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Publicado en Grosman Cecilia (directora), Videtta Carolina (coordinadora), Derechos

personalísimos de niños, niñas y adolescentes y en especial sus derechos a la salud y al


cuidado del propio cuerpo, Tomo II, pp. 157-220, Rubinzal Culzoni, Santa Fe.

ADOLESCENTES Y JÓVENES SIN CUIDADOS PARENTALES…. ¿Y SIN


DERECHOS? DE LA TRANSICIÓN DEL SISTEMA DE CUIDADOS
ALTERNATIVOS A LA AUTONOMÍA Y LA VIDA ADULTA

Carolina A. Videtta1

I. Introducción
El objetivo propuesto en el presente trabajo 2 es abordar la problemática que enfrentan
los adolescentes y jóvenes3 que se encuentran institucionalizados -por haber sido adoptada
una medida de protección excepcional de derechos-, cuando llegan a los 18 años, edad en
que finalizan las políticas de protección para este grupo por parte del Estado.

Debido a que la mayor parte de los adolescentes que egresan de las instituciones por
cumplir la mayoría de edad no lo hace por una decisión en relación a su momento madurativo
particular, sino por una norma general: “tener 18 años”, sólo una pequeña proporción cuenta
con un proyecto de vida autónoma y con preparación para la vida adulta al momento del
egreso.

Sumado a ello, se observa la ausencia de normas y políticas públicas destinadas al


auto-valimiento que deberían ofrecerse desde el Estado, en un contexto económico y social

1
Abogada, especialista en Derecho de Familia (UBA). Maestranda en Derecho de Familia, Infancia y
Adolescencia. Doctoranda en Derecho (UBA). Becaria doctoral UBACyT. Docente (UBA).
2
El presente trabajo recoge algunos de los avances de investigación y proyecto de tesis doctoral que vengo
realizando como becaria doctoral de la UBACyT y doctoranda en Derecho UBA; asi como el trabajo final
presentado en el marco de la carrera de especialización en Derecho de Familia de la Facultad de Derecho de la
UBA. Los cuales han sido expuestos en el Primer Congreso Doctoral Internacional sobre “Desafíos Globales
para la Democracia”, Proyecto de Fortalecimiento de la Internacionalización del Doctorado en Derecho, UCH-
1566, de la Facultad de Derecho de la Universidad de Chile.
3
El uso de un lenguaje que no marque diferencias discriminatorias entre hombres y mujeres es una de las
preocupaciones de la autora. Sin embargo, no existe acuerdo entre los lingüistas sobre la forma de resolver este
dilema en español. Con el fin de evitar la sobrecarga que supondría marcar léxicamente la diferencia genérica,
optó por emplear la sigla NNyA (niños, niñas y adolescentes) junto con el masculino genérico clásico. Se
sobreentiende que todas las menciones a “niños” y “adolescentes” representan siempre a niños, niñas y
adolescentes.

1
poco inclusivo para la juventud. ¿Podemos pensar que a los 18 años los adolescentes están
en condiciones de autosustentarse? La mayoría de edad, ¿supone una independencia
económica? En las instituciones de cuidado donde se encuentran alojados los adolescentes,
¿los preparan para una vida independiente en sociedad? ¿Provén a los adolescentes de
programas de trabajo, formación profesional, de oficios? Estas son algunas de las preguntas
que nos hacemos y que intentaremos ir abordando en el desarrollo del trabajo.

El análisis lo haremos desde la mirada del derecho internacional de los derechos


humanos, partiendo del derecho a la vida familiar que titularizan los niños, niñas y
adolescentes (en adelante, NNyA) y fundamentalmente desde el principio constitucional-
convencional de igualdad y no discriminación.

En este sentido, desarrollaremos las disposiciones de derecho interno adoptadas por


el Estado argentino y, en particular, analizaremos las normas del Código Civil y Comercial
(CCyC o Código), respecto al tema que nos compete, además de revisar el derecho
comparado. Luego, nos referiremos a la Ley Nacional 27.364 sancionada el 31 de mayo de
2017 que crea el “Programa de acompañamiento para el egreso de jóvenes sin cuidados
parentales”, que contempla la situación de los adolescentes y jóvenes sin referentes
familiares que por distintos motivos, no pudieron insertarse en un ámbito familiar
contenedor. Como cierre aportaremos algunas reflexiones sobre el tema que nos convoca.

Pero, antes de continuar en la lectura, invito al lector a pensar en su propia transición


de la adolescencia a la vida adulta. Como disparador, propongo reflexionar a qué edad se fue
de la casa de sus progenitores; pudo hacerlo solo o recibió ayuda; en ese caso, de quién, en
tiempos de dificultad ¿pudo volver? Ahora sí, ya estamos en condiciones de avanzar en la
lectura.

II. Punto de partida


Las personas menores de edad son sujetos de derecho. Ello, implica reconocer que
tienen todos los mismos derechos que tenemos los adultos más un plus de protección especial
por estar en una etapa de desarrollo, inmadurez e inexperiencia (conf. art. 19 de la
Convención Americana de Derechos Humanos). Diversos instrumentos internacionales de
derechos humanos, como la Declaración Universal de Derechos Humanos, el Pacto
Internacional de Derechos Civiles y Políticos, el Pacto de Derechos Económicos, Sociales y

2
Culturales, entre otros, contienen un vasto número de derechos esenciales para la protección
de la niñez y la adolescencia4.

De todas maneras, cuando se trata de los derechos de NNyA, el cuerpo legal universal
más relevante es la Convención de los Derechos del Niño (CDN o Convención), que
constituye el marco mínimo de reconocimiento y respeto de los derechos de los NNyA y que
combina en un sólo tratado los derechos civiles y políticos, económicos, sociales y culturales,
considerándolos como interdependientes y complementarios para asegurar la protección
integral de NNyA. El impacto que ha tenido la CDN ha sido muy importante, siendo el
instrumento internacional específico de protección de derechos humanos que ha gozado de
mayor aceptación y reconocimiento internacional 5.

La Convención, de la misma forma que otros instrumentos de derechos humanos,


orienta y limita a los Estados partes y le impone deberes que suponen la creación de las
condiciones jurídicas, institucionales, sociales y económicas para garantizar el pleno goce y
ejercicio de los derechos reconocidos en ella.

Cuando los Estados ratifican un tratado internacional asumen el deber de asegurar la


efectividad de los derechos allí reconocidos con todos los medios a su alcance. (conf. art. 26
del Convenio de Viena sobre el Derecho de los Tratados6). Por ello, no sólo deben abstenerse
de interferir en el ejercicio de los derechos individuales sino que tienen, además, el deber
inexcusable de realizar prestaciones positivas, de manera que el ejercicio de aquellos no se
torne ilusorio. Al respecto el Comité de Derechos del Niño, en su Observación General Nro.
5 sostuvo que la revisión general de toda la legislación interna y las directrices

4
El Preámbulo de la Convención de los Derechos del Niño dice que “Teniendo presente que la necesidad de
proporcionar al niño una protección especial ha sido enunciada en la Declaración de Ginebra de 1924 sobre los
Derechos del Niño y en la Declaración de los Derechos del Niño adoptada por la Asamblea General el 20 de
noviembre de 1959 y reconocida en la Declaración Universal de Derechos Humanos, en el Pacto Internacional
de Derechos Civiles y Políticos (en particular, en los artículos 23 y 24), en el Pacto Internacional de Derechos
Económicos, Sociales y Culturales (en particular, en el artículo 10) y en los estatutos e instrumentos pertinentes
de los organismos especializados y de las organizaciones internacionales que se interesan en el bienestar del
niño”.
5
Morlachetti, Alejandro (2013), Sistemas nacionales de protección integral de la infancia: fundamentos
jurídicos y estado de aplicación en América Latina y el Caribe, CEPAL, p. 9.
6
Art. 26. "Pacta sunt servanda". Todo tratado en vigor obliga a las partes y debe ser cumplido por ellas de buena
fe.

3
administrativas conexas para garantizar el pleno cumplimiento de la Convención constituyen
una obligación ineludible de los Estados.

La CDN fue aprobada por nuestro país por la Ley Nacional 23.849 el día 21/9/1990,
e incorporada a la Constitución Nacional, adquiriendo jerarquía constitucional, con la
Reforma de 1994 conf. art. 75, inc. 22. En este sentido y siguiendo la doctrina constitucional
contemporánea, “la tradicional pirámide jurídica de Kelsen, en cuyo vértice se aloja la
Constitución, comparte el “trono normativo” con otras herramientas legales bajo el concepto
de un “bloque de la constitucionalidad federal”, convirtiendo a dicha figura geométrica en un
trapecio. De esta manera no sólo prima en el orden jurídico interno la Constitución y los
tratados internacionales de derechos humanos que aquella jerarquiza —sea de manera
originaria o derivada—, sino también las opiniones consultivas y sentencias emanadas de la
Corte Interamericana de Derechos Humanos”7, siendo de aplicación directa en el
ordenamiento jurídico nacional so pena de incurrirse en responsabilidad internacional de
conformidad con lo dispuesto en el art. 27 del Convenio de Viena sobre el Derecho de los
Tratados.

Con el objetivo de garantizar el ejercicio y disfrute pleno, efectivo y permanente de


todos los derechos de NNyA, el Estado argentino sancionó en 2005 la Ley Nacional 26.061
de Protección Integral de Derechos de las Niñas, Niños y Adolescentes. Lo que produjo un
quiebre de paradigma en la historia jurídica de la niñez, dejándose atrás la concepción
paternalista propia de la llamada doctrina de la “situación irregular” o modelo tutelar, que
consideraba a los niños como “menores”, “incapaces” y “objeto” de protección y
representación por parte de sus progenitores –o demás representantes legales- y el Estado8.

7 Herrera, Marisa. “Ensayo para pensar una relación compleja: Sobre el régimen jurídico de la capacidad civil
y representación legal de niños, niñas y adolescentes desde el principio de autonomía progresiva en el derecho
argentino”, p. 1. Disponible en http://www.derecho.uba.ar/investigacion/investigadores/publicaciones/herrera-
ensayo_para_pensar_en_justicia_y_derechos.pdf . Al respecto y por única vez, para evitar la reiteración en cada
cita, aclaremos que todos los hipervínculos citados en este documento fueron consultados por última vez el día
4/8/17.
8
El eje normativo de este Sistema ha sido la ley 10.903 de “Patronato del Estado” sancionada en 1919, y
conocida como “Ley Agote”. Esta norma permitía la disposición de los “menores” como “objeto” de tutela por
parte del Estado a través del Poder Judicial, mediante un proceso tutelar dirigido por un juez con facultades
prácticamente omnímodas, signado por la negación de los principios, derechos y garantías del debido proceso
reconocidos constitucionalmente a los adultos en las mismas condiciones. Conf. Gil Dominguez, A., Famá,
María V., Herrera, Marisa, Ley de Protección Integral de Niñas, Niños y Adolescentes, Ed. Ediar, Bs.as, 2012,
p. 16.

4
La ley 26.061, además de reconocer derechos, establece lo que se conoce como
“sistema de protección”, inaugurando una nueva relación entre niñez, Estado, Derecho y
Familia9.

Existen diversas definiciones respecto a qué es un sistema de protección de la


infancia. Unicef ha definido, que los sistemas de protección comprenden un conjunto de
leyes, políticas y servicios necesarios en todos los ámbitos sociales —especialmente en el
ámbito del bienestar social, la educación, la salud y la justicia— para apoyar la prevención
de los riesgos relacionados con la protección y la respuesta en este sentido 10. Según el
Instituto Interamericano del Niño, un sistema de protección integral es básicamente un diseño
organizacional y operativo concebido para la implementación de las políticas públicas de
infancia y adolescencia, que tiene como paradigma la CDN. Este sistema trata de estructurar
y sistematizar el relacionamiento entre todos los actores a los efectos de dar efectividad a los
derechos reconocidos en la CDN11. Más allá de las diferentes definiciones, el art. 32 de la ley
dispone que, el sistema de protección integral de derechos está conformado por órganos,
entidades, mecanismos e instancias a nivel nacional, regional y local orientados a respetar,
promover, proteger, restituir y restablecer los derechos de los NNyA y reparar el daño ante
la vulneración de los mismos establecidos por la legislaciones nacionales de infancia.

Este sistema de protección tiene el objetivo, entre otros, de garantizar el derecho de


los NNyA a vivir en familia como el mejor ámbito para el desarrollo de sus capacidades. Así,
ante una situación de amenaza o vulneración de los derechos de los NNyA en su núcleo
familiar el Estado debe mediante medidas de protección asistir a las familias para que éstas
puedan ejercer sus responsabilidades de crianza. Aquellas van desde lograr el fortalecimiento
familiar, a través de medidas que la doctrina ha denominado “medidas ordinarias de
protección de derechos”12, tendientes a mantener al niño con su familia mediante la

9
Conf. Beloff, Mary (2000), Presentación al libro Derecho, infancia y familia, Mary Beloff (compiladora),
Gedisa, Barcelona, 2000, p. 11.
10
UNICEF (2008), Estrategia de Protección de la Infancia del UNICEF, E/ICEF/2008/5/Rev.1 2008 pág. 12.
11
Instituto Interamericano del Niño (2002), La Planificación de Políticas de Infancia en América Latina. Hacia
un Sistema de Protección Integral y una Perspectiva de Derechos, 2002, Montevideo, Uruguay.
12
Art. 37. Medidas de protección. Comprobada la amenaza o violación de derechos, deben adoptarse, entre
otras, las siguientes medidas: a) Aquellas tendientes a que las niñas, niños o adolescentes permanezcan
conviviendo con su grupo familiar; b) Solicitud de becas de estudio o para jardines maternales o de infantes, e
inclusión y permanencia en programas de apoyo escolar; c) Asistencia integral a la embarazada; d) Inclusión
de la niña, niño, adolescente y la familia en programas destinados al fortalecimiento y apoyo familiar; e)

5
implementación de algún programa de política social, hasta en situaciones excepcionales y
siempre que se hayan realizado todas las acciones previas, separar al niño o adolescente de
su núcleo familiar, a través de la implementación de medidas de tipo “excepcional”13, las
cuales son adoptadas por el órgano administrativo con un posterior control de legalidad por
parte del poder judicial. Estas medidas deben ser limitadas en el tiempo y sólo se pueden
prolongar mientras persistan las causas que les dieron origen, además, la falta de recursos
materiales de los padres, de la familia, de los representantes legales o responsables de los

Cuidado de la niña, niño y adolescente en su propio hogar, orientando y apoyando a los padres, representantes
legales o responsables en el cumplimiento de sus obligaciones, juntamente con el seguimiento temporal de la
familia y de la niña, niño o adolescente a través de un programa; f) Tratamiento médico, psicológico o
psiquiátrico de la niña, niño o adolescente o de alguno de sus padres, responsables legales o representantes; g)
Asistencia económica. La presente enunciación no es taxativa.
13
Art. 39 de la ley 26.061 —mediante un tipo jurídico abierto- regula las denominadas medidas excepcionales,
que de modo restrictivo y bajo ciertas circunstancias especiales pueden dictar los organismos administrativos y
cuyo elemento o particularidad reside en la separación de un niño de su grupo familiar de origen. El texto de
los articulados de la ley referidos a las medidas excepcionales (arts. 39 a 41 inclusive) permite advertir la causa,
el objeto y la naturaleza de este tipo de medidas. Las causas que posibilitan la adopción de estas medidas son
aquellos supuestos fácticos donde los niños, niñas y adolescentes deberían estar temporal o permanentemente
privados de su medio familiar. El objeto de ellas debe estar orientado a la cesación de la violación o amenaza
de conculcación (por acción u omisión) de los derechos subjetivos y colectivos de los niños, niñas y
adolescentes, como así también, la reparación de los daños que pueden haberse impetrado. La naturaleza se
relaciona con su limitación temporal, donde rige el concepto de que lo distinto a lo normal no puede ser
permanente y por ende, su fin último es posibilitar que con la adopción de esta clase de medidas se pueda
regresar a la normalidad. En otros términos, que estas medidas sólo pueden prolongarse siempre y cuando
persistan las causas (excepcionales) que las justificaron. A su vez en este marco cabría distinguir tres tipos de
situaciones fácticas que darían lugar a la separación de un niño de su familia: 1) aquellas que instan la separación
transitoria, por lo cual y de conformidad con el derecho a vivir y/o permanecer en la familia de origen, se deberá
focalizar la intervención hacia el reintegro o regreso del niño a su familia en un sentido amplio de conformidad
con el art. 7 del dec. 415/2006, es decir, abarcativo de los progenitores, algún miembro de la familia ampliada
o referente afectivo; b) aquellas situaciones excepcionalísimas que dan lugar a la decisión de separar en forma
permanente al niño de su núcleo familiar (por ejemplo, situaciones de abuso sexual o abandono de un niño en
la vía pública); y c) los supuestos fácticos donde ellas comienzan siendo advertidas como causa de separación
transitoria, pero dicha provisionalidad se sostiene en el tiempo, culminándose en una separación permanente a
través de la figura de la adopción (art. 311 y sgtes. Código Civil)” Gil Domínguez, Andrés, Herrera Marisa y
Famá, María Victoria, (2007), “Las medidas excepcionales previstas en la ley 26.061 Protección Integral de
Derechos de los Niños, Niñas y Adolescentes” La Ley 2007-D, 876. Para profundizar sobre este tipo de medidas
compulsar entre tantos otros: Herrera, Marisa y Famá, María Victoria (2008), “Medidas cautelares, medidas de
protección y medidas excepcionales. Una tensión latente en el cruce entre las leyes de violencia familiar y las
leyes de protección integral de derechos de niñas, niños y adolescentes”, Revista Interdisciplinaria de Doctrina
y Jurisprudencia. Derecho de Familia, nro. 39, Lexis Nexis- Abeledo Perrot, Buenos Aires, 2008, p. 19 y ss.;
Fernández, Silvia E. (2015), “Medidas de protección de derechos y adopción. La complejidad en la articulación
y el Código Civil y Comercial”, RCCyC 2015 (noviembre), 29; Burgués, Marisol - Salituri Amezcua, Martina
- Santobuono, Anabella F. (2014), “Impacto de la reforma civil y comercial en la adopción. Implicancias de y
en la protección integral de los derechos de niños, niñas y adolescentes”, 23/12/2014, MJDOC-7031-AR |
MJD7031; Murganti, María Belén y Crespi Drago, Alejandra (2015), “Las medidas de protección como fuente
de legitimidad de los procesos de separación de los niños de sus familias”, en Tratado de Derechos de Niños,
Niñas y Adolescentes, Fernández Silvia E. (Directora), tomo II, Abeledo Perrot, Buenos Aires, 2015, p. 1359-
1378.

