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Actitudes, cogniciones, atribuciones y representaciones sociales

Martín Wainstein

Paradigmas diversos producen varios solapamientos

Cuando un lector, sea un estudiante, un docente o un mero interesado a acercarse a los


conceptos de la Psicología Social, se sumerge en los textos de la disciplina, encuentra una
serie de conceptos cuya extensión tiende a invadir territorios. Es decir, si científicos del
campo intentan delimitar, especificar y fijar un significado claro y reconocible, su tarea no
resulta demasiado exitosa.
A poco de recorrer un manual de psicología, algo despierta ciertas dudas. Qué diferencia
una actitud de una creencia (pensamiento o cognición)? Cuánto las cosas que estudia la
Teoría de la Atribución, no son también atribuibles", valga la ironía, a las actitudes o las
creencias? Y las representaciones sociales, ese saber de sentido común que usamos en la
vida cotidiana, no incluyen acaso mucho de lo que definimos como actitudes, creencias,
atribuciones, pensamientos y cogniciones?
Cuando los científicos definen un concepto o idea, mediante la cual nombran algún
elemento de la realidad, tratan de que el número de posibilidades de interpretación
diferentes sea el más reducido y que este sea tan sencillo como es posible y no contenga
reglas de excepción. También es más que obvio, que cualquier definición debe evitar
usar la palabra que define.
Las cosas no parecen ser tan fáciles. Los conceptos que presentamos aquí se utilizan todos
ellos en las descripciones de la psicología. Como ocurre con gran parte de la terminología
científica de uso en la disciplina si bien marcan cierta especificidad, no sólo están atados a
la diversidad de escuelas y sus perspectivas, sino que también conviven con el uso que las
mismas palabras aplican en el lenguaje de la vida cotidiana. Todos somos portadores de
cierta psicología naif que usamos en nuestra vida diaria con más o menos alguna precisión.

De hecho, todos estos conceptos refieren a ideas que en la vida corriente describen más o
menos exhaustivamente los aspectos que hacen a las conductas individuales de "alguien",
o bien definen los pensamientos de un sujeto "colectivo" que de algún modo permite a las
personas comunicar diversas cuestiones de un modo rápido y "predecir" las conductas de
otros; más allá de que esto no sea algo científicamente verificable. Esto se relaciona con
una necesidad de otorgar cierta "economía" de recursos a nuestra conducta, a la hora de
establecer las relaciones sociales de todos los días. En esa realidad diaria los conceptos
son también prescriptivos o valorativos, en el sentido de trazar un límite entre lo correcto o
lo incorrecto. Alguien "tiene" buenas o malas actitudes o creencias o atribuye mal o bien
algo a alguien; o su representación de la realidad es positiva o negativa, etcétera.
El modo en que en la Psicología se entiende y organiza este saber de la vida cotidiana no
difiere demasiado del saber popular. Desde las primeras inquietudes acerca del tema y
desde los estudios de los pioneros, la idea fue catalogar características representativas de
ciertas manifestaciones observables o infebriles de la conducta humana.
Debe tenerse en claro que, si bien los conceptos científicos reiteren a entidades empíricas,
ellos mismos son entidades teóricas y las teorías de las que provienen, que sustentan
diversas premisas intentan describir median te inferencias algo bastante intangible a partir
de ciertos conceptos que solemos llamar constructos.
¿Qué quiere decir "constructo"? Llamamos así a una entidad hipotética de difícil definición
dentro de una teoría científica. Un constructo es algo de lo que acordamos
intersubjetivamente que existe porque compartimos y aceptamos una misma experiencia.
Se sabe que existe, pero su definición es difícil o controvertida. El concepto de paradigma
en ciencia remite a ese acuerdo entre los miembros de la comunidad científica acerca de
que es cada cosa y desde donde hasta donde algo nombra algo. En ese sentido un
paradigma es un reglamento de lo que se puede y lo que no se puede dentro de la
disciplina. En la Psicología son muchos los constructos que utilizamos, por ejemplo, la
inteligencia, las actitudes, la personalidad, el inconsciente, el yo, las representaciones
sociales, etcétera.
Mario Bunge (1972), en su ya clásico La ciencia, su método y filosofía lo define como un
concepto no observacional opuesto a los conceptos observacionales o empíricos, ya que los
constructos no son empíricos, es decir, no se pueden demostrar. Estos conceptos no son
directamente manipulables, igual que lo es algo físico, pero sí son inferibles a través de la
observación de la conducta. Un constructo es un fenómeno cognitivo intangible que, por
ejemplo, a través de un determinado proceso de categorización, incorporándole alguna
escala de medición, convertimos en una variable que puede ser medida y estudiada.
En las definiciones de nuestra disciplina es también común resolver algunos problemas de
epistemología definiendo un constructo respecto de otros constructos; nacen las así
llamadas definiciones constitutivas. Otra posibilidad de definición son las llamadas
definiciones operacionales de los constructos, que buscan referir al concepto que pretenden
definir, en función de las operaciones en virtud de las cuales se puede inferir dicho
constructo, es decir, gracias a las cuales se puede ver su presencia o ausencia o la
magnitud en que se presenta. Las operaciones pueden estar referidas en forma de valores
numéricos, como los que se obtienen al aplicar una prueba o test de cociente intelectual,
tiempo de reacción, capacidad mnémica o calificar mediante índices una opinión.
Esos valores numéricos cuantifican una propiedad o característica y fijan una extensión al
concepto que pretendemos definir. El concepto tendrá una "extensión" que abarca y da
nombre a un conjunto de propiedades características o patrón de sentimientos y
pensamientos ligados al comportamiento que buscamos definir.
Como decíamos más arriba, no debemos olvidar que esto es "construido" por el teórico y
ello determina que cuando las teorías son varias y provienen de premisas o puntos de
partida acerca de la conducta humana diferentes, los constructos mayormente se "solapan'
es decir se superponen. En ese caso es mejor entenderlos como conjuntos que definen una
clase de características (miembros) que en muchos casos son comunes y en otros no.

