Está en la página 1de 21

Por la restitución completa de los restos de Inakayal, miembros de

su familia y su comunidad
Compilación y redacción:
Sergio E. Caviglia
Rawson, agosto de 2012

Introducción

Los alumnos de la Escuela Nº 129 de Dos Lagunas -Aldea Epulef- propusieron que, desde el espacio Educación
Intercultural y Bilingüe (EIB) se convoque a que, en forma conjunta, las escuelas que han implementado esta
modalidad, soliciten al Museo de la Plata la restitución completa de los restos del Cacique Inakayal que, por
derecho, pertenecen a su comunidad.

Como es de público conocimiento, hasta el momento, sólo se restituyeron los restos óseos. El cuero cabelludo,
la oreja y el cerebro de Inakayal, permanecen aún en dicha institución científica.

Haciéndose eco de este pedido, la Modalidad EIB en articulación con el Programa Educación y Memoria del
Ministerio de Educación de la Provincia de Chubut, han elaborado el presente material para difundir y
pedagogizar la historia de este justo reclamo que exige una reparación histórica cuyo alcance debería
comprender, no sólo a los restos de quienes detentaron un rango -como es el caso de los caciques-, sino a los
de todos los miembros de los pueblos originarios que, en nombre de la ciencia, engrosan las colecciones de
dicho museo.

Después de la Campaña del desierto se trajeron indígenas


al Museo de La Plata y se los utilizó como peones de
limpieza. Cuando murieron, mandaron sus cuerpos al los
laboratorios de la Facultad de Medicina para que les
sacasen el cerebro, el pelo, los huesos y luego los restos
volvieron al museo. Seguían siendo considerados
‘patrimonio’ del Museo.
¡Eran objetos, no seres Humanos! González, 1992

Estas palabras encabezan la publicación del grupo GUÍAS del Museo de la


Plata, que descubrió los restos de Inakayal que aún faltan restituir:

Es en este Museo que Sayweke, Inakayal, Foyel y sus familias encuentran


su final. Sus cuerpos son descuartizados y mutilados en nombre de la
ciencia, para engrosar sus colecciones. Es el final de la apropiación
simbólica de cuerpos y almas.
Modesto Inakayal
No hay justificación para estos hechos, pues por más que era una práctica Dibujo de Raúl Colenicul para el Mausoleo
de Inakayal
habitual en el ámbito científico, había otras voces que opinaban lo
contrario. Estas investigaciones y apropiaciones formaron parte del corpus
de legitimación de la campaña etnocida cívico militar religiosa de Roca. Había que legitimar que, a quienes se
había matado, eran bárbaros-salvajes, y que quienes se apoderaron de sus tierras -los civilizados- sólo
actuaron en nombre del progreso ocultando los grandes negocios que harían. Quien legitima es la ciencia y lo
hace teniéndolos prisioneros de guerra/objetos de estudio en el propio museo.

La LEY Nacional Nº 25.517, sancionada el 21 de noviembre de 2001 y promulgada de hecho el 14 de diciembre


de ese mismo año, establece en sus primeros artículos:

ARTÍCULO 1º: Los restos mortales de aborígenes, cualquiera fuera su característica étnica, que
formen parte de museos y/o colecciones públicas o privadas, deberán ser puestos a disposición de
los pueblos indígenas y/o comunidades de pertenencia que lo reclamen.

ARTÍCULO 2º: Los restos mencionados en el artículo anterior y que no fueren reclamados por sus
comunidades podrán seguir a disposición de las instituciones que los albergan, debiendo ser
tratados con el respeto y la consideración que se brinda a todos los cadáveres humanos.
ARTICULO 3º: Para realizarse todo emprendimiento científico que tenga por objeto a las
comunidades aborígenes, incluyendo su patrimonio histórico y cultural, deberá contar con el
expreso consentimiento de las comunidades interesadas.

La nacionalización del territorio

A fines del siglo XIX La Argentina necesitaba ampliar su frontera ganadera para proveer de materias primas
agropecuarias al Mercado Internacional y las tierras patagónicas eran las más aptas para desarrollar la
entonces rentable ganadería ovina. Los blancos iniciaron la campaña cívico-militar etnocida –que llamaron
Conquista del desierto— y que duró varias décadas. El llamado desierto estaba poblado por muchos grupos
humanos que, desde hacía miles de años, se movían dentro de sus territorios y que, en pocos años, fueron
desplazados de ellos.

La primera apropiación del espacio patagónico fue a través de la metáfora de los bárbaros incivilizados y el
desierto, como un espacio potencialmente productivo en manos de hombres civilizados. A ello se suma el
nomadismo; la falsa idea de que carecían de territorios y de que no hacían producir la tierra. Sin embargo, la
mayoría de los comerciantes vivían del producto obtenido por el trueque y el comercio con los pueblos
originarios. La imagen de la barbarie y el desierto justificaron la aniquilación y el sometimiento, y dieron lugar
a la colonización.
Se ve a los habitantes originarios como personas que quedaron atrás en el desarrollo de la civilización: […]
es evidente que se puede considerar a los salvajes como seres que quedaron atrás, debido a la influencia
del ambiente desfavorable, en la grande y constante marcha de la civilización hacia adelante1.
Los pueblos originarios morían en combate, eran tomados prisioneros, algunos eran reducidos a un
territorio (reducciones o reservas), a suministrar materias primas y mano de obra barata (peones), y
deberán perder toda identidad cultural.
La política seguida por el ejército de Roca es claramente etnocida porque: atacaban las tolderías y mataban
a guerreros, mujeres y niños; se establecieron campos de concentración en sitios como Valcheta, Carmen de
Patagones y la isla Martín García; obligaban a los prisioneros a caminar cientos de kilómetros, los que ya no
podían caminar eran asesinados o se los dejaba morir; muchos prisioneros fueron trasladados al norte de
Argentina, a trabajar en condiciones de esclavitud de la que pocos sobrevivieron; las familias eran separadas
y la aristocracia porteña compraba indias e indios para servicio; no se les reconocían sus nombres
originarios y eran obligados a cristianizarse y a usar nombres españoles.

El diario El Nacional de 1879 da un relato desgarrador del reparto de prisioneros en el puerto de Buenos
Aires:

Llegan a Buenos Aires los indios prisioneros con sus familias. La desesperación, el llanto no cesa.
Se les quita a las madres indias sus hijos para en su presencia regalarlos a pesar de los gritos, los
alaridos y las súplicas que hincadas y con los brazos al cielo dirigen las mujeres indias. En aquel
marco humano, unos hombres indios se tapan la cara, otros miran resignadamente al suelo, las
madres indias aprietan contra el seno al hijo de sus entrañas, el padre indio se cruza para
defender a su familia de los avances de la civilización.2

Los cautivos fueron repartidos entre familias radicadas en la ciudad o campaña de Buenos Aires, en
depósito. En ocasiones se repartieron entre los mismos integrantes de las tropas que los habían capturado,
como premio por destacarse durante el desarrollo de la partida. Caso contrario, se hicieron a favor de
aquellos particulares que los solicitaban. 3

La ocupación militar destruyó un sistema cultural, vasto y dinámico, que nunca pudo volver a recuperarse y,
casi ningún grupo, pudo permanecer en sus tierras originales. Fueron arrinconados, desplazados y
marginados a las zonas cordilleranas más inhóspitas o a los parajes más desérticos de la meseta.
Así, un proceso de poblamiento iniciado doce milenios atrás fue quebrado en pocos años. Naturalistas y
científicos acompañaron este proceso en servicio de la ciencia y, en definitiva, en servicio de un proyecto
político.