6
mismos, sea circunstancial, transitoria o permanente, no debe autorizar nunca la separación
de su familia nuclear, ampliada o con quienes mantenga lazos afectivos, ni su
institucionalización.

A continuación, intentaremos plasmar la situación actual de nuestro país, a fin de


analizar si se cumple con lo previsto en el texto de la ley y, en ese caso, con qué alcance.

III. Adolescentes y jóvenes sin cuidados parentales. La dimensión del


problema
Adolescentes y jóvenes sin cuidados parentales son aquellos que han sido separados
de su familia de origen, nuclear y/o extensa o de sus referentes afectivos y/o comunitarios
por haber sido dictada una medida de protección excepcional de derechos conforme los arts.
33 y siguientes de la ley 26.061 y sus pares locales. Esta definición es aportada por Unicef
que se asienta en instrumentos internacionales, sin embargo varias voces se alzan en contra
de la denominación ya que en rigor de verdad no se trata de jóvenes sin cuidados, remarcando
la necesidad de definir las cosas por su lado positivo en vez de hacerlo por su aspecto o
condición negativa, por ello hay denominaciones alternativas como: “NNyA bajo cuidado
del Estado, “jóvenes en sistema de cuidados institucionales" o "jóvenes en sistemas de
cuidado estatal", entre otros. En el presente trabajo utilizaremos cualquiera de ellas de manera
indistinta.

Según un estudio realizado por la Secretaría Nacional de Niñez, Adolescencia y


Familia, el Consejo Federal de Niñez, Adolescencia y Familia, y Unicef14 en 2011 había en
nuestro país 14.675 NNyA sin cuidado parental de los cuales casi la mitad (49%) residía en
Buenos Aires y en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA), en los distintos
dispositivos de acogimiento, dependientes tanto del nivel nacional como en cada una de las
jurisdicciones. Con respecto a la edad, la mayoría de la población eran adolescentes, entre 13
y 18 años (45%) mientras que el 29% tenía entre 6 y 12 años, y el 26% eran niños y niñas de
entre 0 y 5 años. De esta población de adolescentes, el 28 % egresaba de las instituciones por

14
UNICEF-SENNAF (2012), Situación de Niños, Niñas y Adolescentes sin Cuidados Parentales en la
República Argentina. Relevamiento nacional y propuestas para la Promoción y el Fortalecimiento del Derecho
a la Convivencia Familiar y Comunitaria. Primera edición, junio 2012, Buenos Aires, Argentina, p.24 y ss.

7
haber alcanzado la mayoría de edad, pero sólo el 7% lo hacía con un proyecto de vida
autónomo, y el otro 20 % sin haber podido lograr un proyecto propio.

Esta realidad parece haberse modificado ya que un nuevo relevamiento llevado a cabo
en 201415 demuestra que en la actualidad hay un total nacional de 9.219 NNyA en dicha
condición, es decir que existe una reducción de un 37% en la cantidad de NNyA sin cuidados
parentales. La proporción mayor de NNyA sigue residiendo en la provincia de Buenos Aires
y CABA (45,8%). Respecto a la edad, también podemos observar algunos cambios en
comparación al relevamiento anterior, ya que la franja etaria de NNyA de entre 6 y 12 años
se incrementó un 11%, mientras que los niños y niñas de entre 0 a 5 años presentan en el
2014 una disminución en términos porcentuales del 2%.

Finalmente en relación a los adolescentes se registró una disminución de alrededor


del 9% respecto de 2011, es decir 36%. Con relación a las cusas de egreso de los adolescentes,
se registra que el 12,1% lo hace por haber alcanzado la mayoría de edad y cuenta con un
proyecto de vida autónomo, mientras que resta aún un 8,2% de jóvenes que alcanzaron la
mayoría de edad dentro de la institución y egresan sin haber podido lograr un proyecto
propio, de preparación para la vida adulta que comienza a los 18 años. Entre las causas,
se encuentra la ausencia de dispositivos y herramientas de auto-valimiento que deberían
ofrecerse desde el Estado16.

Las principales causas de ingreso de NNyA carentes de cuidado parental son la


violencia y el maltrato. En el 2011, el porcentaje de ingresos por estos motivos fue del 44%,
en tanto en el año 2014 se registró que ingresaron por esta causa un 52,06% lo que representa
un aumento del 8,06%. Muchos de ellos ingresan en edades muy tempranas, teniendo un
recorrido institucional extenso, sin que puedan darse las condiciones de egreso,
permaneciendo hasta la mayoría de edad.

15
UNICEF-SENNAF (2015), Situación de Niños, Niñas y Adolescentes sin Cuidados Parentales en la
República Argentina. Relevamiento nacional- Actualización 2014. Primera edición, noviembre 2015, Buenos
Aires, Argentina, p. 14 y ss.
16
Informe DONCEL/FLACSO/UNICEF (2015), Construyendo autonomía. Un estudio entre pares sobre la
transición a la vida adulta de jóvenes sin cuidados parentales, 2015, Buenos Aires, Argentina.

8
Se observa en el relevamiento 2014 que las medidas de excepción en términos
porcentuales son tomadas en el 65% de los casos por el organismo de aplicación que depende
del Poder Ejecutivo, lo que implicaría un mejor posicionamiento de los órganos de protección
y un avance en el cumplimiento de los marcos normativos de cada provincia (3% de
incremento). Sin embargo un 35% continúa siendo por medio del Poder Judicial de manera
directa, en contraposición a lo establecido por ley 26.061. A su vez, la mayoría de los NNyA
permanecen en instituciones que muchas veces ni siquiera son públicas, sino privadas (5.135
NNyA permanecen alojados en instituciones privadas, mientras que sólo 2.570 de ellos
permanece en instituciones de carácter públicas), sobre las cuales los estados provinciales no
tienen control directo y por más tiempo del permitido por la ley (180 días según el art. 607
del CCyC).

En este punto, es importante señalar, que el paso del tiempo no es inocuo, sino que
puede sentenciar y, el incumplimiento de las obligaciones por parte del Estado, mientras los
NNyA ven afectados sus derechos humanos como consecuencia de su permanencia
prolongada en contextos de institucionalización, lo puede llevar a incurrir en responsabilidad
internacional, como se desarrollará más adelante.

Retomando las causas de la institucionalización, la realidad demuestra que, la falta de


recursos de los progenitores sigue siendo el principal motivo. Ello, a pesar de que la ley
26.061 –como vimos- expresamente prevé en la última parte del art. 33 que: “La falta de
recursos materiales de los padres, de la familia, de los representantes legales o responsables
de las niñas, niños y adolescentes, sea circunstancial, transitoria o permanente, no autoriza
la separación de su familia nuclear, ampliada o con quienes mantenga lazos afectivos, ni su
institucionalización”17.

Desde las Directrices sobre las Modalidades Alternativas de Cuidado de los Niños18,
se establece como uno de sus ejes centrales el principio de necesidad. Este principio hace
referencia al papel preventivo que tiene la legislación nacional y la necesidad de contar con
recursos sociales que apunten a evitar la separación del NNyA de su familia.

El destacado nos pertenece.


17
18
Naciones Unidas, Directrices sobre las modalidades alternativas de cuidado de los niños, A/RES/64/142,
Nueva York, 24 de febrero de 2010.

9
Sin embargo, de las intervenciones de las Defensorías Zonales de Protección de
Derechos (organismo administrativo de CABA), se puede observar que en las zonas con
mayores índices de pobreza (sur de la ciudad) se concentran la mayor cantidad de
intervenciones entre julio de 2013 y octubre de 201619. Si bien no todas las intervenciones
terminan en medidas de protección que implican la separación familiar, se da una relación
directamente proporcional entre la cantidad de casos atendidos y la cantidad de medidas
excepcionales dictadas por cada Defensoría.

Lamentablemente, más allá de lo que expresa el espíritu de la ley, la gran mayoría de


los NNyA que ingresan a los dispositivos de cuidado alternativo 20 son aquellos que provienen
de los sectores más vulnerables. En este contexto de situación, resultan poco alentadores los
datos de un estudio21 presentado recientemente en el cual se expresa que en Argentina el
29,7% de las personas está en situación de pobreza. Sin embargo, si este análisis se remite a
hogares donde residen NNyA este porcentaje asciende al 47,7% (18 puntos porcentuales más
que la pobreza en general). El mismo estudio expresa que la pobreza extrema, por su parte,
afecta al 10,8% de los NNyA del país, frente al 5,6% de la población general.

En tanto esta situación no se modifique y la prevención de la pérdida del cuidado


familiar no se constituya como un eje central de política pública, los servicios de protección
de derechos continuarán desarrollando intervenciones que independientemente de la
situación particular de vulneración de derechos que amerite la separación familiar de un
NNyA, la variable en común será la condición de pobreza que impide el acceso a otros bienes
y servicios que podrían evitar tal separación.

19
Los registros actuales arrojan sensibles diferencias entre las Defensorías Zonales en cuanto al total de
intervenciones a su cargo. Las Defensorías ubicadas en las zonas con mayores índices de pobreza concentran
algo más de una tercera parte del total (36%) durante el 2015 (Fuente: Consejo de Derechos de Niños Niñas y
Adolescentes de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Información extraída del sistema Legajo Único. Año
2015, p. 12 y 13)
20
Refiere a los espacios, dispositivos residenciales o familiares en que permanecen los niños, niñas y
adolescentes mientras están separados de sus familias por una medida administrativa o judicial tomada por el
Estado. Estos espacios deben garantizar todos los derechos de los NNyA y promover su desarrollo integral y
armonioso. Ver al respecto Naciones Unidas, Directrices sobre las modalidades alternativas de cuidado de los
niños, A/RES/64/142, Nueva York, 24 de febrero de 2010 y Comisión Interamericana de Derechos Humanos,
Derecho del niño y la niña a la familia. Cuidado alternativo. Poniendo fin a la institucionalización en las
Américas, OEA/Ser.L/V/II. Doc.54/13. Washington DC, 17 octubre 2013, entro otros.
21
UNICEF y IELDE (2017), La pobreza monetaria en la niñez y la adolescencia en Argentina, Junio de 2017,
Buenos Aires, Argentina, p. 4.

10
Es preciso agregar que, no existe un registro nacional de NNyA institucionalizados,
que tenga información en cuanto a la cantidad de NNyA, que se encuentran alojados en
dispositivos convivenciales. Como así tampoco motivos de pertinencia, duración de las
medidas adoptadas, cantidad de renovaciones, egresos, por lo que su control a nivel general
resulta dificultoso. Durante 2016 se aprobó en CABA la ley que crea el Sistema Integrado de
Indicadores de Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes22, cuya finalidad es proveer
información integral, relevante, mensurable, confiable y oportuna sobre la situación de la
niñez y adolescencia en CABA, según reza el art. 1. Se define a los indicadores de derechos
de NNyA como aquellas variables estadísticas que permiten medir y cuantificar el acceso de
dicha población a sus derechos (conf. art. 2). La Dirección General de Estadísticas y Censos
de CABA es la autoridad de aplicación de la presente ley. Entre sus principales objetivos
figuran: ofrecer información centralizada, válida, relevante, comparable y oportuna sobre la
situación de la niñez y la adolescencia en CABA; el seguimiento y evaluación de las políticas
destinadas a la población infantil y adolescente, orientada a detectar problemas y medir los
alcances de su cobertura, calidad y contenido; aportar insumos a los organismos locales,
nacionales e internacionales vinculados con la defensa, promoción y protección de los
derechos de NNyA; garantizar el acceso a la información de manera directa y simple. Sin
embargo, hasta el presente no se ha procedido a reglamentar esta ley y por lo tanto no se ha
creado dicho sistema.

En este sentido, cabe mencionar que existe a nivel nacional el Sistema Integrado de
Información sobre las Políticas Públicas dirigidas a la Niñez, la Adolescencia y la Familia
(SIIPPNAF) que funciona en el marco de la Secretaría Nacional de Niñez, Adolescencia y
Familia. Así como la Provincia de Buenos Aires que cuenta con el Registro Estadístico
Unificado de Niñez y Adolescencia – R.E.U.N.A- . Sin embargo, es preciso señalar que
ambos registros no son públicos.

Asimismo, son limitados los datos acerca de la trayectoria de los jóvenes una vez que
egresan de las instituciones de cuidado. También es escaso el conocimiento acerca de otros
aspectos, como por ejemplo: si están preparados para desempeñarse en la vida adulta al
momento de egresar, qué oportunidades y herramientas tienen para el ejercicio efectivo de

22
Mediante Ley 5463, publicada en el B.O.: 13-ene-2016

11
sus derechos, cuáles son sus temas de interés, anhelos, preocupaciones, expectativas sobre el
futuro, entre otros.

Esto no es un dato menor, ya que refleja la falta de control y seguimiento por parte
del Estado de cuál es la realidad con la que se encuentran los NNyA sin cuidados parentales
y, bajo protección del propio Estado una vez que egresan del sistema de cuidados alternativos
por haber alcanzado la mayoría de edad.

Esta falta de información –y claramente de interés-, torna imposible la visibilización


de los problemas con los que se enfrentan los adolescentes y jóvenes al momento del egreso,
en aquellos casos en que no han podido regresar con su familia de origen o ampliada, ni han
podido insertarse en un grupo familiar alternativo. Pudiendo reflejarse un abandono estatal
elocuente.

IV. Derechos de las niñas, niños y adolescentes a la autonomía progresiva y


preparación a la vida adulta
El sistema de protección y promoción de derechos de NNyA que crea a nivel nacional
la ley 26.061, se asienta en tres principios, derechos en sí mismos, que establecen un límite
a lo que los adultos deciden sobre ellos. En este sentido, el art. 3 de la CDN 23 sostiene que
en todas las medidas concernientes a los niños y adolescentes “una consideración primordial
a que se atenderá será el interés superior del niño”.

Es sabido, que la CDN no definió qué es lo que se entiende por el “interés superior
del niño”, sino que se limitó a determinar que será un principio que va a regir y condicionar
cualquier decisión –tanto administrativa como judicial- que se adopte sobre un NNyA. Esto
ha dado lugar a diversas interpretaciones, tal es así, que la Corte Interamericana emitió la
Opinión Consultiva nro. 17 sobre la Condición Jurídica del Niño. Allí, sostuvo que dicho
interés debe ser entendido “como la premisa sobre la cual se debe interpretar, integrar y

23
Se recomienda compulsar para ahondar en este principio, entre muchos otros: Gil Domínguez, Andrés, Fama,
María Victoria y Herrera Marisa (2007), Ley de Protección Integral de Niñas, niños y adolescentes. Derecho
Constitucional de Familia, Buenos Aires, Ediar, p.79 y s.s.; Cillero Bruñol, Miguel, El interés superior del niño
en el marco de la convención internacional sobre los derechos del niño, disponible en
http://surargentina.org.ar/material-
interes/material/09_material_complementario/03_el_interes_superior_del_nino_convencion_sobre_derechos_
nino_cille.pdf; Pérez, Agustina, Sobre cómo debe interpretarse el interés superior del niño previsto en Código
Civil y Comercial a la luz de los estándares internacionales, disponible http://www.nuevocodigocivil.com/wp-
content/uploads/2016/07/Inter%C3%A9s-superior-del-ni%C3%B1o-Agustina-P%C3%A9rez.pdf

12
aplicar la normativa de la niñez y la adolescencia, y que, constituye, por ello, un límite a la
discrecionalidad de las autoridades en la adopción de decisiones relacionadas con los niños”.
Agregando que, “se funda en la dignidad misma del ser humano, en las características propias
de los niños, y en la necesidad de propiciar el desarrollo de éstos, con pleno aprovechamiento
de sus potencialidades, así como en la naturaleza y alcances de la CDN”.

Ahora bien, la ley 26.061 fue más allá que la CDN y sí definió que entiende por dicho
principio. De esta manera, el art. 3 reza: “A los efectos de la presente ley se entiende por
interés superior de la niña, niño y adolescente la máxima satisfacción, integral y simultánea
de los derechos y garantías reconocidos en esta ley”. Agregando en el último párrafo del
mismo que: “Cuando exista conflicto entre los derechos e intereses de las niñas, niños y
adolescentes frente a otros derechos e intereses igualmente legítimos, prevalecerán los
primeros”.

Nuestro máximo tribunal, tiene dicho al respecto que “El interés superior del niño es
un concepto abierto, debiendo los jueces asignarle contenidos precisos y dar buenos
fundamentos acerca de la selección que realicen para no caer en un uso antifuncional de sus
facultades discrecionales. Para ello será necesario la intervención de especialistas quienes
han de transmitir al tribunal las comprobaciones y resultados de su actividad 24”.

Como dijimos, la Convención instauró una nueva concepción de la infancia y la


adolescencia, basada en el reconocimiento explícito del niño como sujeto de derecho, en
oposición a la idea de menor definido a partir de su incapacidad jurídica. Ahora bien, no basta
con reconocer que los NNyA son sujetos de derechos, sino que estamos obligados a pensar
desde cuándo y de qué manera pueden ejercer esos derechos de los que decimos que son
titulares. Es aquí, donde se hace necesario analizar el art. 5 de la CDN que contiene el
principio de la autonomía progresiva25, al disponer que “Los Estados Partes respetarán las

24
Corte Suprema de Justicia de la Nación, 14/9/2010, fasc.9, 2010-IV-38.
25
Para ahondar sobre este principio troncal en la materia se recomienda consultar, solo por nombrar algunos:
Kemelmajer de Carlucci, Aída, Herrera, Marisa, Lamm, Eleonora, Fernández, Silvia (2015), “El principio de
autonomía progresiva en el Código Civil y Comercial. Algunas reglas para su aplicación”, Infojus, disponible
en http://www.nuevocodigocivil.com/wp-content/uploads/2015/08/Para-comprender-el-principio-de-
autonom%C3%ADa-progresiva-y-CCyC-version-final-con-bibliograf%C3%ADa-version-ampliada.pdf,;
Fernández, Silvia (2015), “La responsabilidad parental en el Código Civil y Comercial. ¿Cuánto de autonomía
progresiva? Construyendo equilibrios, Sup. Esp. Nuevo Código Civil y Comercial de la Nación. Familia, op.
cit., p. 181, Cita Online: AR/DOC/1304/2015; Highton de Nolasco, Elena (2015), “Los jóvenes o adolescentes

13
responsabilidades, los derechos y los deberes de los padres o, en su caso, de los miembros de
la familia ampliada o de la comunidad, según establezca la costumbre local, de los tutores u
otras personas encargadas legalmente del niño de impartirle, en consonancia con la evolución
de sus facultades, dirección y orientación apropiadas para que el niño ejerza los derechos
reconocidos en la presente Convención”. Es decir, reconoce que los padres son los principales
responsables de los NNyA, aunque no los únicos, -pensemos en la situación de NNyA sin
cuidados parentales-, serán los adultos que se encuentran a su cuidado. Ya sea para los
progenitores como para otros adultos responsables de los NNyA, esa responsabilidad no es
absoluta, sino que encuentra un límite, que está dado por la evolución de las facultades de
aquellos.

