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CARPETA DE FILOSOFÍA

TEMA: HERACLITO DE EFESO


INTEGRANTES
AXEL VARGAS
MATHIAS SAAVEDRA
EVELIN SIMISTERRA

CURSO
2do BGU

PROFESOR
OSCAR ORRALA

PLANTEL
UNIDAD EDUCATIVA “LA LUZ DE DIOS”
Heráclito
(Éfeso, hoy desaparecida, actual Turquía, h. 540 a.C. - h. 470 a.C.) Filósofo griego.
Desde sus orígenes y a lo largo del periodo cosmológico, anterior al periodo
antropológico que iniciaría Sócrates, el pensamiento griego se orientó hacia la
búsqueda de un principio constitutivo (arché o arjé) común a la pluralidad de seres
de la naturaleza. Así, en la escuela milesia se tendió a ver tal principio en una
sustancia material (el agua en Tales de Mileto, el aire en Anaxímenes); en la de
Pitágoras, en un principio formal (el número o ley numérica).

Pero a caballo entre los siglos V y V a.C., las escuelas de Elea y de Éfeso trataron
la cuestión desde una perspectiva más amplia al plantear concepciones sobre la
totalidad de lo existente que resultaron antagónicas. Para Parménides de Elea, el
ser o lo existente es uno e inmutable; para Heráclito de Éfeso, en cambio, la
realidad es puro cambio e incesante devenir («No te bañarás dos veces en el mismo
río»). En esta antinomia clásica de la filosofía griega, que se revelaría
extremadamente fructífera, se ha visto el origen tanto de la metafísica como de la
dialéctica.

Biografía

Muy poco se sabe de la biografía de Heráclito de Éfeso, apodado el Oscuro por el


carácter enigmático que revistió a menudo su estilo, como testimonia un buen
número de los fragmentos conservados de sus enseñanzas. El desprecio de
Heráclito por el común de los mortales concordaría con sus orígenes, pues parece
cierto que procedía de una antigua familia aristocrática, así como que sus ideas
políticas fueron contrarias a la democracia de corte ateniense y formó, quizá, parte
del reducido grupo, integrado por nobles principalmente, que simpatizaba con el rey
persa Darío I el Grande, a cuyos dominios pertenecía Éfeso por entonces, contra la
voluntad de la mayoría de sus ciudadanos.

A estos últimos, en cualquier caso, no debió de apreciarlos en demasía, y Heráclito


los colmó de improperios cuando expulsaron de la ciudad a su amigo Hermodoro.
Sea como fuere, la oscuridad de Heráclito ha quedado caricaturizada en la leyenda
acerca de su muerte: enfermo de hidropesía, preguntaba enigmáticamente a los
médicos si podrían de la lluvia hacer sequía; como ellos no lo entendiesen, se
enterró en estiércol en la suposición de que el calor de éste absorbería las
humedades, con el resultado de que aceleró el fatal desenlace. De creer a Diógenes
Laercio, la causa de la afección habría sido su retiro en el monte, donde se
alimentaba de hierbas, movido por su misantropía.

Las enseñanzas de Heráclito, según Diógenes Laercio, quedaron recogidas en una


obra titulada De la naturaleza, que trataba del universo, la política y la teología
(aunque probablemente esta subdivisión la introdujera una compilación alejandrina
de los textos de Heráclito), pero lo que ha llegado hasta nosotros de su doctrina se
encuentra en forma fragmentaria y sus fuentes son citas, referencias y comentarios
de otros autores.

Algunos de estos fragmentos presentan, sin embargo, la apariencia de aforismos


completos, lo cual apoya la idea de que su estilo de pensamiento fue oracular. Ello
ha dado pie, incluso, a formular la hipótesis de que Heráclito no escribió, en
realidad, ningún texto, sino que sus enseñanzas fueron exclusivamente orales, y
que fueron sus discípulos los encargados de reunir lo esencial de ellas en forma de
sentencias. Todo ello dificulta (e incluso imposibilita en aspectos concretos) la
interpretación de su pensamiento.

La filosofía de Heráclito

A tenor de lo que se desprende de los diversos fragmentos, Heráclito explicó la


práctica totalidad de los fenómenos naturales atribuyendo al fuego el papel de
constituyente común a todas las cosas y causa de todos los cambios que se
producen en la naturaleza. La cosas nacen del fuego por la vía descendente (fuego,
aire, agua, tierra) y vuelven a él por la ascendente (tierra, agua, aire, fuego). La
importancia que concedió a la afirmación de que todo está expuesto a un cambio y
un flujo incesantes («Todo fluye y nada permanece») seguramente fue exagerada
por Platón, quien contribuyó de manera decisiva a forjar la imagen del filósofo
efesio.

Frente a la armonía del cosmos pitagórico y la inmutabilidad del ser de Parménides,


Heráclito concibió un universo en perpetuo devenir. El motor de esa eterna
mutabilidad es la oposición de los contrarios; tal oposición es causa del devenir de
las cosas y, al mismo tiempo, su ley y principio; pero los contrarios se ven
conducidos a síntesis armónicas por el logos, proporción o medida común a todo,
principio normativo del universo y del hombre que, en varios aspectos, resulta
coextensivo con el elemento cósmico primordial, el fuego, por lo que algunas
interpretaciones los identifican.

Cada par de opuestos es una pluralidad y, a la vez, una unidad que depende de la
reacción equilibrada entre ambos. La salud y la enfermedad, la saciedad y el
hambre, el día y la noche, la vida y la muerte o el bien y el mal son
interdependientes y solidarios, no existirían de no existir su contrario; el equilibrio del
universo se mantiene merced a la interacción sin fin entre los opuestos, que da lugar
a cambios que se compensan recíprocamente, garantía de que el cambio en una
dirección acabará por conducir a otro cambio en la dirección contraria, evitando una
preponderancia caótica y manteniendo la estabilidad total del cosmos.

