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La objeción racional
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M BLONDEL, Lettre sur les exigences de la pensee contemporaine en matiéie
d apologetique (1896), PUF París 1956 37 (trad esp Carta sobre apologética
Umv Deusto Bilbao 1991)
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Sobre el método de la inmanencia, cf Léxico
176 Creer
La objeción ética
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G MOREL, Questwns d'homme 3 Jesus dans la théorie chrétienne, Aubier,
París 1977, 69.
178 Creer
Revelación cósmica
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J. H. NEWMAN, Sennon sur les dispositions defoi, citado por H. DE LUBAC en
la obra colectiva La révélation divine, Cerf, París 1968, 211. Me inspiro aquí en
el comentario de H. de Lubac al documento del Vaticano II.
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Cf supra, pp. 82s. y Léxico.
184 Creer
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Me inspiro en estos párrafos en el libnto de J GUILLET Dieu parle á
l homme, DDB París 1994
Un Dios que se revela y dialoga 185
Dios «habló por los profetas»: es una fórmula del credo. Con
los profetas nos encontramos ante una nueva figura. No se tra-
ta ya del relato posterior que habla mucho después de los
acontecimientos originarios, sino de la experiencia originaria
de un hombre. Este dice lo que le ha ocurrido; transmite pa-
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Exponer las cosas de este modo, ¿no equivale a decir que las palabras atri-
buidas a Dios no proceden del cielo, sino que se deben a la evolución histórica
de la conciencia de la humanidad? Todo lo contrario; se mantiene sólo lo que es
menester: no hay palabra de Dios que no pase por una mediación humana. Una
palabra puramente divina no podría ser entendida por el hombre.
Un Dios que se revela y dialoga 187
bra eterna, que alumbra a todo hombre, para que habitara en-
tre los hombres y les contara la intimidad de Dios (cf Jn 1,1-
18). Jesucristo, Palabra hecha carne, "hombre enviado a los
hombres", habla las palabras de Dios (Jn 3,34) y realiza la obra
de la salvación que el Padre le encargó» (DV 4).
Este pasaje expresa en pocas palabras la convicción cris-
tiana sobre la revelación, que tiene su cumbre en la persona
de Jesús. Después de una multitud de servidores de la Pala-
bra, viene la unicidad de una Palabra que es el mismo Hijo
de Dios12 y que nos aporta toda novedad dándose perso-
nalmente. Esto subraya a la vez la continuidad y el contraste
entre ambos testamentos.
Esta cumbre confirma de manera eminente el dato funda-
mental que hemos recogido al hablar de las revelaciones de
Dios en el Antiguo Testamento. No hay palabra divina sin pa-
labra humana. Aquí la misma palabra de Dios, a la que Juan
en el Prólogo de su evangelio llama «el Verbo», se hace pala-
bra humana, asumiendo nuestra «carne», es decir, nuestra con-
dición humana concreta. El revelador del Dios Padre es el
«Verbo hecho carne», «enviado a los hombres». «Jesús de Na-
zaret hace realidad en sentido absoluto la presencia de Dios
entre nosotros» (K. Rahner), porque en Jesús Dios es a la vez
el revelador y el revelado. Puede decir de verdad: «Quien me
ve a mí, ve al Padre» (Jn 14,9). En el rostro de Jesús brilla la
mirada misma del Padre.
Jesús revela pues a Dios y su designio para los hombres por
su presencia y manifestación, «con sus palabras y sus obras»,
a lo largo de toda su vida. Es su misma persona lo más im-
portante; el cristianismo no es una enseñanza ni un progra-
ma: es alguien. Es el peso concreto de la existencia y del com-
portamiento de Jesús lo que cuenta ante todo. Es la coherencia
sin fisuras entre lo que dice, lo que hace y lo que es, lo que le
da su autoridad única. Es su manera de vivir y de morir la que
nos dice que es Dios, y en qué consiste ser Dios. En él Dios
es para nosotros ya un rostro.
Las palabras de Jesús son la predicación del Reino, son las
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Volveremos, infra, pp 411-418 y pp 429-432, sobre los problemas plan-
teados por la encarnación del Hijo
Un Dios que se revela y dialoga 189
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Un Dios que se revela y dialoga 191
La escritura de la Palabra
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196 Creer
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En definitiva, ocurre con la inspiración como con la revelación, de la que
es complemento La revelación se produce en el polo subjetivo de la concien-
cia, antes de pasar al polo del lenguaje y de la comunicación Es en este polo
donde la palabra divina se hace palabra humana Asimismo, Dios no es un au-
tor «literario» No redacta los libros Pero su Espíritu «inspira» a los redacto-
res impidiéndoles errar Tal es la convicción de la fe Por su parte, los autores
humanos de las Escrituras trabajan exactamente como los demás autores El
don de la inspiración se inscribe, en fin, mas ampliamente en la perspectiva
comunitaria del pueblo de Israel y de la Iglesia La exegesis moderna ha mos-
trado en efecto que fueron muchos mas de los que se creía los autores que par-
ticiparon en la redacción de los libros de la Escritura
Un Dios que se revela y dialoga 197
3. La revelación cerrada
y la revelación abierta