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Morales, J. (Comp.). (2023)
Docente de la asignatura “Desarrollo sostenible y medio ambiente”
1. Generalidades
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Fonseca, Herdoiza y Boza (2021), señalan que de acuerdo con lo señalado por
Carpenter (1991), Kates (2001), Miller (2001), Gallopín (2003), Nowotny (2012),
Arlucea (2016) y Gardner (2016), el desarrollo sostenible consiste en sostener los
recursos naturales; mientras que Redclift (1987), Bojo (1990), Perrings (2000), Leff
(2002), Strati (2012), Dunoff (2015), Estenssoro (2015), Gil (2016) y Vergara
(2016) plantearon que la sostenibilidad se debe orientar hacia los niveles de
consumo (capital humano, capital físico y recursos ambientales). En cuanto a esto,
la Unión Mundial para la Naturaleza (UICN) propuso pasar del uso de un recurso
que se regenera lentamente a otro que posea un ritmo más rápido de
regeneración, con el objetivo de promover un desarrollo con principios de
sostenibilidad.
La modificación del entorno es un tema que compete a los seres vivos en toda la
naturaleza; de ella hay muestras de su relevancia en todos los ecosistemas, sin
importar los tamaños o las escalas de estos. Las maneras como los seres vivos
modifican su entorno se pueden ejemplificar con las construcciones que hacen las
hormigas bajo el suelo, al igual que con los termiteros en los árboles y la
elaboración de nidos de las aves, entre otros. En el caso del ser humano, la escala
de las poblaciones, el impacto y la magnitud de los cambios en el ambiente que
provoca la especie humana han ocasionado que el tema de la gestión de los
territorios sea prioritario para la búsqueda de la preservación de la supervivencia
del planeta Tierra (Giraldo y Zumbado, 2020).
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La gestión de los territorios que se basa en los principios de la
sostenibilidad permite que se puedan dar un crecimiento urbano con mayor
equilibrio y una menor cantidad de impactos ambientales. En este punto, la
Organización de las Naciones Unidas (ONU) planteó un eje transversal, o eje guía,
que se convirtió en el punto de enlace para lograr que las naciones trabajen en
acciones específicas, encaminadas a fomentar el avance en la sostenibilidad por
medio del cumplimiento de los objetivos de desarrollo sostenible (ODS) para 2030
(PNUD, 2015). Estos objetivos representan el mayor esfuerzo global por modificar
el rumbo de la humanidad (Giraldo y Zumbado, 2020).
Los ODS son una herramienta de gran valor para fortalecer, entre otros, la lucha
contra la desigualdad social y el cambio climático, a escala territorial; son guías de
trabajo que permiten la generación de políticas públicas que busquen la equidad
territorial y el fortalecimiento de las ciudades como espacio de convivencia y
promoción del desarrollo sostenible (Giraldo y Zumbado, 2020).
2. Conceptos básicos
2.1. Gestión
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La gestión es un término y un concepto comúnmente utilizado para definir un
proceso generalmente administrativo, normativo o regulatorio. En su sentido más,
amplio, se refiere al conjunto de actividades, funciones, formas de organización
institucional de organismos del gobierno, y no gubernamentales, recursos e
instrumentos o varios objetivos que definen el sentido y el objeto de la gestión.
Esto significa que no hay una gestión sin adjetivos, neutral ni general. Por el
contrario, la gestión como un proceso administrativo o de conducción y regulación,
solo tiene sentido si se le asocia a objetivos y funciones o recursos concretos
(https://sites.google.com/site/cuencahidrografica/cuenca-hidrografica/manejo-de-cuencas-
conceptos-y-enfoques).
La FAO (2007), citado en Mendoza y Alvarado (2017); sostiene que para realizar
cualquier proceso de gestión es importante comprender la situación a gestionar
como un conjunto de múltiples elementos y procesos interrelacionados. Además,
las interrelaciones entre los subsistemas biofísicos y sociales son de gran
importancia, ya que la gestión social es el camino a un desarrollo sostenible.