En este sentido, el logos puede interpretarse como una lógica o ley armónica interna
que revela la coherencia subyacente en las cosas y el equilibrio del cosmos; una
lógica íntima que los hombres deben tratar de comprender, ya que la sabiduría
consiste en entender cómo se conduce el mundo, y ese entendimiento ha de ser la
base de la moderación y el autoconocimiento, que Heráclito postuló como ideales
éticos del hombre.

Heráclito de Éfeso (vivió alrededor de los años 544-484 antes de nuestra era)

Filósofo de la Grecia Antigua. En los fragmentos de su obra Sobre la Naturaleza


llegados hasta nosotros hay una excelente definición de los principios del
materialismo dialéctico (Lenin). Por su método y manera de abordar los fenómenos
de la Naturaleza, Heráclito es el filósofo más grande de la Antigüedad. Heráclito
enseñaba que “el mundo forma una unidad por sí mismo y no ha sido creado por
ningún dios ni por ningún hombre, sino que ha sido, es y será eternamente un fuego
vivo que se enciende y se apaga con arreglo a leyes”. El fuego, según Heráclito, es
la primera materia y la primera fuerza. El fuego se convierte en agua y en tierra; así
lo único se transforma en mucho, en todo. El fuego “se apaga”, “muere”,
convirtiéndose en agua y en tierra; a este proceso de “extinción” del fuego lo llama
Heráclito el “camino hacia abajo”. Pero “el camino hacia arriba y hacia abajo” es uno
y el mismo. Simultáneamente surge del agua la muerte del fuego: todo deviene
único; todas las cosas se convierten en fuego, –el fuego “se enciende”, “nace”; es el
“camino hacia arriba”. Igual que se cambia oro por mercancías y las mercancías por
oro, así también el fuego universal se transforma en todas las cosas y viceversa. La
vida del mundo no depende de la voluntad, de la “providencia” de los dioses, La
creación –la creación y la destrucción del fuego de las cosas– es espontánea, y
Heráclito la compara con el juego de un niño. Heráclito es un hilozoísta (ver:
Hilozoísmo). El mundo, según Heráclito, se halla en un proceso eterno de
nacimiento y de destrucción: “todo fluye, todo cambia”. “En este mismo río entramos
y no entramos”. El mundo se compone de contrarios que llevan una lucha entre sí:
“La guerra es la madre y reina de todas las cosas”. Los contrarios se convierten los
unos en los otros: “lo frío se calienta, lo caliente se enfría; lo húmedo se seca, lo
seco se humedece”. Por eso, la presencia de un contrario condiciona la existencia
del otro contrario: “la enfermedad hace dulce la salud”. Heráclito afirmaba la
identidad de los contrarios: del día y de la noche, del invierno y del verano, de la
guerra y de la paz, de la saciedad y del hambre, del bien y del mal, &c. Todos los
cambios están sujetos a leyes estrictas. “Todo se produce gracias al conflicto y a la
necesidad”. Estas leyes inherentes a la propia sustancia material son llamadas por
Heráclito “el logos”.

Heráclito de Éfeso (c. 500 a. C.) fue uno de los primeros filósofos presocráticos que,
como los demás, trató de identificar la causa primera de la creación del mundo.
Rechazó las teorías anteriores, como la del aire y el agua, y afirmó que el fuego era
la causa primera, ya que creaba y destruía.

Tales de Mileto (c. 585 a. C.) afirmaba que la causa primera era el agua, mientras
que su alumno Anaximandro (c. 610-546 a. C.) concluía que era una fuerza cósmica
a la que llamaba ápeiron (una energía creativa ilimitada e infinita) y Anaxímenes (c.
546 a. C.) afirmaba que era el aire. Heráclito rechazó estas sugerencias en favor del
fuego como elemento creativo y transformador. Junto con los demás filósofos
presocráticos, el concepto de Heráclito acabaría influyendo en las obras de Platón
(428/427-348-347 a. C.) y Aristóteles (384-322 a. C.), que sentaron las bases de la
filosofía occidental.

Heráclito era conocido por sus contemporáneos como el filósofo "oscuro", llamado
así porque sus escritos eran muy difíciles de entender. Al parecer, despreciaba la
comprensión común de la naturaleza de la vida y el propósito de la vida humana
(como, de hecho, parece haber considerado a la mayoría de los seres humanos con
los que entró en contacto), Heráclito comparaba la comprensión de la mayoría de la
gente con la de los dormidos. Para Heráclito, sólo el filósofo, el que perseguía la
Verdad, estaba totalmente despierto y plenamente vivo y parecía considerarse el
único filósofo de su tiempo.

Su afirmación central se resume en la frase Panta Rhei ("todo fluye en la vida"), que
reconoce que la esencia esencial y subyacente de la vida es el cambio. Nada en la
vida es permanente, ni puede serlo, porque la propia naturaleza de la existencia es
el cambio. Para Heráclito, el cambio no es solo una parte de la vida, sino que es la
vida misma. Según él, todas las cosas entran y salen de la existencia a través de un
choque de opuestos que crean y destruyen continuamente. Se dice que criticaba
duramente a los que lamentaban las luchas y las guerras, porque ambas, según él,
eran instrumentos de transformación.

BIBLIOGRAFÍA

https://www.biografiasyvidas.com/biografia/h/heraclito.htm

https://www.filosofia.org/enc/ros/herae.htm

https://es.wikipedia.org/wiki/Her%C3%A1clito
https://www.worldhistory.org/trans/es/1-10000/heraclito-de-efeso/

https://okdiario.com/curiosidades/quien-era-heraclito-efeso-3237058

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