Está en la página 1de 1

En España, al igual que en otros países, la arabización no contó con mayor dificultad y

fue bastante rápida, sobre todo entre las clases superiores. La nueva cultura sustituyó a la
latina, tanto en lo literario como en lo científico, y la aparición de bibliotecas favoreció este
avance cultural.

La invasión árabe supuso una pérdida casi de la totalidad de los códices conservados
en las bibliotecas visigodas. Sin embargo, afloró en suelo hispánico la civilización
arabigoandaluza que tuvo una especial significación en el siglo X con el reinado de Abd al-
Rahman III, apasionado bibliófilo. Su labor cultural la continuará su hijo, el califa Al-Hakam II,
quien gobierno desde 961 hasta su muerte quince años más tarde. La biblioteca de Al-Hakam
II, instalada en el Alcázar de Córdoba, se convertirá en la más representativa con unos 400.000
volúmenes.

Asimismo, los mozárabes se esforzarán en la conservación de la cultura latina y


visigoda y de su transmisión. De hecho, durante el siglo X se construyen una serie de
monasterios mozárabes, como San Damián, San Miguel de Escalada o San Cosme que
contaban con biblioteca y scriptorium, lugares donde se realizaban la copia y la iluminación de
los manuscritos, los cuales no eran únicamente textos sagrados, sino también clásicos de la
literatura. En las bibliotecas trabajaban copistas, iluminadores, encuadernadores y una serie
de eruditos que se encargaban de la corrección de las copias.

En España los autores se sentían honrados de pertenecer a esa biblioteca y los


cortesanos le ofrecían libros con frecuencia al califa. Muchos de esos libros fueron después
quemados por Almanzor, quien para calmar a los alfaquíes eliminó gran cantidad de obras que
este pueblo consideraba heterodoxas. La mayoría de las obras desaparecieron, más tarde, con
la caída del califato con la toma de Córdoba por parte de los berberiscos y tras la destrucción
de Medina Azahara. Sin embargo, algunos lograron salvarse y llegaron a manos de bibliófilos
de distintas provincias.

Esta no fue la única biblioteca que poseyeron los gobernantes españoles, sino que
tanto los emires anteriores al califato como los posteriores reyes de taifas contaron con
importantes colecciones. Hubo numerosas bibliotecas privadas, algunas de ellas eran más
modestas que otras. Incluso se conoce también que hubo mujeres bibliófilas como la rica Aixa,
quien además de su afición literaria era copista y se dedicó toda su vida a formar una de las
colecciones bibliográficas más destacadas de Córdoba. El cordobés Ibn Tufais fue otro de los
ciudadanos ricos que reunió cantidad de volúmenes y mandó a construir una biblioteca.

Al-Ándalus, o en general la España musulmana, tuvo una gran dependencia de la


cultura de Oriente. Sin embargo, los viajeros españoles, el desarrollo de la producción y
comercio del libro debido a los miles de estudiantes, la proliferación de la labor del copista, el
prestigio social que suponía la posesión de libros y el gran número de emigrantes hizo que al-
Ándalus ocupara una posición avanzada dentro del mundo musulmán debido a la calidad de
sus historiadores, bibliógrafos, poetas, juristas, matemáticos o astrónomos.

También podría gustarte