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Universidad Nacional de Colombia.

FCH- Departamento de Filosofía


SFM: Causalidad en la filosofía moderna
Prof. Gonzalo Serrano.
Maria Camila Mendoza

Protocolo de la sesión del lunes 5 de octubre.


La filosofía de Anne Finch Conway.

La sesión dedicada a la autora Anne Finch Conway fue expuesta por Maria José Benjumea,
Wendy Rodríguez y Sofía García. La ponencia comienza haciendo algunas precisiones importantes
que han de ser mencionadas antes de acercarse a la autora. Finch Conway estudió en la universidad
de Cambridge de manera informal, pues por la situación de la época las mujeres no podían recibir
educación superior. A partir de esto resulta admirable que haya refutado a autores importantes de la
época como Hobbes, Spinoza y Descartes. Además, también tomó partido en el asunto y
fundamentó su propia filosofía. De igual manera, influyó en autoras (de manera directa e indirecta)
como Isabel de Bohemia, Sofía de Hannover y Leibniz. Finch Conway, con su punto de
enunciación particular, fundamenta su filosofía desde una perspectiva religiosa, lo cual se verá
reflejado a lo largo de la exposición. Es por ello por lo que algunos puntos de su filosofía enuncian
dificultades. Además, nuestra distancia con respecto a la autora parece obligarnos a deconstruir
constantemente nuestra perspectiva dualista.

1. Dios.
Finch le atribuye a Dios libertad, sabiduría, voluntad y temporalidad infinita. Desde este punto
empieza a tomar distancia de la tradición escolástica. Pues la libertad que ella le atribuye a Dios no
tiene que ver nada con un libre albedrío. Ella cree que tanto Dios como los seres humanos poseen
libertad. Pero la libertad de Dios no tiene nada que ver con la indiferencia, pues esto lo haría
mutable en contraposición con los seres humanos, quienes si poseemos indiferencia en nuestra
voluntad; siendo así que podemos escoger entre el bien y el mal. Por su parte, Dios es justo,
bondadoso, sabio y bueno, él posee estos atributos en un nivel supremo de modo que para él estos
funcionan como un tipo de ley. Aquí, Rodríguez trae a colación un punto que permitiría entender
mejor esta postura: The principles of the most Ancient and Modern philosophy1 es una teodicea que
está apegada a la visión de un Dios más cercano al cristianismo. Por ello le atribuye bondad,
justicia, entre otras virtudes.
En este punto Serrano señala una distinción a la que vale la pena acercarse minuciosamente: como
se había mencionado anteriormente, la filosofía de Finch Conway exige tomar distancias de nuestra
tradición y esto se hace explícito en su monismo vitalista. El monismo en contraposición con el
dualismo separa el cuerpo y el espíritu, pero de una manera gradual e infinitésima. Esta forma
específica de grados se hace presente en Finch Conway introduciendo al espíritu como algo que está
inmerso en todas las cosas, o, en otras palabras: por medio del vitalismo. Con lo cual Descartes
parece estar en desacuerdo. Así, Benjumea señala que, desde su lectura de Descartes en textos como

1Conway, A.: The principles of the most Ancient and Modern philosophy, Cambridge U press, Cambridge
1996.
Tratado de las pasiones la forma en la que se concibe al espíritu no es tan fuerte como la tradición
la ha mostrado, incluso, la alteridad parece ser una parte fundamental en la construcción del
conocimiento. Sin embargo, más adelante Serrano menciona que a pesar de que en estos tratados
efectivamente se hable del espíritu de una forma importante, la división entre alma y cuerpo sigue
siendo tajante pues, aunque estos coexisten siguen siendo bastante diferenciados.

