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ESBOZO

HISTÓRICO DE LA
SOCIEDAD Y LA
EDUCACIÓN

Módulo 3 – Unidad 3

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3.1 EL ESTUDIO DE LA SOCIOLOGÍA DE LA EDUCACIÓN .................................................................... 3

3.2 EL HOMBRE COMO SER SOCIAL Y COMO SER EDUCABLE ........................................................... 6

3.3 DIVERSAS FORMAS DE ORGANIZACIÓN SOCIAL ...........................................................................12

3.4 TIPOS DE SOCIALIZACIÓN: PRIMARIA Y SECUNDARIA ................................................................16

3.5 AGENTES DE SOCIALIZACIÓN .............................................................................................................19

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3.1 El estudio de la sociología de la educación

Las relaciones construidas entre educación y sociedad han sido objetos de estudio de la
Sociología de la Educación que, como ciencia, toma de la sociología el estudio de las
dinámicas de la vida social para aplicarlo y relacionarlo en el ámbito educativo. En ese
sentido, cabe explicar que: “El objeto central de la sociología es la explicación de las
desigualdades sociales y de los mecanismos por las que estas se construyen, se legitiman,
se reproducen o se modifican” (Bonal, 1998, p. 20).
La Sociología de la Educación ha dado cuenta, desde sus postulados y teorías, de las
dinámicas, intereses, así como también, de los cambios suscitados a través de la historia
sobre ese binomio educación-sociedad con carácter dialéctico. Sus ámbitos de investigación
son: las relaciones que se producen en la educación de los individuos, la estructura
educativa (escuela, universidades) y la estructura social.
El interés sociológico por la educación reside en sus características como institución
que constituye identidades y posiciones sociales que condicionan la forma en que los
individuos viven en sociedad, sus actitudes, formas de interacción y sus oportunidades
vitales. (Bonal, 1998, p. 21)
La sociología de la educación, se centra en el carácter relacional y colectivo de lo que
sucede en la educación, con lo cual toma distancia de la pedagogía y la psicología “dada la
unidimensionalidad e individuación del proceso educativo” (Moreno, 2005, p. 43).
El teórico que inicia realizando aportes académicos en términos de integración de este
vínculo (educación-sociedad) es Émile Durkheim, sociólogo y filósofo francés, quien le
otorga a la sociología de la educación el carácter de disciplina académica. Sobre esto
menciona Bonal (1998) "Fue el sociólogo francés Emile Durkheim el primero en abordar la
educación como rama particular de la sociología" (p.17).
Hechas estas aclaraciones, cabe observar la siguiente gráfica, la cual efectúa un esbozo
histórico de la sociología de la educación y los análisis del fenómeno educativo desde las
perspectivas sociales, económicas, políticas y culturales de cada momento histórico; así
como los cambios que paulatinamente se fueron produciendo. Para la elaboración del
cuadro, se han tomado elementos de los estudios realizados por Bonal (1998) y Moreno
(2005). Veamos:

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Figura I. Esbozo histórico de la Sociología de la Educación
Fuente: elaboración propia a partir de Bonal, X. (1998, pp. 17-27); y Moreno, A. (2005, pp. 42-45).

En el siglo XX es cuando efectivamente se produce el análisis sociológico de la educación.


No obstante, en el siglo XIX, Bonal (1998) propone que se identifica la sociología positivista.
El paso a una sociedad industrial en Europa, conlleva a una preocupación y una necesidad,
la cual consiste en mantener el orden establecido y los valores morales consensuados para
esa época; en ese sentido expresa: “El paso a una sociedad industrial, conlleva a una
preocupación "el desorden moral" derivado de las diferencias sociales” (Bonal, 1998, p.18).
Por tanto, es tarea de la educación devolver ese orden, y, también, garantizar la cohesión
social, fracturada por los cambios, en particular por aquellos originados en las
desigualdades sociales.
El «desorden moral» derivado de la creciente diferenciación social, otorga a la
educación un papel social fundamental para garantizar la comunión moral de la
sociedad y la cohesión a partir de la adhesión de los ciudadanos a un conjunto de ideas
y hábitos compartidos. (Bonal, 1998, p.18)