1 William Hughes (1881-1926)


2 Bayer 2009
3 Aguirre, 2006
Modesto Inakayal o Inacayal

Modesto Inacayal o Inakayal fue un cacique Gününa Küne–tehuelche- que nació en Tecka, Chubut, ca. 1833.

El territorio Gününa Küne -en esos momentos- abarcaba desde el Norte del Chubut, Sur de las Provincias de
Buenos Aires y La Pampa. Inacayal estaba subordinado políticamente a Sayhueque -el Señor del País de las
Manzanas-.

Sus hijos eran Trofoong, Ultrac, Sakaac y Andrés y era primo del cacique Chagallo.

Alojó en sus dominios a naturalistas y viajeros, tales como, Cox, Musters y Moreno.

En su relato de viaje, Guillermo Cox, se refiere a Inakayal con estas palabras:

Al amanecer nos juntamos bajo la ramada enfrente del toldo, Inakayaly su padre Huincahual i yo.
Inacayal me agradó al momento, tiene el ademan franco i abierto, la cara intelijente, i sabe algo de
castellano; de cuerpo rechoncho pero bien proporcionado. Le dije que había sentido mucho, no
haberle visto en mi primer pasaje por las orillas del Quemquemtreu; que lo que había oído hablar de
él, me había inspirado mayor deseo de conocerle, i tenia la esperanza que me llevaría consigo hasta
Patagónes. Me contestó que lo haría con mucho gusto, porque podía servirle en calidad de secretario
en sus negociaciones con el Comandante de Patagónes, […] 4

Gustaba ver a nuestro amigo Inakayal montado en su caballo overo, con freno guarnecido de plata,
con grandes copas i estribos del mismo metal; las piernas forradas de súmeles nuevos, el pié armado
de grandes espuelas de plata, chiripa de paño fino, i una chaqueta de oficial de caballería arjentino
que le había regalado el Gobierno del Plata. Pero todos no son bastantes ricos para tener espuelas o
estribos de plata. […] Todos tampoco no tienen tan bonitos caballos como Inacayal, aunque
jeneralmente son de una excelente raza. Lo que hai de particular es que casi todos son de colores
claros, […]. 5

Tiempo después, en 1871, es George Musters quien se encuentra con él cerca del Limay:

Frente mismo á nuestro puesto estaba situada la toldería de algunos indios de Inacayal, y se veían
vacas, orejas y muchos caballos pastando en los campos adyacentes. El rio parecía ser de una
anchura considerable, aunque muy rápido en todo su curso por el valle descubierto. 6

Una vez que nos juntamos todos, y cuando hubimos vuelto á ponernos las ropas, partimos para los
toldos, donde nos recibió Inacayal; y como había que esperar á los que se habían quedado atrás

4 Cox, 1909 [1862 63]: 148.


5 Cox, 1909 [1862 63]:168-169
6 Musters 1911: 312
bebiendo, vivaqueamos la orilla del rio y en seguida trajeron unas cuantas vacas y yeguas que
fueron sacrificadas para calmar las ansias de nuestra hambre.
Después de haberme bañado en el rio, estaba sentado junto al fuego, viendo cómo se cocinaba
nuestra comida, cuando recibí el recado de que me necesitaban en uno de los toldos. En el que me
indicaron encontré á un indio viejo, hermano de Quintuhual, que hablaba corrientemente español.
Me invito á que me sentara y se puso a contarme luego que un inglés llamado Cox había bajado
antes por el rio […]
Después de un rato de conversación sobre este tema, se sirvió la comida, y el indio pasó entonces a
preguntarme mi opinión sobre el trato que los indios estaban recibiendo de los que él llamaba
“españoles” diciendo que los chilenos estaban invadiendo las tierras por un lado y los argentinos por
el otro, á causa de lo cual los indios se verían barridos en breve de la faz de la tierra, ó tendrían que
pelear para defender su existencia. 7

Fuimos al toldo de Inakayal, á pedido personal de éste, y estuvimos en é l hasta la caída de la tarde,
cuando trajeron, apresaron y sacrificaron unos animales vacunos para repartirlos entre los jefes. 8

Francisco P. Moreno, en el viaje realizado desde 1873 a 76, recorre las tolderías de Inakayal en el Neuquén y
dice lo siguiente:

Desde los toldos al paso del Limay, descrito por Musters en la relación de su viaje, hay seis leguas de
camino muy cómodo, por entre valles estrechos, pero pasando este punto después de cruzar el
manantial de Tran Manzana-geyú (manzano caído), el río corre por entre rocas, haciendo
sumamente penoso el camino. Estas rocas son generalmente volcánicas, traquita, basalto y grandes
cantidades de lava compuesta de piedra-pómez, cenizas y cantos rodados.
El río tiene numerosos saltos que abrazan toda su anchura. Las sierras están cubiertas de bosques
de thuyas, hasta una gran altura, tanto que muchas veces las nubes las escondían á nuestra vista.
Con excepción de las inmediaciones de la laguna, donde el cacique Inakayal tiene sus tolderías y
donde en otro tiempo hubo una misión jesuítica, no hay terreno capaz de producir.9

A fines de 1879, y luego de los permisos protocolares para ingresar a sus territorios, el Perito Moreno se
encuentra con Inakayal en Tecka y destaca cómo el cacique enarbola el pabellón nacional frente en su toldo y
cómo Ultrac, y otros llevaban la bandera argentina en sus lanzas.10

La bandera que había regalado en años anteriores a Ultrac [hijo de Inakayal], flameaba sobre el
toldo de Inacayal, como testimonio de que aquella región y sus habitantes eran todos argentinos. 11

A partir de allí, se realiza una larga ceremonia de recibimiento y los correspondientes saludos. Inakayal le
pregunta sobre sus otras intenciones y Moreno, en su respuesta, realiza una reafirmación de la posesión de las
tierras de estos caciques siempre dentro del territorio nacional:

[…] mi gobierno me había encargado que visitara a los caciques que viven al Sud de la gran laguna
(es decir de Nahuel Huapi) pues quería darse cuenta de sus necesidades. Nada malo me proponía
con mi visita, muy por el contrario, la bandera nacional sobre los Toldos y guardada por lanzas
valientes, era prueba que los “paisanos” (así se llamaban en castellano los indígenas), eran tan
dueños del suelo como nosotros lo éramos, de los campos de donde veníamos; todos éramos
argentinos y todos teníamos el mismo gobierno en Buenos Aires. 12

Luego menciona que Puilchicaya se consideraba como legítimo dueño del lugar y como continuo ocupante del
lugar y que los demás jefes Tehuelches y gennakenes, eran visitantes de paso.

En este lugar Moreno escribe el informe al ministro Zorilla para demostrar que, la República Argentina, en
su región ignorada [Oeste del Chubut], posee miles de leguas fértiles, útiles a la labor humana, y que
contribuirían a su prosperidad el día que sean colonizadas. 13

7 Musters 1911: 313


8 Musters 1911: 327
9 Moreno 1876
10Solari Yrigoyen 2005:111
11 Moreno [1879] en Moreno, E. 1942 : 133
12 Moreno [1879] en Moreno, E. 1942 : 134
13 Moreno [1880] en Moreno, E. 1942 : 196
Hablando del Paradero Esquel dice:

Una ciudad argentina ha de remplazar, algún día, el paradero del indio nómade.

Informe de Moreno enviado por chasqui desde los toldos de Inkayal. En Tecka, al ministro Zorilla. Con fecha 31 de Diciembre de 1879.

