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Recursos Humanos
En el vídeo se señalan los principales elementos que hay que tener en cuenta:
La estrategia no es el objetivo que se quiere conseguir, sino cómo se hará para conseguir el objetivo.
Incluye la orquestación de elementos (recursos) diversos y la visión de futuro (misión o visión de la
organización)
La estrategia da respuesta a cuatro preguntas clave:
o ¿Dónde competimos? ¿En qué mercados?
o ¿Qué valor único proporcionamos en estos mercados? ¿Bajo coste? ¿Diferenciación? Esto
hace referencia al concepto de ventaja competitiva que se comenta en el apartado siguiente.
o ¿Qué recursos y capacidades utilizaremos para proporcionar este valor? Cabe destacar la
definición breve de recursos y capacidades, de los que hablaremos más adelante.
o ¿Cómo mantendremos este valor único para seguir ganando en el mercado a lo largo del
tiempo? Hay que observar que está haciendo referencia a las condiciones para que un recurso
sea fuente de competitividad empresarial sostenida, los cuales se aplican al capital humano en
la apartado 2 del módulo 1. Más adelante profundizaremos en esta idea.
El proceso estratégico
Véase el módulo 3, apartado 1. En él se explica cuál es el proceso por el que se elabora la estrategia de una
organización. Lo podemos resumir en la figura 2.
En el vídeo «What is strategy?» también se comenta brevemente que la estrategia no es entendida por todos
los expertos (de manera destacada, Henry Mintzberg) como el resultado de un análisis proactivo, lógico y
explícito, sino que es resultado de un proceso mucho más intuitivo, evolutivo y reactivo de lo que la gente
imagina.
Unknown macro: youtube.
Según Mintzberg, una estrategia puede ser deliberada (puede hacer realidad las intenciones de la alta
dirección, por ejemplo, entrar en un nuevo mercado), pero eso no se da siempre. En teoría, la estrategia es un
proceso sistemático: primero pensamos y después actuamos; formulamos y después implantamos, pero las
personas también «actuamos para pensar». En la práctica, puede desarrollarse una estrategia realizada en
respuesta a una situación cambiante, y el planificador estratégico menudo se convierte en un «organizador de
patrones, un aprendiz, que gestiona un proceso en el que las estrategias y visiones pueden emerger a la vez
que son concebidas deliberadamente». Esta combinación de estrategias deliberadas y emergentes refleja la
realidad de cómo las organizaciones desarrollan sus estrategias de negocio y de Recursos Humanos (véase
figura 3).
Hay que tener esto en cuenta cuando nos ocupamos de la dirección estratégica de Recursos Humanos, ya que
la estrategia corporativa y de negocio no siempre proporciona un suelo firme sobre el que basar la estrategia de
Recursos Humanos.
En situaciones normales, los recursos aislados no permiten a las empresas desarrollar con éxito sus
actividades. En tales casos, para que los recursos de una empresa sean útiles deberán ser adecuadamente
combinados y coordinados, lo que generará una capacidad.
Podemos, de este modo, definir una capacidad como la habilidad que tiene una empresa para realizar con éxito
una determinada actividad y que es el resultado de coordinar adecuadamente varios recursos, de los cuales
alguno es humano.
La conversión de recursos en capacidades se realiza mediante las llamadas rutinas organizativas, entendiendo
por rutina organizativa un patrón estable (o hábito) de interacción entre recursos que emerge por su
coordinación reiterada a lo largo del tiempo.
Para entender bien cómo emergen estas rutinas, basta con que pensemos en cómo empleamos cualquiera de
nosotros el teléfono móvil. A base de repetir la misma secuencia de acciones que implican a una persona
(recurso), un teléfono móvil (recurso) y sus aplicaciones (conjunto de recursos), emergen un largo repertorio de
capacidades bien concretas (activar el teléfono móvil, desbloquearlo, buscar la aplicación deseada, abrirla,
escribir un texto, colgar una fotografía, etc.) que la persona puede emplear para realizar eficazmente algunas
tareas (comunicarse con un amigo, buscar el significado de una palabra, comprobar una noticia, etc.).
Es importante destacar que esa capacidad no reside, de una manera exclusiva, en el interior de la persona, sino
que tiene su ámbito específico en la interacción entre los recursos (la persona, el teléfono, las aplicaciones).
Para comprender mejor esta idea, basta con que nos imaginemos qué sucedería si entregáramos a esa
persona un teléfono móvil y le diéramos acceso a unas aplicaciones con las que no está familiarizada.
En el campo de los negocios las empresas se esfuerzan en construir sus capacidades siguiendo este mismo
proceso.
En Zara, por ejemplo, el equipo de diseñadores presenta regularmente sus propuestas al equipo de los
directores comerciales que tienen a su cargo las áreas geográficas en las que opera la empresa.
Mediante esta dinámica recurrente de interacción (o rutina) que implica a un grupo de recursos (diseñadores y
comerciales), la empresa genera la capacidad de diseñar una ropa que se ajuste a los gustos que tienen
muchos de los potenciales clientes. Es importante, en este sentido, que retengamos la intuición de que las
capacidades de una empresa emergen siempre en interacciones bien concretas entre recursos, de los cuales al
menos uno es humano.
El concepto de capacidad estratégica implica, por tanto, la coordinación dinámica de varios recursos (o activos)
mediante «rutinas», hábitos o patrones organizativos.
En particular, esas rutinas organizativas influyen en la forma en que los individuos operan, piensan y resuelven
los problemas. Por este motivo, se suele afirmar que en esas rutinas se retiene y almacena casi toda la
información y los conocimientos de una empresa (Nelson y Winter, 1982). El proceso que acabamos de
explicar, y que describimos en la figura 5, nos permite entender por qué resulta tan difícil para los competidores
copiar el modelo de éxito de una empresa.
