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Nombre: Marina Michelle Macias Flores

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El origen de la sociedad

Tesis contractualista
La idea de contrato o pacto social presente en los pensadores del siglo XVII y de la primera del
siglo XVIII, representa una parte esencial del bagaje intelectual que nutre las reflexiones actuales
sobre la sociedad y el Estado, la libertad y la autoridad, la política y el derecho.

Los principales representantes de esta teoría son: Hobbes, Locke, Montesquieu, Rousseau,
Grocio y otros.

El tratamiento de este tema abarcaría amplios espacios, mas como el propósito de este libro es
dar un enfoque introductorio, sólo se hará mención de algunos planteamientos centrales
representados por algunos de sus exponentes.

Para John Locke, según el propio juicio de Dios, el hombre había sido creado en una condición
tal que no convenía que permaneciese solitario; lo colocó, pues, en la obligación apremiante por
necesidad, utilidad y tendencia a entrar en sociedad, siendo la unión entre el hombre y la mujer
como esposa, la primera sociedad que se estableció.

De ella nació la sociedad entre los padres y los hijos; y esta dio origen, a la sociedad entre el amo
y los servidores suyos.

La sociedad conyugal se establece por un pacto voluntario entre el hombre y la mujer. Su


finalidad principal es la procreación.
Juan Jacobo Rousseau coincide con Locke, al afirmar que la más antigua de las sociedades, y la
única natural, es la familia. Esta es, pues, si se quiere el primer modelo de las sociedades
políticas: el jefe es la imagen del padre; el pueblo es imagen de los hijos.
Esta doctrina estima que la vida social no es sino la manifestación de una voluntad de los
individuos, el resultado de un acuerdo que se ha producido entre ellos. Es de tal contrato del que
nació la sociedad, y actualmente todavía, tal sociedad no tiene otras reglas que la que les da el
entendimiento de sus miembros.Las fuerzas y las leyes que la dirigen son entonces, jamás de
orden biológico, sino de origen psicológico y voluntario. No es producto de la naturaleza, sino
precisamente una creación del arte humano.

El contrato social aborda el problema de la justificación filosófica de la sociedad; repetimos que


no trata de resolver sobre su origen histórico. El contrato social es la idea que señala cómo debe
ser constituido el orden jurídico, para que los derechos que el hombre tiene por naturaleza sean
conservados íntegros en la organización social.

Tesis ecléctica

La posición de Fouillée puede llamarse la de un conciliador, que trata de armonizar las dos tesis
en lucha. Ambas tesis -la contractualista y la organicista-se han combatido con furor. Ambas han
estado en error. Antes de que el hombre apareciera, había ya sociedad, se ha dicho a los
contractualistas. ¿Cómo es posible que sin lengua, producto eminentemente social, se hayan
entendido? ¿Y conforme a qué normas jurídicas pudo pactarse la sociedad, sin el derecho
igualmente producto de la sociedad, no existía? A los organicistas, a su vez, se les ha dicho que
el organismo social es un todo discreto y que se llegaría al absurdo de que su conciencia
estuviera distribuida en todos sus miembros.

Se llama teoría ecléctica (del griego Eklegoo; ek, fuera, leggo, escoger), a la que carece de
doctrina propia, pues estima como mejor procedimiento para alcanzar la verdad hacer la
selección de lo mejor de los sistemas en pugna. En este caso, Fouillée ha tomado de los
organicistas una parte de su tesis y ha desechado otra parte; y de los contractualistas ha tomado
algo, rechazándoles otra muy considerable.

Así acepta de los organicistas que la sociedad fue un organismo en épocas remotas; pero les
rechaza que por modo exclusivo, en todo tiempo haya sido un organismo. Es aquí cuando acepta
a los contractualistas que hubo un momento en que una horda vencedora obligó a la vencida a
incorporarse a su órbita en ciertas condiciones pactadas o impuestas; es decir, que hubo una
especie de contrato en esta formación de una nueva sociedad; pero rechaza de los contractualistas
la idea de que al inicio de toda sociedad haya habido un contrato. Y entonces la solución
ecléctica es: las sociedades son organismos contractuales.

De las cuatro soluciones propuestas al problema del origen de la sociedad, no podríamos decir
cuál es la acertada. Sin embargo, sí se puede afirmar que tanto la contractualista y la organicista -
en sus versiones originarias- son erróneas. En la tesis ecléctica de Alfredo Fouillée hay una
solución muy próxima a convencernos; y la naturalista del gran Aristóteles es la que, en general,
más nos cautiva

Tesis organicista

Según esta doctrina el hombre es un organismo. Es un ser sometido a leyes biológicas, la


sociedad integrada por organismos humanos es, igualmente, un organismo. Y como es un
organismo existente y funciona como un organismo.

La doctrina organicista, cuyo más célebre intérprete moderno fue Herbert Spencer, para hacer
comprender la naturaleza de los seres sociales, se esfuerza en aproximarlos a los seres a los
cuales nadie les niega naturaleza independiente: los organismos vivientes, vegetales, animales,
hombres. Sin asimilarlos a tal o cual especie de éstos en particular, afirma que se puede encontrar
en ellos todos los caracteres que presentan estos últimos en lo general. Muestra para ello, en su
constitución y en su actividad, las fuerzas y las leyes de la vida tal como los biólogos las han
deducido. Propone entonces comprenderlos en el grupo de la naturaleza animada creando
simplemente un conjunto nuevo: el reino o imperio social.

Los contractualistas que creen que el hombre creó la sociedad, son partidarios de una tesis en que
predomina la espontaneidad.

Los organicistas, que creen que la sociedad ya estaba hecha, son partidarios de una tesis en que
predomina la coacción.

Tesis marxista

la concepcion marxista de la sociedad es un tema muy amplio, especialmente porque, según el


marxismo , toda la realidad es esencialmente social. Por esto, una primera delimitación del
argumento será la de centrarlo en aquellos aspectos que todos - y no sólo los marxistas-
consideran como esencialmente sociales. Pero, para captar el alcance del pensamiento marxista
acerca de ellos, es necesario no perder de vista que , según Marx, todo es sociedad y que la
sociedad lo es todo.

En efecto, hoy en día no existe un marxismo, sino muchos marxismos con diferencias y aún
oposición entre ellos. Baste pensar en las divergencias entre el marxismo-leninismo soviético y
el de pensadores como Bloch, Althusser, Lefebvre, Sartre, Gramsci, etc. Sin embargo, en el
fondo y en la raíz de los diversos marxismos, se encuentra un amplio factor común —que es lo
más propio del pensamiento original de Karl Marx—, de modo que todos ellos se definen por
cuatro coordenadas principales: ateísmo, materialismo, dialéctica y socialismo. Estas cuatro
coordenadas son constitutivas del marxismo en cualquiera de sus formas; y esas formas se
diferencian entre sí por el valor concreto que dan a esas coordenadas; es decir, en el modo de ser
socialistas, o de utilizar la dialéctica, o de profesar el ateísmo o de considerar a la materia como
única realidad. Así, por ejemplo, se puede ser ateo, materialista y socialista y no ser marxista; ése
era el caso de los socialismos utópicos anteriores a Marx, del 'socialismo del Estado" de
Lassalle, etc. Y caben otras combinaciones de esas coordenadas en las que, faltando una, no hay
propiamente marxismo.

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