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MÓDULO B
UNIDAD 14
•En la clínica una forma de estimular las contracciones es introduciendo uno o dos
dedos en la vagina y deslizarlos contra la pared dorsal realizando un ligero masaje.
(reflejo de Ferguson). Este masaje puede reiniciar el parto después de corregir la
presentación de un cachorro.
•Cuando ya se han descartado las causas obstructivas o mala estática fetal por medio
de la palpación y de estudios radiográficos. Los fármacos de elección para los casos
de inercia uterina son el gluconato de calcio (Calcium-Sandoz solución inyectable al
10%) y la oxitocina (Oxitocina LB). Muchas perras no responden a la administración
de la oxitocina únicamente, por lo que hay que administrar el gluconato de calcio al
10% (dosis 0.5-1.5 ml/kg) vía endovenosa lenta, teniendo la precaución de monitorear
la frecuencia cardiaca para detectar posibles arritmias.
Después de 20 minutos se administra la oxitocina (dosis 1 a 12 UI por vía endovenosa,
o de 2.5 a 10 UI vía intramuscular), se esperan 25–30 minutos para que se produzcan
las contracciones, si estas se producen se puede repetir el protocolo, aunque se
producirá una respuesta menos intensa por la ocupación de los receptores hacia la
oxitocina.
Si no se llegasen a producir las contracciones dentro de los primeros 30 minutos es poco
probable que se produzcan con el tratamiento, entonces se recomienda la extracción de los
cachorros mediante cesárea.
Causas de obstrucción del canal de parto:
• Torsión y ruptura uterina. No se presentan comúnmente, pero son causas agudas que
comprometen la vida de la madre; pueden presentarse en los últimos días de la
gestación o al momento del parto. Es importante realizar un diagnóstico temprano y
la cirugía es el único tratamiento.
• Mala posición uterina resultante de una hernia inguinal. Se detecta generalmente a las
4 semanas de gestación cuando el contorno del abdomen es afectado. No debe
confundirse con crecimientos de la glándula mamaria inguinal. La hernia se corrige
quirúrgicamente y es necesario valorar la condición del tejido uterino; en los casos de
compromiso circulatorio es necesario realizar la ovariohisterectomía.
ABORTO
Definición
Pérdida de uno o varios fetos debida a la expulsión en los estadios tempranos de la gestación.
Las causas de la muerte fetal incluyen: defectos congénitos y hereditarios, entorno materno
anormal, agentes infecciosos, fármacos, toxinas, traumatismo, enfermedad uterina,
anomalías hormonales, desnutrición grave y enfermedad sistémica significativa.
En términos generales las causas se clasifican en: defectos fetales, ambiente materno anormal
e infecciones.
Defectos fetales
Cualquier defecto en el desarrollo que sea incompatible con la vida produce la muerte del
feto. Los defectos incluyen no solo a espermatozoides, óvulo o anomalías cromosómicas,
sino también trastornos orgánicos mayores. La resorción del feto depende de la etapa de su
desarrollo y la muerte fetal temprana causa resorción; la tardía causa aborto.
Ambiente materno anormal
Enfermedad sistémica. Cualquier factor que produzca tensión significativa o daño uterino
fetal puede producir la muerte del feto. Entre estos problemas se incluye cualquier
enfermedad grave dentro o fuera del aparato reproductor. El hipotiroidismo se ha señalado
como causa potencial de aborto.
Enfermedad uterina
Entre estos problemas se encuentran la hiperplasia quística endometrial, las infecciones
uterinas crónicas y las neoplasias y adherencias uterinas.
Hipoluteoidismo
La gestación se mantiene mediante la progesterona proveniente de los cuerpos amarillos
ováricos. Si no se puede mantener una concentración de progesterona superior a un nivel
crítico (1.0 a 2.0 ng/mL), es posible que ocurra la expulsión del feto. Se ha vinculado un
defecto en la fase lútea con la pérdida gestacional en mujeres, pero en perros no ha sido bien
demostrado el síndrome.
La insuficiencia de progesterona es una posibilidad y su concentración quizá se disminuye al
momento de un aborto. Sin embargo, el decremento puede ser secundario a la muerte fetal
en lugar de representar la causa primaria. Se ha demostrado que la muerte fetal producirá un
decremento subsiguiente de la concentración de progesterona sérica.
Si se administra progesterona a una perra con aborto inminente, la expulsión puede
interrumpirse incluso si la causa del trastorno es una enfermedad infecciosa. Por lo tanto, se
recomienda instruir a los propietarios respecto a los efectos potenciales adversos de impedir
el nacimiento.
