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El otro, el mismo
Recientemente, en una conversación telefónica con una persona que había sido designada
originarios me dijo explícitamente: “Para nosotros los que cuentan son los tehuelche,
porque los mapuche no son de acá”. Aclaré que, al menos desde que hay archivos —
desde fines del siglo XIX—, hay constancia de la presencia mapuche. En su siguiente
intervención mencionó un programa nacional para escuelas rurales intentando dar cuenta
de que estaba al tanto de políticas federales, a lo cual expliqué que estos fondos sólo son
Desconcertada preguntó con cierto enfado: “¿Pero en qué pueblos? ¿En qué ciudades?”.
“En todos”, respondí. “Acá, en Río Gallegos, en Puerto Santa Cruz, en Caleta Olivia, en
los miembros de Camusu Aike están radicados acá”. Ya impaciente preguntó: “¿Pero
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dónde están?”. Planteé entonces que una de las falencias de las políticas públicas ha sido
no haber propiciado un contexto favorable para que aquellos que reconocen ancestros
indígenas puedan hacerse la pregunta “¿Quién soy?”. Es decir, que tengan la posibilidad
de elegir o no identificarse públicamente con sus padres y/o abuelos ya que, debido a
prejuicios negativos del entorno, muchas personas sólo lo hacen en el espacio íntimo,
familiar. Remarqué que muchos indígenas (tanto de zonas rurales como urbanas)
desconocen que tienen derechos particulares y, sintetizando, argumenté que una de las
tareas del estado debería consistir en actualizar las publicaciones escolares vigentes ya
que han sido elaboradas desde la historiografía nacionalista, una historiografía que
ensalza las glorias militares, apropia a los tehuelche como “indios argentinos”, excluye a
los mapuche como “indios chilenos” y supone que los primeros “se extinguieron”. El
propósito de este trabajo consiste en analizar los procesos que han llevado a los
austral considera que los tehuelche “se extinguieron”. En la provincia de Santa Cruz, en
particular, se ha generalizado la idea de que “no hay indios”: mientras que se supone que
éstos han sido víctimas de un destino inevitable, los mapuche son considerados
ilegítimos, resultado de una migración reciente procedente desde otras provincias o desde
distintas latitudes de la Patagonia (Kropff 2002, Rodríguez 2002, 2004a, Trpin 2004,
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Vidal 1999), en tanto que los otros pueblos indígenas son completamente invisibilizados.
generación de leyendas sobre la “tierra del fin del mundo”, “tierra maldita”, tal como la
calificó Darwin en el siglo XIX, poblada por cazadores de guanacos de estatura elevada y
contextura fuerte, vestidos con pieles y refugiados en toldos. En la segunda mitad del
siglo XIX fueron apropiados como “indios argentinos” por las narrativas de los
formaron las “colecciones” de los primeros museos. El argumento central de este trabajo
es que, luego de haber sido enclavados en “reservas” a comienzos del siglo XX,
búsqueda del “último tehuelche” son “homenajeados” entre lamentos por historiadores
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locales, folkloristas y políticas patrimonializadoras que reinscriben en lápidas prejuicios
informes científicos, experiencias de vida y narrativas orales que tuvieron lugar entre el
originarios en Santa Cruz tomando como eje un caso paradigmático: el pasaje de Camusu
Aike desde “reserva” vigilada a “comunidad” autónoma. Los sentidos de membresía que
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Dispositivos de invisibilización y visibilización
Hacia mediados del siglo XIX, los estados argentino y chileno recientemente
contraste con los siglos previos en los que las esporádicas excursiones no se internaban
más allá de la costa1. En 1843 Chile funda la ciudad de Punta Arenas, en cuyo puerto
anclaban hacia fines del siglo XIX alrededor de 1.000 barcos al año, volviéndose el centro
intermediarios con los mercados de Londres y Liverpool. Su auge decae a partir de 1914
debido a la disminución del tránsito marítimo provocada por la inauguración del canal de
instalar, dieciséis años después de la fundación de Punta Arenas, una Delegación Marítima
en la Isla Pavón bajo la supervisión de Luis Piedra Buena quien, al igual que los
comerciantes de dicha ciudad, trocaba con los indígenas yerba, harina, azúcar y aguardiente
por plumas de avestruz y pieles de guanaco que eran colocadas en el mercado europeo. La
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Hasta ese momento, todos los intentos poblacionales al sur del paralelo 46˚(límite actual entre Santa Cruz
y Chubut) fracasaron. En 1581, Sarmiento de Gamboa (1950) es enviado desde España con 2.500 hombres y
23 naves para fundar nuevas colonias en el Estrecho de Magallanes. Se funda una en la que 400 hombres y 30
mujeres fueron abandonados sin recibir posterior ayuda. En 1780, Antonio de Viedma se establece en la zona
del actual puerto San Julián, lugar aconsejado por el cacique Julián Gordo, luego de un primer asentamiento
fallido en Puerto Deseado. Hasta el momento en que se crea la Gobernación de Santa Cruz (1884), las únicas
instalaciones que había en la Patagonia eran Valdivia (1552, en la actual X Región Chilena), Carmen de
Patagones (1779, en la actual provincia de Río Negro), Punta Arenas (fundada en 1843 como Fuerte Bulnes
cerca del emplazamiento de la actual ciudad, XII Región), Isla Pavón (1859, en la actual provincia de Santa
Cruz), Cañadón Misioneros (1862, 1873, idem), la Colonia galesa (1865, en la actual provincia de Chubut) y las
Islas Malvinas/ Falklands Islands (1767, reclamadas por Francia, Gran Bretaña, España y, luego de su
independencia, por Argentina).