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Llegados a mediados del siglo XX, en 1950 y finalizada la Segunda Guerra Mundial, se
pasa a una sociología empirista. El papel de la educación cobra importancia en tanto otorga
funciones claras y concede estatus social a las personas, en ese sentido, se alcanza una
educación con mayor poder estructurante de las relaciones sociales. Bonal aclara que: "La
educación, por lo tanto, adquiere no solamente un enorme poder estructurante, sino
también una carga de legitimación importantísima, como se demostraría posteriormente a
partir de la crisis de los años setenta" (Bonal, 1998, p. 20).
De acuerdo con Bonal (1998), en este periodo se institucionaliza la sociología de la
educación y, al respecto, explica: “Una ciencia que arranca en pleno predominio del
estructural-funcionalismo norteamericano y como instrumento de legitimación de la
política educativa en una fase de consolidación de los estados de bienestar” (Bonal, 1998,
p. 24).
En 1960, la sociología crítica de la educación, trabaja en virtud de resignificar la escuela
y la educación y le otorga un carácter político. La escuela ha de elegir una posición crítica y
liberal, frente al reduccionismo del papel educativo. No solo nos educamos para lograr un
empleo y una posición social, este enfoque corresponde al funcionalismo dado por las
tecnologías y la teoría del capital humano.
En resumen, la tesis de la sociología de la educación crítica está “en que la escuela, lejos
de ser una institución ideológicamente neutra, que asigna y distribuye posiciones sociales
en función de los méritos individuales, es un mecanismo de reproducción de las posiciones
sociales de origen” (Bonal, 1998, p. 25).
Así se evidenció entre los años 70 y 90:
 Año 1970, sociología educativa interpretativa: se centra en el análisis de los currículos
escolares. Esta nueva perspectiva debe ser “capaz de captar la construcción social de
las diferencias educativas y sociales que se producen dentro de la propia institución
escolar”. (Bonal, 1998, p. 26)
 Año 1980: se avanza a la investigación microsociológica de la escuela. La escuela no
es un instrumento ideológico neutro. Se genera un análisis de la estratificación
escolar. "La investigación microsociológica de la escuela experimenta su mayor
producción" (Bonal 1998, p. 26a). Los estudios producen un "descubrimiento de
regularidades entre estructura social y procesos educativos". (Bonal, 1998, p. 26b)
 Año 1990: Sociología de la política educativa. Los cambios tecnológicos y
económicos, generan nuevos campos de investigación.
La recuperación de la teoría del capital humano en un contexto de cambio tecnológico
y económico, la redefinición del papel de la educación en la sociedad de la información,

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han abierto nuevos campos de análisis y de producción teórica en la sociología de la
educación, que intentan responder a las aceleradas transformaciones estructurales de
las sociedades avanzadas. (Bonal, 1998, p. 27)

En el siglo XXI, encontramos la Sociología de la educación convergente y sociología de la


educación divergente, es lo que Moreno (2005) expone como “modelo de educación dual”,
dado que integra los principios universalistas y globalizadores de la educación
(convergente) y el estudio de sociedades multiculturales y diversas. Esto es individuos
diferentes en un marco de sociedades iguales.
El modelo de educación dual "integra, por un lado, la Sociología de la Educación
convergente, basada en unos principios universalistas y globalizadores, considera la
educación, como factor de progreso, la adaptación, integración y selección de los individuos
en la sociedad de la información" (Moreno, 2005, p. 45a). Sus objetos de estudio son: la
política educativa, la relación educación-empleo. "La sociología de la educación divergente:
cuyo objeto de estudio es la sociedad multicultural y lo que se ha denominado la educación
en la diversidad" (Moreno, 2005, p. 45b).

3.2 El hombre como ser social y como ser educable

Chalmeta, plantea la ontología social de las personas como una condición natural, “El
hombre mismo es un ser social, caracterizado naturalmente por la sociabilidad" (Chalmeta,
2003, p.76), quien empieza por la conciencia que cada individuo hace de su libertad, la ética
responsable, el cumplimiento de los deberes y los derechos de las que son titulares, dentro
de contextos donde estos, establecen estructuras relacionales. Las personas como seres
sociales, se desarrollan mediante los significados que comparten a través de la interacción,
esto es lo que Bonal (1998) denomina el “interaccionismo simbólico” (p. 26a), y la
construcción de la realidad como acción social o “etnometodología”. (p.26b)
Pero además de la interacción, están las relaciones de colaboración, sobre esto
menciona Chalmeta (2003) cuando cita a Rawls:
La cooperación y la ayuda entre hombres permite que cada uno de ellos conduzca una
vida mucho mejor (más buena) que cualquier otra de las que podría vivir si contase,
únicamente con la propia actividad, sin establecer ningún tipo de colaboración con sus
congéneres. (Chalmeta, 2003, p.76)

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Estas concepciones, más o menos genéricas, contrastan con otras influencias de índole
utilitarista, mediante la cual, la relación social se concibe necesaria en cuanto permite
obtener bienes y servicios materiales y simbólicos de otros como, por ejemplo: la
construcción de viviendas, la producción de alimentos, la transmisión de la cultura. La
capacidad de relacionarse con los otros desde un pensamiento más profundo consiste en
"perfeccionar la propia racionalidad para ser capaz de descubrir cada una de las cosas de
las que tiene menester la existencia humana" (Chalmeta, 2003, p. 77).
Desde una visión de la ética social, la siguiente figura muestra cuáles son esos principios
vitales que garantizan una vida social buena. Son principios y, a la vez, marcos orientadores
y reguladores de la formación de las personas para vivir en sociedad.