Actitudes

Cuál es tu opinión sobre los planes sociales? Cuál sobre el aborto?


Acerca de la pena de muerte? Las ideas "garantistas en cuestiones judi-
ciales? Los "trapitos" cuidacoches? El casamiento igualitario? Los con-
troles de alcoholemia a automovilistas? Qué hacer con los "barras bravas" en el fútbol?

Cualquiera de estas preguntas formuladas a una persona, a uno mismo,


en un grupo social o familiar de cualquier tipo o clase social, en la televi-
sión, la radio o un medio gráfico ponen en marcha un cúmulo de argumen-
tos a favor o en contra de cada uno de esos "objetos sociales".
Ante esos estímulos respondemos con ciertas ideas, hipótesis, emocio-
nes y por qué no, acciones como los gestos airados o un dramatizado No
me hables!" al cual puede seguir una conducta como retirarnos enoja-
dos de la escena.
River o Boca? El hincha sabe que su respuesta es entrañable, literalmente viene de sus
entrañas. La respuesta lo "habita", está en él y la sensación es que, desde ""adentro'" de él,
se dirige muchas veces no muy racional
mente, hacia eso que "River" o "Boca" representan en su mente y en su
vida cotidiana, en ese mundo que comparte con otros, que pueden ser de
River, de Boca, o "neutros.
Si nos detenemos a pensar en esto, descubrimos de inmediato una dis-
posición psíquica, para algo o hacia algo. Sea nuestro equipo favorito, o un
sándwich de jamón y queso.
Esa disposición es resultado de una internalización de acciones antece-
dentes que se organizan en el individuo como ideas a través de la experien-
cia. Es adquirida mediante el aprendizaje social y resulta de la integración
de elementos indiferenciados biológicos expuestos ante estímulos socio-
culturales específicos.
"Ponele actitud", escuchamos a veces, Es como decir: "ponele disposición".
A qué? A estas tendencias que nos "habitan". A ellas, la Psicología Social
las denomina "actitudes".
La palabra, de uso común en el lenguaje popular, como la mayor parte de
las palabras de la Psicología, se comenzó a transformar en un concepto. cuando
los primeros psicólogos (conductistas) hacia 1930 comenzaron a definirla e
intentar "medir" su "valenciano valor positivo o negativo" y su "intensidad"
El concepto nos refiere también a una tendencia a responder de igual
manera en circunstancias similares. Predice una forma de actuar de una
persona, el comportamiento que establece un patrón que emplea un indi-
viduo para hacer las cosas. En este sentido, se puede decir que es su estilo
de actuar, cierta forma de motivación de carácter, secundaria, en contraposi-
ción a la motivación biológica, de tipo primario que impulsa y orienta la
acción hacia determinados objetivos y metas. Una definición sintética diría:

