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SÍNTOMAS:
Generales: cansancio, falta de apetito, falta de aire, dificultad para
hacer ejercicio, palidez de la piel y de las mucosas, mareos.
Manifestaciones cardíacas: aumento de la frecuencia cardíaca
(aceleración del pulso).
Manifestaciones neurológicas: dolor de cabeza, alteración de la
conducta, trastornos visuales.
Otros: falta de menstruación, alteraciones digestivas.
FACTORES DE RIESGO:
Una de las causas más comunes para desarrollar anemia es seguir
dietas con bajo contenido de hierro, un elemento extremadamente
necesario para los glóbulos rojos, así como también una alimentación
baja en vitaminas.
Otras causas pueden ser:
Alteraciones intestinales que afecten la absorción de nutrientes.
Menstruaciones muy abundantes.
Embarazo.
Enfermedades crónicas (por ejemplo, cáncer, insuficiencia renal o
hepática).
Infecciones.
Exposición a químicos.
Enfermedades hereditarias.
TRATAMIENTO:
El tratamiento de la anemia depende de su causa.
Si la anemia se debe a pérdidas de sangre, en algunos casos hay que
reponerla por medio de una transfusión.
Si la anemia se debe a enfermedades crónicas, como la insuficiencia
renal, se debe tratar la enfermedad de base. A veces, es necesaria la
administración de eritropoyetina, una hormona que estimula la
formación de glóbulos rojos.
En algunos casos, puede requerirse el trasplante de médula ósea.
PREVENCIÓN:
Consumir una dieta sana y completa, sobre todo en ciertas etapas de
la vida (infancia, adolescencia, vejez) y durante el embarazo, que son
momentos en los cuales existen altos requerimientos de ciertos
nutrientes, como el hierro y el ácido fólico.