La palabra gestión proviene del latín “gesio” y hace referencia a la acción y efecto
de gestionar o de administrar; es la concreción de diligencias conducentes al logro
de un negocio o de un deseo cualquiera. Es el conjunto de trámites que se llevan
a cabo para resolver un asunto, concretar un proyecto o administrar una empresa
u organización. Implica acciones de concertación, consenso, y toma de
decisiones.
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Conjunto de procesos y actividades gerenciales y administrativas para
garantizar la implementación de planes o actividades técnicas dirigidas a
materializar lo que se planifica.
Proceso por medio del que se decide cómo el futuro debe ser variado con
respecto al presente como; ¿cuáles son los cambios requeridos?, y ¿cómo se
deben realizar estos cambios?, asociado a cálculos, estimaciones, previsiones y
expectativas, así como con procedimientos, estrategias y reglas de
comportamiento (López Vera, 2001; citado en Sánchez, 2005).
2.2. Territorio
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Destaca Massiris (2015) que para los no geógrafos, el territorio y,
concomitantemente, lo territorial, se reduce a la demarcación de un espacio de
actuación, sin que los contenidos de dicho espacio se consideren en la
determinación de las acciones. Para los geógrafos, el territorio y lo territorial es
mucho más que eso. Se trata de un concepto comprehensivo en términos de
conjunto articulado de elementos naturales, económicos, sociales, políticos e
institucionales, ordenados, es decir, sometidos a una cierta lógica en su
distribución y organización e interrelacionados entre sí, funcionalmente, a diversas
escalas jerarquizadas, que formalizan unas determinadas estructuras territoriales
cambiantes en el tiempo (Méndez, 1988). Concebido así, el territorio y lo
territorial llevan implícitos las cualidades de integralidad, escalaridad,
diversidad y temporalidad, las cuales se expresan en la naturaleza del desarrollo
territorial.
Fonseca, Herdoiza y Boza (2021), destacan los siguientes aspectos con relación
al término “territorio”.
Por su parte, Raffestin (1980), Méndez (1988), Le Berre (1992), Geiger (1996),
Zoido (1998), Moraes (2000), Santos (2000), Montañez (2001) y Abramovay
(2006) señalaron que es un espacio geográfico adscrito a un ser, a una
comunidad, a un ente de cualquier naturaleza (física o inmaterial), donde el
hombre proyecta su trabajo. Según dichos autores, un territorio está constituido
por un conjunto articulado de elementos naturales, socioeconómicos y culturales,
cuyo orden político crea un ejercicio de soberanía y donde surgen relaciones de
identidad, a partir de una delimitación geográfica y administrativa.
Por otra parte, el autor no coincide con la visión simplista de Boisier (2004), quien
señaló que el territorio es construido desde el centro hacia abajo, por un grupo de
poder, constituido con la finalidad de asumir el monopolio del uso de la fuerza
pública. Ello desvirtúa la generación de dinámica entre elementos objetivos y
subjetivos, materiales e inmateriales, creados por los organismos sociales a partir
de proyecciones colectivas e individuales. No obstante, sí se coincide con los
criterios de George (1970) y Montañez (2001), quienes consideran que el territorio
es un concepto correlacional e incluyente, constituido por vínculos de dominio,
poder, pertenencia o apropiación, entre una porción o la totalidad del espacio
geográfico y un determinado sujeto individual y colectivo. Estas apreciaciones
permiten afirmar que un territorio constituye un escenario de relaciones y de
construcción social desigual, con la capacidad de crear y recrear, donde se
delimita el dominio soberano de un Estado.
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Aunque inicialmente el análisis del territorio se realizaba en un ámbito local o a
pequeña escala (Bozzano, 2009), se debe entender que las nuevas realidades
territoriales permiten establecer relaciones y comparaciones entre lo local y lo
global, de acuerdo con lo calificado por Precedo (2004) como a gran escala.