Ejemplo
Imaginemos el caso de un club de fútbol. La interacción repetida del jardinero (recurso) con el césped del
estadio (recurso), el sistema de riego (recurso) y el resto de las herramientas que usa habitualmente el jardinero
(recursos) puede convertirse en una capacidad a la que podríamos denominar conservación del césped. Por su
parte, la interacción repetida del encargado de pintar las líneas (recurso) con la máquina de cal (recurso) y el
césped del estadio (recurso) puede dar lugar a la emergencia de otra capacidad a la que podríamos
denominar trazado del campo. La combinación de estas capacidades, si se realizan de una manera excelente y
superior al resto de los clubes que participan en esa competición, puede derivar en una característica que sea
verdaderamente diferencial y a la que podríamos referirnos como preparación del terreno de juego. Ocurre, sin
embargo, que esta característica, aunque es claramente diferencial respecto al resto de clubes, no se
corresponde con ningún factor que sea clave en el fútbol para ganar más partidos.
Imaginemos, en cambio, el caso de un equipo de fútbol cuyos jugadores (colección de recursos) han logrado
generar entre ellos, y bajo la dirección del entrenador (recurso, y a la vez directivo), un amplio repertorio de
movimientos ensayados que, implicando cada uno de ellos a distintos jugadores, saben ejecutar con rapidez y
eficacia (capacidades) en saques de esquina, saques de banda o lanzamientos de falta laterales y junto al
borde del área, etc. El conjunto de todas estas capacidades, que implica cada una de ellas la combinación
reiterada de distintos jugadores (o recursos) supone para el equipo la generación de una verdadera ventaja
estratégica, pues esa característica diferencial, a la que podríamos denominar ataque a balón parado, está
basada en un amplio repertorio de capacidades complejas y coincide con uno de los factores que suele ser
relevante para ganar los partidos.
El apartado 3 del módulo 1 explica el concepto de capacidad y clasifica las capacidades que puede tener una
organización como sigue:
1. Capacidades de gestión:
o refuerzo de la cultura organizativa
o visión estratégica
o flexibilidad
o obtención del potencial del trabajador
2. Capacidades técnicas:
o innovación
3. Capacidades de outputs:
o orientación hacia la calidad
o creación de relaciones cercanas y fluidas con los clientes
o gestión de una cartera diversificada de productos
o formación
Cabe destacar cómo muchas de estas capacidades tienen relación con la dirección de equipos o con los
conocimientos, habilidades y motivaciones de las personas trabajadoras. También hay que decir que existen
muchas otras clasificaciones de las capacidades que puede tener una empresa.
Colocar a la empresa en una posición de ventaja relativa respecto al resto de sus competidores.
Lograr que esa posición de ventaja relativa se traduzca para la empresa en una corriente sostenida en
el tiempo de flujos positivos de dinero.
Se entiende por ventaja competitiva aquella característica de una empresa que, diferenciándola del resto de
empresas de su sector, la coloca en una posición de superioridad relativa para competir. Una empresa tiene,
por tanto, una ventaja competitiva frente a sus rivales cuando:
posee ciertas características que no tienen el resto de las empresas de su sector o que estas tienen en
menor medida,
esas características están basadas en el repertorio de capacidades que ha ido acumulando la
empresa,
esas características diferenciales se ajustan bien a un factor que es clave para conseguir el éxito en el
sector, y
esas características diferenciales son en buena medida sostenibles frente a los cambios en el entorno
y frente a las acciones de imitación o superación que pueden aplicar las empresas de la competencia.
Podemos afirmar, de este modo, que cada empresa que compite en un sector posee una larga lista de atributos
que la diferencian de sus competidores y son el resultado de un largo proceso de acumulación de recursos y
capacidades. Si ocurre que alguno de aquellos atributos diferenciales permite a la empresa ejecutar alguna
tarea mejor que sus competidores y esa diferencia es relevante para lograr mejores resultados, ese atributo se
habrá convertido para la empresa en toda una ventaja estratégica.
Una ventaja competitiva será más difícil de replicar por los competidores y, en consecuencia más sostenible, si
esta se encuentra profundamente arraigada en un amplio y complejo repertorio de capacidades.
En contraste, las ventajas que se obtengan por la posesión de un solo recurso resultarán, en principio, más
fáciles de superar o de imitar por los competidores y, en consecuencia, serán menos sostenibles (véase el
apartado anterior para comprender a qué nos referimos con los términos recursos y capacidades, así como
el apartado 2 del módulo 1 para aclarar las características de recursos y capacidades para que la ventaja
competitiva sea sostenible).
La estrategia competitiva, por su parte, es la manera particular en la que una empresa consigue desarrollar
una ventaja competitiva o, dicho de otro modo, es la «lógica que aplica la empresa de una manera continuada a
sus decisiones» para intentar generar una ventaja y alcanzar con ella un rendimiento superior al de sus
competidores. Como hemos contado antes, a juicio de Porter (1980), la empresa podría desarrollar este tipo de
ventajas mediante dos estrategias genéricas:
Liderazgo en costes: la empresa puede fabricar y distribuir sus productos con unos costes medios
unitarios inferiores a los de sus competidores.
Diferenciación de producto: el comprador percibe en el producto que vende la empresa un valor
superior al de otros productos y atribuye la causa de ese valor no a un precio menor, sino a algunas
cualidades, tangibles o intangibles, del producto.
