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En el presente protocolo pretendo recoger los principales temas discutidos con ocasión de la exposición
realizada por Valerie Escalante sobre los textos “En torno a la libertad y la necesidad” y “Sobre la
libertad, la contingencia y la providencia” de Leibniz. Adicionalmente, haré una breve síntesis de la tarea
adicional pertinente (TAP) presentada por Saint-Valentino Cabezas sobre “El infinito de Espinosa y la
confrontación con Leibniz”. En la última parte del protocolo intentaré plantear algunas preguntas que
quedaron abiertas y trataré de profundizar en algunos aspectos que considero merecen especial atención.
La presentación de Valerie se dividió en tres secciones que, en criterio de la expositora, recogían de forma
global las cuestiones tratadas en las lecturas de Leibniz.1 Dichas secciones fueron: (i) sobre la verdad, sus
tipos y su conocimiento; (ii) sobre lo posible y lo contingente; y (iii) sobre Dios.
1.1. El concepto de verdad. La expositora sostuvo que el concepto de verdad estaba caracterizado por el
“principio de infalibilidad” [según el cual, Dios conoce todas las verdades a priori]. Explicó que todos los
tipos de proposiciones (sean estas universales o particulares, o necesarias o contingentes) tienen como
característica común que el predicado está incluido en el sujeto de la proposición.
1.2. Los tipos verdad. Posteriormente señaló que existen dos tipos de verdades. De una parte, están las
verdades necesarias u originarias que están mediadas por el principio de [no] contradicción y de las cuales
no puede darse razón, pues expresan una identidad o algo inmediato (como por ejemplo las verdades sobre
la geometría). Y de otra parte, están las verdades contingentes o de hecho, en las que su contrario no
implica contradicción (como por ejemplo la proposición “está lloviendo”, cuyo contrario “no está
lloviendo” coexiste en la misma realidad).
1 “En torno a la libertad y la necesidad” (pp. 5-12) y “Sobre la libertad, la contingencia y la providencia” (pp. 97-105), en:
LEIBNIZ, G.W. (1990), Escritos en torno a libertad, el azar y el destino, (ed. Concha Roldán), Tecnos, Madrid.
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1.3. Formas de conocer la verdad. Sobre este punto la expositora señaló que la verdad se conoce o por la
experiencia2 o por la razón. Señaló que sobre la razón opera el “principio de razón suficiente” según el
cual nada existe sin que medie una razón por la que una cosa es de determinada manera y no de otra.
Señaló que el conocimiento de la verdad a través de razones se da mediante una “cadena o red” de
razones, y que el acceso al conocimiento de la totalidad de esa red y las relaciones entre esas razones sólo
está al alcance de Dios. En contraste, nosotros sólo podemos acceder parcialmente a esa cadena causal.
Sobre este tema planteó el siguiente problema ¿por qué existe una cosa y no otra? Al respecto, sostuvo que
en la concepción de Leibniz, dentro de las infinitas posibilidades de la existencia de las cosas, una existe
en lugar de otra porque tiene más perfección. Sólo las cosas más perfectas llegan a la existencia (principio
de perfección). Según la expositora, este principio de perfección es el “que rige lo contingente [y] es en
cierta medida una terminación del principio de razón suficiente que defiende que nada existe sin que haya
una razón por la cual es así y no de otro modo” (Escalante, p. 2). Adicionalmente, resaltó que no todos los
posibles llegan a existir, ya que existe una cierta puja entre las diferentes posibilidades, y estas deben ser
compatible con las otras cosas del mundo.
3. Sobre Dios
En Leibniz Dios es concebido como un ser libre, sabio, y bueno que nunca actúa contra la razón (principio
de no contradicción). Sobre este punto la expositora plantea el siguiente problema: ¿Dios es libre en virtud
de su naturaleza o de su voluntad? Para responder realizó una cita en la que se señala que “Dios no puede
querer voluntariamente, pues de otro modo se daría voluntad de querer hasta el infinito” sino que “quiere
lo mejor merced a su propia naturaleza” (Leibniz, p. 9). De manera que Dios “no actúa aleatoriamente
sino obedeciendo a la naturaleza misma de sí”. Finalmente agregó que Dios tendría una naturaleza
estática porque no es un ser contingente, sino que “se desenvuelve dentro de sus propios límites.”
(Escalante, 2)
1. Sobre las mónadas: Al explicar el concepto de verdad y la manera en que el predicado está incluido en
el sujeto, se planteó que las monadas tienen un carácter racional. De manera que permitirían hacer un
análisis de las razones que subyacen a una verdad de hecho. Igualmente, se planteó que nosotros tenemos
el carácter de mónada, [aunque personalmente considero que sería más adecuado decir que somos
conglomerados de mónadas. Adicionalmente, parecería pertinente precisar que las monadas nos permiten
percibir, pero no interactúan causalmente entre sí. Como se mencionó en la sesión las mónadas tienen la
característica de ser cerradas (sin ventanas). Además, si no estoy mal, son mentales y no materiales.]
