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JEAN-JACQUES ROUSSEAU
(1712-1778)
PRESENTACIÓN
Finalmente, si bien suele asociarse a Rousseau con la Revolución Francesa, hay que
aclarar que no llega a vivirla: muere 11 años antes. Sin embargo, las ideas del Contrato
Social tienen fuerte pregnancia en todos los procesos revolucionarios de la época (no
solo en la Francia de 1789; también en la independencia de Estados Unidos -1776- y, ya
en las primeras décadas del siglo siguiente, en los
procesos independentistas de las que fueran colonias En el Río de la Plata, la primera
traducción del Contrato Social
españolas en América Latina). es encomendada por Mariano
Moreno en 1811, luego de la
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Clase escrita por la docente Paula Delfino Revolución de Mayo.
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No propone un retorno al estado natural, no hay vuelta atrás. Como vimos, la cultura
terminó imponiéndose y no es posible regresar a ese estadio primitivo. No obstante, en
tanto la civilización no resultó más que una esclavitud para la humanidad (“el hombre ha
nacido libre y por todas partes se encuentra encadenado”), se propone encontrar una vía
que permita tornar legítimo ese cambio, volver legítima la sociedad que surge luego de la
salida del estado natural (que ha sido fruto de un pacto fraudulento, inicuo, en que los
ricos engañaron a los pobres) a través de una nueva asociación entre los hombres. Esto
supone también una profunda crítica al modelo de pacto propuesto por John Locke (en
el cual, según Rousseau, los pobres, creyendo asegurar su libertad, estaban corriendo
hacia sus cadenas).
Por ello, Rousseau destaca la necesidad de hacer un nuevo pacto, que funde
nuevamente un orden colectivo, común. Su propuesta es la República, fundada en un
Contrato Social nuevo. Es importante destacar esto, en tanto se trata de una propuesta
para refundar una sociedad ya existente, no de una explicación del surgimiento del
Estado como podemos encontrar en Hobbes o en Locke.
¿Por qué un nuevo pacto? Porque, según Rousseau, el orden social nace de las
convenciones, no por naturaleza ni por la mera fuerza. Puede darse el caso de un poder
que se constituya valiéndose únicamente de la fuerza y del temor que inspira, pero esto
no constituye un poder legítimo porque el pueblo, en cuanto pueda, se sacudirá el yugo.
Rousseau, moderno al fin de cuentas, entiende que el fundamento de lo social y político
se halla en las convenciones: la fuerza no crea derecho.
Como ya dijimos, Rousseau busca fundar un orden social nuevo. Para ello, plantea la
siguiente fórmula:
Las cláusulas de este contrato, dice, se reducen sólo a una: la enajenación total de cada
asociado y todos sus derechos, a toda la comunidad. El contrato es una instancia de
entrega total de cada uno a la comunidad que se constituye en ese acto. Por eso permite
recuperar, ahora bajo la forma civil, la igualdad natural que se ha perdido entre los
hombres. Se busca recomponer el vínculo social a partir de una condición igual para
todos, entendiendo a los miembros como iguales. Veremos un poco más adelante que
esa igualdad es condición para la libertad.
La novedad que introduce nuestro autor, entonces, es que el contrato social que propone
conforma una asamblea en la cual prima la igualdad: cada miembro es un ciudadano
pleno del cuerpo colectivo que se conforma a partir de esa “unión perfecta”. Como
dijimos, hay una fuerte reminiscencia de la forma política de la Grecia Clásica en
Rousseau, y la asamblea que surge del contrato social que propone es la forma de
plasmar el ideal democrático en la práctica política de una sociedad que se ha
desnaturalizado gravemente para fines del Siglo XVIII.
Como consecuencia del contrato, entonces, “Cada uno de nosotros pone en común su
persona y todo su poder bajo la suprema dirección de la voluntad general; y nosotros
recibimos además a cada miembro como parte indivisible del todo”. (Rousseau, 1998: 57)
Visión Holista
El TODO es cualitativamente diferente, y éticamente superior a
la mera suma de partes. No se trata de una simple agregación
de individuos, sino de la conformación de un COLECTIVO: un
cuerpo político y, fundamentalmente, una entidad moral. El Contrato es el
acto fundacional del cual emerge un YO COMÚN, una República.
A partir del contrato, la Asamblea pasa a ser la encarnación de ese yo común, el pueblo.
Esa Asamblea es quien hace la Ley; en el modelo rousseauniano la Asamblea es el
soberano. Y para ello, la guía, es la Voluntad General. Antes de pasar a este punto, nos
referiremos brevemente a un aspecto intrínseco a la construcción social.
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Dado que el modelo político propuesto es eminentemente democrático, y que del cuerpo
soberano participan todos los miembros del Estado, Rousseau considera a los hombres
bajo una doble condición:
➢ Son Súbditos en tanto, una vez elaboradas y sancionadas las leyes, se hallan
sujetos a ellas, a las cuales han contribuido a crear.
Teniendo esto presente, no pretende que los hombres resignen sus intereses particulares,
pero sí los distingue del interés común, alertando que es éste el que debe primar al
momento de la elaboración de Ley. Veremos que esto, lejos de someter a los hombres,
permite su libertad.
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Acaso uno de los conceptos más esquivos de nuestro autor: ¿qué es la Voluntad General?