Nota: en los últimos años se viene hablando de otras formas de estrategia, como las de innovación del modelo de negocio, pero en esta
asignatura no profundizaremos en estas cuestiones.
Primero, la formulación de la estrategia de negocio debe tener en cuenta las posibilidades que ofrece
su capital humano (las destrezas, el conocimiento, las actitudes y competencias que las personas
aportan a la organización) y promover la ventaja competitiva sostenida y el crecimiento de la
organización.
Segundo, para implantar adecuadamente una estrategia es necesario asegurar que los trabajadores
poseen los conocimientos y las capacidades necesarios para ponerla en práctica. Por lo tanto, distintas
estrategias de negocio necesitarán distintas políticas de Recursos Humanos. A este proceso se le
denomina alinear los Recursos Humanos con los objetivos estratégicos de la empresa y supone una
visión de la dirección de personas como algo que está al servicio de la estrategia de negocio.
Este tipo de ajuste se basa en la visión de la empresa como conjunto de recursos. Dicha visión se centra en
los recursos internos de una organización y en los factores específicos que le permiten mantenerse viable y
alcanzar una ventaja competitiva. Según este enfoque, la estrategia de negocio debe basarse en aquellos
recursos que sean únicos de la empresa y que las demás no puedan imitar. Entre dichos recursos destaca el
capital humano y social de la organización, que favorece una ventaja relativa en productividad respecto a los
competidores y una mayor capacidad para responder a los cambios externos. Por lo tanto, las prácticas de
Recursos Humanos ya no se entienden como algo «al servicio» de la estrategia, sino que se ven como un
elemento clave para desarrollar una ventaja sostenida. De hecho, hay amplia literatura que apoya la idea de
que el rendimiento de la empresa tiende a mejorar cuando esta adopta:
El apartado 2 del módulo 1 explica qué condiciones debe cumplir el capital humano para ser fuente de
competitividad empresarial. En el apartado 2.2. de esta guía ya hemos explicado el concepto y la tipología de
recursos.
2) Ajuste horizontal (o interno): los componentes del sistema de Recursos Humanos deben ser coherentes
entre sí. La capacidad y la motivación de las personas trabajadoras para llevar a la práctica una estrategia
dependen de aplicar un conjunto de políticas complementarias (llamado sistema, configuración o haz de
políticas) que proporcione los incentivos para las acciones específicas. Los elementos que se deben
complementar incluyen las funciones clásicas de Recursos Humanos: reclutamiento y selección, formación y
desarrollo, diseño de puestos de trabajo, retribución. Un cambio en una de estas políticas puede requerir
ajustes en todas o algunas de las otras para asegurar que todavía son coherentes entre sí. Este tipo de ajuste
se basa en la idea de capacidad, entendida como coordinación de recursos, con el rol destacado de los
recursos de tipo humano.
Ejemplos
Con el objetivo de aclarar los dos conceptos, a continuación exponemos el siguiente ejemplo:
Supongamos que una empresa de consultoría quiere basar su estrategia en la capacidad de innovar y de ser
flexible, tanto en sus servicios como en sus procesos (hablamos aquí del nivel de estrategia de negocio si nos
referimos a la manera de competir o atraer los clientes, y también del nivel corporativo si la innovación se
traduce finalmente en nuevos productos y mercados). Para hacer realidad esta estrategia, las políticas de
Recursos Humanos también deben favorecer la innovación y la flexibilidad en las conductas de las personas
(ajuste vertical). Si las políticas de Recursos Humanos en este momento se orientaran a la reducción de
costes (por ejemplo, despidiendo las personas empleadas con salarios más elevados y contratando otras más
«baratas») o al control de la calidad (asegurar que todos los trabajadores cumplen unos estándares
homogéneos y no hacen nada que se salga de dichos estándares), la empresa tendría dificultades para lograr
su objetivo. De este modo, vemos cómo las decisiones de Recursos Humanos serán coherentes con la
estrategia del conjunto de la organización.
De hecho, el conjunto de las prácticas de Recursos Humanos tienen que ser coherentes entre sí (integración
horizontal), además de coherentes con la estrategia. Por ejemplo, dado que queremos potenciar la flexibilidad
y la cooperación, será necesario que las prácticas de selección, formación y retribución vayan todas en la
misma dirección:
Imaginemos qué pensarían y cómo se comportarían los colaboradores que hemos seleccionado porque son
innovadores y trabajadores en equipo, o a los que hemos formado en trabajo en equipo e innovación, si se
encontraran que retribuimos solo el logro de objetivos individuales y el cumplimiento de las normas y que
penalizamos los errores.
Otro ejemplo
Imaginemos que queremos incorporar gente joven sin experiencia que queremos amoldar a nuestra cultura y
valores y a nuestros métodos de trabajo, etc. Así, nuestro presupuesto de RR. HH. irá sobre todo destinado a
los procesos de reclutamiento y selección, presentaremos la empresa, por ejemplo, en universidades, el análisis
de currículos y las pruebas de selección se centrarán sobre todo en detectar los perfiles psicológicos más
adecuados (otros aspectos, como por ejemplo experiencia previa, no serán relevantes), también invertiremos
bastante en formación y, en cambio, ahorraremos presupuesto en salarios (en comparación con la opción de
contratar gente ya experimentada).
Como veis, hay muchas maneras diferentes de conseguir un ajuste o integración horizontal: el caso es tener
claro cómo queremos hacer las cosas y por qué, y que todo lo que hagamos en RR. HH. sea un sistema
integrado. Habría que evitar hacer las cosas simplemente «porque toca» o «por tradición», sin tener en cuenta
una visión integrada y global de la función de RR. HH.