Predisposición aprendida a responder de un modo consistente a un


objeto social".
En la Psicología Social las actitudes son elementos de gran valor para
la predicción de conductas ya que, si bien la relación entre actitudes y
conducta no está definida por una influencia directa, de hecho, la actitud
no es la conducta. De allí que detectar que un grupo está contra ciertas
políticas de contaminación ambiental, no significa que este adoptando
acciones contra ella.
De todos modos, en tanto refieren a un sentimiento a favor o en contra
de un objeto social, el cual puede ser una persona, un hecho social, una
cosa, una situación cualquier producción de la actividad humana, permi-
ten suponer cierta afinidad entre la disposición y la conducta probable....
Se ha definido a las actitudes también como una organización duradera
de creencias, dotada de una carga afectiva a favor o en contra de un objeto
definido, que predispone a una acción coherente con esas creencias y afec-
tos relativos a dicho objeto.
En el campo de la investigación en psicología, las actitudes son conside-
radas en general variables intervinientes, al no ser observables, o posibles de
ser controladas directamente, pero si pasibles de inferencias observables.
Para que exista eso que llamamos una actitud, es necesario, en primer
lugar, que exista también un constructo de un objeto. Ese constructo está
formado por las percepciones, las evaluaciones de esas percepciones en
base a la información que disponemos y a construcción de creencias hacia
un objeto. Los objetos no conocidos o sobre los que no se posee informa-
Ción no pueden generar actitudes.
En un segundo aspecto, está el sentimiento en favor o en contra de un
objeto. Es el componente más característico de las actitudes. Aquí radica la
diferencia principal con las creencias y las opiniones que se caracterizan
por su componente cognoscitivo. Otra diferencia coloca en un tercer lugar
el componente conductual es la tendencia a reaccionar hacia los objetos de
una determinada manera. Es el componente activo de la actitud.
En su forma más clásica la actitud se define como un estado interno de
la persona, ya que no es una respuesta manifiesta visible y observable. Desde
una perspectiva interaccionista es un resultado de cierta interacción parti-
cular entre un individuo con un potencial biológico natural y un orden
social que tiene determinadas expectativas acerca de él. Se concibe como

algo que media entre los aspectos del ambiente externo (estímulos), y las
reacciones de las personas (respuestas evaluativas manifiestas).
Esas respuestas evaluativas desde cierta tipificación determinan una
valencia o dirección de carácter positivo o negativo que se atribuye al objeto
de la actitud y cierta intensidad o gradación de esa valencia. De todos
modos, la actitud no es el proceso de categorización sino su resultado.

Las actitudes y las respuestas humanas

Las actitudes se determinan como un constructo científico en el ámbito


de la Psicología Social mediante tres dimensiones de la conducta humana.
La evaluación positiva o negativa de un objeto se produce a través de
pensamientos e ideas, designados en los estudios sobre actitudes como
"creencias" incluyen tanto los pensamientos y las ideas, como su expre-
sión o manifestación externa). Téngase en cuenta que los pensamientos,
las ideas o creencias y las acciones son conductas.
Sólo en las concepciones del "conductismo radical" de los primeros años
de la Psicología se sostuvo que las ideas, creencias y otros productos de la
actividad subjetiva no eran objeto de estudio por no ser observables o medi-
bles. En el mismo conductismo posterior y, como se verá más abajo, en la
evolución de la disciplina hacia perspectivas más cognitivas la idea de inferir
conductas no visibles paso a formar parte central de la teoría psicológica.
La evaluación de las actitudes por medio de las respuestas de los sujetos
Ocurre en una doble secuencia:
Inicialmente se establece una asociación de naturaleza probable entre
un objeto y algunas de sus propiedades. Tomemos un ejemplo: Los psicólo-
gos tienen una alta probabilidad de modificar la conducta de alguien en una dirección
favorable para su vida".
Mediante escalas de medición de actitudes, por ejemplo, las escalas
Lickert, se evalúa la dirección positiva o negativa que el contenido de esta
proposición estímulo tiene para los sujetos. Las escalas están constituidas
por un conjunto de afirmaciones cuya dirección (favorable/des favorable)
o su intensidad (alta/baja) puede ser medida mediante ítems del tipo muy
de acuerdo/de acuerdo/no se/en desacuerdo/muy en desacuerdo. Cada
uno de ellos tiene un puntaje, cuando el sujeto responde obtiene una pun-
tuación para cada ítem y una total por la totalidad de las respuestas. Estos
resultados pueden ser tratados mediante estadísticos cuando se cuenta con
un número de sujetos adecuadlo.
También pueden medirse las repuestas afectivas, que son los sentimien-
tos, los estados de ánimo y las emociones asociadas con una proposición
de ese tipo. El objeto de la actitud. Una escala de aceptación-rechazo de
una proposición que incluya un sentimiento emocional puede medir eso.
Las respuestas conativo-conductuales también pueden ser medidas
mediante escalas que representen un continuo actitudinal. Una escala que
presente preguntas estímulos del tipo "Frente a los sapos" (+) "me tienta
acariciarlos", hasta "sólo quiero escapar", puede permitir evaluar una
respuesta conductual.
En esto debe tenerse presente que las respuestas de afectos y acciones
mediante cuestionarios están mediatizadas siempre por constructos ideati-
vos que las refieren. En un laboratorio de psicología se pueden registrar
respuestas emocionales mediante instrumentos adecuados como la respues-
ta electroencefalográfica, psicogalvánica, los niveles de cortisol en sangre
que indican niveles de estrés, cambios en el reflejo de orientación, etcétera.
Las actitudes se expresan a través de estas tres vías que se diferencian
entre si pero que convergen en cierta medida porque comparten un sustra-
to o base común, ya que todas representan la misma disposición.
Cada tipo de respuesta actitudinal se puede medir con la utilización de
índices diferentes. La relación entre estos índices diferentes de la misma
respuesta, debe no sólo ser positiva sino también intensa. Por ejemplo, si
una persona tiene ideas favorables acerca de los sapos ("son divertidos")
es de esperar que reaccione ante ellos con afectos o emociones favorables
("me gusta"), y que muestre conductas de aproximación.
No siempre y no con todas las actitudes la consistencia entre los índices
que valoran cada tipo de respuesta es alta. Ello muestra la existencia de
distintas dimensiones y cierta independencia de cada dimensión de la conducta humana.