PRINCIPIOS VITALES PARA EL BIEN


COMÚN

Los deberes Los derechos Deberes y derechos en los


fundamentales del humanos contextos sociales
hombre

Respetar la Los La cuestión Adaptación


libertad de Promover derechos ecológica del bien
el buen Sociedad
los demás fundamen- común -
ejercicio de del trabajo
tales del contexto
la libertad y sociedad
Buen hombre social
Tolerancia de otros política
ejercicio de
la libertad

Promover
lo que hace El progreso
efectiva la Determinación material La incultu-
libertad y de los deberes ración
la fundamentales
tolerancia de los hombres:
corporalidad

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Figura II. Principios vitales para el bien común
Fuente: elaboración propia a partir de Chalmeta. (2003, pp. 75-95)

Chalmeta (2003) considera tres principios vitales que ayudan a garantizar el bien común:
los deberes fundamentales del hombre, los derechos humanos y la operatividad de esos
deberes y derechos en los contextos sociales.
Sobre el primero, el bien social y los deberes humanos, implica el respeto de la libertad
de los demás. Esta libertad es la autodeterminación de los individuos. Unido a la tolerancia,
la cual surte como articulador de esa libertad. Las normas y las leyes restringen esa libertad,
de manera tal que ayudan a promover un mejor ejercicio de tal facultad. Por lo tanto,
consiste en la formación ética para funcionar en sociedad. No obstante, esta visión de
libertad y tolerancia, implica tener en cuenta la configuración del comportamiento de los
individuos, los cuales se asocian a sus experiencias previas, aprendizajes aprendidos en su
medio cultural, su lenguaje, su familia, la vida sexual, entre otros aspectos.
Respecto el segundo principio, el bien común son los derechos humanos, se comprende
que los derechos se fundamentan en la dignidad de las personas como seres libres. La vida,
como derecho, permite el ejercicio de la libertad. Todas las demás personas están obligadas
a promover y respetar la vida. Esto requiere compromisos con la actitud ante la naturaleza,
los ecosistemas de vida, la cuestión ecológica. La naturaleza no humana debe estar al
servicio del valor de la persona. Por tanto, requiere un consumo equilibrado. El mal uso de
la naturaleza limita la existencia y esa relación con la naturaleza necesita un cambio de
costumbres.
Finalmente, el tercer principio, operatividad de los deberes y derechos en los distintos
contextos sociales, consiste en la capacidad de adaptar el bien común a al entorno social.
En ese sentido, el contexto social se refiere al conjunto de circunstancias que enmarcan un
momento dado -o una realidad determinada- y que afecta a varios individuos. Ejemplo de
ello, es la discriminación racial. Esta se convirtió en una práctica social normalizada, y con
elevada presencia en distintos contextos sociales. Eliminar las relaciones discriminatorias
normalizadas en una sociedad, como la panameña, o cualquier otra nación, implica
mediante un consenso común, establecer nuevas prácticas en las relaciones sociales que
propicien el bien común, es decir, relaciones no discriminatorias o incluyentes, respetuosas
de las diferencias y la pluralidad.
Ahora, al hablar de los contextos sociales, también nos encontramos con la familia, la
vida en pareja y, más ampliamente, la sociedad del trabajo. Es el contexto microsocial, lugar
donde satisfacen necesidades materiales y culturales, y lugar privilegiado para dar inicio a
esos consensos sociales que inciden positivamente en la construcción del bien común.
Entre tanto, la sociedad política, es un escenario más amplio, responde a la
coordinación entre individuos y grupos sociales, los cuales, mediante un ejercicio activo,