Un ejemplo de cómo NO se logra el ajuste horizontal: tenemos un presupuesto X para selección, formación,
retribuciones, etc. y siempre se repite «por tradición». Pues no, quizás toca invertir más en unas actividades y
menos en otras, en dinero, tiempo, programación, especialistas que se dedican a cambiar cómo hacemos
algunas cosas, según las necesidades y objetivos que tengamos globalmente para el área de RR. HH.
Principios guía: configuran la arquitectura del sistema de Recursos Humanos y tienen efectos
generalmente similares en todas las organizaciones. Por lo tanto, son las verdaderas mejores prácticas
en el sentido estricto, ya que se pueden recomendar de manera amplia a cualquier organización. Por
ejemplo, la idea de hacer una selección rigurosa o de recompensar el buen desempeño.
Políticas alternativas: la combinación de políticas diferentes mediante las que se puede aplicar un
principio con el ajuste vertical y horizontal necesario. Sus efectos dependerán de que se adecúen a las
características de la empresa.
Proceso práctico: es la manera en que se ejecuta una política en concreto, la técnica y el proceso de
implantación elegidos. Sus efectos dependerán de que se adecúen a las políticas elegidas.
Resultados o productos: son las competencias o comportamientos que promueve una práctica. La
eficacia del ajuste entre aspectos organizativos y Recursos Humanos se nota, probablemente, aquí. Por
ejemplo, para que el sistema de selección incorpore las personas adecuadas dada la estrategia de
negocio.
Según quienes defienden este enfoque, hay varios principios guía o mejores prácticas en la dirección de
Recursos Humanos: utilizar procesos de reclutamiento y selección basados en instrumentos fiables, promover
el aprendizaje y el desarrollo, el trabajo en equipo, proporcionar oportunidades para progresar en la carrera
profesional, compartir la información y establecer comunicación bidireccional, implicar a las personas en la toma
de decisiones, hacer evaluaciones del rendimiento y el desempeño, conseguir la satisfacción con la retribución,
proporcionar seguridad en el empleo, diseñar puestos de trabajo que comporten un cierto desafío y favorecer el
equilibrio entre el trabajo y la vida personal. El conjunto de estas políticas generales parece que favorece la
capacidad de las personas trabajadoras para ejercer sus tareas, su motivación de trabajar bien y las
oportunidades que tienen para aplicar sus capacidades en favor de su equipo y su organización.
La dirección de personas será «adecuada» si hay ajuste entre estrategia y políticas de Recursos
Humanos según lo explicado en el apartado anterior.
El resultado de la empresa se puede entender de muchas maneras en este contexto: rentabilidad,
crecimiento, eficiencia operativa, etc.
El proceso por el cual los Recursos Humanos pueden contribuir a desarrollar una ventaja competitiva sostenida
es entendido de dos maneras complementarias entre sí:
Son los procesos organizativos los que proporcionan una ventaja competitiva. Para profundizar en
este aspecto, en el módulo 1 se explican los conceptos y tipos de capacidades distintivas (apartado 3)
y se expone qué son las capacidades dinámicas (apartado 4).
Es el capital humano de los individuos lo que proporciona ventaja competitiva. Este aspecto se
relaciona con el concepto de recursos (módulo 1) y también con el contenido del módulo 2, que habla
del capital intelectual, el aprendizaje y la innovación.
Por otra parte, en relación con este tema hay una pregunta clave que todo profesional de los Recursos
Humanos escuchará repetidas veces formulada a menudo por la alta dirección: «¿Como sé yo que todo esto
que hacen, o quieren hacer, los de Recursos Humanos tiene un impacto sobre los resultados?». Es una
pregunta difícil de responder, pero es imprescindible tener capacidad para dar una explicación adecuada. Una
de las herramientas clave para hacerlo es aplicar la dirección de personas basada en evidencias, es decir,
aplicar el sentido crítico en el análisis de los problemas organizativos y basar las decisiones en las mejores
evidencias disponibles en cada momento.
Lectura recomendada
La lectura «La dirección de personas basada en evidencias. ¿Qué es, por qué importa, cómo implementarla?»
es fundamental para comprender este enfoque de la gestión, que tiene origen en la medicina, pero que se ha
extendido a muchos otros ámbitos profesionales en las últimas décadas.
2. ¿Cómo gestionar el talento y el
conocimiento?
2.1. Conceptos esenciales
2.2. Las estrategias para disponer de capital humano
2.3. Origen e importancia de la gestión del conocimiento en la organización
2.4. Concepto de conocimiento en el ámbito de la organización
o 2.4.1. Conocimiento frente a información
o 2.4.2. Conocimiento explícito frente a tácito
2.5. La gestión del conocimiento: factores de éxito basados en las personas
capital intelectual
capital humano
costes de sustitución
movilidad de recursos
capital organizacional
estructuras mecanicistas y orgánicas
capital social
capital social cooperativo
capital social emprendedor
inversión frente a desarrollo del conocimiento
valor y especificidad del capital humano
arquitectura de RR. HH.
creación del conocimiento
codificación del conocimiento
aprendizaje
ambidestreza
gestión del conocimiento
2.3. Origen e
importancia de la
gestión del conocimiento en la organización
El dinámico, complejo y globalizado entorno competitivo actual requiere que las empresas de hoy en día
centren su atención en recursos distintos a los considerados tradicionalmente. Se insiste cada vez más en la
necesidad de gestionar adecuadamente, más allá de los recursos tangibles de carácter clásico (finanzas,
instalaciones, maquinaria, equipos, fuerza de trabajo, etc.), en la importancia de los llamados activos
intangibles (propiedad intelectual, reputación, imagen, conocimiento del mercado, capacidad de innovación,
implicación y compromiso de las personas, etc.) (Teece, 1988). Precisamente, estos recursos intangibles
constituyen la base fundamental para el desarrollo de capacidades organizativas de carácter idiosincrásico que
permitirán a la empresa diferenciarse de sus competidores y así optimizar su desempeño (Oltra y Vivas-López,
2013).