Las cogniciones humanas

Llegaste al aula en una primera clase de Psicología Social. Tratas de


hablar con un compañero. En tanto le estás hablando él no te mira, mira
hacia otros lados del aula y claramente te das cuenta que escucha a medias lo que le estás
diciendo. Sea por la razón que fuere, entendés que no tiene
interés conversar con vos. Cuánto tardarás en "darte cuenta" que está pasando?

Casi todo el tiempo, en la realidad de tu vida cotidiana te encontrarás en


situaciones de este tipo.
La pregunta del Psicólogo Social es Cómo tipificas tan rápidamente una
situación relativamente particular y nueva?
Se supone que hace años que participas de situaciones similares en tu
vida educativa. Situaciones en las que desarrollas un cierto guion llegas a
una nueva clase, tratas de acercarte a alguien para socializar, inicias una
Conversación, esperas una respuesta favorable.
Como resultado de estas experiencias has construido cierto marco mental
para entender estas situaciones, que incluyen una expectativa acerca del1
comportamiento de otros en ellas. Estos "marcos o "esquemas contienen
información relevante de acontecimientos específicos, que una vez esta-
blecida, nos permiten interpretar esa situación y lo que ocurre en ellas y
cómo afrontarlas.
Supongamos que tu compañero este vestido, tiene un estilo de actuar y
ciertas facciones que te resultan atractivas. Afectaría esto tu manera de
entender su conducta? Seguramente es así, porque también tienes un es-
quema de persona establecido para ""enmarcar los compañeros nuevos
que conozcas. Como todos, en la vida cotidiana, necesitas reducir la com-
plejidad de los hechos que enfrentas, no tienes horas para estudiar cada
cosa y formarte una idea de cómo actuar. Las actitudes señalan una predis-
posición, los esquemas, que también son aprendidos, constituyen verdade-
ras configuraciones o "estructuras c0gnitivas, conjuntos organizados de ideas
que te permiten "tipificar la realidad de las personas, situaciones o cosas
con las que te encontrás en cada momento de tu vida".
Si la primera impresión te llevo a ubicar a tu compañero en el esquema de lo
que podrías definir como un tipo "genial y en realidad no te presta atención,
podes reaccionar en términos de un esquema acerca de tu "autoestima":
Yo no soy suficientemente valiosa para ser atractiva para este 'tipo 2"
Los esquemas influyen mucho en la manera en que pensamos el mundo,
básicamente en tres procesos claves de toda cognición.

Organizan nuestra atención. Desde los aspectos más inmediatos de la


percepción inicial mediante los cuales seleccionamos que vemos, que aten-
demos más o menos. La codificación mediante la cual una vez que la infor-
mación es seleccionada queda almacenada en nuestra memoria. No todo
quedará almacenado, la codificación es también una selección. Recuerdas
si la persona que viajaba en el primer asiento individual del colectivo en el
que llegaste a la Facultad traía paraguas o no? Probablemente no. Salvo que
te hayas topado con el único precavido y durante tu viaje haya comenzado a
lover. En ese caso, ese pasajero hubiera sido *notable" para vos y para otros
probablemente; quedando retenido en tu memoria y siendo "recuperado
cuando ya en la Facultad, comentes sobre la lluvia y digas: "Me avivé que
podía llover cuando vi uno en el colectivo con paraguas, era el único, pero ahí
me di cuenta que no pensé que podía llover". La "recuperación de informa-
ción de nuestra memoria depende de la importancia que tuvo para nuestra
vida el suceso y si por eso fue registrado o no y desde que marco presente
solicitamos retornar el evento registrado. Esto dependerá en ambos casos
de la organización que nuestros esquemas le dan a la información.
Los esquemas influyen sobremanera en nuestro conocimiento de la
vida cotidiana. Nuestra atención se fija mucho más ante acontecimientos
inconsistentes con nuestros esquemas que en aquellas casos en que la si-
tuación es consistente con ellos. Es decir, nos orientan en las situaciones
inesperadas más que en las acostumbradas. Esto también está reforzado
por el hecho de que una vez que los esquemas han sido formados, la infor
mación relativa a ellos se recuerda más que la que no lo es.
Los esquemas cumplen un papel importante en la constitución de este-
reotipos sociales que dan lugar también cuando son negativos a los prejui-
cios y a las conductas discriminatorias.
Los esquemas en muchos casos influyen distorsionando nuestras con-
ductas. Un caso típico es el de la distorsión optimista de los planes.
A menudo pensamos que podemos terminar una tarea antes de lo que
realmente podemos. Eso pasa casi siempre en el sector público, también
en la empresa privada o en las tareas más sencillas que iniciamos en nuestra
vida personal. Se podría hablar de una falacia de la planificación. Buhele,
Griffin y Ross, (1994) detectaron que cuando las personas planifican algo
lo hacen como una narración, se centran en el futuro y ponen poco el acento