Entre ellos se incluye el crecimiento fetal continuo con distocia subsiguiente, efectos
teratogénicos potenciales -en especial en fetos masculinos-, y posible persistencia de la causa
que produjo el aborto, como por ejemplo un feto infectado: la infección persistirá y pondrá
en riesgo la vida de los otros fetos y también de la perra.
Traumatismo
Es una causa muy improbable de aborto, aunque cualquier traumatismo abdominal
significativo tiene el potencial de producir daño al útero o los fetos, lo que puede producir
aborto.
Agentes infecciosos
Se ha señalado a numerosos agentes productores de infección uterina, muerte fetal y
resorción de las camadas. Entre estas se incluyen: Brucella spp, Escherichia coli,
Streptococcus spp., herpes virus canino y felino, parvovirus canino, panleucopenia felina
moquillo, virus de leucemia felina, Mycoplasma spp., especies de Campylobacter,
Toxoplasma y Chlamydia.
Brucelosis: generalmente el signo clínico asociado a este problema es el aborto, el cual ocurre
en el último tercio de la gestación. En ocasiones puede haber pérdida embrionaria si la muerte
del producto ocurre antes de los 30 días de gestación y una tercera opción es el nacimiento
de cachorros infectados que mueren al poco tiempo después del nacimiento.
La presencia de una secreción vulvar de color verdoso obliga al médico a enfocar su
diagnóstico hacia Brucella spp. El diagnóstico puede hacerse a través del cultivo de esta
secreción, de placentas o de sangre, asimismo, se pueden utilizar pruebas de aglutinación (2–
mercapto–etanol); sin embargo, la cantidad de falsos positivos en esta prueba es muy grande,
por lo tanto, si el resultado es positivo se recomienda repetir el estudio 20 días después para
confirmarlo.
El riesgo de zoonosis debe tenerse en cuenta y la perra debe ser aislada del resto de los
animales con quienes conviva. Esta entidad no pone en riesgo la vida de la perra a menos que
haya una momificación fetal que no pudo ser expulsada, por lo tanto, existe el riesgo de
ruptura o torsión uterina.
Toxoplasmosis: esta es una causa poco común de aborto en la perra, solamente que la
infección se adquiera por la ingestión de materia fecal de gato contaminada con oocistos de
Toxoplasma gondii o por el consumo de carne contaminada; también puede causar partos
prematuros, mortinatos y muertes neonatales.
Los cachorros que sobreviven a la infección pueden quedar como portadores sanos. El
diagnóstico se basa a través de la identificación de anticuerpos en el suero de la perra
sospechosa (IgG e IgM).
Herpes: este problema comúnmente se presenta en criaderos. La muerte espontánea de
neonatos sugiere la aparición de este virus. En la perra esta infección por lo general es de tipo
subclínico, aunque puede producir descargas mucopurulentas por ojos o nariz y lesiones
vesiculares en vagina. En cachorros produce la muerte porque provoca hemorragias y
necrosis generalizadas.
Se adquiere de forma venérea, trasplacentaria, por contacto del cachorro durante su paso por
el canal del parto y por las vías respiratorias. El diagnóstico se realiza ya sea por el
aislamiento del virus, lo cual en ocasiones no está disponible en los laboratorios, por lo que
otra opción es la realización de pruebas de suero–neutralización.
No se ha informado del uso de fármacos para controlarlo, por lo que solo se recomienda tener
cuidado en el manejo sobre todo cuando se tienen varios perros, de tal forma que solo se
puede prevenir (hacer pruebas periódicas). Se puede intentar el uso de antiherpéticos
aplicados en el humano, sin embargo, no hay información disponible al respecto.
Neosporosis: este problema es causado por un protozoario llamado Neosporum caninum que
es parecido a la toxoplasmosis. Produce aborto en el ganado bovino por lo que su papel para
producir aborto en el perro es desconocido, pero se piensa que se puede adquirir cuando la
perra vive en un rancho y consume fetos o placentas abortadas.
La regresión de los síntomas inicia a partir de los 5 minutos después de la aplicación y logra
la remisión total entre 30 y 60 minutos. Algunos médicos recomiendan la administración de
miorrelajantes (diazepam) para el tratamiento de los espasmos tetánicos, aunque
generalmente con la administración de calcio es suficiente.
Vigilancia de la temperatura corporal
Debido a los espasmos musculares, las perras pueden presentar hipertermia intensa. Sin
embargo, el control de la tetania con calcio disminuye la temperatura entre 30 a 45 minutos
posadministración. Es imperativa la vigilancia de la temperatura rectal, principalmente si se
han utilizado compresas o baños de agua fría para controlarla, pues se puede producir una
hipotermia intensa.
