Está en la página 1de 22

UNIVERSIDAD PRIVADA DE TACNA

FACULTAD DE DERECHO Y CIENCIAS POLITICAS

LA DIGNIDAD, PRINCIPIO DE DERECHO

Presentado por:

Jakeline Lima Mamani


Código 2017059504

Anais Fiorela Salazar Mamani


Código 2017059480

Betsy Arocutipa Barbaito

Soledad Motoya Rodriguez

Arlette Castillo Gutierrez

TACNA-PERU
2023
RESUMEN

Por la confusión de la terminología jurídica en cuanto a dignidad, Derechos


Humanos, Derechos de Persona y Derechos Fundamentales, es pertinente, y
menester definirlos y diferenciarlos, la es un atributo de toda la colectividad
fundamento de los derechos reconocidos a los seres humanos, cuyo conjunto se
expresa el Estado o la Nación, en cambio el medio de reconocimiento y garantía
son los Derechos positividades en la carta fundamental Estado y en normas
internacionales.

ABSTRAC

Due to the confusion of legal terminology in terms of dignity, Human Rights,


Personal Rights and Fundamental Rights, it is pertinent, and it is necessary to
define and differentiate them, it is an attribute of the entire community that is the
foundation of the rights recognized to human beings, whose The State or the
Nation is expressed as a whole, on the other hand, the means of recognition and
guarantee are the Rights, positivities in the fundamental letter of the State and in
international norms.

SUMARIO

Introducción. Marco Teórico. Capítulo I Aspectos Generales. Capítulo II Alcance


de la Dignidad de la Persona Humana. Capítulo III Convención Americana sobre
Derechos Humanos. Capítulo IV Tribunal Constitucional. Capítulo V Defensa y
Promoción de la Dignidad. Capítulo V.I Eutanasia ¿Derecho derivado de la
dignidad de la persona?. Capítulo VI Delimitación y limitación de los derechos
fundamentales. VII La eficacia de los Derechos Fundamentales. VIII
Jurisprudencia. Conclusión. Bibliografía.

PALABRAS CLAVE

Dignidad, Constitución Política, libertad, autodeterminación, derechos


fundamentales.

INTRODUCCION

Hablando jurídicamente, la dignidad es el fundamento de los derechos


reconocidos a toda una ciudadanía o en su integridad, los seres humanos, el
resultado de ellos se expresa en el estado que se conforma que lo que se busca
es la absolutización del derecho a la libertad, de tal modo que esta incluso
determine la dignidad de la persona, de modo que la dignidad ya no estaría
inherente a la persona por el hecho de ser persona (lo que llamamos dignidad
ontológica) sino más bien que estaría circunscrita a la esfera de la autopercepción
cayendo en un relativismo tal, que una persona podría sentir que su vida ha
dejado de ser digna y que por tanto tendría derecho de solicitar que el aparato
estatal y el personal de salud tengan que asistir su voluntad. Por ser una
autopercepción, la dignidad humana diferiría considerablemente de una persona a
otra, y puede cambiar con el tiempo y las circunstancias. La dignidad humana se
verá respetada por el ordenamiento jurídico en la medida en que se le permita al
individuo desarrollar su propio proyecto de vida, el cual puede ser en
determinados contextos optar por morir.

La eutanasia entonces sería una expresión de la garantía de la dignidad humana,


entendida no ontológicamente sino como libertad de autodeterminación, es decir
reconocida por su conexión con la libertad del individuo. A la persona que no se le
reconoce su libertad de decidir acerca de cuándo y cómo quiere morir, sobre todo,
en contextos de terminalidad y cronicidad, no se le estaría garantizando su
dignidad.

En ese sentido, el derecho a morir dignamente significaría el derecho que toda


persona debe tener de decidir sobre los límites aceptables de deterioro de su
autonomía y calidad de vida. De este modo la libertad como derecho de elección
subjetiva sería la condición necesaria y suficiente para fundar un valor y legitimar
un derecho; todo lo que se elige es bueno, como expresión de autodeterminación,
cualquiera que sea la opción, independientemente de si se opta por elegir vivir o
por morir. Por tanto, sería la libertad la que determinaría la moralidad de las
elecciones.

MARCO TEORICO

CAPITULO I.- ASPECTOS GENERALES

La preocupación por la dignidad de la persona humana surge a partir de la


violencia desplegada por el Estado y por particulares durante las dictaduras que
Latinoamérica vivió en las décadas de 1960 y 1970, así como las matanzas y
genocidios de la primera y la segunda guerra mundial. Estos hechos han generado
la conciencia universal de que antes que los fines del Estado, e inclusive de la
propia sociedad, debe anteponerse la defensa y el desarrollo de la persona y su
dignidad.