Dicho principio se encuentra íntimamente vinculado, con el Preámbulo de la


Convención, que establece la obligación que tenemos los adultos para con los niños:
“prepararlos para una vida independiente en sociedad”. La autonomía no es algo que se
adquiera de un día para otro, poniendo un ejemplo muy simple pero muy claro, no es que el
adolescente a los 18 años y un día puede ejercer todos los derechos y veinticuatro horas
previas a alcanzar la mayoría de edad no pueden ejercer ninguno de sus derechos. Es decir,
la autonomía es algo que se va construyendo día a día y que encuentra íntima relación con la
edad y el grado de madurez de cada NNyA.

El término autonomía, del griego autos que significa "mismo" y nomos que significa
"regla", "gobierno", "ley", hace referencia a la capacidad para auto-gobernarse, para decidir
libre y voluntariamente sobre la propia vida. Se trata de la condición de quien, para ciertas
cosas, no depende de nadie. En estos términos, el sujeto de derecho es el sujeto considerado
autónomo; aquél capaz de hacerse responsable, no sólo por sus acciones sino también por sus
elecciones y decisiones. Es decir, se trata de la condición de ser responsable, y responsable

en el Código Civil y Comercial”, La Ley, disponible en http://www.nuevocodigocivil.com/wp-


content/uploads/2015/05/LOS-J%C3%93VENES-O-ADOLESCENTES-EN-EL-C%C3%93DIGO-CIVIL-Y-
COMERCIAL-Highton.pdf

14
de sí mismo. El concepto jurídico de responsabilidad se plantea en función de la noción de
sujeto autónomo26.

Lo que nos planteamos en este punto es: ¿Cómo se va construyendo la autonomía de


aquellos NNyA sin cuidados parentales? ¿Cómo se los prepara para enfrentar la vida fuera
de la institución una vez que alcancen la mayoría de edad? Por ello, el art. 5 de la Convención,
también debe guiar toda práctica institucional, dado que la orientación debe existir y
posibilitar el ejercicio autónomo de los derechos. De esta manera, a medida que evolucionan
las facultades de los NNyA, éstos van adquiriendo nuevas competencias, disminuye su
necesidad de protección y aumenta su capacidad de asumir responsabilidades, tomando
decisiones que afectan su vida.

Ahora bien, ya en esta instancia es necesario aclarar que hablar de autonomía, de


respeto a la subjetividad, no lleva a desconocer cuestiones tan elementales como que un niño
de corta edad y escasa maduración no puede actuar sus derechos en igualdad de condiciones
que un adulto; esto claramente es los que NO es la autonomía progresiva; la noción por el
contrario obliga a evaluar las situaciones con mirada particular, ya que “tan dogmática como
riesgosas y lesivas a derechos fundamentales son el desconocimiento de la adquisición de un
cierto grado de autonomía, como su afirmación para todos los casos sin distinción y la
eliminación de las funciones paternas por entenderlas propias de un discurso
“adultocéntrico”27.

El Comité de los Derechos del Niño, en su Observación general nro. 20 (OG 20) hace
hincapié respecto del art. 5 de la CDN “en que el derecho a ejercer niveles cada vez mayores
de responsabilidad no anula las obligaciones que incumben a los Estados de garantizar
protección. El abandono gradual de la protección de la familia u otro entorno de cuidado,
junto con la relativa inexperiencia y la falta de poder, pueden exponer a los adolescentes a
violaciones de sus derechos. El Comité destaca que promover la identificación de riesgos

26
Salomone, Gabriela Z (2008), Del niño como sujeto autónomo al sujeto de la responsabilidad en el campo
de la infancia y la adolescencia, Trabajo presentado en la Mesa de Cierre: “Niños Superpoderosos”, de las VII
Jornadas de la Residencia de Salud Mental “Desorden o nuevas configuraciones: la familia entre lo público y
lo privado”. Hospital General de Niños “Dr. Ricardo Gutiérrez”, 5 y 6 de Mayo de 2008, Buenos Aires.
Argentina.
27
Fernández, Silvia (2015), La responsabilidad parental en el Código Civil y Comercial ¿Cuánto de autonomía
progresiva? Construyendo equilibrios, Suplemento especial Código Civil y Comercial de la Nación, Filiación:
Familia y responsabilidad parental, La ley, 2015, Buenos Aires, Argentina, p. 185.

15
potenciales por parte de los adolescentes y elaborar y aplicar programas para mitigarlos
aumentará la eficacia de la protección. Garantizarles el derecho a ser escuchados, impugnar
las violaciones de sus derechos y obtener reparación permite a los adolescentes ir haciéndose
cargo progresivamente de su propia protección” 28.

A su vez, el art. 5 se encuentra sostenido e íntimamente relacionado con el contenido


del art. 12 de la Convención29, mediante el cual se prescribe el derecho del niño a formarse
un juicio propio, a expresar su opinión y a ser escuchado. Es decir, que no pueden tomarse
decisiones sobre los NNyA sin su participación. Ello exige así una transformación radical del
enfoque tradicional, el cual atribuía a los niños el papel de receptores pasivos del cuidado
protector de los adultos.

Al contrario, este artículo exige que se los reconozca como sujetos activos, con
derecho de participar en las decisiones que afecten sus vidas, desde consultarles sobre
cuestiones de la vida cotidiana, como qué desean comer, o cómo les gusta pasar su tiempo
libre, hasta cuestiones más definitorias sobre su futuro. Esto de modo alguno significa hacer
lo que los NNyA expresen, sin que pase por el “filtro” del adulto responsable que pueda
ponderar si lo que el NNyA expresa querer/desear para su vida es bueno para él. De lo
contrario estaríamos desprotegiendo absolutamente a los NNyA, cayendo en
fundamentalismos, al decir de Herrera, haciendo “niñologia”. Bajo este término la autora
pretende destacar, señalar o adjetivar aquellas posturas que se fundan en una interpretación
personal de lo que dice la CDN, sin conocer ni tenerse en cuenta al menos, el desarrollo
legislativo, jurisprudencial y doctrinario, de esa manera se cae en afirmaciones dogmáticas
de tinte generales que en vez de dar luz y lograr la real satisfacción de derechos humanos de

28
ONU, Comité de los Derechos del Niño, Observación General no. 20, 6 de diciembre 2016, parr. 19
29
Se recomienda compulsar, entre otros: Vigo, Fiorella (2016), El derecho del niño a ser oído en la justicia de
familia, disponible en http://www.nuevocodigocivil.com/wp-content/uploads/2016/08/VIGO-2016.-El-
derecho-del-ni%C3%B1o-a-ser-o%C3%ADdo-en-la-justicia-de-familia.-1.pdf; Rattero, Nadia L. (2013), La
participación activa del niño: un modelo para armar y otro para desarmar, Revista de Derecho de Familia.
Doctrina y Jurisprudencia nro. II, Abeledo Perrot, Buenos Aires, 2013, p.11; Scherman, Ida A. (2015), El
derecho a ser oído. Los niños y adolescentes en los procesos y la tarea de los adultos, Revista de Derecho de
Familia. Doctrina y Jurisprudencia nro. 66, Abeledo Perrot, Buenos Aires, 2015, p.271; Herrera, Natalia S.
(2015), La participación del niño en el proceso a la luz de la CDN, las legislaciones de protección integral de
derechos y el Proyecto de Código Civil y Comercial, DFyP 2015 (abril), p. 15.

16
NNyA, en la práctica sólo traen consigo una gran desprotección y reafirmación de la
vulneración de derechos30.

Al abordar el derecho a ser oído y a participar en relación a la autonomía/capacidad


progresiva, el Comité de los Derechos del Niño sostuvo que el niño no debe probar su
capacidad. En tal sentido, “los Estados partes deben dar por supuesto que el niño tiene
capacidad para formarse sus propias opiniones y reconocer que tiene esa capacidad 31”.
Asimismo, dispuso que los Estados deben proveer los medios y las condiciones para que la
opinión de los niños sea considerada en la toma de decisiones, en la elaboración de políticas
públicas y en el proceso de creación de las leyes y su evaluación32.

Tampoco es recomendable que los Estados establezcan una edad a partir de la cual se
escuche a los NNyA, ya que pueden expresarse de diversas formas: a través de la palabra,
del juego, de dibujos, hasta de signos, tales como: los gestos y las mímicas, que son tan
efectivos como la palabra misma. Aquí la posibilidad de trabajar interdisciplinariamente, con
expertos de otras disciplinas, resulta muy rico y necesario.

La Observación General N°12 del Comité de los Derechos del Niño hace hincapié en
que el art. 12 no impone ningún límite de edad y desaconseja a los Estados partes que
introduzcan por ley o en la práctica límites de edad que restrinjan el derecho del niño a ser
escuchado en todos los asuntos que lo afectan. A su vez en su Observación Nro. 3, el Comité
ha dicho que: “Se ha comprobado que las intervenciones resultan más beneficiosas para los
niños cuando éstos efectivamente participan activamente en la evaluación de sus necesidades,
en la determinación de las soluciones, en la formulación de las estrategias y en su aplicación
que cuando son meros objetos de decisiones adoptadas”.

El art. 707 del CCyC, enuncia un precepto de carácter general que otorga a los niños,
y adolescentes el derecho a ser oídos y a que su opinión sea tenida en cuenta en todos los
procesos que los afecten directamente. “Deben ser oídos por el juez de manera personal,
según las circunstancias del caso”. La palabra del niño o adolescente no tiene un valor

30
Herrera, Marisa (2015), “Reciclando tensiones en Derechos Humanos de niños, niñas y adolescentes:
Especialidad vs. “niñología””, en Fernández, Silvia (directora), Tratado de Derechos de Niñas, Niños y
Adolescentes, Abeledo-Perrot, Tomo I, p. 5 y ss.
31
ONU, Comité de los Derechos del Niño, Observación General no. 12, 20 de julio de 2009, parr. 20 y 21.
32
ONU, Comité de los Derechos del Niño, Observación General no. 12, op. cit, parr. 11 y 12.

17
determinante en la decisión judicial pero su opinión” debe ser tomada primordialmente en
cuenta” (ley 26.061, art.27), así como tenerse en consideración “su edad, grado de madurez,
capacidad de discernimiento y demás condiciones personales” (art.3, inc. d).

La participación de los NNyA en los asuntos que los afecten, es entendida en el marco
de su derecho a la libertad de expresión, que a su vez se traduce en el derecho a buscar, recibir
y difundir informaciones de todo tipo, como lo expresa el art. 13 de la Convención. De nada
sirve, escuchar a un niño, si previamente no se le informó cuál es su situación; por qué se
encuentra allí; cuáles son sus derechos; cuáles son las posibilidades que tiene; etcétera.
Muchas veces, quienes trabajamos con jóvenes que residen en instituciones de cuidado, nos
encontramos con personas que desconocen los motivos por los cuales ingresaron a un hogar,
perdiendo todo tipo de contacto con su familia de origen o referentes afectivos, y en muchos
casos sin saber siquiera de su propio origen, su propia historia. Difícilmente quien no conozca
su historia, quien no conozca su pasado, pueda construir una propia y pensar en el futuro.

Como cierre de este apartado, cabe destacar que en materia de adopción, el derecho a
conocer los orígenes y el derecho a la identidad personal reviste una preocupación
fundamental, asentado en el derecho internacional a partir de lo establecido en los arts. 7°,
8° y 9° CDN. Tal es así que el CCyC incorporó en el art. 596 -dentro del Título VI del Libro
Segundo- la posibilidad del adoptado con edad y grado de madurez suficiente de acceder
cuando lo requiera tanto al expediente –administrativo como judicial en el que se tramitó su
adopción- , como a cualquier otra información que conste en registros judiciales o
administrativos, como podrían llegar hacer los libros de los hogares donde estuvieron
alojados, a fin de conocer los datos relativos a su origen 33. Es más, dispone de una acción
autónoma en cabeza del adoptado adolescente a los fines de conocer sus orígenes.

Por lo que podemos afirmar que, esto no solo deberían ser para quienes se insertan en
un nuevo grupo familiar a través de la adopción sino para todos los NNyA bajo cuidados
estatales. Saber quién es uno, de dónde viene, es esencial para el desarrollo vital de una

33
El Código derogado se refería “al derecho del hijo a conocer la ‘realidad biológica’, motivo por el cual se
formularon varias críticas, en especial, por lo reduccionista del concepto. Las personas menores de edad que
son adoptadas no tienen únicamente realidad biológica, sino una biografía y acontecimientos históricos que
conforman su historia, incluidos en el término ampliado de ‘orígenes’”. Conf. González de Vicel, Mariela,
“ARTÍCULO 596. Derecho a conocer los orígenes” en Caramelo, Gustavo, Picasso, Sebastián, Herrera,
Marisa, Código Civil y Comercial Comentado, Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Infojus, Tomo II , pp. 363

18
persona. Por lo tanto, para trazar el propio plan de vida es tan importante y necesario los dos
aspectos que integran la identidad personal, esto es el estático —conformado por algunos
datos permanentes como el genoma, las huellas dactilares y los signos que integran la
personalidad: nombre, datos de nacimiento, edad, imagen, estado civil— y el dinámico —
conformado a partir de los valores de la cultura, el ambiente y el despliegue de la condición
humana— de gran incidencia en el tema que nos convoca34.

V. Derecho a la vida familiar de NNyA. Estándares internacionales de


derechos humanos
Sin lugar a dudas, un derecho humano que está totalmente presente en la situación de
NNyA institucionalizados, es el derecho de toda persona a vivir en familia.

Por encontrarse privados de los cuidados parentales, es que se hayan bajo protección
del Estado, alojados en algún dispositivo de cuidado alternativo, debiéndose revertir esa
situación en el plazo más breve posible a fin de garantizar, su derecho humanos a la vida
familiar. Sucede que las instituciones de cuidado, por más que se esfuercen en denominarlas
“hogares”, las condiciones habitacionales, edilicias, los tamaños de las mismas, sumado a la
alta rotación del personal, entre muchas otras cuestiones, lejos está de conformar un “hogar”.

La consagración de los NNyA como sujetos de derecho a nivel internacional y el prius


o protección especial que el ordenamiento jurídico les brinda como personas en desarrollo,
se fundan esencialmente en la dignidad del ser humano, en las características propias de las
personas menores de edad y en la necesidad de procurar un crecimiento armonioso que tienda
al aprovechamiento máximo de sus potencialidades. En esta misión, se encuentran
implicados tanto las familias como la sociedad y el Estado. Corresponde a la familia, como
grupo fundamental para el crecimiento y desarrollo de NNyA, brindar un ambiente de
“felicidad, amor y comprensión” que contribuya a su preparación para “una vida
independiente en sociedad”.35. Como correlato, los Estados serán responsables de respetar,
garantizar y adoptar las medidas que fueren necesarias para proteger a las familias en el
cumplimiento de aquellas funciones 36.

34
Sobre el derecho a la identidad se recomienda compulsar: Herreara, Marisa (2008). El derecho a la identidad
en la adopción. Editorial Universidad, Buenos Aires.
35
Preámbulo CDN.
36
Art. 2 y 5 CDN

19
Dicha obligación se remonta a la Declaración de los Derechos del Niño (1959), la
cual en su principio 6° reconoce que “el niño (…) siempre que sea posible, deberá crecer al
amparo y bajo la responsabilidad de sus padres y, en todo caso, en un ambiente de afecto y
de seguridad moral y material”. Posteriormente, fue receptada por la Declaración Universal
de los Derechos Humanos en los arts. 12.1 y 16.3, el Pacto Internacional de Derechos Civiles
y Políticos en los arts. 17 y 23.1 y el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales
y Culturales en su art. 10. A su vez, el instrumento por excelencia en materia de derechos
humanos de infancia, la CDN, otorga a la familia un lugar de preeminencia que se verifica a
lo largo de todo el articulado, principalmente a través del juego armónico del Preámbulo y
los arts. 5, 9, 18 y 21. Estos artículos no sólo ordenan al Estado que se abstenga de interferir
indebidamente en las relaciones privadas o familiares de los NNyA, sino a que, según las
circunstancias, adopte medidas positivas para asegurar el ejercicio y disfrute pleno de sus
derechos. Esto significa que el Estado debe resguardar el rol preponderante de la familia en
la protección de los NNyA y prestar la asistencia necesaria para que ésta pueda asumir sus
obligaciones.

En este sentido, la Corte Interamericana de Derechos Humanos (Corte IDH) ha


destacado que los travaux préparatoires de la CDN, “ponderaron la necesidad de que las
separaciones de éste con respecto a su núcleo familiar fueran debidamente justificadas y
tuvieran preferentemente duración temporal, y que el niño fuese devuelto a sus padres tan
pronto lo permitieran las circunstancias 37. En igual sentido, se pronuncian las Reglas de
Beijing, las Directrices de Riad y las Directrices sobre las Modalidades Alternativas de
Cuidado de los Niños, al sostener el cuidado de la familia como prioritario en toda sociedad,
debiendo preservar su integridad incluyendo a las familias extensas.

Por su parte, el sistema interamericano de derechos humanos también ha receptado el


derecho a vivir en familia en la Declaración Americana de Derechos y Deberes del Hombre
art. V, en los arts. 11.2, 17 y 19 de la CADH y en el Protocolo de San Salvador. Este derecho
ha sido exhaustivamente interpretado por la Corte IDH, tanto en su función consultiva como
contenciosa, determinado incluso que la CDN es parte del corpus iuris en materia de derechos

37
Corte Interamericana de Derechos Humanos, Condición Jurídica y Derechos Humanos del Niño, Opinión
Consultiva OC-17/02 del 28 de agosto de 2002, Serie A, No. 17, parr. 101, disponible en
http://www.corteidh.or.cr/docs/opiniones/seriea_17_esp.pdf

20
humanos de NNyA del sistema interamericano. En cuanto a la primera de las funciones,
resulta por demás relevante mencionar la ya citada Opinión Consultiva 17 sobre la
“Condición Jurídica y Derechos Humanos del Niño” donde la Corte IDH resaltó que la
familia está llamada a satisfacer las necesidades materiales, afectivas y psicológicas del niño,
lo cual implica el derecho a recibir protección contra cualquier injerencia arbitraria o ilegal
sobre ella, en consonancia con las disposiciones de Derecho Internacional de Derechos
Humanos en la materia. Asimismo, concluyó que “la carencia de recursos materiales no
puede ser el único fundamento para una decisión judicial o administrativa que suponga la
separación del niño con respecto a su familia, y la consecuente privación de otros derechos
consagrados en la Convención. En conclusión, el niño debe permanecer en su núcleo
familiar, salvo que existan razones determinantes, en función del interés superior de aquél,
para optar por separarlo de su familia. En todo caso, la separación debe ser excepcional y,
preferentemente, temporal” (párr. 76 y 77).

