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DIPLOMADO ONLINE DE URGENCIAS Y CUIDADO CRÍTICO EN PERROS Y

GATOS
INSTITUTO MEXICANO DE FAUNA SILVESTRE Y ANIMALES DE
COMPAÑÍA, S.C.

MÓDULO B

UNIDAD 13

DIAGNÓSTICO Y MANEJO DEL PACIENTE CON HEMOABDOMEN


MVZ Jesús Paredes P.

El acúmulo de sangre en el espacio peritoneal puede ser causado por un gran número de
etiologías. Dichas etiologías pueden clasificarse de forma general como traumáticas o no
traumáticas. La causa más común de un hemoabdomen de origen traumático es traumatismo
romo, frecuentemente causado por atropellamiento o caída de lugares elevados.
La hemorragia abdominal de origen no traumático puede ser causada por: coagulopatías
primarias o secundarias, ruptura de neoplasias en el bazo, hígado, riñones o intestino; o por
avulsión de vasos sanguíneos como sucede en la torsión gástrica; además de pacientes que
desarrollen coagulación intravascular diseminada.
Diagnóstico
La información que pueden proporcionar los propietarios es de gran ayuda y es
importante investigar si el paciente ha sufrido algún traumatismo, una posible exposición a
raticidas anticoagulantes o si antes ha sangrado de manera espontanea; también es importante
tomar en cuenta otros signos como depresión, anorexia, pérdida de peso, distensión abdominal
y debilidad, entre otros.
Con respecto a los signos clínicos, estos pueden ser muy variados. Desde cambios sutiles
relacionados con el estado de perfusión como son: tiempo de llenado capilar incrementado,
mucosas pálidas, taquicardia, taquipnea. O presentarse con signos mucho más evidentes
como: choque circulatorio, arritmias cardiacas, distensión abdominal severa o detección de
líquido en la cavidad abdominal; también puede haber un hematoma a nivel de la cicatriz
umbilical.

Estos pacientes tienen un riesgo muy elevado de caer en arresto cardiaco.


Radiología. Una de las herramientas de diagnóstico más comunes con las que se cuenta en la
medicina veterinaria es la radiología, la cual sin duda debe utilizarse ya que es un método no
invasivo, rápido y que se puede realizar repetidamente para valorar evolución del problema.
Desafortunadamente los estudios radiográficos de abdomen no son muy sensibles para
detectar la presencia de líquido en la cavidad abdominal, ya que se requiere que existan
alrededor de 9 ml/kg de peso para que sea detectado el derrame en las imágenes radiográficas.
Sin embargo, la radiología puede ser de gran ayuda para detectar la causa primaria como sería
la presencia de masas o torsión esplénica, hernia diafragmática, la presencia de aire libre en
el espacio peritoneal, además de identificar el efecto de masa que se presenta en los casos de
derrame retroperitoneal.
Ultrasonido. Sin duda alguna el apoyo que ofrece un estudio abdominal como el “Ultrasonido
orientado a trauma” (FAST, acrónimo formado por su nombre en inglés, “Focused abdominal
sonography for trauma”) es de gran ayuda para identificar lesiones tales como hemoabdomen,
peritonitis séptica o biliar, uroabdomen, las cuales son difíciles de encontrar con otros métodos
de diagnóstico.
Con este método se pueden detectar derrames peritoneales a partir de 2 ml/kg de peso de
liquido en la cavidad peritoneal.
La evaluación del abdomen con ultrasonido es un procedimiento no invasivo, rápido (menos
de 5 minutos), repetible y que se puede realizar durante la atención inicial del paciente; además
puede usarse como una guía para realizar la paracentesis. El AFAST comúnmente se realiza
con un transductor microconvexo y siempre con la marca hacia craneal (corte longitudinal) y
con el paciente en decúbito lateral derecho, aunque puede realizarse en cuadrupedestación.
Esta técnica (AFAST) no es una revisión extensiva del abdomen, ya que se enfoca
específicamente a las 4 zonas en las que comúnmente se acumula líquido en el abdomen.
Los cuadrantes que se han de visualizar son:
1.-Hepatodiafragmático: Región subxifoidea, para detectar líquido entre el hígado y el
diafragma, entre los lóbulos hepáticos; además de permitir la evaluación de la vesícula biliar
y el saco pericárdico.
2.- Espleno-renal: Flanco izquierdo, permite detectar líquido entre el bazo y la pared
abdominal, y entre el riñón izquierdo y el bazo.