En dicho contexto, se entiende a la dignidad como un valor supremo de la


constitución que, además de fundamentar los diferentes derechos humanos o
fundamentales que se le reconocen a la persona, delimita y orienta los fines que el
Estado debe cumplir. También se puede entender a la dignidad como el principio
constitucional en virtud del cual el Estado debe estar al servicio de la defensa de la
persona y de su más pleno desarrollo y bienestar. En dicho sentido, el artículo 1
de nuestra constitución establece que «La defensa de la persona humana y el
respeto de su dignidad son el fin supremo de la sociedad y del Estado».

Ahora bien, como derecho, la dignidad supone la consideración de la persona


como fin en sí mismo y no como un medio. En otras palabras, entraña la
prohibición de tratar al ser humano como instrumento para la consecución de fines
ajenos a su propio desarrollo y bienestar. Por ello se prohíbe al Estado y a los
particulares instrumentalizar a la persona humana, en vista que de que esta debe
ser considerada como un fin en sí mismo, como sujeto autónomo y libre pleno de
derechos y deberes, y no como objeto.

Asimismo, la dignidad supone la imposición de una serie de deberes vinculados


con la promoción y desarrollo pleno de la persona, en tanto se entiende que el ser
humano no se desarrolla con dignidad de manera aislada sino en un determinado
contexto social, económico y político. Para ello, corresponde al Estado —y
también a los particulares— generar un entorno institucional y social adecuado al
respeto y promoción de la persona y de su dignidad.

En relación al contenido del derecho a la dignidad, es decir, aquello que se puede


hacer o exigir al amparo del mismo, se puede identificar un núcleo básico o
esencial constituido por la prohibición de instrumentalización de la persona
(sentido negativo), así como un deber de promoción de su máxima realización
posible, considerando las circunstancias de hecho y de derecho existentes
(sentido positivo). Resulta evidente que el primer obligado es el Estado, pero
dichas obligaciones también resultan exigibles a los sujetos privados.

La dignidad como derecho tiene como una de sus notas esenciales el ser un
derecho relacional, es decir, que su afectación se evidencia a través de la
afectación de otros derechos fundamentales.

En dicho sentido, se ha reconocido que existe lesión al derecho de dignidad


vinculado con la prohibición de tratos crueles y degradantes (como las
inadecuadas condiciones de seguridad y salubridad en las cárceles, cuando los
establecimientos penitenciarios están tan alejados que los reclusos no pueden
tener visitas de sus familiares), con el derecho a la salud (cuando se niega un
tratamiento de medicamentos antirretrovirales a un paciente con VIH), con el
derecho al medio ambiente adecuado (pues dentro de un entorno contaminado no
se puede llevar un vida saludable y digna), con el derecho a la pensión mínima (en
tanto el goce y disfrute de una pensión mínima posibilita, a quien ya no puede
valerse por sí mismo, el poder adquirir y acceder a bienes y servicios básicos), con
el derecho a la seguridad social (en tanto se impida al acceso a los diferentes
sistemas que tienen por objeto el tratamiento de los riesgos accidentes,
enfermedades que puedan afectar la vida o la salud de la persona), con el
mandato de no discriminación (cuando se despide a una trabajadora embarazada
por su estado de gravidez o cuando los anuncios de empleo exigen determinadas
características físicas buena presencia, por ejemplo que esconden una
discriminación por motivos raciales), e incluso con el derecho a la identidad
personal (cuando no se reconoce la identidad sexual de transexuales en el
documento nacional de identidad),

CAPITULO II.- ALCANCE DE LA DIGNIDAD DE LA PERSONA HUMANA

Como todo derecho fundamental, la dignidad tiene dos ámbitos o dimensiones:


una subjetiva, vinculada a la persona de manera individual, en tanto titular del
derecho; y otra dimensión objetiva, pues la dignidad se constituye como un
principio y un valor que informa la acción del Estado, así como el ordenamiento
jurídico.

En dicho sentido, como derecho de la persona —ámbito subjetivo—, deberemos


tener en cuenta las específicas circunstancias en las que el derecho a la dignidad
podría verse afectado, de modo tal que cuando se aprecie la instrumentalización
de una persona en una situación concreta para el logro de fines ajenos a su propia
voluntad, estaremos frente a la lesión de su dignidad.

Como valor y principio objetivo del ordenamiento, la dignidad de la persona


cumple ciertas funciones. En primer lugar, la dignidad sirve de fundamento a los
demás derechos fundamentales de la persona que la constitución reconoce de
forma expresa e implícita. Luego, la dignidad se constituye como un principio de
interpretación de las normas constitucionales y legales, además de ser un
elemento para la integración jurídica en caso de vacíos o deficiencias de la
regulación legal y reglamentaria.

