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Heráclito de Éfeso (alrededor de 540-480 a.n.e.

Filósofo materialista de la Grecia antigua, uno de los fundadores de la dialéctica.


Heráclito enseñaba que “el mundo forma una unidad por sí mismo y no ha sido creado
por ningún dios ni por ningún hombre, sino que ha sido, es y será un fuego vivo que se
enciende y se apaga con arreglo a leyes”. Según Heráclito, el fuego es el elemento
primario de todas las cosas, es la fuerza primaria. Gracias a la metamorfosis del fuego,
la materia se transforma en agua y en tierra, y de ahí, lo único se convierte en múltiple,
en todo. El fuego “se extingue”, “muere”, convirtiéndose en agua y tierra; y este proceso
de la “muerte” del fuego, Heráclito lo llama “camino hacia abajo”. Pero “el camino hacia
abajo y hacia arriba es el mismo”. El agua da nacimiento a un torbellino de fuego; el todo
deviene único, todas las cosas se convierten en un fuego que “se enciende”, que “nace”:
es “el camino hacia arriba”. Igual que se cambia oro por mercancías y mercancías por
oro, así también el fuego universal se transforma en todas las cosas e inversamente. El
fuego es la materia, el substrato de todas las metamorfosis, la conexión universal.

Según Heráclito el mundo sufre creaciones y destrucciones perpetuas, pues todo fluye,
todo cambia. Tal como lo dice un documento antiguo, “Heráclito eliminaba del universo
el reposo y la inmovilidad. Pues eso era una propiedad de muerte. Atribuía movimiento
a todas las cosas: movimiento perpetuo a las cosas eternas, y movimiento temporal a
las cosas perecederas”. Heráclito estima que el mundo se compone de contrarios en
lucha que se convierten recíprocamente: “frío-caliente; caliente-frío; húmedo-seco;
seco-húmedo”. Así, la presencia de un contrario determina la de otro: “La enfermedad
hace agradable la salud”. Heráclito señala que los contrarios se hallan vinculados y que
su lucha constituye la fuente del desarrollo, del cambio. Todos los cambios se hallan
sometidos a leyes rigurosas, y la vida del mundo no depende de los dioses. “Todo se
produce por medio de lucha y necesariamente”. Esta necesidad inherente a la
substancia material es llamada “logos” por Heráclito.

La dialéctica se hallaba limitada por la época. El movimiento se reduce al retorno cíclico


de la naturaleza. La idea del desarrollo progresivo le era extraña. Heráclito
era hilozoísta (ver Hilozoísmo). En lo que concierne a la teoría del conocimiento,
sostenía ideas materialistas, y estimaba que el conocimiento debe revelar la presencia
de la naturaleza en su desarrollo continuo. Es preciso prestar oídos a la voz de la
naturaleza, “actuar de conformidad con la naturaleza”, decía. Destacaba el papel del
conocimiento sensible, así como también el de la razón. Heráclito era intérprete de los
intereses de clase de los esclavistas, enemigo de la democracia antigua.

Diccionario filosófico abreviado · 1959:229-230

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