En este contexto, se ha hablado incluso de la empresa intensiva en conocimiento a modo de complemento al
etiquetado tradicional de las empresas como intensivas en capital o en mano de obra, según fuese uno u otro el
principal factor productivo. De hecho, el gurú norteamericano del management, Peter Drucker, ya introdujo hace
seis décadas el concepto de trabajo del conocimiento (Drucker, 1959), y el mismo autor afirmó:
«Los activos más valiosos de una empresa del siglo XX eran sus medios de producción. El activo más valioso
de una institución del siglo XXI (tanto un negocio como sin ánimo de lucro) serán sus trabajadores del
conocimiento y su productividad».
(Drucker, 1999)
Pero ha sido durante las últimas dos décadas cuando la consideración de la importancia del conocimiento en el
ámbito organizativo ha recibido un fuerte impulso (Oltra, Vivas-López y Peris-Ortiz, 2018). A ello han contribuido
un conjunto de presiones, tanto empresariales como socioeconómicas, que han sido complementadas con un
importante avance de investigación científica en este ámbito. Varias han sido las causas que han ayudado
simultáneamente a alimentar estas dinámicas:
En concreto, la cuestión clave que subyace a la relevancia adquirida por la GC es el reconocimiento creciente
del conocimiento como activo estratégico para sostener ventajas competitivas en la actualidad, en el marco de
una economía globalizada y de gran complejidad, dinamismo e incertidumbre —aspectos que alcanzan ya a
prácticamente todos los sectores económicos.
Información Conocimiento
proceso estratégico
análisis externo e interno
micro —y macro— ambiente
ajuste vertical y horizontal de la estrategia (visto también en el reto 1)
estrategias de incorporación de efectivos
estrategias de formación
estrategias de evaluación
estrategias de retribución
estrategias defensivas y exploradoras
planificación estratégica
reclutamiento y selección de personas
formación y carreras
compensación
previsión de las necesidades de RR. HH.
previsión de las disponibilidades de RR. HH.
herramientas para la estimación
producción estimada
estimación de horas de trabajo
curva de aprendizaje
mercado de trabajo interno
medición de la rotación
índice de supervivencia
masa salarial
efecto report
efecto noria
estructura retributiva
Este proceso se lleva a cabo para el conjunto de la organización y también para cada una de sus áreas
funcionales, incluyendo la de Recursos Humanos.
El concepto de planificación estratégica de RR. HH. y su importancia están explicados en el módulo 3,
apartados 2.1 y 2.2. Las cuestiones básicas que debe responder una planificación estratégica de RR. HH. son
las siguientes:
¿A dónde vamos?
¿Qué conjuntos de capacidades y conocimientos necesitamos?
¿Cómo desarrollaremos las estrategias de RR. HH. para llegar allí teniendo en cuenta las
circunstancias?
En los siguientes subapartados desarrollaremos con mayor detalle las etapas del análisis estratégico,
fundamentales para establecer objetivos y desarrollar la planificación de las áreas funcionales.
Ambos criterios dan lugar a una misma clasificación del entorno si los productos vendidos son fácilmente
sustituibles tanto para sus compradores como para sus fabricantes y vendedores. Esta condición se cumple en
sectores como la construcción de viviendas o la fabricación de automóviles. Sin embargo, cada vez son más los
casos en los que se da una considerable diferencia entre la facilidad de sustitución que afecta a compradores y
a fabricantes.
Por ejemplo, para un consumidor de ocio, las acciones de leer un libro, ir al cine, escuchar música
en streaming o ver en el salón de su casa una película pueden considerarse como sustitutivos cercanos (de ahí
que tenga sentido hablar de la industria del ocio o entretenimiento), cosa que no podemos afirmar si asumimos
el punto de vista de los fabricantes, pues cada uno de ellos emplea unos procesos que no pueden ser
fácilmente intercambiados.
La rivalidad entre los competidores existentes: el grado de competencia que existe entre las empresas
que se encuentran, en este momento, operando en la industria.
La posibilidad de entrada de nuevos competidores: el riesgo de que entren a operar en la industria
nuevas empresas. Esta posibilidad dependerá de lo costoso que les resulte a esas empresas superar
las barreras de entrada que limitan o impiden el acceso a la industria.
La amenaza de productos sustitutivos: la posibilidad con la que cuentan en la actualidad los
compradores de la industria para adquirir otros productos que les permitan satisfacer la misma
necesidad de una manera aceptable.
El poder de negociación de los compradores: la capacidad que tienen los compradores para imponer
sus condiciones a las empresas que están operando en la industria.
El poder de negociación de los proveedores: la capacidad que tienen los proveedores para imponer
sus condiciones a las empresas que están operando en la industria.
Como ya hemos mencionado más arriba, el objetivo fundamental de este modelo es evaluar el grado de
atractivo que tiene una industria o, por decirlo de otro modo, el potencial para obtener beneficios que ofrece una
industria a todas las empresas que participan en ella. Para conseguir este fin, Porter nos propone que
evaluemos cuál es el efecto que tiene cada uno de esos factores, o fuerzas, sobre el atractivo de la industria. El
argumento básico que debe aplicarse a cada una de esas fuerzas para evaluar su efecto es el siguiente:
Cuanto mayor sea el grado de rivalidad entre los competidores existentes, menor será la posibilidad
para las empresas de obtener rentas y menor será por tanto el atractivo de la industria.