2. Sobre la tesis de Leibniz de que el predicado está en el sujeto: Serrano llamó la atención sobre la
afirmación de Leibniz según la cual “el predicado está en el sujeto”, considerada como la “tesis analítica
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del juicio verdadero” de Leibniz. Al respecto, se discutió si no resultaba más “familiar” plantear que el
sujeto es el que está en el predicado. Así por ejemplo, el conjunto de seres humanos está dentro del
conjunto de los seres vivos; o el conjunto de las atenienses está en el conjunto de los seres humanos.
Luego de un par de intervenciones breves, Serrano explicó por qué ambas perspectivas serían correctas.
Desde el punto de vista “extensional” (de conjuntos de cosas), el sujeto está en el predicado porque denota
un subconjunto del predicado. Por otra parte, desde el punto de vista “intensional” de la lógica, el
predicado está en el sujeto porque los sujetos tienen el conjunto de sus predicados que, si bien pueden ser
aspectos comunes con otros sujetos, son combinaciones específicas de cada individuo. Así, cuando
Valerie se refería a la “unidad monádica” se refería a que en todos los sujetos están (en su campo lógico
intensional) los constitutivos de un individuo.
3. ¿Libertad o determinación?: A raíz del punto anterior se planteó que, si en un individuo están
contenidas todas las determinaciones sobre lo que le va a ocurrir, incluidos sus actos libres, surge el
siguiente problema: ¿somos libre o nuestras acciones ya están determinadas? Leonardo planteó que se
puede pensar que somos libres pero que tenemos una ignorancia de causas (es decir, una falta de
conocimiento de las determinaciones de la verdad). Luego se planteó que la tesis de Leibniz parece ser
distinta, pues al comparar el análisis de las proporciones con el análisis de las verdades (contingentes y
necesarias) se encuentra que hay verdades no necesarias.3 Se señaló que para Leibniz existen proporciones
inconmensurables y series infinitas, algo que no había tenido en cuenta Spinoza.4 Y, por otra parte, Dios
juega un rol importante pues, si bien es el creador de todo lo existente, es infalible y ve todo lo que va a
pasar. No obstante, esto no quiere decir que todo aquello que ve es necesario.
Serrano señaló que este problema proviene de Spinoza, al plantear que lo existente es una manifestación
necesaria de Dios. Lo contrario de lo necesario es lo absurdo, lo que no puede existir. De manera que, en
Spinoza sólo existe lo que puede existir. En contraste, en Leibniz se distingue entre necesidad y existencia
a través de la posibilidad. La posibilidad es más amplia que lo existente. Para Leibniz algo es posible y no
existente [ergo, no necesario]. Al distinguir entre los posibles y los existentes, Leibniz desarrolla la “teoría
de la composibilidad” según la cual no todo los posibles existen porque pueden ser incompatibles entre
ellos para una misma monada (“principio de la composibilidad”). Así por ejemplo, en un mismo mundo
no podría existir el campeón que ha vencido a todos los rivales y el rival que no ha perdido ninguna justa.
Ambos son posibles, pero no pueden vivir en el mismo mundo. El uno anula al otro.
4. El mejor mundo posible: Al diferenciar entre los posibles y los existentes, Leibniz plantea el “principio
de lo mejor” según el cual es mejor existir que no existir [y lo mejor es lo que efectivamente existe].5 Este
principio también aplica para la vida práctica pues optamos por lo mejor o por lo menos malo.6 Y
simplemente la decisión que tomamos sobre lo que creemos que es lo mejor y tiene que ver con la
información con la que contamos (aunque podríamos estar engañados). De esta manera nuestras acciones
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seguirían siendo nuestras y no estarían determinadas por otro sujeto, sino que -simplemente- estarían en
pos de ir hacia lo mejor y más bueno.
5. Contingencia y series infinitas: Se planteó la siguiente pregunta: ¿cómo es que una monada contiene
todas las determinaciones sobre el bien, el mal, el pasado, el presente y el futuro? Serrano señaló que para
resolver este problema en particular es necesario hablar de las series infinitas. Es decir, es necesario
establecer qué clase de series de raciocinios se encuentran en las determinaciones infinitas. Esto no es
sencillo pues en la realidad no distinguimos entre predicados que contienen necesidad -y por tanto
verdades necesarias- y otros que contienen verdad sin necesidad -es decir, verdades contingentes-. Los
confundimos porque en nuestra mente está el concepto completamente determinado de nosotros mismos.