Dibujos de Raúl Colenicul para el Mausoleo de Inakayal

Las campañas etnocidas en Patagonia

Hacia fines del siglo XIX las ideas de “progreso” y “civilización” que definían un modelo de país, no incluían a
los hijos de la tierra. Dos visiones de la vida y del mundo se oponían.
Para el Tehuelche, la tierra es la vida; la tierra es sagrada. Es la conexión con todos los seres vivos, el Universo
y las fuerzas que lo habitan. Perderla significó poner en riesgo su propia identidad.
Inakayal y Foyel no eran jefes de la guerra. Querían vivir en paz con su gente y en las tierras que les
pertenecían. Querían ser reconocidos como parte del Estado que integraban. Pero no había lugar para el
diálogo; había llegado la hora de la conquista.
Durante la campaña cívico militar religiosa etnocida de Roca, una ofensiva de las columnas al mando del Cnel.
Villegas empujó hacia el sur a las tolderías de Inakayal, que se ubicaban cerca de las nacientes del río Limay
del lago Nahuel Huapi, debiendo instalarse en Chubut. Inakayal, su familia y su gente, debieron huir de sus
propios dominios.
El Cacique, que ahora habitaba el Valle de Tecka, fue capturado por las fuerzas del Teniente Coronel Lasciar, el
18 de octubre de 1884.
Captura

En octubre de 1884, el Ministro de Guerra, General Martín Victorica ordena al General Lorenzo Vintter la
construcción del fortín General Villegas en Corral Charmata [un lugar cercano a Las Chapas], en Chubut, con
la intención de copar las tolderías de Inacayal y Foyel. Se hace cargo el Teniente Coronel Vicente Lasciar con
50 hombres. El 18 de octubre de 1884, el Teniente Francisco Insay y 20 hombres atacan la toldería, mueren 30
personas y los prisioneros son obligados a caminar hasta la costa y embarcados en el Villarino, para llevarlos a
Buenos Aires.

Dibujo de Raúl Colenicul para el Mausoleo de Inakayal

Antes de ser embarcado en el vapor Villarino con destino a Buenos Aires, le arrebataron sus emblemáticos
caballos. Luego, cuando llegaron a la Capital, los jóvenes de su grupo fueron repartidos entre las familias
porteñas que los pedían para desempeñar tareas de servidumbre.

Los niños fueron regalados a familias porteñas, las mujeres entregadas para trabajo doméstico y los hombres
enviados al penal de Martín García a picar adoquines para las calles de las ciudades. Los caciques y sus
familias son llevados al penal de la Isla Martín García14

El Perito Francisco Moreno al conocer la captura de Inakayal, realizó las gestiones para trasladarlo al Museo
de Ciencias Naturales de La Plata, lugar que él dirigiría, una vez terminado el edificio.

Captura y humillación

En 1885, luego de estar 18 meses en la prisión de El Tigre, en provincia de Buenos Aires, el Diario de Buenos
Aires publica una carta en la que Francisco P. Moreno relata sus encuentros con Inakayal y Foyel en las
tolderías y posteriormente, en la cárcel.

Ese mismo año, mientras Moreno paseaba por Palermo, se entera de que Inakayal, Foyel y sus familias
estaban presos. Decide entonces visitarlos durante media hora en el cuartel del 8 de línea de Retiro. Allí
Moreno deja fluir sus pensamientos e ideas acerca de ellos que publica en El Diario de Buenos Aires:

¡qué gran transición de imágenes mentales expresan Inakayal y Foyel en Palermo, y que distintas
impresiones se desprenden de esos hombres! Los primeros encarnan el nacimiento de la humanidad,
en los primeros días en que esta andaba a tientas; aquellos hombres aún envueltos en cueros
algunos: esas mujeres medio desnudas, miserables, incultas, y a cuya vista se evoca la dura época
geológica pasada …. La china que llora el perdido toldo, bajo el cobertizo del cuartel.

… al entrar al pequeño cuarto donde estaban los restos de la tribu, cuya compañía viviera, sólo sentí
tristeza. Había allí un remedo de toldería que descansa la fatiga de la orgía;…
En la media luz de la pieza distingo hombres de un lado, mujeres del otro. Inakayal está acostado;
Foyel en cuclillas con la cabeza inclinada, ya no tiene el aspecto bravío que le daba su renombre de
buen guerrero, y todos están abatidos; …

14Pepe 2009:7; Di Fini 2001:212


La supuesta ingenuidad de Moreno ante esta situación, es muy poco creíble:

… El criterio del indio es distinto al del hombre civilizado. No se conforman con que se les tenga de
esta manera; no son prisioneros de pelea, no han robado nunca y se han presentado. ¿Qué van a
hacer de nosotros? ¿Por qué nos separan? Y cuesta hacerles creer que no hay peligro para ellos.

Y más adelante asiente en parte, por las injusticias del trato hacia ellos:

Cuando en los toldos he oído quejas sobre nuestra manera de proceder con los hijos de indios,
prisioneros de los blancos, he debido callar y otorgar.

Luego relata todas las ayudas recibidas:

… en el cuartel del 8 están casi todos mis buenos amigos de la cordillera; los que dieron de comer y
auxiliaron…
Entre estos no hay uno sólo que haya maltratado alevosamente a un blanco, y si lo han hecho habrá
sido en la dura lucha por la existencia, en legítimo combate….

Y se queda con la melancolía:

¡Cuánta reminiscencia evocada en la media hora que he pasado con los leales indios!

Defiende a ambos caciques por ser hombres civilizados y concluye:

Vuelvo a repetir: Inakayal y Foyel merecen ser protegidos; y que no se les confunda con los Pincen y
Namuncurá. No han asesinado, han dado hospitalidad. Que no lleven, pues, el desgraciado fin de la
tribu de Orkeke.

Fotografía en la prisión de El Tigre


Museo de Ciencias Naturales de La Plata

Yo jefe, hijo de esta tierra, blancos ladrones… Mataron mis hijos,


Mataron mis hermanos, robaron mis caballos y la tierra que me vio
nacer, encima prisionero… yo enojado. Inakayal, en Ten Kate 190415

El Perito Moreno los rescató en octubre de 1886 a modo de agradecimiento por la ayuda que le había brindado
el cacique durante su expedición por la Patagonia. Fue entonces que Inakayal -junto a otros aborígenes entre
los que estaban su mujer y una de sus hijas- fue llevado al Museo de Ciencias Naturales de La Plata, en el cual
permanecería el resto de sus días.
Moreno obtuvo un permiso del gobierno para trasladar a ambos caciques, sus familiares y dependientes al
museo. Su pedido fue justificado con propósitos científicos, ya que las mujeres enriquecerían las colecciones
etnográficas con sus trabajos de tejidos, al mismo tiempo que se podría estudiar sus costumbres16.