Tratamiento a largo plazo
Una vez que la perra está estable y ya no hay hipertermia, se regresa a su propietario, a quien
se le instruye para dar tratamiento con reposición de calcio en forma de tabletas. Se dispone
de gluconato de calcio en tabletas y las de carbonato de calcio (Caltrate®) a dosis de 50-100
mg/kg/día dividido en 3 o 4 ocasiones.
Además de los complementos orales, se debe retirar a los cachorros y alimentarlos a mano,
si fuesen muy pequeños se pueden retirar por periodos de 24 horas, y posteriormente se les
permite amamantar.
ENDOMETRITIS
A diferencia de la piometra, en este caso no hay presencia de un cuerpo lúteo y con frecuencia
se confunde el término endometritis con el de piometra, que en el caso de la perra se presenta
durante la fase lútea del ciclo estral y no en el posparto como ocurre en la vaca.
En la mayoría de las perras, se presenta un ligero incremento de la temperatura corporal 24
horas después del parto y si esto permanece una semana después, la posibilidad de una
metritis debe ser considerada. Como es bien sabido, el parto es un proceso no estéril, por lo
que siempre existe contaminación bacteriana que la propia perra es capaz de autolimitar; sin
embargo, en algunas ocasiones la aparición de distocia o la realización inadecuada de
maniobras obstétricas pueden favorecer este problema.
Los signos clínicos como son la descarga vaginal anormal (pus), fiebre, anorexia y
decaimiento sugieren endometritis. El diagnóstico puede hacerse a través de la observación
del útero por medio del ultrasonido o de los rayos X; asimismo, el hemograma es una muy
buena herramienta en la que se observa una leucocitosis por neutrofilia con desviación a la
izquierda e incluso el uso de la citología vaginal puede ayudar.
Con esta técnica se observa una gran cantidad de neutrófilos y, en ocasiones, se pueden
detectar células endometriales y del sincitiotrofoblasto.
Tratamiento
El uso de antibióticos está indicado, se puede mandar un cultivo bacteriano de vagina
incluyendo antibiograma, pero antes de obtener resultados se puede iniciar la terapia con
amoxicilina a dosis de 22 mg/kg q12 hrs, ya que, si la perra está lactando, este fármaco es
seguro para los cachorros.
Al obtener los resultados del laboratorio, se puede diseñar la terapia completa y por el periodo
de tiempo adecuado. En aquellos casos en los que esta terapia no funcione por la severidad
de la endometritis, la ovariohisterectomía está indicada.
PIOMETRA
Definición
El término piometra se refiere a un útero lleno de pus y se asocia con cambios ováricos y
problemas extrauterinos. Durante mucho tiempo se le han dado a la enfermedad varias
sinonimias, como hiperplasia endometrial quística, endometritis catarral o endometritis
quística crónica.
Actualmente se sabe que el proceso patológico involucra varios estados y en algunos de ellos,
no en todos, se puede encontrar la hiperplasia endometrial quística. Además, este cambio
patológico también puede estar presente en hembras sanas, sin que en forma obligada se
relacione con enfermedad, por lo cual no debe considerarse como sinónimo.
Cuando una infección bacteriana se presenta al mismo tiempo que la hiperplasia endometrial,
entonces el proceso es conocido como piometra. La enfermedad es sistémica y puede afectar
a varios órganos.
Según la clasificación de Dow, los cambios patológicos del útero de perras con piometra se
pueden clasificar en cuatro tipos diferentes, los cuales son:
• Tipo I. Involucra una hiperplasia endometrial quística, la cual ocurre en perras de
mediana edad. En esta fase el endometrio se encuentra engrosado y marcado con
numerosos quistes translúcidos.
• Tipo II. Ocurre solamente durante el diestro cuando el cérvix está relajado y patente.
En esta fase se encuentra presente un infiltrado difuso de células plasmáticas, además
de la hiperplasia endometrial quística.
• Tipo III. La hiperplasia endometrial quística se acompaña de una reacción
inflamatoria aguda del endometrio. El tamaño del útero es proporcional a la patencia
del cérvix. Las perras afectadas normalmente manifiestan signos clínicos alrededor
de 8 semanas después del último celo.
• Tipo IV. Involucra una endometritis crónica y el cérvix puede estar abierto o cerrado.