De otro lado, el respeto, la promoción y garantía de la dignidad resultan exigibles


al Estado (eficacia vertical) y a los particulares (eficacia horizontal), imponiendo
dos tipos de deberes, en tanto corresponde al Estado no lesionar (deber negativo)
la integridad de la persona y sus derechos, tanto en su aspecto psicosomático
como moral, de modo tal que la dignidad no resulte afectada por actos estatales; y
de otro lado, supone la obligación del Estado de promover el máximo y pleno
desarrollo de la persona, a fin de que su dignidad se vea realizada en los hechos
(deber positivo). Cabe agregar que los deberes de respeto (o no lesión) y de
promoción de la dignidad resultan exigibles también al propio titular del derecho a
la dignidad como a las demás personas.

CAPITULO III.- CONVENCION AMERICANA SOBRE DERECHOS HUMANOS

3.1 ANTECEDENTES

Los antecedentes de la Convención Americana se remontan a la Conferencia


Interamericana celebrada en México en 1945, la cual encomendó al Comité
Jurídico Interamericano la preparación de un proyecto de Declaración. Dicha idea
fue retomada en la Quinta Reunión de Consulta de Ministros de Relaciones
Exteriores que se reunió en Santiago de Chile en agosto de 1959 y decidió
impulsar la preparación de una convención de derechos humanos. (Quintana
Osuna & Serrano Guzman, 2013)

En su primera parte, la Convención Americana establece los deberes de los


Estados y los derechos protegidos por dicho tratado.

En su segunda parte, la Convención Americana establece los medios de


protección: la CIDH y la Corte IDH, a los que declara órganos competentes "para
conocer de los asuntos relacionados con el cumplimiento de los compromisos
contraídos por los Estados partes de la Convención". Al 30 de abril de 2012, 24
Estados Miembros de la OEA son parte de la Convención Americana.

3.2. DEFINICIÓN
La Convención Americana, también llamada Pacto de San José de Costa Rica es
un tratado internacional que prevé derechos y libertades que tienen que ser
respetados por los Estados Partes, así mismo se puede decir que define los
derechos humanos que los Estados ratificantes se comprometen
internacionalmente a respetar y dar garantías para que sean respetados.

Así mismo es importante mencionar que la Convención Americana, establece un


sistema de protección internacional de derechos humanos con fundamento en que
los derechos esenciales del hombre no nacen del hecho de ser nacional de
determinado Estado sino de los atributos de la persona humana, sistema además
de naturaleza coadyuvante o complementaria de la que ofrece el derecho interno
de los Estados americanos.

Es decir, la obligación de proteger los derechos humanos recae, en primer lugar,


en el Estado y sólo subsidiariamente en los órganos de protección establecidos en
la Convención: la Comisión y la Corte interamericanas de Derechos Humanos.
Como en el viejo sistema europeo, el ser humano no tiene acceso directo a la
Corte.

El TC también señala de la Convención Americana de Derechos Humanos, en su


art. 11.1, en el que señala: “ Toda persona tiene derecho al respecto de su honra y
al reconocimiento de su dignidad”

3.3. DEBERES DE LOS ESTADOS PARTE

Los Estados Partes se comprometen a respetar los derechos y libertades


reconocidos en ella y a garantizar su libre y pleno ejercicio a toda persona que
esté sujeta a su jurisdicción, sin discriminación alguna por motivos de raza, color,
sexo, idioma, religión, opiniones políticas o de cualquier otra índole, origen
nacional o social, posición económica, nacimiento o cualquier otra condición
social.

3.4. IMPORTANCIA DEL PACTO DE SAN JOSE DE COSTA RICA

El Pacto de San José, constituye el eje principal del Sistema Interamericano de


protección de los derechos humanos, al consagrar derechos como la vida, la
integridad y libertad personal, la igualdad ante la ley, la protección judicial, la
propiedad privada, el derecho de reunión, circulación y residencia, derechos
políticos, derechos de la niñez, principio de legalidad y de no retroactividad,
libertad de asociación, la libertad de conciencia y de religión, libertad de
pensamiento y de expresión, a la honra y dignidad, a no ser sometida a esclavitud
y servidumbre, entre otros.

3.5. ÓRGANOS COMPETENTES COMO MEDIOS DE PROTECCIÓN

La Convención establece que la Comisión y la Corte son los órganos competentes


para conocer los asuntos relacionados con el cumplimiento de los compromisos
contraídos por los Estados partes de la Convención y regula su funcionamiento.

3.5.1. Comisión Interamericana de Derechos Humanos

La Comisión IDH es un órgano principal y autónomo de la OEA que tiene la


función principal de promover la observancia y la defensa de los derechos
humanos y de servir como órgano consultivo de la Organización en esta materia.
Así la definen el artículo 106 de la Carta de la OEA y los primeros artículos del
Estatuto y el Reglamento de la misma Comisión.1 Composición.