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dinámico, participativo, contribuyen en la garantía del ya mencionado bien común,
particularmente mediante el uso de las libertades.
En este orden de ideas, el hombre como ser social, desde lo individual, familiar, laboral,
político, sociocultural, tiene responsabilidades propias y comunes en pos de un progreso
humano, económico, tecnológico equilibrado, acompañado de una noción universal de las
relaciones que se aperturan a la diversidad de expresiones del ser: diversidad de género,
etnia, condición de salud, condición etérea, de ideologías, entre otras. Se trata entonces,
de contextualizar el bien común como bien universal.
Somos sujetos educables
La aproximación a este tópico conlleva a comprender los procesos formativos del ser
humano desde la multidimensionalidad del sujeto, así como las lecturas que de estas
dimensiones han efectuado las distintas disciplinas: psicología, sociología, antropología,
educación, biología, filosofía, entre otras.
De acuerdo con lo anterior, obsérvese que los individuos libres, iguales e independientes
se requieren en función de la construcción de comunidades sociales autónomas y
maduras; más la inminencia sociológica, nos indica que el hombre se hace en comunidad y
es allí donde forma su “conciencia individual” Rodríguez (2017, p. 85); esa comunidad se
traduce en lugares como: el trabajo, la escuela, entre otras. Al respecto, Rodríguez (2017)
apunta: “El proceso de afloramiento de la conciencia hunde sus raíces en el inconsciente
colectivo y tiene que ver con el encuentro de otros mundos o fuera de la propia comunidad”
(p. 85).
Desde el punto de vista antropológico, lo educable se refiere a la “naturaleza maleable”
(Rodríguez, 2017, p. 86) y, de acuerdo con esto, los individuos tenemos modelos de
excelencia humana en cada época histórica. Si antiguamente, para algunas culturas la
excelencia era ser guerrero, hacia allá se orientaba el entrenamiento de máximas
habilidades humanas. Pero también desde lo cultural, los sujetos cuentan con un “criterio
de racionalidad” (Rodríguez, 2017, p. 71), donde la persona es centro y capaz de generar
mejores o peores costumbres.
En ese mismo orden de aspectos, Rodríguez plantea que, además de la madurez
biológica, está la madurez que conlleva a las personas a “estar preparado para contribuir al
sistema social complejo y «ganarse» la vida con ello, ser capaz con su actividad de integrar
las diversas esferas de la estructura del yo en la forma que dicte su buen hacer y saber"
(Rodríguez, 2017, p. 73).
Por tanto, el aprendizaje es la posibilidad con la que todos contamos para mantenernos
en la existencia y Rodríguez (2017) añade que: “Es la búsqueda activa a la que llamamos

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desde antiguo aprender: el organismo recibe información del medio y ensaya respuestas
cuyo resultado retroalimentará de nuevo con una conducta futura" (p. 75).
No obstante, está el aprendizaje como acción transformadora. Esto es: las personas
tenemos una idea para alcanzar, es la construcción de un “hábitat preconcebido”
(Rodríguez, 2017, p. 75). Hasta aquí, de acuerdo con Rodríguez (2017), existe un aprendizaje
por ensayo y error (por instinto) y otro por ideación.
El instinto o el aprendizaje por ensayo y error pueden hacer «saber» que una manzana
es un alimento adecuado para un omnívoro; o una ramita, un medio para cazar insectos
de un hormiguero o termitero. Pero el conocimiento de la manzana en sí misma sirve
para que de ella hagamos sidra, colocarla en un cesto por motivos estéticos, ponerla al
microscopio para observar la naturaleza de las células vegetales e incluso obtener de
ella principios activos para mejorar la salud". (Rodríguez, 2017, p. 76)

La construcción de mundos nuevos como “el arte, la música, la alta cultura científica y
humanística creativa” (Rodríguez, 2017, p. 76), responden a esa creatividad del ser humano
como constructor de culturalidad.
En este orden de ideas, la cultura posibilita esquematizar la vida y hacerla trascendental.
Rodríguez (2017), define la cultura como:
[…] un entramado simbólico —y todo símbolo es un artificio— que representa los
mundos humanos. Ese entramado es muy complejo y hay que esquematizarlo. Para
categorizarlos de forma simple pero completa, los elementos básicos de una cultura
son la técnica, la ética y la objetivación de la moral en la institución jurídica y, por
último, el lenguaje. (Cfr. Choza, 1988: 141-159 p. 78)
De acuerdo con Marcuse (1986), la cultura es orientadora de las acciones humanas:
[…] la cultura como el amplio complejo de creencias, realizaciones, tradiciones. La
cultura aparece así como el complejo de objetivos (valores) morales, intelectuales y
estéticos que una sociedad considera que constituyen el designio de la organización, la
división y la dirección de su trabajo, “el bien” que se supone realiza el modo de vida
que ha establecido”. Marcuse (1986, p.1)