Estos criterios fueron sostenidos y ampliados por la Corte IDH en ejercicio de su


competencia contenciosa, en casos como Gelman vs. Uruguay, donde recuerda la obligación
de los Estados de favorecer de la manera más amplia el desarrollo y la fortaleza del núcleo
familiar, entendiendo que la separación de niños de su familia constituye, en ciertas
condiciones, una violación de tal derecho, en tanto no estén debidamente justificadas en
función del interés superior del niño 38. Posteriormente, al resolver el caso Atala Riffo Vs.
Chile, la Corte IDH señaló que, en el marco de la CADH, “no se encuentra determinado un
concepto cerrado de familia, ni mucho menos se protege sólo un modelo de la misma”39. En
este sentido, el término “familiares” debe entenderse en sentido amplio, abarcando a todas
las personas vinculadas por un parentesco cercano40.

Finalmente, la Corte IDH retoma estos argumentos en el caso Fornerón e hija vs.
Argentina, donde advierte sobre la fundamental importancia que otorga la Convención
Americana al derecho del niño a crecer con su familia de origen, siendo uno de los estándares
normativos más relevantes derivados de los arts. 17 y 19 de la CADH como asimismo de los

38
Corte Interamericana de Derechos Humanos, Caso Gelman Vs. Uruguay. Fondo y Reparaciones. Sentencia
de 24 de febrero de 2011, párr. 125.
39
Corte Interamericana de Derechos Humanos, Caso Atala Riffo y Niñas Vs. Chile. Fondo, Reparaciones y
Costas. Sentencia de 24 de febrero de 2012, párr. 142.
40
Corte Interamericana de Derechos Humanos, Caso Atala Riffo y Niñas Vs. Chile, op. cit, párr. 111.

21
arts. 8, 9, 18 y 21 de la CDN. “De allí, que a la familia que todo niño y niña tiene derecho
es, principalmente, a su familia biológica, la cual incluye a los familiares más cercanos, la
que debe brindar la protección al niño y, a su vez, debe ser objeto primordial de medidas de
protección por parte del Estado. En consecuencia, a falta de uno de los padres, las
autoridades judiciales se encuentran en la obligación de buscar al padre o madre u otros
familiares biológicos”41.

Como corolario, es preciso recordar que este estándar debe construirse teniendo en
cuenta el interés superior del niño en cada caso concreto, requisito ineludible de toda decisión
estatal, social o familiar que involucre derechos de NNyA.

Si un niño que ingresa al sistema de cuidados alternativos en una edad temprana y


llegado a la mayoría de edad continua institucionalizado, es allí donde cabe preguntase ¿qué
hizo el Estado -como garante último de los derechos humanos- a fin de garantizar el derecho
de ese niño a la vida familiar? ¿Cabría la posibilidad de que ese niño ya devenido en
adolescente, pueda demandar al Estado por la violación de su derecho a la vida familiar? La
respuesta positiva se impone.

Sin embargo, en nuestro país prácticamente no existen antecedentes sobre demandas


contra el Estado por institucionalizaciones de niños o adolescentes, como así tampoco por
oposición o impedir su reintegro a la familia sin fundamentos razonables, o sea, por
retenciones ilegítimas. Seguramente esto se relacione con el acceso a la justicia de los
progenitores, debido a que como señalamos la principal causa de las medidas de tipo
“excepcional” es la situación de extrema vulnerabilidad social en la que se encuentran los
niños y su grupo familiar.

Está claro que las medidas de separación de NNyA que se adoptan, implican una
afectación a la vida familiar y una injerencia directa en el ejercicio de la responsabilidad
parental, pero serán justificadas en tanto respeten los principios de necesidad,
excepcionalidad y temporalidad. Ahora bien, ¿cómo incide que en la práctica el gran telón

41
Corte Interamericana de Derechos Humanos, Caso Fornerón e hija vs. Argentina. Fondo, Reparaciones y
Costas. Sentencia de 27 de abril de 2012, párrafo 119.

22
de fondo siga siendo la pobreza 42 en la determinación del grado de idoneidad de los
progenitores para llevar adelante sus funciones de crianza y cuidado? ¿Con qué parámetros
se mide el grado de idoneidad de los progenitores para ejercer su rol?

La Corte Interamericana tiene dicho que resulta imprescindible realizar una


“evaluación de los comportamiento parentales específicos y su impacto negativo en el
bienestar y desarrollo del niño según su caso, los daños o riesgo reales y probados, y no
especulativos o imaginarios43”. Misma lógica sigue el CCyC en el art. 656 para adoptar
cualquier decisión en materia de cuidado personal del hijo.

En un fallo, la Cámara Civil y Comercial de San Martin, Corrientes 44 confirmó el


pronunciamiento del Juzgado de Menores N°2, en que se tuvo presente el pedido de
desistimiento de adopción de los niños L. M. B. y L. M. A, luego de un periodo de guarda de
cinco años. Los hermanos, desde los 3 a los 8 años uno, y desde los 7 a los 12 años el otro,
habían dejado el hogar de niños en donde vivían, en la provincia de Corrientes, trasladándose
a la Ciudad Autónoma de Buenos Aires para formar una familia, compuesta por una mamá
y un papá, que luego de un año de convivencia querían adoptarlos. Los ex guardadores
argumentaron que el Servicio Local había desprotegido a los niños, no habiendo fortalecido
las relaciones familiares, provocando por parte de los mismos cansancio moral y abatimiento
espiritual. Asimismo, atribuyeron la frustración de la adopción a la totalidad de los
integrantes que participaron en el trámite.

En primera instancia se tuvo presente el pedido de desistimiento y se fijó una cuota


alimentaria a favor de los niños, y se ordenó mantener la obra social a los mismos. El
matrimonio apeló, y la cámara confirmó la sentencia, fijando un plazo de 5 años (mismo
plazo que habían tenido a los niños en guarda). Para así decidir, sostiene que “los niños tenían
formada su nueva identidad, haciéndolos sentir parte de una familia, con una madre y un
padre de quienes recibían el trato de ‘hijos’ y a quienes reconocían como ‘padres’”. Que “si

42
Utilizamos la expresión “sigue siendo”, dado que la ley 26.061 nace con objeto de “desjudicializar la
pobreza”, por oposición a la vieja ley de patronato que institucionalizó a la internación como la modalidad típica
de intervención ante la niñez carenciada, desamparada o desviada.
43
Corte Interamericana de Derechos Humanos, Caso Atala Riffo y Niñas Vs. Chile, op. cit.
44
Cámara Civil y Comercial de San Martín Sala I, “L. M. A. y otro s/ Adopción - Acciones vinculadas”,
29/09/2015

23
bien no se ha dictado sentencia, por lo tanto no puede decirse que haya un vínculo filial
(legal) entre los pretensos adoptantes y los niños, se ha llegado -a mi criterio- a un punto tal
(tanto temporal como procesal), en donde sólo restaba la decisión final del otorgamiento de
la adopción”.

Con gran criterio, se afirmó que “mientras los niños se encontraban al cuidado de los
ahora apelantes, perdieron la ‘probabilidad objetiva’ de poder ser parte de otra familia que
los acoja, siendo que es de público conocimiento la gran cantidad de personas que se
encuentran inscriptas en el registro central de guardadores con fines de adopción que anhelan
adoptar un niño”, en este último punto me permitiría agregar “que anhelan adoptar un bebé”,
de acuerdo a la convocatoria pública de NNyA en situación de adoptabilidad que trataremos
en el punto IX.

Finalmente, y retomando el análisis del fallo en comentario, se aplica analógicamente


la figura del progenitor afín y su obligación alimentaria45 para –en el caso concreto- fijar una
cuota alimentaria a favor de los niños, y mantenerles la obra social. Así, se ha dicho que: “el
cese de la manutención económica ocasionaría un daño en la vida de los niños, que durante
casi cinco años cubrían sus necesidades y si bien los alimentantes no son padres biológicos
ni adoptivos, se los puede considerar ‘padres solidarios’ o ‘progenitores afín’ justificado en
la ‘solidaridad familiar’”.

Si bien podríamos sostener que lo correcto hubiera sido una acción de daños contra
los ex guardadores y a favor de los niños, porque efectivamente se vio dañado el derecho a
la vida familiar y el derecho a la identidad – en su faz dinámica-. Todo ello, sumado al
traslado de su centro de vida, entendemos que la solución es acorde al interés superior de los
niños y que asegura la protección de sus derechos en el caso concreto, máxime cuando la
sentencia intenta mantener el status quo de esos niños, y así evitar mayores daños (lo que nos
permitiría pensar en una fase preventiva del daño).

Tomando este antecedente, la Sala Segunda de la Cámara de Apelaciones en lo Civil


y Comercial de Morón46, por unanimidad, confirmó la sentencia del Juzgado de Familia Nro.

45
Conforme artículo 676 Código Civil y Comercial de la Nación.
46
Cámara Civil y Comercial de Morón, Sala II, 12/07/2016 en autos “A., O. E. s/ vulneración de derechos”, La
Ley, 03/10/2016. Cita on line AR/JUR/47937/2016.

24
8 Departamental, en un emblemático caso, tras la frustración de la relación entre los
guardadores y una adolescente; quedando al descubierto –nuevamente- las fallas del sistema
de protección de derechos y del poder judicial- que deberían garantizar el pleno goce de los
derechos de los NNyA que se encuentran en estado de vulneración y no someterlos a mayores
vejámenes.

En el caso concreto, se fijó una cuota alimentaria en favor de la joven en la suma de


$3.000 mensuales a fin de solventar los gastos de escolaridad y salud que deberán abonar los
ex guardadores, perdurando dicha obligación por idéntico plazo en que han tenido a O. bajo
su guarda (dos años y cinco meses), salvo que sea otorgada en guarda a otra persona, en cuyo
caso cesará su obligación automáticamente. Dicha cuota tendrá carácter retroactivo y deberá
abonarse desde la interposición formal del reclamo (10/07/2015).

La Alzada estimó que correspondía extender esta responsabilidad a los ex


guardadores asimilando la situación familiar a la del progenitor afín tras el cese de la
convivencia o la disolución del matrimonio, prevista en el art. 676 in fine del CCyC,
aportando una solución última, extrema y limitada, imponiendo una obligación asistencial
para evitar un grave daño que pudiera derivarse de la ruptura de la convivencia.

Sumado a ello, realiza una interpretación “elástica” de la parte final del artículo 1 del
CCyC en cuanto incluye a los usos, prácticas y costumbres como fuentes del Derecho,
entendiendo que “en el seno familiar el comportamiento reiterado y unívoco del matrimonio
guardador genera concretas expectativas en la niña, de las que no pueden los guardadores
desligarse sin asumir las condignas responsabilidades ulteriores”. Es por ello que, si los
guardadores asumieron voluntariamente el rol y contribuyeron a insertar a la joven en
determinada situación fáctica (estudios, salud, alimentación, esparcimiento, etc.) no pueden
abruptamente pretender desligarse sin que se adopten medidas necesarias para evitar que
durante la transición se produzcan daños o se ponga en peligro el desarrollo o la subsistencia
de la adolescente.

Un tercer caso proviene de la localidad de Mar del Plata47, luego de que en fecha
9/10/2015, se le otorgara a la Sra. A. V. P. la guarda judicial con fines de adopción de la

47
Cámara de Apelaciones en lo Civil y Comercial de Mar del Plata, Sala III, “S. V. M. s/materia a categorizar”,
29/11/2016.

25
joven V. M. S., ocho meses después (23/6/2016) la guardadora manifiesta que quiere que la
joven se vaya de su casa. En primera instancia se resuelve hacer cesar la guarda con fines de
adopción y fijar una cuota alimentaria a favor de la joven a cargo de la Sra. A. V. P., por el
monto de pesos cuatro mil ($ 4000) mensuales, hasta nueva resolución, la que deberá dictarse
una vez que otra familia asuma el cuidado material de la adolescente. Finalmente también le
ordena el mantenimiento de la cobertura de una obra social de similares características a la
que contaba. Esta resolución es apelada por la ex guardadora. Finalmente la Cámara confirma
la sentencia en cuanto a la imposición de la cuota alimentaria y su monto, y modifica el plazo
de la obligación alimentaria de la Sra. A. V. P., para que cese al cabo del plazo de un año,
contado desde la fecha de la resolución del cese de la guarda o con la guarda de la joven
otorgada a otra persona, lo que ocurra primero.

Se evidencia con claridad la postura en la que se van enrolando nuestros tribunales


con las mal llamadas “devoluciones”, es así que el eje central a seguir es garantizar el superior
interés de los niños y el goce pleno de sus derechos por sobre la voluntad y deseos de los
adultos responsables que los colocaron en situación de vulneración (art. 3 in fine de la ley
26.061).

Ahora bien, cabe señalar que en aquellos casos, de niños ya devenidos en adolescentes
o jóvenes, donde las causas que dieron origen a la adopción de una medida de protección de
tipo excepcional no se pudieron revertir y permanecen en la institución de cuidado, los
esfuerzos estarán en lograr la mayor contención para la posibilidad de construcción de redes,
para que puedan, al menos, construir su propia familia. Es decir que, estaríamos en presencia
de una especie de doble faceta –si se quiere- del derecho humano a vivir en familia que aún
no está desarrollada, explorada y explotada.

En este punto del desarrollo, nos preguntamos ¿qué entendemos por familia? Nos
recuerda Jelin que en los textos teóricos clásicos, a partir de un sustrato biológico ligado a la
sexualidad y a la procreación, se concebía a la familia como una institución social que
regulaba, canalizaba y confería significado social a estas dos necesidades. Incluía también la

26
convivencia cotidiana, expresada en la idea del hogar y del techo: una economía compartida,
una domesticidad colectiva y el sustento cotidiano 48.

La familia, como institución sociocultural fruto de la interacción de diversos factores


que repercuten en su estructura y composición, ha sufrido notables transformaciones a lo
largo del tiempo, dando lugar a nuevas prácticas y tendencias que reclamaron su
reconocimiento jurídico y que motivaron la reforma del Código Civil, observándose con
mayor entidad en el Libro Segundo del Código Civil y Comercial dedicado a las “Relaciones
de Familia”.

La novel normativa civil y comercial da un vuelco copernicano en la regulación de


las relaciones de familia al colocar en el centro de la escena a la persona como principal
objeto y objetivo de protección, quien debe elegir con libertad la forma de organización
familiar que quiere integrar sin que el Estado a través de la ley le indique o favorezca una
sola de ellas condicionando dicha elección49.

Por lo tanto, para el caso de aquellos adolescentes y jóvenes que no hayan podido
insertarse en un grupo familiar alternativo, la orientación y el acompañamiento tienen que
estar dirigidos a brindarle todas las herramientas necesarias para que puedan construir su
propia familia, establezcan vínculos saludables y libres de todo tipo de violencia.

VI. Responsabilidad internacional del Estado: estándares y precedentes.


Relación con el sistema de protección.
Los tratados, las convenciones y los pactos son fuente de derecho internacional.
Cuando un país firma un tratado se obliga por él, de modo que, si los Estados no respetan las
obligaciones y compromisos asumidos, pueden incurrir en responsabilidad internacional, la
que eventualmente puede acarrear consecuencias muy serias.

Según la doctrina sentada por la Corte IDH en el caso “Velázquez Rodríguez” 50 son
cuatro los tipos de obligaciones que generan los derechos humanos:

48
Jelin, Elizabeth (1994), “Familia, crisis y después”, en Vivir en familia, Catalina Wainerman (compiladora),
Unicef-Losada, Buenos Aires, 1994, p.24.
49
Herrera, Marisa (2015), Manual de Derecho de las Familias, Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Abeledo
Perrot, p. 12.
50
Corte Interamericana de Derechos Humanos, Caso Velásquez Rodríguez, sentencia de 29 de julio de 1988,
Serie C Nº4, párrafos 50-81.

27
-obligación de respetar, como límite al ejercicio del poder público;

- obligación de proteger, como prevención de violación de los actores estatales y regulación


de las actividades de los no estatales;

-obligación de satisfacer, como promoción y provisión de las condiciones necesarias para


que todas las personas pueden acceder a los derechos humanos; y

-obligación de garantizar, es decir, remediar las violaciones, investigar, atribuir la


responsabilidad (sancionar) y reparar integralmente según las reglas de la responsabilidad
internacional.

Por lo tanto, “en principio es imputable al Estado toda violación a los derechos
reconocidos en la Convención” y en aquellos instrumentos que forman parte del corpus iuris
en materia de derechos de NNyA, entre ellos la CDN 51, “cumplida por un acto del poder
público (…) o por ser obra de un particular o por no haberse identificado al autor de la
transgresión (…) [en este caso] no por el hecho en sí mismo, sino por la falta de debida
diligencia para prevenir la violación” 52.

En nuestra región, como hemos repasado, son varios los estándares fijados por la
Corte IDH en torno a NNyA y su derecho a vivir en familia. El precedente por antonomasia
que involucra NNyA es el mencionado caso “Fornerón”, donde la Corte IDH declaró
responsable al Estado argentino por la violación de las garantías judiciales y los derechos
humanos del niño, consagrados en los arts. 8.1, 25.1 y 17, 19 de la CADH. Asimismo, declaró
responsable al Estado argentino por la violación al derecho a la protección a la familia en
perjuicio del Sr. Fornerón y su hija, consagrado en el art. 17 CADH. Por último, declaró que
el Estado argentino incumplió con su obligación de adoptar las disposiciones de derecho
interno, establecidas en el art. 2 CADH. La Corte IDH señaló que “el mero transcurso del
tiempo en casos de custodia de menores de edad puede constituir un factor que favorece la
creación de lazos con la familia tenedora o acogedora”53 por lo que la mayor dilación en los
procedimientos puede determinar el carácter irreversible o irremediable de la situación de
hecho y volver perjudicial para los intereses de los niños e incluso de los padres biológicos

51
Ello en virtud de la Opinión Consultiva OC-17/02OC 17/02, op. cit. y jurisprudencia concordante.
52
Corte Interamericana de Derechos Humanos, Caso Velásquez Rodríguez, op. cit. párr. 172.
53
Corte Interamericana de Derechos Humanos, Caso Fornerón e hija vs. Argentina, op. cit, párr. 52.

28
(como era el caso). Por lo que, retomando su jurisprudencia, la Corte IDH sostuvo que “si el
paso del tiempo incide de manera relevante en la situación jurídica del individuo, resultará
necesario que el procedimiento corra con más diligencia a fin de que el caso se resuelva en
un tiempo breve”54.