2. Tipos de substancias.
Los tipos de substancias de las que Conway fue un punto central de la discusión en la
exposición. Se mencionó que se habla de tres tipos de substancias: 1) La substancia inmutable
(Dios), la substancia que solo muta hacia el bien (Cristo) y la que puede mutar hacia el bien o el mal
(la criatura). Así, la posibilidad de que la substancia inmutable pueda actuar, la cual es su función
sobre el mundo, se hace explícita por medio de una substancia que medie entre las criaturas y Dios.
Dios no tiene una concepción de la temporalidad vista en términos de pasado, presente y futuro. Sin
embargo, los seres humanos sí y ello se debe a que se dividan en partes. Por lo cual no quedaría tan
claro cómo Dios puede actuar sobre el mundo. Es allí donde se introduce una tercera substancia que
media entre ambos extremos: la substancia que solo muta hacia el bien (Cristo).
Serrano hace al respecto una aclaración importante. Esta trinidad que presenta Finch Conway con
las tres substancias es fundamental en la tradición, de hecho, el número tres lo es. Este número
recuerda la tensión entre lo uno y lo múltiple, para pasar de lo uno a lo otro es necesario introducir
un concepto que permita mediar y es allí donde surge la trinidad, como herencia del neoplatonismo.
Sin embargo, la trinidad del neoplatonismo no coincide con la cristiana.
Con respecto a la tercera substancia (criaturas) Benjumea introduce una lectura interesante y no tan
común en Conway. Maria José afirma que si -acorde con Finch- toda criatura indiferente a su
tamaño posee en sí misma una infinidad de partes o de criaturas enteras entonces pareciera poderse
hacer una lectura no jerárquica de las criaturas, a esta posibilidad de interpretación la llama
horizontalidad diferenciada. Serrano responde a esto que las diferencias en Finch Conway parecen
ir de lo imperfecto a lo más perfecto, ella desarrolla un argumento sobre el mal como algo finito
pero el bien como un camino infinito. Lo cual introduce una pirámide ontológica, o sea, una
jerarquía.
3. Espíritu y cuerpo.
La exposición continua, tratando la pregunta: ¿Cómo se comunican el espíritu y el cuerpo? Un
punto muy importante en Finch Conway es la cuestión alrededor del espíritu y el cuerpo. Aquí Sofía
propone dos argumentos en los que se basa la autora para equipararlos: 1) por un lado, está la
similitud. O sea, que dos especies similares siempre buscan acercarse a sí mismas porque se aman,
de igual forma, el cuerpo y el espíritu se buscan porque se aman. Y 2) no es, como se supone
comúnmente, real que el cuerpo sea impenetrable (pues un hierro puede derretirse al ser sometido al
fuego) y tampoco los cuerpos son divisibles (pues los cuerpos conservan la unicidad). Rodríguez
añade que desde este punto de vista Conway sí se le hace una objeción a Descartes. Pues ella sufría
migrañas muy fuertes, y de nuevo, como con Isabel de Bohemia, se pone de presente la cuestión
sobre la posibilidad de comunicación entre el espíritu y el cuerpo.
Ahora, pasando por este tema, surge una propuesta de Conway sobre la reencarnación. Ella afirma
que los espíritus buscan la perfección y en este sentido se reencarna en algo mejor de acuerdo con la
vida que se vivió. Esta propuesta parece suscitar dificultad precisamente por nuestra forma de
entender el alma y el cuerpo. A propósito de esto Serrano y las ponentes insisten en la necesidad de
desentenderse un poco de nuestra tradición para poder comprender esta propuesta. Además, la única
forma de hablar de alma y cuerpo no es precisamente como una separación absoluta; se puede
pensar también como una continuidad y de allí hablar sobre la posibilidad de conservar la identidad.

4. Diálogo con otros autores.


Como se mencionó anteriormente, Finch Conway refutó a varios autores, entre los cuales está
Spinoza, Descartes y Hobbes. Desde allí Wendy presentó una posibilidad de diálogo. Por un lado,
desde la confrontación entre vitalismo y mecanicismo los tres autores mencionados anteriormente
se interpretan como mecanicistas, ellos no tienen problema en aceptar que el mundo y el ser
humano funcionen como una máquina. Para ellos la realidad se construye desde ciertos procesos y
puede ser expresada en términos de movimiento. En ese sentido, la realidad puede ser cognoscible
en la medida que se conocen esos movimientos. Aquí, como se había mencionado anteriormente, es
donde Anne Conway toma distancias. Ella cree que la materia no solo es participe del movimiento
que proponen los mecanicistas, sino que la materia también está sujeta al espíritu. La forma en la
que los mecanicistas pretenden explicar la realidad deja de lado el principio divino de esta: todo está
lleno de vida.
Ahora bien, este mecanicismo presente en los autores trae, respectivamente, consecuencias a la hora
de pensar la libertad en los sujetos. La libertad no es libertad como tal, sino que está sujeta a
términos causales. Finch Conway ve a los sujetos como mutables, a diferencia de Dios, lo que los
hace poder elegir entre el bien y el mal. Y en este sentido se habla de un libre albedrío en los
sujetos.
5. Consideraciones finales.

 Como se mencionó, el ser humano es finito, el cuerpo tiene un tiempo de duración finito: en
cierto momento debe perecer. Sin embargo, se habla de reencarnación, el espíritu se
expresaría posteriormente en otro cuerpo acorde a la vida que haya vivido. En este sentido,
¿El espíritu -dentro de la diferencia modal que propone Conway- tendría un tipo de
prioridad sobre el cuerpo? Pues a pesar de que se habla de que la materia no perece, no
queda claro qué papel cumpliría el cuerpo dentro de esta posible reencarnación. Mientras
que del espíritu sí se habla de un camino siempre en miras hacia el bien.

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