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Gómez. 2017. Pensar la Teología desde Latinoamérica: Del Éxodo al Exilio
situación de pobreza injusta e inhumana. Esto le da su "profetismo",
semejante al de los grandes profetas de Israel que lucharon contra las
injusticias (e idolatrías) de sus contemporáneos. Y esto hace que para la
teología de la liberación la fe aparezca ante todo como praxis de liberación.
La teología de la liberación asumió plenamente el giro
antropocéntrico. Así, Gustavo Gutiérrez dice: En forma convergente, se es,
en nuestros días, cada vez más sensible a los aspectos antropológicos de la
revelación. (1999: 62). Citando a Rahner, Gutiérrez concluye que hoy la
teología dogmática debe llegar a ser una antropología teológica. Eso está
relacionado también con la vocación única a la salvación que valora
religiosamente, en forma totalmente nueva, la acción del hombre en la
historia.
También para Juan Luis Segundo la teología de la liberación es el
resultado del “giro antropocéntrico” y de la superación del pensamiento
neoescolástico de los dos niveles en la relación de la naturaleza y de la
gracia. Esta teología que pone en el centro la preocupación por la salvación
integral del hombre que marcó el Concilio Vaticano II.
En cuanto a la escatología, la teología de la liberación, afirma que el
cristiano es sobre todo alguien que, en situaciones históricas concretas, debe
corporificar en experiencias y testimonios la esperanza que lo habita. Es por
ello que, esta polaridad dialéctica entre la insatisfacción escatológica por
aquello que todavía no es y la anticipación efectiva de lo que ya puede y
deber ser, desinstala al cristiano verdadero de cualquier tipo de acomodo.
Por tanto, si la escatología final se vuelve pretexto de evasión de la historia,
si no se hace operativa, debe haber una articulación práctica de la
esperanza.
Sin embargo, no es fácil para la Teología de la Liberación integrar el
valor que se reconoce al esfuerzo humano por lograr la liberación histórica
con el designio de Dios, que promete la liberación escatológica, definitiva. El
acento puesto en la necesidad de actuar puede dejar en la sombra la
conciencia de que finalmente la prioridad es de la gracia de Dios, no de
nuestras obras, porque la finalidad de todo desde el punto de vista tanto de
Dios al crear como del sentido de la vida humana es nuestro encuentro
personal con Dios.
Así pues, y, en definitiva, el hombre cristiano de la teología de la
liberación, está en una búsqueda constante de su sentido, y no puede dejar
de sentirse coextensivo y directamente relacionado con el amplio proceso de
liberación del hombre en general y con los pasos históricos de este proceso,
porque son material de la anticipación del reino.
Bibliografía