en recordar cuanto les llevo hacer tareas similares en el pasado. Se "disipa


una comprobación de la realidad conocida" que puede desviarlos hacia un
sesgo optimista". Por otra parte, cuando reflexionamos sobre experiencias
pasadas en las cuales las tareas nos tomaron más tiempo del esperado tende-
mos a hacer atribuciones que disminuyen a importancia de tales reflexiones.
Entendemos, por ejemplo, que los errores de cálculo pasados dependie-
ron detactores externos, ajenos a nosotros o fuera de nuestro control.

Las atribuciones: como entendemos las conductas propias y de los demás

No sólo cuando evaluamos porque algo no salió como pensábamos,


atribuimos alguna razón a ello. Continuamente evaluamos y tratamos de
tener un conocimiento exacto acerca del pensamiento y los sentimientos
de las personas que nos rodean. Saber que experimentan los otros puede
sernos de utilidad para manejarnos en la vida cotidiana.
Los psicólogos sociales creemos que el interés por esto se debe en gran
parte a tener explicaciones sencillas de causa y efecto en el entendimiento del
entorno social. No se trata de obtener sólo descripciones fenoménicas de com0
ocurren las cosas sino también de obtener comprensiones de por qué ocurren.
En Psicología Social esto se denomina atribución. Este concepto ha sido
estudiado durante décadas proporcionando muchas teorías para explicar su
funcionamiento. Las fuentes de conocimiento que esto ha abierto son mu-
chas para entender la vida social. Aquí nos detendremos en algunas ideas.
Volvamos al ejemplo de la primera clase de Psicología Social. "Tratas de
hablar con un compañero. En tanto le estás hablando él no te mira, mira hacia otros
lados del aula y claramente te das cuenta que escucha a medias lo que le estás diciendo".
Cómo explicarías esto? Hay muchas posibilidades de que pienses "es un
creído". Es posible que sea así. Pero también es posible que esté atento
buscando a alguien que lo está esperando en un aula a la que lega pobr
primera vez y está llena de gente que no conoce.
El hecho de considerar los factores externos (alguien lo espera en un
contexto poco habitual) como menos probable que los factores intentos
(narcisismo, egolatría) es el llamado error fundamental de atribución. Este se
refiere a nuestra tendencia a explicar la conducta de los demás en términos
de causas disposicionales (internas) más que situacionales (externas). Dicho

en un lenguaje coloquial, porque son "ese tipo de persona", más que a cau1sa
de otros de los muchos factores (externos) que pueden estar influyendo en
su conducta.
En algunos casos la tendencia no es tan extrema pero igualmente pre-
domina la atribución de causa "interna" sobre los factores ""externos que
podrían ser causa de la conducta (Briñol y De Marrée, 2012).