Cuanto mayor sea la posibilidad de que puedan entrar en la industria nuevos competidores o, dicho de
otro modo, cuanto más fáciles sean de superar las barreras de entrada, menor será la posibilidad de
obtener rentas y menor será por tanto el atractivo de la industria.
Cuanto más fácil les resulte a los compradores satisfacer sus necesidades comprando otro producto
diferente del que están ofreciendo en la actualidad las empresas de la industria, menor será la
posibilidad para esas empresas de obtener unas rentas continuadas y menor será por tanto el atractivo
de la industria.
Cuanto mayor sea el poder de los compradores para imponer sus condiciones a las empresas de la
industria, menor será la posibilidad con la que contarán esas empresas para obtener rentas y menor
será por tanto el atractivo de la industria.
De una manera análoga a la anterior, cuanto mayor sea la capacidad de los proveedores para imponer
sus condiciones a las empresas de la industria, menor será la posibilidad con la que contarán esas
empresas para obtener rentas y menor será por tanto el atractivo de la industria.
Esta herramienta tiene la ventaja de resumir en un solo documento, y de un modo por tanto fácilmente
comprensible para el directivo, las principales conclusiones de los análisis internos y externos. Nos ofrece así
una visión global de la situación en la que se encuentra ahora la empresa y que debe ser la base para diseñar
su estrategia. En concreto, la estrategia debe procurar obtener el máximo partido de las fortalezas para
aprovechar las oportunidades y contrarrestar las amenazas, así como reducir las debilidades en la medida de lo
posible.
3.2.4. Necesidades futuras y detección del gap
Una vez analizado el entorno y la propia organización teniendo en cuenta los objetivos estratégicos de la
organización, es el momento de estimar las necesidades futuras. Esto implica dar respuesta a las siguientes
cuestiones:
¿Qué capacidades, destrezas y conocimientos necesita la organización para lograr sus objetivos
estratégicos?
¿Qué puestos de trabajo habrá que cubrir?
¿Cuántas personas serán necesarias?
¿Cómo impactará el entorno en la capacidad de la organización para encontrar las personas
adecuadas?
El siguiente paso es determinar el gap, o distancia, entre dónde quiere estar la organización en el futuro y
dónde está ahora. Este análisis supone comparar el número de personas y las capacidades que serán
necesarios en el futuro con la situación actual. También hay que analizar las prácticas de dirección de personas
de la organización para identificar cuáles necesitan mejorar o qué nuevas prácticas hay que implantar para que
la organización sea capaz de avanzar.
Las siguientes preguntas pueden ayudar para determinar el gap:
Estas tres áreas pueden considerarse como el «mínimo» necesario para que exista una planificación de
Recursos Humanos. No obstante, es habitual —en particular en las grandes empresas— que se establezcan
planificaciones más detalladas, incluyendo nuevos ámbitos o dividiendo alguno o varios de estos ámbitos en
sus particulares estrategias y planificaciones:
outsourcing
colaboración
restructuración
Las breves explicaciones que ofrece el apartado 2 del módulo 3 sobre las estrategias básicas de Recursos
Humanos son insuficientes para que se pueda realizar una planificación mínima en este ámbito. Por ello, a
continuación, vamos a explicar con algo más de detalle en qué consisten cada una de ellas.
3.3.1. La estrategia de reclutamiento y selección de
personas
Hay autores que proclaman que la práctica de reclutamiento y selección de personas (también
llamada captación y, en inglés, resourcing) es una de las decisiones más importantes que hay que tomar por
parte de la dirección, dado que es el requisito previo para obtener y desarrollar una fuerza de trabajo efectiva.
Por ejemplo, en un estudio realizado en España (Luna-Arocas y Camps, 2008) los encuestados la consideraron
la segunda práctica más relevante.
La importancia de esta estrategia entronca directamente con el concepto de capacidad estratégica y el enfoque
de recursos y capacidades que estudiamos en el módulo 1. Las personas (sus conocimientos, destrezas,
actitudes, acciones) son un recurso básico para las empresas que les permite construir capacidades que las
diferencias de la competencia y obtener un mejor resultado.
La estrategia de reclutamiento y selección se ocupa de adecuar los Recursos Humanos disponibles a las
necesidades operativas y estratégicas de la organización y de asegurar la plena utilización de dichos recursos
(Armstrong, 2008, pág. 154). Esto se traduce en dos objetivos:
Obtener y mantener el número y la «calidad» del personal necesario buscando un ajuste entre la
persona y el puesto de trabajo que va a ocupar.
Seleccionar y promocionar personas que encajan con la cultura y los valores de la empresa, o bien con
la cultura y los valores que se quieren desarrollar en el futuro. Existen evidencias empíricas de que
diferentes estrategias requieren diferentes tipos de trabajador para un rendimiento efectivo (véase, por
ejemplo, Gupta y Govindarajan (1984), Bantel y Jackson (1989), Hitt y Tyler (1991), Michel y Hambrick
(1992) y Wiersma y Bantel (1992)). Como resultado, se ha sugerido un enfoque holístico hacia la
selección de personal enfatizando el ajuste completo de la persona (en lugar de tan solo en
conocimientos, habilidades y destrezas) y la organización en su conjunto (en lugar de los requisitos de
un puesto específico) (Chatman, 1989; Bowen y otros, 1991).
Así, una planificación de Recursos Humanos estratégica debe basarse en conocer la dirección en la que va la
organización y en determinar los siguientes aspectos (Armstrong, 2008, págs. 155-156):
El número de personas necesarias para atender las necesidades del negocio (este es el aspecto más
tradicional de la denominada planificación de plantillas, descrita en el apartado 3.1. del módulo 3).
