Lili es una mujer de 38 años, economista de profesión. El 12 de enero de 2019 la
paciente presentó una respuesta inusual a un tranquilizante, aparentemente clorpromazina, apareciendo una crisis convulsiva tónico-clónica generalizada. Se reporta estado de inconsciencia de varias horas de duración y problemas respiratorios.
La noche anterior a la convulsión, la paciente había estado consumiendo alcohol en
cantidades importantes. Presentó entonces al día siguiente una respuesta de temblor, escalofrío y estado de ansiedad, por lo que se le aplicó la medicación mencionada.
Cuando la paciente recobra la conciencia luego de la convulsión, se observa ideas
delirantes y un gran estado de agitación y se evidencia además fallas de memoria. Es enviada entonces a tratamiento psicológico-psiquiátrico. Dos semanas más tarde sus cambios comportamentales han desaparecido, pero persisten alteraciones cognoscitivas, particularmente olvida eventos importantes de su vida.
Una escanografía cerebral evidencia en este momento un mínimo grado de edema y
una calcificación inespecífica en el espacio subaracnoideo parietal izquierdo. El psicólogo que realiza la evaluación neuropsicológica encuentra una paciente diestra, colaboradora, bien orientada en persona y espacio, pero con ciertas dificultades para orientarse temporalmente. Presenta un lenguaje formalmente correcto sin signos afásicos. No hay extinción entre doble estimulación simultánea.
A su vez paciente manifiesta que le es complicado retener números de celular, incluso
olvida sus cosas en casa, más aún las llaves y muchas veces estuvo fuera, pidiendo que le ayuden a abrir su puerta.