3.5.2. Corte Interamericana de Derechos Humanos

La Corte Interamericana de Derechos Humanos (Corte IDH) es un órgano judicial


autónomo de la Organización de los Estados Americanos (OEA), que tiene su
sede en San José, Costa Rica. Su propósito es aplicar e interpretar la Convención
Americana sobre Derechos Humanos y otros tratados de derechos humanos a los
cuales se somete el llamado Sistema Interamericano de Derechos Humanos.

CAPITULO IV.- TRIBUNAL CONSTITUCIONAL


4.1. CONCEPTO

El Tribunal o Corte Constitucional es aquel órgano especializado que tiene a su


cargo, principalmente, hacer efectiva la primacía de la Constitución. Tiene la
atribución de revisar la adecuación de las leyes, y eventualmente de los proyectos
de ley y los decretos del poder ejecutivo, a la Constitución, realizando un examen
de constitucionalidad de tales actos.

Teorías más recientes, sostienen que la tarea del Tribunal Constitucional es


ejercer una función jurisdiccional, resolviendo conflictos de carácter constitucional,
que puede incluye la revisión de la actuación del poder legislativo, la protección de
los derechos fundamentales y la distribución de competencias entre los poderes
constituidos.

4.2. EL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL EN EL PERÚ

En el Perú el Tribunal Constitucional es el Órgano de control de la


constitucionalidad, es autónomo e independiente. (Art. 202° de la Constitución
Política del Perú, Art. 1° Ley Orgánica del Tribunal Constitucional N° 28301) Lo
cual significa que al Tribunal Constitucional se le ha confiado la defensa del
principio de supremo constitucional, contra las leyes o actos de los órganos del
Estado que pretendiesen socavarlo; interviene para restablecer el respeto a la
Constitución en general y de los derechos constitucionales en particular la misma
que ejerce fundamentalmente a través de las acciones de inconstitucionalidad,
pero además, a través de los recursos extraordinarios en procesos de habeas
corpus, amparo, habeas data y acción de cumplimiento, y, a través de los
conflictos de competencia y de atribuciones.

Es autónomo e independiente porque en el ejercicio de sus atribuciones no


depende de ningún órgano constitucional. Se encuentra sometido solo a la
Constitución y a su Ley Orgánica.

Los órganos constitucionales del país son: El poder Ejecutivo, El poder Legislativo,
El poder Judicial, el Consejo Nacional de la Magistratura, el JNE, el Sistema
Electoral, el Ministerio Público, la Defensoría del Pueblo.

El TC reconoce el fundamento esencial de los derechos humanos o


fundamentales en la dignidad humana, y lo hace, en legítima interpretación en
perspectiva histórica y sistemática de la explícita fraseología de la Constitución
Política de 1993 y de los instrumentos internacionales de derechos humanos que
obligan al Perú.

En la Constitución de 1993 del artículo 1 de refiere: “La defensa de la persona


humana y el respeto de su dignidad son el fin supremo de la sociedad y del
Estado”. Es doctrina común que la redacción del artículo 1 de la Carta Magna de
1979, pese a no referirse explícitamente a la dignidad, era mas adecuada que la
actual en tanto que dejaba claro que la persona humana y el respeto de su
dignidad son el fin supremo de la sociedad y que de allí deriva la obligación de
defenderla.

CAPITULO V.- DEFENSA Y PROMOCIÓN DE LA DIGNIDAD

Como ya se ha dilucidado en líneas anteriores, la dignidad es aquella que conlleva


a tener un derecho inherente de una forma de existir. Es por ello que, a efecto de
la existencia de la dignidad, es obligación del estado garantizar y proteger la
dignidad de sus ciudadanos.

La Constitución peruana en su Artículo Primero, plantea lo siguiente.

(CONSTITUCIÓN POLITICA DEL PERÚ , 1993) Articulo 1: Defensa de la persona humana:

“La defensa de la persona humana y el respecto de su dignidad son el fin


supremo de la sociedad y el estado”

En síntesis, lo que nos da a entender este articulado es que, toda persona tiene
derecho a la vida, a su identidad, a su integridad moral, psíquica y física y a su
libre desarrollo y bienestar, por ello va de la mano de el Articulo segundo de la
Constitución, ya que en ella señala los derechos fundamentales de los que
gozamos los peruanos. De igual modo, se podría señalar de que este artículo
primero, constituye una base fundamental y principal de la cual parte los derechos
fundamentales, y por tanto es la columna vertebral del funcionamiento de la
constitución, ya que a raíz de ella se determina el modelo económico, político y
social. Es por ese motivo, define los parámetros axiológicos y jurídicos de las
disposiciones y actuaciones políticas, por otro lado, establece principios y limites
de los derechos y garantías constitucionales que gozamos los ciudadanos
peruanos, así como el de las autoridades.