El paso del tiempo también fue señalado como problemático por el Tribunal Europeo
de Derechos Humanos (TEDH), que ha afirmado que el respeto efectivo del derecho a la vida
familiar implica que las futuras relaciones familiares de un niño no sean determinadas por el
mero transcurso del tiempo 55.

Igual responsabilidad le compete al Estado por la violación a los derechos humanos


de los NNyA que se encuentran institucionalizados. El Estado no es sólo responsable por
permitir o mantener un niño institucionalizado en contradicción con las directivas impuestas
por normas constitucionales y locales, sino también por los abusos y por no ejercer el debido
control en los lugares de institucionalización. Ello en tanto, en esos casos, el Estado debe
“asumir su posición especial de garante con mayor cuidado y responsabilidad, y debe tomar
medidas especiales orientadas en el principio del interés superior del niño” 56. Así lo
estableció la Corte IDH cuando condenó al Estado paraguayo al pago de indemnizaciones a
niños y adolescentes internados en un lugar de detención denominado “Panchito López” por
los malos tratos que padecieron en dicho lugar y a la realización de actos públicos de
reconocimiento de su responsabilidad por los hechos ocurridos.

A esta altura, sabido es que “el bloque de constitucionalidad federal” se encuentra


integrado por: 1) La Constitución Nacional; 2) Los tratados con jerarquía constitucional tanto
originaria como derivada; y 3) las sentencias y opiniones consultivas de la Corte
Interamericana de Derechos Humanos, de conformidad con lo dispuesto por el art. 27 de la
Convención de Viena sobre el Derecho de los Tratados, siendo que el incumplimiento de
normativas internacionales genera la correspondiente responsabilidad en el ámbito
internacional. La superioridad de este bloque fue defendido en reiteradas oportunidades por

54
Corte Interamericana de Derechos Humanos, Caso Valle Jaramillo y otros Vs. Colombia. Fondo,
Reparaciones y Costas. Sentencia de 27 de noviembre de 2008. Serie C No. 192, párr. 155.
55
Tribunal Europeo de Derechos Humanos, “Görgulü v. Germany”, 25/5/2004; “Saleck Bardi v. España”,
24/5/2011; “R. M. S. C/ España”, 18/6/3013.
56
Caso “Instituto de Reeducación del Menor” Vs. Paraguay. Excepciones Preliminares, Fondo, Reparaciones
y Costas. Sentencia de 2 de septiembre de 2004, párr. 160.

29
nuestra Corte Federal57 (Fallo “Ekmekdjian”, “Giroldi”, “Mazzeo”, según orden de
aparición) 58.

El punto es que, independiente del desarrollo jurisprudencial en la materia, las


consecuencias de la institucionalización definitivamente afectan al desarrollo de los niños y
adolescentes en todas sus áreas, causando carencias a nivel afectivo, emocional y social.
Paradójicamente, ingresan al “sistema” por ser víctimas de violencia y maltrato y eso es lo
que muchos reciben bajo el “cuidado” del Estado.

En un informe realizado por la Defensoría del Pueblo de la Ciudad Autónoma de


Buenos Aires titulado “Estado de situación de las políticas públicas de la infancia y
adolescencia en la CABA” surge que el mayor porcentaje (casi un cuarenta por ciento) de la
actuación del órgano administrativo local -Consejo de Derechos de Niños, Niñas y
Adolescentes de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires- tiene que ver con “quejas e
irregularidades detectadas por la institucionalización de chicos y chicas separados de su
medio familiar”. Asimismo, el informe revela que dicho organismo presenta “criterios
apresurados en adoptar medidas excepcionales de protección separando a los niños de su
grupo familiar sin buscar alternativas en la familia ampliada o comunitaria”59. Estas
condiciones se replican a lo largo y a lo ancho del país, en todas las provincias.

De esta manera, pareciera que el Estado a través de las actuaciones impropias u


omisiones de los funcionarios públicos vulnera más que protege los derechos de los NNyA,
tanto por falta de control de las instituciones y revisión de las medidas excepcionales, como
por falta o insuficiencia de políticas públicas que favorezcan las medidas de protección

57
La Corte Suprema de Justicia de la Nación sostiene desde hace tiempo (Caso Giroldi, Sent. del 7-4-1995,
Fallos 318:554) “Que la ya recordada “jerarquía constitucional” de la Convención Americana sobre Derechos
Humanos (considerando 5°) ha sido establecida por voluntad expresa del constituyente, “en las condiciones de
su vigencia” (artículo 75, inc. 22, 2° párrafo), esto es, tal como la Convención citada efectivamente rige en el
ámbito internacional y considerando particularmente su efectiva aplicación jurisprudencial por los tribunales
internacionales competentes para su interpretación y aplicación. De ahí que la aludida jurisprudencia deba servir
de guía para la interpretación de los preceptos convencionales en la medida en que el Estado Argentino
reconoció la competencia de la Corte Interamericana para conocer en todos los casos relativos a la interpretación
y aplicación de la Convención Americana (confr. arts. 75 de la Constitución Nacional, 62 y 64 Convención
Americana y artículo 2° ley 23.054). 12) Que, en consecuencia, a esta Corte, como órgano supremo de uno de
los poderes del Gobierno Federal, le corresponde -en la medida de su jurisdicción- aplicar los tratados
internacionales a que el país está vinculado en los términos anteriormente expuestos, ya que lo contrario podría
implicar responsabilidad de la Nación frente a la comunidad internacional”.
58
Herrera, Marisa (2015), Manual de Derechos de las Familias, op. cit. p. 3 y ss.
59
Disponible en http://defensoria.org.ar/wpnoticias/wp-content/uploads/2014/11/Infancia.pdf

30
ordinarias previas, que empoderen a los progenitores y/o familia ampliada para ejercer su
derecho y obligación de crianza.

Sin ir más lejos, una noticia60 que recorrió los medios de comunicación, expuso con
claridad las condiciones de habitabilidad de un hogar oficial de niños de CABA: falta de gas,
paredes y techos despedazados, malas condiciones de higiene, conexiones eléctricas
irregulares y escasez en las medidas de emergencia.

Hasta altura ¿podríamos decir que el Estado cumple con los compromisos asumidos
internacionalmente? La respuesta negativa se impone.

VII. Código Civil y Comercial de la Nación 61


Uno de los fundamentos de este texto legal es la llamada
constitucionalización/convencionalización del derecho privado, lo que implica que se haya
tomado en cuenta los tratados en general, y los de derechos humanos en particular, y los
derechos reconocidos en todo el bloque de constitucionalidad a la hora de su redacción.

Tres grandes regulaciones civiles, contempladas en el Código, se cruzan con el tema


abordado en el presente: la capacidad jurídica de NNyA, la responsabilidad parental y la
adopción. A su vez, los fundamentos del CCyC y los art. 1 y 2 sobre fuentes, aplicación e
interpretación constituyen un pilar fundamental en la reafirmación del compromiso del
Estado en el cumplimiento de las obligaciones internacionales en materia de derechos
humanos.

En cuanto a la capacidad de ejercicio de las personas menores de 18 años de edad, se


observan importantes cambios en virtud de la recepción del principio de autonomía
progresiva y de la incorporación del “adolescente” (de 13 a 18 años) como subgrupo que se
distingue de los niños y niñas (art. 25 CCyC) y que, como tal, tiene mayores derechos y
obligaciones. El CCyC reconoce el derecho de NNyA a participar y que su opinión sea tenida

60
Disponible en https://www.pagina12.com.ar/4493-para-que-los-ninos-no-sean-los-ultimos;
http://www.tiempoar.com.ar/articulo/view/62326
61
Ley 26.994, sancionada el 1/10/2014, promulgada el 7/10/2014 y publicada en el Boletín Oficial el 8/10/2014.
En vigencia desde el 1/8/2015.

31
en cuenta en todos los asuntos que los involucren, ello incluye la aptitud de participar en
juicio y tener su propio abogado, entre otros (art. 26).

Al respecto, cabe mencionar el fallo del Juzgado de menores nro. 1 de Corrientes, del
3/9/15, donde se autorizó a una adolescente que vivía con su tía por violencia familiar, a
percibir directamente la Asignación Universal por Hijo (AUH), produciéndose el cambio de
titularidad, en virtud de reconocer la autonomía progresiva de la joven. Asimismo, en otro
precedente de la Sala A de la Cámara de Apelaciones de Trelew, Chubut, del 27/8/15, se
revocó un fallo que había ordenado a una adolescente de 14 años de edad, a concretar
encuentros con su madre y el gradual retorno a su hogar, y reafirmó el derecho de la joven a
ser oída durante el proceso y a ser sujeto activo de la decisión, que ella juzgaba traumática y
perturbadora de su vida, ello en virtud del art. 26 CCyC.

Respecto a la responsabilidad parental (art. 638), el CCyC es revolucionario, no sólo


desde el cambio del lenguaje (ya no se habla más de “potestad” y por ende no hay “poder”
sobre los NNyA sino una gran responsabilidad), sino también por la incorporación de
principios de derechos humanos al regular la relación entre progenitores e hijos: el interés
superior del niño –art. 3 CDN y ley 26.061- que exige respetar “la condición especifica de
los niños como sujetos de derechos”; el derecho a ser oídos –art. 12 CDN, arts. 3, 19, 24, 27,
ley 26.061- y que su opinión sea tenida en cuenta conforme su grado de madurez, desarrollo
y facultad de formarse un juicio propio (art. 5 y 12 CDN; Observación General n. 12 Comité
de los Derechos del Niño); la autonomía o autodeterminación de niños, niñas y adolescentes
en el ejercicio de sus derechos fundamentales (art. 5, CDN), todo ello en el art. 639. Además
posibilita la delegación de dicha responsabilidad en un pariente o en el progenitor afín, en
caso de no poder ejercerla, evidenciando las múltiples posibilidades previstas por el
legislador para evitar la separación del NNyA de su grupo familiar, tal como remarca la
26.061 y la CDN, y garantizar el derecho a vivir en familia.

Por último, respecto de la figura de la adopción, el nuevo art. 607, establece que la
declaración de la situación de adoptabilidad procede frente a tres supuestos, entre ellos, el
caso de que las medidas excepcionales tendientes a que el niño permanezca en su familia de
origen o ampliada no hayan dado resultado (inc. c).

32
En este último supuesto se establece un límite temporal de 180 días para que el
organismo administrativo trabaje en la revinculación familiar. De esta manera se busca
alcanzar un justo equilibrio entre el derecho del NNyA a vivir con su familia de origen (y
viceversa) y la crianza y desarrollo integral del mismo en un ámbito familiar adecuado donde
no se vean amenazados y/o vulnerados sus derechos fundamentales. Por los mismos, el CCyC
establece que tanto la familia de origen como el NNyA son parte en el proceso de
determinación de la situación de adoptabilidad y que el consentimiento de éstos es requerido
expresamente desde los 10 años, bajo pena de nulidad absoluta.

De los Fundamentos del Anteproyecto (antecedente directo del nuevo Código) surge
que “el legislador debe a los niños sin cuidados parentales una normativa actualizada, ágil y
eficaz, dirigida a garantizar su derecho a vivir en el seno de una familia adoptiva en el caso
de no poder ser criados por su familia de origen o ampliada”. Es así, como el Código modificó
el instituto de la adopción, tomando en cuenta la norma preexistente —ley 26.061— e
involucró al Sistema de Protección, poniendo de resalto que la institución tiene en miras,
primordialmente, el interés de los niños por sobre el de los adultos comprometidos.

Ahora bien, retomando el tema de la responsabilidad parental, el CCyC la define


como “el conjunto de deberes y derechos que corresponden a los progenitores sobre la
persona y bienes del hijo, para su protección, desarrollo y formación integral mientras sea
menor de edad y no se haya emancipado” (art. 638). En el art. 646 se establece entre los
deberes de los progenitores el de “prestarle alimentos” y considerar sus necesidades
específicas, según sus características psicofísicas, aptitudes y desarrollo madurativo.
Complementándose con esta disposición y como “regla general”, el art. 658 determina que
la obligación alimentaria “se extiende hasta los 21 años, excepto que el obligado acredite
que el hijo mayor de edad cuenta con recursos suficientes para proveérselo por sí mismo”.
Finalmente, cabe señalar el art. 663 que contempla la situación del hijo mayor de edad que
se capacita. Al respecto, establece que “la obligación de los progenitores de proveer recursos
al hijo subsiste hasta que éste alcance la edad de veinticinco años, si la prosecución de
estudios o preparación profesional de un arte u oficio, le impide proveerse de medios
necesario para sostenerse independientemente”.

33
La prestación alimentaria a cargo de los padres tiene por finalidad asegurar el
desarrollo íntegro de los hijos. Tal como mencionamos, se trata de un derecho humano
fundamental, incluido entre los derechos económicos, sociales y culturales (DESC, arts. 11,
12, 13, PIDESC; arts. 24, 26, 27 y 29 CDN). Por lo cual si el legislador prevé la asistencia
en el sentido del apoyo a la formación para acompañar en la autonomía económica/laboral
hasta ese momento desde el ámbito del derecho privado, también debería ser de mínima ese
el plazo cuando la obligación esté a cargo del estado, o acaso la prestación alimentaria es un
privilegio de algunos.

Sucede que la ley 26.57962; siguiendo las tendencias reconocidas en las legislaciones
comparadas, descendió la mayoría de edad de los 21 a los 18 años, así la línea divisoria entre
la menor edad y la edad adulta pasó a ser coincidente con la establecida tanto por la CDN
(art. 1°) como por las leyes de Promoción y Protección Integral de Derechos de Infancia.

Del contenido de la ley 26.579 interesa, a nuestro objetivo, que pese a que redujo la
edad de adquisición de la mayoría de edad, previó el mantenimiento de la obligación
alimentaria hasta los 21 años, salvo que el progenitor demandado acreditara que su hijo
contaba con recursos suficientes para su subsistencia.

Esto obedece a que la realidad social exhibe 63 una notoria dificultad para la inserción
laboral de los jóvenes, sumado a que continúan los estudios terciarios o universitarios luego
de adquirir la plana capacidad y entonces dificulta el autosustento. La jurisprudencia -mucho
antes de la sanción del CCyC- ha entendido que: “la realidad social que se proyecta a través
de dicha normativa radica en que la mayoría de edad enfrenta al hijo menor de 21 años con
la imposibilidad de afrontar sus necesidades, sin actividad remunerada y con el agravante en
su caso de un mercado laboral restringido, por lo que de haber iniciado una carrera corre el
riesgo de verla interrumpida al negársele la continuidad de la asistencia que se le propiciara
al inicio de su educación. Por otra parte, la dificultad de acceso al mercado de trabajo ha

62
Sancionada: 2/12/2009; promulgada.: 21/12/2009; BO del 22/12/2009.
63
“La tasa de desempleo en los jóvenes de 15 a 24 años creció de 19 al 24,6 por ciento en el segundo trimestre
frente al mismo período del año pasado, varios puntos más de lo que avanzó la desocupación a nivel general.
El dato está por encima del 23,4 por ciento que mostraba la desocupación en ese segmento de la población en
2007 y es 2,6 veces superior al promedio de desempleo en el país. Los jóvenes más afectados son los que no
terminaron la escuela secundaria y en particular las mujeres”. Nota publicada en el diario Página/12 el
29/11/2016. Disponible en https://www.pagina12.com.ar/5875-los-jovenes-son-los-mas-expuestos-frente-al-
ajuste

34
demorado la independencia de los hijos, en muchos casos por falta de empleo. Por ello, la
independencia personal que comporta la mayoría de edad, no trae aparejada la correlativa
independencia económica. Resulta, entonces, necesario continuar acercando los recursos
para atender a un desarrollo íntegro de la persona que le permita competir en un medio cada
vez más exigente”64.

Asimismo y desde la mirada jurídica, esa prórroga deriva del derecho internacional
de los derechos humamos, específicamente del principio de no regresiva, es decir la
prohibición del cercenamiento de derechos ya adquiridos y del principio de maximización-
optimización de derechos, es decir, el mayor reconocimiento posible acorde a las
obligaciones internacionalmente asumidas por el Estado. Todo ello avalado por el principio
pro homine que exige la aplicación de la norma más favorable a la tutela de los derechos 65.

Ahora bien, desde el sistema de protección, oportunamente el art. 2 del decreto


reglamentario 415/2005 –ley 26.061- dispuso que “…En el plazo de VEINTICUATRO (24)
meses contado desde el dictado del presente decreto, se deberá contemplar la continuidad del
acceso a las políticas y programas vigentes de quienes se encuentren en la franja etérea de
los 18 a 20 años inclusive, a los efectos de garantizar una adecuada transición del régimen
establecido por la derogada Ley Nº 10.903 al Sistema de Promoción y Protección Integral de
los Derechos de las Niñas, Niños y Adolescentes, debiendo respetarles el pleno ejercicio de
sus derechos en consonancia con las disposiciones de la Ley Nº 26.061”.

Sin embargo, en la práctica cotidiana esto está muy lejos de suceder. A los 18 años
aquellos adolescentes que continúan bajo la protección del Estado, alojados en alguna
institución de cuidado –por la inoperancia estatal- deben egresar, cesando a su respecto la
cobertura del sistema de cuidados alternativos gubernamental. Lo que redunda en una doble
vulneración de derechos, con una clara discriminación, en lugar de redoblar los esfuerzos
desde el Estado para garantizar la plena inclusión social de aquellos jóvenes que
permanecieron en una institución de cuidado buena parte de su existencia.

64
Cámara de Familia de Mendoza, 17/5/2013, “R.S. M. E. v. S.M. B. p/Alimentos” (Expt. 861/2011)
65
Fernández, Silvia (2012), La infancia como escenario universal y sus falacias. "Niños" y "Menores":
Simbolizaciones sociales subyacentes, replicadas en la mayor edad. Algunas -necesarias- aplicaciones del
principio de paternalismo justificado, en Derecho de Familia. Revista Interdisciplinaria de Doctrina y
Jurisprudencia, Nro. 56, Abeledo-Perrot, Buenos Aires, 2012, p. 39 y ss.

35
En definitiva, lo que debió ser transitorio se eternizó incumpliéndose por parte de la
justicia -quien, en definitiva, es el que decide y coloca fin a la institucionalización-,
coadyuvado por un deficiente sistema de protección que no logró con su intervención restituir
los derechos vulnerados, satisfacer el derecho a vivir en familia. No conforme a esto, al llegar
a la mayoría de edad, el Estado los excluye e invisibiliza, por el solo hecho de haber
alcanzado la mayoría de edad, sin ningún tipo de herramienta para desenvolverse fuera de la
institución de cuidado y sin contención emocional y mucho menos económica.

