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Entre los alquimistas y astrólogos que vivieron en la Edad Media muchos fueron sabios
judíos.
Ellos vieron, en los diversos sistemas de símbolos, coincidencias con la doctrina secreta
judaica, establecidas principalmente en el cabalístico árbol de la vida. Este árbol está
representado por las dos columnas Jachim y Boaz delante del templo de Salomón, que
tiene
en medio la llamada línea sagrada, a veces dibujada y a veces no, de la columna central. El
conjunto es en realidad un símbolo compuesto que sirve para la meditación. Las relaciones
entre las cualidades espirituales del hombre se encuentran en fija unión mutua. Las
uniones
o enlaces simbolizan también las relaciones entre el hombre y el cosmos. De la Edad
Media
procede, pues, la idea de unir el sol, la luna y los planetas hasta entonces descubiertos con
las diez «emanaciones divinas» o sephirot (en el esquema, numeradas de 1 a 10). De ahí se
originó la franja con los signos del zodíaco, que están regidos por los dioses planetarios y
la jerarquía, situada debajo de ellos, de arcángeles, ángeles, espíritus e inteligencias. A su
vez, éstos, que también pueden considerarse como seres mitológicos, pueden encontrarse
en todas las religiones bajo un sinfín de nombres y también - en opinión de algunos -
como
fenómenos astrales. En la magia ritual, algunos tratan de entrar en contacto con esos
seres,
Comprendiendo que son proyecciones de los esfuerzos del inconsciente del hombre.
Quizá
ambas cosas existen objetiva y subjetivamente, conforme a la antigua tesis hermética de
«Como es arriba, así es abajo»; en este caso, el espíritu humano sería un reflejo del
cosmos.
Las relaciones entre las mencionadas diez sephiroth y los sistemas de analogías que corren
paralelos a ellas reciben el nombre de correspondencias o senderos.
En libros sobre astrología, alquimia, magia, la cábala y otras enseñanzas esotéricas o
sistemas de símbolos, el árbol de la vida se encuentra dibujado de dos maneras. A veces es
un «árbol» esquemático, a veces son dos columnas. Si se ven solamente dos columnas,
entonces el sol y la luna están colocados por encima de la columna derecha y de la de la
izquierda respectivamente, pero a veces también cambiados en relación con el hecho de
ser
mirados por delante o por detrás con respecto al observador o a un eventual participante
en iniciaciones en logias. En la ilustración se ha escogido el símbolo del árbol de la vida
con
sol y luna encima de la columna central.
1. Kether o corona con el significado de «Primum Mobile», el primer
movimiento en el caos cósmico. Físicamente, esto puede concebirse como el universo sin
ordenar, la sustancia primaria de la cual, por condensación en remolinos, se originaron
todos los cuerpos celestes. Pensando en analogías, es el océano cósmico del que se habla
en muchas mitologías, la fuente de todo lo viviente. Dentro del «Como es arriba, así es
abajo» de los pensadores gnósticos, el inconsciente colectivo humano es una región
paralela de donde proceden el simbolismo de los sueños y las imágenes arquetípicas. La
Sefira N. 1
puede considerarse también como la conocida frase bíblica «En el principio era (sólo) la
palabra, y la palabra era Dios». Encima de esta sefira se sitúan también el Ain Soph y el
Ain Ain Soph, más allá de la comprensión humana. En la cabalística, esto es la nada sin
forma, lo infinito o concepto análogo, y carece de sentido filosofar sobre ello porque no
aporta ninguna imagen simbólica «conforme a medida humana».