El interés de alojarlos en el Museo -decía Moreno- radicaba en la utilidad que esas muestras vivientes de
estadios culturales en vías de extinción tenían para los estudios antropológicos, tanto físicos como culturales -
costumbres, creencias y sobre todo artesanías-.17

Tehuelches exhibidos en la Feria Mundial de Saint Louis en 1904

En el último cuarto del siglo XIX, los estudios antropológicos europeos aparecen muchas veces asociados a la
presencia de grupos étnicos de otras áreas de la tierra, que eran transportados a Europa para su exhibición.
Los caracteres físicos, hábitat, vestimenta e industrias de esos grupos salvajes o primitivos eran ofrecidos a la
observación del público europeo con una triple función: testimoniar la capacidad de expansión supranacional
del país organizador de la exhibición; satisfacer el cada vez más extendido interés por lo exótico y realzar, por
contraposición, el largo camino transitado por los grupos superiores en la escala ascendente del progreso. Allí
estuvieron presentes también los tehuelches del extremo meridional de América, fueguinos, araucanos o
patagones, a quienes encontramos, por ejemplo, en 1879 en Berlín y en París; en 1881 y en 1883 nuevamente
en la capital francesa e incluso, en 1887, en Madrid, y en Saint Louis en 1904.18

En 1888 Inacayal finalizaba sus días en el Museo de La Plata, formando parte de la colección de fotografías
antropológicas, de estudios y, finalmente, en la forma literal de pieza de museo, con su esqueleto, cerebro,
cuero cabelludo y mascarilla mortuoria expuestos en las galerías de la institución; sitio de dudoso honor que
compartía con el cráneo de aquel antiquísimo representante del hombre sobre sudamericano: el patagón
antiguo. Ya no era Inacayal, el cacique, el hombre, sino un arquetipo de su raza.19

El indígena patagón en el contexto científico imperante sólo tenía dos destinos posibles: convertirse en pieza
de museo o en ciudadano de la nación. Si la conversión del indígena patagónico en pieza de museo implicaba
la muerte física transformada en permanencia simbólica, la conversión en ciudadano entrañaba la muerte
20
cultural.

15En Pepe 2009:11


16Ten Kate 1904
17Quijada 1998
18Quijada 1998
19Quijada 1998
20Quijada 1998
En total había 12 personas viviendo en el museo del bosque, como si fueran parte de la colección viviente de
Moreno. Durante el día se les permitía transitar los pasillos del edificio del bosque platense, que todavía
estaba en construcción. Pero ya de noche eran encerrados con candado en una habitación del subsuelo. Se les
daba de comer una olla de sopa para todos y, como no podían salir, tenían que hacer sus necesidades en un
rincón. Las mujeres se ocupaban de la limpieza del museo, el lavado de las ropas del personal y la confección
de telares para la venta; los hombres tenían tareas como cavar pozos, limpiar los desagües cloacales y trabajar
en la construcción del edificio que recién finalizó en 1889. Inakayal nunca aceptó su nueva situación y se
rehusó a desempeñar tarea alguna.

Como parte de la colección del museo, eran examinados desnudos por científicos que concurrían a verlos.
También se los fotografiaba o se los obligaba a quedarse quietos durante horas frente a un pintor que los
retrataba.

Inacayal obligado a posar en la rotonda central del Museo para el pintor Reinaldo Giudici.

1884 Fotos de Prisioneros encargadas por Francisco P. Moreno

Cacique Foyel, foto de frente y perfil

Estas fotografías fueron tomadas en el Tigre por fotógrafos profesionales de la casa de Samuel Boote. Dice
Vignati: No obstante estar en trance de desaparición, son pocas las representaciones gráficas existente de los
aborígenes de Patagonia. Por ello es que se ha querido salvar una serie de negativos de los últimos caciques.
Vignati publica 75 de estas fotografías, muchas de ellas son las típicas de frente y perfil, en muchos casos con
los torsos desnudos. El tratamiento, en general, es muy poco digno y los rostros muestran una gran tristeza y
el trato humillante que reciben.

1941-1946 Milcíades Alejo Vignati

Vignati realiza varios trabajos acerca de la Iconografía Aborigen de Patagonia utilizando fotografías de
diferentes épocas y fotógrafos. Su interés es desarrollar una ‘bioiconografía’ de estos pueblos dado el escaso
material existente y por estar en trance de desaparición. Para ello reúne los antecedentes de su vida y su
actuación procurando destacar su psicología.
Vignati es un claro ejemplo del vi, medí, inferí como cruce de caminos entre el método científico y la
naturalización de la diferencia. A esto se suma la fotografía de frente y de perfil utilizada para la identificación
de las personas que quedaban fuera del sistema, como parte de los procedimientos policiales. La antropología
y la criminología se confundían en su propósito de identificar lo otro reforzando el imaginario que rotulaba al
indio como delincuente natural. 21. Algunos textos de Vignati son muy claros al respecto:

A la serie hecha tomar por Moreno he agregado cuatro fotografías más; la de un grupo de indígenas
incorporados a la vida civilizada, y las de frente y perfil de una araucana, una mestiza y un «
manzanero » obtenidas por Ten Kate (Ten Kate, 7, 52 '). Me ha determinado hacer este agregado la
circunstancia de figurar en el grupo (...) la hija de Rufino Vera,..., los rasgos son tan peculiares que,
sobreponiéndome al deseo de mantener sin yuxtaposiciones el conjunto iconográfico primitivo, he
incluido este complemento natural de aquél.22

Caracteres Psicológicos

... En ningún momento he tenido la intención de realizar exclusivamente un muestrario de tipos


indígenas; (...) he querido, por el contrario, restituir a este conjunto un poco de vida, derivada de la
honda simpatía que -malgrado sus taras raciales -provoca su conocimiento a través de las crónicas
de quienes los trataron.

Foto de la serie de prisioneros de 1884 tomada en Tigre por Samuel Boote y publicada por Vignati. Dice el
epígrafe mujeres de la gente de los caciques Inakayal y Foyel. Esta foto nos muestra con crudeza al prisionero
derrotado con gran carga de humillación, y la exhibición de los torsos desnudos

Tratar de dar una idea de los caracteres morales de estos indígenas es asunto por demás difícil dada
la complejidad de sentimientos que los animaban y que, fácilmente, se trocaban desde la amistosa
deferencia a la animadversión violenta. No cabe dudar que las distintas situaciones, por transitorias
que fueran, eran origen de reacciones por lo común irrazonadas y siempre desproporcionadas al
motivo aparente que las ocasionaba. En estos momentos cruciales es, sin embargo, cuando
despojados de todo convencionalismo, dejaban en plena desnudez los sentimientos inferiores y el
salvajismo congénito.”23
Vuelto Moreno a Patagonia, supo de la muerte de Sam, procediendo a desenterrar su cadáver
(Moreno, Viaje, 93) cuyo esqueleto se conserva en las colecciones antropológicas del Museo de La
Plata donde figura con el N°1837 (Lhemann-Nitsche, Catálogo, 86.).24

Objeto de estudio

Durante su estadía en el museo fue estudiado por Hermann Ten Kate, que señalaba:

Inacayal, durante sus accesos de cólera, trataba de 'gringos' a los argentinos y decía 'yo jefe, hijo de
esta tierra, blancos ladrones… matar mis hermanos, robar mis caballos y la tierra que me ha visto
nacer, además prisionero… yo desgraciado'. En esos momentos su rostro reflejaba la mayor
tristeza.25

21Briones, 1998; Penhos 2005


22Vignati Icon. Abor.I pág. 15
23Vignati Icon Abor. I pág. 15
24VignatiIconAbor. II pág. 226
25 Ten Kate 1904:43
Antiguas vitrinas del Museo de La Plata con la exhibición de esqueletos humanos

A diferencia de Foyel que, a instancias de gestiones de Moreno, logró regresar a la Patagonia y obtuvo un
permiso del gobierno y el otorgamiento de tierras, Inakayal murió en el museo.

Conforme a la versión oficial, su fallecimiento ocurrió el 24 de septiembre de 1888. Clemente Onelli considera
que Inakayal presintió su muerte y, por dicha razón, realizó un último ritual en las escalinatas del museo,
acompañado por dos indios que lo sostenían. Desnudó su torso, hizo un ademán al sol del crepúsculo y otro al
sur, hablando palabras desconocidas. Esa misma noche Inakayal habría muerto.