En contraste, Dios tiene en su mente todos los conceptos completamente determinados de todos los
individuos.
En la parte final de la sesión Saint-Valentino Cabezas expuso la TAP sobre las diferencias entre Spinoza y
Leibniz en relación con el infinito. La tesis de Valentino es que la disputa entre estos autores, que
usualmente se centra en los individuos, nace y está ligada a la opinión que dichos autores tienen sobre el
infinito. Para ilustrar su punto, señaló que en las cartas número doce y catorce de Spinoza a Lodowijk
Meyer8 Spinoza hace tres distinciones importantes: (i) lo que es infinito por su esencia (la sustancia) de lo
que es infinito por sus causas (los modos); (ii) lo que es infinito porque no tiene límites de aquello cuyas
partes no podemos igualar mediante un número; y (iii) aquello que sólo podemos entender pero no
imaginar, de aquello que podemos imaginar y entender. No obstante, todas estas distinciones se basan en
la diferenciación -conceptual- que Spinoza hace entre substancia y modo. Además, la eternidad (infinitud)
y la duración simplemente son maneras en las que podemos entender la substancia. Mientras la substancia
es eterna (infinita), los modos tienen una duración (son pasajeros, “transeúntes”).
Valentino plantea el siguiente problema: si la substancia es infinita y nosotros somos modos finitos ¿cómo
podemos -siendo algo finito- entender esa infinitud de la sustancia? Siguiendo a Spinoza se sugieren dos
alternativas: una es una manera abstracta o superficial, dada por la imaginación, a través de los sentidos y
que es imperfecta; y la otra, es la que está dirigida por el recto entendimiento. Así, en la medida que
7 Nota: una posible respuesta es que Dios conoce todos los posibles y nosotros los vamos realizando o materializando.
8 Médico, pensador y amigo cercano de Spinoza con el que éste intercambiaba correspondencia sobre sus ideas filosóficas.
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concebimos -la sustancia- por el entendimiento, “constataremos que es infinita, indivisible y única”
(Valentino, p. 1, citando a Spinoza, p. 132). En contraste, la utilización de la imaginación sólo nos llevará
a un conocimiento errado de la sustancia y del infinito debido a su carácter imperfecto.
El infinito para Spinoza sólo puede ser atribuido a la substancia y en esta. Además, el infinito está
constituido por un todo móvil que [se] mantiene, afectando y relacionando dentro de sí distintos
individuos (Cabezas, p. 4). Con base en esto plantea que se puede responder a uno de los cuestionamientos
formulados por Anamaría Ropero en una sesión anterior, según el cual “si para Spinoza no somos
substancias ¿qué venimos siendo?” (Ibid.) Siguiendo a Gainza (2015), Valentino responde que somos
“una serie de relaciones en constante movimiento y nos definimos sólo en la medida en que nos
mantenemos en relación con otros individuos también compuestos por relaciones.”
Por otra parte, señala que para Leibniz la esencia de los individuos está dada por sus límites, pues cada
mónada, como infinita y autosuficiente, está dotada de todo lo que ella necesita para ser lo que es. De lo
que se sigue que si su esencia implica un límite, entonces “por su propia naturaleza es incapaz de existir
sin límites” (Cabezas citando a Leibniz, §42, Monadología). Así, Leibniz considera que algo infinito
puede determinar algo que parece infinito, como en los números, en los que por ejemplo las sumas y restas
pueden llevar de manera infinita a un resultado igual a ½.
En síntesis, las diferencias entre Spinoza y Leibniz se reducen a los siguientes puntos: (i) mientras que en
Spinoza tenemos un infinito móvil y que permite que los individuos sean lo que son, en virtud de que no
tienen límites; para Leibniz la esencia de los individuos está dada por sus límites, pues cada mónada tiene
dentro de sí todo lo que ella necesita para ser lo que es. Y (ii) mientras Spinoza plantea que no se puede
determinar un espacio finito compuesto de infinitos (por lo que el número sería finito), Leibniz mantiene
la infinitud (por ejemplo, en los números divisibles infinitamente en mitades).
En esta última parte del protocolo quisiera (i) plantear algunos problemas que considero quedaron
irresueltos en la sesión, (ii) ampliar algun tema que me pareció relevante y (iii) señalar algunos conceptos
clave de las lecturas.
- Teniendo en cuenta que no existe nada sin razones, que este mundo es el más perfecto y que todo se hace
en pos de lo bueno y lo mejor, ¿es posible afirmar que la concepción de la realidad de Leibniz es finalista?
- ¿Leibniz concibe un universo de lo existente o varios (pluriverso) de los posibles; o ambas cosas?
