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Lic.

Psicopedagogía

TRABAJO PRÁCTICO
“ESCUCHA CLÍNICA”

Profesora: Marlene Pettersen.

Año: 3°

Materia: Clínica Psicopedagogica I

Alumnas: Fernandez Magali, Araujo Agustina, Pagel Ana y Sales Rocio.

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LA ESCUCHA CLÍNICA
- Escucha de la realidad psíquica vs. escucha de la realidad objetiva?
Carlos Fernández Gaos - José Perrés Hamaui.
- La Escucha Activa. Diferencia entre oír y escuchar . Por: Edu Lopez.
- Qué significa escuchar? R. Barthes.
- La entrevista psicológica* BLEGER, José (1964/1985), En: temas de psicología
(entrevista y grupos), Buenos Aires: Ediciones Nueva Visión.
- Aprender para Ser. Cap. 1 Marina Müller.2010
Consigna: A partir de la lectura bibliográfica extraer y explicar.
a) ¿Qué se entiende por escuchar?.
b) ¿Porque es necesario diferenciar escuchar de oir?.
c) El valor de la escucha en la clínica.
d) Valor de la entrevista como estrategia de recopilación de datos vitales.
Aclaracion: El trabajo no puede extenderse más de una carilla. A los fines de optimizar
la corrección y devolución . Recuerden que esto implica una reflexión sobre el tema.

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Desarrollo:
a) Se supone que para escuchar no se requiere habilidad ni aprendizaje ni cierta
destreza, como si se tratara de un don natural; se le considera como supuesta en
el diálogo, en las teorías del discurso, en las teorías de la acción comunicativa.
Ni siquiera se considera pertinente preguntar qué significa escuchar.
Heidegger habló del olvido del ser, nosotros ahora podríamos hablar del olvido
de la escucha, no se puede negar que hablar implica escuchar y sin embargo
nadie se toma la molestia de señalar, por ejemplo, que en nuestra cultura hay
profusión de trabajos escolares centrados en la actividad expresiva y muy pocos,
ninguno en comparación, dedicados al estudio de la escucha. La escucha es
siempre desplazada por el saber que de ella obtiene el “escuchante”; saberes
varios que pueden ser el diagnóstico médico, el juicio o la sentencia en el saber
jurídico, castigo y perdón en el saber confesional.
El que escucha y calla tiene expectativas respecto del que habla; una de ellas es
la expectativa de la verdad, que diga todo de sí. Hay, por parte del escucha, una
pretensión de saber, de saber lo más posible acerca del sujeto que habla. Otra
expectativa del escucha es que el confesante busque de alguna manera la
renuncia de sí, bajo la forma de la culpa o del arrepentimiento o de la voluntad
de modificar las conductas. En esta medida, el que escucha cumple la función de
gobernar la conducta del que habla.
Lenkensdorf subraya el hecho de que cuando en castellano se dice algo a
alguien hay solamente un sujeto agente, solamente el que habla es el sujeto de la
acción mientras que el que escucha mantiene una posición pasiva, subordinada.
La hipótesis de Lenkersdorf - La lengua no está apartada de la manera en que
vemos el mundo, las diferencias sintácticas corresponden a diferentes
cosmovisiones, lo que en este caso significaría que nuestra cosmovisión tiene la
estructura sujeto-objeto y no la de sujeto-sujeto como en las lenguas dialógicas y
que por tanto el rol prioritario es de los actos de habla mientras que el papel
subordinado, el papel de objeto, lo ocupa por lo general el papel del escucha.
Heidegger analizaba el concepto de logos, se plantea este problema y pregunta:
"si tal es la esencia del habla, entonces ¿qué significa `escuchar’?"
Parafraseando a Spinoza quien afirmaba: "nadie sabe lo que puede el
cuerpo", puede decirse ahora que "nadie sabe lo que puede la escucha", o mejor,
nadie sabe lo que es la escucha. Sin embargo, podría decirse que la educación
democrática enseña o debería enseñar a escuchar se trataría de pensar en la
escucha como un elemento constitutivo del proceso de tomar decisiones acerca
de qué hacer en caso de un conflicto fuerza particular, pacientemente ejercitada.
Expresiones como "dar la voz a los que no la tienen", "hacer escuchar la propia
voz", la necesidad de que los grupos oprimidos "encuentren su propia voz”, Y
como contraparte, los roles de escucha están asociados con los grupos oprimidos
mientras que los grupos sociales poderosos son a menudo los que no escuchan o
los que silencian a otros. La escucha queda entonces solamente en sus
posiciones habituales: contra ellas, hablemos. Y hay que hablar, ciertamente. En
favor de la escucha no se trata ahora de que todos callemos, de que las minorías
guarden silencio. ¿De qué se trata entonces? Para comenzar habría que buscar
abandonar la relación directa entre escucha-opresión y palabra-emancipación.