Inakayal, poderoso cacique araucano, hecho cautivo en la guerra del desierto, vivía libre en el
Museo de La Plata; ya casi no se movía de su silla de anciano. Y un día cuando el sol poniente teñía
de púrpura el majestuoso propileo de aquel edificio engarzado entre los sombríos eucaliptus...
sostenido por dos indios, apareció Inacayal allá arriba, en la escalera monumental: se arrancó la
ropa, la del invasor de su patria, desnudo su torso dorado como metal corintio, hizo un ademán al
sol, otro larguísimo hacia el sur: habló palabras desconocidas y en el crepúsculo, la sombra
agobiada de ese viejo Señor de la tierra se desvaneció como la rápida evocación de un mundo. Esa
noche misma, Inakayal moría, quizás contento de que el vencedor le hubiese permitido saludar al sol
de su patria.26

Vignati (1942) considera que, si bien lucía como un anciano, tendría alrededor de 55 años.

Cacique Inacayal, foto de frente y perfil

Sus restos no fueron enterrados. Al igual que lo sucedido con otros miembros del grupo fallecidos en el museo
(i.e. la mujer de Inakayal, la hija de Foyel y Tafá), sus huesos, cerebro, cuero cabelludo y su máscara vaciada
en yeso -tomada después de su muerte-, pasaron a formar parte del Departamento de Antropología del Museo
de La Plata y fueron exhibidos en la Sala de Antropología hasta 1940, en que fueron guardados en sus
depósitos.

26 Onelli 1908:571. Clemente Onelli era el secretario de Moreno en el Museo.


Ten Kate 1904, Cerebro de Inacayal, Láms III y IV

No hubo honras fúnebres para Inacayal. Las mujeres de su comunidad no pudieron envolver su cadáver en
quillangos o mantas, ni adornarlo para la última morada. Tampoco fue sacrificado ninguno de sus caballos
para que lo condujeran a la eternidad.

El antropólogo Herman Ten Kate describió a Inakayal en la Revista del Museo: Era reservado, desconfiado,
orgulloso y rencoroso. Comunicativo solamente cuando estaba ebrio. Dormía casi todo el día, discutía
fácilmente, muy apático y sin ninguna preocupación por su persona27.

Luego de las muertes de varios de su grupo, Inakayal estaba triste y casi no dormía. Pasaba horas mirando los
restos de su mujer que habían sido puestos en exposición en una vitrina del museo, junto a otros esqueletos.
Para la primavera de 1888, el cacique tehuelche podía estar horas y horas mirando a la nada. Caminaba
encorvado, arrastrando los pies; también hablaba solo, y se le caían los pantalones de tan delgado que estaba.
Murió el 24 de septiembre de 1888, por razones no del todo claras; sin embargo, se elaboraron las siguientes
teorías acerca de su deceso:
• Se suicidó por el tormento que le ocasionaba estar lejos de su tierra y prisionero en el museo en donde
tenía que ver expuestos en las vitrinas los restos de sus seres queridos.
• Lo empujaron por las escaleras de acceso al museo cuando se desnudó en público en uno de sus
rituales. Esto lo fundamenta el antropólogo Ten Kate, quien observó que el esqueleto tenía los huesos
de la nariz quebrados por alguna caída o golpe, y además le faltaban varios dientes.
• Por último, la teoría más mencionada, dice que Inakayal al saber que iba a morir, realizó un ritual tras
el cual se desvaneció. Así lo dejó asentado el naturalista italiano Clemente Onelli, secretario de
Moreno.
El esqueleto del cacique fue descarnado y se lo preparó para exponerlo en el museo en donde había vivido sus
últimos años. Así permaneció a la vista del público durante más de 50 años, hasta la década de 1940.

27 Ten Kate 1904:43, también Vignati 1942:23


Su esqueleto, su cerebro y su cuero cabelludo fueron expuestos como “piezas de colección” en las vitrinas del
Departamento de Antropología del Museo de Ciencias Naturales de la Plata. .

Reclamos
Los restos de Inakayal, así como de otros conocidos caciques protagonistas de la Conquista del Desierto, han
sido objeto de reclamos por diversas organizaciones indígenas desde los setenta28.

En noviembre de 1988 el Centro Indígena Mapuche Tehuelche de Chubut, representado por su presidente
Juan Antilef, presenta un reclamo por restitución al Museo de La Plata los restos del cacique Inakayal. El
Centro invoca el mandato comunitario, por el cual los restos de indígenas muertos en cautiverio deben volver
a su comunidad al cumplirse los 100 años de su fallecimiento.29

Este reclamo obtuvo la adhesión de algunos docentes de la Facultad de Ciencias Naturales de La Plata, lo cual
fue visto como una insurrección por las autoridades académicas. Existía un obstáculo legal para la restitución
que parecía insalvable, ya que los restos de Inakayal formaban parte de las colecciones del Museo y, por ende,
pertenecían al dominio público del Estado (en virtud de lo dispuesto en el art 2339 inc. 9 del Código Civil). De
modo que era necesario contar con una ley nacional que los desafectara de su condición para que el Museo
pudiera autorizar a su devolución.

En 1990, el Senador Nacional Hipólito Solari Yrigoyen (que había apoyado los reclamos del Centro Mapuche
Tehuelche) presentó un proyecto de ley al Congreso disponiendo el retorno de Inakayal a Tecka. El proyecto
recibió la adhesión de numerosas agrupaciones indígenas, aunque no compartían los motivos por los cuales
los restos debían ser devueltos.
El Senador Solari Yrigoyen justificó la devolución en las siguientes razones:

a) Inakayal había ayudado en la exploración de la Patagonia;


b) protegió a viajeros científicos como Musters en 1869, Guerrico en 1872 y Moreno en 1875, cuando éste
fue perseguido por Sayhueque;
c) en su toldería enarboló la bandera argentina, como reconocimiento del gobierno nacional y estuvo a
favor del progreso, porque le enseñó a su gente a cultivar la tierra;

28 Endere 2000 passim


29 Di Fini 2001:209
d) fue tomado prisionero injustamente. Finalmente señalaba que es una cuestión de justicia y respeto por
la dignidad humana reconocer el derecho de las comunidades indígenas a conservar en sus tierras los
restos de sus ancestros.

Varias organizaciones indígenas manifestaron sus diferencias con los argumentos de Solari Yrigoyen en las
cartas de apoyo al proyecto. Señalaron que:
a) no sólo los restos de Inakayal, sino los de los otros caciques que fueron despojados de sus territorios
deberían ser enterrados en sus propias tierras, inclusive Sayhueque (Asociación Indoamericana de
Argentina -Aindara-, Centro Cultural Tinkunaku y Movimiento Nuestras Raíces);
b) las naciones indígenas precedieron al Estado argentino y la historia argentina comenzó hace 20.000
años atrás, no en 1810 con la emancipación de España (Centro Cultural Tinkunaku);
c) Inakayal nunca renunció a su derecho a las tierras pese a haber enarbolado la bandera argentina (Centro
Cultural Tinkunaku);
d) los colores de la bandera argentina están también presentes en la bandera Mapuche (Gran Parlamento
Indígena Nacional);
e) es una cuestión de Derechos Humanos la devolución de todos los restos indígenas (Aindara, Movimiento
Nuestras Raíces);
f) Inakayal debería ser considerado un héroe nacional (Aindara)2.