Las destrezas y los comportamientos necesarios para dar apoyo a que se consigan las estrategias de
negocio.
El impacto de la reestructuración organizativa que puede resultar de políticas corporativas de
racionalización, descentralización, fusiones, desarrollo de nuevos productos o mercados, introducción
de nuevas tecnologías, etc.
Los planes para cambiar la cultura de la organización en áreas como la calidad de servicio, los
estándares de rendimiento, el trabajo en equipo, la flexibilidad, etc., que indican la necesidad de
personas con distintas actitudes, creencias y características personales.
Estos factores se verán muy influidos por el tipo de estrategias de negocio adoptados por la organización y por
el tipo de negocio en que se encuentra. Se puede ver, al respecto, la tipología de Miles y Snow (1978)
presentada en la tabla 1 del módulo 3.
Lectura recomendada
Para entender la diferencia entre una planificación de plantillas tradicional y una verdaderamente estratégica, se
debe estudiar el artículo de Levenson y Fink (2017). Realizando la planificación según lo descrito en este
artículo, realmente se tomarán decisiones que van más allá de la selección de nuevos empleados. Vemos, así,
que el ajuste horizontal (coherencia entre las diversas políticas de Recursos Humanos) surge de modo natural
al enfocar esta función de un modo verdaderamente estratégico.
Estas ideas sobre lo que es la gestión del rendimiento llaman nuestra atención sobre las cosas que el área de
RR. HH. y la dirección podrían hacer para asegurar el éxito de su estrategia de gestión del desempeño.
Armstrong y Baron (2004) destacan que, en el mejor de los casos, la gestión del rendimiento es una
herramienta para garantizar que las personas en cargos directivos gestionen bien a sus equipos, lo que implica
que se aseguren de que sus colaboradores:
Es este conjunto de criterios el que necesariamente sustenta la práctica de la gestión del desempeño.
3.3.4. La estrategia de compensación
La estrategia de compensación o de retribución adopta una visión a largo plazo sobre cómo establecer las
políticas y prácticas de compensación de una organización para que la ayude a lograr sus objetivos
estratégicos.
Existe polémica en la literatura especializada sobre cuánto y cómo pagar a los empleados y los métodos que
deben utilizarse, dado que es un coste de enorme peso en la cuenta de resultados y, además, puede ser
determinante de la eficiencia, los resultados y el comportamiento de los empleados, tanto desde la perspectiva
individual como desde la organizativa.
El sistema retributivo es fuente de ventaja competitiva perdurable o sostenible en la medida en que impacta
tanto en el reclutamiento como en la motivación y retención de los trabajadores (Martocchio, 1998). Contiene un
factor de naturaleza sistémica con influencia directa entre la relación entre superior y subordinado, la cultura
organizacional, el desarrollo y capacitación de los empleados, el nivel y valoración del rendimiento, el estilo o
filosofía de dirección (Parks y Conlon, 1995; Kerr y Slocum, 1988).
Desde una perspectiva individual, la retribución influye en el comportamiento de los miembros de la
organización, así como en su rendimiento, debido a varias razones:
Al mismo tiempo, desde esa misma perspectiva individual, es un resorte poderoso en la motivación del
empleado por su vinculación con la satisfacción de necesidades (Armstrong, 1996) y tiene diferentes efectos en
el contexto organizacional.
El nivel salarial y el sistema retributivo influyen en la decisión de aceptar o rechazar el trabajo (Lawler,
1990; Pfeffer, 1998).
Sirve para retener a los empleados con mejor rendimiento (Lawler 1990; Pfeffer 1998).
Induce a desarrollar habilidades y capacidades para el trabajo (Mc Adams, 1998).
Impulsa a realizar más trabajo, aunque no motiva a todos por igual (Lowery y otros, 1996; Koys y otros,
1989).
¿Qué es la compensación?
La compensación o retribución se refiere a todas las formas de compensación financiera y a los servicios
tangibles y beneficios que los empleados reciben como parte de una relación laboral. La retribución total
entendida de este modo debe ser atrayente, motivante y adaptarse a las necesidades cambiantes de la
organización (Lawler, 1990, y Martocchio, 1998).
Podemos distinguir dos grandes tipos de recompensas que constituyen la compensación que percibe una
persona por trabajar en una organización:
1. La retribución directa: compensación que se recibe según el cargo ocupado y proporcional a este.
Formada por:
o Salario base: retribución fija en función de las habilidades o el nivel de formación. Se ajusta en
función del coste de vida periódicamente (IPC, generalmente).
o Los incrementos por méritos: son periódico, incrementan el salario base del empleado y tienen
carácter consolidable. Pueden responder a dos criterios: en función del rendimiento o en función
de la antigüedad.
o Los incentivos: van ligados al rendimiento del empleado, a nivel individual, del grupo o de
empresa en su conjunto. No son periódicos, no incrementan el salario base (no se consolidan) y
pretenden influenciar comportamientos y desempeños futuros.
2. La retribución indirecta: está basada en los llamados beneficios sociales, generalmente comunes a
todos los empleados e independientemente del cargo ocupado:
o Los programas de protección: beneficios al empleado y a su familia que mejoran su estado de
salud y lo protegen de eventos adversos, de posibles discapacidades o accidentes y del
desempeño del puesto.
o Los servicios: pretenden proporcionar una mejora en la calidad de vida del trabajador y de su
familia. Se conocen como retribución en especie: gastos de alimentación, becas, guarderías,
etc.
o La retribución por tiempo no trabajado, proporciona al empleado tiempo libre o de descanso
retribuido.