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Voluntad General
≠ Voluntad de Todos
¿Es necesario que la voluntad sea unánime? No. No es necesario que todos los
individuos piensen exactamente igual, ya que la voluntad general surge de la
deliberación sana y de las diferencias con un pueblo suficientemente informado (a la
manera de un diamante en bruto que requiere ser pulido, cuyo esplendor no siempre se
ve de inmediato). “Lo que generaliza la voluntad es menos el número de votos que
el interés común que los une” (Rousseau, 1998: 76), nos dice en el Capítulo IV del
Libro II. Y entonces podemos apreciar que el secreto para entender la voluntad general
es vencer la tentación cuantitativa y pensarla como el espíritu que guía al pueblo para
vivir una buena vida de manera común; una especie de piso de consensos o
denominador común.
El pacto establece tal igualdad entre los ciudadanos que todos se comprometen bajo las
mismas condiciones y deben gozar todos de los mismos derechos. Por ende cada ley,
cada acto de soberanía, cada acto auténtico de la voluntad general, obliga o favorece
por igual a todos los ciudadanos.
Rousseau nos dice que la voluntad general es siempre recta por ser común, y siempre
tiende a la utilidad pública, al bien de la República. El soberano siempre quiere su
propio bien, pero no siempre lo ve, y si bien al pueblo no puede corrompérsele, sí se
puede engañarle, y entonces parece querer su mal. Por eso va a hacer mucho hincapié
en evitar la formación, al interior del pueblo, de facciones y grupos que pretendan hacer
pasar su propio interés como interés general, su voluntad particular como general. Si las
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Acto de soberanía: convención del cuerpo con cada uno de sus miembros;
legítima por tener como base el contrato social; equitativa porque es común
a todos; útil, porque su fin es el bien común; y sólida, por tener como
garantía la fuerza pública y el poder supremo. Mientras los súbditos
obedecen sólo a estas convenciones, no obedecen más que a su propia voluntad.
LIBERTAD Y OBEDIENCIA
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una vez más una perspectiva que podemos rastrear en la Grecia Clásica en Rousseau el
hombre se hace dueño de sí cuando obedece la ley que él mismo se ha dado, cuando es
capaz de ordenar su conducta y sus actos con arreglo a un mandato que no le viene
dado, “pues el impulso del exclusivo apetito es esclavitud y la obediencia a la ley que
uno se ha prescripto es libertad.” (Rousseau, 1998: 62) (Libro I-Cap 8). Sobrevuela la
noción de autonomía: darse a sí mismo normas. Unas décadas más tarde, esta idea será
desarrollada por un gran exponente del pensamiento idealista alemán, Immanuel Kant, y
también recuperada por otro notable filósofo, también alemán, llamado Georg Hegel.
Por ello, porque ser partícipes de la elaboración de la ley nos hace libres,
obedecerla es parte constitutiva de esa libertad. De ahí que Rousseau afirme que
quien la transgreda debe ser conminado a cumplirla por todo el cuerpo social, que no
es más que obligarlo a ser libre, es decir, a ejercer plenamente esa libertad, ese darse
normas a sí mismo que implica ser ciudadano. “… quienquiera que se niegue a obedecer
la voluntad general será obligado a ello por todo el cuerpo. Esto significa tan sólo que
se lo obligará a ser libre, pues esa es la condición que, entregando cada ciudadano a la
patria, lo protege de toda dependencia personal” (Rousseau, 1998: 61) (Libro I-Cap 7)
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representación no debe tener lugar, sí la tiene al momento de ser aplicada: “El poder
puede transferirse, pero no la voluntad.” (Rousseau, 1998: 67) (Libro II-Cap 1)
Súbditos……………………..Gobierno……………………..Soberano
A simple vista, podría suponerse que lo más conveniente sería que el poder legislativo y
el poder ejecutivo estuviesen en las mismas manos, pensando que quien hace la ley es
quien mejor sabe cómo interpretarla y ejecutarla. Sin embargo, esto no es así para
Rousseau, porque el pueblo debe legislar sobre aspectos generales, mientras que la
aplicación de la ley se da, necesariamente, sobre casos particulares: Ley es lo que
estatuye la voluntad general, el pueblo en su conjunto sobre el pueblo en su
conjunto; no particulariza sino que considera a los súbditos y las acciones en abstracto.
Ningún objeto particular forma parte del poder legislativo. En cambio, la aplicación de
la ley concierne a situaciones o casos particulares. A modo de ejemplo, Rousseau
señala que la ley puede determinar que habrá distintas clases de ciudadanos, pero no
decir quiénes integrarán una u otra; o establecer un tipo de gobierno, pero no nombrar
a quienes lo conforman. Si el Soberano (el cuerpo común) ordena algo respecto de un
asunto particular no estaríamos frente a una ley sino un decreto; no sería entonces un
acto de soberanía sino de gobierno: “No hay nada más peligroso que la influencia de los
intereses privados en los asuntos públicos, y el abuso de las leyes por parte del
gobierno es un mal menor que el de la corrupción del legislador, consecuencia
infaltable de los puntos de vista particulares.” (Rousseau, 1998: 120) (Libro III-Cap 4)
Rousseau distingue tres formas de gobierno posibles de acuerdo con el número de sus
miembros:
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¿Por cuál de éstas se inclina Rousseau como mejor forma de gobierno? Podríamos creer
que, dado que el modelo político que propone es de índole plenamente democrática,
optaría por un gobierno que adopte esta misma forma. Pero el autor nos dice que no es
conveniente, que allí donde quienes hacen la ley, la aplican y la cumplen son los
mismos o casi los mismos, hay más probabilidad de inestabilidad y más
propensión a guerras civiles y al caos.
Por lo tanto, en pos de la salud del Estado, lo mejor será hallar alguna forma intermedia
entre la monarquía y la aristocracia, en la cual sean menos los que ejerzan la función
ejecutiva.
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BIBLIOGRAFÍA OBLIGATORIA
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