Si el cérvix se encuentra abierto se presenta la descarga vaginal crónica, los cuernos
no se encontrarán aumentados de tamaño pero sus paredes estarán engrosadas con
hipertrofia miometrial y fibrosis, y existirá pus en pequeñas cantidades. Si el cérvix
está cerrado, el útero se encontrará muy distendido y sus paredes adelgazadas. El
endometrio está atrofiado y existe un infiltrado de linfocitos y células plasmáticas.
Es conveniente aclarar que la hiperplasia o la hipertrofia endometrial son eventos que se
presentan en muchas perras mayores de 3 años de edad y prácticamente se presenta en todas
las perras mayores de 5 años. Por sí misma, la hiperplasia endometrial no representa un
problema para las perras y es reversible.
Sin embargo, las glándulas endometriales hipertróficas o hiperplásicas tienen un incremento
en su actividad secretora, pudiéndose acumular un fluido estéril en el lumen uterino y
ocasionando con esto una hidrómetra o mucómetra. Los únicos signos clínicos de la
hidrómetra o mucómetra son distensión abdominal con o sin descarga vaginal mucosa.
Los signos sistémicos de enfermedad están ausentes.
En los gatos, las áreas focales de proliferación de pólipos se presentan con más frecuencia
que la hiperplasia endometrial quística difusa. Los quistes localizados se intercalan con tejido
endometrial normal. También se pueden presentar quistes largos adheridos por pequeños
pedículos, los cuales por lo general son asintomáticos a menos que la torsión de un quiste
pedunculado ocasione hemorragias.
Etiología
Se puede considerar que la piometra es una enfermedad del diestro, cuando el cuerpo lúteo
se encuentra secretando progesterona en forma activa, con el subsiguiente incremento de la
secreción de las glándulas uterinas, la inhibición de la contracción miometrial y el
mantenimiento del cérvix cerrado. La progesterona ovárica o la progesterona exógena pueden
mantenerse presentes para el desarrollo de la enfermedad.
Los estrógenos solos, administrados a hembras ovariectomizadas provocan una hiperplasia
endometrial crónica ligera y hacen que la cantidad de progesterona requerida para producir
piometra sea menor.
Los estrógenos sensibilizan al útero para el desarrollo de la piometra.
Por un tiempo se pensó que el exceso de progesterona o el exceso de estrógenos eran la causa
de los casos de piometra ocurridos en forma natural. Sin embargo, esta teoría quedó
descartada cuando se hizo posible la medición de los niveles hormonales en la sangre,
encontrándose que no había diferencias significativas en las concentraciones séricas tanto de
hembras enfermas como de hembras sanas.
Por lo tanto, se llega a la conclusión de que la etiología es un defecto en el metabolismo de
la progesterona y los estrógenos en el útero durante el diestro.
Los receptores celulares en las hembras con piometra pueden tener un incremento en su
afinidad por la progesterona o bien pueden mantener una influencia prolongada sobre el
endometrio uterino. Esta es la razón por la cual en términos generales, no se considera que
se necesite una producción hormonal endógena exagerada para el desarrollo de la
enfermedad.
El porqué algunas hembras desarrollan esta respuesta patológica y otras no, es desconocido.
Lo que sí es cierto, es que en cada ciclo estral el útero es sometido a una influencia hormonal
y poco a poco se va sensibilizando hasta que se desarrolle la hiperplasia endometrial. Esta es
reversible, pero en los siguientes ciclos se presentará la hiperplasia con más facilidad.
Es por esto, que las perras mayores de 5 años de edad tienen mayor predisposición a
enfermarse que las perras jóvenes.
Se menciona que la incidencia de la piometra no es mayor en las perras que tienen una historia
de ciclos estrales irregulares, estro anormal o gestaciones anteriores, aunque por la
experiencia del autor, perras con quistes foliculares que tienen ciclos anormales, han
desarrollado piometra, incluso a muy temprana edad. Lo anterior debe ser ocasionado por la
alta cantidad de estrógenos que se producen en los ovarios quísticos, sensibilizando de esta
forma al útero para la posterior acción de la progesterona.
Fisiopatología
La piometra es una enfermedad multisistémica. Pueden presentarse diferentes grados de
leucocitosis, anemia, hipoalbuminemia, hiperglobulinemia, incremento en los niveles de
fosfatasa alcalina sérica, azotemia y acidosis metabólica. La leucocitosis y la
hiperglobulinemia se correlacionan con la condición inflamatoria del útero.