- Si una cosa existe en lugar de otra porque tiene mayor perfección, ¿es posible hacer una comparación de
las posibilidades formas de existencia de esa cosa? ¿Sólo Dios puede hacer esa comparación? ¿Es lo que
se llama “ciencia media” o de los contingentes posibles (cuadro anexo)?
2. Quisiera profundizar un poco el tema del conocimiento de los tipos de verdades a partir de una pregunta
que formula Leibniz en “Sobre la libertad, la contingencia y la providencia”. La pregunta es: si la noción
de predicado está incluida en el objeto, ¿cómo podría diferenciarse el predicado del sujeto, sin que
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implicara una contradicción e imposibilidad alguna? (Leibniz, p. 99) Leibniz responde haciendo una
distinción.
(i) En las proposiciones sobre verdades necesarias (metafísicas o geométricas), que son proposiciones
cuyo contrario implica contradicción, lo que se hace es demostrar. Es decir, resolver los términos de la
proposición sustituyendo la definición o parte de ella por lo definido, para poner de manifiesto cierta
adecuación o coincidencia del predicado con el sujeto. También puede ponerse de manifiesto la inclusión
(del predicado en el sujeto) de manera que lo que se hallaba oculto en la proposición y estaba contenido
“virtualmente” en ella, se transforme por la demostración en algo evidente y tangible.
(ii) En relación con las proposiciones sobre verdades contingentes, aunque el predicado está incluido en el
sujeto, no se puede demostrar a partir de él, ni puede la proposición ser reducida a una igualdad o
identidad, sino que el análisis se prolonga hasta el infinito. En este caso, Dios no ve el fin del análisis (que
no existe), sino la conexión que se da entre los términos o la inclusión del predicado en el sujeto. Ve lo
que está contenido en la serie, pues su verdad procede de él (de su entendimiento y de su voluntad), por lo
que a su manera expresa la perfección infinita de Dios y la armonía de toda la serie de las cosas. Esto es
posible debido a que Dios tiene una “visión infalible o divina” que no es la ciencia experimental que
nosotros usamos, sino un conocimiento a priori. Considera los posibles y realiza los existentes según su
voluntad libre y el decreto divino de actuar de la mejor manera posible y con la más elevada razón. Y,
para conocer las verdades contingentes existen dos caminos: la experiencia, que se da cuando percibimos
la cosa de manera distinta por los sentidos; y la razón, que se basa en el principio de que nada se hace sin
razón.
Bibliografía
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¿De cómo las verdades contingentes se originan del proceso al infinito a ejemplo de las proporciones que se dan entre
cantidades inconmensurables?
LA VERDAD LA PROPORCIÓN
Consiste en que está
El predicado en el sujeto La cantidad menor en la mayor, o la igual en la igual
se muestra
dando razón explicación la relación
mediante el análisis de los términos en
nociones cantidades
comunes a ambos: este análisis es finito o infinito. Si es finito llámase
demostración invensión de la medida común o conmensuración
y es una verdad necesaria y la proporción es expresable (Effebilis)
pues se reduce a
verdades idénticas la coincidencia con la misma medida repetida
O (v) bien al primer principio
de contradicción o identidad de igualdad de las cosas que coinciden
Pero si el análisis procede al infinito y no se llega nunca a agotarlo
es una verdad contingente que encierra una es una proporción inefable que tiene una infinidad de
infinidad de razones cocientes
más, de suerte que siempre queda un resto
del que hay que dar razón de nuevo que presenta un nuevo cociente
y, continuando el análisis, resulta una serie infinita
conocida sin embargo de Dios perfectamente de la que el geómetra sabe muchas cosas
y ésta es
la ciencia de visión la doctrina de los números sordos (cual se contienen
en el décimo de los elementos)
distinta
de la ciencia de simple inteligencia de la aritmética común
no experimentales ni una ni otra sino infalibles a priori y según su clase
por razones ciertas, mas no necesarias, intuidas por demostraciones necesarias conocidas del
de solo Dios que comprende lo infinito geómetra, pero que no se pueden comprender con
números expresables
pues
demostrar verdades contingentes el conocimiento aritmético de las proporciones sordas
o su explicación repitiendo la medida
no es posible.
… Si todo lo que pasa fuese necesario, se seguiría que solamente lo que existe alguna vez es posible (como quieren
Hobbes y Espinosa) y que la materia recibe todas las formas posibles (como quería Descartes) …
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LA VERDAD LA PROPORCIÓN
Y entre éstas no se da una media; pues la que Y entre éstas no se da una media.
dicen ciencia media es ciencia (de visión) de
los contingentes posibles
de donde se echa de ver que la raíz de la De donde se echa de ver que la raíz de la
contingencia es la infinitud de razones. inconmensurabilidad es la infinitud de las partes
existentes en la materia.