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Para seguir, hay que tener claro que no se trata de escuchar de cualquier manera.
Si lo que hay que evitar son sus formas tradicionales, esto implica guardarnos
tanto de una escucha cuyo objetivo sea la configuración de un saber
disciplinario, así como de la escucha-obediencia.
b) Una atención auditiva marca la diferencia entre oír y escuchar y si mantiene una
atención en lo no dicho, los gestos que utiliza la otra persona y la mímica
entonces conseguirás una comprensión total del mensaje que nos quiere
transmitir. La finalidad de escuchar consiste en comprender realmente el punto
de vista de otra persona, como piensa y siente, y cómo “ve y va por el mundo”.
c) El valor de la escucha en la clínica:

Si algo caracteriza al dispositivo psicoanalítico, en su propia especificidad, es


justamente la dimensión de la escucha. Sólo a través de ella se crean las
condiciones de posibilidad de la regla fundamental, la asociación libre, y de su
contraparte, la atención flotante (o fluctuante, si se quiere ser aún más precisos).

Como todo dispositivo, emanado de una concepción teórica, el psicoanalítico


intenta delimitar un espacio preciso que genera un "adentro" y un "afuera"

Si el dispositivo psicoanalítico busca crear un "adentro", como indicábamos, es


precisamente para permitir que el analista ejerza su función esencial de escucha,
posibilitadora y facilitadora de la asociación libre del paciente. Insistimos en este
punto, pese a su obviedad: no es porque generamos el espacio para que el
paciente tienda a la asociación libre, que escuchamos, sino más bien es porque
estamos ubicados en la actitud de escucha de un discurso, con sus
determinaciones inconscientes, que posibilitamos al paciente a hablar
libremente, a romper con las "representaciones meta" y eliminar buena parte de
la censura, al servicio de la racionalidad y transmisibilidad del discurso
consciente. Queremos discutir la supuesta oposición existente entre la escucha
de la realidad psíquica, tarea esencialmente analítica y, por otro lado, la escucha
de la realidad objetiva, lo que no pertenece obviamente al "adentro" del
dispositivo psicoanalítico, lo que parecería quedar excluido del mismo por
decisión expresa del analista ya que, lo discutiremos, la única realidad que
parece interesarnos como psicoanalistas es la que remite al sujeto deseante, al
que organiza la realidad objetiva tamizándola a partir de su historia personal, su
novela familiar, la construcción de sus imaginarios, su particular subjetividad"
en una palabra, su estructura deseante como reguladora de su contacto con el
mundo exterior, dándole significaciones específicas desde sí mismo, o más bien
desde su mundo conflictivo, como sujeto escindido. Esa realidad objetiva es
inaprensible y por ello imposible de ser escuchada en ningún ámbito y menos
aún, si cabe, dentro del dispositivo analítico.

Pero, sin embargo, no veríamos realmente una verdadera oposición entre la


escucha de la realidad psíquica y la de la llamada realidad objetiva; esto debido a
que toda realidad subjetiva esta atravesada por una realidad objetiva, ya que es

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una interpretación de esta (una persona está atravesada por su época, su realidad
social, familiar, económica, etc).

Se identifica en general lo psíquico con lo propiamente subjetivo, en tanto se


refiere a la vivencia personal, a la valoración individual, mientras que, por su
parte, lo objetivo es considerado en el nivel de lo que trasciende al individuo, en
el sentido de que le preexiste, le subsiste y es independiente de su vivencia o
experiencia.

Pero nada del orden de lo humano está exento de la subjetividad, pues ella es la
que lo define, y, por ende, nada de lo que de lo humano habla es carente de ética.
Ética y poder, son las dimensiones que el hombre ha creado como verdaderos
encuadres de su devenir, y sus apellidos posibles instituyen, en última instancia,
el régimen de realidad en el que cada individuo se mueve. De esta manera,
cualquier intento de hacer de estos apellidos parte de la naturaleza objetiva es, en
consecuencia, muestra de la vigencia de la ética y el poder que los mantiene, no
su objetividad.

La noción de realidad que cada uno se construye, siguiendo a Piera Aulagnier, se


ciñe, por un lado, a los criterios que de ella da la cultura de referencia y, por
otro, a las vivencias personales de quien la cultura prescribe que ha de
incorporarlos ¿desde dónde escuchar? Si la pregunta que titula nuestro trabajo
toma ahora esta forma, es porque, en última instancia, la función de escucha
remite a quien la efectúa y lo que escucha está determinado por su lugar teórico-
epistemológico tanto como histórico vivencial, su propio inconsciente incluido,
desde luego. No hay pues escucha que no sea histórica, en el sentido de la
historia interiorizada y simbolizada por el analista. Eso conduce a las conocidas
dificultades para analizar a personas pertenecientes a culturas o subculturas
totalmente ajenas al analista (a nivel de experiencias antropológicas o por
análisis de inmigrantes).