Entonces, ¿cuál es la tarea del sistema sociocultural? Capacitar al individuo, con el fin de
que construya proyectos de vida y coopere con su propio sistema, así como se haga
responsable de sus ámbitos. La educación es un proceso que inicia en la comunidad cercana,
y luego continúa en los aparatos que crea la sociedad para tal fin, la escuela. El fin de educar,
plantea Rodríguez (2017):
Forma parte de esa tarea que el ser humano pase de un sentido común ingenuo —sin
capacidad de horizontes— a un modo de ser a la vez cabal y crítico, en el que el sujeto
se ha fogueado con la diversidad de puntos de vista y asume dentro de esa perspectiva

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la contingencia de su situación como ser finito. La comunidad es previa y debe formar
para que el ser humano individual ejercite su voz —su palabra— en el ágora y
contribuya a la autonomía de la sociedad en la que nació exponiendo sus propuestas
de mejora. (p. 85)

Por su parte, la educación es un proceso de carácter universal y es institucionalizada en


la escuela; por tal motivo, la escuela cumple el papel de adaptación social de las personas.
Es así como la educación alcanza una altísima relevancia (Bonal, 1998, p. 18). La escuela se
comprende como subsistema social de aprendizaje; asimismo, la familia, los amigos,
también se constituyen en lugares para el aprendizaje.
Parafraseando a Infante (2009), es función de la educación comprender al sujeto
educable como un todo pluridimensional, subjetivo, capaz de aprender y ofrecerle
ambientes de aprendizaje que le sean significativos, en climas sociales de disfrute y
bienestar (p. 59).
En la siguiente figura, se observa cómo el individuo educable, está constituido por
conceptos binarios y antinómicos, y estas relaciones dadas, plantean a la educación unos
desafíos importantes e insoslayables.

Lo
humano -
Lo lo técnico Lo
cerebral-lo inteligible -
visceral lo sensible

El La
entendimiento- producción -
la sensibilidad la recepción

Lo real-lo
La formación -
imaginati Individuo la instrucción
-vo

La formación
Lo racional-
- la
lo intuitivo
información

La
lo mediato- verdad -
lo inmediato la
Lo dado-lo opinión
construido

Figura III. La complejidad del individuo educable


Fuente: elaboración propia a partir de Infante. (2009, p. 59)

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Este esquema sintetiza y complementa muy bien el concepto de educabilidad, planteado
por Ricardo Baquero en su texto: La Educabilidad Bajo Sospecha, al expresar que la
educabilidad: es la capacidad de ser educado; lo cual implica procesos importantes de
humanización. El autor hace una crítica a la educabilidad, en tanto considera que el contexto
educativo actual parece que imposibilitara una acción educativa feliz. Más allá de pensar en
aspirar una excelencia, se vuelve dramático al considerarla más una búsqueda de
subsistencia educativa. “Formar hombres para que sean hombres y formarlos de manera
ordenada y adecuadamente: creer en la naturaleza educable del hombre” (Baquero, 2001,
p. 2).
Por lo tanto, la educabilidad está sujeta a sus características subjetivas y a la historia. El
contexto del educando genera unas condiciones de educabilidad, un niño con una familia
mejor posicionada en la escala social, tendrá mayores posibilidades de acceso al
conocimiento que un niño cuya familia carece de relaciones sociales.
Finalmente, y con una elevada importancia, parafraseando a Baquero (2001), el
concepto de educabilidad está ligado al fracaso escolar masivo y, por ende, a la necesidad
de diseño de estrategias integradoras. Frente al fracaso escolar hay dos lugares del sentido
común: el primero, hay pesimismo, sobre el carácter difícilmente reversible del deterioro
de las condiciones vitales de los niños de los sectores populares. Segundo, suele tenerse
desconfianza sobre la educabilidad de estos niños (p. 4).
Entonces, todo parece indicar que, ante el fracaso masivo, deberíamos dejar de
sospechar, tan de inmediato de las capacidades de los niños y operar sobre las situaciones,
sobre las condiciones de la educabilidad (Baquero, 2001).

3.3 Diversas formas de organización social

El texto, “Naturaleza de las organizaciones sociales”, de Sáenz (1993), analizado por la


Universidad de Jaén (2013), plantea varios principios fundamentales de las organizaciones,
el primero es que la convivencia en sí misma genera estructuras de organización humana;
por tanto, la conducta humana no se produce en la anarquía; la organización se vuelve un
mecanismo de supervivencia (Universidad de Jaén, 2013, p. 3).
Existen distintos elementos que configuran la organización social, uno tiene que ver con
el fin de las reuniones de las personas: “El rasgo definitorio de cualquier organización social
es que están formadas por un cierto número de personas aglutinadas por una finalidad
explícita de conseguir ciertos objetivos” (Universidad de Jaén, 2013, p. 3); otro, se refiere a

