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ROMANTICISMO

El Romanticismo fue un movimiento cultural y político, desatado en la primera mitad del siglo
XIX por el espíritu de la Revolución Francesa. Fue un movimiento que se desarrolló en toda
Europa e incluso llegó más tardíamente a América. Fue una anteposición al

Iluminismo del siglo XVIII, corriente que tenía como supremacía el uso de la razón y los
conocimientos objetivos, mientras que por otro lado contrastaba con el Clasicismo, que
buscaba renacer los distintos conceptos, estéticas y cualidades artísticas de la cultura

Grecolatina. El Romanticismo fue una manera de sentir y concebir la realidad, la vida y al


hombre mismo desde una perspectiva subjetiva y personal, pero siempre aportando una
mirada crítica.

Antecedentes del Romanticismo

Encontramos el germen del Romanticismo a finales del siglo XVIII en Reino Unido y

Alemania. El prólogo a la segunda edición de las Baladas Líricas (1800), escrito por los poetas
ingleses William Wordsworth y Samuel Taylor Coleridge, se considera el manifiesto literario del
Romanticismo. En él se destaca la importancia del sentimiento y la imaginación en la creación
poética y se rechazan las formas y los temas literarios convencionales. No obstante, existe una
fuerte convicción en considerar a los artistas alemanes como el antecedente más inmediato del
movimiento romántico. Estos pertenecieron a lo que se conoció como Sturm und Drang
(Tormenta y Pasión, también traducido como Tormenta e Impulso): un movimiento artístico
que buscó contraponerse a las limitaciones impuestas por el racionalismo y la estética de la
época. Sus principales exponentes fueron Johann Gottfried von Herder y Goethe. Este
movimiento sentó sus bases en autores como William Shakespeare y Jean-Jacques Rousseau y
su fuente de inspiración era el sentimiento en lugar de la razón, tal como lo sugiere el nombre
por el que eran conocidos.

La innovación del Sturm und Drang radica en el hincapié que se hace a la subjetividad, donde
cada artista debía captar la realidad de la naturaleza y del hombre a partir de su propia alma y
de su instinto, exaltándose así el individualismo, a la vez que la idea de que el sentimiento era
algo superior a la razón, tal como lo sintetizara Rousseau:

"Siento antes de pensar". Así mismo, este movimiento fue crítico en cuanto denunciaba el
malestar del hombre en la sociedad de su tiempo, encorsetado por las diferencias sociales, las
hipocresías morales y la ciega creencia en las normas. Este movimiento literario estableció a los
autores alemanes como líderes culturales en Europa en un tiempo en el que Francia era
considerada el centro de la creación literaria. El movimiento desarrolló el tema del genio de la
juventud, en contra de los modelos clásicos, y promovió el entusiasmo por la naturaleza.

Las características y temas del Romanticismo Literario.

Si en la historia, la Revolución Industrial fue una fisura muy clara, que marcó un antes y un
después en la sociedad y en el mundo, marcando el inicio de la Modernidad, la misma fractura
supuso en lo literario el delicado paso del siglo XVIII al XIX. La revolución romántica transformó
radicalmente la teoría y la práctica literaria de una manera irreversible. Como se planteaba
anteriormente, este fenómeno literario ya no se sirve de viejas normas estéticas tomadas de
unas culturas y épocas que fueron consideradas como ejemplares, es decir la cultura Greco-
Latina, sino que lo hace de la mezcla compleja entre creación libre y reflexión crítica. Podemos
agregar incluso, que el Romanticismo redescubrió por un lado el valor de la cultura medieval y,
por el otro, la autonomía de las producciones artísticas en las civilizaciones egipcia, persa, india
y, en general, de todo el Oriente.