Así, lo que podríamos considerar realidad objetiva, no es sino una realidad


transindividual, o, mejor aún, trans-subjetiva, que atraviesa tanto el lugar del que
habla como el del que escucha. Esta consiste en la interpretación subjetiva de la
realidad, por parte de ambos sujetos, que a su vez están atravesados histórica y
generacionalmente.

d) Valor de la entrevista como estrategia de recopilación de datos vitales


La entrevista es un instrumento fundamental del método clínico y es -por lo
tanto- una técnica de investigación científica de la psicología. La entrevista logra
la aplicación de conocimientos científicos y al mismo tiempo obtiene o posibilita
llevar la vida diaria del ser humano al nivel del conocimiento y la elaboración
científica. Y todo esto en un proceso ininterrumpido de interacción.
Aquí nos interesa la entrevista psicológica, entendiendo por tal aquella en la que
se persiguen objetivos psicológicos.

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La entrevista puede ser de dos tipos fundamentales: abierta y cerrada. En la


segunda, las preguntas ya están previstas, tanto como lo está el orden y la forma
de plantearla, y el entrevistador no puede alterar ninguna de estas disposiciones.
En la entrevista abierta, por el contrario, el entrevistador tiene amplia libertad
para las preguntas o para las intervenciones, permitiéndose toda la flexibilidad
necesaria en cada caso particular.
La entrevista abierta posibilita una investigación más amplia y profunda de la
personalidad del entrevistado, mientras que la entrevista cerrada puede permitir
una mejor comparación sistemática de datos, tanto como otras ventajas propias
de todo método estandarizado. Además, la entrevista puede ser individual o
grupal.
Tipos de entrevista:
a) la que se realiza en beneficio del entrevistado, que es el caso de la consulta
psicológica o psiquiátrica;
b) la que se lleva a cabo con objetivos de investigación, en la que importan los
resultados científicos de la misma;
c) la que se realiza para un tercero (una institución)
DIFERENCIAS ENTRE ENTREVISTA, CONSULTA Y ANAMNESIS
1. CONSULTA: La consulta consiste en la solicitud de asistencia técnica o
profesional, la que puede ser prestada o satisfecha de múltiples formas, una de
las cuales puede ser la entrevista. Consulta no es sinónimo de entrevista, porque
esta última es sólo uno de los procedimientos con los que el técnico o
profesional, psicólogo o médico, puede atender la consulta.
2. ENTREVISTA: La entrevista no es una anamnesis. Intenta el estudio y la
utilización del comportamiento total del sujeto en todo el curso de la relación
establecida con el técnico, durante el tiempo en que dicha relación se extienda.
Una parte del tiempo de una consulta debe reservarse como entrevista y otra
para completar la indagación o los datos que se requieren en la anamnesis.
Debemos aplicar nuestra función de escuchar, pero también nuestra función de
vivenciar y observar, de tal manera que quedan incluidas las tres áreas del
comportamiento del entrevistado.
 Campo: Se podría decir que el entrevistador controla la entrevista, pero
que quien la dirige es el entrevistado. La relación entre ambos delimita y
determina el campo de la entrevista y todo lo que en ella acontece, pero
el entrevistador debe permitir que el campo de la relación interpersonal
sea predominantemente establecido y configurado por el entrevistado.

 Encuadre: Debemos contar con un encuadre fijo, que consiste en una


transformación de cierto conjunto de variables en constantes. Dentro de
este encuadre se incluyen no sólo la actitud técnica y el rol del
entrevistador tal como lo he enseñado, sino también los objetivos, el
lugar y el tiempo de la entrevista. En el encuadre funciona como una
especie de estandarización de la situación estímulo que ofrecemos al
entrevistador, y con ello pretendemos no que deje de actuar como

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estímulo para él, sino que deje de oscilar como variable para el
entrevistador. Si el encuadre se modifica (por ejemplo, porque la
entrevista se realiza en un sitio diferente), esta modificación tiene que ser
considerada como una variable sujeta a observación tanto como lo es el
mismo entrevistado.
Una sistematización que permite el estudio detallado de la entrevista como
campo consiste en centrar el estudio sobre:
a) el entrevistador, en el que se incluye su actitud, su disociación
instrumental, contratransferencia, identificación, etc.;
b) el entrevistado, incluyéndose aquí las transferencias, estructuras
de conducta, rasgos de carácter, ansiedades, defensa, etc.;
c) la relación interpersonal, en la que se incluye la interacción entre
los participantes, el proceso de comunicación (proyección,
introyección identificación, etc.).
ANAMNESIS: La preocupación y la finalidad residen en la recopilación de
datos, y el paciente queda reducido a un mediador entre su enfermedad, su vida
y sus datos, por un lado, y el médico por otro. Si el paciente no ofrece los datos,
hay que “extraerlos” de él. Toda aportación del paciente es considerada como
una perturbación de la anamnesis que con frecuencia es tolerada por cortesía,
pero considerada como superflua o innecesaria.

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