Otros sesgos atribucionales

En la Copa Mundial de Fútbol de los Estados Unidos de 1994, Diego


Armando Maradona fue sorteado para realizarse el control antidoping que
dio positivo luego del partido frente a Nigeria. Este suceso lo dejó fuera
del mundial. Independientemente de todo lo que pueda comentarse acerca
de esto, aquí nos interesa la reacción del entorno social-periodístico alrede-
dor de este "acontecimiento", centrado en la conducta de una persona
particular, muy representativa en el mundo futbolístico.
En el diario más popular de la Argentina en ese momento y en los
medios en general se publicaron dos tipos de "columnas" periodísticas.
Por una parte, aquéllas que atribuían el "problema" o "destino" del juga-
dor a las causas internas), propias de una "personalidad transgresora",
claramente manifestada en su conducta de "evasor de impuestos" (32,7
millones de euros) que lo levo a dejar Italia. A su agresión con un sifle de
aire comprimido a un grupo de periodistas, a su portación de cocaína, sus
conflictos sobre paternidades varias en las que se negó a aceptar pruebas
de ADN, etcétera. Por otra parte, otro sector del periodismo ponía el acen-
to en otras "causas" (externas): las características de su representante Cop-
pola, "el entorno que marcó su infancia en Villa Fiorito, entre inmigrantes
pobres de países limítrofes y esa ibera junto al Riachuelo", la desterritoria-
lización propia de la fama y las migraciones deportivas, etcétera.
Como en este caso, la atribución de ciertas consecuencias a la "naturaleza"
de las personas, su "ser", o a su "entorno" o " condiciones externas determi-
nantes", es no sólo una constante, sino fuente de controversias históricas en
la ciencia, la política, pero también, sobre todo en nuestra vida cotidiana.
Un sesgo atribucional relacionado con el anterior es el que se refiere a
atribuir nuestra propia conducta a factores situacionales y las de otros a
Causas internas. Hay un sesgo actor/observador. Si estamos manejando y detenemos
nuestro automóvil sobre el cruce peatonal, es a nuestro
entender porque "el tráfico esta imposible y es difícil calcular cuando dete-
nerse". Si somos peatones no dudamos en cambio "del desprecio por los
peatones y sus derechos", típico de los automovilista tas que se quedan sobre
la senda. En estos ejemplos nosotros somos objeto de las situaciones y los
otros actúan según sus disposiciones.
Otro sesgo común es visible en el clásico comentario ante un aplazo,
-Me sonó mal", diferente del "Aprobé!", ante un buen resultado. Te-
nemos tendencia a atribuir los resultados positivos a nuestros propios re
cursos internos y los negativos a afectos de la realidad externa. Las hipóte-
sis cognitivas sugieren que nos guiamos por esquemas de éxito, así, proce-
samos los buenos resultados como algo propio y los malos como deriva-
dos de factores que están fuera de nuestro control.
La interpretación motivacional sugiere que de este modo protegemos
nuestra autoestima (Brown y Rogers, 1991). Este sesgo lleva a que mu
chas personas vean sus propias acciones cono más comprensibles y dis-
culpables y las de otros como incomprensibles e imperdonables. Esto es
fuente de muchos problemas interpersonales en la vida cotidiana, en el
trabajo, en las relaciones familiares y amorosas.
Tanto las actitudes, provenientes del marco teórico de la psicología con-
ductual de los años treinta, como las cogniciones y atribuciones, herederas
del pensamiento cognitivo posterior a la segunda guerra mundial conflu-
yen hoy en un ideario integrado. Tras un largo predominio del paradigma
conductista en la Psicología, a lo largo de los sesenta ese paradigrma fue
sustituido por los aportes del paradigma de procesamiento de la informa-
ción, de matriz sistémica y cognitiva. Según esta perspectiva el ser humano
es predominantemente un procesador de información, un intérprete de lo
que ocurre mediante el procesamiento cognitivo y social de los estímulos
ante los que está expuesto en el marco de una praxis social colectiva.
Normas culturales de su etnia de pertenencia, roles des empeñados,
grupos de pertenencia y referencia, actitudes, prejuicios, ideologías, etc.;
constituyen una realidad compleja en y desde la cual se construye la in-
tersubjetividad que da lugar al surgimiento de la subjetividad personal.
Cada vez que un niño ingresa al mundo trae con él una unidad de memo-
la vacía que le da la oportunidad de ir llenando en el largo proceso de
socialización que lo llevara a convertirse en persona. Cada vez la sociedad
se abre a la oportunidad de que nuevos individuos re signifiquen los con-
tenidos del orden social establecido.

Las representaciones sociales:

Supongamos que salimos a la calle y elegimos algunas personas entre


las que caminan, se desplazan en sus autos, viajan en ómnibus o tren. Les
preguntamos qué es el Psicoanálisis? para qué cree usted que sirve?
Quiénes cree usted que van al psicoanalista? Qué es la neurosis?
Algo así hizo el psicólogo social francés Serge Moscovici partiendo
de un constructo que llamo representaciones sociales (RS) en su estudio "El
psicoanálisis, su imagen y su público" publicado en 1961 en el que en con una
investigación empírica intentaba delimitar el lugar que ocupaba en ese
momento el psicoanálisis en el imaginario social de los franceses.
El concepto retomaba una idea clásica enunciada por Emile Durk-
heim quien en 1895 publicó Las reglas del método sociológico, texto fundante
de lo que él llamaría "la sociología", "psicología social o colectiva" casi
como sinónimos. Allí plantea un principio que permite abordar su con-
cepción acerca de la relación entre los individuos y la sociedad o entre el
todo y las partes:

(...) "La combinación de elementos cualquiera da origen a fenómenos nuevos,


hay que concebir a estos no como situados en los elementos, sino en el
todo por su unión" (.) "La tesis sui generis que constituye toda sociedad
origina fenómenos nuevos diferentes de los que tienen lugar en las
conciencias solitarias; es preciso admitir que estos hechos específicos residen
en la sociedad misma que los produce y no en sus partes, es decir, en sus
miembros. En este sentido son exteriores a las conciencias individuales...
De esta manera se justifica sobre la base de una nueva razón la separación
que ya habíamos establecido entre psicología propiamente dicha, o ciencia
del individuo mental, y la sociología" (...)