VIII. Cuando la adopción no es el camino


A esta altura del desarrollo del trabajo, estamos en condiciones de afirmar que la
adopción no es la solución para todos los NNyA que residen en hogares de cuidado, máxime
si son adolescentes. Del Registro Único de Aspirantes a Guarda con fines Adoptivos
(DNRUA), creado por la ley 25.854 66, que depende del Ministerio de Justicia y Derechos
Humanos de la Nación, surge que: de los 5.35267 pretensos adoptantes inscriptos en él, sólo
el 0.8% está dispuesto a adoptar a un niño o niña mayor de 12 años, lo que significa 43
postulantes.

Asimismo, de las “Convocatorias públicas” que surgen del propio Ministerio,


podemos observar que de los 170 NNyA que se encuentran en estado de adoptabilidad en
todo el territorio nacional, el 87,65% de ellos son adolescentes, es decir, tienen entre 13 y 17
años. Muchos de ellos con problemas de salud; integran grupos de hermanos y con varios
años de institucionalización.

Sumado a que el 50% de los niños, niñas y adolescentes que estuvieron con medidas
de protección egresan del sistema por “re vinculación con su familia de origen”, pero del

66
El Registro Único de Aspirantes a Guarda con Fines Adoptivos fue creado por la Ley 25.854, promulgada el
6 de enero de 2004 y tiene como objetivo principal formalizar una lista de aspirantes denominada "Nómina de
Aspirantes". El Decreto 1328/2009 establece que dicha nómina estará constituida por los listados de las
jurisdicciones adheridas a la citada Ley. El Registro Único garantiza a los postulantes una inscripción única,
que se realiza en la jurisdicción de su domicilio real, de forma personal y gratuita. La inscripción al Registro es
un requisito previsto en el art. 600 del CCyC para ser adoptante.
67
Todos los datos consignados son a marzo de 2017 según la información del propio Ministerio de Justicia y
Derechos Humanos en la Guía informática sobre adopción. Hacia una protección integral de los derechos de
los niños, niñas y adolescentes , disponible en http://www.jus.gob.ar/media/3221144/Adopcion_argentina.pdf

36
50% restante el 28% egresan por mayoría de edad y solo un 7% por guardas con fines
adoptivos o adopción definitiva 68.

Al respecto, cabe mencionar una sentencia de la Corte Suprema de la Provincia de


Buenos Aires69, donde se discutió el estado de abandono y adoptabilidad dispuesto con
relación a tres hermanos. Lo que nos interesa aquí, es que cuando el caso llegó a la Corte,
una de las hermanas tenía 19 años, habiendo ingresado al sistema de cuidados alternativos a
sus 7 años. Este caso es paradigmático ya que demuestra como el propio sistema pone a
los/las adolescentes en un lugar de abierta violación de derechos, privándolos de los mismos,
desde el propio Estado. La Corte, por mayoría, revocó la decisión sobre la adoptabilidad de
la joven en consideración de que había adquirido la mayoría de edad. Sin embargo, hizo
hincapié en la implementación de acciones positivas, tendientes a lograr el autovalimiento de
la joven, permitiéndole el acceso a un proyecto vital autónomo 70.

En este contexto, surgen algunos interrogantes a los que invita este trabajo: ¿Cómo
respetar el derecho de los/las adolescentes a vivir en familia cuando la adopción ya no es una
opción posible? ¿Cuáles son las medidas que se adoptan hacia tal fin? ¿Son efectivas?
¿Existen otro tipo de medidas? ¿No deberían implementarse otro catálogo de instituciones?
Es decir, instituciones que tengan en miras acciones o estrategias que tiendan a que aquellos
puedan alcanzar el pleno desarrollo de su personalidad.

En el cruce entre adopción y responsabilidad parental, el Código incorpora dos figuras


al derecho civil argentino. Dentro del título VII del Libro Segundo, el art. 640 regula las
figuras que se derivan del ejercicio de la responsabilidad parental, entre ellas, el inciso c.
contempla la guarda otorgada por el juez a un tercero, a la que se refiere específicamente el
art. 657. Allí se establece que “en supuestos de especial gravedad, el juez puede otorgar la
guarda a un pariente por un plazo de un año, prorrogable por razones fundadas por otro
período igual”. Por su parte, el art. 643 incorpora la figura de la delegación del ejercicio de
la responsabilidad parental “en el interés del hijo y por razones suficientemente justificadas,

68
INFOJUS noticias, 9/10/14, “Adopción: más derechos con el paradigma del nuevo Código Civil y
Comercial”.
69
Causa C. 102.655, sent. del 27-IV-2011, "A., J. M.; A., E. P.; A., M. D.; A., T. A.; A., K., A. y otros. Art. 10"
70
Del voto de Dr. Lázarri, considerando 9, d).

37
los progenitores pueden convenir que el ejercicio de la responsabilidad parental sea otorgado
a un pariente”.

A los fines de nuestro análisis, podemos advertir que tanto la guarda judicial como la
delegación del ejercicio de la responsabilidad parental, puede hacerse en virtud del vínculo
de parentesco, es decir que, el cuidado del niño quedaría a cargo de un pariente. Cabe destacar
que esa no fue la redacción original, dado que el Anteproyecto del CCyC, establecía que
podía ser un pariente o tercero idóneo, dando lugar al vínculo que se genera a través del
afecto, que es tan importante si de derecho de las familias se trata, ya que muchas veces se
logra tener vínculos afectivos y de confianza más fuertes con quienes no nos unen vínculos
de parentesco que con la propia familia, y esto no puede ser ajeno para el derecho, siendo el
concepto de socioafectividad71, un elemento rupturista en el derecho argentino 72.

Sin embargo, la prohibición expresa de las entregas directas en guarda de NNyA que
emana del art. 611, habilitando al juez a separar a los niños de sus guardadores, -excepto que
se compruebe judicialmente que la elección de los progenitores se funda en la existencia de
un vínculo de parentesco-, produjo la modificación en la Cámara de Senadores de la
redacción original, a fin de evitar que por los arts. 643 y 657, se terminara dando situaciones
de “niños puestos”, término utilizado en situaciones en las que la guarda se realiza a favor
de terceros sin ningún vínculo afectivo previo con el NNA 73 con la consecuente vulneración
de derechos que esta actitud conlleva.

Disiento con esa observación y con la redacción final, ya que lo que no se tuvo en
cuenta al momento de la quita en la Cámara Alta, es que ambas figuras, tal cual están
contempladas en el CCyC requieren del respectivo control de legalidad, con lo cual fácil se

71
La denominación socioafectividad la importamos del derecho brasilero que desde hace algunos años viene
trabajando en el tema desde el derecho filial. En el derecho argentino es más incipiente, sin embargo se ha
incorporado en el Código Civil y Comercial y algunos precedentes jurisprudenciales han dado cuenta de las
implicancias de la socioafectividad para resolver conflictos complejos, tal el fallo del Juzgado de Familia de la
4ta nominación de Córdoba, del 28/6/2010, “A. S. G., v. M. V. S. y otro s/ medidas urgentes”, publicado en
RDF 2011-1-137.
72
Herrera, Marisa (2014), La noción de socioafectividad como elemento "rupturista" del derecho de familia
contemporáneo, en Derecho de Familia. Revista Interdisciplinaria de Doctrina y Jurisprudencia, Nro. 66,
Abeledo-Perrot, Buenos Aires, 2014, p.75 y ss.
73
Herrera, Marisa (2008). El derecho a la identidad en la adopción, Tomo I. Buenos Aires: Universidad. p. 375
y ss.

38
advertiría –judicialmente- si se trata de un verdadero y genuino vínculo afectivo que tiene en
miras ya sea el cuidado personal del niño –en el caso de la guarda-; el ejercicio de la
responsabilidad parental o; si hay -por detrás- otra intención, y en tal caso habilitaría al juez
a no homologar el acuerdo. Sumado a la temporalidad que plantea el artículo: un año,
prorrogable por otro año más.

Este tipo de figuras serían de gran utilidad a fin de favorecer la desinstitucionalización


en los casos que hay referentes afectivos que quieren asumir el cuidado de los NNyA y tal
deseo responde al interés superior del niño, favoreciendo de esta manera al derecho a la vida
familiar de los mismos.

Cabe traer a colación algunos precedentes jurisprudenciales que han resuelto en ese
sentido, teniendo que recurrir en el caso concreto a declarar la inconstitucionalidad de los
artículos mencionados en tanto limitan el cuidado a parientes.

Tal es el caso del Juzgado de Familia Nro. 1 de Córdoba 74, que declaró la
inconstitucionalidad del art. 657 y homologó el acuerdo de delegación de guarda efectuada
por la progenitora a un matrimonio con quien no los unía ningún vínculo de parentesco. Ello,
en virtud de entender que la limitación para la delegación de la guarda exclusivamente en
cabeza de los parientes de los padres avanza contra el interés superior del niño ocasionándole
un daño en su persona al privarlo del amparo y protección que podrían brindarle los pretensos
guardadores y que su madre biológica no puede ofrecerle. La opinión del niño, fue decisiva
a la hora de resolver, dado que expreso su voluntad de vivir con aquellos y visitar a su madre
y hermanos, teniendo plena conciencia de su situación y sintiéndose además cuidado y
querido por la familia con que la madre acordó su cuidado.

En otro precedente, en este caso de la Ciudad de Mar del Plata75, se trataba de una
niña de 5 años que se encontraba institucionalizada en virtud de haberse adoptado una medida
de abrigo. Vencido el plazo -180 días- sin que se hayan revertido las causas que dieron origen
a la medida y dado que la niña contaba con una mamá con la que tenía un vínculo afectivo
pero que no podía asumir su cuidado por encontrarse “…involucrada en una historia de

74
Juzgado de Familia de la Primera Nominación de Córdoba, “L. J. E. y otro s/ guarda no contencioso”,
7/10/2015. AR/JUR/74630/2015
75
Juzgado de Familia nro. 3 Mar del Plata- 29/12/2015

39
consumo de sustancias, negligencia parental, violencia familiar y falta de contención
familiar. A ello se suma la imposibilidad de la Sra. […] de sostener en el tiempo los
compromisos asumidos –tratamientos a sus adicciones, concurrencia a los encuentros que se
programen en el PEF, otros-…” se decidió otorgar, por pedido de la Asesoría de Menores e
Incapaces, la guarda de la niña a una vecina de larga data de los abuelos paternos quien desde
los primeros tiempos auxilio a éstos en el cuidado de su nieta, unidos por un vínculo genuino
y afectivo, en un grupo familiar compuesto por otros hijos de la guardadora de hecho.

Para así resolver, se declaró la inconstitucionalidad del art. 657 en tanto exige la
mencionada condición de pariente en cabeza del guardador. La a quo sostuvo que “la
limitación del 657 debe ceder ante supuestos en que se vislumbra un vínculo afectivo entre
el niño y el adulto referente, nacido de una legitima situación”. Garantizando de esta manera,
el derecho a la vida familiar, el mantenimiento de los vínculos existentes con su familia de
origen y su derecho a la identidad.

A idénticas conclusiones, arribó la Comisión nro. 6 de Familia: “Identidad y


filiación”, de las XXV Jornadas Nacionales de Derecho Civil, llevadas a cabo en la ciudad
de Bahía Blanca en octubre de 2015. Por unanimidad, se votó de lege lata que: "Se debe
entender que arts. 643 y 657 no se circunscriben a los parientes sino también a terceros
idóneos con quienes se tenga socioafectividad". Y de lege ferenda: “Se deben modificar 643
y 657 a fines de extender los supuestos de delegación del ejercicio de responsabilidad
parental y guarda a terceros idóneos con quienes se tenga socioafectividad”.

Asimismo, por unanimidad, también, se concluyó que “Se debe entender de manera
sistémica –conf. arts. 1 y 2 CCyC-, que la excepción a la prohibición de la guarda de hecho
no se circunscribe a los parientes, sino a aquellas situaciones excepcionales de
socioafectividad en que la relación entre la familia de origen y guardadora es cierta, previa y
genuina" (de lege lata). Y que “Se debe modificar el art. 611 y volver al texto del
Anteproyecto de reforma” (de lege ferenda).

Finalmente, a fin de armonizar las normativas de adopción y de guarda en


responsabilidad parental, se concluyó por unanimidad que: “En los supuestos de los arts. 611,
643 y 657 es relevante para la resolución del conflicto (guarda para adopción, ejercicio de la

40
delegación de la responsabilidad parental y guarda judicial), la voluntad de los niños con
edad y grado de madurez suficiente"76.

Por lo expuesto, podemos concluir que llegado el caso y dado que el control de
constitucional en nuestro país es difuso podremos echar mano, al recurso de última ratio para
el caso concreto que será la declaración de inconstitucionalidad de los artículos mencionados,
en tanto limitan ambas figuras a parientes. Para así lograr la desinstitucionalización de los
NNyA que se encuentren bajo protección del Estado, y evitar vulnerar derechos humanos
fundamentales de aquellos.

IX. La transición a la adultez


Alcanzar la mayoría de edad, para los adolescentes institucionalizados, supone el cese
de la medida protectora del Estado, de modo que la entrada en la vida adulta tiene una enorme
trascendencia para ellos e implica fundamentalmente el cese de la tutela y el comienzo de un
proceso de independencia forzoso y acelerado.

La transición a la vida independiente es el proceso por el cual el adolescente va


asumiendo nuevos roles y haciendo frente a nuevas tareas relacionadas con la adquisición de
unos niveles de autonomía cada vez mayores respecto a sus adultos de referencia. Al llegar
a una determinada edad, se espera que el joven pueda valerse por sí mismo, lo cual implica
que pueda ganar su propio dinero, estudiar y/o trabajar y asumir la responsabilidad de ganarse
la vida. Sin embargo, la emancipación no es un proceso uniforme, sino que más bien supone
un amplio abanico de experiencias de transición medidas por el impacto del contexto
socioeconómico en el que están insertos los jóvenes, así como por variables individuales.

En el mundo occidental se han ido desdibujando los márgenes de la etapa juvenil


como resultado de la prolongación de la fase formativa y el retraso en la inserción al mundo
laboral, entre otros factores, y por consiguiente, la dificultad para alcanzar la independencia
económica y el acceso a la vivienda. Por ello, la familia se convierte en el pilar básico de la
transición al proveer a los jóvenes de apoyo económico, práctico y emocional de forma
prolongada.

76
Disponible en http://jndcbahiablanca2015.com/wp-content/uploads/2015/10/CONCLUSIONES-06.pdf

41
Frente a este panorama, las dificultades se multiplican para aquellos adolescentes que
egresan del sistema de cuidados alternativos, siendo apremiados a afrontar la independencia
al cumplir los 18 años. Para ellos no existe opción de regresar al nido en tiempos de dificultad
porque precisamente la carencia o el deterioro de éste han marcado sus vidas y ha
determinado la necesidad de ser tutelados por el Estado.

Desde principios de 1970, un conjunto de estudios reveló la escasa preparación que


los jóvenes egresados de los sistemas de protección tenían para organizar sus vidas de manera
autónoma. Muchos se encontraban en situaciones de soledad y aislamiento, con problemas
de salud mental, desempleados, sin vivienda y en condiciones de pobreza 77.

La autonomía implica la adquisición progresiva de herramientas que permitan al


sujeto desenvolverse en la vida, en los ámbitos que sean de su interés y necesidad. Así estos
dos planos, el de la necesidad y el interés deben convivir y ser acompañados en la medida de
lo posible para que todas las personas, con o sin familia, realicen una transición saludable
hacia la vida adulta, ya que éste es también un derecho 78.

Aunque la fase intensa de este proceso se da a los 18 años, hay que tener en cuenta
que el egreso no es la única finalidad, la clave es el acompañamiento y la construcción de un
proyecto propio de vida a través de la autonomía y del auto-valimiento, pilares fundamentales
en cualquier estrategia que involucre a adolescentes y que debe comenzar antes de alcanzar
la mayoría de edad y extenderse luego de ella. Por ello, desde el ingreso del joven a un
dispositivo convivencial, es obligatorio y no optativo trazar un plan individual que establezca
los pasos necesarios para preparar a ese adolescente para una vida independiente. Máxime,
teniendo en cuenta que la ley 26.579, al establecer la mayoría de edad a los 18 años, tal como
vimos, produjo un acortamiento de los acompañamientos que antes se prolongaban por tres
años más, cosa que ya no ocurre.

Por ello, hay que reforzar el trabajo con los adolescentes desde el ingreso mismo al
dispositivo de cuidado, a fin de favorecer el desarrollo y consolidación de proyectos de vida

77
Informe DONCEL/FLACSO/UNICEF (2015), op. cit. p. 15.
78
Pinto, Gimol (2012), Transición: Del sistema de protección a la autonomía. Hacia un modelo integral de
acompañamiento para jóvenes, Doncel/FLACSO/Oslo Univrsity/ UNICEF, Buenos Aires, 2012.

42
personales, a fin de garantizar su derecho a la autonomía progresiva y su plena inclusión
social.

X. Retos de la institucionalización
En este punto nos preguntamos ¿Cuáles son los efectos de la privación de derechos
que conlleva toda institucionalización en el desarrollo de la personalidad de los NNyA?

Existe escasa investigación publicada sobre los itinerarios formativos de las personas
que en algún momento residieron en algún hogar convivencial bajo la tutela del Estado, y
sólo centrada en unos pocos países. Europa, en esto, lleva la delantera, publicando en los
últimos años estadísticas que muestran que los jóvenes que provienen del sistema de
protección acumulan indicadores de desventaja social, y se ha empezado a argumentar que
pueden ser considerados como de los grupos de población con más alto riesgo de exclusión
social.

La integración social de los jóvenes, en condición de igualdad de oportunidades,


depende en buena medida, de los logros formativos y educativos alcanzados, empezando por
la etapa de educación obligatoria. Aquellos que por la razón que sea, no alcancen la educación
superior, estarán en una situación de desigualdad social.

En los países europeos se sabe que un gran número de jóvenes que no alcanzan la
educación superior han estado dentro del sistema de protección. Se ha afirmado que en la
mayoría de los países europeos esta situación reúne todas las características de un problema
social no legitimado. Ello se debe a que los sistemas educativos no reconocen a los jóvenes
sin cuidados parentales como un conjunto de la población con necesidades especiales,
ignorando sistemáticamente la necesidad de apoyo en el proceso de aprendizaje; y la falta de
estadísticas regulares sobre los resultados educativos de los jóvenes que han estado bajo la
tutela del Estado79.

Algunas conclusiones a las que se puede arribar de las investigaciones llevadas a cabo
en Europa, son las siguientes80:

79
Ferrán Casas Aznar y Carmen Monserrat Boada (2009), Sistema educativo e igualdad de oportunidades entre
los jóvenes tutelados: estudios recientes en el Reino Unido, Psicothema 2009. Vol. 21, nro. 4, pp. 543-547
80
Ver al respecto: Christoffersen, Mogens, Anbragate borns livsforlob. En undersogelse af tidligere anbragte
born o gunge der fodt I 1967; Simon, A., y Owen, C., Outcomes for children in care: What do we know? En E.