Ley Nacional Nº 23.940

En mayo de 1991, el proyecto de Solari Yrigoyen fue aprobado en el Congreso y se convirtió en la Ley Nacional
Nº 23.940. En ella se dispone que el Poder Ejecutivo Nacional (PEN) deberá trasladar los restos de Inakayal
a la localidad de Tecka, provincia de Chubut, donde será enterrado luego de recibir honores militares. Sin
embargo, su retorno se demoró porque el PEN no dictaba el decreto reglamentario que hiciera operativa dicha
ley.
El decreto Nº 2.391 fue finalmente sancionado en noviembre de 1993, luego de que Solari Yrigoyen iniciara
una causa por incumplimiento de los deberes de funcionario público al entonces titular del Ministerio del
Interior. El decreto dispone que se creará una comisión ejecutiva que programará y coordinará el traslado.
Tres meses después, el Consejo Superior de la UNLP aprobó el traslado por unanimidad, cambiando un
criterio que había sostenido por décadas. El entonces director declaró que el museo se había negado a
devolver a Inakayal en el pasado porque no había garantías del destino de sus restos. Sin embargo, Solari
Yrigoyen consideraba que las autoridades del museo se vieron forzadas a cambiar su posición porque eran
concientes de su responsabilidad legal30.

El espíritu de Inakayal, regresa a su hogar

El 19 de abril de 1994, coincidiendo con el Día del Aborigen, los restos de Inakayal fueron trasladados a
Esquel en un avión de la Fuerza Aérea y acompañado por autoridades nacionales, provinciales y por el Dr.
Gustavo Politis, en representación del Museo de la Plata. Los restos habían sido entregados por las
autoridades del Museo en un acto oficial realizado en La Plata.
Los honores militares se rindieron en el aeropuerto de Esquel. La urna que contenía sus restos fue luego
llevada a caballo por descendientes indígenas hasta Tecka. Cuando la procesión llegó a dicha localidad, la urna
fue llevada a pie al mausoleo. Comenzaron las rogativas y, a su paso, se arrojaban semillas de trigo y agua.
Una vez en el mausoleo la urna fue cubierta de piedras como un chenque. Inakayal recibió honores militares y
fue cubierto con la bandera argentina. Los honores militares fueron –en 1998- aceptados por los
representantes originarios, porque significaba que finalmente se reconocía la jerarquía de Inakayal como jefe
de la región. Parte de los honores a un cacique es enterrarlo con la bandera argentina. Esta bandera es algo
muy significativo para la comunidad, simboliza la tierra. Nosotros somos los verdaderos argentinos, porque
somos los descendientes de aquellos que primero se relacionaron a este territorio (Rosa Chiquichano)31. La
ceremonia fue acompañada por un gran número de personas, de distintas comunidades, quienes recibieron
sus restos como si Inakayal hubiera muerto ese día32. Un fuerte viento sacudió la procesión a la llegada al
mausoleo, por lo que tuvo que suspenderse el acto oficial que iba a realizarse en el lugar y se concluyó frente a
la Municipalidad. No obstante, las mujeres, incluidas las bisnietas de Inakayal, continuaron sus ceremonias en
el mausoleo hasta el anochecer. La gente local cree que aquel viento era el espíritu de Inakayal, que
regresaba a su hogar33. La noticia fue ampliamente cubierta por la prensa nacional. Los principales diarios lo
presentaron como un caso de reparación histórica por el trato injusto que había recibido el cacique.

30 Endere 2000 passim


31 Esquel, 10.07.1998 en Endere 2000
32 Osorio Pisco, com. pers., Tecka, 11.07.1998 en Endere 2000
33 Osvaldo Cuevas, Intendente de Tecka, com. pers., Tecka, 11.07.1998 en Endere 2000
El regreso de Inacayal a Tecka 1994 en Pepe el al. 2009.

El periódico El Día de La Plata hizo hincapié en el debate originado a partir de su devolución, destacando que,
mientras algunos investigadores mostraban preocupación por la pérdida de valiosas piezas del museo y por el
daño al patrimonio cultural y científico que este tipo de reclamo pudiera acarrear, las personas consultadas en
la calle sostenían que los restos de los caciques deberían ser devueltos a sus descendientes34.

El retorno del Cacique

Para las comunidades, el mausoleo de Tecka es considerado un lugar sagrado donde suelen pasar a dejar flores
o una piedra sobre la tumba. Los habitantes de la Colonia Pocitos de Quichaura, ubicada a 70 km de Tecka,
consideran que el regreso de Inakayal significó que la colonia comenzó a ser tenida en cuenta… desde que él
volvió todo comenzó a mejorar (Casiano Calauquir)35. Efectivamente, en los años siguientes, la comunidad
empezó a recibir más ayuda del gobierno, se instaló un equipo de radio para conectarse con el municipio más
próximo e informarse sobre el precio de la lana en el mercado, se construyó una Sala de Usos Múltiples y
constituyeron legalmente una comunidad indígena. Los miembros de la comunidad remarcaron la
importancia de los rituales efectuados a Inakayal durante su funeral. El número de participantes en el
Camaruco no solo demostró a las autoridades la presencia indígena en la región sino que sirvió para reforzar
sus propias tradiciones. Casiano Calauquir, un anciano de la comunidad señaló36:

Nosotros estábamos muy felices, el cacique Inakayal era muy respetado, nunca antes se habían
juntado tantos descendientes como cuando él volvió. Debemos hacer Camarucos más seguido pero
son muy caros, se necesita mucha gente, caballos, comida y a los mayores, que saben cómo hacer las
cosas… Hoy la gente puede hacer Camarucos, pero antes estaban prohibidos… teníamos que pedir
permiso a la Gendarmería [….]

34 El Día, 15.04.94. en Endere 2000


35 11.07.1998 en Endere 2000
36 Endere 2000
Mausoleo de Inacayal en Tecka

Interior del Mausoleo de Inacayal en Tecka

Nuevas debates en relación a los restos de Inakayal

A mediados de la década de 2000, un grupo de estudiantes del Museo ofreció al Jefe de la División
Antropología del Museo de La Plata su colaboración en la organización y reordenamiento de los restos
humanos allí depositados. Así se revisaron las colecciones y sus registros para agrupar todo aquello que
perteneciera a un mismo individuo. Este grupo que se constituyó como GUIAS (Grupo Universitario de
Investigación en Antropología Social), en el 2006, hizo público el hallazgo del cuero cabelludo y del cerebro de
Inakayal, conservado en formol.37

Restos del cuero cabelludo oreja y cerebro de Inacayal y esqueleto de su esposa, aún conservados en el Museo de La Plata. 38

37 Pepe et al. 2010 passim


38
En Pepe et al. 2010. Grupo GUIAS y Prisioneros en el Museo de La Plata, 2010
Reclamos desde Chubut

Conocida la noticia, las comunidades del Chubut con el respaldo de la Secretaría de Cultura de Chubut,
iniciaron los reclamos. La restitución complementaria de los restos del Cacique Inakayal fue formalmente
solicitada por la Asociación Civil Cacique Inacayal y la Gobernación de Chubut mediante Expediente Nº 1000
- 05206/2006 - 00 39.
En efecto, en 1994, se habían restituido sólo los restos óseos de Inakayal, pero no los órganos y tejidos
extraídos del cuerpo, pese a que se conocía su existencia, ya que habían sido descriptos por Ten Kate en 1904 y
mencionados en el catálogo publicado por Lehmann-Nitsche en 1910.

El cuero cabelludo de Inakayal se encontraba en un sobre de papel madera que contenía su número de
registro. En el Laboratorio se guardaban cuatro cerebros en formol, dos de ellos tenían borrado el número de
inventario pero se suponía que podrían corresponder a Inakayal y a Margarita Foyel.