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expansión del capitalismo no sólo los incluye como proveedores de materias primas, sino
también en sus narrativas. Los viajeros imperiales sentaron las bases del evolucionismo, la
Patagonia con la misión de elaborar cartografías que permitieran reclamar soberanía ante
Chile, identificar recursos naturales a ser explotados, relevar sitios para el asentamiento
Desierto” (1879-1885), éstas dejaron sin efecto tratados firmados entre el estado y los
indígenas en los años previos y permitieron al General Julio Roca ganar la presidencia. El
suponía que éstos impondrían entre las masas bárbaras el orden y el progreso
los enunciados de la “extinción inevitable”, destino de las “razas inferiores” por efecto de
la civilización.
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La invisibilización de los tehuelche en Santa Cruz se cristaliza con la publicación
de Los tehuelches: Una raza que desaparece (Ramón Lista 1894), nutrida con modelos
basados en taxonomías raciales en los años ‘40 se consolida luego del cambio de estatus
subjetividad en el que sólo es posible ser indígena en las zonas rurales y en el pasado,
aquellos que se trasladaron a los centros urbanos simplemente dejaron de “ser” (con
excepción de los que hablaban la lengua), pasando a conformar una masa de marginales
“aparatos”), definidos por Michel Foucault (2002 [1969]) como conjunto de prácticas
morales o filosóficos, etc.) que resultan de una vigilancia intensa controlada por
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En 1878, el presidente Nicolás Avellaneda crea la Gobernación de la Patagonia (ley 954) ordenando al
comodoro Luis Py ocupar Santa Cruz; la ley de Organización de los Territorios Nacionales (1532/84)
fragmentó dicha unidad en cuatro jurisdicciones: Neuquén, Río Negro, Chubut y Santa Cruz. La
provincialización fue propuesta en la Ley 14.408/54 durante la presidencia de Perón. Debido al golpe de
estado de 1955, ésta quedó paralizada hasta 1957, momento en que la autotitulada “Revolución
Libertadora” decide convocar a elecciones para una Asamblea Constituyente en un marco de proscripción
del peronismo.
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lingüístico, visual, censal, etc.) de los considerados “indios puros”, (b) discursos
preexistencia étnica y cultural de los indígenas a los estados nacionales, considera a los
legitimaron la privatización de las “reservas”, (d) estelionato, delito que jugó un rol
comisarías, cárceles).
hasta la hegemonía de los proyectos neoliberales en la década del ’90, hubo una
en lugares temporales dentro de un sistema de relaciones que los distribuye, los hace
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de la gobernación, los patronatos y la iglesia, tales dispositivos posibilitaron el
“reservas”, sino por el INAI y las “comunidades”. Éstas son incentivadas (tácitamente
de Participación Indígena (CPI, ver Cap.3). Si bien esta instancia fue impulsada por los
activistas, dado que la representación es por pueblo y por provincia opera con las reglas
territorializando las luchas indígenas. Los dispositivos no se reemplazan entre sí, sino que
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En los “dispositivos jurídicos legales”, sostiene Foucault (2006) la ley determina lo prohibido y, por lo
tanto, lo indeterminado resulta ser lo permitido. Lo que constituye y define a los “dispositivos
disciplinarios”, en cambio, es la reglamentación de toda la actividad humana (no ya lo que no se debe
hacer, sino lo que se debe hacer). De este modo, todo aquello que no es explícitamente prescripto, al ser
indeterminado, deviene prohibido. Mientras que los dispositivos disciplinarios se basan en la “normación”
estableciendo límites y fronteras, los “dispositivos de seguridad” lo hacen en la “normalización”; en lugar
de prescribir e impedir, “dejan hacer”, intentando captar el punto donde las cosas van a producirse.
Foucault sintetiza entonces: “la ley prohíbe, la disciplina prescribe y la seguridad, sin prohibir ni prescribir,
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La agencia indígena, rastreable en expedientes burocráticos a partir de una lectura a
guiones, los personajes de reparto, los atuendos, la confianza en sí mismos por parte de
actores sociales (académicos, funcionarios, etc.), hacen oír su voz desde posiciones
particulares.
conformado por una población homogénea, en la que los “otros internos” fueron
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