43
 Los jóvenes que provienen del sistema de protección encabezan todos los indicadores
de desventaja social de la Unión Europea (pobreza, problemas de vivienda,
desempleo, actividades delictivas, embarazo adolescente);
 Presentan niveles muy inferiores a la media poblacional en salud y en la formación
alcanzada;
 Se trata de un grupo de población en alto riesgo de exclusión social.
Es menester destacar que no sólo se trata de un población en riesgo social cuando entran
en el sistema de protección sino también después de haber estado en el mismo. De allí la
necesidad de extender programas y políticas públicas de apoyo a estos jóvenes81.

Sin embargo, algunos jóvenes atravesaron exitosamente la transición y encontraron


satisfacción en su vida personal y profesional. ¿Qué fue lo que contribuyó a lograr un camino
más exitoso? ¿Cómo han sido preparados para el egreso y cuánto contribuyó a una transición
más segura? Existe un concepto que es el de resiliencia, entendido como la cualidad que
permite encontrar satisfacción en la vida a pesar de haber enfrentado problemas o
adversidades y haber experimentado distinto tipo de presiones. La resiliencia se refiere a la
superación de las probabilidades, la capacidad de afrontamiento y recuperación ante la
adversidad. Estudios de los últimos años se han centrado en el desarrollo de la resiliencia en
tres áreas principales. En primer lugar, los atributos de los propios jóvenes. En segundo lugar,
sus relaciones familiares. Y tercero, las características de sus entornos sociales más amplios.
En este sentido, los trabajos de investigación registran que, entre jóvenes provenientes de
familias desfavorecidas, quienes tienen relaciones afectuosas y cariñosas con, al menos, una
persona de la familia o apoyo incondicional de, por lo menos, uno de los padres, han tenido
experiencias escolares positivas y se han sentido capaces de planificar y tener el control de
sus vidas.

Por otra parte, se pudo identificar que la inestabilidad dificulta la transición saludable
hacia la vida adulta. Los jóvenes que poseen ubicaciones habitacionales estables donde se les
proporciona una atención de buena calidad tienen más probabilidades de éxito educativo,

Chase, A. Simon y S. Jackson: In care and after: A positive perspective. London: Routledge; Broad, B.,
Improving the health and well-being of young people leaving care. Dorset: Russell House Publishing.
81
Bravo, Amaia, y Del Valle, Jorge, Evaluación de la integración social en acogimiento residencial,
Psicothema, 13(2), 197-204.

44
inclusión laboral, capacidad para gestionar su alojamiento cuando egresan del sistema de
cuidados, se sienten mejor consigo mismos y logran una integración social satisfactoria en la
edad adulta, en comparación con aquellos jóvenes que han experimentado mayores
movimientos inestables e interrumpidos durante su tiempo en el sistema 82.

En definitiva, la evidencia disponible –salvando las distancias- permite constatar que


la clave para una transición exitosa consiste en disponer no sólo de la puesta en marcha de
diferentes acciones positivas en el orden habitacional, laboral, educativo, sanitario sino
también de vínculos estables. Es por ello que cualquier tipo de abordaje integral de este tipo
de problemáticas no debería dejar de lado rescatar, resguardar o salvaguardar lo máximo que
se pueda, los lazos afectivos con los que cuenten los NNyA al ingresar al dispositivo de
cuidado.

Desde el panorama latinoamericano, Jhon Edward Angulo, un joven colombiano que


egreso del sistema de protección afirma que “a nivel nacional los programas de preparación
para el egreso y la vida adulta de los jóvenes aún son muy incipientes (…) tiene baja
cobertura, el modelo operativo integral y los programas post egreso que hagan seguimiento
y acompañamiento a los jóvenes son tan débiles que ni siquiera se hacen visibles, muchos
egresan con dificultades que se ven enmarcadas principalmente en la capacidad de emplearse,
el acceso y el acompañamiento en educación y la habilidad para socializar. (…) Al existir
pocos programas de acceso y acompañamiento a la educación para egresados y/o en proceso
de egreso, los saberes para desempeñarse productivamente son tan bajos, que los pone en
desventaja frente a otros jóvenes. Adicionalmente por costos, es muy difícil para un joven
que apenas sale, contar con los recursos para continuar su educación sin apoyos ni
subsidios”83.

Desde Uruguay también se señala la ausencia de estudio sobre el tema, por lo que el
conocimiento es intuitivo y las percepciones se basan en la experiencia profesional. Por lo

82
Informe DONCEL/FLACSO/UNICEF (2015), op. cit., p. 16 y 17.
83
Retos de la institucionalización. Disponible en
https://issuu.com/extasis/docs/retos__de_la_institucionalizacio__n

45
que existe una gran necesidad de dimensionar cuantitativamente el problema que enfrentan
los jóvenes que egresan del sistema de protección84.

Nuestro país no es la excepción, escasean datos e investigaciones sobre el tema, lo


cual repercute directamente en obtener una dimensión real del problema e instalarlo en la
agenda pública a fin de diseñar estrategias de intervención.

Al respecto, cabe destacar, que jóvenes egresados del sistema de cuidados laternativos
integran el programa denominado Guía Egreso85 que la Asociación Civil Doncel lanzó en
2010 en nuestro país. Es el primer portal argentino hecho por jóvenes que egresaron de
hogares destinado a otros jóvenes que están llegando a esa etapa. Desde sus propias
experiencias de transición intentan compartirlas con otros jóvenes para acompañarlos en ese
proceso, se trata nada más ni nada menos de un acompañamiento entre pares: “Así como vos
estas parado en este momento en una baldosa que parece floja y en un camino que no conoces,
nosotros en algún momento estuvimos parados en un camino similar y tuvimos que tomar
decisiones como las que vas a tener que tomar vos”, reza la introducción a la Guía Egreso.

Estos jóvenes a su vez participaron de la primer encuesta entre pares86 llevada a cabo en
el año 2015, que se propuso darle voz a los jóvenes convocándolos no solo como
entrevistados sino también como investigadores, protagonistas del estudio y parte activa en
el proceso de investigación. La muestra estuvo constituida por un total de 69 adolescentes y
jóvenes de diversos sexos, entre pre-egresados y egresados de las provincias de Buenos Aires,
Tucumán, Santiago del Estero y Chaco. Las principales conclusiones del estudio son las
siguientes:

 El 44,9% ingresó al hogar convivencial entre los 13 y los 17 años.


 Sólo la mitad de los egresados participó en la decisión de dejar el hogar.
 La mitad no recibió información sobre empleo y vivienda antes o después de egresar.
 Recién a partir de los 20 o 21 años los jóvenes se sienten listos para vivir
autónomamente.
 Al irse del hogar la mayoría se sintió inseguro o con miedo.

84
UNICEF- La Barca (2014), Autonomía anticipada. Tramas y trampas del egreso de adolescentes
institucionalizados por protección, 2014, Montevideo, Uruguay.
85
Puede consultarse este proyecto en www.guiaegreso.com.ar
86
Se realizó en el marco del convenio de cooperación entre Doncel, FLACSO y UNICEF.

46
Entre los pre-egresados,

 el 49,9% lleva entre 6 y más de 10 años viviendo en un hogar convivencial;


 el 85% va a la escuela y 1 de cada 5 trabaja; y
 1 de cada 3 recibe una beca o ayuda económica por parte del Estado.

Entre los egresados,

 el 55% vivió entre 6 y más de 10 años en un hogar convivencial;


 el 75% trabaja;
 1 de cada 3 regresó a la casa familiar;
 el 50% accede a una beca o apoyo económico; y
 el 85% accedió a la escuela media y sólo el 55% continuó estudiando luego de dejar
el hogar convivencial.

En definitiva, como se puede observar, la problemática de la institucionalización no


es una cuestión “menor” y mucho menos si se trate de adolescentes que están próximos a
adquirir la mayoría de edad donde el Estado debe redoblar los esfuerzos a fin de garantizar
su plena inclusión social.

XI. Derecho comparado


La problemática que afrontan los jóvenes que abandonan el sistema de protección está
recabando cada día más interés a nivel internacional. En algunos países esta preocupación se
ha acompañado de importantes reformas legales. Así, en el año 2000 Inglaterra y Gales
introducen la Children (Leaving Care) Act. De esta manera, amplían la responsabilidad del
gobierno de ejercer la protección de los 16 a los 18 años y establecen la obligación para las
diferentes autoridades locales de ofrecer apoyos para los jóvenes de 18 a 21 años que
abandonan el sistema de protección. Además, se abre la posibilidad de extender el apoyo
educativo hasta los 24 años. Las leyes se centran especialmente en la formación educativa y
profesional, así como en las necesidades económicas de estos jóvenes.

Lo más novedoso de estas reformas es la planificación individualizada de las


trayectorias de transición y la introducción de la figura de los consejeros personales para los

47
jóvenes de hasta 21 años. La evaluación del impacto de estos desarrollos legales en el
contexto británico ha evidenciado una expansión de los servicios de transición a la vida
independiente, así como mejoras en la implementación y consistencia de estos programas.

En 2014 se aprobo en Escocia la Children and Young People (Scotland) Act 2014. Un
importante aspecto de esta ley es la ampliación de la edad hasta la cual los jóvenes acogidos
en cuidados alternativos tienen, tanto el derecho a permanecer en su modalidad actual de
acogimiento, como a recibir un apoyo continuo una vez que hayan egresado del mismo. El
acogimiento alternativo continuo puede ser solicitado por un joven cuando deje de estar bajo
una medida protección y hasta que cumpla los 21 años. Esto incluye una asistencia continua
y la oportunidad de permanecer en su modalidad actual de acogimiento si así lo decide. Si el
alojamiento dejara de estar disponible, debería ofrecérsele otros arreglos de vida apropiados.

De esta manera, los jóvenes son alentados, permitidos y empoderados para


permanecer en modalidades estables y seguras de acogimiento alternativo hasta que estén
listos para seguir con su vida adulta, si así lo deciden. Cuando un joven renuncia, de manera
voluntaria, a su estatus de acogimiento alternativo continuo, adquiere el derecho a “un
cuidado posterior”. La ley de 2014 ha ampliado la edad superior máxima de 21 a 26 años,
para garantizar a los egresados de acogimiento alternativo el derecho a un “cuidado
posterior”, el cual incluye el derecho a solicitar y a recibir asesoramiento, orientación y
asistencia de su autoridad local87.

En Estados Unidos proclamaron en el año 1999 la Foster Care Independence Act.


Afirman las autoras de “El proceso de transición a la vida adulta de jóvenes acogidos en el
sistema de protección infantil”88, que uno de los productos más interesantes de esta ley ha
sido la creación del John H. Chafee Foster Care Independence Program, encargado de
proporcionar recursos de independencia con especial énfasis en la educación, el empleo y el
entrenamiento en habilidades para la vida independiente. Desde este marco normativo se
instó a los diferentes estados a asegurar la cobertura médica de los jóvenes hasta los 21 años.

87
Boletín mensual publicado por el Centro Internacional de Referencia para los Derechos del Niño Privado de
Familia – SSI, nro. 198, enero 2016, p. 4
88
López, Mónica, Santos Iriana, Del Valle, Jorge., y Bravo, Amaia (2013), “El proceso de transición a la vida
adulta de jóvenes acogidos en el sistema de protección infantil”, Revista Anales de Psicología, vol. 29, nro. 1,
Murcia, 2013.

48
En el año 2008 se aprobó la Fostering Connections to Success and Increasing
Adoptions Act, que supone el reconocimiento de las obligaciones de los estados para con los
menores en protección en sus primeros años de adultez (ofreciendo diferentes alternativas de
vivienda, empleo, educación y formación, etc.) y amplía los fondos destinados a apoyar el
proceso de transición. Entre otros desarrollos, esta ley posibilita que las ayudas económicas
a los acogedores se extiendan hasta que el joven acogido cumpla los 21 años (siempre que
haya entrado en acogimiento después de los 16 años). Además, exige la creación de un plan
individual de trayectoria para cada joven en protección durante los tres meses anteriores al
egreso, que será elaborado conjuntamente por el técnico responsable del caso y el adolescente
e incluirá información detallada sobre su futuro (alojamiento, formación y empleo, seguro de
salud, servicios sociales, etc.).

En el contexto español el 28 de julio de 2015 se aprobó la Ley 26/2015, de modificación del


sistema de protección a la infancia y a la adolescencia. En ella se contempla la necesidad de
que las Entidades Públicas dispongan de programas destinados al apoyo de quienes, estando
en acogimiento, alcanzan la mayoría de edad y quedan fuera del sistema de protección (Art.
11.4). A su vez, se creó el Programa de preparación para la vida independiente dirigido a los
jóvenes que estén bajo una medida de protección, particularmente en acogimiento residencial
o en situación de especial vulnerabilidad, desde dos años antes de su mayoría de edad, una
vez cumplida esta, siempre que lo necesiten, con el compromiso de participación activa y
aprovechamiento por parte de los mismos. Los programas deberán propiciar seguimiento
socioeducativo, alojamiento, inserción socio-laboral, apoyo psicológico y ayudas
económicas (art. 22 bis).
Cabe destacar que el Gobierno de la Provincia de Buenos Aires, en el año 2014 ha
promulgado la ley 14.58489, especialmente destinada al auto-valimiento de jóvenes sin
cuidados parentales, que actualmente se encuentra sin reglamentar, y por lo tanto, sin
aplicación. Tiene por objeto dar un marco a las políticas de egreso de los adolescentes
residentes en hogares para niños, niñas y adolescentes de la provincia de Buenos Aires,
orientadas a promover su inserción socio-laboral. Es una ley que se centra únicamente en lo
laboral y lo educativo, ambas cuestiones de suma transcendencia para lograr la autonomía

89
Publicada en el Boletín Oficial el 3/4/14 (P.B.A.), en vigencia desde el 12/4/14

49
plena de los jóvenes, sin embargo, no contempla otras dimensiones igualmente válidas y
necesarias como ser lo habitacional. Dado que el principal problema que enfrentan los
jóvenes a la hora de egresar de la institución de cuidado por haber alcanzado la mayoría de
edad es dónde van a ir a vivir. Y si no tienen resuelta esa situación, difícilmente puedan
continuar los estudios y/o sostener un empleo. Si bien, no dejo de reconocer la importancia
de contar con este tipo de normas, considero que se desaprovechó una verdadera oportunidad
para pensar un abordaje integral, tendiente a satisfacer los derechos de los adolescentes bajo
cuidado del Estado.

Ello llevó a que recientemente el Organismo Provincial de la Niñez y la Adolescencia


del Ministerio de Desarrollo Social de la Provincia de Buenos Aires 90, ponga en
funcionamiento el Programa Autonomía Joven cuyo fin es favorecer el desarrollo y
consolidación de proyectos de vida personales de los jóvenes institucionalizados en el
territorio provincial, en convenio con los Municipios y/o diversas Organizaciones no
Gubernamentales. El mismo tiene por objeto “abordar el proceso de desinstitucionalización
desde la perspectiva de la inclusión socio-educativo-laboral, acompañado al adolescente en
la construcción de un proyecto de vida autónomo, favoreciendo, respetando y fortaleciendo
los vínculos familiares, comunitarios y afectivos que han podido construir durante su etapa
de institucionalización”, según surge del Anexo I de la Resolución que crea el Programa.

Asimismo, prevé el acompañamiento del joven por la figura de un referente territorial,


denominado “tutor” en tres momentos: Pre-egreso, egreso institucional y post-egreso.
Además, contempla a partir de los 18 años la asignación de una beca económica para el
sostenimiento de las estrategias de egreso, equivalente al 80% de un salario mínimo, vital y
móvil por un período de 6 meses, renovables por igual tiempo. Dada su reciente creación, se
encuentra en la primer etapa de implementación con lo cual no hay resultados disponibles
todavía.

Como pudimos observar, la situación de los adolescentes que continúan al llegar a la


mayoría de edad en una institución de cuidado es muy compleja, esto hace que los distintos
Estados -en mayor o menor medida- tal como establecen las Directrices de las Naciones

90
Mediante Resolución 2339 del Ministerio de Desarrollo Social, de fecha 21 de septiembre de 2016.

50
Unidas sobre modalidad alternativa de cuidados de niños 91, extiendan su responsabilidad más
allá del momento en el que adquieren la plena capacidad.

Para ello, políticas públicas dirigidas a aquellos, constituyen un apoyo esencial y


necesario para garantizar que los jóvenes tengan la oportunidad de llevar a cabo transiciones
hacia la vida adulta que sean positivas y duraderas. La ampliación de la edad hasta la cual
puedan recibir apoyo y las políticas contribuirían a estas metas y la implementación de estos
cambios de una forma coherente es fundamental para garantizar que podamos cerrar la brecha
de los “resultados” y mejorar las oportunidades de vida de todos nuestros jóvenes
institucionalizados y de aquellos que hayan egresado.

XII. Ley Nacional Nro. 27.364 “Programa de Acompañamiento para el Egreso de


Jóvenes sin Cuidados Parentales”
El 31 de mayo de 2017, el Estado argentino dio un gran paso en virtud de los
compromisos asumidos internacionalmente en pos de la protección de los derechos de los
más vulnerables.

Sucede que la Cámara de Senadores aprobó por unanimidad la Ley Nacional Nro.
27.36492 que crea el “Programa de Acompañamiento para Jóvenes sin Cuidados
Parentales”, impulsado por la Diputada Ana Carla Carrizo y la Asociación Civil Doncel93.
De esta manera Argentina se convirtió en el primer país de la región en contar con una ley
de estas características, que permite visibilizar la situación de desprotección y vulnerabilidad
de aquellos adolescentes y jóvenes que crecen en el sistema de cuidados alternativos, al llegar
a la mayoría de edad. Cabe señalar que el 26 de abril del 2017 había obtenido media sanción
en la Cámara de Diputados, también por unanimidad, demostrando el alto consenso
alcanzado por los legisladores que reconocieron la necesidad de contar con esta ley.

El objetivo del Programa que crea la ley es el acompañamiento para el egreso de los
adolescentes y jóvenes sin cuidados parentales a fin de garantizar su plena inclusión social y

91
Parrs. 130-135. Disponible en https://www.unicef.org/spanish/videoaudio/PDFs/100407-UNGA-Res-64-
142.es.pdf
92
Publicada en el Boletín Oficial el 26/6/2017
93
DONCEL es una asociación civil fundada en 2004 que trabaja con niñas, niños, adolescentes y jóvenes que
viven o vivieron bajo protección del Estado. Su misión es promover prácticas que faciliten los procesos de
desinstitucionalización de niños, niñas, adolescentes y jóvenes. Más información ingresando a
http://doncel.org.ar/

51
su máximo desarrollo personal y social (art. 1). Al respecto, el art. 3 señala que el Programa
se rige por los siguientes principios: a) Interés superior del niño. b) Autonomía progresiva
del adolescente conforme a sus características psicofísicas, aptitudes y desarrollo. A mayor
autonomía, disminuye el acompañamiento previsto en la presente ley; c) Derecho a ser oído
y que su opinión sea tenida en cuenta según su edad y grado de madurez; d) Igualdad y no
discriminación; e) Acompañamiento integral y personalizado. Asimismo se destaca la
voluntariedad de los jóvenes para el ingreso al mismo (art. 4).