La revolución romántica alcanzó a todos las expresiones artísticas, destacando principalmente


en la pintura, la música y la literatura; ya que en ellas se dieron los mayores y principales
cambios. En cuanto a la Literatura, las novedades más significativas se dieron en los conceptos
de géneros literarios, concretamente en la novela y la tragedia, además de que se le dio un
fuerte valor a la poesía popular. Para los románticos, la obra de arte tiene un carácter
absolutamente individual y progresiva, es decir que no puede ser estática. Es por eso que no
pudieron mantener el concepto clásico y aristotélico de géneros literarios. Para Aristóteles, los
géneros literarios eran categorías cerradas y con límites establecidos de forma muy clara. Es así
que los románticos los resignificaron y rediseñaron borrando esos límites tan estrictos. La
estética romántica pone atención en un subgénero que durante siglos se mantuvo marginado y
que había nacido tarde respecto al sistema aristotélico: LA NOVELA. En la novela, el artista
romántico antepone el contenido a la forma, estimula el desarrollo de tramas rápidas y
complejas, y se presta a la fusión de géneros (la tragicomedia y la mezcla de lo grotesco y lo
sublime), al tiempo que permite una mayor libertad estilística.

La estética de la novela romántica estaba inspirada en los poemas caballerescos como

Cantar de los Nibelungos, Beowulf, Sir Gawain y el Caballero Verde; los dramas de Shakespeare,
El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha y las Confesiones de Rousseau. Entonces, es
este el punto que lleva a los románticos a estudiar la literatura popular y regional de la época,
naciendo junto a ello un fuerte espíritu de reivindicación del folklore y lo nacional que también
se tomó como una reacción al concepto de universalidad propuesto por la Ilustración.

En resumidas cuentas, el Romanticismo se caracterizó por ser una reacción en contra del
espíritu racional del siglo que lo precedía. Existía en los artistas románticos una fuerte
conciencia del YO, del individuo como entidad autónoma, desligándose de la universalidad de
la razón, y ponderando la subjetividad. Es así que el artista se convierte en el genio creador de
su propio universo, viéndose como un demiurgo. Esta rebeldía a lo establecido, lleva a que
figuras míticas como Prometeo, Lucifer, Don Juan, sean fuentes de inspiración para los
personajes de sus obras, es decir sustituyeron a los héroes universales de la literatura del siglo
XVIII por héroes más complejos e idiosincrásicos; este espíritu también terminó con toda la
normativa estética que ahogaba su libertad creadora como por ejemplo las que imponían las
unidades aristotélicas (acción, tiempo y espacio) o las que impone la prosa o el verso,
cambiando así el arte de la versificación y fusionando géneros (la tragicomedia y la mezcla de lo
grotesco y lo sublime). La libertad era el valor supremo, por eso también exaltaron a la muerte
como el estado máximo de liberación. Es importante destacar que no era la única postura que
existía frente a ella: en muchos artistas la muerte es vista como una fuerza cruel e inevitable a
la que el hombre se encuentra sometido.

Es importante aclarar que el espíritu romántico no sólo se manifestó en el arte, sino que
también se reflejó en el ámbito político. Los románticos fueron fuertes defensores del
liberalismo que se manifestaba como antítesis del despotismo ilustrado del siglo anterior. Gran
parte de los movimientos libertarios y abolicionistas de finales del siglo XVIII y principios del
XIX, tienen su origen en conceptos de la filosofía romántica como pueden ser el deseo de
liberarse de las convenciones y la tiranía, y el gran valor de los derechos y la dignidad del ser
humano. Del mismo modo que los temas racionales, formales y convencionales características
del neoclasicismo, estaban abocados al rechazo, los regímenes autoritarios que favorecieron y
auspiciaron este movimiento, tuvieron que enfrentarse inevitablemente a importantes
revueltas populares- La política y los temas sociales fueron claves en la poesía y la prosa
románticas en todo el mundo occidental. El desencanto generalizado de los románticos con la
organización social se plasmó a menudo en la crítica concreta de la sociedad urbana.

Otros temas fundamentales dentro de las obras románticas encontramos: el amor, presentado
como un sentimiento sublime e idealizado, pero a su vez como una fuerza que somete al
hombre, es causa de su sufrimiento y por lo tanto, es capaz de destruirlo.

La naturaleza es otro tema recurrente, esta se presenta como reflejo de los sentimientos del
artista o de los personajes. Es así que el artista o los personajes de las obras se refugian en la
naturaleza, buscando en ella complicidad y alivio frente a una realidad que no les satisface, no
los comprende y los margina: es la evasión romántica, que también se buscaba a través de lo
onírico o del esoterismo.

Por último, dentro del Romanticismo existe un fuerte gusto por lo sobrenatural, lo que se
entiende como la atracción por aquello que es irracional, misterioso e inexplicable,
contrastando así con el racionalismo.

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