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31/10/15
¿Cuál es el hecho real, objetivo, sobre los valores y las actitudes? Desde mi opinión, lo
significativo de esta cuestión reside en el hecho de que no existe consenso al respecto de su
naturaleza, ya que la manera de concebir estos objetos es muy variada según los autores,
modelos o épocas en las que se haya abordado su estudio en psicología.
El conocimiento sobre las actitudes y los valores existentes en Psicología nos muestra la
relatividad de ambos conceptos y en ningún caso ninguna conclusión definitiva al respecto y
todo ello en un nivel de abstracción correspondiente al conocimiento teórico que es. Por
tanto, ¿qué es objetivamente la verdad si no un constructo, una abstracción teórica que recibe
el calificativo o categoría de valor? Lo que exista más allá de esa idea, tal como muchos
afirman, es algo que la mente no puede llegar a conocer, al menos mediante el conocimiento
acumulado hasta el presente, si es que existe. Los valores, al margen de su posible
conocimiento real, no son sino algo relativo dado el carácter especulativo al que su
multiplicidad conceptual apunta. Así, si uno se afana en defender un determinado valor
también debería tener presente su naturaleza abstracta, conceptual cuando decide mesurar la
realidad a través de él.
Por ello, establecer premisas a partir de los valores –sean éstos cuales sean- se me antoja
infundado dado su carácter hipotético y lo preocupante para mí está en el uso despreocupado
que se hace de los mismos sabida su enorme influencia en la organización psíquica de la
persona (por ejemplo, dice el manual de psicología social que las actitudes “se relacionarían
con el sistema de valores de las personas” configurando sistemas cognitivos superiores). De
esta manera, los seres humanos establecemos o construimos nuestra personalidad sobre
auténticos bluffs como son los sistemas de creencias debido a que el mismo concepto de
creencia, la entidad de la creencia como algo en sí mismo, es cuestionable y ha sido
cuestionada por aquellos que se han dedicado a estudiarlas desde el ámbito de la psicología.
Elaboramos nuestros discursos en función de la veracidad de tales constructos y con ello lo
que creamos son meros artificios retóricos (eso es lo que creo que quieren significar las teorías
discursivas). Si no somos capaces de ver la verdad de esto (la coincidencia entre la afirmación y
los hechos) y, sobre todo, de reconocerla, seguiremos perpetuando la mentira que subyace a
nuestro alrededor y de la que todos somos responsables en cuanto a su mantenimiento y
perpetuación. La verdad, entonces, sólo podría quedar establecida partiendo de la aceptación
de que en el estado de cosas actual no existe ningún pilar conceptual al que poder agarrarse
para afirmar con rotundidad “esto es así”: gran parte de nuestro conocimiento, si no todo, es
relativo.