3.- Cisto-cólico: Región caudal sobre la línea media, permite detectar líquido en la “bolsa
cistocólica”, que se define por el borde craneal de la vejiga urinaria y el colon; aquí se puede
visualizar también el grado de distensión vesical.
4.- Hepato-renal/Umbilical: Se evalúa craneal y paramedial derecho de la cicatriz umbilical,
y permite evaluar líquido entre el intestino y la pared abdominal; igualmente debe realizarse
un escaneo entre el bazo y el hígado derecho. Este cuadrante nos puede otorgar una quinta
ventana de evaluación siendo que puede encontrarse el riñón derecho durante esta
visualización, sin embargo, esto puede ser difícil de conseguir, dependiendo de la talla y
condición corporal del paciente.
En la práctica diaria de la medicina veterinaria el ultrasonido abdominal orientado a trauma
en conjunto con la paracentesis y el análisis físico y citológico de cualquier líquido colectado,
son en conjunto la mejor opción para el diagnóstico de los problemas asociados con derrame
peritoneal.
Paracentesis. La paracentesis abdominal es un método de diagnóstico útil cuando se sospecha
de hemorragia abdominal, o de otro tipo de derrame, sobre todo en pacientes comatosos en
los cuales no se puede realizar un examen físico adecuado. Lo mejor es realizarla con apoyo
del ultrasonido.
Los resultados negativos de la punción abdominal son poco confiables y deben ir seguidos de
otro método de diagnóstico como el lavado peritoneal.
Para realizar la punción abdominal, se rasura y embroca una zona alrededor de la cicatriz
umbilical. Se puede usar una aguja o catéter endovenoso de calibre 18-22G, que se introduce
lentamente en la línea media y ligeramente caudal a la cicatriz umbilical y se deja que escurra
por gravedad.
Se puede aspirar suavemente con una jeringa de 3 ml, pero esto puede hacer que el epiplón
ocluya la aguja. Si no se obtiene nada, en ocasiones es de ayuda percutir el abdomen en sus
paredes laterales.
Si la punción es negativa se debe probar en cuatro puntos diferentes dividiendo el abdomen
en cuadrantes. En ocasiones se llega a puncionar algún vaso de la pared abdominal y se obtiene
sangre, esto es fácil de detectar, ya que esta sangre coagula, no así aquella obtenida de la
cavidad abdominal.
De las pruebas de laboratorio, el hematocrito y los sólidos totales deben analizarse de manera
conjunta, ya que es muy importante recordar que en la etapa temprana después de la pérdida
de sangre el hematocrito se mantiene en niveles normales, mientras que los sólidos totales se
afectan más rápidamente.

Manejo: El manejo inicial de un paciente que presenta hemorragia, se basa en tres puntos
principales:
v Detener o controlar el sangrado
v Tratar problemas asociados con la pérdida de sangre como son la hipovolemia y la
anemia resultante
v Diagnosticar la causa del sangrado y tratarla definitivamente
El orden en el que se abordan estos puntos depende de la localización y gravedad del sangrado.
En el caso de las hemorragias internas (en cavidades) generalmente se atiende la hipovolemia
antes de anestesiar al paciente y someterlo a cirugía para detener el sangrado.
La pérdida de cantidades importantes de sangre afecta la capacidad de la sangre para
transportar el oxígeno, además causar una reducción en la presión sanguínea, lo cual afecta la
distribución del oxígeno.
Por lo anterior, la estabilización debe enfocarse en mejorar la capacidad de la sangre para
transportar el oxígeno y normalizar la presión arterial.
Actualmente la técnica de reanimación de bajo volumen es la que ofrece los mejores
resultados, y el objetivo de la terapia es llevar al paciente a una presión arterial media no
mayor de 60 mm/Hg.
Los protocolos de reanimación y transfusión de sangre o componentes de la sangre, así como
el uso de cristaloides isotónicos y coloides, se han publicado ampliamente en la literatura
veterinaria.

Muchos pacientes con hemoabdomen de origen traumático pueden manejarse medicamente,


pero es importante enfatizar que deben ser monitoreados de continuamente.
Sin duda para tomar la decisión de realizar cirugía en un paciente con hemoabdomen, toda la
información disponible deberá analizarse cuidadosamente.
En primer lugar deben descartarse causas de sangrado asociadas con coagulopatías, las cuales
deben tratarse con métodos diferentes. De estas causas la más frecuente es la intoxicación con
raticidas anticoagulantes.
Por otro lado, se debe considerar que todo paciente con sangrado abdominal asociado con
trauma penetrante debe ser explorado quirúrgicamente, así mismo los pacientes con
neumoperitoneo, aquellos en los cuales hay evidencia de bilis en el espacio peritoneal, o
peritonitis séptica; además cuando el sangrado abdominal se asocia con ruptura del diafragma.

Cirugía de control de daños


En la atención de los pacientes con traumatismo abdominal en humanos existe el criterio de
¨Control de daños¨, mediante el cual según las experiencias recientes puede reducirse la
mortalidad hasta en un 50%, en casos de pacientes politraumatizados que se asocien con
sangrado abdominal que no pueda ser controlado mediante métodos no quirúrgicos.
La cirugía de control de daños se refiere a la intervención en la cual se realiza de manera
rápida el control de la hemorragia y la contaminación; se hace un cierre temporal del abdomen,
se envía al paciente a la unidad de terapia intensiva para llevarlo a una condición fisiológica
estable, que permita en un tiempo quirúrgico posterior realizar la reparación definitiva de los
órganos afectados.
Algunos ejemplos de esto son las derivaciones intestinales temporales que se realizan en
pacientes inestables o con peritonitis séptica y que después de ser llevados a una condición
adecuada se someten a otra cirugía para realizar anastomosis del intestino.
Otra sería la derivación de la orina, en los casos de ruptura uretral, que igualmente después de
la estabilización permite realizar la cirugía definitiva.
Durante la cirugía se deben tener en cuenta las técnicas para controlar el sangrado abdominal
como son el empaquetamiento con compresas quirúrgicas y las maniobras para controlar el
flujo de sangre a los órganos que presentan sangrado con mayor frecuencia, como son el bazo
y el hígado.

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