La hipoalbuminemia no es causada por una pérdida de proteínas en la orina, pero podría ser
debida a un decremento en la producción hepática, por reducción en el consumo de proteínas
o por pérdidas a través del útero. La anemia no regenerativa se asocia con diapédesis de
eritrocitos dentro del lumen uterino y por una depresión tóxica de la eritropoyesis.
Uno de los problemas más comunes relacionados con la piometra es el daño renal, ocasionado
por un flujo sanguíneo inadecuado hacia los riñones o por una glomerulonefritis tóxica por
deposición de complejos inmunes. El 25% de las perras y el 12% de las gatas con piometra
se encuentran azotémicas.
En la mayor parte de ellos los valores séricos de creatinina retornan a los rangos de referencia
después de una terapia de líquidos adecuada y de la ovariohisterectomía, ya que en muchos
casos la azotemia es prerenal. Sin embargo, el rango de filtración glomerular con frecuencia
se ve reducido en las perras aunque no presenten azotemia. La disminución del rango de
filtración glomerular sugiere que existe algún factor asociado con la piometra que disminuye
la filtración renal con o sin azotemia.
Las perras no azotémicas con piometra no presentan proteinuria por la elevación cuantitativa
de una muestra de orina de 24 horas. El análisis de una muestra de orina puede demostrar
proteínas debido a la contaminación con las descargas uterinas. Si una muestra obtenida por
cistocentesis revela proteinuria, la perra debe ser reevaluada después de la resolución de la
piometra para determinar la causa y el manejo apropiado.
Las perras con piometra tienen una disminución en su capacidad de concentración urinaria.
La causa de una gravedad específica urinaria baja se considera multifactorial. En algunas
perras puede ser causada por el efecto de la toxina de E. coli en los túbulos renales.
La reducción en el rango de filtración glomerular es una anormalidad funcional que no se
relaciona con el daño estructural de los glomérulos.
El rango de infección del tracto urinario es por lo menos del 22% y puede ser tan alto que
llegue al 69%. La cistocentesis al momento de la cirugía debe ser considerada en forma
rutinaria para cultivo y antibiograma.
Los niveles de fosfatasa alcalina se pueden incrementar debido a una enfermedad hepática
en perras viejas, a la administración de corticosteroides o a una toxemia. Los niveles de la
enzima alanino aminotransferasa usualmente se encuentran dentro de los límites normales.
Algunas perras con piometra han manifestado alcalosis respiratoria, pero el desbalance ácido-
base más importante relacionado con la piometra, es la acidosis metabólica. Lo más probable
es que las perras con una acidosis metabólica se encuentren hipovolémicas y en un estado
séptico.
La médula ósea se ve incapaz de satisfacer la demanda de células blancas sanguíneas de
defensa, por lo que se presenta una mielopoyesis extramedular en bazo, hígado y glándulas
adrenales. También se pueden presentar arritmias ventriculares debido a la acción de
complejos tóxicos sobre el miocardio.
Signos clínicos
El tipo y severidad de signos clínicos dependen de la patencia del cérvix, de la duración de
la enfermedad y la asociación de la enfermedad extragenital. En las perras los signos clínicos
documentados con mayor frecuencia son poliuria, polidipsia, nicturia, depresión,
deshidratación, descarga vaginal si la piometra es abierta, vómito y diarrea.
Los animales afectados pueden tener el abdomen penduloso o distendido, sobre todo, cuando
se presenta la forma cerrada de la enfermedad, lo cual ocurre del 15 al 30% de los casos, lo
que aunado a la poliuria y polidipsia podría hacer que se confundiera con
hiperadrenocorticismo. En las gatas se ha documentado con poca frecuencia la existencia de
infertilidad.
El examen de la vagina puede hacer que se descarte la posibilidad de un tumor como causa
de la secreción vaginal. Si es necesario se deberá realizar un examen vaginoscópico para
determinar la presencia de vaginitis. La mayoría de las gatas y perras afectadas con piometra
tienen una temperatura normal, sin embargo, un 20 o 30% tienen fiebre y un pequeño
porcentaje tiene una temperatura subnormal debida a la sepsis.
Cuando se encuentra presente, la descarga vaginal puede tener un volumen muy variable,
dependiendo del grado de abertura cervical. La secreción generalmente es gris-amarillenta o
café-rojiza y con olor fétido. Los casos en que el cérvix está parcial o completamente cerrado
tienden a ser más tóxicos por la acumulación de grandes cantidades de material purulento en
el lumen uterino, no así, cuando un cérvix abierto permite el drenaje.
Se ha informado de casos de piometra donde existe poliartritis, lo que lleva a la
manifestación de dolor en las articulaciones y poco deseo de realizar cualquier ejercicio.