El art. 2 de la ley es central ya que determina a quién o quiénes comprende el


Programa y hasta cuándo se extiende. Así, sostiene que “la presente ley será de aplicación
para las/los adolescentes/jóvenes sin cuidados parentales desde los trece (13) años hasta los
veintiún (21) años de edad”.

Según una reciente publicación de Unicef, “en Argentina los niveles de pobreza
afectan de forma significativa a la niñez en general y a la adolescencia en particular. Según
datos oficiales la incidencia de la pobreza alcanza a 1 de cada 3 habitantes pero casi a 1 de
cada 2 adolescentes. El nivel de las privaciones no es homogéneo en el país: la pobreza
alcanza a 1 de cada 3 adolescentes en el sur del país pero a 1 de cada 2 en el NEA, Cuyo y
Centro”.94

Agrega el informe que “La desigualdad también se manifiesta en al acceso a la


protección social. Si bien la Asignación Universal por Hijo alcanzó a un millón de
adolescentes entre 12 y 17 años, a partir de los 13 años los niveles de cobertura tienden a
descender y esto se acentúa en la población de 16 y 17 años. Las deficiencias de diseño y de
llegada de la política pública dejan expuestos a riesgos sociales y económicos a un grupo
grande de adolescentes”95. Cabe mencionar que la Asignación Universal por Hijo –AUH- no
llega a los NNyA sin cuidados parentales 96, siendo una necesidad prioritaria que se los
incluya en los esquemas de transferencias monetarias.

94
Unicef Argentina (2017), Para cada adolescente una oportunidad, Posicionamiento sobre Adolescentes,
disponible en https://www.unicef.org/argentina/spanish/Unicef-Adolescencia-WebFINAL.pdf
95
Ibídem
96
Sobre este tema hay un proyecto de ley nº de expediente S-0132/17 con estado parlamentario presentado por
la Senadora Nacional Sandra Giménez que prevé: “Artículo 1º - Sustituyese el inciso c) del artículo 1º de la Ley
Nº 24.714 incorporado por el Decreto Nº 1602/09, el cual quedará redactado de la siguiente forma: ´c) Un
subsistema no contributivo compuesto por la Asignación por Embarazo para Protección Social, la Asignación

52
El Programa de Acompañamiento para el Egreso de Jóvenes sin Cuidados Parentales
se compone de un acompañamiento personal y de una asignación económica mensual. Se
prevé que el acompañamiento personal sea integral e individualizado. Integral, ya que el plan
no se limita a lo educativo o habitacional, sino que comprende una amplia variedad de
dimensiones que coadyuvan a la consolidación de la autonomía, tales como: Salud y tiempo
libre; Salud sexual, procreación responsable y planificación familiar; Educación, formación
y empleo; Vivienda; Derechos humanos y formación ciudadana; Familia y redes sociales;
Habilidades para la vida independiente; Identidad; Planificación financiera y manejo del
dinero (conf. arts. 11 y ss). Debe ser además individualizado, lo que implica tener en cuenta
las características particulares de cada joven, poniendo mayor o menor énfasis en
determinados aspectos según sus necesidades.

El art. 21 contempla el derecho de los adolescentes y jóvenes incluidos en el presente


programa a percibir una asignación económica mensual equivalente al 80 % de un salario
mínimo vital y móvil a partir del momento del egreso de los dispositivos de cuidado formal.
El beneficio será percibido en todos los casos por el adolescente o joven a título personal.
Previendo, en base al principio de igualdad y no discriminación que “Si se trata de jóvenes
que estudian o se capacitan en un oficio, este beneficio se puede extender hasta los
veinticinco (25) años de conformidad con lo previsto en el art. 663 del Código Civil y
Comercial”97.

Por otra parte la ley 27.364 involucra a otro actores como ser el Ministerio de
Educación y el Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social de la Nación que de
acuerdo al art. 11 “deben implementar políticas destinadas a incrementar las posibilidades de
inclusión laboral y educativa de las/los jóvenes en proceso de transición”, pudiendo celebrar

Universal por Hijo para Protección Social destinado, respectivamente, a las mujeres embarazadas y a aquellos
niños, niñas y adolescentes residentes en la REPUBLICA ARGENTINA que pertenezcan a grupos familiares
que se encuentren desocupados o se desempeñen en la economía informal o se encuentren, como consecuencia
de la implementación de medidas de protección previstas en la ley 26.061, alojados en ámbitos familiares
solidarios, Instituciones, Hogares, Fundaciones o Asociaciones de Protección de la Niñez y/o Adolescencia
legalmente reconocidas como institución de Bien Público por el Estado Nacional, Provincial o Municipal y que
se encuentren radicadas y en funcionamiento dentro de la República Argentina…”.
97
Alimentos derivados de la responsabilidad parental. Art. 663 Código Civil y Comercial: “Hijo mayor que se
capacita. La obligación de los progenitores de proveer recursos al hijo subsiste hasta que éste alcance la edad
de veinticinco años, si la prosecución de estudios o preparación profesional de un arte u oficio, le impide
proveerse de medios necesarios para sostenerse independientemente. Pueden ser solicitados por el hijo o por
el progenitor con el cual convive; debe acreditarse la viabilidad del pedido”.

53
convenios con instituciones públicas y privadas, nacionales o locales a tales fines. Señalando
que “al menos un 2% de las vacantes disponibles para los planes de primer empleo existentes
a nivel nacional deberán estar destinados a estas/os jóvenes”.

De un estudio llevado a cabo por Doncel que ha tomado en cuenta el perfil de los
adolescentes y jóvenes que viven o vivieron dentro del sistema de cuidados alternativos en
Argentina y que participan o participaron de los programas de la asociación entre los años
2016 y 201798, se observa que la situación educativa de los participantes indica que el 67%
está estudiando en algún nivel del sistema educativo. Tomando en cuenta la edad y
considerando que en nuestro país la secundaria es obligatoria, el porcentaje de asistencia
asciende al 82% en el grupo de 11 a 17 años. Sin embargo, vale la pena recordar que el 100%
debiera estar asistiendo a la escuela en ese grupo de edad. Más de la mitad de los adolescentes
sin cuidados parentales no estudian luego de los 18 años. El egreso de la institución de
cuidado tiene estrecha vinculación con la no continuidad de los estudios aunque también hay
que tener en consideración que el momento del egreso por edad coincide con la edad teórica
en la que se finaliza la secundaria. Al 99% de los consultados les gustaría terminar la escuela,
las razones que esgrimen para no terminar la secundaria tienen que ver con la falta de apoyo
de diferente tipo: Falta de apoyo escolar, problemas habitacionales y falta de recursos
económicos.
Los estudios sobre inclusión laboral juvenil indican que el acceso al mundo del trabajo
tiene estrecha relación con el nivel educativo y con el capital social. En el caso de los
adolescentes sin cuidados parentales, este capital debe ser construido y fortalecido desde el
sistema de cuidados alternativos. Sin embargo, 7 de cada 10 adolescentes egresados afirman
que poco y nada fue lo que aprendieron en el hogar convivencial en relación a buscar trabajo.
De los que aún viven en aquellos hogares, el 57% afirma no tener este tipo de
información/capacitación. Esto arroja un aspecto importante de la falta de preparación para

98
Durante el presente informe aportaremos los resultados obtenidos de este estudio en sus distintas dimensiones,
al que llamaremos Estudio Doncel, para referenciarlo. Los datos refieren al total de NNyA que completaron
una encuesta en el marco del desarrollo de cada programa y que suman un total de 199 jóvenes. En función de
la misión de Doncel el 70% son adolescentes y jóvenes que tienen entre 16 y 21 años, es decir que se encuentran
en un momento clave del proceso de transición a la vida adulta. Los adolescentes y jóvenes provienen
principalmente de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (25%) y de las provincias de Santa Fe, Buenos Aires,
Misiones, Jujuy, Santiago del Estero, Salta y Tucumán. En cuanto a la participación por género, el 66% se
reconoce del género femenino y el 34% masculino (de acuerdo a su identidad autopercibida).

54
el egreso. Además, se observa que el 60% de los adolescentes no recibió apoyo para la
búsqueda de trabajo desde la institución de cuidado. En este sentido, la promoción de
espacios de formación para el trabajo también puede ser analizada como una estrategia de
preparación para el ingreso al mundo laboral. Sin embargo, 6 de cada 10 jóvenes nunca
participó de espacios de formación para el trabajo. De los que sí participaron es más elevada
la tasa de varones que mujeres, lo que puede ser analizado a la luz de las desigualdades de
género. Finalmente, el 84% de los egresados afirman que no fueron ayudados a buscar un
trabajo cuando salieron del hogar convivencial, lo cual refleja la falta de estrategias para un
egreso asistido.

Otra dimensión clave incluido en el Estudio Doncel tiene que ver con el acceso a las
nuevas tecnologías, fundamental para los tiempos que corren. Se observa que un 10% de los
NNyA sin cuidados parentales indica que no usa las nuevas tecnologías. La mayoría las usa
para conectarse a las redes sociales y comunicarse con otros y un 19% las usa para estudiar.
El acceso y utilización de la tecnología impacta directamente en qué se hace con ella y esto
afecta en términos de igualdad. Un condicionante central en el uso es la conexión a Internet
y las limitaciones económicas inherentes sumado a que en la mayoría de los hogares
convivenciales no hay conectividad o bien no tienen permitido el acceso por “reglas” y
control del propio hogar.

También la ley 27.364 exhorta al Ministerio de Desarrollo Social de la Nación, al


estipular en el art. 12 que “deberá implementar políticas destinadas a otorgar facilidades en
materia habitacional a las/los jóvenes que hayan egresado de las instituciones de cuidado,
entre los que se deberá incluir como mínimo: Un sistema de departamentos o pisos asistidos
administrados y controlados por los Comités de Egreso. Y un sistema de créditos para la
compra y alquiler de viviendas”.

Cabe recordar, que el principal problema con el que se encuentran los adolescentes y
jóvenes a la hora del egreso es la falta de vivienda. Del Estudio Doncel se desprende que el
74% de los egresados no recibió ayuda al egresar para buscar dónde vivir. Una vez que
egresan de los hogares, 3 de cada 10 jóvenes van a vivir a la casa de parientes o de sus parejas
y 2 de cada 10 de ellos, lo hace en una casa o departamento cedido. Es decir que 5 de cada
10 viven en espacios que requirieron de apoyo de otros. Se suma un 15% que continua

55
viviendo en el hogar convivencial más allá de los 18 años. Luego, hay un 17% de
adolescentes y jóvenes que viven en una casa o un departamento alquilado. Finalmente, hay
un 18% que vive en condiciones de alta precariedad. De ese grupo, un 5% vive en situación
de calle o un parador99; otro 5% en un hotel o pensión y, un 8% en una casa o casilla de villa
o asentamiento. Solo el 7% de los adolescentes señalan que luego de egresar viven con la
madre o tutora. El 42% vive con hijos propios o de la pareja.

La autoridad de aplicación será designada por el Poder Ejecutivo Nacional (conf.


Título IV) . Se prevé que cree un área específica para garantizar el cumplimiento de la
presente ley. Dicha área deberá garantizar la interdisciplinariedad, incluyendo especialistas
del ámbito del trabajo social, de la sociología, del derecho, de la salud mental y/o de
profesiones afines y deberá trabajar en forma coordinada con los organismos de protección
de la adolescencia o juventud competentes en cada jurisdicción. Sus funciones están
mencionadas en el art. 24, entre las cuales se encuentran: monitorear la implementación del
Programa a fin de evaluar los resultados de su implementación, detectar posibles
incumplimientos o falencias en su aplicación y realizar eventuales mejoras; realizar estudios,
diagnósticos, relevamientos, investigaciones y recabar información de organismos públicos
y privados en materia de niñez, adolescencia y juventud sin cuidados parentales; confeccionar
las pautas de capacitación de los referentes; crear, en coordinación con los organismos de
protección de la adolescencia y organismos de juventud competentes en cada jurisdicción,
instancias para que las/los adolescentes/jóvenes sin cuidados parentales puedan participar de
la confección, mejoramiento y actualización del presente programa.

Para terminar, se establece que el Presupuesto General de la Nación preverá las


partidas necesarias para la implementación del programa creado por la presente ley. Sabemos
que el tema presupuestario es sumamente importante para poder llevar a cabo las
disposiciones analizadas. Una ley por sí sola no puede garantizar la plena vigencia de los
derechos que promulga, para ello es necesario contar con presupuesto y políticas públicas
destinadas a tal fin.

99
Establece la Ley 445 de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires la definición de los paradores como “casas
abiertas que forman parte del circuito de atención integral a niños, niñas y adolescentes de y en la calle hasta
los 18 años de edad. Los mismos funcionarán todos los días y durante las 24 horas.

56
Tiene dicho el Comité de los Derechos del Niño en la ya citada OG 20 que “Los
Estados deben asumir el firme compromiso de ayudar a los adolescentes sujetos a
modalidades alternativas de cuidado y de invertir más recursos en ello. (…) Los Estados
también deben adoptar medidas que fomenten la autonomía y mejoren las oportunidades de
futuro de los adolescentes sujetos a modalidades alternativas de cuidado, así como medidas
que pongan remedio a la vulnerabilidad y el riesgo particulares a los que se enfrentan a
medida que adquieren la edad suficiente para prescindir de esa atención. Los adolescentes
que se preparan para abandonar el sistema de cuidado alternativo necesitan ayuda para
preparar esa transición, tener acceso a empleo, vivienda y apoyo psicológico...” (párr. 53 y
54).

Finamente, dispone que se trata de una ley de orden público y de aplicación en todo
el territorio de la República Argentina. Siendo aplicable a las situaciones jurídicas pendientes
o en curso de ejecución. Es menester remarcar, la importancia de que sea una ley nacional,
ya que la situación de los jóvenes que egresan del sistema de cuidados alternativos no es
uniforme en todo el territorio nacional y, la situación se complica aún más para aquellos que
residen fuera de CABA.

Celebramos la iniciativa del Estado argentino (Poder Legislativo) en la aprobación de


la ley mencionada ya que es un avance importante en el reconocimiento y garantía de
derechos para los NNyA privados del cuidado parental. Sin embargo, velamos para que a
continuación el Poder Ejecutivo proceda a la reglamentación y le otorgue el presupuesto que
necesita para su debida implementación100.

XIII. Breves palabras de cierre


Es sabido que el debate sobre autonomía progresiva de NNyA es de larga data y que
ha sido receptado absolutamente por el Código Civil y Comercial. En esta lógica, podemos
afirmar que, la ley recientemente sancionada -27.364- sigue esta misma línea.

En este punto, nos preguntamos si le hubiera correspondido a la legislación civil haber


regulado la situación de estos jóvenes o, si es propio de una ley especial. Lo cierto que no le
podemos pedir todo al Código Civil y Comercial, hay situaciones como la que intentamos

100
Vale aclarar que al momento de escribir el presente trabajo, la ley 27.364 no se encuentra reglamentada ni
implementada.

57
plasmar en este trabajo, que exceden con creces el alcance de esta novel herramienta jurídica,
más allá del interés directo por parte del derecho civil.

Sin embargo, es preciso y necesario dar respuesta a este colectivo a través de medidas de
acción positiva (art. 75 inc. 23, Constitución Nacional) que garanticen la igualdad real de
oportunidades y de trato, y el pleno goce y ejercicio de sus derechos. Distinguiendo,
claramente un inadecuado paternalismo injustificado propio del tutelarismo minoril, de un
paternalismo justificado que reclama que un Estado cumpla con intensas prestaciones
positivas101.

Por ello, una vez más, celebramos la iniciativa de extender la responsabilidad del
Estado más allá de los 18 años para aquellos adolescentes y jóvenes, ya que por aplicación
del principio de igualdad y no discriminación, todos ellos tienen derecho a una protección
igualitaria, a gozar de una transición juvenil planificada, gradual y acompañada y a una
igualdad de oportunidades. Máxime, cuando una situación que debió ser temporal, se ha
vuelto crónica porque la protección del Estado –en sus distintas dimensiones- falló, afectando
directamente derechos humanos fundamentales como es el derecho a tener una familia donde
crecer y desarrollarse.

A modo de ejemplo, de las “Convocatorias públicas” citadas con anterioridad surge:


“Adopción para dos hermanas de 13 y 14 años que expresan su deseo de tener una familia.
(…) Se encuentran en tratamiento debido principalmente a las consecuencias que todo niño
puede sufrir al haber pasado parte de su niñez en un entorno carente de amor, familia y
contención, respondiendo en forma positiva al mismo”102.

Quedando plasmado, con total claridad, las consecuencias de la institucionalización


y la necesidad de pensar en programas que acompañen a los jóvenes bajo protección del
Estado en la adquisición progresiva de su autonomía, permitiéndoles trazar un plan de egreso
integral y extendiendo la responsabilidad del Estado en la humanización de aquellos, a fin de
garantizar su plena inclusión social.

101
Beloff, Mary (2011), "La traducción latinoamericana de la Convención sobre los Derechos del Niño", en
Flah, Lily R. (dir.), Los desafíos del derecho de familia en el siglo XXI, Errepar, Buenos Aires, 2011, ps. 29.
102
El destacado nos pertenece.

58
Además, sabiendo que en el país existen desigualdades notorias en torno a la calidad
del cuidado alternativo y que, en tanto la situación de egreso es inevitable, un programa de
acompañamiento que refuerce la aplicación del sistema de protección integral de niños, niñas
y adolescentes para las personas menores de 18 años y contemple aquellos que permanecen
en el sistema al llegar a la adultez, es lo único que puede dar garantía de que exista un
verdadero y comprometido acompañamiento en la transición hacia la vida adulta.

Seguramente a esta altura ya estamos en condiciones de afirmar que nuestra transición


a la vida adulta no fue ni es como la de aquellos adolescentes y jóvenes bajo cuidado del
Estado.

Por lo tanto, teniendo como norte el principio de igualdad y no discriminación,


elaborar un régimen jurídico que amplíe la responsabilidad del Estado respecto de aquellos
adolescentes ya devenidos en jóvenes, implica avanzar en los compromisos asumidos
internacionalmente por nuestro país, en pos de la protección de los derechos de los más
vulnerables.

59

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