Por consiguiente, es preciso analizar las variables significativas del territorio, con
el fin de generar desarrollo en sus diferentes componentes (sociales, económicos,
antropológicos y ambientales). En este sentido, se debe considerar que los
conceptos poseen carácter histórico, por lo que son cambiantes, ya que están en
constante evolución.
Según Sassen (1992), Benko y Lipietz (1994), García (1994) y Mattos (1994), el
fenómeno de la globalización es una amenaza para el desarrollo de los
territorios concretos, por ser motivo de desigualdad y por consolidar la exclusión,
la disgregación social y la crisis ambiental. Estas son amenazas potenciales que
encuentran mayor posibilidad de concretarse en territorios subdesarrollados o con
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economías debilitadas por la obsolescencia tecnológica, heredada de modos
anteriores de desarrollo (Moulaert y Leontidou, 1995).
Por tanto, se apoya el criterio de Brink (1991), quien establece que las políticas de
desarrollo territorial deben ser racionales y ajustadas a los conocimientos y
requerimientos sociales; ya que el sistema territorial es cada vez más complejo, y
sus desequilibrios y desigualdades espaciales son provocadas por la distribución
de la búsqueda del desarrollo sostenible. Esta complejidad se incrementa debido a
la competitividad que rige al mundo globalizado (Rodríguez, 2010), por lo que es
imprescindible definir qué se entiende por desarrollo y su correlación con los
conceptos de territorio, gestión y sostenibilidad.
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Subraya la importancia de fortalecer el capital humano (la capacidad de las
personas), el capital social (las relaciones y redes que facilitan la
gobernabilidad) y el capital natural (la base de recursos naturales).
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2.4. Desarrollo territorial
Estado o proceso donde se hace efectiva tanto la apropiación social del espacio
y la unidad de sus partes, como el debido respeto y ejercicio del derecho a la
diversidad de los componentes de un Estado (Morales et al., 2019).
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Para actuar a favor del ambiente es necesario lograr una concienciación social y
una planificación que supere los polígonos representados en mapas e incorpore el
desarrollo de valores sociales (Andrade et al., 2014), donde la sociedad asume la
condición de agente promotor de cambios; ello, a su vez, requiere educación
ambiental, acceso a la información y participación ciudadana, como herramientas
para la construcción de una democracia participativa (Pérez, 2019).
Es necesario que aquellos que toman las decisiones en temas de gestión del
territorio consideren el ordenamiento ambiental un aspecto clave en la generación
de la política pública, y que armonicen los instrumentos de planificación, gestión y
financiación según los ODS.
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De acuerdo a Fonseca, Herdoiza y Boza (2021), el desarrollo de un territorio no
solo se puede ver desde una óptica exógena, sino también a partir de sus
potencialidades, sus capacidades, la región o la comunidad local; de modo que
estas puedan ser utilizadas para fortalecer la sociedad y su economía, de adentro
hacia afuera, para que sea sostenible en el tiempo. Ello se conoce como
desarrollo endógeno, el cual es considerado por Vázquez (1999), Arocena
(2001) y Alburquerque (2012) como la capacidad de la población para liderar su
propio desarrollo, a través de la optimización de sus ventajas absolutas. Además,
posee tres perspectivas de actuación: la económica, la sociocultural y la político-
administrativa (Stöhr, 1981).
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Indicador social IDH (compuesto
Indicadores económicos: PIB, PIB por diversas variables): esperanza
¿Cómo se evalúa el
per cápita, ingreso per cápita, de vida al nacer, tasa de
desarrollo?
balanza comercial alfabetización de adultos, nivel de
escolarización, PIB per cápita
Fuente: Fonseca, Herdoiza y Boza (2021).
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representado por la esfera A, Z, B, Y, y se define como el “espacio de desarrollo
sostenible”.
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que conocer adecuadamente para que las políticas, las normas, los planes y las
acciones sean pertinentes y efectivos.