Esta diferenciación entre hechos psíquicos y hechos sociales, diferen-


ciación propia de la época relacionada con el debate sobre el entendimien-
to de la vida social, sostiene paradojalmente que, si bien unos y otros difieren en calidad,
sustrato, evolución y condiciones, no significa que no sean
también psíquicos.
Es claro que ambos, en un lenguaje actual, son formas del pensamiento
y acción, conducta, si bien en un caso asientan en la vida individual, en el
otro lo hacen en la acción colectiva. Para Durkheim la conciencia colecti-
va es una realidad en sí misma, reconocible por el carácter coercitivo quue
ejerce sobre la conciencia individual.
En reflexiones posteriores, Levy-Strauss en Sociología y Antropología,
agregaría que las formas de conciencia normales no son nunca indivi-
duales en un sentido terminante. Sino que los elementos a partir de los
cuales se construye un sistema simbólico son siempre colectivos.
Aquí debemos entender que una cosa son las cosas, el mundo empíri-
co y otra los constructos teóricos, que son ellos mismos representacio-
nes individuales del pensador, colectivas del grupo social de los cientifi-
cos y Sociales si se encarnarn funcionalmente en la necesidad de una
sociedad y una época.
Durkheim en la segunda mitad del siglo XIX define un constructo, las
representaciones colectivas'", como un concepto, categoría abstracta pro-
ducida colectivamente y que forman parte de la cultura de una sociedad.
Moscovici, ya en la segunda mitad del siglo XX, sale de la idea de que
la sociedad impone la RC al individuo y acentúa, ya en el marco de una
incorporación de un pensamiento cognitivo de la psicología de posgue-
rra, la idea de que las RS son resul tado de una producción realizada por
sujetos sociales, es decir sujetos que no son sólo un colectivo, sino que
están unidos funcionalmente en el intercambio de significados que las
representaciones sustentan. La idea de social refiere al carácter de signiff-
cado como una entidad conceptual que retiere a lo simbólico como ele-
mento mediador entre lo individual y social. Lo coercitivo se diluye y
aparece el significado como nexo.
Tanto el estructuralismo francés de Levy-Strauss como el estructura-
lismo anglosajón desde el funcionalismo de Parsons hasta la epistemolo-
gía sistémico-cibernética de Bateson actualizaron la visión durkheimniana
en los términos de una perspectiva cognitiva y sistémica. Moscovici le da a lo
individual una dinámica cognitiva, de producción de conocimiento, produc-
tiva en sí misma, que en Durkheim aparecía un poco soslayada en pos de la
discusión pro social. Y le da a lo social una capacidad productiva propia a
partir de presentar las RS como vehiculo de comunicación integrándolas a los modernos
conceptos provenientes de la teoría de la información, de la
comunicación humana. Sociedad e individuo, individuo y sociedad se sola-
pan, superponen elementos comunes.
En un lenguaje más matemático, son conjuntos de constructos que
nombran elementos que interceptan. Esta manera de entender es impof
tante porque la psicología social construccionista se constituye allí don-
de esos conjuntos de constructos teóricos provenientes de la psicología
y la sociología más enciclopedista y positivista interceptan.
Las RS son esencialmente fenómenos sociales que deben ser entendi1
dos a partir de su contexto de producción; es decir, a partir de las funcio-
nes simbólicas e ideológicas a las que sirven como formas de comunica-
ción en donde sus contenidos circulan.
Es por eso que el término se pluraliza y el adjetivo colectivo se reempla-
za por social, su lugar no es enteramente social, pero tampoco enteramen-
te individual, el punto de intersección, es un nodo que implica el concepto
de interface. Una superficie de contacto que relaciona dos sistemas de pro-
piedades diferentes.
El mismo autor de la propuesta, Moscovici resalta el carácter ambiguo
del concepto. Si bien enfatiza su uso social continuo sobre todo como un
modo facilitador y económico de describir una realidad percibida como muy
compleja reduciendo esa complejidad y abriendo las posibilidades como ve
hículo de comunicación social. El propósito de las representaciones sociales
es también el de hacer de algo desconocido algo familiar. Pueden ser una
forma específica de entender y comunicar algo que conocemos. Nos mues-
tran una imagen y una idea simultáneamente en la que imagen y significado
son dos caras de una misma moneda; en otras palabras, que hace corres-
ponder a cada imagen una idea y a cada idea una imagen.
En realidad, las RS condensan aspectos de la realidad de gran comple-
jidad cuya descripción incluye un conjunto de muchas ideas. Esto último
Ocurre mediante un mecanismo que fija ideas no tan comunes reduciéndo-
1as a categorías o imágenes ordinarias y familiares. Algo que sería muy
abstracto se concretiza, algo subjetivo, mental, se objetiva en un elemento
tísico. Eso físico es familiar y fácil de comparar, entender o interpretar.
también es algo que cae bajo la esfera de lo controlable.

