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El absolutismo
Esto significa que el poder del soberano era formalmente único, indivisible, inalienable,
incontrolable y pleno. En otras palabras, era un poder absoluto, y de allí el nombre que se le
confiere como ideología, es decir, el absolutismo.
El absolutismo proclamaba que el monarca era el Estado, por lo que los poderes públicos
emanaban de su voluntad y estaban subordinados a sus consideraciones. No había ninguna
autoridad mayor que la palabra del Rey, por lo que las majestades no se encontraban sujetas
a ninguna ley posible.
Los orígenes del uso político de la palabra son inciertos, pero podrían provenir de la
expresión latina princeps legibus solutus est (“el príncipe no está sujeto a la ley”), acuñada
por el jurista romano Ulpiano. que aparece en el Digesto, y que fue utilizado por los juristas
al servicio de Felipe IV de Francia «el Hermoso» para fortalecer el poder real en el
contexto de la recepción del derecho romano durante la Baja Edad Media. Algo más tarde,
el jurisconsulto Balde (Baldo degli Ubaldi, discípulo de Bártolo), usa la expresión poder
supremo y absoluto del príncipe en contraposición al poder ordinario de los nobles La
utilización del término se generalizó en todas las monarquías, independientemente de su
poder efectivo, como ocurría en la débil monarquía castellana de Enrique IV «el
Impotente», cuya cancillería emitía documentos redactados de forma tan pretenciosos como
esta: E yo de mi propio motu é ciencia cierta é poderío real absoluto...
Según Bobbio, en términos kantianos, el poder absoluto consiste en que
«el soberano del Estado tiene con respecto a sus súbditos solamente derechos y
ningún deber (coactivo); el soberano no puede ser sometido a juicio por la violación de
una ley que él mismo haya elaborado, ya que está desligado del respeto a la ley popular
(populum legis)». Esta definición sería común a todos los iusnaturalistas,
como Rousseau o Hobbes.
Limites del absolutismo
A pesar de que la autoridad del rey está sujeta a la razón, y justificada en último extremo
por el bien común, explícitamente se niega la existencia de ningún límite externo ni ningún
tipo de cuestión a sus decisiones; de modo similar a como la patria potestad se ejerce por
el pater familias (el rey como «padre» de sus «súbditos» —paternalismo—). Tales
justificaciones imponen de hecho el carácter ilimitado del ejercicio del poder por el rey:
cualquier abuso puede entenderse como una necesidad impuesta por razón de Estado.
No obstante, existían límites que no se expresaban de forma explícita, pero que de algún modo
enmarcaban el poder real, y eran:
La ley de Dios. El Rey estaba sometido, como todo buen cristiano, a las leyes
morales de la religión y de la Iglesia.
El derecho natural. Ciertas partes del derecho, que atañían a los aspectos más
fundamentales de la cultura y que por lo tanto no eran consideración del Rey, se
preservaban en el absolutismo. Leyes como la herencia, el mayorazgo, etc. que eran
consideradas “naturales”.
Economía absolutista
En teoría, el Rey absolutista era el jefe temporal de la iglesia, cuyos hilos debía manejar.
Sin embargo, el clero era demasiado grande y aún poderoso para controlarlo directamente,
por lo que la influencia ejercida por los reyes absolutistas sobre el clero fue más bien sutil y
discreta. En algunos casos, los más católicos, el Papa seguía siendo una institución respecto
a los asuntos religiosos. En otros, el Rey podía nombrar, destituir e interferir en los cargos
clericales.
Instituciones absolutistas
sociedad absolutista
La guerra civil
Los caballeros del rey del reino unido se opusieron a los cabezas redondas partidarios del
parlamento.
Los cabezas redondas dirigidos por Olivier Combruel acaban a las tropas reales en Naseby
1645. Charles I se escapa a Escocia y es capturado por los escoceses y es entregado al
parlamento, en 1647 es decapitado, con este suceso se pone fin al régimen absolutista en el
Reino Unido.
Con la guerra de los treinta años (1618-1648) se inician las grandes guerras europeas.
Las causas de esta guerra fueron:
La negativa de los protestantes alemanes de observar una de las cláusulas de la paz de
Augsburgo, la cual establecía que en caso de conversión de un dignatario eclesiástico no
debían secualizarse los bienes de la iglesia.
El avance del calvinismo en Alemania
El intento de la casa de Austria de consolidar su poder en Alemania.