Resulta interesante el conocimiento de que una cirugía exitosa da lugar a pérdida total del
dolor, lo que sugiere que tiene un origen tóxico y no deriva de invasión bacteriana.
Diagnóstico
El diagnóstico de la piometra debe realizarse por medio de la historia clínica, el examen físico
y las pruebas de laboratorio. Una bioquímica sanguínea completa, un hemograma y el análisis
general de orina son necesarios para detectar anormalidades metabólicas asociadas con la
sepsis e infección urinaria y con la función renal.
Los hallazgos de laboratorio no son patognomónicos de piometra, pero pueden ser muy
sugerentes. El conteo total de leucocitos es extremadamente variable, pero por lo general es
mayor de 15,000. A veces este conteo puede superar los 100,000 leucocitos por mm3, aunque
en algunos animales puede haber leucopenia, en cuyo caso el pronóstico es más pobre.
También puede ser normal el recuento de glóbulos blancos. Una desviación a la izquierda
degenerativa es común. El hematocrito puede estar disminuido, pero la severidad de la
anemia puede enmascararse por la deshidratación.
La función renal debe ser cuidadosamente evaluada, las muestras de orina son necesarias
para evaluar la gravedad específica, la cual puede ayudar a diferenciar un problema prerenal
de uno renal primario. La cronicidad y severidad del daño renal puede ser difícil de evaluar
hasta que el problema de piometra haya sido corregido. El 75% de las perras no azotémicas
muestran una reducción en el rango de filtración glomerular.
Menos de una tercera parte de las gatas afectadas tienen anormalidades en la bioquímica
sanguínea. Cuando se presentan, estas incluyen hiperproteinemia, azotemia, hipokalemia e
incremento en la actividad de la enzima alanino aminotransferasa.
El uroanálisis y urocultivo se realizan de preferencia por cistocentesis durante la cirugía. Si
se planea una terapia médica, la cistocentesis no se realizará hasta que el útero haya retornado
a su tamaño normal. Debido a que el 30% de las perras con piometra tienen infección del
tracto urinario, el seguimiento para un diagnóstico y tratamiento adecuado es muy
importante.
Si la descarga uterina es muy evidente, el diagnóstico de piometra ya está realizado. Sin
embargo, cuando la piometra sea cerrada, es necesario el diagnóstico radiográfico para
confirmar la enfermedad, o bien, un análisis citológico por medio de un frotis vaginal.
Para realizar el estudio radiológico no se recomienda la preparación del paciente con enemas
o ayuno. En las radiografías abdominales de rutina se deben observar estructuras tubulares
con densidad de fluido en el abdomen caudal. No obstante, el útero tiene una apariencia
similar en la gestación temprana e inmediatamente después del parto.
La gestación es el principal diagnóstico diferencial para la piometra. En algunas perras con
piometra, aún con el cuello cerrado, el útero puede no ser visible en el estudio radiográfico.
En estos casos se puede utilizar el ultrasonido para determinar el tamaño uterino, el grosor
de su pared y la presencia de líquido.
Además, la ecografía distinguirá las estructuras fetales del líquido intraluminal como causa
del engrosamiento uterino. El líquido ascítico, que haría sospechar de una ruptura del útero,
puede identificarse en un pequeño porcentaje de los animales con piometra.
La citología vaginal, el conteo de células blancas y los signos clínicos, ayudan a diferenciar
una mucómetra de una piometra. La citología vaginal puede demostrar anormalidades aún en
ausencia de una secreción vaginal macroscópica. La descarga vaginal de una perra con
piometra contiene neutrófilos degenerados, células endometriales, bacterias y,
ocasionalmente, macrófagos y células mononucleares.
Tratamiento
El tratamiento de la piometra debe ser rápido y agresivo, debido a que puede desarrollarse
una septicemia o una endotoxemia en cualquier momento, si es que no existe ya al momento
de diagnosticar la enfermedad.
Los casos de piometra a cuello cerrado siempre deberán ser considerados como urgencias,
por lo que el tratamiento, tanto médico para controlar los problemas asociados, como el
quirúrgico, no deben demorarse.
El tratamiento específico para la piometra es la ovariohisterectomía. Se deben administrar
antibióticos de amplio espectro por vía endovenosa que sean efectivos contra la E. coli, al
mismo tiempo que se realiza la inducción anestésica y continuarse durante 7 o 10 días
después de la cirugía.