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la autonomía e identidad que estas adquieren, independiente de las personas que las
crearon; las normas sociales; y finalmente “la cultura de la institución” (Universidad de Jaén,
2013, p. 3), en tanto las responsabilidades sociales que estas adquieren.
Pilares que definen a las organizaciones que educan
El autor Gairín (1999), desde un enfoque de organización que enseña y aprende,
presenta cuatro pilares fundamentales que sostienen y equilibran las
organizaciones. Obsérvese la siguiente figura:

LA
RACIONALIDAD

LA PILARES DE LA LA
COLEGIALIDAD ORGANIZACIÓN FLEXIBILIDAD

LA
PERMEABILIDAD

Figura IV. Pilares de las organizaciones


Fuente: elaboración propia a partir de Gairín. (2009, p. 7)

De acuerdo con el autor, la racionalidad se refiere a la organización de recursos humanos


y materiales en función de los logros esperados. Tiene el deber de revisar la estructura

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organizativa, así como las relaciones que se dan a su interior, sea esta una organización
formal o informal. La racionalidad ha de estar guiada por principios como la justicia y la
coherencia, así como con prácticas sustentadas en la ética. Sin perder de vista
que organización como medio, y no solo como fin.
La flexibilidad, en tanto la organización es capaz de adecuarse al dinamismo de los
contextos, a los cambios en el entorno. Esta característica de la organización presupone la
sensibilización ante el cambio, con bases autónomas, ágiles y de apertura para adelantarse
a los cambios y adaptarse a los mismos.
La permeabilidad, en términos de la organización que educa, la escuela, por ejemplo,
muestra apertura en su entorno, proyectarse en su exterior, acceso a la realidad existente,
para otorgar a sus usuarios la preparación que le posibilite desempeñarse y aportar cambios
a la realidad existente. Sobre este amplia Gairín:
La apertura a la influencia externa puede adoptar diferentes formas e implicar a
diferentes personas. La presencia de asesores, la realización de evaluaciones externas,
la apertura del centro a los padres y al barrio, etc. pueden ser iniciativas que faciliten
la reflexión y análisis de lo que la institución realiza. (Gairin, 1999, p.7).

Finalmente, la colegialidad, refiere a los mecanismos de interrelación, el contar con


criterios propios de actuación, unidad, coordinación horizontal donde todos caben. Apunta
a superar aspectos que debilitan la organización como lo es el individualismo, verticalismos
en la toma de decisiones, fragmentación de espacios y aspectos relacionados con la
organización.
Organización como acción y como estructura:
La siguiente figura, muestra las características de la organización como acción y como
estructura:

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Trabajo eficaz,
satisfacción
Las relaciones personal,
entre personas ambiente,
organización de
tareas
Como acción Efecto sinérgico

Previsibilidad
Organización de la acción

Formal
Como
Organización
estructura
Informal

Figura V. Características de la organización como acción y estructura


Fuente: elaboración propia a partir de Sáenz. (1993, pp.15-17).

De acuerdo con la figura, se configura la organización como acción, Terry (1980, p.304),
citado por Sáenz (1993). Asimismo, en el ámbito de las organizaciones, propone un
concepto de organización el cual está asociado a las relaciones “entre las personas” (Sáenz,
1993, p. 15a), la efectividad del trabajo, la satisfacción personal, en ambientes concretos.
Organizar es el establecimiento de relaciones efectivas de comportamiento entre
personas, de manera que puedan trabajar juntas con eficacia, y puedan obtener una
satisfacción personal al hacer tareas seleccionadas bajo condiciones ambientales dadas
para el propósito de alcanzar alguna meta u objetivo. (Sáenz, 1993, p. 15b)

El “efecto sinérgico” forma parte de la organización como acción (Sáenz, 1993, p. 15c),
el cual se concretiza en el trabajo colaborativo, colegiado, aspectos que configuran tal
organización. La “previsibilidad de la acción” (Sáenz, 1993, p. 15d), esto se refiere al control
de las situaciones, lo cual implica la “creación de un campo de normas” que ayude a
minimizar el riesgo de las actividades individuales (Sáenz, 1993, p. 15e).
Respecto a la organización como estructura, esta se divide en dos, a saber:
Organización formal: corresponde a la organización jerárquica de puestos y tareas, pero
también al comportamiento eficiente de esta.