Por esta razón, la directora del museo, Dra. Silvia Ametrano, tomó la iniciativa de solicitar que se realizaran
estudios de ADN para su identificación, previa solicitud de consentimiento a la Asociación Civil Cacique
Inakayal, conforme lo dispuesto en la ley N° 25.517.

En septiembre de 2006, los genetistas del Centro Regional de Estudios Genómicos de la UNLP tomaron
muestra del cerebro a fin de efectuar estudios de ADN, sin embargo sus resultados no se han hecho públicos.
Sólo fueron informados oralmente por el Director del Centro, quien manifestó que el estudio había fracasado
debido a las condiciones de preservación del tejido, ya que llevaba más de 100 años sumergido en el líquido
contenedor40.

En mayo del 2007, por iniciativa del grupo GUIAS se efectuó un estudio comparativo consistente en contrastar
las medidas, peso y cortes realizados sobre el cerebro de Inakayal por el Dr. Christfried Jakob en 1906 con los
restos encontrados en el laboratorio. Gracias a este estudio se habría determinado que se trataba de la misma
persona.41

En los últimos años el trámite de devolución de los restos remanentes de Inakayal no ha tenido avances
significativos. En el Museo de La Plata se está analizando qué determinación tomar ante la imposibilidad del
estudio genético para luego acordarla con los reclamantes. Esta decisión se prevé para este año. Para ello se
están analizando distintos antecedentes mundiales42.

En la actualidad los restos de Inakayal se encuentran en el depósito denominado Sala Ameghino del Museo de
La Plata, junto con otros familiares cuyos restos han sido unificados e identificados.

La muerte de Inakayal

El grupo GUIAS considera que la causa de la muerte de Inakayal debe ser calificada como "dudosa",
basándose en la descripción del esqueleto que efectúa Ten Kate, quien afirma que los huesos de la nariz
estaban quebrados por una caída o un golpe, también le faltan varios dientes. Por esta razón suponen que
habría rodado por las escaleras, no descartando que haya sido empujado al desnudarse en público o bien que
se haya suicidado.43 Por su parte, Moreno menciona como posibles causas de las muertes de los indígenas
alojados en el museo a la tisis y otras enfermedades de las vías respiratorias, complicadas muchas veces con
otros males que resultan del contacto del salvaje con los centros civilizados minan estas razas.44

Investigaciones recientes han puesto también en duda la fecha de fallecimiento de Inakayal que fue señalada
por Clemente Onelli y tomada por oficial, basándose en una noticia publicada por un periódico de la época que
indica que el Cacique había fallecido el 26 de setiembre de 1887 y que sus restos estaban siendo diseccionados
en el Museo de La Plata. La denuncia de su muerte fue publicada por La Capital de La Plata y no fue refutada
por las autoridades del museo45.

39 Pepe et al. 2010:36


40 Endere 2000
41 Pepe et al. 2009
42 Silvia Ametrano, com. pers., 26.04.2011. en Endere 2000
43 Pepe et al. 2010:32.
44 nota publicada en La Capital 01.10.1987 citada por Oldani et al 2000
45 Oldani et al.2000.
Algunas reflexiones

Inakayal constituye el primer caso exitoso de restitución en Argentina, abriendo el camino legal para viabilizar
los siguientes reclamos. Este caso produjo un profundo impacto en los descendientes originarios, en la
comunidad científica y en la población en general46.
• En las comunidades y organizaciones Mapuche-Tehuelche, sobre todo en aquellos que habían
presentado reclamos, por haber concretado un viejo anhelo que parecía difícil de alcanzar.
• En la comunidad científica o, al menos, en un grupo significativo de investigadores, el impacto no fue
menor, ya que consideraban que el argumento del valor científico y patrimonial de las colecciones
antropológicas los mantenía inmunes a cualquier reclamo étnico.
• Por su parte, la población en general mostró estupor al enterarse, a través de los medios de
comunicación, de que los restos de conocidos caciques históricos no estaban en sus tumbas sino en los
depósitos del Museo de La Plata.

Para comprender el caso de Inakayal es necesario, en primer lugar, analizar el paradigma científico imperante
en la época y la manera en que se concebía al otro etnográfico tanto en vida como después de la muerte. El
interés por el estudio de los restos humanos indígenas se basaba en una concepción difundida de la
antropología evolucionista del siglo XIX, que consideraba que los grupos indígenas contemporáneos
constituían fósiles vivientes que representaban los estadios más primitivos de la evolución humana.
Francisco P. Moreno consideraban que los esqueletos patagónicos podrían ayudar a revelar el origen del
hombre en el territorio americano. Moreno pretendía además demostrar el interés que para los argentinos
tiene el pasado más remoto de nuestros precursores en este suelo, como base de nuestra historia47. En efecto,
en la exhibición de la historia física y moral de los argentinos del Museo de Ciencias Naturales de La Plata,
proyectada por Moreno, la serie antropológica patagónica ocupaba un papel destacado, ya que iba desde el
hombre testigo de la época glacial hasta el indio últimamente vencido48.

Esta visión evolucionista de la antropología, si bien fue compatible y, de algún modo, sirvió de justificación
para las políticas de exterminio implementadas por los gobiernos de la época, no estuvo exenta de polémicas.
No sólo había voces disonantes respecto de cómo resolver la cuestión indígena a fines del siglo XIX, sino que
la manipulación de restos humanos con fines científicos no era una cuestión bien vista en general por la
sociedad, mayoritariamente instruida en los valores cristianos. No es casual que el secreto y el ocultamiento
fuera una práctica habitual durante las actividades de recolección, disección y guarda de los cuerpos. 49

Lo que es más difícil de comprender es por qué Inakayal, considerado como hospitalario, pacífico y civilizado,
no fue excluido de convertirse en objeto de estudio y de exhibición.
En primer lugar la exhibición de grupos indígenas vivientes no era algo ajeno a las costumbres de la época y se
han registrado otros casos de indígenas que a pesar de vivir en museos y tener una relación cercana con los
investigadores, corrieron la misma suerte que Inakayal.
No obstante, la clave de este caso es explicada claramente por Quijada (1998), cuando puntualiza que el
interés de llevar a Inakayal a las vitrinas del museo se debía a que se le atribuía el carácter de ser un ejemplar
único de su raza (un arquetipo) y, como tal, poseía un particular interés científico. En efecto, era considerado
un representante de las razas antiguas, de los auténticos indios argentinos que proveerían una clave acerca
del origen del hombre americano, a diferencia de los braquicéfalos invasores tardíos de las pampas y
Patagonia, considerados extranjeros. Teoría que algunos siguen sosteniendo aún hoy, con sesgos claramente
racistas y/o xenófobos
El General Conrado Villegas, en su conferencia del Instituto Geográfico del 21 de julio de 1881, lo expresó
claramente cuando refiriéndose a Inakayal señaló que: Este cacique es uno de los pocos indios que van
quedando de la antigua tribu de los pampas, de los cuales no quedan sino quince o veinte. Es del tipo del
verdadero indio argentino… (Villegas 1881:41).

Cuando se da la discusión acerca de su restitución, aún no se había reformado la Constitución Nacional (que
incorporó en 1994 el importantísimo art. 75 inc. 17) ni se había dictado la Ley N° 25.517 de restitución de
restos indígenas de 2001. La actuación de Solari Yrigoyen fue decisiva pero no incluía los restos de la mujer de
Inakayal y la hija de Foyel.
La mayoría de los reclamos y restituciones se han dirigido no sólo a individuos de identidad conocida sino a
caciques de reconocida trayectoria histórica. En esto puede observarse que, más que una cuestión moral,

46 Endere2002
47 Moreno 1878:15
48 Moreno 1878:26-27, 1890, 1969:28; véase también Podgorny 1995; Endere 1998 y Quijada 1998. En Endere 2000
49 Endere 2000
fundada en el respeto a los muertos y a sus restos mortales, se impone la necesidad de reivindicarlos desde el
punto de vista histórico, incorporándolos a la historia nacional y al culto de los héroes argentinos.