5.1.- Funciones de la dignidad dentro de la Constitución

(Landa) Señala que:

“La dignidad humana es un principio rector de la política constitucional,


llega a esta conclusión en vista de que que dirige y orienta positiva y
negativamente la acción legislativa, jurisprudencia y gubernamental del
Estado (…)”

En el aspecto positivo el autor refiere, que tanto los poderes y organismos públicos
están en la obligación de asegurar el desarrollo de la dignidad humana ello en los
ámbitos del proceso legislativo, administrativo y judicial, y en cuanto al aspecto
negativo se refiere a que se debe evitar afectar la dignidad humana a través de las
leyes y normativas que se emitan, ya que todos los poderes públicos están
vinculados directamente a la Constitución en un sentido formal y material. Por ello,
la omisión legislativa, judicial o administrativa del mandato de respetar la dignidad
humana también debe ser considerada como una infracción constitucional, en la
medida que vacía de contenido sustantivo al quehacer del Estado, que no sólo
implica la defensa del hombre, sino también el desarrollo de la persona humana.

A. Función Legitimadora
Esta función básicamente nos señala de que la dignidad humana tiene una
función constitucional tanto material (porque establece una base de todo el
orden fundamental para un estado democrático, se considera a la dignidad
como el punto eje que vincula a todos y otorga legitimidad constitucional al
estado) como instrumental (porque tiene una función legitimadora, ya que
se conecta la dignidad con la constitución).
B. Función Ordenadora
Esta función garantiza el orden en cuanto a las actuaciones generales de
poderes públicos y públicos, evitando que se cometan infracciones directas
o indirectas contra las personas humanas. El poder y las relaciones
sociales sólo son válidas en tanto se apoyen en la dignidad de la persona
humana.
C. Función Temporal
Para (Landa):
“La dignidad humana tiene una función temporal propia de su carácter
inviolable, dado que no es producto de una voluntad ocasional sino la
expresión unitaria de la voluntad política del pueblo de dar forma y modo a
los principios y valores de la comunidad.”
Sin embargo, la dignidad tiene una función de fuerza duradera porque le
otorga, siento a la vez dinámico ya que la dignidad también se va
adoptando a las concepciones que la época, comunidad, etc. lo disponga.
Es por ello que se dice que la dignidad es un proceso dinámico abierto.
D. Función Esencial
El contenido esencial de la dignidad se asienta en los principios y valores
que dan sentido de unidad a un pueblo, de ahí que cada proceso político
consagre un conjunto de valores en la forma de una constitución material
democrática. De allí que el orden y la estabilidad, si bien aseguran el
contenido esencial de la dignidad humana, para ser válidos plenamente.
E. función integradora
La dignidad de la persona constituye ese motor transformador de la propia
realidad, que permite el consenso y por ende la integración social.
F. Función Limitadora
Esta función limita y controla al estado en vista de que incorpora valores
constitucionales de la libertad, los derechos humanos, la división de
poderes, democracia.
G. Función Libertaria
La dignidad desarrolla su función libertaria en tanto asegura la libertad y la
autodeterminación de la persona humana.

CAPITULO VI.- EUTANASIA: ¿DERECHO DERIVA DE LA DIGNIDAD DE LA


PERSONA?
La eutanasia supone la muerte de un enfermo que padezca una enfermedad
terminal la misma que es provocada por una sustancia letal, para la autora
(Muñoz, 2021) la eutanasia es:

“La se entiende una acción o una omisión que, por su naturaleza o en sus
intenciones, produce la muerte, con el objetivo de eliminar todo dolor. La
eutanasia se sitúa, por tanto, al nivel de las intenciones y de los métodos
usados.”

Evidentemente la aplicación de la figura de la eutanasia está penada en algunos


países como en el nuestro, en vista de que atentaría en contra de la vida, sin
embargo, muchos autores afirman que esta la eutanasia es considera como una
muerte digna, ante el sufrimiento que padece la persona que sufre una
enfermedad terminal, siendo que este muchas veces padece sufrimientos
inimaginables que hacen que la vida de la persona no sea digna.

Como se ha mencionado en líneas anteriores, la dignidad humana es un valor


innato que posee las personas, el mismo valor que se encuentra consagrado en la
carta magma, y así como lo señala Dr. Castillo Córdova, los bienes humanos
esenciales, debidos a la persona por ser lo que es y valer lo que vale son los
derechos humanos. De modo que la dignidad humana es fundamento de la
juridicidad de los derechos humanos.

Para (Muñoz, 2021) “la dignidad humana influye sobre el bien humano ida, pero
no para justificar una excepción a su carácter no sacrificable de su contenido
esencial o constitucional ilimitado, sino más bien para consolidar tal contenido
ilimitado y no sacrificable”.

Lo que básicamente nos quiere señar la autora es que la dignidad humana es


entendida como un fundamento de juridicidad y exigibilidad, por ello el derecho a
la vida no puede ser sacrificada.