La dimensión ambiental del DTS se nutre de los aportes hechos en los últimos 40
años en América Latina sobre el desarrollo sostenible, en especial en las
diferentes cumbres y reuniones ambientales a nivel internacional. La dimensión
humana retoma el concepto del Programa de las Naciones Unidas para el
Desarrollo (PNUD) sobre el Desarrollo Humano Sostenible, enfoque en el cual no
se valora la vida en función de la producción de bienes materiales, se trabaja
sobre “universalismo de las reivindicaciones vitales”. Por último, la dimensión
política hace referencia a la gobernabilidad y la gobernanza territorial que a modo
de síntesis es el modo y la manera como se gobiernan los territorios y se dan las
relaciones entre el Estado y la sociedad civil.
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El ordenamiento territorial como una política pública que supera ampliamente la
planificación sectorial, tiene un valor estratégico para el desarrollo territorial
sostenible. Tiene la capacidad para articular la gestión de desastres, el desarrollo
económico y su contribución a la gobernabilidad democrática y por tanto,
contribuye al desarrollo territorialmente ordenado y ambientalmente sostenible.
4. Gestión territorial
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La ordenación del territorio incide directamente en la calidad de vida de las
personas. Un uso racional del suelo y sus recursos permite un adecuado
desarrollo social y económico compatible con la protección del ambiente.
Asimismo, la gestión sostenible del territorio pivota en dos medios que conviven de
forma habitual en un país interaccionando de forma permanente. Se trata del
medio natural (o semi-natural) y del medio construido. El primero se caracteriza
principalmente por no haber sufrido alteraciones antrópicas importantes,
manteniendo su identidad en cuanto a ecosistemas naturales y agroecosistemas
se refiere y el segundo se refiere a un medio prácticamente antropizado en su
totalidad cuyos usos se han orientado principalmente a dar servicio a los/as
ciudadanos/as y sus necesidades.
Por otro lado la sostenibilidad se presenta también como el hilo conductor para
hacer efectiva la integración y la coordinación entre todos los sectores y escalas
de planificación y programación.
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La teoría de la gestión del territorio ha ido evolucionando desde la gestión,
generalmente compartimentada, de diferentes usos de suelos hacia una mayor
comprensión de los procesos que están teniendo lugar en el mismo. Frente a la
compartimentación tradicional de los espacios, la teoría de la gestión del territorio
avanzada intenta analizar y explicar las interacciones recíprocas que están
teniendo lugar en un territorio dado, creando de esta forma una visión global que
supera las limitaciones inherentes a la planificación sectorial.
La ordenación y gestión del territorio se debe basar, por tanto, en el desarrollo del
conocimiento general de los procesos que rigen el comportamiento del territorio y
la aplicación de dicho conocimiento en la toma de decisiones desde una
perspectiva integral para la gestión sostenible del mismo. Dicha gestión abarca al
medio natural y al medio construido, analizando los factores y procesos que
intervienen en la organización de estos sistemas y las interacciones producidas
entre ambos.
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LISTA DE REFERENCIAS
Morales, C., Cuervo, L. M., Délano, M., Bello, B., Camarinhas, C., Fontes de
Meira, L., et al. (2019). Planificación para el desarrollo territorial sostenible en
América Latina y el Caribe. Comisión Económica para América Latina y el
Caribe [CEPAL]. file:///D:/Descargas/829.pdf
Peroni, A. (2013). Claves del buen desarrollo territorial. Frontera Norte, 25 (49),
57-86. http://www.scielo.org.mx/pdf/fn/v25n49/v25n49a3.pdf
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Santa Coloma Mozo, O., Aspuru Soloaga, I., y Urzelai Azkune, A. (2006). Gestión
sostenible del territorio: Integración e innovación. La necesidad de una
visión integral e innovadora en la gestión sostenible del territorio. Una
mirada por Europa.
https://keneamazon.net/Documents/Publications/Virtual-Library/Marco-Normativo/89.pdf
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