Un antibiótico bactericida y de amplio espectro como la ampicilina, a dosis de 20 mg/kg de
peso, cada 8 horas, puede ser adecuado. También se puede utilizar cefalotina a 15-25 mg/kg
q8 hrs o ceftriaxona 30mg/kg q12hrs.
Otros antibióticos, como tetraciclinas, cloranfenicol, quinolonas o aminoglucósidos también
pueden ser efectivos, pero en el caso de las gatas podrían ser mal tolerados.
La terapia de líquidos para corregir la deficiencia de los mismos, la acidosis y la sepsis, debe
iniciarse antes de la cirugía y continuarse según se necesite durante y después de la misma.
En algunos animales enfermos la cirugía no debe posponerse más que unas horas debido a
que si la infección uterina continúa, se agrava la bacteremia y la septicemia.
Sin embargo, si el animal está hipotenso y la producción de orina es dudosa, estará justificada
la colocación de un catéter urinario para medir la producción de orina y evaluar la respuesta
a los diuréticos.
Si la función renal está comprometida, una adecuada terapia de líquidos debe ser instaurada
a medida de estabilización antes de la cirugía. El uso de sondas urinarias ha estado debatido
en estos casos, ya que hay riesgo de arrastrar bacterias a la vejiga; sin embargo, si el paciente
se encuentra en una condición crítica y se necesita monitoreo de producción urinaria, no se
debe dudar en sondearlo. Siendo difícil la cateterización urinaria en las hembras, el manejo
puede realizarse durante la anestesia del procedimiento quirúrgico. El compromiso renal debe
ser evaluado y tratado según se ha revisado en las unidades anteriores.
Si el útero está roto o presenta torsión se deberá realizar un lavado abdominal con una
solución tibia estéril a una dosis de 50 mg/kg. Se debe iniciar una terapia intensiva para el
manejo de la peritonitis y la sepsis.
Se ha informado de una mortalidad asociada con la ovariohisterectomía en los casos de
piometra del 5 al 8%. De 263 animales de diferentes estudios, se encontró que 19 murieron.
La muerte se debió a sepsis o a peritonitis secundaria a ruptura uterina.
Otras causas de mortalidad asociadas con ovariohisterectomía en la piometra de perras o de
gatas incluyen enfermedad hepática, enfermedad renal o anemia.
También existe la posibilidad de implementar un tratamiento médico para tratar de resolver
los casos de piometra a cuello abierto, pero esto dependerá de la condición clínica del
paciente y de las intenciones del propietario de utilizar al animal en un futuro como
reproductor.
Es conveniente aclarar que ninguno de los tratamientos médicos ha demostrado un 100% de
efectividad, siendo comunes las reincidencias, además de que pueden provocar severos
problemas secundarios. En caso de intentarse un tratamiento médico, se deberá indicar al
dueño el riesgo que se corre. El tratamiento médico se realiza únicamente en piometras a
cuello abierto debido a que en los casos cerrados se podría ocasionar una ruptura uterina.
El objetivo del tratamiento médico es el de eliminar las concentraciones de progesterona, las
bacterias y desalojar el contenido uterino. Se emplean para este fin los estrógenos, la
oxitocina, la ergonovina, la testosterona o la prostaglandina PGF2 alfa, siendo esta última la
que mayor porcentaje de éxito ha tenido. Todos los productos mencionados se administran
junto con antibióticos de amplio espectro para controlar las infecciones por E. coli.
Los estrógenos se han relacionado con un grado variable de casos exitosos. Ellos inician la
relajación del cérvix e incrementan el tono muscular uterino y su contractibilidad,
promoviendo así el drenaje del exudado del lumen uterino.
Se piensa que también ayudan a mejorar la resistencia del útero a las infecciones. Se ha usado
una terapia con dietilestilbestrol, 1 mg dos veces al día por 7 días, seguido de 1 mg al día
durante 3 semanas. Se ha observado recuperación después de la terapia con estrógenos, sin
embargo, con frecuencia se desarrollan exacerbaciones que requieren la intervención
quirúrgica.
También se ha empleado la testosterona a una dosis de 25 mg dos veces a la semana durante
tres semanas. El mecanismo de acción de la testosterona es el de producir luteolisis
secundaria a atrofia ovárica, lo que ocasiona una disminución de los niveles de
prostaglandinas. No existen datos suficientes que permitan documentar el valor de esta droga
en el tratamiento de la piometra.
La oxitocina y varios alcaloides del cornezuelo del centeno han sido utilizados para estimular
la expulsión del contenido uterino, al incrementar la motilidad de este órgano. El maleato de
ergonovina, uno de los alcaloides del cornezuelo del centeno, es más efectivo en úteros
sensibilizados por estrógenos. La dosis recomendada es de 0.2 mg dos veces al día durante
10 días, ya sea por vía oral o parenteral.