Sin embargo, sentencias como la del caso de la Señorita Ana Estrada nos hacen
ver que muchas veces el ser humano, en pleno uso de sus facultades decide
renunciar a la vida, puesto que consideran que a causa de la enfermedad
degenerativa o sin cura que padecen no gozan de vivir una vida digna. Es por ello
que, la libertad no solo constituye un derecho, sino un don, una virtud, más
específicamente un valor personal y social (al igual que la justicia, la honradez y la
verdad) que está vinculado a la confianza y al orden público.

En la actualidad se busca deslegalizar la figura de la eutanasia, entre las razones


que se esbozan para que se legalice el uso de la eutanasia, se puede determinar
que lo que se busca es la absolutización del derecho a la libertad, de tal modo que
esta incluso determine la dignidad de la persona, de modo que la dignidad ya no
estaría inherente a la persona por el hecho de ser persona (lo que llamamos
dignidad ontológica) sino más bien que estaría circunscrita a la esfera de la
autopercepción cayendo en un relativismo tal, que una persona podría sentir que
su vida ha dejado de ser digna y que por tanto tendría derecho de solicitar que el
aparato estatal y el personal de salud tengan que asistir su voluntad. Por ser una
autopercepción, la dignidad humana diferiría considerablemente de una persona a
otra, y puede cambiar con el tiempo y las circunstancias.

La dignidad humana se verá respetada por el ordenamiento jurídico en la medida


en que se le permita al individuo desarrollar su propio proyecto de vida, el cual
puede ser en determinados contextos optar por morir. La eutanasia entonces sería
una expresión de la garantía de la dignidad humana, entendida no
ontológicamente sino como libertad de autodeterminación, es decir reconocida por
su conexión con la libertad del individuo. A la persona que no se le reconoce su
libertad de decidir acerca de cuándo y cómo quiere morir, sobre todo, en contextos
de terminalidad y cronicidad, no se le estaría garantizando su dignidad.

Por tanto, el derecho a morir dignamente significaría el derecho que toda persona
debe tener de decidir sobre los límites aceptables de deterioro de su autonomía y
calidad de vida. De este modo la libertad como derecho de elección subjetiva sería
la condición necesaria y suficiente para fundar un valor y legitimar un derecho;
todo lo que se elige es bueno, como expresión de autodeterminación, cualquiera
que sea la opción, independientemente de si se opta por elegir vivir o por morir. En
ese sentido, sería la libertad la que determinaría la moralidad de las elecciones.
CAPITULO VII. DELIMITACION Y LIMITACION DE LOS DERECHOS
FUNDAMENTALES

La dignidad de la persona constituye el fundamento de los derechos y el principio


fundamental y central de todo nuestro ordenamiento jurídico.

Teóricamente podemos afirmar que la garantía de la dignidad de la persona tiene


un triple significado:

En primer lugar, se constituye en un derecho esencial, a partir del cual se pueden


deducir todos los demás componentes del sistema de derechos esenciales o
derechos humanos;

En segundo lugar, constituye una norma fundamental de la carta fundamental, por


relación a la cual cabe dirimir la validez de otras normas que la componen;

En tercer lugar, constituye la base material sobre la cual se construye la estructura


organizativa del Estado.

Dentro de los derechos fundamentales la Dignidad, encuentra sus límites a nivel


sociológico, debido a que colisiona con otra esfera individual de derechos, en tanto
estos derechos puedan ser armonizados se posibilitara el ejercicio proporcional y
razonable de la dignidad, con el objeto de la convivencia social y pacífica.

En ese sentido, para ello se utilizan determinadas técnicas: el principio de


concordancia práctica, que ordena armonizar en una situación concreta los
diferentes bienes y derechos en conflicto, de modo tal que se optimice el ejercicio
de los bienes y derechos en conflicto; y el principio de proporcionalidad, mediante
el cual se determina la adecuación, necesidad y proporcionalidad de medidas
legislativas, administrativas y judiciales que intervienen en derechos
fundamentales. Ambas técnicas buscan armonizar el contenido de los diferentes
derechos involucrados.

JURISPRUDENCIA

CASO ANA ESTRADA


 Antecedentes del Caso
- Demanda

Ana Estrada interpuso demanda contra el Ministerio de Salud (MINSA), Seguro


Social de Salud (ESSALUD) y el Ministerio de Justicia y Derechos Humanos
(MINJUSDH) pretendiendo se inaplique el artículo 112 del Código Penal que
tipifica el delito de homicidio piadoso. Alega la demandante que la aplicación de
esta norma vulnera y lesiona su derecho a una muerte digna, así como sus
derechos fundamentales a la dignidad, la vida digna, al libre desarrollo de la
personalidad y a no ser sometido a tratos crueles e inhumanos.

