformular la
experiencia proyectada como si fuera suya. Esto equivale a la sustitución
del “yo” por “ello” y puede hacerse de distintas maneras. A veces, bastará

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una pregunta: ¿es éste tu propio sentimiento?, ¿reconoces esto como
parte de ti misma?, etc. En otras, puede ser necesaria una reformulación
completa de la experiencia sustituyendo el sí mismo por otro.

★ Ejemplo: P: "Mi madre me odia". T: "Imagina que eres tú quien


odia a tu madre; ¿cómo te sientes con ese sentimiento?
¿Honestamente, puedes reconocer que ese sentimiento es
tuyo realmente?"
Cuando el procedimiento se aplica a afirmaciones cortas, en jerga
gestáltica se le ha llamado “adaptando para uno mismo”.

★ Ejemplo: P: “No me gusta lo poco directo que eres. Te


reprimes y haces comentarios y nunca sé en qué estás”.
T: “Adapta eso para ti”. P: “No me gusta lo poco directo que
soy. Me reprimo y hago comentarios y la gente nunca sabe
en qué estoy. Sí, pienso que es cierto”.
En otras ocasiones, la asimilación de proyecciones se puede
realizar convirtiendo un diálogo interpersonal en uno intrapersonal.
Por último, cabe resaltar que toda técnica puede ser utilizada hábilmente o, por
el contrario, de forma torpe o errónea.
Cualquiera que sea la experiencia que una persona esté sintiendo, su vivencia
de la misma debe ser respetada. Existen muchas maneras que pueden interferir en la
vivencia, como son: juzgando, ayudando de forma inadecuada, señalando errores y
obligaciones y dando explicaciones cuando no es el momento ni la situación.
Ayudar es una de las maneras más comunes de no respetar a una persona y de
las más aceptadas en la sociedad.
El ser servicial con una persona, correr a consolarla, gastarle una broma en un
momento determinado en plan de ayuda para evitarle sentimientos dolorosos impide a
la persona vivenciar plenamente su tristeza, cólera o soledad; cuando sólo
experimentándolas plenamente puede aceptarlas y asimilarlas como otros sentimientos
más. Así las integra y se desarrolla como un ser humano más completo.

SUEÑOS
Para Freud los sueños representaban la vía que conduce al inconsciente y para
Perls son el camino que lleva a la integración, siendo ambas ideas complementarias.
Según este último, son una creación artística en que dos contiendas
aparentemente incompatibles, están dispuestas una frente a la otra. En la pesadilla, la
paradoja no está integrada y en la vida diaria del neurótico, sus paradojas tampoco
parecen integrarse. Harry Stack Sullivan dijo que, si pudiéramos resolver nuestros
problemas durante el día, no soñaríamos en la noche.
En Gestalt, para encontrarle sentido al sueño, no se atiende a interpretaciones
sino que se le pide al paciente que lo viva lo más extensa e intensamente posible para
descubrir la paradoja a través de sensaciones, emociones y gestos. El paciente podrá
integrar su sueño y solucionar la paradoja únicamente mediante una participación y
reidentificación con los aspectos interferentes en el sueño.

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Cada trozo de sueño, cada persona, cada cosa, cada estado de ánimo, forma
parte de nuestro propio yo fraccionado.
En terapia gestáltica se quiere integrar todas esas partes dispersas y hacer de
la persona, nuevamente, un todo entero; que confía en sus recursos y que puede
reasumir su propio crecimiento donde quiera haya sido que se quedó atascada.
Para Perls, el significado del sueño es ser un mensaje existencial. No sólo es
una situación inconclusa, no es un problema del momento, no es solamente un síntoma
o una formación del carácter, sino que incluye a la existencia total de la persona y forma
parte de su guión vital (estructura también conocida como karma o destino, compuesta
por lo general de autotortura, juegos fútiles de automejoramiento, realizaciones, etc.).
La técnica utilizada en la psicoterapia gestalt es pedirle al paciente que relate el
sueño en presente y que trate de situar el sueño en el espacio, distribuyendo las
diferentes partes de que se compone como si se estuviera representando en un
escenario.
Estos pasos están estructurados según el concepto de Perls acerca de los
sueños, en el que evita cualquier interpretación, sustituyéndola por dar a la persona la
posibilidad de descubrirse a través de sus proyecciones y de realimentar otras
conductas más satisfactorias.
Para Polster y Polster (1977) el sueño ofrece otra perspectiva y no sólo la
proyectiva; ya que también puede verse, a través de él, el tipo de contacto que establece
el paciente con los demás, la activación de sus angustias o temores y todas las
características que puede asumir el contacto en cada persona, en cada momento.
Sin embargo, si nos fijamos atentamente, podemos comprobar que Perls
combina ambos aspectos al elaborar los sueños: proyección y contacto. Asimismo, le
hace ver a la persona aquellas conductas evitativas y enquistadas que le impiden
valerse por sí misma.
La habilidad de Perls para trabajar los sueños es extraordinaria, por su
capacidad de desplazar la atención de un aspecto del sueño a otro.
Sea como fuere, al trabajar el sueño surgen oportunidades para integrar los
conflictos y para reidentificarnos con las partes alienadas.

CONCLUSIÓN FINAL
Perls consideró que la raíz de los conflictos está en la incapacidad de las
personas en integrar las distintas partes de su personalidad en un todo saludable,
creando una “forma” (la persona) que queda incompleta. Así pues, los conflictos están
formados a partir de gestalts no cerradas: situaciones, emociones y circunstancias que
quedan sin resolver y que se presentan bajo distintas apariencias y de una manera u
otra no permiten el total bienestar y desarrollo de la persona, haciéndola actuar a través
de una serie de patrones inconscientes y repetitivos.
La integración de esas partes separadas en un todo, será la clave para ir
cerrando las gestalts abiertas y conseguir que nuestros patrones vayan
transformándose, dejando de manipular, haciéndonos más libres al abrirnos a la
posibilidad de elegir lo que queremos para nosotros y enfrentarnos a aquello que nos
toca vivir de un modo más pleno e integrado, teniendo en cuenta todas sus vicisitudes.

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Para terminar, unas citas del maestro Claudio Naranjo:
“Conocerse a sí mismo es conocer al falso ser, a ese idiota que llevamos dentro
que constantemente nos hace sufrir. Cuando uno logra verlo, está comenzando a
hacerse sabio. Es duro el autoconocimiento pero es importante saber lo que uno
experimenta, tener conciencia de lo que se siente”.
“El cambio interior es un trabajo, una disciplina. Es necesario trabajar por nuestro
progreso. El esfuerzo tiene mucho que ver con estar dispuesto a sufrir, a mirar lo
doloroso y torcido que hay en uno. Después de esa etapa, que es terapéutica, viene un
nuevo nacimiento. Nace el ser verdadero de uno mismo, que sabe vivir. Estar sano es
sentir el bienestar de ser”.

BIBLIOGRAFÍA
Martín, Á. (2006). Manual práctico de Psicoterapia Gestalt (11 ed.). Bilbao:
Desclée de Brouwer, S.A.
Naranjo, C. (1990). La vieja y novísima Gestalt. Actitud y práctica (1 ed.).
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Chile: Cuatro Vientos.
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