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Organización informal: son de conformación espontánea, en torno a intereses comunes,
estables y permanentes. Son subestructuras de la organización formal, cuyas relaciones se
caracterizan por estar más afianzadas. (Sáenz, 1993, pp.15-17)
Son formas de organización social:
Además de la familia, las comunidades organizadas con identidades propias, los
movimientos sociales, las instituciones con niveles jerárquicos y funciones formalmente
establecidas.
En ese sentido, existen múltiples formas de organización social; por ejemplo:
movimientos como el feminismo; las clases sociales, estas se comprenden como un
conjunto de relaciones sociales impersonales a gran escala, donde lo económico es decisivo.
Al respecto de lo anterior, Giddens agrega que: “Las clases, grandes agrupamientos de
personas que comparten los mismos recursos económicos, los cuales influyen
poderosamente en su estilo de vida” (1979, p. 34).
Las características de las clases sociales, de acuerdo con Giddens (1974), es que no son
grupos cerrados y agrega que los sistemas clasistas son abiertos. Por otro lado, las
características en sus miembros son adquiridas. No incluyen los factores no económicos. No
implican los vínculos personalizados de lealtad u obediencia (p.34).
Otro ejemplo, las organizaciones sociales con categoría de instituciones, como la escuela,
la que se comprende: como sistema social, encargado de que las personas internalicen
valores para que se hagan visibles en su comportamiento. Incentiva relaciones de
competencia mucho más aguda que en el mundo de los adultos. En ese sentido, promueve
una cultura de éxito y fracaso, lo cual depende del grado de socialización y redes bien
ubicadas que tengan las personas. Los estudiantes, son evaluados, sistemática, periódica y
formalmente.
En el material complementario, encontrará un recurso audiovisual, el cual le permitirá
ampliar su visión respecto a las formas de organización social.

3.4 Tipos de socialización: primaria y secundaria

La socialización es un proceso mediante el cual el individuo es absorbido por la cultura


de su sociedad. Es en el proceso de socialización donde se aprende sobre la cultura.
López (2000), añade que es un proceso de transmisión de conocimientos, el cual pasa
por el autoconocimiento, el conocimiento de los otros y el de la sociedad a la que pertenece:

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El proceso de socialización es, en gran medida, una transmisión de los conocimientos
que la especie ha acumulado a través de los años. Para Álvaro Marchesi, aborda 3
dimensiones del conocimiento social: conocimiento de sí mismo, el de los otros y el de
la sociedad. (p. 7)
En ese orden de ideas y desde una perspectiva crítica, se espera que la socialización
produzca individuos capaces de asegurar la integración de la sociedad y, por otra, se espera
que estos mismos individuos sean capaces de asumir acciones autónomas.
Por otro lado, si los procesos de socialización no se dan de manera adecuada y
respetuosa entre las personas, pueden incurrir en riesgos, como la homogenización
cultural, cuya tendencia consiste en subvalorar y desconocer los aprendizajes adquiridos en
otros espacios socioculturales. Por ejemplo: el hogar es el primer lugar de socialización,
donde se aprende el compartir entre hermanos de los recursos disponibles en el
hogar, como: la comida, los juguetes, los objetos de la casa, los espacios, entre otros; al
llegar a la escuela, lugar de socialización secundaria, se estimulan comportamientos
competitivos, individualistas, segmentarios. Esto último se convierte en riesgo, dado que se
universalizan visiones y comportamientos que no fortalecen la vida comunitaria, como que
algunos de los aprendizajes adquiridos en el hogar (primer lugar de socialización), no sean
reconocidos en el ámbito escolar (lugar de socialización secundaria).

Socialización primaria
La socialización primaria, se refiere a esa interacción que los niños adquieren con sus
mayores, particularmente en el ámbito familiar. El aprendizaje se adquiere mediante la
imitación. Por tanto, las relaciones de apego, afecto, comunicación y cuidado que se
desarrollen en esta primera etapa de vida, antes de la vida escolar, son fundamentales para
posteriores desarrollos de la personalidad de los infantes. Por otro lado, de la manera cómo
estos se establecerán relaciones en otros ámbitos de socialización. López (2000), plantea
tres campos en los cuales se desarrolla la socialización, particularmente, la de nivel
primario:

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Figura VI. Campos de socialización
Fuente: elaboración propia a partir de López. (2000, pp. 7-8)