Ana Estrada padece de una enfermedad llamadas polimiositis, siendo esta


incurable, progresiva y degenerativa, sustento que le permite demandar para
poder elegir si pone fin a su vida, sin que terceros sean procesados penalmente al
momento en que deban someterle al procedimiento de eutanasia. La recurrente
planteó las siguientes pretensiones:

a) Declaración judicial de la existencia del derecho a la muerte digna


b) Inaplicación del artículo 112 del Código Penal con la finalidad de que
pueda ser asistida, en tanto no le es posible hacerlo por si misma.
c) Establecimiento de un mecanismo y criterios de aplicabilidad del derecho
a la muerte digna.
d) Establecimiento de Protocolos para viabilizar la ejecución del derecho
invocado, por parte de dos instituciones del Estado.
e) Establecimiento de Protocolos para casos similares.

Sentencia de primera instancia.

El Décimo Primer Juzgado Constitucional de la Corte de Justicia de Lima sostiene


el juez que con el petitorio de la demandante no se busca la derogación de la
Norma y tampoco su declaración de inconstitucionalidad, sino que su pretensión
es de carácter individual razón por la cual los efectos de la sentencia es Inter
partes. Con relación al primer petitorio, el juez precisa que el Tribunal
Constitucional en reiterada jurisprudencia ya ha reconocido la existencia de
derechos innominados, derechos nuevos o derechos derivados de aquellos
expresamente reconocidos por la Constitución (Expediente 2488 2002 HC/TC).

Por tanto, se puede determinar la protección de un nuevo derecho siempre y


cuando se cumplan con los requisitos que advierte el Tribunal Constitucional. Del
mismo modo el juez ha identificado que el principio de inexcusabilidad obliga al
operador de justicia resolver un conflicto aún no hay un texto normativo que puede
subsumirse a la pretensión propuesta.

De otro lado respecto a los derechos invocados, el Juzgado Constitucional


advierte que la demandante para la sociedad y el sistema jurídico goza de derecho
a la dignidad, sostiene que seguirá siendo digna si luego no puede expresar su
voluntad y lo seguirá haciendo si, pierde el uso de su razón. Sin embargo, sostiene
que la autopercepción de Ana Estrada sin dignidad y sin autonomía debe estar
reconocida por el ordenamiento jurídico como un derecho ya que la medida de su
propia percepción de su dignidad es aquella que expresa en el momento de
lucidez y razonabilidad.

Los sueños frustrados truncados que advierte la demandante construyen una


percepción de pérdida de su dignidad y de vida digna, en consecuencia, con lo
poco que aún le queda, precisamente de esta libertad que se está perdiendo,
solicita justicia lo que para ella significa poner fin a esa paulatina pérdida de
dignidad y en consecuencia el derecho a la vida. Del mismo modo, se señala en la
sentencia que existe el derecho a una vida digna, que tiene como base la libertad
y la autonomía, sin embargo, la misma validez de este concepto, implica que
existe al derecho a proyectar su vida en ese proyecto pensar en su final, lo que la
demandante considera una muerte.

Algunos podrían entenderla, como una muerte natural una muerte heroica, una
muerte trascendente, tal vez sólo una muerte sin sufrimiento de cualquier tipo; es
decir libre, como la queremos la mayoría de los mortales. El mismo derecho que
sostiene la libertad de vivir o de vivir con libertad sostiene el derecho a concluirlo,
si la vida carece de dignidad de morir cuando aún la vida es digna o de no pasado
una situación de indignidad que arrastre a la muerte. Cabe destacar en la
sentencia lo señalado en el fundamento 180 en el cual el Juez concluye “que
existe un derecho a la vida digna y consecuentemente a una muerte digna; sin
embargo, no puede considerarse un derecho fundamental.

El suicidio, no es un derecho, es más bien una libertad fáctica. La muerte digna,


es un derecho, es evidente que puede derivarse del propio derecho a la dignidad;
pero siendo un derecho derivado que asimismo su nacimiento está supeditado al
nacimiento de la vida misma, que no es un bien jurídico absolutamente disponible,
que configurado como lo expuesto por la propia demandante y cómo lo entiende
esta judicatura, tiene límites intrínsecos y que en gran parte de los casos, el
Estado está obligado a proteger este derecho, pero no a promoverlo; debe
considerarse que el derecho a la muerte digna, sin ser un derecho fundamental,
da lugar a que exista una excepción legítima de no punibilidad bajo ciertas
condiciones de la protección estatal de la vida.”

Respecto al segundo extremo del petitorio, el juez ha señalado que más que
catalogarlo como homicidio piadoso, como lo denomina el tipo penal, en lo que la
demandante pretende es permitir que la naturaleza humana concluya con su
trabajo. Ello en razón de que, si no se le hubiera aplicado tratamiento, tal vez, ya
habría fallecido. Si bien estos tratamientos fueron aceptados, ha llegado un
momento en que ofende su propia dignidad y le impide morir dignamente.