Las prostaglandinas F provocan contracciones del miometrio que pueden evacuar el
contenido uterino cuando el cuello de la matriz está abierto. El cuello de la matriz
normalmente se dilata, como una respuesta a la presión ejercida contra él, pero existe algún
riesgo de que la dilatación no sea tan rápida como se necesita para la evacuación de los
contenidos uterinos.
Es posible que exista ruptura uterina si se administra el medicamento en casos cerrados, y
esto puede ser más frecuente en las gatas que en las perras por varias razones. En primer
lugar, la ruptura uterina con peritonitis generalizada se encuentra en aproximadamente el 4%
de las gatas con piometra antes del tratamiento.
En segundo lugar, en raras ocasiones la piometra en las gatas se presenta junto con una torsión
uterina, una situación que, de presentarse, aumentará la posibilidad de ruptura. Finalmente,
el exudado uterino encontrado en las gatas con piometra es, en ocasiones, tan viscoso y tenaz
que parece imposible que pueda ser expulsado.
La PGF2 alfa provoca también luteolisis, aunque algunos autores han observado solo un
bloqueo temporal en la producción de progesterona, pero otros informan que los efectos son
variables dependiendo de la ruta, dosis y frecuencia de administración. El decremento de
concentración de progesterona plasmática reduce el estímulo para el crecimiento endometrial
y la secreción glandular.
La dosis establecida de la PGF2 alfa para las perras es de 0.1 a 0.5 mg/kg, una o dos veces al
día, por vía subcutánea, hasta que el útero se vacíe. La dosis letal 50 para los perros se ha
establecido en 5.13 mg/kg. No se ha determinado una dosis letal 50 para las gatas, pero se ha
visto que con 5 mg/kg desarrollan una alteración respiratoria grave y ataxia, aunque no
mueren. La dosis recomendada para las gatas es de 0.1 a 0.25 mg/kg, también cada 12 o 24
horas hasta que el útero se vacíe.
Esto generalmente requiere de 3 a 5 días, tanto en perras como en gatas. Si después de 5 días
de tratamiento no se ha resuelto el problema, lo más probable es que ya no tenga éxito.
Las prostaglandinas pueden tener un efecto secundario en el tracto gastrointestinal y
respiratorio. Pueden afectar también el músculo liso de la vejiga y están contraindicadas en
gestación, asma o en otras enfermedades como sepsis, peritonitis u otras enfermedades
orgánicas.
A las dosis terapéuticas recomendadas, los efectos secundarios son previsibles e incluyen
jadeo, salivación, vómito, defecación, micción, midriasis, ataxia y cambios de conducta y
vocalización.
Estos efectos son evidentes a los pocos minutos de la administración de la prostaglandina y
comúnmente se resuelven a los 60 minutos. Los efectos indeseables son menos severos con
las inyecciones subsecuentes y con poca frecuencia son de suficiente magnitud como para
requerir suspender el tratamiento.
El éxito del tratamiento con prostaglandinas se puede evaluar sobre las bases de la resolución
de los signos clínicos y la subsiguiente fertilidad. Del 93 al 100% de las hembras tratadas con
la prostaglandina F2 alfa y que presentaban piometra a cuello abierto, han resuelto el
problema de la descarga uterina, pero sólo del 55 al 87% quedaron gestantes.
En cambio, de las perras tratadas que tenían piometra a cuello cerrado, sólo en el 34% se
resolvió el problema. No existe ningún informe de mejoría con el tratamiento médico en las
gatas con piometra a cuello cerrado.
La piometra se ha vuelto a presentar después de transcurrido un año del tratamiento exitoso
del 26 al 40% de los casos, y en el 77% de las hembras después de 27 meses del tratamiento.
Se han documentado casos de gestación al momento de la recurrencia. En estos casos el
clínico puede considerar una terapia antibiótica para salvar a los productos y aplazar el
tratamiento de la piometra para después del parto.
Aunque existen informes de tratamiento médico con éxito para los casos de recurrencia, la
ovariohisterectomía siempre será el tratamiento de elección.
El pronóstico desde el punto de vista reproductivo siempre será malo. Sin embargo, el
pronóstico de vida para la mayoría de los casos de piometra no complicada es bueno, siempre
y cuando sea tratada con oportunidad. No hay que olvidar que finalmente para el clínico, la
vida es lo más importante y el lograr preservarla, debe ser motivo de satisfacción.