Desde lo individual podemos pensarlo, compartirlo mediante la comu-


nicación social, con la garantía de que tanto como es comprensible para
nosotros lo es para los otros. Desde lo social ya está compartido por la
familiaridad que las imágenes e ideas evocan. Constituyen un "código que
está en la mente de cada uno y en la de todos.
Las RS tienden también a convertir lo familiar en "natural". De este
modo contribuyen a la difusión de los valores sociales dominantes, trans-
formándolos en un conocimiento del sentido común. Participan así de la
construcción histórica del orden social objetivando y categorizando todo
un acervo de creencias sobre las que se asienta el orden moral, los valo-
res y las conductas que sustentan ese orden. De hecho gestionan el sistema
ideológico que acompaña ese orden social y su objetivación. Tienden a
establecerlo y mantenerlo estable hasta tanto las prácticas sociales constru-
yan una realidad de relaciones reales que lo modifiquen, ya sea por un
cambio lento, o por estallido.

La "representación social del ama de casa"

Qué es un ama de casa? Qué identidad, que creencias, que atribui-


mos y que acciones definen que es una mujer en el ámbito de su hogar?
Un aviso del polvo limpiador Puloil, producido desde 1917 hasta casi
los años 70 del siglo XX mostraba en su tarro amarillo de cartón y lata el
esquema de una mujercita corriendo llevando un cepillo de palo largo y
una escoba.
Un anuncio en la revista Biliken de la época promovía el uso del pro-
ducto "garantizando" que con el esfuerzo cotidiano de fregar ollas y vajilla
"las mujeres argentinas.... eliminarían las bacterias.. cuidarían su familia y
alcanzarían el Edén... el huerto de Dios".
Esta RS se asociaba en ese entonces a otras: los varones adolescentes,
apropiándose de esas ideas llamaban a la virtuosa "chica de familia" de
entonces, con la metáfora "chica Puloil". Era la chica virginal, sumisa, "para
casarse", opuesta a las jovencitas "sexualmente viables", las chicas, "piolas",
"con experiencia"
El "ama de casa" y por extensión gran parte de la representación social
de la "mujer", quedaban vinculadas a una imagen de mujer esforzada,
acelerada, cargando elementos de limpieza. La redacción de la publicidad
acentuaba el esfuerzo hogareño, la dedicación plena a él para el cuidado de
la familia y el logro de cierta gracia divina, como habitar un hogar conver-
tido en el Edén, como premio a esos esfuerzos.

Es impensable actualmente intentar vender algo con esta forma de


predicar el sujeto 'ama de casa". Las publicidades actuales reflejan una
representación social muy diferente de las nuevas "amas de casa".

La empresa ATMA, fabricante de artículos para el hogar modificó la


representación "AMAS DE CASA" transformándola en "AMAS TU CASA.
El ícono (imagen) de la empresa muestra una mujer joven,
sonriente, en una pose relajada, rodeada de artefactos que alivian sus
eventuales tareas y que en su mano sostiene la palabra DE a la que parece
acabar de reemplazar por TU.

Un reconocido jabón de lavar, sugiere que "el lavado tiene para vos (el
"ama de casa") un lugar así de chiquitito" (que cabe en una imagen de un
lavarropas visible entre el pulgar y el índice de la protagonista). Otro presenta
cinco bailarinas, que bailan gimnásticamente y realizan nueve cambios de
ropa mientras un texto dice «vos cuidas tu look, nosotros las fibras».

Áreas de investigación

El tema RS reconoce por lo menos tres líneas de investigación. Una de


ellas es el papel del conocimiento del sentido común en las sociedades
contemporáneas. Otra refiere a procesos de larga duración. Estudia objetos
que acompañan la vida humana a lo largo de la historia. Tópicos como, la
imagen del cuerpo, de la mente, de la locura, de la enfermedad, de la
femineidad, la sexualidad, la masculinidad, la paternidad, la crianza y en
realidad cada una de las experiencias humanas individuales subjetivas y los
sistemas sociales específicos en las que se constituyen.
Un tercer objeto son las cuestiones controvertidas, aquellas sobre las
que la sociedad se divide y confronta. Refieren a las RS invocadas por
grupos específicos que se separan o que cuestionan el orden social y
organizan su identidad mediante ellas. El feminismo, los inmigrantes, los
jóvenes de 14 a 18 años, los punks.
A esta altura del recorrido es posible que el concepto se convierta en
algo un poco difuso. Todos los autores que lo tratan refrendan esa primera
autocrítica de Moscovici, su creador. Por el momento se ha logrado
diferenciarlo del concepto de cultura, entendiendo esta última como un
concepto mayor que lo engloba, siendo más abarcativo en tanto incluye
no solamente el pensamiento social, sino también las prácticas sociales,
instituciones y elementos materiales, objetos y las correspondientes
imágenes y modelos explicativos que un determinado grupo social tiene
acerca de algún fenómeno de la realidad.-

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