En la sentencia también se pone de manifiesto que, en razón del análisis del


principio de doble efecto, el juez advierte que la prohibición absoluta del suicidio
asistido anula derechos como la dignidad, la autonomía y la libertad, los mismos
que deben incluirse en la mensura de la proporcionalidad, considerando además
que no existe como ya se ha señalado derechos absolutos y que el derecho a la
vida igualmente tiene límites y situaciones de excepción. Refiere la sentencia, que
sujeto activo del delito del homicidio piadoso, es cualquier persona, pero el juez
señala que este tipo penal se debe desagregar, porque no es lo mismo que lo
haga un familiar que un tercero ajeno.

En ese sentido se debe considerar que el acto realizado por cualquier persona es
ilegal, debido a que no se garantiza la autenticidad y firmeza del pedido de la
paciente. Sin embargo, si se acredita de manera previa y mediante un mecanismo
protocolo el permiso es correcto.

Sobre los siguientes extremos del petitorio, el 10° Juzgado Constitucional señala
que en virtud de que el procedimiento de muerte digna es un derecho que genera
excepción a la aplicación del artículo 112 del Código Penal, es razonable que se
estime la tercera pretensión.

Refirió que los médicos que acepten realizar este procedimiento no deben ser
obligados y los nombres de estos serán reservados. De otro lado sobre el
siguiente extremo, el juzgado refirió que al no contar con una norma emanada del
Congreso la República el Ministerio de Salud no puede elaborar Planes, Directivas
u otros documentos; sin embargo, precisa que de ser necesario elaborar dichas
pautas para someter a Ana este procedimiento se debe llevar lo acabó.

En consecuencia, el juez resolvió declarar fundada en parte la demanda


disponiendo:

a. la inaplicación del artículo 112 del Código Penal vigente para el caso doña
Ana Estrada Ugarte.
b. Se ordene al Ministerio de Salud y ESSALUD respetar la decisión de Ana
Estrada Ugarte de poner fin a su vida tras el procedimiento técnico de la
eutanasia.
c. La Comisión Médica Interdisciplinaria de EsSalud, que labora el plan y el
Protocolo deberá presentar su informe en el plazo de 30 días después de
su formalización ante la comisión médica el Ministerio de Salud la que
procederá a su aprobación en el plazo de 15 días.

De otro lado, declaró improcedente la pretensión de que se hacen el Ministerio de


Salud que cumpla con emitir una directiva que regula el procedimiento médico
para la aplicación de la eutanasia para situaciones similares a la de la señora
Estrada Ugarte, del derecho fundamental a la muerte en condiciones dignas y
derechos conexos.
CONCLUSION

El conocer la dignidad humana nos hace saber que todos lo humanos valemos lo
mismo sin importar raza, nacionalidad, color de piel, etc.

Los derechos humanos nos protegen de diferentes situaciones violentas de


creencias religiosas o de sectas. La autorregulación hace que ninguna persona
quiera abusar de poder sobre otra persona al tener una cualidad inherente,
esencial e intrínseca de la persona, que posee de forma originaria y no por
atribución del derecho o de los órganos de poder del Estado, pero que sí requiere
de protección jurídica por la trascendencia que tiene su salvaguarda para el
individuo y la sociedad.

En tal sentido, la dignidad humana posee una marcada dimensión constitucional,


principio general y fundamento de los derechos humanos, es imprescindible su
consagración en las leyes supremas de los Estados porque legitima, ordena y
limita su contenido, irradiando desde la cúspide de la pirámide normativa a todo el
ordenamiento jurídico.

Desde el ámbito constitucional la dignidad humana trasciende a la esfera penal,


instituyéndose como un límite al iuspuniendi del Estado, tanto en la actividad
legislativa como en la aplicación de las sanciones. En consecuencia, el derecho
penal, aunque de última ratio, debe prever y castigar las conductas que vulneran
la dignidad de la persona, ya sea de forma directa o indirecta; estableciendo penas
según la magnitud de su lesión, y los demás parámetros que establecen las leyes
penales a efectos de tutelar un principio del derecho como la dignidad de la
persona humana.
BIBLIOGRAFIA:

CONSTITUCIÓN POLITICA DEL PERÚ . (31 de Diciembre de 1993). Obtenido de


CONSTITUCIÓN POLITICA DEL PERÚ :
https://www.oas.org/juridico/spanish/per_res17.pdf
Landa, C. (s.f.). Dignidad de la Persona Humana . IUS ET VERITAS , 17.
Muñoz, Y. (2021). Eutanasia, derecho derivado de la dignidad de la persona?
Apuntes de Bioetica , 2.
Quintana Osuna, K., & Serrano Guzman, S. (2013). La Convención Americana
sobre Derechos Humanos, reflexiones generales. Mexico.

También podría gustarte