En el campo de los procesos mentales, los niños inician el conocimiento de algunas


emociones, mediante estímulos. Hacia los tres meses, adquieren un conocimiento
rudimentario de persona. Durante el segundo semestre realizan una diferenciación entre
conocidos y extraños.
En el campo de los procesos conductuales, los niños aprenden sobre las conductas
aceptables socialmente, así como las que no lo son. Supone el conocimiento de normas,
valores y autocontrol. Incluyen aprendizajes de hábitos sociales, habilidades sociales y
evitar conductas no deseadas.
Finalmente, en el campo de los procesos afectivos, en los primeros años de vida, el apego
y la amistad. El bebé desarrolla una conducta visual. Se propicia un contacto directo,
mejoran las conductas comunicativas, aparece el lenguaje gestual. Al respecto, López (2000)
indica lo siguiente: “El establecimiento de estos vínculos afectivos contribuirá
fundamentalmente a generar una seguridad y un autoconcepto positivo en el niño que haga
posible el posterior desarrollo de las relaciones sociales en el grupo de iguales” (p. 8).
Socialización secundaria
Es la interiorización de otras esferas, particularmente las institucionales, en ese sentido,
la escuela será un punto de referencia esencial después de la familia.
La escuela se caracteriza por constituir una institución y sistema social específicamente
ordenado a la finalidad educativa. Con su extraordinario auge en las sociedades
modernas, que han desarrollado la escuela obligatoria para todos ciudadanos hasta
cierta edad, la escuela es un importante subsistema que oscila dentro del contexto y

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sistema global de la sociedad. En relación con esa posición dentro de la sociedad, la
escuela es ampliamente dependiente del sistema social. Sin embargo, las relaciones
entre educación y sociedad no son de una sola dirección, son multidireccionales.
(López, 2000, p. 13).

De acuerdo con lo que indica López (2000), “La escuela tiene funciones sociales” (p. 13a),
la incorporación de las nuevas generaciones en el complejo sistema social y cultural, la
participación en modelos económicos y de gobierno.
Se trata de incorporar a los individuos dentro de unos roles claramente definidos por el
conglomerado social. López (2000) agrega al respecto: “La educación transmite
conocimientos, técnicas, procedimientos y patrimonio cultural de la sociedad” (p. 13c). Así
también los valores, de las sociedades dominantes.
Educar ciudadanos capaces de transformar sus propias sociedades, mediante procesos
formativos y curriculares que garantizan el pensamiento crítico. La pluralidad, como
oportunidad de currículos más abiertos y adecuados a las necesidades de un mundo
globalizado e interconectado; según el mismo autor: “La educación es un interés social
unánimemente compartido por todos” (López, 2000, p. 13d). Más allá del rol productivo de
la educación, existen consensos en torno a que la educación, ayuda a desarrollar
habilidades de participación democrática y ciudadana, el reconocimiento y el respeto a los
derechos humanos, a la capacidad de convivir y aportar a la cultura, y al ocio.

3.5 Agentes de socialización

Son agentes de socialización la familia, la escuela, los grupos de iguales, los grupos de
trabajo, los grupos políticos, religiosos, entre otros; pues las relaciones y los vínculos que se
establecen, aportan sucesos relevantes en la vida de quienes se encuentran inmersos en
ellos.
La familia es el primer agente socializador, en cuanto influye en el desarrollo de las
habilidades para tomar decisiones sobre aspectos fundamentales en la vida de las personas,
como lo es elección vocacional y, por tanto, la educación que responda a tal elección. Al
respecto, Corti (2000) plantea lo siguiente:
Investigaciones cualitativas realizadas en América Latina y el Caribe (CEPAL, 1994)
señalan que la familia como primer y principal agente de socialización refuerza los
patrones tradicionales y estereotipados sobre el rol de las personas, así como la
adquisición de valores que con gran eficacia simbólica y práctica determinarán lo

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correcto y esperable para cada cual, lo que influye posteriormente en las opciones de
estudio, en las tendencias vocacionales, en las demandas de formación y en las
decisiones que toman las personas en su proyecto vital futuro. (Corti, 2000, p. 21)

Entre tanto, la escuela es el lugar donde se ofrecen los mayores procesos de socialización
duraderos. Allí se construyen las visiones, los discursos, las formas de relacionarse con su
cultura y su entorno, como así también las formas de comunicarse. Los procesos educativos
dados dentro del marco de la escolaridad, han de apuntar a las transformaciones.
Desde el punto de vista funcional, asevera Parsons (1989) que la escuela es “agencia
social en la cual se entrenan las personalidades individuales para que se adecuen
motivacional y técnicamente al desempeño de los roles del adulto” (p.32).
El maestro es un agente socializador dentro de la escuela, quien establece una dinámica
educativa, la cual responde a la materialización de políticas educativas, las cuales se hacen
presentes dentro del desarrollo de currículos escolares, así como de las relaciones que se
establece dentro del aula.
Por su parte, forman parte de la socialización también los medios de comunicación
masivos, las redes sociales, por efectos del fácil acceso a dispositivos electrónicos.

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