Actualmente, razones que van desde lo humano hasta lo legal, hacen difícil negar el control sobre los restos
humanos de los ancestros. El caso Inakayal sigue vigente y continúa marcando hitos en el desarrollo de las
reinhumaciones en Argentina.

Alguno de los carteles del Mausoleo de Inacayal, Tecka

Documental Inacayal - La Negación de Nuestra Identidad. 2011, de Myriam Angueira y Guillermo Glass.

Pero aún después de muerto, Inakayal siguió sufriendo la humillación de los blancos

Tras su deceso, las mujeres de su comunidad no pudieron –tal como lo prescribe el ritual funerario de
su pueblo- envolver su cadáver en posición fetal en mantas de lana, ni adornarlo para la última
morada. Tampoco se sacrificó ninguno de sus caballos para que –según la creencia- lo condujesen a
lomo durante el viaje a la eternidad. Hacía ya mucho tiempo que el cacique había sido privado de su
ganado y de la práctica ecuestre –de significativa importancia en su cultura.

No hubo honras fúnebres para Inakayal. Sólo el llanto y los lamentos; la tristeza y la impotencia de
sus descendientes cuando, su cuerpo fue descarnado y sus cabellos arrancados de su cráneo para
poder ser expuesto su esqueleto, su cerebro y su cuero cabelludo como “piezas de colección” en las
vitrinas del Departamento de Antropología del Museo de Ciencias Naturales de La Plata.

El destierro de Inakayal terminó aquel Día del indio Americano de 1994, cuando en el marco de una
conmovedora ceremonia, fue enterrado en la apartada serranía de Tecka mirando hacia donde se
pone el sol en las que fueron sus montañas.
Esta restitución fue la primera que se llevó a cabo en Chubut y, si bien esta medida, reconoce el
derecho de las comunidades indígenas sobre el valor científico de las investigaciones, solo alcanza a
los indígenas con rango de cacique. […] 50

Las colecciones del Museo de la Plata en la visión del artista Duilio Pierri en la muestra El Imperio de las Pampas. CABA dic 2011

Bibliografía
Álvarez, Isabel María. 2004. A la memoria de Inacayal. La Oveja Negra. Año 3, Nº8, nov 2004:3-5
Cox, G. E. 1863. Viaje en las regiones septentrionales de la Patagonia. 1862-1863. Imprenta Nacional, Santiago de Chile.
Cox, Guillermo. 1909 [1862 63]. Viaje en las rejiones septentrionales de la Patagonia, 1862-1863. Calle de la moneda imprenta nacional,
Santiago de Chile 273 pp
De la Silva María Cristina Tecka, una localidad tras la recuperación de su historia:La Reivindicación del Cacique InakayalIer. Congreso
Internacional Patrimonio Cultural. Córdoba 2002
Di Fini, María. 2001. Visibilidad/Invisibilidad en la relación Sociedad Aborigen/Estadoi Nacional. En Garret, M y C. Bellelli (comp). 2001.
La Trama Cultural. INAPL, edicCaligraf. Pp 208-218
Dumrauf, Clemente I, Historia de Chubut, Colección: Historia de Nuestras Provincias Nº 15. Editorial Plus Ultra, Callao 575, Buenos
Aires, 1992.
Endere, M. (2000). Patrimonios en disputa: acervos nacionales, investigación arqueológica y reclamos étnicos sobre restos humanos.
Trabajos de Prehistoria, 57 (1), 1-13.
Endere, María Luz 2011. Cacique Inakayal. La primera restitución de restos humanos ordenada por ley. Corpus. Archivos virtuales de la
alteridad americana, Vol. 1, N° 1, 1er semestre 2011, ISSN 1853-8037, URL: http://ppct.caicyt.gov.ar/index.php/corpus
Ginóbili de Tumminello, M. E. 1990. Aportes científicos de los Salesianos. Observaciones etnológicas y etnográficas de la obra inédita del
P. Lino Carbajal. Textos Ameghinianos; Biblioteca de la Fundación Ameghino.
Moreno Francisco P. 1876 Viaje a la Patagonia Septentrional Tomado de: Anales de la Sociedad Científica Argentina, T. 1, Imp. Coni,
Buenos Aires, 1876.
Moreno, E. V. (1942). Reminiscencias de Francisco P. Moreno. Buenos Aires..
Moreno, F. (1969) [1879]. Viaje a la Patagonia Austral,1876-1878. Buenos Aires: Ediciones SolarHachette.
Moreno, Francisco P. 1898. Apuntes preliminares sobre una excursión a los territorios del Neuquen, Río Negro, Chubut y Santa Cruz.
Revista Museo La Plata 8:201-371.
Musters, J. Ch. 1911 [1871]. Vida entre los Patagones. Un año de excursiones por tierras no frecuentadas, desde el estrecho de Magallanes
Hasta el Río negro. Universidad Nacional de La Plata. Biblioteca centenaria. T I 388pp.
Penhos, Marta. Frente y perfil. Fotografía y prácticas antropológicas y criminológicas en Argentina a fines del siglo XIX y principios del
XX, en: Arte y Antropología en la Argentina. Fundación Espigas/ Fundación Telefónica/ FIAAR, 2005:15-64.
Pepe, F., Añon Suárez, M. y Harrison, P. (2009). Descosificación de las colecciones de antropología biológica en el Museo de la Facultad
de Ciencias Naturales de la UNLP. Trabajo presentado en el Congreso de la Asociación de Estudios Latinoamericanos, Río de
Janeiro, 11 al 14 de junio de 2009.
Pepe, F., Añon Suárez, M. y Harrison, P. (2010). Antropología del genocidio. Identificación y restitución: colecciones de restos humanos
en el Museo de La Plata. La Plata: de La Campana.
Pietrobelli, F. 1971. Primeras exploraciones y colonizaciones de la Patagonia central, Comodoro Rivadavia. Edición de la Asociación
Italiana.
Podgorny, I. y Politis, G. (1992). ¿Qué sucedió en la historia? Los esqueletos araucanos del Museo de La Plata y la Conquista del Desierto.
Arqueología Contemporánea 3, 73-79.
Prisioneros en el Museo de La Plata 2010 http://misteriosdelaplata.blogspot.com.ar/2010/11/prisioneros-en-el-museo-de-la-plata.html
Quijada, M. (1998). Ancestros, ciudadanos, piezas de museo. Francisco P. Moreno y la articulación del indígena en la construcción
nacional argentina (siglo XIX). Estudios interdisciplinarios de América Latina y el Caribe 9 (2), 21-46.
Solari Yrigoyen, Hipólito. 2005. Testimonios Australes. Cap VIII. El regreso del cacique Inacayal a la Patagonia. Pp 111-114.
Ten Kate, H. (1904). Materiaux pour servir a l'anthropologie des indiens de la République Argentine. Revista del Museo de La Plata, 12,
31-57.
Vignati, Milcíades Alejo. 1941-46 Iconografía Aborigen. I. Los Caciques Sayeweke, Inakayal y Foyel y sus allegados. Rev. Mus. La Plata,
nva. srie. II, Antrop 10 : 13-48 + XXVIII láms.

50
Álvarez, Isabel María. 2004

También podría gustarte