Las condiciones laborales, afectan de forma directa al rendimiento que una persona logra en su trabajo
y actúan como factores insatisfactorios cuando no son las adecuadas. Las condiciones en que se
realiza un trabajo tienen dos dimensiones: unas físicas y otras psicológicas.
El enriquecimiento del trabajo relacionado con la variedad de tareas que conforma el puesto de trabajo y
con la autonomía y control que el empleado tiene para realizar su tarea.
La participación: intervención que los trabajadores tienen en la toma de decisiones relacionadas con su
ámbito de trabajo.
Todos estos elementos retributivos deben reflejar las necesidades de la organización y de sus empleados y
formar una estructura coherente orientada a la consecución de los objetivos estratégicos.
Qué peso tiene la retribución en comparación con otros elementos de la organización relacionados con
el trabajo.
Cómo se entiende la equidad interna en la organización.
Qué posición se desea ocupar en el mercado laboral (por encima de la media, en la media, por debajo
de la media).
Qué relación hay entre el sueldo fijo y el sueldo variable.
Cuál es la política de la organización sobre los beneficios o retribución indirecta.
Qué relación hay entre la evaluación del desempeño y la retribución.
Cómo se comunica respecto a la compensación.
Qué relación hay entre reconocimiento y recompensa.
Este marco general debe reflejar la posición deseada por la organización en coherencia con su estrategia, no su
práctica actual, que a menudo se debe a la historia más que a la intención estratégica. Conviene consultar a
empleados y directivos para elaborar un documento significativo y alineado con los objetivos y la cultura de la
compañía. Además, el documento debe ser vivo y revisarse anualmente para ajustarlo según se necesite a
medida que cambia la estrategia de la empresa.
Finalmente, una vez desarrollado un marco general y analizado los costes, hay que analizar la práctica actual y
responder a las siguientes preguntas para detectar la brecha entre la situación deseada y la actual:
Estrategia de subcontratación
Las estrategias de subcontratación se refieren a la utilización de personas u organizaciones externas para llevar
a cabo ciertas tareas. Muchas organizaciones buscan ciertas capacidades fuera de su propio personal, lo que
conlleva el uso de contratos mercantiles en vez de laborales. Esto es particularmente útil para llevar a cabo
ciertas tareas específicas y especializadas que no requieren un trabajo continuado y a tiempo completo.
Lectura recomendada
En el modelo de análisis de capital humano de Lepak y Snell, en el apartado 2.2 del módulo 2, se explica qué
tipo de capital humano conviene obtener por esta vía. Algunas organizaciones subcontratan actividades de bajo
valor y especificidad, como la realización de nóminas, la contabilidad o el mantenimiento de instalaciones, por
ejemplo. Otras actividades de mayor valor pero baja especificidad, como la consultoría para un proyecto o la
asesoría legal, también pueden comprarse en fuentes externas.
Las decisiones de subcontratación pueden tener importantes implicaciones para lograr los objetivos de la
organización, por lo que cada opción debe valorarse cuidadosamente.
Estrategia de colaboración
El proceso de planificación estratégica de RR. HH. puede conducir a estrategias indirectas que van más allá de
la propia organización. La colaboración con otras organizaciones puede favorecer que se consigan ciertas
capacidades que resultan escasas. Por ejemplo, se puede colaborar para influir en la formación que ofrecen las
instituciones educativas de modo que esta sea más ajustada a las necesidades de las empresas. También se
puede trabajar con otras organizaciones para preparar a las personas que en el futuro se espera que ocupen
cargos directivos compartiendo el desarrollo de individuos prometedores. Otras opciones son compartir los
costes de la formación de ciertos grupos de empleados o coordinar estancias o visitas de los empleados en
otras organizaciones para que mejoren sus habilidades y conocimientos.
Estrategias de reestructuración
Si el análisis interno indica que en la organización existe un exceso de personal, hay varias opciones posibles
para ayudar en el ajuste. Estas estrategias incluyen:
Reducir el personal, ya sea mediante despidos o dejando que se produzcan bajas voluntarias y
jubilaciones que queden sin cubrir.
Reagrupar las tareas para crear puestos de trabajo bien diseñados.
Reorganizar las unidades de trabajo para que sean más eficientes.
Los despidos suponen una reducción inmediata del personal, pero pueden tener fuertes costes tanto por el
pago de indemnizaciones como por el daño a la motivación de las personas que quedan en la organización. Es
una estrategia que debe valorarse con suma precaución.
No reemplazar a los empleados cuando se van es otra forma de reducir el personal. La viabilidad de esta
opción depende de la urgencia con que se necesite dicha reducción. Implica la necesidad de reorganizar las
tareas asignadas a los distintos puestos de trabajo de manera que se cubran las actividades clave de la
persona que se va. Una evaluación cuidadosa de la reorganización de la carga de trabajo de los empleados que
permanecen en la organización debería incluir un análisis de si su nueva carga de trabajo dará lugar a mejores
resultados. Es importante tener en cuenta las tendencias actuales del mercado laboral (por ejemplo, la
posibilidad de que escaseen ciertas aptitudes a medida que las personas trabajadoras de más edad vayan
jubilándose), porque dejar que el personal se marche puede tener consecuencias a largo plazo.
Finalmente, el análisis puede indicar que la organización tiene más recursos de los que necesita en algunas
áreas, mientras que en otras pueden ser necesarias nuevas incorporaciones. Esto requiere una redistribución
de los trabajadores al área donde hay escasez. En ese caso, habría que tener en cuenta las necesidades de
formación de las personas transferidas de una a otra área.